Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
O de oso
Detuve mi andar cuando a mi lado visualicé un negocio demasiado característico como para lograr ignorarlo. Retrocedí los pasos que me separaban de éste y me acerqué con el solo fin de poder ver mejor los productos que vendían. Lo primero que se me vino a la cabeza fue el nombre de Sakura; y es que ella era la clase de chica que albergaba en su habitación toneladas de osos de peluche de todas las formas y colores como los que estaban detrás del vidrio frente a mí.
La primera vez que había entrado a su rosada habitación, hacía ya bastante tiempo atrás, no me había sorprendido cómo ésta estaba decorada. Predominantemente rosa, con todo pulcramente ordenado y con osos de peluche que parecían brotar del suelo y las paredes. Porque en verdad parecía que así era; donde uno miraba había uno diferente, y me encontré pensando cómo es que lograba dormir teniendo tantos ojos de plástico observándola.
Cuando le pregunté de donde había obtenido tantos, su respuesta fue simple: regalos de cumpleaños, de algún que otro admirador, pero la gran mayoría comprados con sus propios ahorros… me aseguró que los amaba con todo su corazón y que no podía resistirse a comprarlos cuando los veía en los negocios. Y era testigo de eso.
Hurgué en los bolsillos de mis pantalones hasta dar con la billetera; no había traído demasiado dinero conmigo, después de todo, en mis salidas con Eriol no solía consumir demasiado como para requerir de muchos billetes, pero sin embargo podía hacer el pequeño esfuerzo de sacrificar la enorme porción de pastel de chocolate que ya saboreaba, para comprar un pequeño oso para la colección que Sakura poseía.
—Muy buenos días —saludó una mujer, la dependienta del lugar—. Puedes mirar sin compromiso. Cualquier consulta estoy para ayudarte.
Asentí ante su ofrecimiento tan informal y me dispuse a intentar escoger entre tantos osos, un tanto incómodo por estar siendo seguido por su mirada. Cuando la campanilla de entrada volvió a sonar para dar paso a unas cuantas chiquillas que no superaban los diez años, solté el aire retenido que no sabía que estaba alojado en mis pulmones, y un poco menos cohibido me paseé por las estanterías del lugar.
Y pasados unos pocos segundos, empecé a sentir que había tenido una pésima idea al internarme en aquel negocio: la indecisión me invadió de pronto, y es que no podía escoger algo entre tantas opciones, o más bien escoger algo que pudiera ser del agrado de Sakura.
Sabiendo que ya estaba llegando tarde a mi pequeña reunión con Eriol, me decidí por un pequeño oso panda: no tenía memoria de que ella tuviera uno así. Con prisa fui a la caja a pagarlo, para luego recibir el obsequio en una bolsa demasiado femenina para mi gusto.
Sabía que lo que quedaba de la mañana no sería bueno para mi integridad.
Con paso rápido llegué a la cafetería donde cada domingo quedaba con Eriol para desayunar. Era una rutina que habíamos adoptado desde la secundaria: una pequeña reunión entre amigos para conversar o simplemente permanecer en silencio. Más de una vez, Yamazaki o algún otro amigo en común, nos acompañaba en nuestro café. Ésta vez estábamos solos, y no sabía si eso era lo peor o lo mejor de todo.
Viendo que la aguja de mi reloj de muñeca tan solo marcaba que había llegado diez minutos tarde, me di el lujo de relajar el paso al entrar a la cafetería; después de todo, tampoco quería que todos pensaran que era un demente. Más allá de la puerta, cerca de los ventanales que daban a la calle principal, el inglés permanecía sentado, tamborileando los dedos sobre la mesa de dura madera en un gesto de clara impaciencia. Al sentir mi presencia, situó su mirada en mí, para rápidamente mirar la bolsa que cargaba; su sonrisa no presagiaba nada bueno.
—Veo que tu lado homosexual ha decidido salir a la luz de la mano de esa bolsita rosa —fue el saludo que mi supuesto mejor amigo me dio cuando estuve al alcance de sus palabras—. Debo añadir que se te ve bastante bien.
—Cállate Eriol —mascullé sentándome al frente suyo, y una risa burlona escapó sin que él hiciera lo más mínimo para disimularla.
Segundos después, una chica se acercó a nosotros para pedir nuestra orden; tan pronto como llegó se fue, ya con los pedidos anotados.
—¿Y bien? ¿Me dirás que traes en eso? —dijo señalando la bolsa rosa—, o empezaré a sospechar seriamente que sí te has vuelto algo gay.
—Es un obsequio para Sakura —respondí y nuevamente la risa surgió en Eriol—. ¿Qué? ¿Qué es tan gracioso?
—En serio, Shaoran —empezó a decir borrando falsas lágrimas ocasionadas por la risa—, jamás creí que te vería tan enamorado como ahora. Corrección, jamás creí que te vería enamorado.
—Y yo tampoco a ti, y mírate, haciéndotelas de galán con Daidouji.
—Pero a mí nunca me has visto con bolsas rosas, ¿o sí? —preguntó divertido.
—Estaba apurado, no me detuve a preguntar si tenían algo más "masculino".
—¿Qué has comprado?
—Un oso de peluche.
—Claramente tampoco me verás cargando eso.
—Eso es porque Sakura y Daidouji son polos completamente opuestos. Sakura prefiere osos y cosas más infantiles; Daidouji es más de ropa y carteras.
—Debo agradecerle a Sakura, recuérdamelo.
—¿Y eso por qué? —pregunté más que extrañado por tal comentario.
—Porque, además de darme razones para burlarme de ti abiertamente, es la única mujer que ha logrado hacerte sonreír como un maldito bastardo con tan solo mencionar su nombre.
Sabía que si negaba aquello era como mentirme a mí mismo. Eriol, como en el noventa y nueve por ciento de las ocasiones en que afirmaba algo, volvía a tener razón y yo lo sabía, pero jamás se lo admitiría; acrecentar su ego en ese momento no iba a ser la idea más razonable.
Sakura había logrado que me enamorara por primera vez y que tuviera la suerte de ser correspondido. Tal vez habían sido sus ojos, su sonrisa contagiosa, la inocencia particular que tenía, o todas sus virtudes y defectos en conjunto, pero claramente solo ella podía lograr que me sintiera tan bobamente como me hacía sentir cuando estaba a su lado.
De otra forma, no me hubiese detenido en la mañana a comprar un demasiado adorable oso de peluche con forma de panda. Mucho menos sabiendo que Eriol lo vería en mis manos.
Mi desayuno con él duró lo mismo que todos los anteriores. A las once con treinta de la mañana ya estaba de regreso en mi casa, donde para mi suerte, solo se encontraba mi madre, quién poco reparó en la bolsa que cargaba conmigo. Tampoco le hubiese importado, ni hubiese creído que su único hijo varón tenía actitudes de mujer.
Tan pronto como estuve liberado, escribí a Sakura, para saber de sus planes esa tarde.
"Hey, ¿cómo estás?"
"Buenos días, Shaoran. Muy bien, ¿y tú? ¿Qué tal la salida con Eriol?"
Su respuesta no se hizo esperar, con su ya característica curiosa elocuencia.
"Bien… oye, ¿haces algo esta tarde?"
Pregunté rápido; generalmente mis conversaciones con Sakura terminaban por desvariar y terminar en temas diversos, muy ajenos al primero: si no preguntaba ahora, terminaría por hablar acerca de Eriol y el desayuno, y minutos después olvidaría por completo la verdadera razón de mis mensajes.
"No lo creo, ¿qué tienes en mente?"
"A las cuatro estoy en tu casa. Espérame."
No volvió a escribir, lo cual me extrañó; generalmente se desvivía por sonsacarme las razones por las cuales iba a su casa: que sea su novio no le resultaba razón suficiente para que yo la visitara al parecer.
Poca importancia le di al respecto, y al final, cuando las horas terminaron por pasar, tomé mi motocicleta para ir hasta la ya conocida dirección a donde más de una vez en la semana solía dirigirme. El regalo, guardado previamente en una mochila, iba conmigo cargado en mi espalda.
—¡Shaoran! —saludó efusiva con un abrazo al abrirme la puerta luego de tocar a su timbre —.Ven pasa. Estoy preparando galletas de chocolate, tus preferidas.
—Sabes que no hacía falta que las hagas, pero ya se me hace agua la boca de tan solo imaginarlas.
—Están horneándose ya. Dentro de un rato podrás disfrutarlas —anunció sonriendo.
Subimos hasta su habitación, donde, al entrar, pude apreciar nuevamente la cantidad desbordante de osos de peluche que había por todos lados. Por un momento sentí que el que yo le había comprado se vería totalmente insignificante entre tantos, después de todo no sería ni el más grande ni el más llamativo entre su colección.
Conversamos sobre mi salida con Eriol, y yo le pregunté sobre Daidouji, con quien había pasado la tarde anterior. Hablamos sobre miles de tonterías, y finalmente, cuando la curiosidad pareció no poder resistir más, preguntó sobre la razón por la cual había ido a visitarla en esa tarde.
—No pensé que hoy nos veríamos.
—¿No puedo querer verte? —pregunté riendo—. Eres mi novia después de todo.
—Lo sé, lo sé —respondió avergonzada jugando con un mechón de su cabello—. Es solo que no me lo esperaba, simplemente.
—Bueno —dije acompañado de un misterioso silencio—, en realidad puede que haya una razón para que haya venido hoy.
Sus ojos verdes se agrandaron y un pequeño brillo característico de cuando se emocionaba apareció. La sonrisa tímida se desvaneció para dar lugar a una totalmente amplia.
—¿Es algo bueno?
—Claro.
—Oh, dime, dime —pidió emocionada—. Muero por saber que es, no te lo guardes más.
Divertido ante su tan infantil forma de actuar, tomé la mochila que descansaba sobre el suelo y, abriéndola, tomé la tan famosa bolsa rosa que dentro albergaba el oso de peluche que había comprado a mi novia. Sin mucho preámbulo se lo entregué, y ella lo tomó con ansias, dispuesta a descubrir que era lo que ocultaba.
Sus ojos permanecieron estáticos al ver el oso panda, y su boca por un momento permaneció en un mutis inescrutable; llegué a creer que mi elección no había sido la correcta y que en verdad no gustaba de él. Luego sus pupilas se dilataron, mordió su labio inferior, y casi al instante un grito me dejó sordo y alertó a los vecinos, sin exagerar.
El oso panda fue instantáneamente asfixiado entre sus brazos y sus delirios de amor hacia el ser inanimado.
—¿Te gusta? —me aventuré a preguntar, aunque la respuesta parecía ser bastante clara.
—¡Oh, por Dios! Es demasiado adorable —chilló sin soltar en un solo momento al pobre oso—. ¡Es hermoso, Shaoran! ¡Gracias!
—Sé que no es el más lindo que tendrás entre los tantos que ya tienes, pero espero que sea suficientemente digno para tu colección.
—¿Acaso eres idiota? —preguntó de pronto—. ¡Es el más bello de todos los que tengo! Y el más importante también.
—¿Por qué? —quise saber intrigado.
—Porque tú me lo has obsequiado —sonrió y un rubor decoró sus mejillas—. Gracias en verdad, ha sido un detalle muy hermoso de tu parte.
—No hay de qué —susurré para besar suavemente su frente y apoyar mi mentón sobre su cabeza. Su cabello olía a lavanda, pero también pude percibir otro aroma un tanto más raro—. Oye, ¿hueles eso? —pregunté irguiéndome para tratar de sentir mejor aquel olor—. Huele como a…
—¡Por Dios! —gritó con pánico, levantándose rápido de su sitio, casi sacándome la nariz de lugar en el proceso—. ¡Las galletas!
Y acto seguido corrió por las escaleras, tropezando en el camino, sin dejar de chillar en ningún momento.
La risa estruendosa por mi parte sonó por toda la estancia.
Sakura jamás dejaría de ser aquella despistada chica que había conocido. Si bien me había quedado sin mis preciadas galletas de chocolate, la diversión que aquel momento me estaba obsequiando valía mucho más.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
Siento que, a comparación de otras veces, actualicé a velocidad luz (? Ok, no. Pero sí.
Por si a alguien le surge la duda: oso de peluche es como oso de felpa, solo que, donde vivo, no se acostumbra a decir oso de felpa… ni siquiera oso de peluche, simplemente decimos peluche. #SuzuTips para cuando vengan a Argentina (?
El punto es que espero que hayan disfrutado el capítulo. Hubo mucho de Shaoran y Eriol; quería que el inglés tuviera un papel más "importante" y no solo hacer mención de él. Tomoyo tuvo su momento en su contraparte, ahora él también quiere ser popular :v
Espero con ansias sus opiniones, saben lo mucho que me alegra recibirlas *-*
Besos sabor a algodón de azúcar,
LadySuzume-Chan.
