Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
M de matemáticas
Miré atentamente a la chica frente mío, y no pude evitar suspirar entre resignado y divertido por toda aquella situación. Las hojas estaban esparcidas en la mesa por montones y todas contenían borrones que, hasta en algunos casos, habían alcanzado para agujerear el papel de lado a lado. Montones de lápices y bolígrafos de colores. Y una Sakura que, mordiéndose la punta de su dedo pulgar, intentaba resolver los ejercicios matemáticos con clara impaciencia.
Sonreí disimuladamente, mientras intentaba desviar mis ojos nuevamente hacia el libro que se suponía leía a la espera de que Sakura terminara los ejercicios que le había dado para que practicara. La chica era un desastre y aquello prometía ser una tarde en extremo aburrida.
Un murmullo inentendible escapó de sus labios, para luego asomar por su rostro entero la frustración que al parecer estaba sintiendo.
—¿Algún problema? —me aventuré curioso.
—Me rindo —dijo lanzándose teatralmente sobre la mesa para desparramar un poco más todo lo que allí ya había desparramado—. No hay caso, este año reprobaré matemática.
—¿Cuál es el problema ahora? —pregunté a la espera de que me explicara qué era lo que tanto parecía costarle—, ¿qué es lo que no entiendes?
—¡Nada! —exclamó alzando los brazos hacia el cielo—. No entiendo absolutamente nada. ¿Por qué tienen que mezclarse las letras y los números? Creo que perderé la cabeza en cualquier momento, y no quiero reprobar.
—Sakura —llamé—, si no te tranquilizas, entenderás menos.
Suspirando debido a su impaciencia y la poca fe que se tenía a sí misma, me levanté de mi silla para así, rodeando la mesa, quedar a su lado donde podía explicarle de forma más práctica y cómoda, aquello que ella parecía no entender… en pocas palabras, todo.
Con paciencia que no sabía que tenía, y con una lentitud increíble, fui paso a paso explicándole nuevamente todo el procedimiento que debía realizar para así resolver el ejercicio de forma correcta. Sakura asentía con concentración a cada indicación que le hacía, cada tanto realizando alguna pregunta en específico que yo respondía cual profesor. En el fondo esperaba que finalmente lo entendiera; por su bien y por el mío propio.
Dejándole un nuevo ejercicio para que resolviera sola, volví a mi lugar frente suyo, poniéndome con el libro que esperaba a ser leído, mientras esperaba a poder corregir lo que había hecho.
Sin embargo aquellas hojas terminaron por resultarme poco interesantes y opté por mirar los gestos que Sakura hacía inocentemente mientras escribía, borraba y jugueteaba con el lápiz que se encontraba entre sus dientes, siendo víctima de sus mordidas. Su labio inferior pasaba la mayor parte del tiempo siendo mordido también, en un gesto de absoluta concentración… un gesto inocente y que yo encontraba demasiado sensual.
—¿Lo he hecho bien? —preguntó sacándome de mis pensamientos.
Corregí la hoja que me había entregado, la cual estaba repleta de números y borrones. Milagrosamente había encontrado un solo error con los signos, el cual nuevamente expliqué para que así pudiera hacer la siguiente ecuación, la cual terminó por realizar de forma correcta y tardando menos que con la anterior. La chica se estaba convirtiendo en una luz para los números.
Pero al tercer ejercicio que ella comenzó a realizar, no lo aguanté más.
—Sakura, deja de hacer eso —ordené aunque tratando de no sonar demasiado tosco.
Ella levantó una ceja—. ¿Qué deje de hacer qué? Tengo que practicar —dijo refiriéndose a los ejercicios, creyendo que yo hablaba acerca de eso.
—No me refiero a las ecuaciones.
—¿A qué, entonces? Sé más específico, Shaoran.
—Deja de morderte el labio, maldita sea —terminé por decir con sus ojos sorprendidos sobre mí.
—¿Qué tiene que lo haga? —cuestionó inocente.
—Solo no lo hagas y ya.
Rodó los ojos y, encogiéndose de hombros, volvió a su tarea con los ejercicios. Durante los primeros cinco minutos Sakura no volvió a hacer ese sensual gesto, sin embargo cuando su concentración se volvió al ciento por ciento a las matemáticas, nuevamente su labio inferior volvió a ser víctima de sus blancos dientes.
—Sakura —advertí.
—Lo hago de manera inconsciente —protestó levantando los brazos teatralmente, lanzando en el acto el lápiz por los aires—. No puedo hacer las cuentas y prestarle atención a mis tics, todo al mismo tiempo.
—Pues deberías hacerlo, sino, terminarás por reprobar el examen, porque lo que menos haremos será hacer ejercicios —me miró con aire de no comprender mis palabras—. Sakura, te besaré hasta hacer que olvides tu nombre si sigues así.
Fui testigo de cómo, ante mi directa y sincera declaración, sus mejillas se tornaron de un potente rojo, similar a la tonalidad de la remera que traía puesta. Y aunque al principio pareció dudar acerca de que era lo que debía hacer después, tomó el lápiz del suelo y optó por bajar la mirada a la hoja donde seguía la ecuación sin terminar.
Durante la próxima hora ni siquiera hizo amago de mordisquear su labio, por lo que mi salud mental no corrió ningún riesgo a medida que seguía explicándole temas nuevos. Sakura parecía haberse tomado muy en serio mi amenaza, y eso le convenía.
—Creo que por hoy has aprendido lo suficiente —anuncié dando por finalizado el día de estudio—. Mañana iré a tu casa y si quieres repasamos lo de hoy y estudiamos otro rato más. Claro, si no es que el cavernícola de tu hermano está ahí para molestarnos.
—Touya no estará, así que por mí está bien —aceptó con una sonrisa flamante en su rostro, mientras guardaba todo en su pequeño bolso rosa—. Shaoran, muchas gracias por toda la ayuda, no sé qué sería de mí sin ti.
—Tampoco lo sé, eres un desastre para los números, Sakura. Me sorprende que hayas aprobado los últimos años y sin tener un tutor —admití.
—Tengo mis trucos —rió—, pero ahora que me has ayudado, estoy segura que aprobaré con una buena calificación. Hasta el profesor se sorprenderá.
—No podría esperar menos de la novia de Shaoran Li.
Ambos sonreímos y nos miramos fijamente, creando ese tipo de atmósfera que se odiaba romper; eran esos silencios cómodos que solamente con Sakura podía tener, en los cuales, a pesar de la falta de palabras, nos transmitíamos montones de cosas tan solo con la mirada.
—Oye, Shaoran —llamó—, ¿puedo pedirte otro favor?
—¿Necesitas ayuda en otra asignatura? —traté de adivinar—. Sabes que no tengo problema alguno con ello.
Ella negó—. Hace un rato mencionaste algo acerca de que si mordía mi labio, harías que olvidara hasta mi propio nombre —me sonrojé levemente ante la mención de mi amenaza—. Creo que ahora que no estamos haciendo nada importante, no habría problema alguno en que me hicieras olvidar mi nombre; o incluso el procedimiento de las ecuaciones, después de todo, mañana puedes volver a explicármelo todo desde el principio.
Y acto seguido mordió su labio inferior de cierta manera que me resultó aún más sensual que las veces anteriores, con el claro fin de incitarme a que la besara. Sin tardarme demasiado y cortando las distancias que nos separaban, me apoderé de aquellos exquisitos labios de los cuales era adicto. Los mordisqué, lamiéndolos con fervor, haciendo que soltara un suave gemido que murió en mi boca, lo que terminó por completo con mi cordura, nublando mi mente, olvidándome de todo a nuestro alrededor por el momento.
Después de todo, si aquel era el resultado final de la suma entre Sakura y yo, no me molestaría en lo absoluto seguir explicándole matemáticas todos los días restantes del puto año.
Se sentía demasiado bien olvidarse del nombre de uno mismo por un momento. Más si era a manos de Sakura Kinomoto.
N/A: Buenos días, tardes, noches…
¿Qué tal están? He aquí el nuevo capítulo, el cual espero que hayan disfrutado mis queridos. Ya saben cómo es el protocolo para hacérmelo saber, ¡no dude en hacerlo!
Nos leemos en unos días.
Besos sabor a frambuesas,
LadySuzume-Chan.
