Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.

Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.


L de linda

—¿Y? ¿Cómo lo estás llevando?

Dejé de sostener mi rostro entre mis manos para observar con atención a quien me hablaba. Instantáneamente me hallé con los tan extraños y exóticos ojos amatistas que llevaban consigo tantos misterios y secretos como la dueña misma. Una sonrisa adornaba el rostro de Tomoyo Daidouji.

—Bien —me limité a responder.

—Sakura suele decir que logra desesperarte y sacarte de tus casillas demasiado rápido. Eso la aqueja bastante.

—¿En verdad dice eso? —reí—. Puede que sea cierto. Pero es parte de ésta nueva etapa que estamos viviendo juntos. Además, creo merecer todos los dolores de cabeza que me provoca, porque no son nada comparado a los dolores o malestares que ella está pasando.

—Me sorprende, Shaoran —sonrió más ampliamente—. Nunca creí que fueras tan empático.

—Vete a la mierda, Daidouji —y ella rió, demasiado lejos de ofenderse.

Aquella extraña mujer, a cada día que pasaba, terminaba por parecerme aún más extraña y eso me divertía. Tomoyo era la clase de misterios que jamás podrías resolver y aún así, seguías esforzándote por hacerlo. Pareja de mi mejor amigo y mejor amiga de toda la vida de mi esposa, lo cual, en estos momentos, significaba demasiado para mí por todo el apoyo que ésta le daba durante su embarazo.

Aunque no se lo dijera, ella sabía que le estaba profundamente agradecida.

—¿No crees que está muy bella? —preguntó en un susurro—. Está más que linda; el embarazo le sienta increíble.

Miré hacia las escaleras por donde Sakura bajaba con cuidado, escalón por escalón. Su piel se veía cremosa y su cabello, un poco más largo de lo que lo llevaba hacía pocos meses, sumamente brillante. La radiante sonrisa que portaba parecía querer quitarte el aliento, con una luz propia que iluminaba todo a su camino.

En definitiva, Sakura estaba mucho más linda de lo que ya normalmente solía ser.

—Perdón por hacerlos esperar —se disculpó mientras que con Daidouji nos levantábamos del sofá—, es solo que siento que nada de lo que me pongo me queda bien; estoy demasiado gorda.

—¡Qué tonterías dices, Sakurita! —exclamó Daidouji observando su vestuario—. Te ves preciosa, y no hay lugar para discusiones, así que andando.

La tomó de las manos arrastrándola suavemente hasta la salida, conmigo siguiéndoles los pasos. Hoy era día de compras en el centro comercial… compras para el pequeño Ryu, y yo, como buen cuñado, esposo y futuro padre, debía velar por ellas y ser, básicamente, su esclavo.

Sakura había planeado aquel día, sin exagerar, durante dos semanas enteras. Con Tomoyo siendo su mejor y mayor cómplice, ir a distintas tiendas de ropa para bebés y juguetes, era la actividad más ansiada de todo el embarazo; y más aún sabiendo que faltaban tan solo dos meses para que el pequeño se presentara en nuestras vidas definitivamente.

El séptimo mes de embarazo había puesto a todos ansiosos, incluso al desesperante Touya que, si bien la noticia le había caído pésima puesto que la llegada de un bebé suponía que previamente había corrompido a su ya no tan inocente hermana, no había podido no sucumbir ante el pensamiento de que tendría un pequeño demonio como sobrino, al cual, según sus propias palabras, entrenaría para que sea mi martirio.

Y yo planeaba hacer lo mismo; porque Shaoran Li no se quedaría con los brazos cruzados ni se dejaría embaucar por su cuñado.

—¡Mira que ropa tan encantadora! —chilló de pronto Tomoyo.

—En verdad está bonita, pero Tomoyo, estamos aquí por ropa para Ryu, no para mí.

—Tonterías y más tonterías —dijo con un cómico gesto de mano que hizo frente a su rostro—. Aún quedan dos meses y esa panza tuya seguirá creciendo, y mi deber, como mejor amiga, es que te sientas linda y cómoda, así que iremos por ropa nueva para ti también.

Y alzando un puño en lo alto, se encaminó a la tienda con Sakura a rastras, y conmigo repleto de bolsas, tratando de no perder el aliento al intentar seguirles el ritmo.

Mi teléfono celular comenzó a sonar en el momento justo en que apoyé mi cansado cuerpo en uno de los tantos asientos que la tienda ofrecía. Para mi no tan buena suerte, el nombre de Eriol apareció en la pantalla.

—¿Hola? —habló cuando atendí—. ¿Con Shaoran "el esclavo" Li?

—Púdrete —dije al oír sus burlescas palabras.

—¿Tan mal lo estás llevando? Te imagino repleto de bolsas.

—No estás tan lejos de la realidad.

Una risa estruendosa se oyó—. Te compadezco, mi querido Li. ¿Qué te parecen unas copas esta noche para olvidar todo el sufrimiento que pareces estar pasando?

Su propuesta quedó perdida en algún lugar de mi mente, cuando, a pocos metros de distancia, Sakura salió de un probador, modelando para Daidouji. Con una excusa torpe, colgué la llamada sin importarme las quejas de Eriol.

Definitivamente Sakura Kinomoto era el ser más lindo de todo el maldito universo… Por un momento, sentí que olvidaba como respirar.

Llevaba un vestido de un extraño amarillo pastel que parecía hecho a su medida; estaba seguro que solo ella podría portarlo, lucirlo y verse tan exquisita como yo la veía. Daidouji perecía delirar de la emoción a su lado y Sakura, avergonzada, tenía sus mejillas decoradas con el rosa característico de sus sonrojos. Simplemente adorable.

—Daidouji —alcé un poco la voz para que la susodicha me prestara atención—. Asegúrate que ese vestido esté en su guardarropa esta noche.

Con los ojos brillantes de alegría y excitación por mi visto bueno, asintió asegurándome que así sería, mientras que Sakura me miraba sorprendida, con una tímida sonrisa en sus labios.

Simple y claramente linda.

Para cuando volvimos a nuestro departamento, mi espalda prometía con matarme lenta y tortuosamente. Las bolsas descansaban en el suelo, completamente desparramadas, sin que ello me afectara en lo más mínimo. Tan solo quería descansar luego de horas de compras que me parecieron interminables. No entendía como las mujeres podían llegar a hacer eso casi todos los días.

Y en el bolsillo de mi pantalón, el celular seguía llenándose de mensajes, recordándome los planes de copas para esta noche.

Ser padre, marido y amigo solía complicárseme.

—Te ves agotado —murmuró acariciando mi cabello en un gesto suave y reconfortante. Suspiré de placer.

—En lo absoluto —ironicé.

Ella rió—. Perdón por hacerte cargar con todo —suspiró—. No creí que se nos iría tan de las manos. No debiste persuadir a Tomoyo para que comprara ropa para mí; se suponía que las cosas serían para el pequeño Ryu.

—Sakura —atraje su atención sentándola en mi regazo—, no podía resistirme a ese vestido. Hubiese sido un crimen no comprarlo, y tu amiga tan solo coincidió conmigo, y si no lo hubiera hecho, ella lo hubiera comprado de todos modos. Punto para nosotros.

Volvió a reír, y en ese momento, con ese sonido de fondo, supe que quería permanecer escuchando su armoniosa risa el resto de mi vida.

—Iré a dejar todo esto a las habitaciones.

—Lo llevaré yo —sentencié al ver que pretendía levantarse para cargar ella sola con todo—. No debes esforzarte.

—Ya tranquilízate, Shaoran —se quejó—, lo llevaré de a tandas, no compramos nada muy pesado, por lo que no haré esfuerzo alguno. Tú quédate sentado y descansa unos minutos. No has parado en todo el día, y aún te queda hacer tu trabajo como amigo con Eriol. Tu celular no ha parado de vibrar en mi trasero.

Ambos reímos, para luego regalarme una mirada que dejaba más que claro que aquello era una estricta orden. Y así, comenzó a cargar todo. Y yo no pude hacer nada; lidiar con una Sakura, embarazada y enojada no estaba en mis planes.

Cerré los ojos para descansarlos y por un instante quise dormirme y olvidar las compras que Sakura llevaba de aquí para allá y del celular que seguía insistiendo con tantas vibraciones.

Maldito Eriol y su ya insufrible insistencia.

Pero al final, y aunque pareciese increíble, logré dormirme por cinco minutos.

—¡Shaoran! —un grito hizo que me despabilara, y a la espera de que algo malo hubiese ocurrido, salí disparado cual rayo a la habitación en busca de la dueña de la voz.

—¿Qué ocurre? —pregunté con aire preocupado en mis palabras, el cual no me gasté en disimular—. ¿Te encuentras bien?

—Todo está bien —dijo desde la puerta del baño en nuestra habitación—. Tan solo quería que disfrutaras de la vista.

Cuando finalmente pude concentrarme en visualizarla para comprobar que se encontraba en excelentes condiciones, me encontré con que Sakura nuevamente traía consigo el vestido amarillo pastel que solo lograba aumentar su belleza.

Siempre me había parecido la mujer más linda de todas. Lo había sido cuando, en un gesto que en su momento me pareció molesto, se acercó ofreciéndome su amistad. Cuando poco a poco fue adentrándose en mi frío corazón. Lo había sido la primera vez que la había visto ebria, aquella noche en la cual compartimos nuestro primer beso. En todas y cada una de las escenas de celos y posesividad de su parte. Lo había sido siendo mi mejor amiga y mi primer novia. Cuando compartimos horas de estudio, para años después verla en nuestro casamiento con aquel bello vestido de novia… Lo había sido el día en que me había anunciado su embarazo.

Y lo sería siempre: la mujer más linda, más exquisita de todas, con la cual tenía la suerte de compartir un pedacito de mi vida y de mi alma.

—Estás… —empecé a formular, pero, cuando me sonrió sensualmente, la respiración, la cordura, y todo rastro de palabras que pude haber dicho, se difuminaron en mi mente.

—Y espera a ver lo que llevo puesto debajo —saboreó las palabras mientras me guiñaba un ojo.

Eriol, sus mensajes, llamadas y copas, podrían esperar.

Y luego tendría que agradecer enormemente a Tomoyo Daidouji por los regalos que le había hecho a Sakura. Y a mí, indirectamente.


N/A: Buenos días, tardes, noches.

Debo admitir que tuve este capítulo terminado hace ya varios días, pero como estuve con visitas durante la semana y una cantidad de estudio inmensa, se me hizo imposible actualizar sino hasta ahora.

Espero que hayan disfrutado de la lectura… no duden en hacerme saber sus opiniones y críticas... ¡Los espero!

Besos sabor a mango,

LadySuzume-Chan.