Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
G de gato
Observé, con mi claro ceño fruncido, aquellos ojos ámbares que me devolvían la mirada con la misma forma e intensidad con que yo mismo estaba observándolos. El sentimiento de odio era mutuo, las ansias de asesinarnos palpables, y la situación era por demás ridícula.
¿Quién en su sano juicio podía estar teniendo una batalla visual con un maldito gato?
Claro está que mi nombre estaba en esa patética y ridícula respuesta.
Aquel animalejo había llegado hacía relativamente poco a la vida de mi novia, y desde el primer día lo había odiado como si mi vida dependiera de ello; y conforme pasaba el tiempo, el sentimiento parecía acrecentarse.
Kerberos, su estúpido gato dorado, tenía alguna extraña obsesión con su dueña, de la cual no se despegaba, y mucho menos dejaba que alguien se le acercara. Aún recordaba los arañazos que había recibido por su parte en nuestro primer encuentro. Maldito gato del infierno.
—¿Viniste a verme a mí o a ver a Kero? —preguntó Sakura acariciando suavemente a su mascota.
—¿Acaso no notas que esa bestia quiere matarme?
—Kero no es una bestia —su gesto mostró enfado y el gato maulló en aprobación—. Es un tierno gatito que jamás intentará asesinar a nadie, ¿verdad pequeño Kero? —preguntó como si de un bebé se tratara, a la vez que lo alzaba por encima de su cabeza.
—Cada vez que intento acercarme a ti, el maldito intenta clavar sus garras en mi rostro.
—Es que él es muy protector con su dueña —defendió—. No está acostumbrado a tu presencia.
—Sakura —respiré profundo—, hace cuatro malditos meses que tienes a ese gato, y hace cuatro malditos meses que vengo a tu casa casi todos los días; esa no es excusa válida.
—Lo dices como si Kero no te agradara —su ceño se frunció con extrañeza.
—Kero no me agrada —afirmé.
—Pero si es tan adorable.
—Es un maldito gato con obesidad.
Y ahí tenía toda la razón, por más que Sakura hiciera mil y un intentos por negarlo: su estúpido y adorable gato era más gordo de lo que un animal normal sería a su edad. Era un glotón de primera, tragando todo cuanto su dueña le diera, y ésta, en afán de creer que se moría de hambre, continuaba con su tarea de hacerle engullir más y más comida.
Incluso podía asegurar que una vez lo había visto comiendo una maldita rebanada de tarta de fresa.
—¿Tú crees? —nuevamente lo alzó en lo alto—. He notado que se ha puesto más pesado que antes.
—La cabeza le queda chica en relación a su gordo cuerpo.
—Tal vez tengas razón —meditó volviendo al gato a su regazo—, debería darle menos de comer… es que pareciera que tiene tanta hambre a veces.
—Lo consientes demasiado; deberías hacerle hacer ejercicio. Gato obeso.
La última frase, claramente dirigida a Kerberos, hizo que éste erizara su pelaje y mostrara sus dientes; si no fuera porque Sakura lo mantenía entre sus brazos, estaba seguro que tendría sus garras aferradas a mi rostro… una vez más.
—Kero, estate quieto. Shaoran tiene razón, eres una gatito gordito.
Sus dorados ojos voltearon a su dueña, mostrando ofensa no solo en su mirada, sino también en el maullido lastimero que había lanzado antes de lanzarse a tropezones al suelo e irse ofendido por la puerta de la habitación. Apostaría cualquier cosa a que el muy maldito iba a ahogarse en comida.
—A duras penas puede caminar —dijo riendo—. Jamás había visto un gato obeso.
—Y recién te das cuenta de eso —me relajé, sin enemigos cerca, para descansar mi cuerpo en la cama de mi novia—. Eres muy ciega, Sakura.
—Es que su ternura no me deja ver sus defectos —se recostó a mi lado, apoyando su cabeza en mi pecho—. Pasa lo mismo contigo.
—¿Estás queriéndome decir que estoy obeso, Sakura? —mi tono de amenaza se entremezclaba con diversión, que a su vez se vio reflejada en mi novia que, con una sonrisa pícara, daba a entender que aquellos eran sus pensamientos—. Si quieres me quito la camiseta para que lo compruebes por ti misma.
Si había un momento que me gustaba admirar en Sakura, ese era el preciso instante en que sus mejillas se coloreaban con un tierno sonrojo, lo cual, basado en la timidez de la chica, sucedía bastante a menudo para mi placer. Sus ojos brillaron con expectación, a pesar de que su boca chilló lo contrario mientras trataba de ocultar su avergonzado rostro entre sus manos.
—Eres tan insoportable cuando te pones en papel de arrogante.
—Te has hecho la graciosa, yo solo me defendí —respondí tomándola entre mis brazos, quedando ella encima de mí, desde donde tenía una perfecta vista de su rostro adornado de pecas… y de un poco más allá de su escote—. Te ves muy… apetecible, Sakura.
Mordió su labio en un gesto inconsciente e inocente, pero que en mí logró revolucionar cada una de las hormonas que podía poseer en el cuerpo; sin dar lugar a que pasara un solo segundo más, me apoderé de aquella pequeña pero carnosa boca que me traía loco desde hacía un tiempo atrás.
La Sakura tímida dio paso a una más atrevida, que correspondió el beso con más pasión de la que recibía, atreviéndose a pasar sus manos por mi pecho, el cual parecía deseosa de tocar sin ningún tipo de miramientos.
Esa Sakura ponía mi mundo de cabeza, haciéndome perder la cordura y el hilo de los escasos pensamientos que podía llegar a tener en ese preciso instante.
Claro. Siempre y cuando algo no esté atacándote.
—¡La puta madre! —chillé cuando sentí garras y colmillos clavándose en mi pierna; olvidando por completo la sensual imagen de Sakura encima de mí, comencé a sacudir mi miembro, a la espera de que el maldito animal de soltara—. ¡Gato del demonio!
Sakura, un tanto ajena y confundida por lo que sucedía, se incorporó lo necesario para observar que ocurría, abriendo amplios los ojos cuando halló a su dulce Kerberos atacándome sin piedad alguna.
Me iba a encargar de asesinarlo, ésta vez estaba seguro que lo iba a hacer.
—¡Kerberos! —fue su grito de enojo antes de tomarlo entre sus brazos y, luego de luchar unos instantes, lograr que liberara mi pierna—. ¡Eres un gato muy, muy malo!
Éste escapó de sus brazos para frustración de su dueña, y desde el suelo, lugar donde se había ubicado, procedió a mirarme con ojos afilados, tomando una clara posición para volver a saltarme encima.
—Estúpida bola de pelos —froté mi pierna, esperando que los rasguños que ésta poseía, no terminaran por dejar marca—; te has metido con la persona equivocada. Te mataré.
—¡Shaoran! —esta vez el grito había sido para mí—. Compórtate tú también; ha sido un accidente, él simplemente estaba jugando contigo. No quiero ni que se te ocurra hacerle daño a Kero.
—¿Accidente? —ironicé para luego lanzar una risa sin gracia—. ¿Has visto cómo me ha quedado la pierna? Eso, claramente, no fue un accidente; ese gato tuyo me odia, y no es la primera vez que me hace algo así, y lo sabes.
—Solo te concentras en el odio que le tienes. ¡Por Dios, Shaoran! Es un simple gato.
Rodé los ojos. Mi novia, quien segundos antes parecía escandalizada por el comportamiento de su mascota para conmigo, ahora parecía defender lo indefendible, y todo por su estúpida e ilógica fascinación por aquel animal que estaba lejos de ser doméstico. Opté por ignorar su comentario y de paso, ignorar todo a mí alrededor. Le regalé una última mirada asesinada a la bola de pelos, para luego recostarme nuevamente en la cama, lo suficientemente lejos de Sakura para evitarme también, nuevos "accidentes".
Sakura, por su parte, murmuró cosas inentendibles y, tomando a Kerberos entre sus brazos, salió de su habitación quién sabe hacia dónde. Lo único que tenía seguro era qué, mientras el maldito estuviera cerca, ella terminaría por defenderlo irremediablemente.
Sea como sea, parecía que yo saldría perdiendo siempre.
Mi orgullo y dignidad no podían estar más cerca del suelo en ese momento. Un estúpido gato se estaba ganando todo el amor y cariño que me correspondía a mí por derecho.
Shaoran Li no podía caer más bajo.
—Olvídate que esta vez te invitaré yo las cervezas —Touya Kinomoto se encontraba apoyado en el umbral de la puerta mofándose de mí—. Soy tu mejor opción en este momento, no seas un mocoso tacaño.
Bufé sabiendo que tenía razón; Sakura, estando ofendida, no me hablaría en lo que quedaba de aquel día, y aunque mi cuñado no era la persona más grata para mí al igual que yo no lo era para él, era eso o quedarme solo en esa habitación.
Shaoran Li sí podía caer más bajo… e invitarle unas cervezas a su ogro cuñado era la clara muestra de eso.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
Pero por Jesú, esta vez sí que me tardé más de lo normal. JE.
Lo único que tengo para decir es que tuve unos VERDADEROS problemas con el conservatorio que me han causado miles de dolores de cabeza, insomnio y malhumores increíbles. Ni decir que mis ganas de escribir eran nulas, lo cual es lamentable, porque ciertamente es algo que me gusta hacer a todo momento.
Pero al fin y al cabo, y como lo prometido es deuda, he aquí el capítulo. Todos queríamos que Kero apareciera de nuevo :3 Espero lo hayan disfrutado.
No duden en dejarme sus opiniones o dudas, saben que todos y cada uno de sus reviews siempre tendrán respuesta.
Besos sabor a algodón de azúcar,
LadySuzume-Chan.
