Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
E de enana
La observé correr rebotando el balón y esquivando a sus contrincantes, todo sin una pizca de desatención. No pasó mucho tiempo hasta que un grito de ovación y aplausos se escucharon en las gradas: Sakura había encestado en una perfecta bandeja.
Reí para mis adentros. Era casi imposible de creer que alguien de su altura fuera tan buena jugadora de básquetbol, pero no me sorprendía en lo absoluto: la chica era buena jugadora en todo lo que se propusiera, no por nada la clase de deportes era su favorita; y no por nada todos querían estar en su equipo.
Me reacomodé en las gradas cuando el partido terminó y otros tantos compañeros fueron escogidos para un nuevo partido. Sakura tomó una toalla con la cual limpió un poco de sudor de su rostro, y no tardó en acercarse a donde me encontraba, recibiendo felicitaciones de varias personas en el camino.
—Por qué no me extraña que estés tan alejados de todos —abrió una botella de agua y bebió un sorbo—. ¿No jugarás?
—Tengo práctica de fútbol en la siguiente hora y el entrenador no quiere que me canse de más.
—Oh, ya veo.
No dijo nada más, simplemente limitándose a beber de su botella y a mirar como el nuevo partido se disputaba. Viéndola tan ensimismada en sus pensamientos me tomé el atrevimiento de observarla atentamente como siempre hacía cuando ella no lo notaba. Estaba hecha un desastre luego de haber corrido por varios minutos, pero sin embargo tenía su encanto aún estando así.
Reí, esta vez sin tapujo alguno.
—¿Qué sucede? —su mirada curiosa estaba dirigida a mí—. ¿Qué es tan gracioso?
—Te ves horrible —mentí.
—No seas tan idiota, Shaoran.
—Sabes que no me resisto, tonta.
Infló las mejillas e hizo un mohín que se suponía debía demostrar el enojo que sentía, pero más que eso, parecía denotar todo lo contrario: se veía adorable de esa forma y poco era el miedo que podía generar en alguien.
Mirándola atentamente en su berrinche descubrí una nueva forma de molestarla y sonreí ampliamente dispuesto a hacerlo en ese mismísimo instante.
—Oye, Sakura.
—¿Qué quieres ahora? —refunfuñó.
—A que o sabes qué acabo de descubrir.
—¿Qué cosa?
—Adivina.
Me miró con ojos fulminantes, y siendo tan terca como siempre lo era, murmuro algo acerca de que no le interesaba, negándose a preguntar qué era aquello que podía yo llegar a contarle.
No insistí; sabía que no sería necesario.
En menos de un minuto la tenía con mirada suplicante rogándome porque le dijera sin tener que hacer el fallido esfuerzo de adivinar.
—No seas malo, Shaoran. Sabes que soy muy curiosa.
Sus manos estaban entrelazadas a la altura de su pecho y solo pude limitarme a ampliar mi sonrisa.
Sakura me odiaría luego de eso.
—Encontré un nuevo apodo para ti.
Su gesto pasó a ser de desconcierto, para luego fruncir el ceño y mirarme con molestia.
Desde hacía un tiempo me tomaba la libertad de buscarle sobrenombres a Sakura: había descubierto que la molestaban sobremanera, haciéndola enojar más que cualquier otra cosa. Sin embargo estos no duraban ni una semana hasta que a mí mismo se me tornaban aburridos y volvía a llamarla por su nombre hasta que uno nuevo se me ocurriese.
Como estaba sucediendo en esa ocasión.
—¿Te burlarás de mis mofletes de nuevo? —cuestionó.
—Oh, vamos —apreté una de sus mejillas y ella se deshizo pronto del agarre—. No te molestes, mofletitos.
—Te detesto.
—Prometo que éste será mejor que los anteriores.
—No sirves ni para poner apodos.
—Claro que sí… Enana.
Silabeé con extrema lentitud la última palabra sin borrar la sonrisa de mi rostro.
En cambio, con una velocidad inversa a la que yo utilicé, el gesto de Sakura se transformó en uno de rabia extrema, haciéndome entender que había logrado mi objetivo con un excelente resultado.
No entendía cómo no se me había ocurrido antes: la escasa altura de la chica era algo perfecto para molestarla.
—No soy ninguna enana —refutó.
—Ni tú te lo crees —reí—. ¿Cuánto mides? ¿Uno cincuenta? No me llegas ni a los hombros por si no lo has notado.
Bufó—. Tú eres muy alto que es diferente. Yo tengo una altura normal.
—Eres una e-na-na.
—Y tú un i-dio-ta.
—Harías perfecto el papel de Frodo. No entiendo por qué no te convocaron.
—¡Te odio! —chilló y con toda la dignidad que le fue posible, se levantó para volver hacia el sector de las gradas donde sus amigas se encontraban.
—Quizás en media hora llegues hasta allí —le grité antes de que se alejara del todo—. Ya sabes, por tus piernas cortas.
Alzó el dedo del medio y yo reí.
El resto de la jornada pasó sin percances, y sin poder hablar con Sakura en lo absoluto. En parte era porque no compartíamos ninguna asignatura; en parte porque durante los recesos se había mostrado reticente a compartir tiempo conmigo, hasta el punto de huir cuando quise encararla en la cafetería.
No fue sino hasta el horario de salida que la ubiqué en los casilleros guardando sus cosas.
—Hey, enana —saludé apoyándome a un lado suyo. Ella no contestó—. ¿Enana? —volví a intentar, y nuevamente me ignoró. Suspiré—. ¿Aplicarás la ley de hielo conmigo?
—Qué extraño —murmuró—. De pronto siento como si algo molesto estuviera a mí alrededor, y no sé qué podría ser.
—Oh, vamos —dije—. No puedes ser tan chiquilina, sabes que siempre te gasto bromas. ¿No me hablarás?
La única respuesta que obtuve fue el silencio y un giro dramático con el cual me dejó a la vista su espalda alejándose hacia la salida.
—Frodo al menos era simpático, tú eres una enana gruñona —grité.
—¡Vete a la mierda! —respondió volteando a verme—. ¡Y para tú información Frodo es un maldito hobbit, no un enano!
Al menos había obtenido insultos de su parte; peor era la nada.
Volví a mi casa sin más preámbulos, y en el camino tan solo pensé en que la actitud de Sakura era un tanto exagerada. No cabía en mi mente el por qué aquel apodo la molestaba más que cualquier otro haciéndola enojar al punto de no querer hablarme, y solo podía llegar a la conclusión de que tal vez se encontraba en sus días y por eso había reaccionado peor que en otras ocasiones.
Bufé exasperado por la situación y molesto por el creciente dolor de cabeza que me estaba empezando a atacar.
El escaparate de un negocio en mi recorrido hizo que una idea se cruzara por mi mente, y sin esperar mucho tiempo más, entré.
Minutos después volví sobre mis pasos dispuesto a arreglar las cosas.
La maldita mocosa me estaba haciendo hacer el ridículo.
No me tomó mucho tiempo llegar hasta su casa. Si mal no recordaba a esa hora no había nadie, por lo que opté por ingresar por la puerta trasera que siempre solía estar abierta. Sabía que si llamaba al timbre, Sakura y su orgulloso no me abrirían ni permitirían el ingreso.
No me fue difícil saltar la verja ni meterme dentro de la vivienda: dentro todo estaba silencioso; la cocina y la sala estaban completamente vacías dejándome un solo destino en el cual se podría encontrar.
—Oye, Sakura —llamé abriendo la puerta de su habitación.
Un grito estruendoso me dio la bienvenida no solo a mí, sino a mi nueva sordera.
—¡Eres un bruto! —chilló—. ¡Cómo se te ocurre entrar de esa forma sin avisar! ¡Acaso quieres matarme!
Rodé los ojos—. No es para tanto.
—¿¡Qué no es para tanto!? —a esas alturas ya estaba seguro que había perdido por completo la capacidad de la escucha—. ¡Podrías haber sido un ladrón, o un violador!
—Como siempre, exageras, Sakura.
Cuando el susto se le pasó, dio lugar nuevamente a su ceño fruncido. Hizo una mueca con sus labios y pronunció algo inentendible a mis oídos. Al parecer su enojo aún no había mermado conmigo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó de forma áspera—. Que yo sepa no te he invitado.
Sin querer responderle, me limité a estirar el brazo, donde una pequeña bolsita colgaba entre mis dedos. Los ojos curiosos de Sakura no se hicieron esperar, y sonreí para mis adentros; la curiosidad de la chica era su punto débil, y no dudaba en usarlo a mi favor como en esa ocasión.
Cuando supuse que su ansiedad fue demasiada para su pequeño cuerpo, tomó la bolsita sin pedir permiso y sin preguntar cuál podía llegar a ser su contenido, limitándose a seguir con su ley de hielo, sin hablarme más que para insultos y malos tratos.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y pude notar un brillo creciente en estos. No tardó demasiado en adornar su rostro con una sonrisa exuberante a la vez que daba saltitos infantiles en el lugar.
Era tan fácil de comprar a Sakura Kinomoto: un llavero con un pequeño conejito de peluche, y ya la tenía a mis pies.
—¿Lo ves? —pregunté atrayendo su atención—. Es enano como tú y no hace un escándalo por ello.
—Es un llavero, Shaoran —dijo con obviedad—, es claro que no puede quejarse. Pero bueno —se encogió de hombros y se sentó en su cama—, no puedo esperar mucho de alguien que no encuentra diferencia entre un enano y un hobbit.
—Auch.
Con un gesto me llamó para que me sentara a su lado. Una vez junto a ella nos recostamos en el espacio de cama que quedaba detrás de nosotros, concentrando nuestras miradas en el blanco techo. Sakura seguía sonriendo con el llavero en su mano, el cual no dejaba de mirar con ojos entusiasmados.
—Perdón.
Me miró intrigada—. ¿Por qué pides perdón?
—Ya sabes —bufé—, por lo del apodo.
—Oh —el silencio se hizo presente entre los dos. Sakura volvió su mirada al techo y yo permanecí viendo su perfil—. No hay nada que perdonar —dijo después de unos minutos—, en realidad no me había enojado.
—¿Qué quieres decir? —pregunté claramente sin entender sus palabras.
—Me estaba haciendo la ofendida; tú me molestas con apodos, yo te molesto no hablándote. Pero no estaba en lo absoluto enfadada —y como si nada ocurriese, me sacó la lengua.
No cabía en mi asombro—. Eres una enana maldita —dije luego de unos segundos, falsamente ofendido ante sus palabras—. Como castigo te diré enana hasta que me muera.
Rió—. Seré enana, pero también adorable, y por eso me quieres, admítelo.
Pero jamás admitiría eso en voz alta, aunque en el fondo sabía que era cierto.
La enana malévola se había ganado mi corazón hacia tiempo.
N/A: Buenos días, tarde, noches.
¿Aún hay alguien del otro lado leyendo? ¡Jesús! Me tardé horrores y lo sé D: Pero la inspiración simplemente no venía y me costaba muchísimo sentarme a escribir y que algo medianamente decente saliera. De más está decir que escribí el capítulo completo y terminé por borrarlo todo y retomarlo una semana después para obtener este resultado. Todo un desmadre.
¿Nunca han tenido un mejor amigo/a de esos que se la pasan toda su existencia molestándolos? Yo sí xD. En la secundaria mi mejor amigo se la pasaba burlándose de mí, haciendo que me enojara, tal como Shaoran a Sakura. La diferencia estaba en que yo no me quedaba atrás, llegando a resultar más insoportable que mi propio amigo… Qué tiempos aquellos :')
Más allá de eso, y lo de la tardanza, espero que lo hayan disfrutado y que sepan perdonar a su desastrosa escritora. No duden en dejarme sus opiniones e insultos en el recuadro de abajo xD
Por cierto: no crean que lo he olvidado, sus reviews del capítulo anterior los responderé mañana xD Es solo que no quería hacerlas esperar más :P
Nos seguimos leyendo (espero pronto)
Besos sabor a lo que más les guste,
LadySuzume-Chan.
