Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
C de celosa
Odiaba los lunes con todo mi maldito y podrido corazón, y eso no podría cambiar jamás en toda mi existencia. Sin embargo, y a pesar de eso, aquella mañana había despertado temprano y me había enlistado lo suficientemente rápido como para darme cuenta de que el instituto apenas había abierto hacía unos minutos, haciendo que los estudiantes de preparatoria fueran relativamente pocos; en parte aquello era bueno: no tendría que cruzarme a muchos idiotas por el camino.
Reprimiendo un bostezo, y mirando un nuevo mensaje que acababa de llegar de Eriol, me acerqué hasta mi casillero correspondiente en busca del material para mi próxima clase. Mi sorpresa fue grande, y mi curiosidad por el chisme de Eriol poca, cuando al abrirlo, me encontré con un sobre de rojo que, estaba completamente seguro, el viernes no estaba en ese mismo sitio. Miré a mí alrededor buscando quién podría ser el culpable, pero el pasillo estaba desierto.
Ya imaginaba el posible significado de aquello, y no me estaba gustando para nada.
Tomé aquel sobre con cuidado, como si al tocarlo, pudiera llegar a activar alguna especie de bomba que volara mi casillero y a mí en mil pedazos. Nada sucedió cuando lo metí entre mis libros, pero la sensación de incomodidad siguió por un par de segundos más. No era la primera vez que recibía ese tipo de sorpresas, pero el efecto en mí siempre sería el mismo.
Odiaba, aún más que a los lunes, las cartas con declaraciones románticas.
Cerré de un portazo el casillero, y antes de poder dirigirme a algún lugar tranquilo, ya tenía a Eriol pisándome los talones y quejándose de mis modales al no responder sus mensajes; aún quedaban cerca de quince minutos antes de que iniciaran las clases, por lo que con una vaga excusa, y más bien demostrando que huía, salí a toda prisa hacia el patio.
—¡Ya me las cobrarás, maldito! —gritó burlesco Eriol—. ¡Recuerda que conozco tu secretito!
Maldije internamente, y me maldije a mí mismo. Si pudiera volver el tiempo atrás y evitar de esa forma haber abierto la puta boca, lo haría. Maldito el momento en que se me ocurrió decirle a Eriol que estaba despertando sentimientos hacia Sakura muy diferentes a la amistad; desde ese entonces, el muy imbécil se la pasaba molestando y burlándose de mí.
He ahí la razón de mis constantes huídas.
Me acomodé bajo el árbol de cerezo donde siempre me la pasaba y allí recordé la bendita carta. Si bien la curiosidad no me mataba, quería saber cuál era exactamente el contenido. Ya me encontraba haciendo apuestas internas acerca de cuan cursi sería aquella declaración.
Nuevamente la sorpresa me atacó, y esta vez en verdad me había dejado con la boca abierta. Y un sonrojo que me avergonzó más de la cuenta.
—Hola, Shaoran —una dulce voz me sacó de mi ensimismamiento, alterándome por un instante—. Hey, ni que fuera tan horrible mi cara —rió.
—Hola, Sakura —saludé escuetamente.
Su sonrisa se borró por unos instantes, y al segundo siguiente un gesto de preocupación la invadió.
—¿Ocurre algo malo? —preguntó aún parada frente a mí—. Tienes mala cara.
Bufé.
Su preocupación dio lugar a consternación, y de ahí a molestia. Si había algo que sacaba a Sakura de sus casillas era quedarse con la intriga, y que no le contara las cosas.
—¿Qué tienes ahí? —preguntó.
Su mirada estaba fija en la carta que aún tenía entre mis manos. En un rápido movimiento la guardé, como restándole importancia, algo que Sakura no pasó por alto.
—No es nada importante. Pura palabrería y tonterías.
—Déjame adivinar, una carta de alguna admiradora —no respondí y ella sonrió gustosa por saberse acertada—. Quiero leerla.
—No —corté antes de siquiera pensarlo.
—¿Qué? —preguntó consternada—. ¿Por qué no? Siempre me las muestras para que las leas. ¿Acaso ésta tiene algo de especial?
—No —volví a negar, pero inevitablemente sentí cómo mis mejillas ardían al recordar el contenido de la carta. Me maldije internamente por ser tan obvio.
—Esa admiradora tuya… ¿te gusta?
La miré como si estuviera completamente loca, pero antes de siquiera decirle que lo que estaba diciendo era una completa estupidez, dio media vuelta y se alejó de mí como hacía cada vez que se ofendía por tonterías. Cuando empecé a seguirla para aclarar la situación, la campana anunció el inicio de clases, y para mi mala suerte debía ir al salón a dar un examen el cual no podía saltarme.
Sakura y mis explicaciones tendrían que esperar al siguiente receso.
Para mi buena suerte, y notando que mi lunes parecía estar mejorando, las preguntas que el profesor había dictado eran sumamente simples, y al cabo de menos de una hora ya había entregado la evaluación, pudiendo escaparme minutos antes de que tocara la campana. Para la siguiente hora necesitaba el libro de botánica que estaba en mi casillero, por lo que nuevamente me dirigí allí.
Un nuevo sobre, esta vez de color violeta, estaba esperando por mí.
Con el ceño fruncido la tomé, abriéndola al instante sin querer esperar. El contenido era muy similar a la carta anterior, y aquello ya empezaba a molestarme. Cuando terminé de leerla y guardarla en el sobre, un suave toque en mi hombro me trajo a la tierra.
Sakura estaba allí.
—Oye, Shaoran —murmuró—. Quería pedirte disculpas. Lo pensé demasiado durante esta hora, y no actué bien y lo admito… es que creí que éramos amigos y compartíamos todo. Siempre me muestras las cartas que te mandan tus admiradoras, y que esta vez no lo hicieras me extrañó muchísimo. Pero entiendo que sea así, y respeto tu privacidad.
—Eres una tonta —respondí, lo cual en mi idioma era una aceptación a sus disculpas. Levantó la vista y volvió a sonreír; hasta que sus ojos se fijaron nuevamente en el contenido de mis manos.
—Oh —atinó a decir—. Veo que tienes otra.
—Sí —dije encogiéndome de hombros—. Esta admiradora es diferente a las demás.
—¿A qué te refieres? —preguntó con un gesto extraño que no supe descifrar.
—A eso, a que es diferente. No sé por qué le das tantas vueltas al asunto, Sakura. Son simples cartas.
—Si fueran simples cartas no tendrías problema alguno en mostrarme su contenido —sus afiladas palabras me sorprendieron y antes de que pudiera decir algo continuó—. Debe ser una admiradora muy especial para ti.
—Estás imaginando cosas, enana.
—Muéstramelas —exigió, estirando una mano—. Quiero ver que tienen de especiales.
—No —volví a negar. Lo que menos quería era que Sakura leyera el contenido de aquellos sobres—. Olvídate de eso.
—¿Sabes qué, entonces? Vete a almorzar con tu admiradora, porque hoy no iré contigo.
Debía admitir que no cabía más en mi sorpresa. La tierna y dulce Sakura, quien jamás levantaba el tono de voz, no sólo lo había hecho, dejándome nuevamente con la palabra en la boca, sino que también había ignorado mis múltiples llamados en el pasillo.
Había aparecido para disculparse, y se había ido aún más enojada. La histeria y bipolaridad de las mujeres me ponía los vellos de punta.
De más estaba decir que pocas horas después había almorzado completamente solo, porque al parecer su amenaza había sido muy en serio.
Lo que no llegaba a entender, era el por qué de su actitud.
Jamás había sido el tipo de chica que se enojaba cuando se le negaba algo, al contrario; más sobre todo cuando se trataba de la privacidad de las personas. Siempre había sido muy respetuosa cuando yo no quería hablar de determinados temas, por lo que creí que aquel asunto de las cartas no sería diferente. Pero me había equivocado, y ella había reaccionado muy diferente a como había imaginado.
A la hora de la salida, un tercer sobre rosa y con un excesivo perfume empalagoso, estaba en mi casillero. Su contenido era el mismo, con distintas palabras, pero al fin y al cabo lo mismo. Y el asunto ya estaba enojándome por demás, sobre todo porque, cuando cruce miradas con Sakura, ella me observó como si quisiera asesinarme cruelmente.
Y en un momento de iluminación, un click hizo en mi cabeza, y por fin pude entender sus razones.
Estaba celosa.
Sakura estaba sumamente celosa de mi supuesta admiradora; y si mis cálculos no fallaban, ella debía creer que mis intentos por no mostrarle las cartas se debían a que yo tenía algún tipo de interés por la persona detrás de aquellas declaraciones.
Reí sin tapujos por mi descubrimiento, no solo por lo tonta que podía llegar a ser Sakura, sino por lo lento había sido yo al no darme cuenta antes.
Aunque aún así me resultaba extraño que sintiera celos, después de todo, y a pesar de que yo sentía algo por ella, por su parte no había nada más que cariño de amigos. Algo que prefería no recordar.
Antes de siquiera poder salir a aclarar toda la situación con ella, mi celular sonó, alertándome de un mensaje nuevo. Eriol, quien misteriosamente había desaparecido todo el día, volvía a hacer acto de aparición.
"Espero que te hayan gustado mis tres regalitos de esta mañana; sé muy bien que te agradaron, pude notar cómo te ruborizabas adorablemente ;) y tengo pruebas de ello. Agradécele a Tomoyo por su hermosa y pulcra caligrafía y por su perfume. Todo eso es para que aprendas que no debes huir de mi, mal amigo."
Respiré hondo y quise reprimir las malditas ganas que tenía de lanzar el celular al demonio y correr en busca del estúpido de Eriol. Debía imaginarme que él andaría detrás de todo eso y que no había tal admiradora secreta. El muy imbécil me las pagaría. Pero antes tenía un asunto más importante que tratar.
Corriendo a todo lo que mis piernas y pulmones me permitían, salí en busca de Sakura, quien ya se había alejado dos calles de la entrada del instituto. Me di el lujo de tomar aire solo cuando me detuve frente suyo, deteniéndole el paso, y tomándola de la muñeca en caso de que quisiera escaparse.
—Ten —dije con la respiración entrecortada entregándole los sobres—. Lee las malditas cartas y terminemos con todo este puto asunto de una vez por todas.
Me observó con ojos sumamente abiertos, y con algo de lentitud me quitó los sobres de colores. Uno a uno los fue leyendo. Para cuando terminó, no solo sus ojos estaban más abiertos de lo normal –mostrando a la vez un gesto de pánico-, sino que también su rostro estaba sumamente rojo.
No emitió palabra sino hasta varios minutos después, cuando pudo recobrar la compostura.
—¿Qué carajo es esto, Shaoran? —cuestionó alterada—. Esto es más explícito que las películas pornográficas que Chiharu mira.
—La verdad es que no quería saber ese detalle acerca de Mihara —expresé con calma—, y a pesar de que no es de mi interés, no creo que ella quiera que andes ventilando esas verdades a los cuatro vientos.
Su rostro se ruborizó aún más, si es que eso era posible.
—¿Y a ti te gusta la chica que te manda estas cartas en cuestión? —preguntó, y yo no pude evitar reír—. ¿Qué es tan gracioso, Li?
—El punto es que no existe tal admiradora, Sakura. Eriol y Daidouji son los autores de lo que acabas de leer… Se trata de una venganza personal disfrazada de broma en forma de cartas subidas de tono.
—¿Tomoyo escribió esto? —dijo sin ocultar su sorpresa—. Vaya… no creía que era capaz de tener esa imaginación.
—Tú eres muy inocente, lo cual es muy diferente. Por eso no quería mostrarte las cartas. No era contenido apto para "Sakura Kinomoto" —dije burlándome.
—¡Oye! —exclamó ofendida—. Yo no soy inocente.
—Claro que lo eres, debías haber visto tu cara cuando leías.
Hizo un mohín y se cruzó de brazos, dándome la espalda en gesto ofendido, lo cual me hizo reír a carcajada limpia. Sus actitudes infantiles siempre terminaban por divertirme y enternecerme al mismo tiempo.
—Además —susurré a su oído—, no tienes por qué ponerte celosa, enana.
—¡Yo no estaba celosa! —chilló.
—Oh sí, claro que lo estabas.
—¡Que no!
—Admite que te mueres por mí.
—¡Eres un idiota Li!
Y sin más, emprendió la marcha hacia su casa a paso veloz, indicando que seguía ofendida, y que no quería hablar conmigo.
Pero no podía dejar el asunto así como así. Tenía material de sobra para molestarla, y no lo dejaría pasar.
Ya arreglaría mis asuntos pendientes con Eriol en otro momento.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
Volví antes de lo que se imaginaban… no me tenían fe, pero aquí estoy.
En particular, amé escribir este capítulo. No hay mucha interacción entre los protagonistas, y lejos de lo que son varios capítulos, no es nada cursi. Es más bien algo "cómico" que no solo deja ver lo que era la amistad de Sakura y Shaoran en ese proceso de enamoramiento de los dos, sino que también muestra un poco de la amistad entre Eriol y Shaoran. El resultado me dejó gustosa, por lo que espero que a ustedes también.
Muchas gracias por su apoyo y sus siempre bien recibidos reviews! Ya tan solo nos quedan dos capítulos para terminar la historia y dar como finalizado el ciclo de "De la A a la Z – De la Z a la A" que empezó hace más de un año.
Que tengan una hermosa semana y mucha suerte para ustedes. Nos estamos leyendo pronto.
Besos sabor a arándanos,
LadySuzume-Chan.
