Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.
CAPITULO VII
Envenenamiento
El conde había decidido ir al banco en compañía de George, donde tenía su dinero. Quería sacar una buena cantidad para pagar los gastos de la boda y del viaje de luna de miel. Después de hacer el trámite, George le pidió que fueran a comer algo para hablar algo importante con él.
—George, ¿que tienes que decirme? -le preguntó Albert.
—Bueno…William te felicito por tu boda, al principio no me convencía que estuvieras interesado en esa joven, pero me he dado cuenta que Candy te volvió la alegría y que vas hacer muy feliz con ella.
—Así es amigo...es la mujer que tanto esperaba, pero, es eso lo que tienes que decirme.
—No, precisamente.
—Entonces...
—William, te acuerdas que cuando regresaste de viaje te conté que estaba enamorado.
—Si, me vas a contar, ¿quién es esa mujer? -le preguntó Albert curioso.
—Si, esa mujer es tu prima Flammy.
—¡Flammy! -repitió asombrado.
—Si, estoy profundamente enamorado de ella.
—¿Y ella te corresponde?
—No, es más nunca me le declarado, por eso quería hablar contigo para que me des tu autorización de cortejarla -le dijo muy nervioso.
—Jajajaja, claro amigo que te doy mi autorización para que cortejes a mi prima.
—Sé que soy varios años mayor que Flammy, pero la amo y estoy dispuesto hacerla inmensamente feliz.
—Lo sé, George, quien mejor que tu para ser esposo de mi prima.
—Crees que a tu tía Elroy le guste la idea que corteje a su sobrina.
—Si, ella te tiene mucho cariño, tú eres parte de la familia. No habrá problema con ella.
George sonrió.
—Gracias amigo, no sabes lo feliz que me haces.
…
Candy se había despertado más tarde de lo de costumbre, ya que se había dormido en la madrugada. Se dio un rico baño, desayunó en su habitación y más tarde bajó al salón luciendo un bonito vestido color violeta. En ese momento se encontró con Annie, que la invitó a dar un paseo por el jardín ya que el día estaba soleado, ambas tuvieron que salir con una sombrilla.
—Candy, me alegra que todo haya salido bien en la fiesta de tu compromiso -le dijo Annie.
—Yo que pensé que todo iba ser un desastre y fue todo un éxito.
—El conde estaba tan feliz, se nota que te ama mucho.
—Él es un hombre maravilloso.
—Archie siempre me ha contado que sufrió mucho cuando murió su prometida Shara.
—Me imagino...
—No te molesta que hable de ella, ¿verdad? –le preguntó Annie.
—No, claro que no...¿Tú la conociste?
—No...Archie me hablado de ella, que fue una joven muy buena que amaba mucho al conde.
—¿Y te ha dicho de que murió lady Shara? –le preguntó Candy ya que ella nunca se ha atrevido a preguntárselo a Albert.
Ambas llegaron a un asiento del jardín donde se sentaron.
—Bueno...no lo sé exactamente, pero al parecer fue una muerte repentina.
—¿Que le pudo haber pasado para morir tan joven?
—No lo sé...
Una sirvienta llegó en ese momento.
—Mi lady, la buscan –le comunicó a Candy.
—¿A mí?
—¡Sí! es un joven llamado Terry, la está esperando afuera de la mansión.
Candy de un salto se paró del asiento.
—¿Cómo se atrevió a venir?
—Lo va recibir, mi lady.
—Si, voy enseguida.
—¿Candy quien es Terry? –le preguntó Annie curiosa.
—Después te contaré, ahora tengo que poner en su lugar a ese descarado –le contestó pasándole su sombrilla a Annie.
La rubia muy molesta por la desfachatez de Terry, se dirigió hasta donde se encontraba él, afuera de la reja que envolvía la mansión Andrew.
—¿Qué haces tú aquí? –le preguntó.
—Candy, quería tanto verte, ¿necesitamos hablar?
—¡Yo no tengo nada que hablar contigo!
—Tienes que explicarme, ¿cómo conociste al conde de Andrew? ¿y por qué piensas casarte con él?
Candy le mostro una sonrisa irónica.
—¡Cómo puedes ser tan descarado Terry, en pedirme explicaciones después de todo lo que me hiciste!
—Candy, yo sé que me porte mal contigo, pero estoy muy arrepentido de eso.
—¡No te creo nada! Me engañaste de la peor manera, si no se me hubiera ocurrido venir a buscarte, todavía había estado esperándote en América como una estúpida.
—Yo te envié una carta contándote que me había casado con Susana, fuiste tú la que se adelantó en venir –le aclaró Terry.
—¡Una carta...! ¡Eres tan cobarde que no fuiste capaz de regresar para decírmelo en la cara! –le gritó Candy indignada.
Terry dio unos pasos hacia la rubia.
—Perdóname, por favor. Ahora me doy cuenta que eres la única mujer que amo de verdad, y que mi matrimonio con Susana fue un error.
—Lo siento Terry, pero es demasiado tarde para arrepentimientos, tú me despreciaste, preferiste casarte con una señorita de sociedad que con una simple pueblerina. Ahora ya nada se puede hacer tu estas casado y yo muy pronto me casaré con un hombre que realmente me valora.
Terry se acercó a ella y la tomó por los brazos.
—No Candy...tú no puedes casarte con el conde, sé que me amas a mí.
—Ya no Terry...tu destruirte todo el amor que sentía por ti –se apartó del bruscamente -. ¡Ahora vete de aquí!
—Candy, por favor no me hagas esto, yo te sigo amando.
—¡Lárgate de una vez de aquí ¡
—¡No me iré! ¡Yo te amo!
—¡Cállate tú nunca me amaste! –le gritó Candy con sus ojos llenos de lágrimas.
En ese instante un carruaje llego a la mansión Andrew, donde se bajó madame Elroy.
—¿Que está sucediendo aquí? –preguntó mirando a Candy y Terry dándose cuenta que algo estaba pasando entre ellos.
Ellos se miraron nerviosos con la presencia de la anciana.
—No está pasando nada -contestó Terry disimulando lo que estaba sucediendo -. Es que yo le estaba insistiendo a la señorita que quería hablar con el conde, pero me dijo que no se encuentra.
—Así es, el hijo del duque de Granchester insistía en ver a mi prometido –añadió Candy apoyando las palabras de Terry.
—Comprendo, ¿pensé que estaban discutiendo? –dijo Elroy.
—Claro que no...¿Porque tendría que discutir con él no lo conozco? –aclaró Candy muy nerviosa.
—Bueno... yo me retiro, permiso –dijo Terry yéndose rápidamente del lugar.
Cuando Terry se fue Candy dio un suspiro de alivio. Entro junto a madame Elroy al salón, donde Flammy las estaba esperando.
—Tía, ¿dónde estabas? -le preguntó.
—Fui a visitar a una amiga.
—¿Quieres tomar él te conmigo?
—No, me siento un poco cansada.
—Qué pena -sonrió Flammy para dentro -. Candy tu aceptas tomar él te conmigo.
—Claro...
—Qué bueno, tenemos que hablar de los preparativos de la boda.
—Podríamos invitar a Annie.
—Ella esta con Archie en la habitación, para que la vamos a molestar.
—Bueno...yo me voy a descansar -dijo madame Elroy subiendo la escalera.
Dorothy llego con una bandeja con las dos tazas de té.
—Aquí está el té –le dijo la sirvienta dejando la bandeja en la mesa de centro.
—Gracias Dorothy, puedes retirarte -dijo Flammy.
La sirvienta se retiró del salón.
—¿Candy y dónde estabas? –le preguntó Flammy tomado un sorbo de té.
—En el jardín estaba tomando un poco de sol.
—Que tonta, me olvide pedirle a la sirvienta unas galletas, tendré que ir a la cocina a pedírselas.
—Si quieres puedo hacerlo yo –se ofreció la rubia con amabilidad.
—No...para que te molestas, Candy.
—No es ninguna molestia, yo iré –dijo parándose del sillón y dirigiéndose a la cocina.
Flammy en ese instante saco de su bosa de mano el veneno y le echo unas gotas a la taza de Candy.
Minutos después la rubia llego al salón, con un plato con galletas.
—Aquí están –dijo dejando el plato en la mesa.
—Gracias –le dijo Flammy tomando una galleta –. Toma el té, esta exquisito.
—Si–contestó ella tomando la taza y probándolo.
Pero cuando Candy estaba a punto de beber más te, el conde llego repentinamente a interrumpirla.
—¡Albert, que bueno que llegaste! –exclamó Candy volviendo a dejar la taza en la mesa.
Ella se paró del sillón y se dirigió abrazarlo.
—Mi amor, ya te estaba extrañando.
—¿Primo, toma él té con nosotras? –le sugirió Flammy para que Candy bebiera más té.
—Después, quiero hablar algo importante contigo.
—¿Que tienes que decirme, primo? -le preguntó Flammy curiosa.
—Candy, espérame arriba tengo que hablar a solas con mi prima.
—Si.
La rubia salió del salón y Flammy curvo los labios, pensando que ojalá que le hiciera efecto el veneno que Candy había tomado.
El conde se sentó en un sofá del salón.
—Flammy, acabo de estar con mi amigo George -comenzó Albert.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo?
—George, me pidió autorización para cortejarte.
Ella abro los ojos como plato, ya que no se imaginaba que estuviera interesada en ella.
—¡George, me quiere cortejar!
—Si, te ama y desea hacerte tu esposa.
—Vaya no sabía que George me quisiera.
—Yo pienso que sería un buen esposo para ti, prima...
—¿Tu piensas eso, William? -le preguntó Flammy sentándose a su lado.
—Si...
Ella le tomó una mano.
—Gracias por preocuparte por mí, pero yo necesito otro tipo de hombre a mi lado -lo miro a los ojos.
—¿Estas enamorada de otra persona?
Ella quiso decirle que sí, que él era el hombre que ella amaba, pero se contuvo.
—No -se paró del sofá -. No existe ningún hombre en mi vida.
—Entonces, dale una oportunidad a George.
—Lo voy a pensar...
—Gracias prima -le dio un beso en la mejilla -. Te dejo, voy a ver a mi prometida.
Cuando el conde se fue, Flammy rápidamente salió de la mansión y se fue a la parte trasera donde estaba Tom cepillando los caballos del carruaje.
—Hola Tom -lo saludó coqueta.
—Flammy, ten cuidado no te vayan haber platicado conmigo.
—Tengo algo que contarte.
—¿Que...?
—Acabo de envenenar a esa estúpida.
—¿En serio? -le preguntó Tom dejando de cepillar el caballo.
—Si, no bebió mucho te, pero espero que le haga efecto.
—No te vaya a descubrir.
—Eso no pasará...-sonrió Flammy -. Tengo otra cosa que contarte.
—¿Qué cosa?
—George Jonhson está enamorado de mí.
—Jajajaja, ese viejo está enamorado de ti.
—Si, quiere cortejarme y casarse conmigo.
—¿Y tú vas aceptarlo?
—Por supuesto que no. Yo con el único hombre que me quiero casar es con William.
—¿Y si no te resulta?
—Claro que me va a resultar, esa estúpida de Candy se va a morir y sino, como sea encontraré la manera de deshacerme de ella.
…
Albert subió a la planta alta de la mansión, donde se encontró con la rubia que estaba en uno de los balcones, para tomar un poco de aire y apreciar el bello paisaje.
Él se acercó a ella y la abrazo por detrás.
—¿Mi amor, paso algo? –le preguntó Candy.
—No, nada importante.
—Qué bueno, no quiero que nada empañe nuestra boda.
—Eso no pasará princesa...ya deseo estar casado contigo –le murmuro Albert dándole un beso en el cuello.
Candy volteo su cuerpo quedando frente de él.
—¿En serio?
—¡Sí, te amo Candy! –le dijo besándola, pero en ese instante la rubia recordó la visita de Terry, que rompió el beso.
—¿Que pasa princesa? ¿No deseas que te bese?
—No es eso...Hay algo que tengo que contarte.
—¿Que sucede?
—Hoy estuvo Terry aquí.
Albert se apartó de ella frunciendo el ceño.
—¡Como se atrevió hacerlo! –Exclamó indignado –. ¿Qué quería?
—Vino a pedirme una explicación de por qué voy a casarme contigo. Me dijo que estaba arrepentido de haberse casado con otra mujer, porque aún me seguía amando.
—¿Y tú que le dijiste? Que también lo sigues amando –le preguntó Albert con tono de reproche.
—Claro que no...lo puse en su lugar y lo eché de la mansión.
—Lo siento Candy, yo pensé que...
La rubia se acercó a él mirándolo a los ojos.
—Albert entiende que Terry ya no me interesa. Que hoy más que nunca me di cuenta que deseo estar contigo el resto de mi vida.
—¿De verdad, mi princesa?
—¡Si!
El la atrajo hacia su cuerpo para besarla, pero Candy comenzó a sentirse mal, se apartó de él tomándose el estómago.
—¿Qué te sucede? –le preguntó Albert preocupado.
—No sé... me duele mucho él es...
Candy no alcanzó a decir nada más y cayó al suelo desmayada.
—¡Mi amor! ¡Mi amor! –gritó Albert desesperado de verla inconsciente, que lo hiso recordar cuando murió su novia Shara.
…
El conde de Andrew de inmediato mandó a buscar a un doctor para que vinera a revisar a su prometida. Una hora después llego el médico y encontró a la habitación de la rubia que seguía inconsciente.
Albert, se quedó esperando en el salón muy angustiado y rogando que no fuera algo grave, no quería perder nuevamente a la mujer que amaba. Stear y su prometida Annie se encontraban con él para apoyarlo.
—Tío, tranquilízate de seguro que no es nada grave –le dijo Archie tomándole un hombro.
—Debe ser un simple desmayó –añadió Annie.
—No lo era...Candy se veía muy mal –contestó Albert dando unos pasos por el salón.
Elroy llego al salón.
—¿William es verdad que tu prometida se puso mal? Me lo dijo una de las sirvientas –le preguntó su tía.
—Sí tía, el doctor la está revisando.
—No creo que sea algo grave, se ve que es una joven sana.
—No lo sé tía... estoy muy preocupado.
El doctor bajo en ese momento, el conde de inmediato se acercó a él.
—¿Doctor, como esta mi prometida?
—Mal. Le duele mucho el estómago y tiene una fiebre muy alta.
—¿Pero a qué se debe eso?
—No lo sé exactamente, pero todo indica que es un envenenamiento, hay que hacerle un lavado de estómago lo antes posible.
—¡No puedo creerlo Candy envenenada!
—Yo voy a mi consulta para ir a buscar los implementos para hacerle el lavado de estómago. Volveré enseguida.
—Regrese pronto, doctor –le pidió Albert muy afligido -. Yo voy a ver a Candy.
Albert apresurado subió a la alcoba de ella, donde la encontró quejándose del dolor que sentía en su estómago.
—Mi amor, tranquila ya va pasar –le dijo Albert tomándole la mano con mucho cariño.
—¡Me duele mucho! –se quejaba Candy arrugando el rostro –. ¡Me voy a morir!
—¡No amor mío, no te morirás, tienes que resistir!
Horas después en el salón llego Flammy.
—¿Qué les pasa? –preguntó.
—Sobrina paso algo horrible, la prometida de William se puso muy enferma, se puede morir –respondió Elroy que estaba sentada en su mecedora.
—No puede ser...pobre muchacha –dijo mintiendo ya que en el fondo estaba feliz que su plan había funcionado –. ¿Qué le sucedió?
—Al parecer Candy esta envenenada -contestó Archie.
—¿Cómo pudo haberse envenenado?
—No lo sabemos...ahora el doctor le está haciéndole un lavado de estómago, esperemos que eso la salve.
Esa noche fue muy larga para el conde, que se quedó al lado de Candy cuidándola, ya que después del lavado de estómago que le hiso el doctor ella seguía mal. No quería separarse de ella, sentía que si lo hacía Candy moriría, igual a lady Shara, no podría resistir otra vez perder a la mujer que amaba.
"Dios mío salva a Candy, no te la lleves de mi lado", pensaba Albert mientras le tomaba las manos con ternura y llorando desesperadamente.
Continuará...
Hola mis lindas chicas
Espero que se encuentren muy bien. Aquí les dejo otro capitúlo de este fic, con mucho cariño para cada una de ustedes.
Les mando un fuerte abrazo a la distancia, que Dios las bendiga mucho.
