Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.


CAPITULO IX

El dolor de Terry

Tres meses después, Candy y Albert llegaban de su larga y maravillosa luna de miel, donde habían recorrido varios países como Francia, Italia y Grecia, viviendo momentos maravillosos que jamás olvidarían. Ambos se sentían muy felices, todo marchaba muy bien reafirmando que cada día estaban más enamorados y que todas sus tristezas y desilusiones habían quedado atrás.

—Me alegra mucho que hayan regresado –dijo Flammy con una falsa sonrisa.

—Gracias prima. ¿Y tía Elroy? –le preguntó Albert.

—Descansando en su habitación.

—Después la voy a saludar.

—Les trajimos muchos regalos –contó Candy con alegría.

—No debieron molestarse. ¿Pero cuénteme como estuvo su luna de miel?

—¡Maravillosa! -exclamó el conde sentándose con su esposa en uno de los sillones del salón.

—Se ven tan enamorados –dijo Flammy sintiendo se hervía de los celos.

—Mi amor, me gustaría subir, estoy un poco cansada –le sugirió Candy ya que el viaje había sido muy largo.

—Claro, subamos.

—¿Espero que bajen a la hora de la cena? –les preguntó Flammy.

—Por supuesto prima, solo descansaremos un rato.

Al llegar a su cuarto los recién casados se recostaron en la cama para descansar.

—¿Eres feliz, mi amor? –le preguntó acariciándole el cabello a su esposa.

—¡Si Albert, la mujer más feliz del mundo!

—Yo también lo soy, eres una mujer extraordinaria Candy, buena, dulce, apasionada. Y estoy seguro que serás una excelente madre.

—Ojalá que pronto me embarace, ya deseo tener un hijo tuyo.

—Yo sé que pronto lo tendremos. Además, tenemos que seguir intentándolo.

Ella levanto su mirada hacia él.

—¿Albert, que me quieres decir...?

—¿Que podríamos...?

—Pero, tenemos que bajar a cenar.

—Lo sé...pero aún falta dos horas para eso –le dijo comenzando a besarla, despertando los deseos de Candy, que no pudo resistirse a los encantos de su atractivo esposo.

En la mansión Granchester había una atmosfera de tristeza y soledad, ya que el accidente que había tenido Susana cuando cayó de la escalera, provocó que perdiera su hijo. Habían pasado dos meses de aquello y Susana seguía culpando a Terry de la muerte de su hijo, él también estaba destrozado sintiéndose muy culpable de aquello, que lo único que hacía era pasarse parte del tiempo bebiendo para calmar su dolor. Por otro lado, el duque de Granchester también culpaba a Terry de lo que había pasado, causando que la relación entre ellos se estaba haciendo muy distante.

Terry se sentía solo, derrotado, todo le había salido mal. Lo que le había hecho a Candy, ahora lo estaba pagando muy caro. Cuanto extrañaba lo feliz que era con ella en América, a pesar de lo poco que tenían, sus vidas eran tranquilas y llenas de amor. Todos los días se arrepentía de haberla dejado, para venirse a Londres a conocer a su padre. Pero ya nada se podía hacer, Candy estaba casada con el conde de Andrew y el seguía casado con Susana, aunque en el fondo de su corazón sentía que su matrimonio no dudaría mucho tiempo, ya que la convivencia con ella se estaba haciendo insostenible.

—¿Terry, a dónde vas? –le preguntó Susana, que estaba acostada en su cama vestida con un fino camisón rosa.

Él se encontraba colocándose una chaqueta color gris.

—Voy a la ciudad.

—¿A esta hora?

—Necesitó distraerme un poco.

—¡Claro y me deja aquí sola! –le reclamó Susana –. Como puedes ser tan cruel, después de lo que me hiciste.

—¡Ya cállate Susana! ¡No me atormentes más de lo que estoy!

—¡Por tu culpa perdí a nuestro hijo...eso jamás te lo voy a perdonar!

—Entonces, ¿por qué no nos separamos?

—Para que regreses a correr a los brazos de tu noviecita de América – le dijo Susana, que aún no sabía que Candy la esposa de conde de Andrew era la ex novia de Terry.

—Yo no puedo volver con ella.

—¡No me mientas, tú la sigues amando! –le gritó llena de celos –. Pero, jamás te voy a dejar libre para que vuelvas con ella. Tu castigo será quedarte conmigo el resto de tu vida.

Terry no soporto más las crueles palaras de su esposa y se fue rápidamente de la habitación, cerrando la puerta bruscamente.

Tomó un carruaje que lo llevara a un bar. Necesitaba beber un buen licor que lo ayudara a calmar esa rabia que sentía por dentro, por haber pedido a la mujer que amaba. Se puso a beber sin parar quedando completamente ebrio.

Milord, es mejor que se vaya a su mansión -le pidió el dueño del bar que sabía que era hijo del duque.

—¡No me quiero ir! ¡Quiero quedarme aquí toda la noche!

—Ya está muy borracho. Va tener problemas con su padre.

—No me importa. Es el culpable de todo, por su culpa perdí la mujer que amo.

En ese momento Tom Stevens chochero de los Andrew y amante de Flammy. Se acerco al dueño del bar que era amigo de él.

—Te ayudo a sacar al hijo del duque -se ofreció.

—Si, no quiere irse.

Ambos hombres tomaron a Terry a la fuerza y lo llevaron hasta la salida.

—¡Suélteme! -reclamó Terry.

Mi lord, ya le dije que se vaya a su mansión o tendré que mandar a buscar a su padre -le hablo el dueño del bar con autoridad -. Tom por favor, sácalo de aquí y llévalo a su carruaje.

Tom se llevó a Terry hasta el carruaje donde lo subió.

—Lo voy a acompañar a su mansión.

—No es necesario...

—Está muy bebido.

—Qué más puedo hacer si me siento muy infeliz.

—Pero, si usted es hijo de un duque, tiene todo para ser feliz.

—Pero, no tengo a la mujer que amo.

—¿Qué quiere decir con eso, mi lord?

—Que no amo a mi esposa, yo amo a mi novia que tenía en América Candy ahora ella está casada con el conde de Andrew.

Tom levantó una ceja, asombrado por aquel relato del hijo del duque de Granchester.

—¿Usted tuvo un romance con ella?

—Si, ella fue mi novia en América, pero yo me vine a Londres a buscar a mi padre, prometí regresar por ella, pero no lo hice y me terminé casando con Susana. Desprecie a Candy por ser una muchacha de pueblo, pero eso nunca me lo voy a perdonar.

—¿La sigue amando?

—Si, con todo mi corazón.

Al día siguiente, Terry se levantó con un fuerte dolor de cabeza por el estado que había llegado a su mansión. Su padre estaba muy molesto por lo ocurrido, que le pidió que se reunieran en la biblioteca para platicar.

—¿Terry que te está pasando? -le reclamó el duque dando unos pasos por la biblioteca -. Anoche llegaste completamente ebrio.

—Lo siento, mucho papá -contestó Terry que estaba sentado en un largo sofá.

—¡No te creo! Últimamente has tenido un comportamiento que me avergüenza mucho.

—Me imagino como debes sentirte, pero yo ya no puedo más -se echó a llorar como un niño.

El duque se acercó a él y lo abrazo.

—Hijo, no sabes cómo me duele verte así.

—Quisiera regresar a América, haya era feliz.

—Pero, eso es imposible, tu vida está aquí conmigo y tu esposa.

—Una esposa que no amo -expresó Terry rompiendo el abrazo.

—Tampoco te has dado la oportunidad de amarla, sigues pensando en la tal Candy, pero tienes que entender que a ella ya la perdiste.

—Lo sé...

—Entonces, trata de componer tu matrimonio con Susana. Ella es una buena mujer, te ama tanto.

—No es tan fácil...después de lo de nuestro hijo, las cosas han marchado muy mal entre nosotros.

—Claro que lo es. Por qué no hacen un viaje.

—¿A dónde?

—Adonde ustedes quieran, por varios meses, estoy seguro que eso serviría para que soluciones sus diferencias.

—¿Tú crees, papá?

—Claro que sí, Terry. Piénsalo.

—Está bien, lo voy a pensar.

Tom apenas se levantó se fue a buscar a Flammy para contarle lo que había sabido del hijo del duque con Candy.

—¿Estás seguro Tom lo que me estás contando? -le preguntó Flammy incrédula al relato del cochero.

—Por supuesto, el hijo del duque estaba muy borracho, pero ya sabes que los borrachos siempre dicen la verdad.

—Es muy interesante, si Terry Granchester sigue amando a Candy, eso me puede servir para separarla del lado de William.

—¿Vas hablar con él?

—Por supuesto, pero primero tengo que preparar el camino para que William crea que su pueblerina sigue enamorada del hijo del duque.

—Eres terrible, Flammy.

—Es la única manera de conseguir lo que quiero -dijo Flammy con una malvada sonrisa.

Continuarán...


Hola mis lindas chicas

Espero que se encuentren muy bien. Mil disculpas por no haber podido actualizar este fic, pero ya poco a poco lo iré retomando, para que se vayan enterando que va pasar en la vidas de los rubios.

Les mando un cariñoso abrazo a la distancia.