Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.
CAPITULO XII
El compromiso de Flammy y George
Varios meses después…
En la mansión del conde de Andrew, todos se encontraban felices por la llegada de su pronto hijo, ya que el embarazo de Candy estaba muy avanzado. Prácticamente casi todo el embarazo se lo había pasado en Escocia, donde el conde tenía una mansión y la condesa pudo estar tranquila disfrutando del mar, así que Flammy no tuvo oportunidad de hacerle daño. Solo faltaba un mes para la llegada del bebé, así que Albert y Candy decidieron regresar a Londres, para cuando llegara el día del parto.
Archie y Annie habían llegado de visita, ya que querían estar cuando Candy diera a Luz. Annie hacia poco había tenido a su primer hijo, un hermoso niño, por lo que iba ser un gran apoyo para Candy, ya que ella la iba apoyar con sus concejos para cuándo llegará ese ansiado momento.
Esa tarde se encontraban en el salón de té, mientras Candy terminaba de tejer un chal para su hijo.
—Candy, te está quedando hermoso -le dijo Annie mirándolo.
—Gracias, he tejido tanto, que me he vuelto una experta.
Candy se había encargado de confeccionar y tejer la ropa de su bebé, con la ayuda de madame Elroy, que estaba feliz con el pronto heredero.
—Me vas a tener que enseñar. Yo tuve que mandarle hacer la canasta a mi hijo.
—Claro cuando quieras, a mí me enseñó tía Elroy.
—Ya le dices tía.
—Si, nos estamos llevando muy bien -sonrió Candy -. Quiere que pronto nazca él bebé.
—Me imagino que debe querer un niño, como el conde.
—Si, pero presiento que va ser una niña -dijo Candy tocando su barriga.
—¡Que emoción! Yo quería una niña, pero tuve un niño.
—Después puedes tener una niña.
—Mas adelante -dijo Annie -. Por ahora estoy bien con mi hijo, ser madre no es nada de fácil.
—Me imagino. Pero, yo ya quiero tener a mi hija en mis brazos.
—¿Y que nombre le van a colocar?
—Si es niño William como su padre, y si es niña Candice así se llamaba mi madre.
—Es un hombre muy bello.
El conde entro al salón de té, luciendo un fino traje color azulado.
—Mi amor, todavía estas aquí -le dijo a su esposa -. Es bueno que descanses un poco.
—Me siento bien, Albert. Estoy muy entretenida platicando con Annie.
—Me imagino, pero sería bueno que descansaras un rato, recuerda que esta noche es el compromiso de Flammy con George.
—Tienes razón. Estoy contenta que ellos se comprometan.
—Si, van hacer muy felices.
—Flammy no se ve muy feliz con su compromiso -comentó Annie.
—Lo que pasa, que prima siempre ácido así poco expresiva -dijo Albert que la conocía muy bien -. Ya mi condesa vamos a la habitación.
—De acuerdo...-contestó Candy parándose.
—Voy con ustedes, voy a ver si despertó mi hijo -dijo Annie.
…
En la tarde lady Flammy se encontraba en su habitación, dándose los últimos retoques antes de bajar al salón, para asistir a su compromiso con George Jonhson. Un compromiso que no quería, pero que todo lo estaba haciendo para hacer tiempo, mientras se concretaba su plan de destruir el matrimonio del conde con la pueblerina. A pesar del hijo que ellos iban a tener, ella no había desistido de separarlos, solo aquel embarazo había retrasado sus planes, pero ya pronto lograría su objetivo.
Sentada en el tocador, se recogía el cabello colocándose una horquilla al costado. Tenía un vestido color verde de terciopelo, de alto cuello adornado con un prendedor.
—¿Flammy estas lista? -le preguntó madame Elroy entrando a la habitación.
—Si, tía -contestó parándose.
La anciana la miró fijamente.
—Te ves muy bella con ese vestido.
—Gracias, tú me lo regalaste.
—No me acordaba.
—Es que nunca me lo pongo, lo tenía para una ocasión especial.
—Hiciste muy bien.
—¿George ya llegó?
—Si, te está esperando muy ansioso.
—Qué bueno.
Elroy se acercó a ella y le tomo las manos.
—Flammy, me siento muy feliz que te vayas a casar con George, estoy segura que será un buen esposo para ti.
—Yo también lo creo.
—Ya olvidaste a William, ¿verdad?
—Claro que si tía, fue solo un capricho -contestó mintiendo.
—Me alegra saberlo.
—Vamos, tía...
…
Llegaron al salón donde estaba la familia y algunos amigos cercanos, ya que era un compromiso más íntimo. George vestía muy elegante para la ocasión, con el rostro inundado de felicidad de comprometerse con la mujer que amaba, cuando la vio de inmediato fue a recibirla.
—Flammy, estas preciosa -la saludó dándole un beso en la mano.
—Gracias, George.
—Aquí te entrego a mi sobrina, tienes que hacerla muy feliz -le dijo madame Elroy.
—Que no le cabe duda que va ser así.
En eso comenzó a sonar la música.
—¿Aceptas bailar conmigo, Flammy? -le pidió George.
—Por supuesto.
Ellos comenzaron a bailar y otras parejas hicieron lo mismo, menos Candy y Albert que estaban sentado en un sofá.
—¿Que ganas de bailar? -comentó la rubia.
—No creo que sea prudente que bailes en ese estado -le contestó Albert mirándole la barriga.
—Jajajaja, si lo sé...No te preocupes, me voy aguantar.
—Ya pronto vas a poder bailar todo lo que quieras.
—Si...mi amor...falta poco para que nazca nuestra hija.
—¿Dirás nuestro hijo?
—Va ser niña.
—¿Estas segura?
—Creo que sí. ¿No quieres una niña?
—Me encantaría, sería una niña tan bella como tu -le dijo Albert dándole un beso en la frente.
George detuvo el baile con Flammy e hiso parar la música.
—Familia y amigos, quiero agradecerles que estén aquí y comunicarle mi compromiso con Flammy, una mujer maravillosa de la cual estoy muy enamorado -comenzó con cierta emoción -. Flammy, aquí delante de todos te entrego este anillo en señal de nuestro compromiso.
George saco de una cajita de terciopelo un costoso anillo, que le colocó en la mano a su amada.
—Te amo Flammy, prometo hacerte muy feliz -le dijo dándole un beso en la mejilla.
Ella solo le sonrió, mientras miraba el anillo con mucho interés.
…
Mas tarde Flammy salió del lado de George, aprovechando que este se puso a platicar con unos amigos. Caminó hasta él jardín para tomar un poco de aire, sin dejar de mirar la joya que le había dado su prometido.
—Es un anillo muy bello, ¿verdad? -le preguntó Tom que llego a su lado.
—¿Qué haces aquí? -le preguntó ella.
—Salí a tomar aire, ¿cómo tú?
—Vete, alguien te puede ver.
—Antes muéstrame el anillo.
Ella le tiro la mano para que lo viera. Tom cuidadosamente lo comenzó a examinar.
—Tiene un costoso diamante.
—Si…
—Si lo vendiera me daría mucho dinero.
—Me imagino que si -le quito la mano -. Pero el anillo es mío.
—Ese vejete es un idiota al darte algo tan costoso.
—Está enamorado de mí.
—Si supieras que eres mi amante.
—¡Cállate!
—Tranquila, todos están entretenidos en la fiesta.
—¿Qué es lo que quieres, Tom?
—Darte una información.
—¿Qué información?
—Si me das el anillo, te la doy.
—No puedo darte me lo acaba de dar George. ¿Que lo voy a decir si no lo tengo?
—Le inventas cualquier cosa. Tu eres buena para eso.
—Está bien, pero te lo entrego mañana.
—De acuerdo…
—¿Habla de una vez?
—Me entere que Terry Granchester llego de viaje con su esposa Susana.
Durante el tiempo que Terry se enteró que Candy iba tener un hijo del conde, se dio cuenta que la había perdido para siempre. Tomó la decisión de hacer un viaje con su esposa y tratar de componer su matrimonio.
—¿Estás seguro que regresó a Londres?
—Si...lo vi en el bar.
—¡Perfecto! -exclamó Flammy -. Es lo que estaba esperando.
…
Al otro día Flammy desayunó algo ligero, y sin que nadie supiera se fue a la mansión del duque de Granchester. Al llegar, una sirvienta el hiso pasar al salón, mientras le comunicaba a Terry la visita.
—Milord, tiene una visita –le dijo entrando al cuarto de Terry.
Él estaba solo, ya que Susana estaba en casa de sus padres.
—¿Quién me busca? –preguntó Terry.
—Lady Flammy, lo está esperando en el salón.
—Voy a verla –dijo Terry pensando que querría hablar con él aquella mujer.
Cuando llego al salón Flammy se encontraba sentada en un largo sofá, cuando lo vio se puso de pies para saludarlo.
—Buenas tarde –lo saludó.
—Buenas tardes –contestó Terry dándole un beso en la mano.
—Me imagino que debe extrañarle mi visita, ¿verdad?
—Bueno si... ¿qué necesita, lady Flammy?
—Tenemos que hablar algo muy importante, es sobre la esposa de mi primo William.
Los ojos de Terry se iluminaron.
—Me acompaña a la biblioteca, no deseo que nadie nos escuche.
—Como guste –dijo Flammy mostrando una leve sonrisa.
Al llegar a la biblioteca, ambos se sentaron en unos altos sillones de tono verde.
—Lady Flammy, ¿qué es lo que tiene que decirme sobre Candy? –le pregunto Terry directamente.
—Lo que quiero decirle... es que su ex novia corre un gran peligro al lado de mi primo.
—¿No comprendo lo que me quiere decir?
Flammy se tomó la frente con una de sus manos.
—No sé cómo decirle esto... pero usted tiene que saber que el conde está completamente loco.
Terry se quedó pasmado con la confesión.
—¡Eso es imposible! –Exclamó confundido –. ¡Candy jamás se casaría con un hombre así!
—Lo que sucede que mi primo se ve como una persona normal, pero en el fondo está muy enfermo, eso le ocurrió cuando murió su prometida Shara, fue un golpe muy fuerte para él que lo llevó a la locura.
—¿Candy, sabe sobre la enfermedad del conde de Andrew?
—Una vez yo se lo dije, pero mi primo se lo negó, diciéndole que todo era mentira. El pobre no reconoce que está enfermo –comentó Flammy fingiéndose afectada.
—¡Candy corre un gran peligro al estar casada con él!
—Así es...y el hijo que espera también, por eso me tomé el atrevimiento de venir hasta aquí, para contarle lo que está sucediendo. Yo sé todo lo que pasó entre ustedes, ella misma me lo conto, por eso usted es la única persona que la puede rescatar de las manos del conde.
Terry se levantó del sillón, sintiendo una angustia en su corazón pensando que tenía el deber de ayudar a Candy. Él ya le había hecho mucho daño al despreciarla para casarse con Susana, ahora tenía que hacer lo que fuera para reparar todo el daño que le había hecho, ayudándola a librarse de un hombre loco que podría llegar a hasta matar.
—No se preocupe, yo no voy a permitir que el conde le haga daño a Candy.
—Me alegra escucharlo decir eso...aunque eso le puede traer algunos problemas con su esposa.
—Eso no importa, mi relación con mi esposa está muy mal, lo más probable es que nos vayamos a separar.
Flammy mostró una malévola sonrisa, pensando que las cosas le saldrían mejor como él había pensado.
—Lo siento mucho...
—Gracias... pero es lo mejor. Yo trate de componer las cosas con ella, hasta hicimos un viaje, pero todo fue inútil.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
—Si, lady Flammy.
—¿Usted sigue enamorado de Candy?
—Si...-admitió Terry con los ojos iluminados –. Y ahora qué sé que Candy está corriendo riesgo al lado del conde de Andrew, voy hacer lo que sea para tenerla nuevamente a mi lado.
—Entonces, yo lo voy a ayudar, pero con una condición.
—¿Cuál?
—Que se la lleve de regreso América.
—Así será Candy y yo nos volveremos América, donde nunca debimos haber salido –contestó Terry sintiendo que la vida le estaba dando una segunda oportunidad de poder recuperar a Candy, la única mujer que ha amado.
Continuará...
Hola mis lindas chicas.
Espero que se encuentren muy bien. Aquí retomando las actualizaciones de este fic, espero que me sigan apoyando, todavía que muchas cosas que verse en la historia de nuestro queridos rubios.
Les mando un cariñoso abrazo a la distancia.
