Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.


CAPITULO XVI

La propuesta de madame Elroy

El conde junto a la condesa y su hija, llegaron a la mansión de Escocia donde pasarían una temporada. Era un lugar muy bello, rodeado de mucha naturaleza que daba a un bello mar que rodeaba la mansión, donde la niña podía jugar tranquilamente.

—¡Que feliz estar aquí! -exclamó Flammy cuando entro a su recamara sintiéndose liberada, no solo de su tía Elroy que sabía sus secretos, sino también de su ex amante Tom, al que no quería volver a ver nunca más en su vida.

—Lo sé, Flammy -le dijo Albert -Me hubiera gustado que tía Elroy hubiese venido con nosotros.

—A mí también, pero por más que le insistimos no quiso. No te preocupes por ella, va estar bien.

—Eso espero, no quiero que nada malo le pase a mi tía.

Flammy se sacó los guantes y los tiro en la cama junto con un reboso que llevaba puesto.

—Gracias por darme en el gusto, mi amor en venir a este lugar.

—Te lo mereces -le sonrió el conde tomándole barbilla.

Ella lo abrazo por el cuello.

—Te amo tanto William, he sido muy feliz contigo.

—Me alegra que sea así.

—Ahora que estamos aquí, quisiera que intentáramos tener un hijo.

Albert se apartó de ella y se sentó en la cama, aquel tema no era muy grato para él.

—¿Un hijo?

—Si, ha le hace falta un hermano o hermana a nuestra hija.

—No quiero tener más hijos -contestó bajando la mirada.

Flammy se sentó a su lado.

—William, tú sabes que...

—No lo digas…-la interrumpió parándose bruscamente -. Sabes que no me gusta hablar de eso.

—Disculpa...yo lo único que deseo es verte feliz -dijo sollozando.

Él se volteo y se volvió donde ella.

—Lo sé -le tomo una mano -. No quise lastimarte, tú me has apoyado tanto en todo lo que me ocurrió.

—Y te seguiré apoyando como tu esposa.

—Gracias Flammy -le dijo dándole un beso en los labios.

Ella aprovecho ese beso y paso una apasionada noche con el conde, rogando en su interior poder embarazarse.

En un lujoso barco iba viajando George Jonhson con rumbo a América, en especia Nueva York, donde comenzaría una nueva vida. Tenía mucha ilusión de vivir en aquella ciudad, dejando atrás la capital inglesa y el doloroso recuerdo de Flammy. Aquello fue muy triste para él, la había a amado de verdad por lo que le costó mucho superarlo, no solo porque se había dado cuenta que ella nunca lo quiso, si no que más aún se casó con William, su mejor amigo.

Sentado en una mesa del salón del barco, y bebiendo una copa de licor, recordó aquel día donde Flammy la mujer que iba ser su esposa, terminó su compromiso con él.

Flashback.

—Hola querida -la saludó el dándole un beso en la mejilla.

—Hola George, que bueno que viniste -contestó ella -. Necesito hablar contigo.

Él se sentó en un largo sofá de color verde.

—¿Que sucede, Flammy? -preguntó.

Ella un poco nerviosa comenzó a caminar por el salón.

—George, no sé cómo decirte esto.

—¿Paso algo malo con William?

—No, él está bien.

—Entonces, ¿de qué se trata?

Flammy se detuvo frente de él.

—George... yo no voy a casarme contigo.

—Si es por lo de William, comprendo que tenemos que retrasar la boda.

—Es que no me has entendido, yo no quiero retrasar la boda, quiero cancelarla.

George se paró y se acercó a ella.

—¿Por qué quieres cancelar nuestra boda? ¿Que hice mal?

—Nada, soy yo la que no puedo seguir con esta falsa -contestó fríamente -. George nunca te he amado, si me iba casar contigo era por despecho.

—¡Por despecho! -exclamó él frunciendo el ceño.

—Si, el único hombre que amo es William y ahora que quedo viudo tengo la posibilidad de casarme con él.

George se tomó la cabeza.

—¿Como pude ser tan ciego?

—De verdad lo siento mucho, pero esa es la realidad.

—¡Eres una falsarte! -le gritó George enfurecido -. Voy hablar con William, para decirle la clase de mujer que eres.

—No vas a sacar nada, el ya es mío. Así que lo mejor que puedes hacer es irte de esta mansión y no regresar nunca más.

Fin del flashback.

—¡Que estúpido fui! -exclamó George con rabia bebiendo el ultimo sorbo de licor.

—Amigo, hablando solo -le dijo un hombre muy elegante que se sentó en la mesa.

—¡Louis! -lo nombró George asombrado de ver a un amigo de juventud.

—George, tantos años sin vernos.

Ambos hombres se dieron un fuerte abrazo.

—¿Qué haces en este barco, Louis? -le preguntó el bigotón sentándose nuevamente a la mesa.

—Andaba en Paris y después estuve unos días en Londres. ¿Tú vas América?

—Si, a Nueva York.

—¿En serio?

—Si, entonces te vas a quedar en mi hotel.

—¿Tienes un hotel? -le preguntó George asombrado.

—Si, varios hoteles en América.

—Vaya, por lo visto te ha ido muy bien.

—No me puedo quejar -sonrió Louis -. ¿Cuéntame sigues trabajando con el conde de Andrew?

—No. Estoy encargándome de mis propios negocios, por eso me voy a Nueva York -le contó George.

—Entiendo...

—¿Y cómo esta tu esposa e hijos?

—Muy bien. ¿Y tú te casaste?

—No, sigo soltero. No he sido muy afortunado en el amor.

—No digas eso amigo -le tomo un hombro -. Estoy seguro que en Nueva York, te vas a enamorar, hay unas americanas muy bellas.

—Jajajaja, ojalá Louis.

En la mansión del conde, Tom había llegado a buscar a Flammy, ya que ella no le dio el dinero que él deseaba y eso lo tenía muy molesto. Estaba consciente de todo lo que la había ayudado, así que no iba permitir que se burlara de él.

—Lo siento Tom, pero el conde y su esposa se fueron a Escocia -le comunico una de las sirvientas en la entrada del salón.

—¿Y cuando regresan?

—Se fueron por un largo tiempo.

—¡Desgraciada! -exclamó Tom enfurecido.

—Emma, ¿qué sucede? -le preguntó Elroy desde el salón.

—¡Es el cochero Tom que quiere hablar con la condesa, pero le dije que no está! -le gritó la muchacha.

—Hazlo pasar -le ordeno madame Elroy.

Tom entro al salón encontrándose con la anciana en su silla de ruedas.

—¿Desea hablar conmigo, madame? -le preguntó.

—Si, ¿por qué andas buscando a mi sobrina?

—Es un asunto personal.

—Le andas pidiendo más dinero, ¿verdad?

Tom levanto una ceja.

—Si…

—Ella no te va dar nada.

—¡Tiene que hacerlo! -expreso Tom -. Me quieren matar por una deuda de juego.

—Es lo que mereces por lo miserable que has sido.

—Flammy, lo ha sido mucho más.

—Si, ella es peor que tú -dijo mirándose las piernas -. Pero algún día va pagar todo lo que ha hecho.

—¿Que me quiere decir con eso, madame?

—Yo te voy a dar una buena cantidad de dinero con la condición que desenmascares a Flammy frente a William.

—¿Desea que le cuente todo lo que hiso Flammy?

—Si, y que fue tu amante también.

—Es muy arriesgado, ella lo va negar.

—Claro que lo va negar, pero me imagino que tu encontraras la manera de delatarla. ¿O le tienes miedo a Flammy?

Tom sonrió.

—¡No diga tonterías, madame!

—Entonces, demuéstrame que si la puedes destruir.

—Está bien. Acepto su propuesta.

—Perfecto -sonrió la anciana -. Te voy a dar la primera parte del dinero y cuando hayas hecho el trabajo te daré la otra parte.

—Me parece muy bien, madame.

Mientras tanto en Escocia Albert junto a Flammy, iban a visitar a la familia Cornwell los padres de Archie. Una familia aristócrata, muy conocida en Edimburgo, que siempre daban fiestas en su casa, con los nobles de la ciudad.

—William, Flammy bienvenidos -los saludo madame Mery de Cornwell

—Gracias -contestó el conde.

—¿Como han estado? -preguntó Flammy luciendo un elegante vestido azulado.

—Muy bien, pero pasen al salón.

Ambos se dirigieron a un elegante salón, donde se encontraba Stear el hijo mayor de la familia.

—¡Tío William que alegría de verte! -lo saludó Stear con un fuerte abrazo, era un joven alegre y divertido.

—Lo mismo digo -le dijo Albert sonriendo.

—¿Y cómo está mi hermano, Archie?

—Bien, el quedo a cargo de mis negocios.

—Hay mi hijo como lo extraño, desde que se casó con Annie lo he visto tan poco -comentó la madame Mery.

—Si, pero lo importante que está feliz con su esposa e hijo.

—¿Y cómo está la hija de ustedes?

—Muy bella y traviesa -contestó Albert -. ¿Y dónde está Henry?

—Papá está en la biblioteca con sus amigos -respondió Stear -. Ve a saludarlo, tío.

—Flammy me esperas.

—Claro, ve yo me quedo con Mery, tenemos mucho que platicar.

Ambas mujeres se fueron a un sofá que había en el salón.

—¿Cuéntame Flammy como va tu matrimonio con William? -le preguntó madame Cornwell interesada.

—Muy bien, hemos hecho una bella familia.

—William, se lo merece por todo lo que pasó con Shara y esa otra mujer.

—Si…-sonrió Flammy -. Ellas solo lo hicieron sufrir.

—Hablando de Shara, el marques va venir a la fiesta.

Flammy se puso pálida, recordando que aquel hombre era su verdadero padre.

—Va a venir.

—Si, con su hija Karen.

—¿Y ella sigue soltera?

—Así es, no quiere casarse, a pesar que pretendientes no le faltan.

—No me extraña, siempre ha sido una libertina -comentó Flammy con desagrado.

—Mira, precisamente ahí vienen.

Flammy miró hacia la entrada del salón donde vio a un hombre mayor muy elegante acompañado de una hermosa mujer, alta, de cabellos rojizos.

—Vamos a saludarlos.

—Prefiero no ir -contestó Flammy que no tenía intención de hablar con el hombre que le dio la vida y su media hermana.

La madame Cornwell se dirigió hacia ellos, donde los saludó y los guio hacia otro lugar del salón, cuando en el camino se encontraron con el conde de Andrew.

—William, tantos años sin vernos -le dijo el marqués dándole la mano.

—Si muchos, desde de la muerte de Shara.

—Si, fue muy doloroso lo de mi hija.

—Lo sé. Pensé que todavía estaba en Paris.

—Ya regresé a Escocia, pienso quedarme definitivamente aquí.

—William, estas muy guapo -añadió Karen mirándolo con coquetería.

—Gracias, tu tan bella como siempre.

—¡Y soltera! -expresó a todo pulmón.

—No hay como hacer que mi hija se quiera casar.

—Jajajaja, papá, ni que estuviera loca, bueno si me habría casado, pero solo con William.

En eso llego Flammy.

—¿Que dijiste? -le preguntó con unos ojos chispeantes de celos.

—Flammy, relájate es una broma, ¿verdad William?

—Karen siempre ha sido muy bromista.

—Cariño, quiero irme, me duele un poco la cabeza -le pidió Flammy fúrica con la presencia de la mujer.

—Bueno…nosotros nos retiramos -dijo William -. Marqués, Karen fue un placer verlos.

—Ve a visitarnos, ambos serán bienvenidos -le dijo el hombre mirando a Falmmy, él sabía que era su hija, pero era algo que nunca iba revelar.

Flammy lo observó con un profundo odio, pensando que la llegada del marqués y la tal Karen iban a inquietar su tranquilidad.

Continuará...


Hola mis linda chicas.

Espero que se encuentren muy bien. Aquí les dejo otro capitulo de este fic, con nuevos personajes que le darán mas emoción a la historia.

Muchas gracias por todos sus mensajes y apoyo.

Besitos a la distancia, que Dios las bendigas.