Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.


CAPITULO XIX

En Londres nuevamente

Luciendo un bonito vestido, Candy junto a George y su tía Pony emprendía el viaje hacia Londres, donde colocaría todos sus esfuerzos para recuperar todo lo que había perdido. Enterarse que su hija estaba viva, la volvía a la vida, sintiéndose fuerte para luchar y enfrentarse frente a Flammy, estaba consciente que era una mujer peligrosa, pero iba ser lo que fuera para destruirla.

—George, gracias por acompañarme -le dijo Candy mientras miraban por la cubierta del barco.

—Yo la voy a ayudar a desenmascarar a Flammy, esa mujer no puede seguir haciendo más daño.

—Me preocupa tanto mi hija -comentó afligida.

—Tranquila, ella no será capaz de hacerle daño, William jamás lo permitiría.

—Qué bueno que el no dudo que Pauna es su hija.

—Al principio si dudo, pero después se fue encariñando con la bebé, se dio cuenta que era su padre.

—¡Me muero por conocerla!

—Me imagino, pero hay que tener cuidado, nadie debe saber que está viva sobre todo Flammy -le recordó George.

—Si, no me puedo arriesgar que ella me quiera hacer daño nuevamente. Hay que planear muy bien lo que vamos hacer.

—Tenemos todo el viaje para hacerlo.

—Si -le sonrió Candy -. Muchas gracias por apoyarme, usted dejo sus negocios para regresar conmigo a Londres.

Él le tomó una mano.

—No se preocupe por eso, ya tendré tiempo de retomar mis negocios -contestó George mirando a Candy con simpatía, sintiendo que era una joven muy especial.

—¿Interrumpo? -preguntó la voz de Pony, la tía de Candy. Una mujer sencilla y luchadora.

—Claro que no tía -respondió Candy -. ¿Conociste nuestro camarote?

—Si, una de las camareras me llevo. ¡Es maravilloso! -exclamó con alegría -. Nunca imaginé viajar en un barco tan elegante. Gracias señor Jonhson por pagarnos los pasajes.

—Es un placer, ustedes se merecen lo mejor.

Candy se quedó recordando cuando viajo la primera vez a Londres años atrás. En esa ocasión lo hiso de polizonte, pero en el trayecto conoció a Albert un rico conde, que con el tiempo se trasformo en el amor de su vida.

—¿Sobrina que te ocurre? -le preguntó Pony al ver en su mirada un tono de tristeza.

—Nada tía, estoy bien.

—Bueno voy a mi camarote para ordenar mi equipaje. Nos vemos a la hora de la cena en el salón -dijo George saliendo del lugar.

—De acuerdo -contestó Candy.

—Hay sobrina, que caballeroso es el señor Jonhson.

—Si, es una buena persona.

—No has pensado que podría ser una buena opción para ti.

—¡Tía que cosas dices! -la regaño Candy.

—No seas tonta, es un poco mayor para ti, pero estoy segura que te haría muy feliz.

—Eso no lo dudo, pero yo…

—Sigues enamorada del conde, ¿verdad?

—No lo sé tía, han pasado varios años -suspiró Candy lo único que deseo es recuperar a mi hija.

Albert, Flammy y Pauna regresaban a la mansión de Londres, donde Elroy los esperaba ansiosa por saber si Tom había logrado su cometido. Sin embargo, cuando vio a Flammy entrar junto al conde, se dio cuenta que Tom no había logrado destruir a su sobrina.

—¡William, bienvenido! -le dijo dándole un abrazo.

—Tía, te extrañe mucho. ¿Como has estado?

—Bien. ¿Pauna no me vas a dar un beso?

—Si tía -dijo dándole un beso en la mejilla.

—Estás muy grande.

—A mí no me vas a saludar, tía -le dijo Flammy mirándola con rabia, recordando lo que Tom le había contado sobre ella.

—Claro, Flammy. Bienvenida.

—Gracias, tía Elroy. ¿William porque no llevas a la niña a su cuarto?

—Si, vamos Pauna. Tía después regreso a platicar contigo.

—Ve sobrino.

Albert tomó de la mano a su hija y se dirigió hacia la planta de arriba de la mansión, mientras que Flammy se quedó en el salón encarando a su tía.

—Así que le pagaste a Tom para me delatara frente a William -le dijo con ganas de matarla.

—Si, pero por lo que me doy cuenta no lo hiso.

—Claro que no lo hiso y nunca lo va hacer. Tom está muerto, así que tu plan no funcionó.

—¿Lo mataste?

—Si -confesó Flammy -. Y ahora lo voy hacer contigo, te voy a matar vieja traidora.

—Hazlo, no te tengo miedo.

Flammy se acercó a ella.

—No, voy hacer algo mejor. Te voy a mandar a una casa de reposo, de esa donde dejan a los ancianos. Ahí te vas a morir sola.

—¡William no te lo va permitir!

—El hará lo que yo le pida, soy su esposa y madre de su hija.

—Flammy, sabes perfectamente que Pauna no es tu hija.

—Claro que lo es, yo la he criado todos estos años.

—Solo lo hiciste para atrapar a mi sobrino. En el fondo nunca has querido a la niña.

—Si tienes razón, nunca he querido a esa mocosa -aclaró Flammy llena de rencor -. La odio por ser hija de esa pueblerina, cuando nazca a mi hijo la voy a mandar a un internado muy lejos de aquí.

—¿De que hablas?

—Que voy a tener un hijo del hombre que amor, ese niño va ser el único heredero de los Andrew.

—¡No te atrevas hacerle daño a Pauna! -gritó Elroy enfurecida colocándose de pies, pero cayendo al suelo de inmediato.

—¡Tía! -la nombró Albert que llego en ese momento al salón.

Se acerco a ella y la ayudo a levantarse.

—¿Está bien, tía? -le preguntó.

—Si, no te preocupes, fue solo una caída.

—¿Por qué estaban discutiendo? -les preguntó el conde a ambas mujeres.

—No estábamos discutiendo -respondió Flammy un poco nerviosa.

—A mi me pareció que si, por eso bajé.

—William, son imaginaciones tuya -lo contradijo Flammy -. Le estaba contando a tía Elroy que vamos a tener un hijo. Se emociono tanto que llego a pegar un grito. ¿Verdad tía?

Elroy la miro pensando que era mejor no desmentir a su sobrina, era capaz de hacer cualquier cosa para hacerla quedar mal.

—Si, William -contestó -. ¡Felicidades por tu hijo!

—Gracias, tía. Bueno...yo voy a casa de Archie me urge hablar con él.

—Ve mi amor, soluciona tus asuntos -le dijo Flammy con una sonrisa.

Al día siguiente Flammy se levantó temprano, para ir al doctor y comenzar a controlarse su embarazo, sin embargo, cuando el medico la termino de examinar, le dijo algo que no esperaba.

—Lo siento, condesa, usted no está embarazada -le dijo.

—Eso no puede ser, tengo todos los síntomas de un embarazo.

—Condesa, esto no debe ser fácil para usted, pero ya le había dicho en otras ocasiones que usted no puede tener hijos.

—¡Claro que puedo! -grito alterada -. ¡Usted es un inútil, voy a haber otro doctor!

—Haga lo que usted estime conveniente, pero la respuesta será la misma.

Flammy se levantó del asiento y salió corriendo de la consulta, sintiéndose destrozada. ¿Que iba hacer ahora?, como le iba a decir a su esposo que no esperaba ningún hijo, trendria la excusa perfecta para dejarla. Pero, no, eso no podía ocurrir, muchas cosas había tenido que hacer para casarse con él, aunque tenga que fingir un falso embarazo lo hiba hacer con tal de retener al conde a su lado.

...

Dos meses después…

Candy llegaba a Londres, junto a su tía y George. Este de inmediato las llevo a su residencia, una casa maravillosa, donde estarían cómodamente. Una dama de llave salió a recibirlos guiándolo al salón.

—Gracias Marta, quiero que acomodes dos recamaras para mis invitadas -le ordeno George.

—Como usted diga, señor Jonhson. Ahora mismo me encargo de eso.

—George, no queremos darle molestia -le dijo Candy un poco apenada.

—No es ninguna molestia que se queden aquí.

—Su casa es muy grande -dijo Pony, mirando lo elegante que era.

—Gracias, ahora es su casa también.

—Me siento tan extraña de estar aquí -comentó Candy melancólica -. Nunca pensé que volvería a Londres.

—La entiendo, Candy. Pero, debe estar contenta pronto va a ver a su hija.

—¿Como quisiera ir ahora mismo a la mansión Andrew?

—No tiene que apresurarse, hay que hacer las cosas bien.

—¿Como voy a ver a mi pequeña? -preguntó Candy afligida.

—Yo sé cómo la va haber.

—En serio, George.

—Si...confié en mí.

...

Dos días después…

George logro averiguar que Dorothy una de las sirvientas de los Andrew, llevaba a Puna a un parque que estaba en la ciudad. George de inmediato se lo comunico a Candy y ambos en un carruaje fueron aquel lugar. Se quedaron esperando un rato, cuando apareció la sirvienta junto a la niña. Dorothy se sentó en una banca y Pauna comenzó a correr por el parque.

Candy no dejaba de mirarla, con sus ojos lloroso, recordando cuando la dio a luz en el barco, sintió la misma emoción de ese entonces cuando por primera vez la tuvo en sus brazos.

—¡Ella es mi hija! -exclamó con emoción.

—Si, es una niña muy parecida a usted.

—Tengo que verla de cerca -dijo la rubia bajándose del coche.

—Candy, espere -la quiso retener George, pero ella corrió rápidamente hasta donde estaba su hija.

Se colocó frente de ella.

—Hola -la saludó Candy con emoción.

—Hola, señora -contestó la niña.

—¡Hija mía! -dijo dándole un fuerte abrazo lleno de amor.

La niña se apartó de ella.

—Yo no soy su hija. Mi mamá se llama Flammy.

—No, ella no es tu madre.

—Si, lo es -dijo la niña yéndose del lugar.

Candy se sintió morir, esa niña era imposible que la reconociera como su madre. Como iba hacer para ganarse el cariño de su hija, como iba hacer para que algún día la llamará mamá.

Continuará...


Hola mis lindas chicas.

Espero que se encuentren muy bien. Aquí les dejo otro capitulo de este fic, con mucho cariño para cada una de ustedes que me siguen dando su apoyo.

Les mando un cariñoso abrazo a la distancia y que pase una bonita semana Santa junto a sus familia.