Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.
CAPITULO XXI
La fiesta del marqués
El conde después de llevar a su hija a comer un rico pastel de chocolate, regresaron a la mansión, donde Flammy los estaba esperando.
—¡Mamá! ¡Mamá! -gritó la niña corriendo hasta su madre, que estaba sentada en el salón -. Mira mi muñeca.
Flammy la miró.
—¿Te la compró tu papá?
—No, fue Leticia.
—William, ¿quién es Leticia? -le preguntó Flammy con desconfianza.
—Es una amiga de Dorothy, la conoció en el parque.
—Pauna no debes recibir regalos de extraños -le dijo quitándole la muñeca -. La voy a votar a la basura.
—No mamá, es mía -dijo la niña colocándose a llorar.
—¡Flammy, devuélvele la muñeca! -le exigió Albert.
—William, Pauna tiene muchas muñecas, esta es muy vulgar.
—Flammy, es un regalo que le hicieron a la niña.
—De la amiga de una sirvienta, William.
—Papá, ¿quiero mi muñeca?
Albert se acercó a Flammy y se la quito de las manos.
—Aquí tienes mi pequeña, ve a jugar con ella a tu habitación.
—Si papá -dijo la niña subiendo a la planta de arriba de la mansión.
Flammy se puso furiosa con la actitud de su esposo.
—¡No me gusta que me desautorices delante de Pauna!
—Hiciste llorar a mi hija, eso jamás te lo voy a permitir.
—Por favor cariño, sabes que Pauna no es tu hija.
—¡Claro que es mi hija! -replicó Albert con seguridad.
—Te duele que te diga la verdad, esa niña puede ser de Terry Granchester, parece que se te olvido lo que te hiso Candy.
—¡Cállate! -le gritó Albert muy alterado. -. Pauna es mi hija, así que no vuelvas a decir lo contrario.
Flammy se sentó en el sofá y fingió llorar.
—¿Como me puedes hablar así? No vez que estoy esperando un hijo.
El conde se trató de tranquilizar.
—Lo siento, pero no me hagas enojar.
—No volverá a pasar.
—Bien, voy a subir a darme un baño y cambiarme de ropa.
—¿Vas a salir nuevamente?
—Si, voy a la fiesta del marqués de Kless.
—¿Te vas solo?
—No creo que tú me quieras a acompañar.
—Te equivocas, por supuesto que te voy a acompañar -le dijo Flammy que no iba dejar que su esposo fuera solo a la mansión del marqués, donde también iba estar Karen Kless.
…
Por otro lado, George también fue invitado aquella fiesta y fue acompañado de Candy. Era un plan arriesgado que ella se hiciera presente, pero era una buena oportunidad que tenía para rencontrarse con Flammy. Disfrazada como cuando veía a su hija, Candy llego del brazo de George a la mansión del marqués de Kless siendo recibido por el mismo.
—George, bienvenido -lo saludó el marqués que lo conocía de hace años atrás.
—Gracias, ¿cómo ha estado marqués?
—Muy bien. Me enteré que estuviste en América.
—Si, pero decidí regresar.
—Veo que llegaste muy bien acompañado -le dijo el marques echándole una mirada a Candy, que vestía muy bella y elegante.
—Así es, ella es... mi prometida Leticia -contestó George que antes lo había hablado con Candy, así nadie sospecharía de ella.
—Mucho gusto, señorita -la saludó el marqués dándole un beso en la mano.
—El gusto es mío, marqués.
—Pasen para que disfruten de la fiesta.
—Gracias, marqués -le dijo George.
Ingresaron al interior del elegante salón, que estaba repleto de invitados entre ellos el conde y Flammy, que se encontraban platicando con Archie y su esposa Annie. Candy al darse cuenta de la presencia de su ex esposo sintió un salto en su corazón, pero al mismo tiempo un gran dolor al verlo con esa mujer.
—Ahí están, George -dijo mirándolos fijamente.
—Si.
—¿Como odio a esa víbora?
—Con calma Candy...no se desespere.
—No se preocupe, no pretendo hacer ningún escándalo.
—Si...
—Vamos a beber algo, le hará bien.
Ambos caminaron en busca de algo de beber, cuando Albert se dio cuenta de la presencia de su ex amigo.
—¿Que miras tanto? -le preguntó Flammy, pensando que estaba observando a la coqueta de Karen.
—Ha George, vino a la fiesta.
Flammy miró hacia ellos.
—Y llego con una mujer.
—Esa debe ser su prometida -añadió Archie.
—¿Tú crees sobrino? -le preguntó Albert interesado.
—Si, dicen que es joven y bella.
—Es muy bonita, me recuerda a alguien -dijo Annie.
—Voy a saludarlo -dijo Albert curioso por saber si realmente esa mujer era la prometida de George.
Camino hasta ellos, sin embargo, Candy se dio cuenta que el conde venia hacia ellos y salió rápidamente del lado de George. No podía correr el riego de ser reconocida por su ex esposo.
—Hola George -lo saludó Albert dándole la mano.
—William, ¿cómo estás? -le preguntó un poco incomodo.
—Bien. Me alegra mucho de verte. Pensé que te ibas a quedar en América.
—Si, pero tuve que cambiar de planes.
—Andas acompañado.
—Si, es mi prometida.
—¿La conociste en América?
—Así es.
—Qué bueno. Te deseo lo mejor.
—Gracias William -sonrió George -. ¿Y tú como estas con Flammy?
—Bien. Vamos a tener un hijo.
—¡Felicidades!
…
Candy salió corriendo hacia el jardín escapando de Albert. No quería estar cerca de él, aunque andaba disfrazada el la podría reconocer y eso arruinaría sus planes. Quería marcharse de la mansión del marqués de Kless, pero no sabía cómo hacérselo saber a George, solo esperaba que el la salir a buscar. Se quedo esperándolo unos minutos, cuando vio que Flammy salía de la mansión y caminaba hacia unos árboles que rodeaban la mansión. Sin pensarlo Candy la siguió.
Flammy se detuvo debajo de un árbol y ahí se quedó afirmada, mirando las estrellas.
—Hola Flammy -la saludo la voz de Candy colocándose frente de ella sin la peluca y los anteojos.
La condesa se quedó helada al reconocer esa voz.
—¡Candy! -la nombró como si fuera un fantasma.
—La misma...
—¡Tú estás muerta!
—Si, morí en el barco, donde Terry me secuestró por tu culpa.
—Eso no es verdad.
—Si lo es, tu planeaste todo para separarme de Albert, pero algún día vas a pagar todo el daño que me hiciste.
—¡Noooo! -gritó Flammy corriendo del lugar.
—¡William! ¡William! -la condesa comenzó a llamarlo en medio del salón.
El al escucharla se acercó a ella.
—¿Que te pasa, Flammy?
—Quiero irme de aquí.
—¿Te sientes mal?
—Si…
Karen se acercó a ellos.
—¿Pasa algo?
—Flammy no se siente bien.
—¿Quieren que mande a buscar a un doctor?
—No, yo solo quiero irme de esta mansión -insistió Flammy.
…
Albert tomo a su esposa y regreso con ella a la mansión. Al llegar hiso que subiera a su habitación y se acostara.
—Es mejor que descanses -le dijo guiándola hasta la cama.
—¡William no me dejes sola! -lo abrazo desesperada -. Ella puede aparecer.
—¿De quién hablas?
—De Candy, la vi en la mansión del marqués.
Albert la miró como si Flammy se estuviera volviendo loca.
—Voy a mandar a buscar un doctor para que te venga haber.
Flammy se quedó pensando que si eso ocurría el medico podría descubrir que ella no esta embarazada.
—Cariño no es necesario, ya me siento bien.
—Pero tu acabas de decir...
—No hagas caso lo que te dije, seguramente fue mi imaginación. Solo quiero dormir.
—Está bien...yo te acompaño hasta que te quedes dormida.
…
Al otro día Pony la tía de Candy fue a la habitación de su sobrina para saber que había pasado en la fiesta.
—¡Santo cielo Candy! ¿cómo fuiste capaz de hacer eso? -exclamó la mujer.
—No pude aguantarme tía, cuando la vi sola me acerqué.
—Entonces, te reconoció.
—No, me presente ante ella tal cual soy. Salió corriendo pensando que era un fantasma.
—Jajajaja, que ganas de haberla visto.
—Se puso como loca.
—La conciencia.
—Si tía, ella va terminar muy mal.
—Es lo que se merece. ¿Y viste al conde?
—Si...pero no hable con él, salí huyendo cuando se acercó a George a saludarlo.
—Lo sigues amando, ¿verdad?
—Si tía, ayer que lo volví a ver sentí tantas cosas. Recordé todos los bellos momentos que viví junto a él.
En eso se escuchó el sonido de un carruaje.
—Parece que llego alguien -dijo Pony.
Candy caminó hasta la ventana del cuarto, cuando vio un lujoso carruaje donde bajaba la condesa de Andrew.
—¡No puede ser! -exclamó Candy asustada.
—¿Qué pasa, sobrina?
—Flammy está aquí.
—¿Habrá descubierto que estas viva?
—No lo se tía -contestó Candy preocupada.
Continuará...
Hola mis lindas chicas.
Espero que se encuentren muy bien. No había podido actualizar, estuve un poco emferma, pero ya me siento bien. Muchas gracias por seguir leyendo la historia. Aquí les dejo otro capitúlo para que lo difruten.
Les mando un cariñoso abrazo a la distancia.
