"Esto lo hago por la paz de Etheria" se repetía a sí misma Catra, la princesa del reino magicat. Su madre, Cyra, estaba en una reunión importante con la princesa de Brightmoon, estaban ultimando los detalles de su negociación. La felina había tenido una larga conversación con su madre, debido a que el reino de Brightmoon necesitaba todo el apoyo posible para acabar con la horda.
Como el reino magicat nunca fue parte de la alianza de las princesas, ahora que los rebeldes estaban ganando la guerra, estaban en una situación delicada a nivel diplomático. Los magicat debían formar parte de uno de los dos bandos, no podían permanecer ocultos y neutrales. Y la reina Cyra prefería estar muerta antes que unirse a la horda, ya que su líder, Hordak, en algún momento secuestró a su hija, cuando era tan sólo una pequeña de 5 años.
Fue rescatada por su propia gente, con ayuda de un mago de Mystacor, que resultó ser un súbdito de Brightmoon. Por lo tanto, Cyra tenía además una deuda con ese reino. Así que la princesa Glimmer fue la encargada de negociar con el reino magicat en una misión diplomática. Aunque le preocupaba la propuesta, fue valientemente a explicársela a la reina Cyra.
La propuesta era simple: un matrimonio arreglado, entre la guerrera más poderosa de Brightmoon, por la cual estaban ganando la guerra, con la princesa del reino magicat. Con ello se saldaría la deuda, y de paso, se realizaba una fuerte unión entre ambos reinos, lo que daría una posición más privilegiada a la alianza rebelde frente a la horda. Por supuesto, los guerreros magicats se unirían a las fuerzas rebeldes para combatir contra Hordak, un hecho histórico para Etheria.
Además, estaba la promesa que cuando acabaran con la guerra, ambas serían libres de divorciarse si quisieran. Cyra lo meditó, no era una mala propuesta, el problema era que sentía que estaba vendiendo a su hija como si fuera un objeto, por lo que le dijo a Glimmer que en un plazo de siete días le daría su respuesta. Así que conversó tranquilamente sobre la propuesta con Catra, temerosa de que le dijera que no, porque en ese caso realmente no sabría qué hacer.
Catra comprendió enseguida la situación general, era una joven lista, sabía que la fuerza de los magicats sería bien recibida por la alianza. Sabía que la horda no significaba nada bueno para Etheria, así que aceptó sin dudar. Además, le causaba curiosidad la princesa del poder, con quien se casaría, tenía la extraña sensación de que la conocía, lo cual, probablemente era algo imposible.
Suspiró. Habían transcurrido sólo tres días de la visita diplomática de Glimmer, y esta vez venía para llevarla a Brightmoon. Su familia iría en manada al día siguiente, cuando se celebrara la boda. La princesa brillitos tenía el poder de teletransportarse, por lo que viajarían más rápido hasta el palacio de Brightmoon. Catra no estaba muy convencida de la idea, pero entendía que, con los preparativos acelerados, ella debía estar allá lo antes posible.
Brillitos estaba ahí, frente a ella, saludándola con una sonrisa forzada.
—Hola, princesa Catra. Vengo a escoltarla personalmente hasta Brightmoon.
—Hola Brillitos, no te preocupes, puedes tutearme, después de todo tenemos el mismo rango, y tampoco me interesan las formalidades.
—¡Genial! Porque vamos atrasadas. Ven conmigo —la tomó del brazo y se teletransportaron a un lugar en medio del bosque susurrante. Catra sintió vértigo y náuseas de inmediato.
—Agh, eso fue horrible.
—Malditas reuniones diplomáticas, ¡por qué tienen que ser tan lentas! —se quejó Glimmer en voz alta, luego observó a Catra que se apoyaba en un árbol, se veía pálida, si es que eso era posible — ¿estás bien? Lo lamento, pero no puedo esperarte, como dije, estamos atrasadas.
La volvió a tocar en el brazo, y esta vez se teletransportaron justo en la entrada del castillo. Glimmer preguntó a los guardias dónde estaba su madre, cuando le dijeron que estaba en el salón real, llevó a Catra hasta allá, pero caminando, para darle tiempo de recuperarse. Entonces, la felina pudo recuperar la compostura y reclamarle a Glimmer.
—Oye Brillitos, podrías haberme advertido que me enfermaría con tu forma de transportarte. Esas no son maneras, es mejor trepar con velocidad, nos hubiéramos demorado lo mismo.
Glimmer sólo le lanzó una mirada divertida, pero súbitamente se volvió seria.
—Ahora conocerás a mi madre, la reina de Brightmoon. Y muy posiblemente a tu futura esposa.
—Ajá —dijo por toda respuesta. Se sentía algo nerviosa de pronto.
—Oye, lamento todo esto. Pero es la única manera por ahora. Pronto acabará todo, no te preocupes.
—Eres muy amable, Brillitos. No lo olvidaré.
Glimmer no dijo nada más, estaban por llegar al salón real. Los guardias las dejaron pasar sin ningún problema. Catra entró al gran salón, tardó un segundo en acostumbrarse en la exuberante iluminación, todo en Brightmoon parecía brillar, era estresante. La reina estaba en el trono, y al lado de ella, una chica rubia, con una capa roja, que estaba de espaldas, parecía estar hablando hasta que Glimmer entró.
La atención de Catra se enfocó en la reina Angela, ya que cuando la mujer rubia se volteó, sus ojos azules la observaron un segundo con sorpresa, para luego mirarla con frialdad. También notó que llevaba una armadura dorada que le cubría su pecho y vientre, y unos finos pantalones azules, acompañados de unas botas muy propias del ejército. Parecía un general a simple vista, era una mujer con bastante presencia. Contrastaba mucho con la reina Angela, una mujer que literalmente parecía un ángel y tenía una esencia muy cálida.
—Bienvenida al reino de Brightmoon, princesa Catra. Esperamos que tu estadía aquí sea placentera.
—Muchas gracias, su majestad —hizo una pequeña reverencia antes de continuar—, todo sea por la paz de Etheria.
—Así es. Dejando de lado las formalidades, lamento que te hayas visto envuelta en esta situación.
—No se preocupe, la política es así, lamentablemente. Sólo espero que derroquemos a la escoria de Hordak —respondió con rencor Catra.
La reina asintió.
—Bueno, te presento a Adora, actualmente la princesa del poder, She-ra, y una de los generales del ejército de la alianza rebelde.
La joven rubia se acercó a Catra, con un rostro serio, parecía algo tensa.
—Bienvenida, princesa magicat —dio una pequeña reverencia a modo de saludo.
—Puedes llamarme Catra, después de todo, seremos esposas —bromeó la felina, pero al parecer la broma disgustó a Adora, que hizo un gesto de desagrado, torciendo la boca.
—Como quieras —murmuró.
—Adora, por favor, preséntale su habitación a Catra, y enséñale el castillo —la orden de la reina venía con un tono de regaño incluido.
Adora hizo una reverencia como asentimiento, le ofreció el brazo a Catra, la cual se apoyó en él, sólo para saber qué le fastidiaba tanto.
Una vez que salieron del salón real, Adora esperó alejarse unos metros, y ya que en el pasillo no había guardias, aprovechó de hablar con Catra.
—Escucha, sé que esto no es precisamente con la boda que soñabas, pero por favor, intenta poner todo de tu parte para terminar con esto rápido. Estamos perdiendo demasiado tiempo valioso con esta celebración estúpida.
—No sé qué te hace pensar que yo sueño con casarme, rubia tonta. Sólo acepté esto porque es lo mejor para acabar con Hordak.
Adora la miró estupefacta por unos segundos, la acababa de llamar rubia tonta, a ella, la general del ejército rebelde, la princesa del poder.
—Cuida tu lenguaje, niña —enfatizó la palabra "niña" con cierto desprecio.
—No quieras hacerte la adulta conmigo, apenas tienes dos años más que yo de vida. Se te subieron los humos a la cabeza parece, porque simplemente estás siendo grosera con tu invitada. Ahora sé una buena niña y enséñame el castillo, que es la primera vez que vengo y debo prepararme para una boda falsa.
Adora resopló enfadada, comenzó a caminar a paso rápido. Catra estaba molesta, pero le divertía que se enojara tanto. Cuando llegaron por fin a la habitación, Adora abrió la puerta, estirando el brazo hacia dentro, haciéndole señas para que entrara.
—Y esta es tu habitación, Catra. Ya está llena de vestidos o lo que quieras ponerte para nuestra fabulosa boda —le explicó con sarcasmo.
—Espero que disfrutes nuestra boda, probablemente sea la única que tengas en tu vida —le sonrió Catra.
—No me interesa casarme, mi deber es proteger Etheria.
—Sí, sí, ya te vimos, ahora déjame probar la ropa que me dieron —dijo haciendo un gesto despectivo con la mano para que Adora se fuera.
La rubia se fue dando un portazo. Estaba indignada con la actitud de Catra. Ella debería mostrarse más agradecida por la ayuda de Brightmoon con su pueblo marginado. No podía creer lo descarada que era, sus respuestas la descolocaban totalmente y le molestaban demasiado. Lo peor es que en las siguientes horas estuvo dándole vueltas a las palabras que intercambiaron, y se reprendía a sí misma por no dar mejores respuestas a la felina.
Al fin llegó la noche, era momento de descansar, y la rubia pensó que por fin podría relajarse, ya estaba en pijama, cuando de pronto aparece Glimmer en su habitación, asustándola.
—¡Glimmer, te he dicho que no hagas eso!
—¡Sólo lo hago cuando es una emergencia!
—¿Qué pasa ahora?
—Es Catra. No está en su habitación. Tenía que hablar con ella sobre algunos detalles de mañana. Supongo que hiciste con ella el recorrido al castillo ¿verdad?
—¿Qué? Ah, sí, obvio —Adora tenía una debilidad, y es que no sabía mentir.
—No lo hiciste. Toma, te dejo esta lista de las cosas de las que Catra debe estar al tanto. Esta es tu responsabilidad ahora en castigo, yo me voy a dormir, estoy exhausta.
Antes de que pudiera replicarle algo, Glimmer desapareció. Adora se llevó una mano a la cabeza, ¿por qué siempre le pasaban estas cosas? Supuso que Catra era lo suficientemente lista para no ir tan lejos de su habitación, pero deambuló bastante rato hasta que la encontró en un balcón cuya vista daba hacia los bosques susurrantes.
Catra estaba sentada sobre el barandal y apoyada en la muralla, lo cual no era muy seguro, pero ella parecía bastante cómoda.
—Dime que no vas a saltar, porque sería muy difícil explicar tu muerte a la reina Cyra.
Catra volteó, sus ojos felinos brillaban en la oscuridad, lo que hizo que Adora tragara saliva, pero siguió avanzando hacia ella.
—No te preocupes, no te daré el placer de deshacerte tan fácilmente de mí —respondió sarcástica.
—Glimmer te estaba buscando para hablarte de esta lista.
Le entregó la lista, y por un segundo, sus manos se rozaron. Fue extraño.
—Es raro que te portes amable. ¿Acaso te regañaron, Adora? —preguntó con malicia la felina. La rubia se molestó enseguida.
—Nadie me regañó, Catra. Simplemente se preocupó por ti ya que no conoces el lugar y podrías perderte, y me pidió ayuda.
—Oh, ¿y gracias a quién será que no conozco el lugar?
—Ya deja de molestarme y vete a dormir, necesito descansar.
Catra dobló la lista y la guardó en uno de los bolsillos de su pantalón. Se bajó del barandal y caminó hacia el interior del castillo.
—¿Puedo saber por qué estabas aquí afuera? —preguntó Adora.
—Pesadillas que tengo de vez en cuando —respondió encogiéndose de hombros.
Adora asintió, la comprendía, ella también tenía pesadillas de vez en cuando.
—Si quieres te muestro la torre con la mejor vista de toda Etheria, es bastante relajante —respondió con una sonrisa amable por primera vez la rubia.
—Vaya, si es la mejor de toda Etheria, tendré que verla.
Adora sonrió con sinceridad, y sin pensarlo demasiado, la tomó de la mano y la llevó corriendo a una de las torres del castillo. Esa torre era de observación, por lo que la cima era pequeña, sólo podían estar dos personas en el lugar, que básicamente era el descanso de la escalera, y tenía un telescopio en la única ventana que había.
—Aquí vengo a relajarme cuando tengo pesadillas —le contó Adora, mientras admiraba el paisaje, se veía mucho más allá de los bosques susurrantes gracias a la altura de la torre.
—No sabía que la todopoderosa She-ra pudiera tener pesadillas —dijo en tono de broma Catra. La rubia negó con la cabeza.
—Por supuesto que She-ra no tiene pesadillas. Soy yo la que tiene pesadillas. Cuando era pequeña, Hordak me secuestró junto a otros niños, la mayoría huérfanos.
Al escuchar eso, algo hizo clic en la cabeza de Catra. Tal vez por eso era que Adora le parecía familiar. Le tomó con ambas manos el rostro, mirándola con detención, esos ojos azules, esa boca, definitivamente era ella.
—¡Eres tú! —dijo una vez que la soltó, Adora tenía cara de confundida.
—¿Yo qué?
—Tú fuiste la que me ayudó cuando fui secuestrada por Hordak.
Adora abrió aún más los ojos, genuinamente sorprendida.
—¿Tú eras esa magicat? No lo puedo creer.
—Nunca pude agradecerte adecuadamente —Catra tomó ambas manos de Adora, quien se avergonzó de inmediato— gracias por todo lo que hiciste, eso me ayudó bastante a superar ese episodio traumático de mi infancia.
—De… nada.
Catra soltó sus manos, le sonrió y luego se giró para admirar la vista nuevamente, realmente se veía hermoso todo de noche. Adora intentó recuperar su compostura luego de ese incómodo momento entre ambas, aunque fue más incómodo para ella que para la felina.
—Sabes, aunque yo intenté protegerte en ese entonces, también tenía miedo. Pero supongo que sacaba toda mi fortaleza al verte tan indefensa. Aunque tuve mucha ayuda luego de que me acogieron aquí en Brightmoon, a veces tengo pesadillas con la zona del terror.
Catra observó a Adora, que se mantenía seria, aunque no con esa frialdad que le había mostrado antes.
—Yo también. Entiendo tu frustración con todo este tema de la boda, es verdad que nos hace perder tiempo. Pero creo firmemente en que los guerreros magicats serán una gran adición a las fuerzas rebeldes, y que juntos podremos derrocar a Hordak, que no podrá seguir abusando de niños huérfanos.
Adora asintió, realmente se había comportado como una grosera.
—Lamento mucho mi comportamiento, Catra, fui muy grosera contigo a pesar de que eras una invitada de este reino que me acogió en mi peor momento —inclinó la cabeza mientras hablaba.
—No te preocupes, ya quedó en el pasado. Creo que ya puedo ir a dormir en paz. Pero, me olvidé de donde está mi habitación por venir corriendo contigo hasta aquí. Si me ayudas con eso, olvidaré todas tus malas palabras contra mí desde que llegué a este castillo.
—Claro, como quiera, princesa —le sonrió Adora.
Caminaron en silencio hacia el dormitorio de Catra, por alguna razón, una extraña tensión se había formado entre las dos. Adora salió casi corriendo una vez que se despidió, lo que hizo sonreír a Catra, tal vez, podría sacar algo de diversión de todo el asunto de la boda después de todo.
Al día siguiente, Adora se preparó lo más rápido que pudo, iba a usar un vestido blanco con detalles dorados muy simple, el cabello suelto y sujeto con una tiara dorada. Se veía como otra persona, al verse en espejo, vio el reflejo de Adora, una mujer que vivía en Brightmoon. Sonrió, se sentía tranquila y esperanzada.
Catra, por su parte, había escogido una blusa de seda roja, una capa al hombro blanca con dorado, y unos pantalones oscuros con detalles dorados. Su cabello no estaba suelto y salvaje, sino que recogido en una cola de caballo. Se veía muy formal y diferente a como solía vestirse, pero de todas maneras lucía genial, le gustaba ver su reflejo.
Acudieron al salón del castillo donde se realizaría el banquete, todas las princesas de la alianza estaban ahí, incluso Entrapta. Las novias llegaron y saludaron a todo el mundo, tanto a las princesas como a los magicats invitados. Adora observaba de reojo a Catra, se veía bastante atractiva vestida de manera formal, pero cuando se topaba con su mirada, desviaba la vista avergonzada.
Para el anuncio de su unión, apareció la reina Angela, y en medio de todos, anunció que Adora y Catra eran esposas. Como símbolo de su nuevo estatus, les regaló a ambas un broche de oro con forma de ala. Luego de eso todos brindaron por las nupcias de Adora y Catra, continuando con el banquete hasta el atardecer. Como la función debía ser completa, les asignaron una habitación especial en el ala oeste del castillo, que estaba más desocupada.
Glimmer les dio un mapa para llegar a dicha habitación que había sido dibujado por Bow, quien las saludó a la distancia desde el rincón del salón en el que estaba, ya que ambas estaban algo cansadas y querían retirarse. La fiesta continuó sin ellas, como era de esperarse, había mucho alcohol fluyendo en el lugar, y ni siquiera Adora se abstuvo de beber. Se fueron tomadas de la mano, contagiadas de la euforia del banquete, el ambiente era bastante festivo, la unión entre Brightmoon y el reino magicat ponía a todos de buen humor.
Bailaron, rieron y conversaron entre ellas, a veces en grupo y otras a solas. Adora y Catra estaban ebrias la una de la otra, todo el mundo lo notó. Una vez que encontraron la habitación, Adora cerró la puerta con el seguro mágico anti Glimmer. Luego se volteó hacia Catra para besarla, la felina le correspondió, su lengua era suave, lo cual era sorprendente, Adora esperaba que fuera áspera. Como estaba algo achispada, se separó por un momento de la magicat para preguntar.
—Pensé que tu lengua sería áspera por alguna razón, ¿no debería serlo? —le dijo sonriendo Adora. Catra lanzó una breve carcajada antes de responder.
—Nuestra lengua sólo se vuelve áspera cuando nos lamemos alguna extremidad, se activa como reflejo, normalmente es suave.
Adora asintió, había perdido el interés en seguir hablando, Catra se había deshecho de la capa, y se estaba desabotonando la blusa. La rubia estaba embobada mirando cómo se desnudaba. Se quitó la blusa, no había nada más que sus pechos debajo. Adora tragó saliva. La felina se puso detrás de ella, para quitarle el vestido. Sus manos acariciaron la espalda tonificada de Adora, a quien le dio un pequeño escalofrío, sintió los vellos de sus brazos erizarse ante la sensación.
Catra la abrazó por atrás, apartó su cabello delicadamente hacia un costado, para poder besar parte de su cuello. Adora ahogó un suspiro, quería más. Una mano de la felina buscó uno de sus pezones para juguetear un rato, mientras que la otra se coló en sus bragas.
—Eres tan hermosa —murmuró Catra en el oído de Adora. Sus dedos se toparon con la humedad de la rubia, que jadeó al sentirlos. Pronto encontró ese punto débil de toda mujer, comenzó a estimularlo, sólo para escuchar a Adora gemir entre sus brazos.
Adora sentía su cuerpo arder, le encantaba cómo Catra le tocaba, se dejó querer, sonriendo con satisfacción pura, nunca esperó sentir tanto placer con alguien a quien acababa de conocer. La felina no la dejó tranquila hasta alcanzar el orgasmo. Luego ambas terminaron de desnudarse definitivamente para irse a la cama. Adora se zambulló en la entrepierna de Catra apenas tuvo la oportunidad, ella también quería oírla gemir.
La felina no se contuvo, gimió alto y claro el nombre de Adora, hasta alcanzar el clímax. No fue suficiente para ninguna de las dos, se enredaron en besos húmedos, piel contra piel, apenas respirando, cada vez más mojadas, usando los dedos o la lengua, la noche transcurrió en medio de los gemidos placenteros de ambas. El fuego que había despertado en ambas estaba lejos de extinguirse.
Al día siguiente, ambas partieron a la batalla, y en medio de sonrisas cómplices, lucharon codo a codo contra la horda, hasta aniquilarla totalmente. She-ra le cortó la cabeza a Hordak, y la paz por fin llegó a Etheria. Luego de los masivos festejos por todo el planeta, Adora y Catra se divorciaron, para comenzar a ser novias oficialmente, aunque ambas tenían el presentimiento que probablemente celebrarían una boda esta vez por propia voluntad pronto.
El siguiente objetivo era mucho más importante: liberar el corazón de Etheria para volver a formar parte del universo del que Mara los había excluido para proteger a todos.
