—Le seré sincero, señorita Catra —Prime pronunció con especial delicadeza su nombre, causándole escalofríos a la aludida— esta situación no parecía tan grave al comienzo, pero poco a poco esas bestias se han salido de control. Necesitamos que vaya a su territorio y se encargue de la manera que crea necesaria. Por mi parte, si considera darse un festín con su sangre, no me molestaría en absoluto.

Catra asintió, Prime era uno de los vampiros más viejos del mundo, su presencia emanaba cierto poder que intimidaba a cualquiera, incluso a ella, que a pesar de ser una "inquisidora", de tener un largo historial de batallas y muertes a su haber como vampira, se sentía amenazada en presencia del hombre, que tenía cerca de dos milenios de edad, mientras que ella apenas tenía medio milenio. Sin embargo, esa era una reunión oficial, por lo que sabía que el hombre no le haría daño.

—Lo que no entiendo es cómo una manada de lobos pudo salirse de control —comentó Catra, mirando el expediente que le había sido entregado, lleno de fotografías e informes precisos.

Prime suspiró con notorio cansancio. Hablar del tema le tenía estresado, tenía que lidiar con numerosas quejas de vampiros que eran simples ciudadanos hasta miembros del concejo vampírico de Etheria, pero entendía que la inquisidora estuviera sorprendida de que una manada de lobos se hubiera vuelto un problema.

—Hace algunos años, enviamos a unos exploradores para que investigaran la zona donde estos perros rabiosos se habían instalado, pero fueron localizados rápidamente, algunos casi pierden la vida en el intento. La alfa de esa manada, se autoproclamó en aquel entonces como la salvadora de Etheria, prometiendo que salvaría al mundo de los vampiros. Pero no sucedió nada relevante durante al menos unos dos o tres años. Hasta que enviamos a un inquisidor, Bow, quien seguramente usted conoce. No volvimos a saber de él, pero sabemos que no está muerto. Hace algunos meses, el banco de sangre más grande de Brightmoon, fue incendiado y saqueado por lobos de esa manada.

—¿Quiere decir que Bow nos traicionó?

La cara de Prime se contrajo un momento por la ira por la sola mención de la palabra traición.

—Es posible. Lo más grave de esto, es que la tal "She-ra"—pronunció el nombre con desprecio— nos envió una carta amenazándonos con revelar nuestra naturaleza a los humanos, para que se den cuenta de que los utilizamos para nuestro propio beneficio.

—Está loca, no puede hacer eso. Hay algo en todo esto que no me cuadra, primero, Bow es sumamente leal, la única posibilidad de que nos haya traicionado, sería que se hubiese unido a los lobos, o más bien, a uno de ellos, como su alma gemela. ¿Es eso posible, señor? Lamento molestarle con estas preguntas, pero creo que servirán para mi investigación.

—No se preocupe, la comprendo. Por más que este tipo de cosas me hagan perder la paciencia, no puedo desquitarme con una inquisidora que sabe hacer su trabajo —suspiró antes de continuar explayándose—; por desgracia, sí puede suceder. Ha habido casos en los que los lobos encuentran sus almas gemelas en los vampiros, no han sido demasiados, pero puede ser una combinación peligrosa.

—Entiendo. Otra cosa que me llama la atención. Al parecer "She-ra", a pesar de ser una alfa, no parece estar al tanto del Tratado de Paz y Convivencia. ¿O me equivoco?

—No puedo asegurarlo, ya que no se llegó a investigar sobre esto. Lo que sí debo mencionarle, es que otras manadas se unieron a la de She-ra, por lo que no es la única alfa al mando. Por eso es necesario que sea lo más discreta que pueda, aunque estoy al tanto de sus habilidades felinas para escabullirse. Bow era un vampiro mucho más joven, por lo que puede que haya caído en una trampa o incluso puede que lo hayan atrapado.

—Comprendo. Tal vez si menciono el Tratado podamos resolver esto de forma más diplomática. Lidiar con manadas no es algo muy agradable para nuestra especie.

—Señorita, mientras nuestras reservas de sangre, es decir, mientras los bancos estén a salvo, no me importa cómo, pero debe detener esta rebelión que se ha levantado. El concejo está pidiéndome resultados todos los días, por lo que tendrá que mantenerme informado en todo momento.

—Así será señor. Me retiro, estaré en contacto.

Catra se marchó del decadente castillo oscuro con prisa. No le gustaba estar en ese lugar, ese vampiro era demasiado peligroso. Se tocó el cuello en busca de su collar con el amuleto rojo. Siempre hacía ese gesto cuando buscaba tranquilizarse. Ese amuleto le ayudaba a aparentar una vida normal, a caminar a la luz del día, pero como cualquier ser vivo, no podía pasar tanto tiempo sin dormir, también necesitaba descansar. Por lo que siempre que podía, dormía de día, aunque en ocasiones no podía ser más de un par de horas, sobre todo cuando estaba en misiones.

Se puso a estudiar el expediente con más detención una vez que estuvo en su auto, el mapa indicaba que la manada estaba asentada a las afueras de la metrópolis de Brightmoon, en típicas casas suburbanas para familias pequeñas. Sólo que éstas estaban ubicadas en los cerros que estaban al norte del bosque susurrante. Al parecer el lugar estaba urbanizado, por lo que podría ir con su auto hasta allá.

No pensaba usar sus habilidades vampíricas para este caso, ya que volar hasta allá sólo llamaría la atención. Revisó sus provisiones, le quedaba sangre suficiente como para unas dos semanas, lo que no tenía suficiente era "esencia humana", una fragancia que escondía su esencia vampírica a otras especies, aunque era posible que no funcionara en lobos alfas. Suspiró, debía aprovechar que la noche recién había comenzado, así que partió a toda velocidad al otro extremo de la ciudad. Manejar a 200 km/h no sería ningún problema para sus agudos sentidos.

Cuando estaba cerca del sector, se detuvo para rociar en todo su cuerpo e incluso toda su ropa la esencia humana, más le valía ser precavida, ya que en ese lugar no había uno, sino que varios alfas. Las bolsas de sangre estaban en dos maletas lo suficientemente hermética para que incluso un vampiro no las oliera. Así que sólo quedaba dar un paseo por el barrio. Catra sonrió, hacía mucho que no tenía que hacerse pasar por humana, sería divertido.

Eran alrededor de las 11 de la noche, así que lo mejor que podía hacer es simular estar perdida, si es que alguien le preguntaba. Los vidrios estaban parcialmente polarizados, así que podía observar con cierta indiscreción. Todo parecía bastante tranquilo en la primera manzana, pero notó que unas calles literalmente más arriba, ya que eran cerros urbanizados, había una casa con muchas luces encendidas, que, o tenían una fiesta, o alguna reunión. Siguió conduciendo a una velocidad muy moderada, ya que los humanos no veían bien en la oscuridad, y en esos momentos ella era una ciega que conducía despacio por no ver muy bien de noche.

Al llegar a la calle en cuestión, se dio cuenta que tenían una fiesta. Había mucha gente afuera, olor a carne asada y alcohol. Una moto ranger estaba estacionada afuera, en el motor había una calcomanía pegada que decía "She-ra". Bingo, aquella debía ser la casa de la alfa. Catra decidió arriesgarse y acercó el auto para preguntarle a alguien de la fiesta sobre "cómo volver a Brightmoon". Se detuvo frente a la casa, bajó la ventanilla, esperando que alguien la notara, pero durante un buen rato nadie siquiera la miró. Así que tocó la bocina, llamando la atención de varias personas, aunque sólo una se acercó.

Su olor era inconfundible, era una loba, los lobos estaban celebrando por algo, quizás era por el banco de sangre que habían destruido.

—Disculpa, estoy algo perdida, el gps me trajo por acá y yo sólo quería volver a Brightmoon, ¿me podrías ayudar?

La loba pestañeó unos segundos, mirándola. Catra se sentía algo nerviosa, esperaba que su olor no se notara y que ella no fuera una alfa.

—Lo siento, señorita, buscaré alguien que la pueda ayudar, creo que estoy algo ebria y además no soy de por aquí.

La joven se marchó antes de que Catra replicara algo. Si salía a toda marcha de ahí sería más sospechoso así que no le quedó más remedio que esperar. Observó que la chica hablaba con una mujer rubia que asentía y le sonreía. Su oído agudizado captó todo el intercambio de palabras, pero no se dijeron nada que la pusiera en peligro. De momento todo iba bien. Catra se mantenía tranquila, a pesar de que corría un riesgo al estar ahí.

Cuando la mujer comenzó a acercarse, Catra notó que la camiseta que llevaba puesta tenía escrito con pintura tal vez la palabra "She-ra". De todas las personas, tenía que ir a hablarle a la alfa problemática. Se encontró directamente con sus ojos azules, no tenían atisbo alguno de odio, lo cual era una buena señal.

—¿En qué te puedo ayudar? —dijo sonriendo con franqueza, mientras se apoyaba en la ventana del auto de Catra.

—Bueno, le explicaba a tu amiga que el gps me trajo para acá no sé cómo y yo sólo quería volver a Brightmoon.

—Ajá. Técnicamente esto sigue siendo Brightmoon, pero tal vez para ti esto no es lo que esperabas de la gran ciudad. Sólo tienes que bajar este cerro, bonito, y te encontrarás con la carretera.

—Ok, gracias por la ayuda.

Catra prefería largarse cuanto antes, no quería correr riesgos. La rubia se apartó, y cuando le estaba dando la espalda para volver, de pronto se dio vuelta.

—Tal vez podría guiarte a salir de aquí, yo puedo subir caminando, estoy acostumbrada, ¿qué te parece? —preguntó con una sonrisa un tanto forzada.

—No es necesario —replicó con rapidez Catra, sus sentidos estaban tan alertas, que le costaba mantener el color habitual de sus ojos. No era el momento para que se volvieran escarlatas.

—No, insisto, no podía dejar que una turista se perdiera por ahí, es peligroso de noche en las afueras de Brightmoon. ¿Me abres la puerta?

Catra quitó el seguro, y la loba se sentó como copiloto, levantando el vidrio de la ventana. Le indicó a la vampira que siguiera derecho mientras mandaba algunos mensajes por el teléfono. El ambiente se volvió tenso de pronto, Catra no tenía idea de qué decir para romper el silencio incómodo que se había establecido entre ambas.

—Me llamo Adora, pero mis amigos me dicen She-ra. ¿Y tú cómo te llamas, linda? —le preguntó con una media sonrisa.

—Catra, un gusto, Adora —replicó la vampira, y a la rubia le dio un escalofrío escucharla decir su nombre.

Estaban en la última calle de abajo, por lo que ya podían despedirse de aquellos cerros. Catra detuvo el auto, quitó los seguros para que Adora pudiera bajarse. Actuaría con inocencia hasta que se demostrase lo contrario.

—Bájate conmigo, Catra, me gustaría mostrarte algo, tranquila, no muerdo, te prometo que es mucho mejor que lo verás en la ciudad —le dijo en tono tranquilo. Catra sólo percibía esa actitud tranquila como peligrosa, pero prefería conocer mejor a su enemiga u objetivo, por lo que se bajó y la siguió hasta una esquina. Adora apuntó hacia arriba, hacia el cielo estrellado, y la luna menguante.

—¿Esto era lo que querías mostrarme, Adora? —cuestionó Catra con seriedad.

—Sí, el cielo no se ve así de hermoso en la ciudad, por eso quería mostrarte esta vista privilegiada. ¿No lo crees?

—Sí, se ve bastante estrellado esta noche.

Corría algo de viento, por lo que era una noche algo helada, pero ninguna de las dos sentía frío.

—¿No tienes frío, Catra? —le preguntó Adora de pronto, mirándola fijamente. La vampira le devolvió la mirada, y gracias al viento, su olor pareció embargarla. La esencia de Adora, era algo muy peculiar, no olía como el resto de los lobos, y estaba segura que no era por su condición de alfa.

—No, estoy bien.

—De casualidad, ¿conoces a Bow?

—No, no lo conozco —mintió Catra con naturalidad.

—Vaya, es curioso, porque él sí te conoce —sonrió con satisfacción Adora.

—Bastante curioso —respondió Catra. Seguía pensando en el olor de Adora, cada vez olía mejor, pero no tenía ansias de su sangre, lo cual le parecía extraño.

—Puedes usar todo el perfume barato que quieras, pero a mí no me engañas, chupasangre —le susurró en el oído a Catra, que por mero impulso tocó con una mano el pecho de la rubia, su corazón latía furiosamente. Adora tomó su muñeca con brusquedad, pensó que la vampira iba a atacarla.

—Vaya, tu corazón late muy rápido —pensó en voz alta Catra, alzando la mirada para encontrarse con la de Adora. La loba vio que los ojos de la vampira eran escarlatas, pero parecía demasiado tranquila para estar sedienta. El contacto con Catra hizo que su mano se calentara, por lo que la soltó con brusquedad.

—Dime qué haces aquí.

—Supongo que Bow sí nos traicionó. Vengo por ti, "She-ra" —dijo con una sonrisa seductora Catra. Adora tragó saliva al escucharla pronunciar su apodo. No le gustaba para nada las reacciones que le generaba esa vampira.

—¿Vienes a matarme? —preguntó con ira contenida.

—Claro que no, así no se resuelven las cosas, querida. Vengo a negociar contigo, por así decirlo. Supongo que sabes que soy una inquisidora.

—Sí, lo sé.

—Y sabes que hacemos cumplir las reglas, ya sea por la razón o la fuerza.

—Por fin hablas claro. Ven, tengamos una pequeña charla en mi casa.

—Creí que la fiesta era en tu casa.

—Esa no es mi casa, es la de los huéspedes.

—¿Donde se alojan los otros alfas que se unieron a tu manada?

—Veo que estás bien informada, Catra —sonrió con sarcasmo Adora.

—Es mi trabajo —sonrió sin emoción de vuelta la vampira.

Entraron a la casa, era pequeña, y como solo tenía el olor de Adora en su interior, Catra supo que vivía sola. Al entrar se veía una cocina compacta a la derecha, con un pequeño comedor con su mesa y cuatro sillas adelante, y una sala de estar con un par de sillones junto con un sofá y una tv. Luego había un pasillo en medio en el que se vislumbraban dos puertas, que probablemente eran del dormitorio y el baño. Adora luego de prender las luces señaló la mesa del comedor. Ambas se sentaron frente a la otra, la loba notó que los ojos de Catra habían dejado su color escarlata, uno era azul y el otro dorado, lo cual le pareció fascinante, pero recordó que debía enfocarse.

—Bienvenida a mi pequeña morada. Aquí podremos hablar con tranquilidad.

—Gracias. Iré directo al grano, Adora. ¿Tienes conocimiento del Tratado?

—¿Tratado? — la loba arrugó el entrecejo al preguntar. Al parecer la suposición de Catra era cierta.

—Aunque no lo creas, hay un Tratado de Paz y Convivencia entre lobos y vampiros que lleva décadas vigente.

—Pues yo no he firmado nada, ni se me ha avisado de nada, tal vez tu gente no me considera "digna" de su atención —masculló Adora.

—Créeme que has captado bastante su atención… ¿Puedo saber cuántos años tienes Adora?

—No creo que sea relevante…

—Lo es. Hubo cierto incidente que involucró el secuestro de una familia muy poderosa de lobos hace tiempo. Así que, si no te importa, me gustaría saber tu edad.

—Tengo casi casi 80 años.

—Y pensar que no aparentas tener ni 30 años. Bien, entonces, según tu edad, puedo asumir que tu apellido es Grayskull, ¿no es así?

La cara de Adora se contrajo por la ira, le molestaba que esa palabra saliera de la boca de una vampira.

—Sí, lo es —respondió con sequedad.

—La familia Grayskull tiene un linaje de lobos alfas que data de muchos, muchos siglos. Se cree que fueron los primeros licántropos que habitaron Etheria y su planeta gemelo, Eternia. Así que, tu familia era bastante poderosa en varios sentidos.

Adora apretó los puños, cosa que no pasó inadvertida por Catra, quien suspiró.

—Antes de intentar arrancarme la cabeza, tienes que escuchar lo que tengo que decir, Adora, por favor. Ya entiendo porqué los tratan de perros rabiosos. En ningún momento he mostrado intenciones de matarte, ¿o sí?

Catra miró fijamente a la loba, hasta que ella negó lentamente con la cabeza.

—En fin, nuestras especies han estado en guerra desde hace bastante tiempo. Antes, se les consideraba simplemente como dos clanes. Pero se llegó a un punto en que las pérdidas para ambos ya eran demasiadas y no valía la pena perpetuar el conflicto. El clan vampírico escogió a uno de sus líderes, lord Prime, para negociar con la familia Grayskull, que en ese momento lideraba el clan lobo. Las negociaciones se llevaron a cabo con bastante normalidad, estableciéndose el Tratado de Paz y Convivencia entre ambos clanes. A raíz de esto, algunos lobos descontentos, con la ayuda de otros vampiros que se beneficiaban de la guerra, secuestraron a los líderes de la familia Grayskull, intentando hacer parecer que el clan vampírico había traicionado al clan lobo. Tras una investigación realizada por algunos inquisidores, incluyéndome, se determinó que todo era una farsa, y los culpables fueron castigados con la muerte. Sin embargo, nadie supo que pasó con los niños Grayskull, nosotros no podíamos intervenir demasiado y los lobos dieron por muertos a los niños. Fue una situación bastante tensa, pero en honor a la familia Grayskull, se acordó seguir el Tratado. Así ha sido, hasta que apareciste tú, amenazando al clan vampírico.

—¿Cómo sé que todo lo que dijiste es verdad? Nadie me había mencionado ese tratado del que hablas hasta ahora, simplemente te lo puedes estar inventando para tu conveniencia.

—Te están manipulando. Y como heredera del legado de los Grayskull, deberías honrar su voluntad. Pero tienes razón, te diré nombres que recuerdo que fueron parte del secuestro. Weaver, Hordak y Roy. ¿Alguno te suena?

—Weaver, es el apellido de la mujer que me crio. Pero hay algo que aún no entiendo, ¿cómo es que ningún lobo hasta ahora me ha mencionado el Tratado que mi propia familia impulsó?

—Adora, una guerra deja muchas cicatrices. Probablemente ellos asuman que tú ya lo sabes, que simplemente quieres rebelarte ante los vampiros, y te seguirán, porque eres una Grayskull. También es posible que Weaver los esté manipulando de la misma forma que a ti. Si aún no me crees, pregúntale a alguno de los alfas que sea tu aliado al respecto.

Adora la miró con seriedad por unos segundos. Se levantó de la silla, caminó hacia la sala de estar y marcó un número. Tuvo una breve llamada con Glimmer, una de las alfas que era su aliada y en la que más confiaba. Simplemente le preguntó si estaba preparada para las consecuencias de romper el tratado, y ella le afirmó con seguridad que sí, que todos estaban preparados, y le preguntó si es que estaba teniendo dudas. La rubia no contestó la pregunta, simplemente le dijo que hablarían más tarde en privado.

Era cierto. Weaver le había mentido toda su vida, le había inculcado un odio insano hacia los vampiros culpándolos de la muerte de su familia, cuando ella misma había sido parte de todo. La ira comenzaba a apoderarse de ella, hasta que percibió el suave toque de las manos de Catra en sus hombros. Estaba detrás de la rubia, quien no se dio cuenta en qué momento se movió la vampira y eso la perturbó.

—Adora, sé que estás furiosa y con motivos, pero debes calmarte. Tu madre adoptiva es muy buena manipulando a la gente, así que debes actuar con precaución. Te ayudaré en todo lo que pueda para que conozcas toda la verdad sobre lo que pasó con tu familia, pero a cambio, debes parar esto. Nadie quiere volver a tener una guerra, al menos nadie que sea cuerdo.

Adora se volteó lentamente, sus pupilas seguían dilatadas, parecía que en cualquier momento se transformaría en loba. Esa tensión entre ambas se hizo más palpable.

—Ahora eres tú quien pretende manipularme —gruñó la rubia.

—Te equivocas. Simplemente estoy negociando contigo —sonrió coqueta la vampira. Sus ojos se tornaron escarlatas de nuevo. Adora posó una mano en la mejilla de Catra, acariciándola, sin dejar de mirarla directamente a los ojos. Escuchaba su propio corazón desbocado, su instinto diciéndole que la besara, que era suya, que lo intentara.

Pero fue Catra quien se acercó para besarla con intensidad. Todo sucedió muy rápido después, la vampira le arrancó la ropa con ferocidad, al igual que Adora a ella. Ninguna tenía que contenerse, podían usar su fuerza sin miedo de dañar a la otra. La rubia la guió entre besos apasionados hacia su habitación, donde fue la vampira la que la tiró a la cama. La habitación estaba a oscuras, lo único que veía con seguridad era ese fulgor escarlata en los ojos de Catra, en los cuales se perdió.

La vampira besó el cuello de Adora con suavidad, estuvo largo rato ahí, mientras la rubia contenía la respiración, pensando en que podía morderla en cualquier momento y beber su sangre, pero aquella idea no le molestaba ni aterraba, más bien, le excitaba. Los colmillos de Catra estaban afuera, sucedía cada vez que el deseo la embargaba, no sólo cuando quería alimentarse, y por alguna razón desde que había estado cerca de la rubia sólo quería follarla.

Se dio cuenta que a Adora le excitaba la idea de que la mordiera, pero no lo hizo, simplemente fue por aquellos pechos exquisitos, los lamió, succionó y besó, disfrutando de sus reacciones, con sus manos acariciaba su vientre, tocando con placer su suave piel, embriagándose en el suave aroma de la loba. No necesitaban palabras para comunicarse, sus propios cuerpos parecían acoplarse la una a la otra, Catra lo sabía bien, así que recorrió su vientre hasta bajar a la entrepierna de Adora.

Miró a los ojos de la rubia, su rostro era el reflejo del placer que sentía, le gustaba ser tocada por la vampira, que su lengua recorriera su piel. Vio los colmillos de Catra, quien besó la cara interna de su muslo, a la vez que con sus manos sujetaba las caderas de la rubia. La vampira la miró, y Adora asintió, por lo que hundió sus colmillos en su muslo, haciendo que la loba jadeara de placer. Catra bebió de su sangre, ese elixir poderoso que representaba la esencia vital de Adora, se sintió unida a ella de una forma que no había experimentado antes.

No necesitó beber demasiado, y al apartarse la herida cerró de inmediato, por lo que pudo relamerse los labios para saborear hasta la última gota antes de beber de su fuente favorita, el centro húmedo de Adora, que ya estaba escurriendo debido a la intensa excitación que experimentaba. Catra hundió su lengua, haciendo que Adora gimiera sólo con esa acción, así que decidió dedicarle especial atención a ese nodo de placer, e introducir un par de dedos, los cuales podía mover a una velocidad inhumana, al igual que su lengua.

No pasó mucho tiempo para que la rubia alcanzara el clímax, para la satisfacción de Catra. La loba se recuperó con rapidez, por lo que tomó a la vampira con sus brazos, la atrajo hacia sí para besarla con impaciencia, con cierta brutalidad y voracidad bestial que a Catra le encantaba, le gustaba ser envuelta por toda esa fuerza bruta que Adora representaba, pero que a la vez, la tratase con delicadeza y cariño.

La rubia parecía querer fusionarse con la vampira, le gustaba sentir su piel contra la suya, hundirse en su cuello, que olía tan bien, le fascinaba sentir entre sus dedos esa humedad cálida, que le decía que la deseaba tanto como ella, que unirse de esa manera tan intensa estaba bien para las dos, aunque fuesen totalmente opuestas. No supo en que momento perdió la cabeza y, usando sus colmillos de loba, la mordió en el cuello, la marcó como suya, y la vampira, en vez de reaccionar con ira o rechazarla, simplemente jadeó del placer que le causó, como si lo hubiese estado esperando, tal como el orgasmo que experimentó después.

Adora no quería pensar en lo que había sucedido, simplemente siguió sumergiéndose en ese éxtasis que el cuerpo de Catra le proporcionaba, al igual que la vampira, que simplemente se entregó a sus instintos, que eran tan primitivos y esenciales como comer, necesitaba a Adora, y ella la necesitaba, no había nada más que pensar.

Esa noche, la loba encontró a su alma gemela, y con ella, su verdadero destino.