Jairo De la Croix: Leni siendo adorable es una constante a través del multiverso. Y sí, fue divertido escribir a Flip también jaja.

Guest1: Gracias!

Guest2: Gracias!

Luna PlataZ: Hice un trato con el Demonio para escribir a cambio de mi energía vital. Cada palabra es un minuto menos de vida. Los sentimientos de Lori con Lincoln son complicados. Se irá explorando un poco a medida que pase la historia (aunque aclaro que él es un personaje ultra secundario y para nada el foco de la trama). Lo mismo con el Ace original. Haces buenas preguntas, pero lamentablemente algunas de ellas tardarán muchas historias en responderse jajaja.

Misugi: Así es, el apellido Lavigne es por Avril jajaja. Además porque creí que sonaba lindo con sus nombres.

andres888: A esperar nomás jaja

LOKI RAGNARR: Gracias!

daglas99: La historia ocurrirá principalmente fuera de Royal Woods, como pronto descubrirán.

ziggsbomb: Muchas gracias!

Chaotix: Sí, creo que ya está quedando claro el porqué del nombre de la historia.

Thais Tilda 4: Muchas gracias!

Luis Carlos: Lori tiene que hacer la declaración porque no tiene ningún seguro que se encargue de los daños colaterales por ella, así que tiene que demostrar que lo que hizo fue absolutamente necesario para salvar la vida de personas. Los héroes normales pueden sencillamente mostrar su tarjeta de seguro y seguir adelante con sus vidas. Y me alegra que alguien haya entendido las referencias de los vecinos jajajaja.


Capítulo 3: Ace Savvy.

— ¿Great Lakes City? Pero, ¿eso no es…? —Leni movió una mano en círculos, como si estuviera revolviendo el aire frente a ella.

— ¿Lejos? —Ofrecí.

—Peligroso —dijo finalmente, tomando una nueva bocanada del estofado.

—Bueno, todos lados son un poco peligrosos, ¿no? —Dije, tratando de restarle importancia.

—Sí, pero, o sea, ahí no es como aquí. Aquí eres una heroína. Allá serías una… turista. Y es una ciudad grande. Habrá muchos villanos. Villanos de verdad.

—Eso significa que también estará llena de héroes —señalé, concentrándome en el delicioso sabor de la cena para no dejar que mi mente se desviara a los temas que realmente me mantenían preocupada, delatando mis intenciones frente a los poderes empáticos de Leni.

— ¿Y qué pasa si algo malo ocurre mientras estás allí? —Me preguntó, su voz apenas un susurro.

—Sólo será por una semana —le aseguré, estirando mi brazo para acariciar el dorso de su mano—. Es un simple viaje de estudios. Iré a visitar unos lugares y a averiguar algunas cosas. Créeme, será súper aburrido y para nada interesante. No habrá nada de qué preocuparse.

El contacto de mis dedos sobre el dorso de su mano pareció calmarla un poco, aunque tras algunos largos segundos de silencio, acabó empujando su plato y mirándome con determinación.

— ¿Y por qué tienes que ir sola?

Leni no solía cuestionarme. Ella confiaba plenamente en mí y dejaba que tomara las decisiones por ambas, aceptando que todo lo que hacía era porque estaba convencida de que era lo mejor para las dos. Si bien no estaba siendo abiertamente confrontativa, podía ver en sus ojos una pequeña chispa de rebeldía, dispuesta a desafiarme en esta ocasión.

Debía elegir cada palabra con cuidado.

—Primero, porque no son vacaciones —comencé, apretando afectuosamente su mano—. Te lo dije, es algo de investigación. Tengo que juntar información, y no falta tanto para que vuelvan las clases. Será mi último año, ya sabes lo complicadas que son las tareas. Si vas conmigo nos distraeremos, y es importante que me tome esto en serio. ¿Entiendes?

Sus hombros tensos y la mandíbula apretada eran más que elocuentes. Suspiré, y levanté la otra mano para acomodarle un mechón de cabello detrás de la oreja, y luego acariciar con suavidad su mejilla.

—Leni, siente mi corazón. No te dejaría aquí si hubiera otra opción. No me gusta la idea de estar lejos de ti. Pero créeme: es algo que tengo que hacer. Y necesito que tú te quedes aquí porque no podemos dejar a la ciudad indefensa.

Por supuesto, el verdadero motivo por el que no podía dejar que Leni me acompañara era porque me sería francamente imposible ir a las agencias aseguradoras sin que ella se diera cuenta. Era un trabajo que debía hacer por mi cuenta. Aún así, técnicamente no había mentido en lo que le había dicho. Esos eran mis verdaderos sentimientos.

Y ella los sintió, por lo que su cuerpo entero se relajó, y en seguida se acercó en el sofá para abrazarme de costado y reposar su cabeza sobre mi hombro izquierdo.

—Ok… Pero prométeme que me llamarás.

—Todos los días.

—Y que tendrás mucho cuidado.

—Por supuesto.

—Nunca… nunca salimos de la ciudad —dijo con incertidumbre—. ¿Serán diferentes las cosas?

Suspiré, mirando hacia el techo del departamento. Honestamente, no tenía ni idea de cómo serían las cosas fuera de Royal Woods. Éramos definitivamente una ciudad atípica. El resto del mundo había tenido que cambiar y adaptarse a una vida donde los metas eran moneda corriente. ¿Nosotros? Éramos un portal al pasado. Una vista a la vida anterior a la explosión cósmica, apenas interrumpida de vez en cuando por el ocasional metahumano. Leni y yo éramos la excepción, lo inusual. ¿Cómo sería eso en otra ciudad? ¿Qué tanto cambiaría la vida de las personas?

Ninguna de las dos lo sabíamos. Y parte de mí se sentía igual que Leni, totalmente angustiada ante la idea de estar lejos de ella durante tanto tiempo. Siempre habíamos sido muy unidas, pero luego del accidente, Leni se había convertido en mi mundo entero. Nuestra vida social era casi inexistente debido a nuestro trabajo como superheroínas, así que nunca habíamos pasado siquiera una noche separadas. Ella siempre estaba conmigo haciéndome compañía.

Y yo… bueno, yo siempre estaba junto a ella para asegurarme de que no se metiera en problemas o que nadie se aprovechara de su inocencia. No era secreto que Leni era muy distraída, no prestando atención o tomándose todo de forma literal. Algunas personas, sobre todo en la escuela, eran demasiado crueles con ella. Lo sabía, incluso si nadie se atrevía a decirlo frente a mí. Leni parecía no darse cuenta. Ella siempre veía el lado positivo de las personas, incluso aquellas que honestamente no merecían ese beneficio de la duda. Era mi trabajo como hermana mayor protegerla. Y claramente no podía hacerlo estando en una ciudad a varias horas de distancia.

—No lo sé —dije finalmente, tratando de volver a la conversación—. Lo que sí, estoy segura que todo será muy aburrido sin ti.

—Aquí también. Patrullar sola será lo peor —se quejó, frunciendo el ceño y apretando los labios como un niño haciendo un berrinche.

Patrullar. Eso me recordó.

—Por cierto, hablando de patrullar —dije, cerrando los ojos y tragando mi orgullo antes de continuar—. Creo que lo mejor sería si… bueno, si cambias nuestros horarios de patrulla.

Leni se separó para mirarme con la cabeza inclinada.

— ¿Eh? —Preguntó.

—Sí, bueno… Siempre hacemos nuestras patrullas de a dos. Nos cubrimos las espaldas. Pero si yo no voy a estar…

— ¿No quieres que patrulle? Pero si dijiste que tenía que cuidar a la ciudad.

—Sí, pero… estaría más tranquila si patrullas con el chico.

Pese a todo, todavía me costaba llamarlo por su nombre.

— ¿Ace? —Dijo Leni, su rostro iluminándose— ¿Quieres que patrulle con Ace Savvy?

— ¡Sólo mientras no estoy aquí! —Me apresuré a aclarar— Todavía tiene mucho que probar, pero… Bueno, tengo que admitir que sabe lo que hace. Tiene buenos movimientos.

— ¡Es súper habilidoso!

—Sí. Súper. Como sea. Si sales a la noche es posible que lo encuentres. Y es mejor que patrulles con él antes que estar sola durante toda la tarde.

La sonrisa de Leni se extendió a lo largo y ancho de su rostro, pero enseguida noté cómo titubeaba un poco. Se transformó en una sonrisa mucho más relajada y comprensiva.

—Lori —me dijo con calma—, estás muy preocupada.

Todos los sobres con deudas escondidos en mi habitación podrían dar fe de mi preocupación.

—Puedo cuidarme sola —continuó—. O sea, soy muy, muy fuerte.

—Lo sé —dije de inmediato, cerrando los ojos y suspirando.

—Y Ace es un buen héroe.

No respondí.

—Loriiiii…

—De acuerdo, de acuerdo —dije, poniéndome de pie y tomando mi plato vacío—. Eres mi hermana, por supuesto que voy a estar preocupada. Pero confío en ti. Sé que estarás bien. Y voy a estar aquí pronto, así que no hay de qué preocuparse de todas formas.

No pareció totalmente convencida de mi explicación. Quizás esperaba que admitiera a regañadientes que el nuevo Ace estaba haciendo bien las cosas. Pero ella ya sabía eso, ¿por qué quería oírme a mí decirlo? Sus números hablaban por sí mismos. Cada día había una noticia nueva acerca de él deteniendo algún crimen en la ciudad. La gente lo amaba en las redes sociales. Su discurso acerca de los héroes le había devuelto la esperanza a una ciudad dolida por la muerte de su histórico protector. Incluso había logrado que la gente confiara más en Leni y en mí, en lugar de juzgarnos como jóvenes inexpertas.

Era bueno, sí. Pero todavía le faltaba mucho para poder ponerse a la altura del verdadero Ace Savvy. Ninguno de nosotros le llegaba a los talones.

Y sin embargo, por algún motivo, Spade había confiado en aquel niño más de lo que había confiado en nosotras.


¡Cuidado! ¡No se acerquen! ¡Hay metas peleando!

Los policías trataban de mantener a raya a los ciudadanos, que confundidos y con evidente sorpresa hacían lo posible por tomar sus teléfonos y sacar fotografías de las dos adolescentes desconocidas que se encontraban peleando contra un hombre-cocodrilo de cinco metros de alto.

Ciertamente no era un espectáculo que pudieran ver todos los días.

¡Nova! —Gritó Leni, de rodillas en el suelo y tomándose un brazo, donde las garras del heteromorfo la habían herido.

Yo, por mi parte, me encontraba cubierta de energía, moviéndome por el aire para evadir los implacables y salvajes ataques de la criatura. Mi primer instinto al comprometerme al ataque, había sido que un enemigo tan grande y musculoso no debía ser rápido o particularmente ágil, por lo que podía utilizar mi velocidad y potencia para sobreponerme y lograr una fácil victoria.

Mi análisis preliminar había resultado absolutamente equivocado, y de hecho me encontraba a mí misma esforzándome al máximo para evitar los embates de sus garras y, sobre todo, de la gigantesca mandíbula que yo misma había visto partir un vehículo en dos minutos antes.

Mi estrategia había fallado, sí, pero era literalmente la primera tarde en la que Leni y yo nos vestíamos como superhéroes para luchar contra las fuerzas del mal. No digo que mi inexperiencia sea una excusa… pero fue totalmente una excusa.

Aún así, no podía permitirme fallar. Leni y yo debíamos encargarnos de salvar el día y mantener a la ciudad a salvo. Y mientras aquella mandíbula con ochenta dientes afilados continuara tratando de partir gente al medio, nadie estaría a salvo.

¡Eclipse, mantén su boca cerrada! —Le ordené. Ella no dudó, y levantó el brazo que no tenía herido.

Como por arte de magia, la mandíbula del cocodrilo humanoide se cerró de repente. La criatura, confundida, comenzó a agitar su cabeza, y llevó sus pequeños brazos hacia el costado de su mandíbula, tratando de hallar la forma de liberarse del agarre telekinético de Leni.

Vi mi oportunidad y me lancé como una jabalina, mis brazos extendidos hacia delante, impulsándome tan rápido como mi energía me lo permitía, lista para golpearlo en medio del estómago como un ariete volador. El metahumano estaba indefenso, su boca cerrada, sus brazos ocupados, era un ataque imposible de bloquear…

Para una persona normal, claro está. Lo que la adrenalina no me permitió recordar fue que este enemigo en particular contaba con una cola de cuatro metros que logró mover con un giro de su cadera, interceptándome a mitad de mi vuelo y haciéndome estrellar contra un poste de luz.

Hasta ese momento, mi cuerpo jamás había experimentado tanto dolor físico. Mi energía flaqueó, dejándome indefensa en el suelo, incapaz de recomponerme.

Ponte de pie, ponte de pie, ¡ponte de pie! —Gritaba en mi mente, pero mis articulaciones no respondían. El sonido de los latidos de mi corazón taladraba mis oídos, y todo mi torso parecía entumecido. Luces de colores atravesaban mis párpados cerrados, y cada músculo en mi cuerpo se contraía, duro como una piedra, activando los receptores de dolor a la máxima potencia.

Apenas logré abrir los ojos justo a tiempo para ver a Leni lanzando la tapa de una alcantarilla hacia el villano, quien ni siquiera se inmutó cuando el disco de metal golpeó en su espalda escamosa. En cambio, levantó una mano y preparó sus garras, listo para enterrarlas en mi pecho o mi garganta, dependiendo de cuánto estaba dispuesto a ensuciarse con mi sangre.

Afortunadamente, nadie se bañaría en mi sangre. Cuatro naipes con bordes rojos atravesaron el aire, golpeando de lleno en el pecho del hombre cocodrilo y estallando contra él. Un rugido grave y rasposo inundó el aire, mientras la colosal figura retrocedía algunos pasos, recuperándose del impacto.

Instantes después, alguien aterrizó, colocándose entre el villano y yo. Con mucho esfuerzo logré incorporarme sobre mis codos, y levanté la vista a tiempo para encontrarme con la sorprendida, preocupada, y algo enfadada mirada de Ace Savvy. Nuestros ojos se cruzaron, y me sentí pequeña e indefensa. Quizás era el ángulo en contrapicado, pero la monumental figura de Ace Savvy era la verdadera silueta de un héroe. No como yo, dolida y derrotada en el suelo.

¡Tranquilos, ciudadanos! —Exclamó Ace, sonriendo y cruzando los brazos sobre su pecho en una clara pose de confianza— ¡Ya estoy aquí!

La multitud estalló en aplausos. El villano rugió una vez más con tanta fuerza que la nube de humo se dispersó a su alrededor. Mi cuerpo instintivamente tembló de terror ante la intimidante presencia de un superpredador, pero Ace no pareció siquiera importarle. Miró por encima de su hombro y me habló lo suficientemente bajo como para que solo yo lo oyera.

Cuando esto acabe, nos encontraremos en la cima de la torre Yates —y luego, mucho más fuerte, se dirigió hacia el reptil—. ¡Lo siento, colega, pero esta ciudad tiene un refinado sentido de la moda, y no nos gustan los crocs!

Con un nuevo rugido, el lagarto se lanzó hacia Ace, quien tomó una carta de su mazo y se movió a toda velocidad, enfrentando al villano de frente.


¿Qué fue eso?

Una hora más tarde, mi hermana, Spade y yo nos encontrábamos en la cima del edificio más alto de Royal Woods, la Torre Yates. Si bien las nubes estaban todavía muy por encima de nosotros, los fuertes vientos y la lejanía a la calle me hacían sentir un tanto nerviosa, sufriendo vértigo si miraba hacia abajo por más de unos cuantos segundos.

Lo cual era molesto, dado que no mirar hacia abajo implicaba tener que levantar la vista y enfrentarme a la preocupada y molesta mirada de Spade.

Fue un ataque de un villano —explicó Leni en un susurro, su brazo herido sostenido por un rudimentario cabestrillo—. Apareció de la nada. Y no fue para nada amable.

Spade suspiró, frotando el puente de su nariz.

Lo sé, Leni —dijo con suavidad—. Me refería a qué estaban haciendo ustedes allí.

Cuando tengo la máscara puesta, mi nombre es Eclipse —continuó ella, ahora con una sonrisa—. Y el de ella es Nova.

Eso escuché —respondió, mirándome a mí para pedirme explicaciones—. ¿En qué estabas pensando, "Nova"?

Por supuesto, Leni y yo sabíamos que esto ocurriría, y nos habíamos preparado para la confrontación. O al menos yo lo había hecho, por lo que sabía lo que tenía que decir. Aunque, bueno, se suponía que la revelación sería en el contexto de nuestro debut victorioso combatiendo el crimen. No en un fiasco que casi acababa con mi vida de no ser por la aparición de Ace Savvy.

Decidimos que es hora de darle uso a nuestros poderes —dije, desafiante—. ¿Qué sentido tiene que contemos con estos dones y no los usemos para el bien?

Lori…

Ehem —interrumpió Leni.

Spade suspiró.

Nova, no puedo creer que hicieras esto —me dijo, y su decepción me dolió más que el coletazo del cocodrilo mutante—. Tienes dieciséis años, por el amor de Dios, ¿no te das cuenta de lo increíblemente peligroso que es lo que hicieron?

¿Y qué se supone que hagamos? —Repliqué, caminando hasta colocarme justo frente a él, mirándolo hacia arriba con toda mi rebeldía adolescente— ¿Quedarnos en casa todos los días mientras la gente mala se pasea por la calle?

Yo me encargo de los malos —dijo—. Ese es mi trabajo.

¡Necesitas ayuda! ¡No puedes proteger una ciudad entera por ti mismo!

Claro que puedo. Lo he hecho durante décadas.

¿Y por qué no podemos ayudarte?

¡Porque es peligroso! —Respondió, elevando su tono de voz.

Si bien habíamos tenido ciertos… chispazos en el pasado, esta era la primera vez que Spade nos levantaba la voz. Por primera vez desde que lo había conocido, se veía genuinamente enfadado.

¡Casi mueren! ¿Entiendes lo afortunada que fuiste de que yo llegara justo cuando lo hice? ¿Qué crees que hubiera pasado si me tardaba un minuto más en aparecer? ¿Eh?

¡No esperábamos que fuera un villano tan fuerte! —Me defendí, sintiendo mi rostro ardiendo y ruborizado— Casi nunca hay villanos que sean metas, tuvimos mucha mala suerte de que fuera nuestro primer caso…

Los villanos no son como un videojuego. No empiezas en el nivel de tutorial para aprender los controles. Cada día en la vida de un héroe es una situación de vida o muerte. Un error es todo lo que se necesita para morir. ¿Crees que un ladrón dudará en dispararte a ti o a tu hermana? ¿Crees que a los villanos les dará remordimiento acabar con ustedes?

Somos fuertes. Nuestros poderes son increíbles. Sólo necesitamos un poco de experiencia.

No —dijo, cortante, sacudiendo la cabeza—. Olvídenlo. No pueden ser héroes.

Sentí que acababa de darme una bofetada.

¿Qué?

Ya me escuchaste.

¡No puedes decidir por nosotros!

Por supuesto que sí. Tengo años de experiencia. Ustedes no están listas. Y nunca lo estarán, no en Royal Woods. Incluso si pudieran acabar con todos los criminales de la ciudad, no podrán escapar de la Maldición de Royal Woods. Esto no es negociable. Vuelvan a casa y destruyan esos trajes.

¡No! ¡No es justo!

Es lo mejor para ustedes.

¡No me da miedo esa maldición! ¡Podemos cuidarnos!

No —dijo, volteando a ver la ciudad—. No pueden escapar de ella. Siempre los encontrará.

Apreté mis puños, y un poco de mi aura se manifestó a su alrededor. Estaba a punto de decirle algunas palabrotas cuando Leni se adelantó, colocando una mano sobre la espalda de Ace. Su rostro, para mi sorpresa, se veía confundido.

No lo entiendo —dijo en voz alta—. Estás triste, pero no es… tristeza. ¿La Maldición te hizo algo?

Spade levantó la vista hacia el cielo y suspiró, antes de voltear con cuidado. Colocó una mano sobre el hombro de Leni y la miró con cariño.

A veces me olvido de lo asombrosa que eres —admitió, haciendo sonreír a mi hermana—. Tú sabes lo que siento. Sabes que lo que digo es por su bien. Estoy preocupado por ustedes.

Muy, muy preocupado —me aseguró Leni, mirándome.

Esto no es un juego. Es serio.

Muy serio.

Necesito que confíen en mí. Esto no acabará bien para ustedes. Olvídense de ser heroínas. No es su camino.

Mi aura se extendió al resto de mi cuerpo. Leni nunca se equivocaba, él claramente estaba preocupado por nosotras. Y eso me irritaba enormemente.

¡Tú no puedes decidir por nosotras! —Le dije, elevándome los muchos centímetros que necesitaba para poder estar a la altura de sus ojos— ¡No tienes derecho de decirnos qué podemos o no hacer!

Ace frunció el ceño y retiró su mano del hombro de Leni.

Soy un héroe experimentado que sabe a lo que se enfrentan, y no están preparadas. No voy a dejar que tiren su vida a la basura.

¡Tenemos poderes, y debemos usarlos! ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras hay gente que necesita nuestra ayuda!

¡No es su responsabilidad! ¡Yo puedo cargar con ese peso! ¡No voy a dejar que se arriesguen por nada! ¡No están listas!

¡Deja de hablar como si fueras nuestro padre! —Le grité en la cara.

Leni jadeó, pero al igual que cuando se enfrentó al hombre-cocodrilo, Spade se mantuvo sereno como una estatua, mirándome fijamente. Su falta de reacción me encolerizó aún más.

¿Crees que sólo porque nos envías cheques y cenas con nosotras en Navidad tienes derecho a decidir por nosotras? —Le dije, moviendo mis doloridos brazos por el aire— ¡No sabes lo que es estar solas todo el día! ¡Tenernos sólo a nosotras! ¡Nuestros papás murieron por culpa de un villano, ¿y quieres que nos quedemos de brazos cruzados mientras otras personas sufren lo mismo?! ¡No! ¡No vamos a aceptarlo! ¡No eres nuestro padre!

Mis ojos ardían y mi aura brillaba como un faro. Mis puños estaban apretados con tanta fuerza que mis nudillos estaban blancos. Acababa de liberar años de frustraciones sobre Spade, quizás sin que lo mereciera. Después de todo, él había hecho más de lo que nadie podía pedirle a otra persona que hiciera por dos extraños. Era sólo gracias a su generosidad que Leni y yo no habíamos acabado en el sistema de orfanato.

¿Qué derecho tenía yo a quejarme porque no nos hubiera adoptado? No era su responsabilidad. No éramos sus hijas. No nos debía nada.

Ace se mantuvo en silencio, impasible, hasta que finalmente habló.

Supongo que tienes razón —dijo sencillamente, su tono indescifrable.

Y sin siquiera agregar nada, se dio media vuelta y saltó de la torre, dejándonos a Leni y a mí solas. En cuanto se fue, mi aura se esfumó, y sin siquiera entender por qué, comencé a llorar.


—No te preocupes, estaremos bien —me aseguró Leni.

Era la mañana siguiente. Ella y yo nos habíamos reunido una última vez en la cima de la Torre Yates. Las dos con nuestros trajes de heroínas, y yo con una mochila en mi espalda que cargaba varias mudas de ropa, mi flaca billetera, y una serie de papeles que podrían o no llegar a ser de utilidad. Observaba la ciudad debajo nuestro, recordando otras experiencias en aquella particular escenografía.

—Lo sé —le dije, volteando a verla—. No te arriesgues demasiado, ¿de acuerdo? Ten mucho, mucho cuidado.

—Lo mismo para ti. No trates de pelear con supervillanos que sean más fuertes que tú.

—Pfft, por supuesto que no lo haría.

Mi sonrisa tambaleó cuando noté que Leni lo estaba diciendo completamente seria. Alcé una ceja, confundida.

—Tú siempre tratas de resolver todo por tu cuenta —me dijo con preocupación—. Y, o sea, eres muy fuerte. Casi siempre te alcanza para salvar a todos aquí. Pero allá es una ciudad grande, y los villanos son más fuertes. No trates de detenerlos por tu cuenta. No siempre vas a poder hacerlo.

Entendía sus sentimientos, pero una pequeña parte de mí se sentía… subestimada.

—Vamos, dale un poco de crédito a tu hermana —le di un suave golpe en el brazo, para luego flexionar y hacer notar mis poco entrenados bíceps—. Estos bebés están listos para patear traseros y tomar nombres. Todo estará bien.

—Bueno… si tú lo dices —dijo finalmente, acercándose para darme un último abrazo— ¡Prométeme que me llamarás!

—Por supuesto —le aseguré, separándome y elevándome en el aire—. Cuídate. A la ciudad también, pero sobre todo a ti misma.

— ¡Nos vemos!

Podríamos habernos quedado allí despidiéndonos durante una hora, por lo que hice lo responsable, y tras rodear mi cuerpo con la energía del Sol, me propulsé a través del cielo, alejándome de mi hermana y atravesando la ciudad a toda velocidad.

Una parte de mí tenía el irracional presentimiento de que podría sentir por mí misma el momento en el que dejara la área de influencia de Royal Woods. Como si atravesara un domo invisible, reventando una burbuja en la que nunca había reparado. Que el Sol brillaría distinto, o el aire se respiraría de otra forma. Y sin embargo, en cuestión de minutos las afueras de Royal Woods habían quedado muy por detrás de mí, y me encontraba oficialmente fuera de la ciudad donde me había criado.

Parte de mí sintió que había dado un paso del cual no había marcha atrás. Había cruzado un invisible umbral, y oficialmente me encontraba de lleno en esta pequeña aventura. Mi corazón se sentía un poco atemorizado, nervioso por la promesa de lo desconocido, pero cada fibra de mi ser vibraba también con el entusiasmo de extender mis horizontes de manera bastante literal. Los bosques que rodeaban toda la ciudad —incluído el misterioso Bosque Evergreen, del que tantas leyendas urbanas habían nacido— se extendían en todas las direcciones, pero mientras continuaba avanzando a través del cielo siguiendo la carretera por debajo, pequeños claros, lagos e incluso lejanas montañas aparecían, rompiendo la línea del horizonte, presentándome un mundo desconocido.

Great Lakes City se encontraba a unas cinco horas, más o menos, de Royal Woods si uno iba en auto. Por supuesto, eso era considerando las sinuosas carreteras que rodeaban impresionantes paisajes. Para mí, volando en una línea más o menos recta y sin tener que preocuparme por curvas o acantilados, los cálculos decían que podía hacerlo en la mitad del tiempo.

Nunca había tenido tanta libertad para dar rienda suelta a mis poderes. Como las aseguradoras me habían recordado, muy a mi pesar, mis poderes tendían a ser… explosivos. Difíciles de controlar. Y de no ser cuidadosa, el daño que podía causar era más del que estaba dispuesta a arriesgar causar. Por ello, incluso cuando necesitaba volar cuanto antes hacia algún destino dentro de la ciudad, nunca lograba dar rienda suelta a mis poderes.

¿Pero allí en el cielo abierto? Con una sonrisa juvenil, tensé mis músculos, y el aura que me rodeaba se volvió más grande y brillante, y los árboles por debajo de mí se volvieron una mancha desenfocada a medida que los dejaba por detrás. El viento en mi rostro me golpeaba como el agua al nadar, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí verdaderamente libre.

El tiempo pasó y decidí no gastar toda mi energía en un único viaje, y volví a una velocidad regular de vuelo para disfrutar el siempre cambiante paisaje. Pasé la totalidad del viaje imaginando distintos escenarios, problemas y obstáculos a los que podría enfrentarme allí, y también las estrategias que utilizaría para tratar de hablar con las agencias publicitarias y aseguradoras de héroes. Tenía varias presentaciones ensayadas para aumentar mis posibilidades de éxito. Como Ace Savvy diría, estaba apostándolo todo; debía asegurarme de tener las mejores cartas en mi mano.

Así, eventualmente, la línea de árboles en el horizonte comenzó a romperse con la silueta de los edificios que se estiraban como dedos tratando de alcanzar el cielo. Sintiendo la emoción en mi cuerpo, aceleré un poco más, sorprendida por lo lejos que aquellos edificios se encontraban, pese a que podía ver su silueta contra el cielo azul.

Pronto los bosques dieron paso a grandes extensiones de campo llano, con granjas y plantaciones que poco a poco se urbanizaban con calles secundarias y una población menos dispersa. En un momento miré hacia abajo para encontrarme con unos niños que me vieron cruzar el firmamento con todo mi radiante esplendor. Ciertamente no podía ver sus rostros, pero juzgando por cómo desviaron la mirada casi de inmediato, podía asumir que no estaban particularmente sorprendidos.

A diferencia de ellos, yo sí estaba anonadada por la enormidad de lo que mis ojos veían. Desde la Torre Yates podía tener una vista panorámica de todo Royal Woods, del centro hasta los barrios más periféricos. En aquel momento estaba volando a esa misma altura, sin embargo, y no sólo me encontraba muy por debajo de la cima de los rascacielos, sino que mis ojos no llegaban a ver el final de los densos barrios residenciales que se extendían por kilómetros, como una gran alfombra de concreto.

Había llegado a Great Lakes City.

Reduje mi velocidad y el brillo de mi aura, y a medida que me adentraba en la ciudad y comenzaba a volar entre los edificios, comencé a ser consciente de lo distinta que era a Royal Woods. Para empezar, el ruido era fácilmente el doble al que yo estaba acostumbrada. El movimiento de automóviles, camiones y motocicletas por las autopistas era muy diferente a todo lo que había visto hasta entonces. Por supuesto había visto grandes ciudades en películas y series, pero nada de eso podía prepararme para experimentar en primera persona la escala de Great Lakes City.

No estaba haciendo ningún esfuerzo por ocultarme o pasar desapercibida, y sin embargo, la mayoría de las personas parecían ignorarme. Tan sólo noté algunos pocos civiles que se detenían a observarme, curiosos mas no particularmente sorprendidos o entusiasmados por verme.

Mi principal objetivo era conseguir un lugar lo suficientemente remoto como para cambiarme a mis ropas de civil y poder así buscar un hotel barato donde alojarme hasta conseguir hablar con una agencia que pudiera ayudarnos a mí y a mi hermana. Pero, considerando lo ocupada que la ciudad se veía, encontrar un lugar remoto no parecía una tarea sencilla.

Estaba buscando con la mirada, cuando de repente una explosión a tan sólo dos calles de donde yo me encontraba llamó mi atención. Era en medio de una importante avenida, y una columna de humo negro y fuego se alzaba desde un edificio. ¿Sería un ataque de villano? ¿Una fuga de gas que se había descontrolado?

Mi primer instinto fue el de dirigirme hacia allí cuanto antes para salvar el día, pero las palabras de Leni resonaron en mi mente. Era una ciudad grande, estaba llena de héroes. ¿En verdad debía yo intervenir? No era mi responsabilidad. Nova era una heroína protectora de Royal Woods, no de Great Lakes City. Mi objetivo allí era otro.

Y sin embargo, otra imagen apareció en mi mente. Ace Savvy, extendiendo una mano hacia una asustada niña que acababa de perder a sus padres. ¿Y si había una niña en aquel lugar que necesitaba una mano?

Suspiré, deteniendo mi vuelo, y supe en mi corazón cuál era la decisión correcta. Busqué una azotea donde dejar mi mochila, y luego me dirigí hacia la columna de humo.

¿Qué era lo peor que podía pasar?