Beteado por Flor Carrizo, betas FFAD.

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Momentos incómodos

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POV Bella

Salí de la oficina un tanto desconcertada y, al llegar al café, aún seguía así.

Tenía un café en las manos y mucha confusión en la cabeza, mientras me sentaba en unas de las banquetas cercanas a la oficina y que daba al Central Park. El serio Masen tenía novia y parecía bastante agradable, y lo que más me taladraba la cabeza era que él lo dijo en tiempo presente, dijo "es mi novia", no era mi novia, eso significaba que seguían juntos.

Sentí un zumbido en mi cartera y, casi por inercia, tomé el teléfono, miré el identificador y suspiré de alivio.

—Tiene novia —fue lo primero que dije al responder.

Un hola también sirve en estos tiempos,¿sabes? —espetó Victoria—. ¿De quién hablamos?,¿quién tiene novia?

—Masen, él tiene novia.

¿Cómo lo sabes?

—Él me lo dijo —resoplé—, y vi una foto suya, no es fea.

Ella murmuró algo que no entendí y luego dijo:

Eso no importa, tú no quieres una relación con él,¿o sí?

—No, claro que no —respondí con alarma.

Bueno, entonces, ¿por qué te preocupa? Tal vez sólo la está inventando o te quiere dar celos.

—¿Por qué él querría darme celos si me rechazó? Yo no tendría por qué tener celos —murmuré pensando si podría caber la posibilidad de que él la inventara, aunque negué rápidamente, él no sabía que yo tropezaría y caerían sus cosas. Además yo casi lo forcé a decírmelo y Masen podía tener muchos defectos pero no creía que la mentira vaya con él.

No sé,Bella,él parece ser muy rarito y cambiante, pero bueno —musitó restándole importancia—, tienes que pensar si en realidad te importa la novia, que no sabes si de verdad existe, o si sólo quieres acostarte con él y quitarte el encantamiento que tienes.

—No es ningún encantamiento —refunfuñé.

Ella bufó.

Encantamiento, libido enloquecido, como quieras llamarlo Yo te di la solución, no sé qué esperas para ponerla en marcha.

—Tu solución es acosarlo —espeté.

Acosarlo no, seducirlo, que es diferente.

—No sé si eso funcionara —dije con recelo.

Ya verás que sí,¿qué tan difícil es seducir a alguien como él?

—Tengo que volver al trabajo. —Terminé de tomarme el café y me levanté de la banqueta—. Te llamaré cuando mi cabeza esté más despejada.

Está bien, amiga, nos vemos después. Ahora ve y conquista a ese nerd.

Rodé los ojos y corté la llamada pensando que ni siquiera le pregunté por qué me estaba llamando, seguro no era nada importante porque si lo fuera ya lo hubiera gritado a voces.

Volví a la oficina, a mi trabajo, que esperaba fuera el que me diera un poco de paz y sosiego, lo menos que quería en ese momento era pensar en las palabras de Victoria, no sólo su plan era estúpido antes, si no que se volvía mucho más ahora. Yo no era una rompe relaciones, aunque me preguntaba si él la engañaría, eso mostraría algo de su real honestidad, porque él le diría si pasara algo entre nosotros o no, ya no tenía idea de qué pensar.

Pasé la mañana trabajando, concentrándome lo más posible en lo que debía hacer, estaba tan concentrada que no había escuchado la puerta abrirse.

—¿Estás muy ocupada?

Alcé la vista y sonreí un poco.

—No, no lo estoy.

Me di cuenta, casi al instante, que Jasper estaba preocupado, él nunca tenía ese semblante tan serio y apático.

—¿Qué pasa?

Él se sentó y dio unos golpecitos en mi escritorio con los dedos.

Me miró y tomó aire.

—Los documentos que me diste —dijo señalándolos, ya que los tenía en las manos—, es peor de lo que pensé.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté en un tono más elevado del que quería.

—Primero pensé que sólo era un fallo del personal de documentación, tal vez se habían equivocado en alguna fecha o un pedido había salido erróneo, pero no es así… Faltan muchas declaraciones de lo que importamos y exportamos, y no sólo eso —explicó tratando de sonar calmado al ver como los tornillos en mi cabeza echaban humo—, lo peor es que ni siquiera sabemos a qué país estamos facilitando lo que exportamos, eso nos puede meter en problemas al no tener idea.

—¿Y qué sugieres que hagamos? —Traté de sonar calmada, pero fallé.

—Al menos desde que te fuiste todo a marchado con normalidad, porque yo soy quien supervisa cada envío y entrada de cualquier material, pero no sé cuánto tiempo pueda hacerlo con el trabajo de aquí y allá… es mucho y no es una solución permanente, que, obviamente, tenemos que buscar.

Tomé unas respiraciones lentas para calmarme, este tema de no saber qué estaba pasando y de tener la certeza de que Bennett me estaba ocultando algo me hacía sentir fuera de control y odiaba sentirme así, esto haría que rodaran cabezas y no me importaba cuántas.

—Siento que Bennett tiene algo que ver, pero no estoy segura, por eso hice que te pasara el poder a ti, sé que es una solución temporal pero es a la que debía recurrir por el momento —dije levantándome y sirviéndome una copa de vino, necesitaba pensar en frío.

—Lo sé y no me quejo del trabajo, sólo que entre tanto siempre queda un hueco y en ese pueden pasar cosas de las cuales no estaría al tanto.

—Lo solucionaremos lo más pronto posible —prometí mirando como él se levantaba.

—No creo que, al menos en estas semanas, tengamos mucho tiempo para eso —comentó como si me estuviera perdiendo de algo.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué lo dices?

—Oh por Dios, dime que no lo has olvidado —exclamó casi horrorizado.

—¿Qué olvidé? —pregunté sin entender, fui a mirar mi agenda y por más que revisé no encontré nada.

—La fiesta…

Todavía sin entender, lo miré haciendo hincapié en que aún no sabía a qué se refería.

—En serio la has olvidado… La fiesta del Cisne Blanco y Negro, es el aniversario de la fundación del abuelo Cullen. ¿Cómo lo has olvidado? Oh no, Bella, no lo hagas —casi gruñó, lo miré con recelo—, no lo vas a cancelar —casi gritó la última parte.

—No la cancelaré —inquirí con fastidio.

A Jasper sólo le gustaba esa fiesta porque casi todas las chicas lo rodeaban con amor y falsa zalamería sólo porque él llevaba un apellido relacionado con esa fundación, que la creó el abuelo Cullen hacía ya mucho tiempo. La creó, principalmente, para sacarle dinero a los ricos estirados que sólo querían vanagloriarse en su dinero, toda la familia debía asistir y sonreír con simpatía, como odiaba ese evento, era para una y muchas buenas causas, pero la verdad era que debía gastar dinero en servir la mejor comida, el mejor licor, los actos más encantadores, sólo para sacarles dinero a personas para quienes eso era lo menos importante en que gastar.

Pero era una tradición y, como tradición, debía ser realizada, sólo le estaba dando largas al asunto y lo que me costaría, porque debía crear una de las mejores fiestas del año en sólo dos semanas, sin contar a las personas que había que invitar, el vestido a comprar…

Bella,¿cuántas cosas has dejado para después?, me reprendí por mi falta de criterio.

—Espero que sea cierto, este es mi evento favorito y es algo familiar, no nos dejes mal. —Bufé.

—Gracias por la confianza —espeté sarcástica.

Él se acercó y me dio un beso en la mejilla.

—Hermanita todo saldrá bien, como siempre.

Le di una sonrisa y me terminé de tomar el vino que me había servido. Jasper salió de la oficina, dejándome de nuevo sola y con más cosas que pensar.

Ahora tenía más trabajo que hacer y, con lo de la fiesta a medio camino, esto se convertiría en un auténtico caos.

Así que, como cada año, me levanté, alisé mi vestimenta y salí de mi oficina a los pasillos que conectaban a cada cubículo de los asistentes. En cuanto cerré la puerta con fuerza, pude ver como sus caras se levantaban como un resorte y posaban sus ojos asustados y temerosos en mí, entre los que estaban esos verdes que parecían querer atormentarme.

Sacudí un poco la cabeza despejándola, coloqué mi mirada de perra mandona y empecé como cada año a gritar órdenes.

—Para los que se preguntaban si la fiesta del Cisne Blanco y Negro se realizaría, les informo que así será.

Pude distinguir algunas celebraciones silenciosas, pero decidí ignorarlas.

—Por lo que necesito que todos a los que nombre sigan mis instrucciones…

Y así comenzó el caos, todos empezaron a buscar lápices para escribir, papeles donde hacerlo, otros en sus computadoras o teléfonos; y a mí no me importó darles tiempo para nada.

—Jessica y Masen, los quiero en mi oficina en este momento, los asuntos más importantes los resolveré con ustedes en privado. —Jessica asintió y pasó a mi lado entrando en mi oficina al igual que lo hizo Masen, aunque este me dejó ese dulce pero masculino perfume. Traté de que no pasara, pero ¿cómo evitarlo? El cosquilleo en mi espalda y labios hicieron su acto de presencia y no parecían quererse ir a ningún lado. Carraspeé antes de seguir, les grité a cada uno lo que debía hacer y cuando terminé me iba a dar vuelta, pero la escuché a mi espalda.

—¿Y yo qué quieres que haga?

—Tú... —Fingí pensarlo un poco y luego respondí—: Puedes seguir haciendo tu trabajo.

Pude ver cómo me iba a replicar, tenía esa cara de enfado y enfrentamiento que ya conocía, así que le di esa mirada de dime algo y lo lamentarás, así que ella bufó, dio media vuelta y se fue.

Resoplé y miré mal a los que se quedaron mirando la escena, entré a la oficina y me preparé mentalmente para todo el tiempo que tendría que pasar con cierta persona.

Ellos ya me esperaban, ninguno se había sentado y tenían ya todo listo para empezar a recibir órdenes.

—Pueden sentarse —les dije—. Primero… —Me detuve un momento cuando mi cabeza estaba procesando la decisión de sentarme y mirarlo, mirarlos, o quedarme de pie. Me fui por lo más profesional, me senté y coloqué la mirada en mi computadora, mientras los dos me miraban fijamente—. Necesito, Jessica, que localices a Lizzy, ella es muy buena preparando fiestas a último momento y es la que ha trabajado en las últimas dos, que fueron un éxito.

Ella asintió y anotó.

—Señor Masen… —Él alzó la vista y el cosquilleo volvió. Hice una mueca y pude percibir su mirada curiosa. Endurecí mi voz—. Como Jessica se encargará de la fiesta y los preparativos, en conjunto con los otros asistentes, usted hará la mayoría de su trabajo, al menos hasta que pasen estas dos semanas.

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Esas dos semanas que parecían tan largas y con tanto que hacer, pasaron de manera rápida, apresurada y con mucho trabajo. En la oficina nadie dejó de moverse, llegaban proveedores, listas de cosas que hacer y comprar tanto que, por un momento, pensé que Jessica se volvería loca, pero por encima de mis dudas, ella hizo un buen trabajo.

Ya sólo faltaban dos días para la fiesta, Jasper estaba muy emocionado, aunque yo no tanto, tenía la esperanza de que mamá y papá regresaran para asistir, pero ellos se encontraban en Alemania, no sabía ni por qué ese era uno de sus destinos, pero la cuestión era que no había vuelos sino hasta el fin de semana siguiente; por lo que el acto de presencia familiar sólo lo haríamos Jasper y yo, a lo que Alice había protestado y llorado como una niña infantil, pero no le puse cuidado porque tenía muchas cosas en las cuales pensar como para estarme concentrando en lo quería o no la niña.

Estaba en el mueble de mi apartamento, comiendo comida china y platicando con mi loca amiga, quien estaba a mi lado.

—Entonces no has hecho nada.

—¿Nada de qué? —le pregunté haciéndome la desentendida.

—Vamos, Bella —reprochó—, ni siquiera intentes hacerte la que no entiendes de qué te estoy hablando.

Rodé los ojos, ella era un ser imposible.

—No, no he hecho nada… bueno, es que… ¡por Dios!, ¿qué esperas que haga? Él es mi asistente, tiene novia, no es mi tipo, ¿te doy más razones por lo que tu idea es pésima?

—No seas idiota, Isabella. —La miré con asombro, ella pocas veces me llamaba por mi nombre completo o en ese tono—. Él te gusta, te cuesta admitirlo pero es así, deja de poner pretextos. Te haré unas preguntas y si puedes contestarme lo que en realidad piensas y crees con sinceridad te dejaré en paz con el tema, ¿está bien?

Asentí para que hiciera sus dichosas preguntas.

—¿Te sigue dando ese cosquilleo en la espalda y los labios? ¿Aún puedes oler su perfume aunque él no esté cerca? ¿Has pensado, aunque sea una sola vez, en el beso de Londres? ¿Entras a un elevador y empiezas a sentir ese vacío en tu pecho mezclado con ansiedad, recuerdas su brazo rodeando tu cadera y diciendo que te calmes y respires? Si puedes contestarme a cualquiera de estas preguntas con un no, dejamos el tema como si nunca hubiese pasado. Ahora dime, ¿lo dejamos atrás? —Me le quedé mirando con una interrogante plasmada en mi rostro, cada pregunta se respondía sola, porque todas tenían la misma respuesta y eso sólo demostraba cuánto me conocía mi loca amiga.

—Sí a todo —fue lo único que respondí.

Ella me dio una sonrisa satisfecha y se acomodó en el sofá.

—Mañana llevarás una camisa muy sexy, con una falda en tubo súper pegada y unos tacones de muerte. No serás grosera, tampoco dulce porque no queremos vender algo que no es verdad —explicó como si fuera una lista de hacer compras.

—No me estoy vendiendo —repliqué.

Hizo un gesto restándole importancia.

—Vendiendo, promocionando, da igual —musitó con una sonrisilla conspiradora.

—Entonces… ¿planeas que me vista como una cualquiera para llamar la atención de mi subalterno en mi sitio de trabajo? —pregunté con sarcasmo.

—Me encanta el entusiasmo y tus grandiosas ideas, pero no, ese no es mi plan… Sólo ve un poco sexy, trabaja de cerca con él, sé un poco menos perra y si ves un cambio, entonces podrás comenzar a seducirlo sin problema. —Su plan aún me parecía estúpido y patético, pero lo seguiría porque no sabía qué más hacer.

Y así fue como terminé con mi camisa más escotada, pero a la vez decente, en un día lluvioso, lo que no era bueno, porque no solía llevarla ese tipo de días, pero era un plan de Victoria y a ella lo menos que le importaba en sus planes era mi comodidad.

Jessica estaba en su oficina planeando los últimos detalles de la fiesta, lo que me dejaba trabajando con Masen todo el día, lo que era bueno y también malo.

—Además de estos papeles, ¿qué más necesita que le investigue y trascriba? —preguntó Masen sentado enfrente de mí, con su mirada al frente y cabeza agachada.

—Eso es todo. —Me mordí el labio y me levanté apoyándome en el escritorio.

—Está bien, lo tendré en una hora.

—Masen —susurré.

Él alzó la vista y yo sólo me quedé esperando algo, alguna señal de que le afectaba aunque fuese un poquito.

—Ya que eso es todo, la dejo sola —murmuró tomando todos los documentos, acomodando sus lentes y saliendo de mi oficina, dejándome muy enojada y no era con él, sino conmigo.

Definitivamente, Victoria y yo estábamos enfermas, él era como un pequeño ciervo que yo estaba asustando poniendo mis pechos casi enfrente de su cara. Bella definitivamente estás mal, me reproché dejándome caer en mi silla.

Pasé el día de trabajo de mal humor, no quería ni verlo, estaba algo avergonzada, lo que hizo que mi amor por el vino fuese mayor, una copa o dos tampoco caían tan mal.

Sólo faltaban unos últimos documentos que firmar y ya me podía ir a casa, gracias a mi amiga la bebida mi trabajo se hizo más llevadero y también el tiempo, porque pasó tan rápido que prácticamente era la última en la empresa.

Estaba terminando de tomarme lo que quedaba en mi última copa, cuando una enorme mancha llegó a mi camisa, esto sólo me podía estar pasando a mí. Me había manchado de vino una de mis camisas favoritas, que no había servido de nada con el señor Masen, al parecer él ni siquiera se había dado cuenta de que la llevaba puesta. Bufé, esto me pasaba por seguir los tontos consejos de Victoria.

Entré al baño de mi oficina y cerré la puerta con fuerza, no le presté ni un poco de atención al ruido que causó, ya que, al parecer, era la única que quedaba en la empresa y yo siempre aventaba cosas, lo que todos tomaban como algo normal.

Coloqué la copa encima del lavamanos, no me la había terminado. Me quité la camisa y miré la mancha roja que se veía a leguas, sobre todo porque la camisa era blanca. La rocié con un poquito de agua tratando de quitarla, pero cuando más trataba de quitarla más se esparcía. Resoplé y me miré en el espejo, debía hacer algo con mi cabello, no tenía brillo y le faltaba color. Estaba en mis cavilaciones de cabello y ojos, cuando escuché un ruido en la oficina, agudicé mi oído pero no escuché nada, así que no le di importancia.

—Esto no tiene arreglo —dije en voz alta dejando mi camisa en el lavamanos. Lo mejor sería ir hasta uno de los cajones de mi escritorio y buscar una de las camisas de reserva que tenía ahí.

Me acerqué a la puerta para abrirla pero esta no cedía. La jalé con más fuerza, pero aun así nada pasaba. Los nervios me entraron, pero luché por controlarlo, alguien debía saber que estaba aquí.

—Jessica —llamé lo más fuerte que pude, esperé y lo volví a hacer, pero no obtuve respuesta.

Empecé con respiraciones lentas que se convirtieron en algo más acelerado y errático, el baño no era tan pequeño como un elevador, pero aun así el pensar quedarme ahí porque nadie sabía mi paradero sólo hizo que me descontrolara un poco.

Cálmate,Bella, respira, sólo hazlo, cuando pensé en esas palabras, en su voz, su perfume y sus manos calmándome, mi respiración se tranquilizó un poco, mi cuerpo se relajó casi sin pedirlo y el cosquilleo hizo que me temblara el cuerpo.

Y como si lo hubiese llamado con la mente…

—Señorita… —Escuché al otro lado de la puerta, lo que me hizo sentir alivio y un nervio en la boca del estómago.

—Señor Masen —dije con un hilo de voz.

—¿Usted se encuentra bien?

Sonreí, él siempre preguntando lo mismo.

—Sí, es sólo… la puerta se quedó trabada y no abre. —Traté de abrirla de nuevo, pero fue sólo un caso perdido.

—Lo intentaré desde afuera para ver si funciona.

—Está bien —respondí esperando a que lo hiciera rápido.

Después de unos minutos no escuché nada. ¿Y si me había dejado? Después de tanto grito y malos tratos sería algo comprensible. Pegué mi oreja a la puerta y recosté un poco mi cuerpo para ver si lograba escuchar algo, de repente algo hizo clic y sentí como todo mi cuerpo caía sin poder evitarlo. Di un grito esperando un golpe que nunca llegó, porque todo mi cuerpo cayó encima de alguien, no sólo de alguien sino de Masen, para ser específica.

Sonreí por un momento porque todo el asunto me parecía tan bizarro, como cada momento que pasaba con él. Maldije en voz baja, él se dio cuenta del por qué de mi mala reacción y se quedó como una estatua, ninguno de los dos sabía qué hacer.

¡Oh Dios míos!, ¿qué nos pasaba?, ¿por qué siempre teníamos que terminar en estos momentos incómodos?, ¿cómo terminé de esta manera con él? Sin camisa, en un sostén de encaje, con mucha vergüenza y ganas de esconderme… Todo eso y encima de su cuerpo con mis pechos muy cerca de su cara, si quería llamar su atención esto, definitivamente, lo había hecho.


Lo se, soy mala por dejarlo en esta parte pero ya saben que me gusta hacerlas sufrir.

Espero les gustara el capitulo, gracias a mi beta y cada chica que se toma el tiempo en dejar algún reviews.