Capítulo beteado por Flor Carrizo, Beta de Élite Fanfiction

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Mejores amigas

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Me quedé petrificada cuando la chica dijo el nombre de su novio que resultaba ser, nada más y nada menos, Edward, mi asistente, con el cual me había besado y dormido hace sólo pocos días.

Cambié mi semblante en cuanto ella me miró, traté de aparentar estar tranquila aunque no era así.

—Tengo cosas que hacer —dije con voz dura dirigiéndome a Sam.

—Un gusto —murmuró la chica cuando pasé por su lado.

No dije nada y caminé hasta el ascensor, cuando llegó traté de manejar mi respiración y ansiedad. Pero, cuando las puertas se abrieron, miré hacia adentro y él estaba ahí. Me miró, por un momento parecía confundido, pero, en cuando sus ojos se fijaron en la chica detrás de mí, pareció palidecer pero no de una mala manera.

Yo entré y él salió, no me observó cuando lo hizo y eso, en parte, me hizo sentir mal; aunque lo peor fue cuando estuve en el ascensor, miré hacia fuera y vi como ella saltaba a sus brazos. Edward la abrazó tan fuerte que parecía que no podía creer que ella estuviera ahí y, entonces, ella tomó su cara entre sus manos, yo sólo cerré los ojos y agradecí que las puertas del ascensor se hubiesen cerrado.

Traté de manejar mi respiración, recosté mi espalda a la pared. ¿Qué esperabas,Bella?Él tiene novia y ha venido a verlo y a quedarse con él porque, según ella, viven juntos. Puse mi cara entre mis manos, ¿en qué lío me había metido? Me lamenté, pero cuando estaba por llegar a mi piso, retomé mi postura dura y autoritaria. En cuanto llegué, entré rápidamente a mi oficina, tenía trabajo y esperaba que eso despejara mi mente, aunque sinceramente lo dudaba.

Habían pasado algunas horas en las que había tratado de trabajar, pero, en cuando creía estar concentrada, de nuevo aparecía la imagen de ellos dos juntos y eso me descontrolaba. ¡Por Dios!, hace sólo pocas noches lo había reclamado como mío y estaba decidida a hablar con él de lo que nos estaba pasando, pero ahora con qué cara lo hacía. Antes era más fácil fingir que la novia no me importara, pero ahora que ella estaba presente se sentía como si no fuese lo mismo y no tanto por ella, no era alguien muy sensible con los sentimientos ajenos, era más por él y cómo se sentía; no tenía idea de qué pensaba Edward, porque la realidad era que no lo conocía.

Tocaron a la puerta, alcé la vista y él estaba allí.

—Señorita Isabella, ¿está ocupada?

—No, señor Masen, ¿qué necesita? —pregunté mirando hacia él, pero evitando su mirada.

—Ah… bueno… sé que hay mucho trabajo, pero quería saber si podía darme el día libre. —Bajé la mirada a los papeles que tenía sobre el escritorio, me sentía afligida. Él se iría con ella y yo no podía hacer nada, no me sentía decidida como cuando hablaba con él estando ebria; por lo que sólo me quedaba dejarlo ir.

—Está bien, señor Masen, yo no… —Aclaré mi garganta—. No lo necesito.

—¿Se encuentra bien, señorita?

Mordí mi labio y alcé la vista.

—¿Por qué no debería de estarlo? Ahora, por favor… —Señalé la puerta—. Tengo cosas importantes que hacer.

Él me miró por un momento, luego asintió y sólo se fue. Apreté las manos en puños y tiré algunas cosas que estaban en el escritorio, estaba enojada, tan enojada, con él, con su estúpida novia, conmigo, con jodidamente todo… Yo sólo quería regresar el tiempo y volver a cuando él me cuidó y lo sentía mío, aunque no lo fuese.

Me levanté a buscar una copa para servirme vino y me quedé de pie delante de la ventana mirando la ciudad, me estaba dando cuenta de que me gustaba Edward mucho más de lo que quería admitir.

Me fui temprano a casa, no lograba trabajar y tampoco dejar de pensar en él; por lo que no estaba haciendo nada ahí. Conduje hasta llegar a mi apartamento, en el cual encontré a mi loca amiga sentada en el sofá; ella, aparte de mi hermano y mis padres, tenía la llave.

—Conocí a la novia de Edward —solté en cuanto la vi.

Ella parecía confundida, frunció el ceño, se levantó, suspiró y dijo:

—Golpeé a una chica por besarse con Jacob.

—Vaya, sí que estamos llenas de noticias el día de hoy —comenté llegando a su lado.

Las dos nos sentamos de golpe en el sofá.

—¿Por qué la golpeaste? Según tú él no te importa —pregunté ahora intrigada. Victoria era algo loca, pero no violenta.

—Está bien, empecemos con lo mío… —Rodó los ojos antes de responder—. Digamos que estaba en una fiesta, en la cual él también se encontraba. Nos miramos, sonreímos y, de la nada, llegó esta rubia tonta, se lanzó a sus brazos y ¡lo besó! Yo lo asesiné con la mirada y di media vuelta… —Tuve que contener mi risa, lo estaba contando de una manera tan melodramática como sólo ella podía—. Entonces siguió pasando la noche, él me enviaba mensajes de por qué estaba molestaba y que lo sentía, que él solo había salido con la chica una vez y que no tenía idea de por qué lo había besado. Yo ni siquiera le respondí, de hecho ya estaba por irme porque había tomado mucho alcohol, cuando, de repente, ella se volvió a acercar a él, que estaba al otro extremo de la barra. Así que yo me levanté, caminé hasta donde ella estaba y le grité que dejara de tocar lo que no era suyo, arrebaté la mano que tenía encima de Jacob y la golpeé; me giré donde él y le dije que dejara de permitir que lo toquen estúpidas como ella y salí casi corriendo de ahí. Después llegué a casa vomitando y arrepintiéndome de haberlo hecho.

Recopilé la información hasta poder asimilarla y, luego, no pude aguantar la carcajada. Sabía que era egoísta, pero este incidente de Victoria era lo único que me había sacado una sonrisa en todo el día.

—Me alegra que mi desgracia te divierta —replicó.

—Lo siento, es que no conocía esta versión de ti, celosa y asesina; creo que debo tener cuidado contigo de ahora en adelante —dije con sarcasmo. Ella se levantó y se fue a la cocina, yo me quité los tacones y los lancé por ahí.

—No sé qué me pasó, sólo sentí que no quería que ella lo besase.

—Estabas celosa —afirmé llegando a la cocina donde ella estaba sirviéndose un jugo.

—Tal vez sí, aunque no debería de estarlo; él y yo no estamos juntos, quizás jamás lo estaremos de nuevo, no debería sentirme así.

—No importa si deberías, lo importante es que lo sientes… ¿Qué te dijo Jacob? —Ella frunció el ceño y resopló, se fue a sentar al sofá y la seguí.

—No he hablado con él, me siento tonta con lo que hice.

—Deberías hacerlo —sugerí, aunque parecía no ser el mejor momento para estar dando consejos amorosos.

—Cambiando de tema —murmuró sugestivamente—, ¿cómo es eso de que conociste a la novia de Edward?

—Creo que esa es una plática que necesita vino y un cambio de ropa.

Después de cambiarme a algo más cómodo y servirnos algo de vino, proseguí a contarle a Victoria lo que pasó el día que él se quedó conmigo, la pelea con Alice, la mañana siguiente, aunque omití decirle lo de Jasper y Alice, porque en ese momento no me apetecía sacar ese tema, y terminé con la emocionante mañana en la cual hablaría con él y que pasó de alegre a infernal cuando conocí a su novia y él se quedó con ella.

—Eso sí que está del asco, ya que estabas lista para enfrentar eso que sientes por él y llega la estúpida esa. —Sonreí al sentir cómo la voz de Victoria tenía un toque de desprecio, sabía que no debía tener ningún sentimiento negativo hacia la chica, pero tampoco podía decir que me agradara—. ¿Y cómo es ella físicamente?

—Es bastante… mmm… simple, muy al estilo de Edward.

—¿Edward? ¿Ya no es Masen? —Asentí sin querer mirarla—. Vamos al grano, ¿sí?

—¿Qué quieres decir?

—Él te gusta, jamás te había gustado alguien de esta manera, así que al diablo con ella. —Victoria no entendía, a mí no me importaba la chica, pero eso no quería decir que de buenas a primera le exigiría a Edward que la dejara, tenía que ser una decisión suya.

—Tú no entiendes —bufé.

—Entonces explícame.

Masajeé mi cuero cabello tratando de encontrar las palabras adecuadas, ella me seguía mirando esperando una respuesta.

—No quiero pedirle que la deje, de hecho no quiero hacer nada… Si él quiere hablar conmigo al respecto de lo que hay entre nosotros bien y si no, entonces, dejaremos las cosas así y ya.

Ella se levantó, se colocó las manos en las caderas y gruñó exasperada.

—¿Eres estúpida, Bella? —preguntó muy seria.

—Victo….

—Victoria nada, ¡estamos hablando de Edward! El mismo que parece ser un chico bipolar, que te cuida cuando estás ebria, pero luego es tan tímido que apenas puede hablarte… ¿En verdad crees que hará eso?, ¿que se parará enfrente de ti y te dirá que le gustas? ¡Por Dios!, usa ese brillante cerebro que tienes para hacer algo más que trabajar —casi gritó exasperada, su tono había sido tan directo y franco que me recordaba mucho a mí, aunque eso no dejaba de lado el hecho de que tenía razón, aunque yo me negara a admitirlo.

—Entiendo lo que me dices, sólo que no sé qué esperas que haga.

—¿Qué quiero que hagas? —Bufó—. Lo que quiero que hagas es que le digas cómo te sientes y que, si es posible, le exijas con ese tono mandón que tienes que te diga qué demonios siente por ti.

Me encogí de hombros.

—No es tan fácil.

Ella tomó su cartera y me miró con mala cara.

—Me exasperas cuando actúas así, hablaremos cuando decidas qué demonios quieres hacer con tu vida. —Se acercó, besó mi mejilla y me miró fijamente—. Cariño, sé que estás confundida porque nunca habías sentido nada así y te cuesta admitir lo que sientes por él, pero el tiempo pasa, no dejes que de un momento a otro él olvide lo que pasó entre ustedes dos y simplemente seas su pasado, al menos que eso sea lo que quieres.

Ella me dio una última mirada y se fue. Yo gruñí acurrucándome en el sofá, no quería ser su pasado, eso era lo menos que deseaba ser para él.

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Era medio día, estaba en la oficina trascribiendo algunos papeles cuando mi teléfono sonó.

Hola.

—Hola, mamá —respondí sonriendo.

Bella,¿te has olvidado de tu padre y de mí? —reprochó mi madre, lo que me hizo sentir algo mal, con todo lo de la empresa y los nuevos sucesos los tenía algo abandonados.

—Sabes que eso jamás pasará, mamá, es el trabajo.

Siempre es el trabajo, deberías relajarte un poco hija.

—Trataré de hacerlo —prometí como siempre—. Dime, tú y papá cómo están.

Muy bien —respondió contenta—, de hecho haremos una cena esta noche y queremos que tu hermano y tú estén presente.

Alcé la vista cuando escuché la puerta abrirse, esperaba que no se tratara de Edward, había estado evitándolo toda la mañana y no tenía ganas de enfrentarlo, en este momento. Por suerte, era mi hermano, respiré tranquila al verlo.

—Mamá —susurré señalando el teléfono, él se acercó a mi lado.

—Hola, mamá —gritó en mi oído, tuve que alejarme. Lo miré mal, él sólo sonrió.

Hola, hijo,¿cómo estás? —Puse el teléfono en alta voz para poder escucharla los dos.

—Estás en alta voz, mamá —dije para que hablara con más libertad.

Oh, qué bueno Jasper, le estaba comentando a tu hermana que esta noche haremos una cena pequeña y que quería que ustedes dos vinieran. —Miré a Jasper y él se encogió de hombros asintiendo.

—¿Quién estará en la cena? —preguntó mi hermano.

Vendrá Alice y una amiga de ella que nos presentará.

—¿Quién es esa amiga? —interrogué a mi hermano bajo para que mi mamá no escuchara.

—No lo sé, es una tal Lucy que llegó de viaje.

Yo palidecí ante sus palabras y negué, no podía, de ninguna manera pasaría una noche comiendo con ella. ¿Qué pasaba si Edward llegaba con ellas?, no, de ninguna manera.

—Jasper —gruñí, él me miró sin entender—, dile a mamá que tengo trabajo, pero que tú irás.

—¿Por qué? —preguntó entrecerrando los ojos.

—Por favor…

—Sólo lo haré si prometes decírmelo después, algo está pasando contigo y quiero saberlo, hermanita. —Estúpido manipulador, pensé, pero mi única opción era aceptar.

—Está bien —escupí con ansiedad.

Chicos,¿siguen ahí? —Los dos nos giramos a mirar el teléfono, en nuestra plática se nos había olvidado que mamá seguía en la línea.

—Sí, mamá, aquí estamos —respondí dándole un golpecito a Jasper.

Él se quejó.

—Mamá, yo puedo ir, pero Bella… la verdad no creo, tenemos mucho trabajo y ella sabes cómo es de neurótica.

Le di un codazo.

—Deja de hacer eso —siseó hacia mí, yo lo ignoré.

Bella, de verdad quisiera que vinieras.

—Mamá, lo siento, de verdad que quiero ir pero no puedo.

Sólo podía escuchar su respiración hasta que, un poco después, ella respondió:

Comprendo,Bella, espero verte pronto.

—Yo también, mamá —dije sintiéndome algo culpable. Amaba pasar tiempo con mi familia, pero esta noche con ellas era algo que no podía hacer.

Jasper, te veo esta noche, llega temprano y compórtate. —Bufé, como si eso fuese posible.

—Trataré, mamá —respondió mi hermano, sin mucha seguridad.

—Los amos.

—Y nosotros a ti —dijimos a la vez.

Al terminar de hablar con mamá, Jasper tenía una sonrisa tonta bailando en sus labios; debía cumplir mi promesa o él me torturaría hasta hacer que quisiera matarlo. Se sentó enfrente del escritorio, cruzando sus manos.

—Hermanita… tú y yo tenemos muchas cosas de que hablar —mencionó feliz.

Hice un gesto despectivo con la mano tratando de restarle importancia.

—Te lo diré después, ahora tengo trabajo.

—Bella…

—Te lo diré, Jasper, pero… —Señalé mi escritorio que estaba lleno de documentos—, tengo trabajo.

Él se levantó y me señaló con el dedo.

—No te salvarás, te sacaré eso que tienes escondido; sabes que lo haré, hermanita.

—Deja de ser tan manipulador y ahora vete.

Dio media vuelta.

—Nos vemos —gritó antes de irse.

Caí de golpe en mi silla, al menos me había salvado de la dichosa cena; aunque ahora tendría que lidiar con el curioso de mi hermano, pensaría en eso después.

Regresé al trabajo, pasé lo que quedó del día ignorando a Edward y trabajando con Jessica, quien estaba bastante atareada, porque si necesitaba algo, para no verlo a él, la llamaba a ella; aún no estaba preparada para hablar con Edward.

—Bella, ¿tienes un momento? —preguntó Jessica al entrar en mi oficina.

—Sí, pasa.

Ella se quedó de pie frente a mí, parecía nerviosa.

—¿Por qué estoy haciendo el trabajo de Edward? —interrogó bajo, tanto que tuve que esforzarme para escucharla.

—Porque yo lo quiero así —respondí alzado un poco mi voz.

—¿Pasa algo entre ustedes dos?

Me levanté de la silla y me aferré al borde de mi escritorio, ella retrocedió un poco.

—¿Cómo puedes decir eso? —respondí con rapidez, porque era lo único que se me ocurría.

—Fui a la fiesta también, sabes, pocos te conocen y pocos conocen a Edward, por lo que vi cosas y me preguntaba…

—¿Qué te preguntabas? —inquirí temerosa de que ella nos hubiera visto besándonos.

—Si ustedes tenían algo, sé que no es mi problema, pero Edward es un buen hombre y tú, aunque mandona —ella sonrió al decirlo—, eres una buena mujer y sólo me sorprendió que lo estuvieras evitando el día de hoy.

Suspiré y me senté de nuevo, ¿para qué negarlo, si aparentemente ella ya lo sabía? Aunque no me agradara todo el tiempo, Jessica sabía cosas de mí que nadie más sabía, confiaba en ella aunque no lo llegara a admitir en voz alta.

—Es complicado, resumiendo, es mi empleado y tiene novia —solté sin más, ella asintió, miró la silla y yo asentí indicándole que se sentara.

—Deberías hablar con él, no sólo evitarlo.

—¿Por qué será que me siguen sugiriendo que haga eso? —pregunté con ironía.

—Nunca te había visto así de confundida por nada ni nadie, lo que es extraño… pero, ¿sabes lo que es más extraño? Que esa noche, cuando ustedes bailaron y los demás estaban distraídos, había tanta química y chispas entre ustedes que sólo lo supe, supe que ustedes tenían algo, que sentían algo y eso no es malo.

—Sé que no es malo, Jessica, pero… —aclaré mi garganta y miré como ella esperaba que siguiera. Yo suspiré sin saber qué más decir.

—¿Pero qué?

—Nunca he lidiado con querer a alguien y no poder tenerlo, él me gusta, puedo admitir eso, pero tiene novia y, aunque no me importe ella, a él sí le importa y ese es el punto —expliqué tratando de expresar lo mejor posible mi pensar.

Ella frunció el ceño, se levantó y me sonrió.

—Eres Isabella Cullen, mandona, autoritaria y decidida… habla con él, si no te quiere en su vida, lo cual sería una idiotez, pasa la página; pero si te quiere en ella, entonces has todo para entrar, porque jamás te había visto así por un hombre y eso debe valer la pena.

Caminó hacia la puerta, se giró y me dijo:

—No me molesta hacer su trabajo, pero las dos sabemos que esa no es la solución.

Cuando me quedé sola pensé en las palabras de Vicky y las de Jessica, ambas tenían razón, la solución no era meter mi cabeza debajo de la tierra y dejarlo pasar, debía hablar con él.

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Al terminar de trabajar me fui a caminar por Central Park. En el proceso decidí ir por un café, hacia una tarde muy hermosa, pero también fría.

Estaba en busca de mi café cuando las vi, a lo lejos estaban Lucy, la novia de Edward, y Alice. Mientras cruzaban la calle, sentí como mi estómago se revolvía, no sabía ni por qué eso me hacía sentir molesta; al parecer ellas eran mejores amigas, sobre todo si Alice la llevaba a casa de mis padres. Ahora no sólo tenía que lidiar con ella y sus berrinches, sino que acarreaba con amigas y tenía que ser, precisamente, la novia de Edward.

Fui por mi café sin pensar más en ellas y regresé a caminar. Entre la brisa que erizaba mi cuerpo, el café caliente y mis pensamientos pasaron segundos, minutos, tal vez horas… Me fui a casa cuando ya estaba muy cansada de caminar y la noche se estaba haciendo presente.

Llegué a mi apartamento, me quité los tacones y fui a darme un baño de espuma con esencia a menta y pino. Jugué con el agua mientras estaba caliente, me relajé y traté de poner mi mente en blanco, pero no pude, por lo que elegí recuerdos en los cuales enfocarme. Recordé cuando dormí con él, no quería admitirlo ni a mí misma, pero no había cambiado la almohada del lugar que él la dejó, aún seguía imaginándomelo en mi cocina buscando una pastilla, caminando por la sala, él seguía presente y no podía evitar que lo estuviera.

Después de darme el baño, me coloqué una bata, calenté una pizza que estaba en el microondas y me senté en la cama a comer. Estaba a mitad de la pizza y un poco de vino, cuando un recuerdo y algunos pensamientos me hicieron descubrir algo que estaba delante de mis ojos y de lo cual no me había dado cuenta: Edward, él fue quien me envió el cuadro.

Me levanté con rapidez y llegué hasta donde estaba colgado, lo tomé, revisé de nuevo la nota y ahí estaban, las misma palabras que él me había dicho la noche de la fiesta. Sonreí de oreja a oreja, estaba la pregunta de cómo alguien con su trabajo había hecho para comprarme algo tan costoso, pero era algo más grande que eso en lo que ahora pensaba y a lo cual estaba decidida, él me había regalado esto por una razón y, por eso, haría hasta lo imposible por descubrir qué sentía él por mí.

Me dormí con ese pensamiento y determinación en mente.

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A la mañana siguiente no dejaba de mirarme en el espejo, me había colocado una falda tubo color piel con una camisa algo trasparente de color verde, el mismo de mis ojos. Me dejé el cabello suelto y me puse un poco de maquillaje, dando un toque dulce con mi perfume de fresa. Estaba más que lista para el ataque, ahora sí que el plan de Victoria, de seduciendo a un nerd, estaba comenzando. Él tendría que elegirme a mí, porque no había otra opción, Jessica tenía razón, era temeraria, mandona e Isabella Cullen, alguien que siempre conseguía lo que quería y ahora lo quería a él.

Estacioné el auto en cuanto llegué a la empresa, di los buenos días y subí al ascensor. Pasó por dos pisos en los cuales estuvo vacío, hasta que llegó al tercero, en el cual se subió Edward.

Él me miró y yo a él; esta vez no evité su mirada, lo miré con intensidad y sonreí con malicia. Oh, Edward… no sabía lo que le esperaba.

—Buenos días, señorita Isabella.

—Buenos días, Edward. —Pude ver su cara de asombro en cuanto lo dije, estaba vez no estaba ebria o desorientada, ni siquiera enojada, por lo que no me sorprendía su impresión.

Fueron entrando algunas personas, lo que me llevó a estar más cerca de él y eso me hacía muy feliz. Podía sentir sus manos rozando la mía cuando el ascensor se movía, al igual que percibía su perfume en el aire, haciendo que se me erizara todo el cuerpo.

Cuando sólo faltaba un piso para llegar, tomé su mano entre las mías y acaricié sus dedos con mi vista al frente, sin poder ver su reacción. Él no se alejó y sólo debía darme una señal para estar segura sobre la decisión de luchar por él, así que esperé y él lo dio. Tomó mi mano, al igual que yo lo había hecho, y acarició mis dedos. Nos quedamos así hasta que llegamos al último piso, me separé de su lado y caminé hacia mi oficina; pero antes de alejarme completamente, me giré y le dije con una sexy sonrisa:

—Nos vemos en mi oficina, Edward, tenemos mucho trabajo que hacer.

Me giré y contoneé mis caderas a paso decidido. Que su novia llegara a su vida no significa que lo que pasó entre nosotros quedara atrás, eso era algo que no permitiría.


Hola lindas, espero el capitulo les dejara ansiosas por saber mas. Gracias a todas las acosadoras, locas y divinas que siempre preguntan por la historia al igual a las que dejan un reviews.