Capítulo beteado por Flor Carrizo, Beta de Élite Fanfiction

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Cuestión de tiempo

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Estaba inerte, sin sentir nada, absolutamente nada. Después de lo sucedido con Edward, Alice y Lucy, todo me abrumó, hasta que cada sentimiento pareció congelarse dejándome sin sentir nada y aún no sabía si eso era bueno o realmente malo.

Escuché el sonido de alguien tocando la puerta, pero lo ignoré; no quería ver a nadie. Cuando llegué a casa, después del horrible día que había tenido, me acosté en la cama y pasaron horas antes de poder levantarme y darme un baño; ahora sólo estaba en mi pijama hecha un ovillo en la cama.

Sentir lástima no era lo mío, sobre todo si se trataba de mí, pero en ese momento sólo quería dejar ese día para actuar como en realidad me sentía, sin ocultar nada o fingir que todo lo que había pasado no me dolía. Pero ni eso podía hacer, era como si mis sentimientos se ocultaran dejándome vacía, sólo con recuerdos y momentos que no me dejaban pensar en nada más.

El ruido de la puerta no cesó hasta que escuché su voz.

—Bella, sé que estás ahí, más te vale que me abras en este momento. —Suspiré, tomé fuerzas y me levanté.

Caminé sin mucho ánimo hacia la puerta, sabía muy bien que ella no dejaría de tocar y lo mejor en ese momento era tener algo de compañía; el silencio y tantos recuerdos me estaban enloqueciendo.

—Hola —saludé al abrí la puerta. Allí estaba Victoria, con cara angelical pero mirada triste.

—Hola, mi bella gruñona, ¿cómo estás después del día de hoy?

—¿Cómo sabes lo que pasó? —pregunté sin entender.

—Yo le dije, pensé que necesitabas apoyo.

De la nada apareció Jessica a la espalda de Vicky, tenía en sus manos un pote de helado de chocolate y unas películas. Ella sonrió con timidez esperando mi respuesta.

Ladeé mi cabeza y sonreí, una sensación de calidez invadió mi pecho. No importaba qué tan mal estuviera mi día, sabía que las tenía a ambas para estar conmigo en mis momentos difíciles y eso era algo nuevo. Aunque hacía mucho tiempo conocía a Victoria, nunca me había abierto a dejar entrar a otras personas para conocerme, entenderme y sólo dejar que se preocuparan por mí.

—Sólo tengo una regla —dije con seriedad, ambas me miraron atentas—, no hablaremos sobre lo ocurrido.

Tanto Victoria como Jessica asintieron enseguida.

Por alguna razón no quería revelar nada de nuestro último momento, era mío. Tal vez él se lo contara a ella, pero yo sentía que ese momento en el elevador, las sensaciones y palabras, pertenecía a algo que no quería dejar fuera de ese lugar.

Fui por algo para servirnos el helado, mientras Victoria colocaba la película. El ambiente se sentía amigable y ligero, sin presión por ellas o recelo por mi parte. Nunca había experimentado contar tanto con amigas y todo ese asunto, lo que me parecía algo muy considerado y acogedor.

—Bien, tenemos una gran decisión por tomar —comentó Victoria cuando llegué a su lado.

La miré preguntándome si pasaba algo malo.

—¿Qué pasa?

—Estamos decidiendo entre ver Este cuerpo no es mío, que es graciosa e hilarante —explicó con una amplia sonrisa mientras me mostraba en un lado de su mano la película— y La propuesta, con una graciosa Sandra Bullock.

Rodé los ojos mirando ambas películas en sus manos y me encogí de hombros.

—No he visto ninguna.

—¿En serio? —preguntó Jessica con una mirada de horror.

—Bueno, tengo mucho trabajo, no es como si me pasara el día mirando películas —repliqué a la defensiva, cruzándome de brazos.

—Hey, tranquila, sabemos que eres la ama y señora de nuestro mundo gris —espetó Vicky con ironía—, así que nosotras te traeremos algo de luz con graciosas películas que tienes que ver; por lo que deja esa cara y relájate un poco.

Nos sentamos en el sofá después de que Vicky hiciera algunas cotufas, la primera película que vimos fue Este cuerpo no es mío. Fue bastante graciosa, me reí hasta llorar, comiendo cotufas y helado. Mi mente y cuerpo se relajaron, dejando todo lo malo que pasaba fuera de mí, al menos por un tiempo.

La segunda fue igual de graciosa, aunque sin darme cuenta terminé llorando cuando el final llegó, cuando vi como él dejaba todo por ella, no le importó qué pensaran los demás o las barreras que los separaban, simplemente quiso estar con ella. Eso, de alguna manera, rompió mis propios muros, ese que impedía el sentir algo. Lo que me había congelado los sentimientos ya estaba derretido y me estaba dando cuenta de que a veces era mejor no sentir nada, porque cuando todos los sentimientos llegaron de golpe, sentí como si me estuviera destrozando por dentro.

—Ven acá… —Victoria se acercó y me abrazó—. Sé que ahora es un asco y que quisieras no sentir nada, pero el tiempo pasa y los sentimientos que tanto te duelen ahora perderán fuerza hasta que puedes vivir con ese dolor.

—¿Eso quiere decir que jamás se irán? —pregunté con mucho miedo de que eso fuese real.

—Aún yo los siento, así que si se irán no lo sé —respondió con sinceridad, lo que aprecié mucho. Su consuelo era lo que más necesitaba en ese momento, pero no quería algo a bases de mentiras, seguía siendo yo y para mí la honestidad en el mundo en el que vivía era algo muy apreciado.

—Mañana tengo que ir y no verlo, pero eso no es lo peor, porque ahora sé que tal vez no lo vuelva a ver y todo me abruma y confunde —admití, dando respiraciones largas para dejar de llorar.

—Sé que lo verás.

Alcé la vista.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque él llegó a tu vida de manera imprevista para cambiarte algo, no puede simplemente desaparecer.

—Así como Jacob no desaparece de tu vida —insinué para cambiar de tema.

La vi reír, se levantó y tomó las cosas que ya nos habíamos comido.

—Vamos, Victoria, no nos digas que ya te olvidaste de tus arranques de celos por alguien que supuestamente no quieres en tu vida —comentó Jessica, la miré y me sorprendí con la confianza que ambas se tenían, por lo visto habían estado hablando y eso era realmente bueno.

—Ustedes dos son pésimas, sobre todo tú —replicó señalándome, yo la miré sin querer admitir que sabía a qué se estaba refiriendo—. No me des esa mirada, sé que hablaste con él.

—Está bien, sí hablé con él, pero qué querías que hiciera. Parece que realmente te quiere y se verían muy bien juntos —justifiqué sin querer ver su furia en potencia, ella podía ser mi peor versión cuando estaba enojada.

—Sí, claro, como digas, ese es un tema cerrado.

Jessica y yo nos miramos y ambas nos encogimos de hombros, yo no quería hablar de lo mío ni ella de lo suyo, tal vez ahora eso era lo mejor.

—¿Qué tal tú, Jessica? ¿Qué drama puedes compartir con nosotras? —preguntó mi amiga al regresar de la cocina.

—No, mi vida es realmente simple.

Tal vez Victoria no lo vio porque era ella y siempre estaba en su propio mundo, pero yo sí lo vi. Fue como cuando alguien te dice que el cielo no es azul cuando tú misma lo estás mirando, una mentira tan obvia que era muy difícil no verla. Jessica estaba mintiendo, su cuerpo se tensó y sus ojos trataron de ocultarse, ahí me di cuenta de que su vida era todo menos simple.

No quise preguntarle qué le estaba ocurriendo porque por ese día sólo podía manejar mi propio drama, pero no tardaría mucho en descubrir qué era lo que estaba sucediendo con ella.

Las chicas pasaron al menos dos horas más conmigo, miramos otra película, hablamos de ir a un día de spa juntas; sin temas complicados, sólo relajándonos. Cuando llegó la hora de irse, ambas me abrazaron con ese tipo de abrazo que recoge partes de tus pedazos rotos, tratando de volverlos a pegar aunque no sea posible.

—Come, duerme y deja de pensar tanto en cosas que no puedes cambiar —me aconsejó mi rubia amiga al separarse de mi lado.

—Mañana nos veremos, ¿verdad? —preguntó Jessica con una sonrisa alentadora.

—No lo dudes.

Cerré la puerta recostando mi espalda en ella, respiré lentamente y cerré los ojos.

Lo extraño, admití sintiéndome tan idiota. Apenas lo conocía y sentía que lo extrañaba, pero en la soledad de mi apartamento sin nadie con quien fingir, podía simplemente tomarme dos minutos con los ojos cerrados y extrañar lo que nunca fue mío, pero sintiendo como si lo hubiese perdido.

Di dos respiraciones profundas, toqué mi pecho como diciéndole a mi corazón que se tranquilizara, que no era lo peor que me podía pasar y que con el tiempo dejaría de doler. Abrí los ojos con determinación y caminé hacia donde habíamos estado mirando películas. Limpié lo que faltaba y, cuando terminé, en lugar de mi plan inicial de irme a acurrucar en mi habitación, me puse ropa cómoda, quitándome el pijama y busqué entre mi biblioteca un buen libro, hacía mucho tiempo que no leía por placer, algo que me gustara.

Al terminas algunos capítulos, cerré el libro y me fui a la cama; ya era tarde, estaba cansada y mañana era ese tipo de día en el cual no sabía qué esperar o si lo que esperaba sería bueno.

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Miré hacia arriba, era una mañana soleada, brillante, de esas en las que quieres recostarte en una playa y beber margaritas; pero yo estaba parada enfrente de la empresa sin una margarita y con una playa bastante alejada. Cuando me levanté lo primero que pensé fue cinco minutos más y no era muy propio de mí, por lo general estaba ansiosa por ir a trabajar, pero no era uno de esos días; sabía que había cosas que serían diferentes y tenía que enfrentar tarde o temprano.

Acomodé mi postura y caminé hasta la entrada, Sam me saludó, yo asentí en respuesta y entré en el ascensor, que se cerró mientras estaba sola. Miré a mi alrededor y tragué en seco, tratando de evitar que un nudo en la garganta se formara. Odiaba sentirme así, tan débil y dependiente de la presencia de alguien, esa no era yo y no me gustaba, pero no encontraba la forma de cambiarlo. Me tragué mis sentimientos, coloqué mis manos en puños y respiré despacio un par de veces.

Las puertas se abrieron y, como siempre, las personas estaban trabajando como si nada hubiese pasado, sólo tenía que descubrir la manera de hacer lo mismo.

—Hola, Bella —saludó Jessica en cuanto pasé por su lado.

—Hola, ¿cómo… eh… —Ella me miró esperando que termina de hablar—. ¿Cómo estás? —solté con una sonrisa algo rara.

Ella no puedo evitar reír.

—Estoy bien, ¿y tú?

—Estoy bien.

Ambas nos quedamos mirando hasta que negué un par de veces con la cabeza por mi actitud tan rara y me fui a mi oficina. Quería volver a tener los sentimientos como antes, pero eso no significaba que no me diera cuenta de que había cambiado y, en algunos aspectos, eso era para bien. Jamás me había preocupada por Jessica y era la persona que compartía conmigo gran parte de mi día, por eso procuraría dejar de ser tan egoísta, al menos con ella, y así conocerla. Ella era mi amiga y uno debía preocuparse por sus amigos, ¿no es así?

En cuanto llegué a mi oficina y me acomodé en mi escritorio, mi teléfono sonó.

—Hola.

Hola, hermanita, espero que con el drama de ayer estés ahora más relajada y sin ganas de asesinar a nadie. —Rodé los ojos, mi hermano seguía siendo quien era así estuviera en China.

—Sabes que estar en un avión y llamar es contra la ley, ¿verdad?

Escuché como resoplaba.

Tú y las reglas… De hecho ya estoy en Londres, hace horas aterricé, sólo me estaba instalando.

—Realmente estás comprometido con la causa, por lo general no eres tan aplicado.

Bueno, hermana, tengo mis momentos.Ahora que estoy aquí, ¿cuál es el plan?

Su pregunta me dejó algo descolocada, con todo lo que había pasado se me había olvidado por completo idear la mejor manera para despedir a Bennett. Él era socio, tenía varias acciones en la empresa y, aunque lográramos despedirlo de la mejor manera, aún teníamos que encontrar su reemplazo y hacer muchos cambios.

—Por el momento tantea el terreno, intenta ver con nuestros abogados de allá cuál sería la mejor manera de despedirlo o hacerlo renunciar, hasta ahora ese es el plan.

¿Cuánto tiempo tengo que estar aquí? —Su voz sonaba fastidiada, Jasper odiaba Londres, él siempre prefería que lo enviara a lugares cálidos o con desnudistas, lo que mejor le conviniera, aunque en ese momento no tenía esa opción.

—Al menos dos o tres semana. —Lo escuché quejarse.

Esto será el infierno.

—No te quejes, aun podrás salir y hacer lo que quieras, no tendrás tanto trabajo como aquí; así que no te quejes —espeté riendo. Amaba fastidiar un poco a mi hermano, aunque apreciaba mucho el hecho de tener con quien contar en ese tipo de situación.

Sé que lo haces para amargarme la vida, pero igual me divertiré aquí.

—Eso no lo dudo.

Has hablado con mamá y papá sobre no sé… todo lo que pasó ayer. Supe que también despediste a Masen, ¿estás bien?

A la mente se me vino la imagen de mis padres, no había hablado con ellos pero sabía que tendría que hacerlo.

—Aún no hablo con ellos, pero lo haré, son mis padres. Y no, no estoy bien, pero espero estarlo después, con el tiempo.

¿Quieres que regrese y lo golpee?

Me reí.

—No, no quiero eso, estaré bien sólo es cuestión de tiempo —lo dije con la esperanza de creerlo.

Si tengo noticias te llamaré. Sabes que si pasa cualquier cosa sólo debes de llamarme y volveré enseguida. Habla con mamá y papá, sé que están preocupados, hable con ellos pero fue rápido.

—Lo haré, te lo prometo, hablamos después. Te quiero.

Yo también te quiero.

Corté la llamada y me puse a trabajar, concentrándome en eso y en nada más. Tenía mucho trabajo acumulado y era lo mejor en ese momento, para despejar mi cabeza.

—Bella… —Escuché como alguien llamaba a la puerta.

Sin alzar la vista de mis documentos respondí:

—Pase.

—Ya es pasado el mediodía y nos has comido, ¿quieres algo? —Alcé la vista y me quedé sin habla, no había pedido la comida por que por lo general era Masen quien la buscaba, inconscientemente, suprimí el hecho de que él ya no estaba en mi vida ni en mi trabajo.

Jessica pareció entenderlo con tan sólo mirarme.

—Te buscaré una ensalada del restaurante a dos calles, esas que tanto te gustan. —Asentí rápidamente y puse la cara entre mis manos en cuanto ella salió dejándome sola.

Cuando había llegado no quise ver su puesto vacío y me negué a hablar sobre contratar a otra persona, encerrándome en mi trabajo sin pensar en nada más, pero había pequeñas cosas… El café que no me tomé porque él era quien lo buscaba por mí y no había sacado una copia de un documento porque yo no solía hacerlo, él siempre las tenía listas. Esas eran cosas que estaba acostumbrada a que alguien más hiciera por mí y esa no era la parte que extrañaba, era el hecho de que él parecía querer hacerlo sin siquiera pedírselo y ya no lo tenía para ello.

Cuando Jessica regresó, comí de la ensalada aunque muy poco; era mi favorita pero en ese momento no tenía hambre. Lo que sí tomé fue vino, eso parecía relajarme.

Estaba tomando una copa frente a la ventana mirando el radiante sol entre las nubes, pensando y dejando a mi mente divagar. Podía sentir esa ausencia que invadía cada espacio y, aunque me dolía, podía ver que el dolor era un poco menos que el de ayer; en ese momento al menos estaba consciente de que bajé mis muros y lo dejé entrar, si él no quiso o no pudo quedarse fue su decisión. Yo, por primera vez, me vi vulnerable ante alguien y no me lo reproché como una muestra de debilidad, sentía que crecí un poco gracias a eso y las palabras de mi madre tomaban cada vez más sentido. Si él no regresaba a mi vida y ese era el fin, entonces me daría por bien servida y agradecería el hecho de que por muy corto tiempo fui feliz porque él estuvo en mi vida.

Después de tres copas de vino que me hicieron bastante ineficiente en mi trabajo, tomé algunas cosas que necesitaría y me dispuse a irme a casa. No quería estar más en el lugar que antes sentía como mi hogar, lleno de serpientes y algunos malos deseos, pero mi hogar al fin; aunque después de él casi no soportara estar allí.

Llegué a casa, dejé el trabajo de lado y fui a darme un baño, para luego pedir algo de comida china y relajearme frente a la televisión.

Cuando estaba mirando algo de programación basura y sin sentido en mi televisor y comiendo a mitad del sillón con mi pijama, el teléfono sonó. Me apresuré a revisar, era temprano pero no esperaba ninguna llamada.

—Hola.

Bella, ¿cómo estás? —Suspiré regresando al sofá.

—Hola, mamá, estoy bien, ¿y tú?

Estoy bien —dijo con un tono distante, sabía que ella estaba molesta y odiaba que se sintiera de esa manera conmigo.

—Mamá, yo lo siento si…

Bella —replicó interrumpiéndome—, tu papá, tú y yo tendremos una cena mañana en la noche porque creo tenemos algunas cosas de las cuales hablar.

Tragué en seco.

—Sí, mamá, ahí estaré.

Eso espero… Y Bella…

—¿Qué, mamá?

Te quiero. —Su tono de voz volvía a ser dulce y eso me alivió mucho, aún tenía que enfrentar esa cena y los temas que se tocarían, pero al menos sabía con certeza que a pesar de cualquier cosa ella me seguiría amando.

—Yo también te quiero, mándale saludos a papá.

Lo haré, hablamos mañana. Duerme bien.

Al terminar la llamada no pude seguir comiendo, no me sentía nerviosa por hablar con mis padres, sólo estaba un poco preocupada de qué pensarían ellos de lo sucedido con Alice, sobre todo por como yo me sentía al respecto.

Terminé algo de trabajo que me había traído a la casa y me fui a mi habitación, ya que no tenía ganas de hacer nada, sólo me quedaba dormir. Estaba por acostarme cuando me quedé de pie mirando el cuadro, ese que Edward me había regalado, y noté que se me había olvidado por completo preguntarle y ya ni siquiera sabía si tendría la oportunidad de hacerlo.

Lo toqué con cuidado, casi con miedo de romperlo, luego tomé la nota entre mis manos y la releí un par de veces. Me alejé dándole la espalda. Todo es cuestión de tiempo, me repetí como un mantra. Me dolía un poco ver la pintura, pero era tan hermosa y el mensaje tan especial que afloraba un sentimiento positivo en mí, que nublaba por completo lo malo que podía llegar a sentir.

Di un par de vueltas en la cama hasta que finalmente me quede dormida.

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Me levanté con más ánimos que el día anterior, coloqué algo de música mientras me vestía y maquillaba y sólo pensaba: Un día la vez y todo estará bien.

Cuando llegué al trabajo me tomé mi tiempo comprando un café por mí misma y sacando copias que necesitaba. Ese día trabajaría hasta el medio día, después iría a correr antes de la cena con mis padres, eso era lo único que por ahora lograba relajarme.

—Jessica, ¿podrías venir a mi oficina? —llamé por el intercomunicador.

Pasaron sólo algunos segundos cuando ella estaba entrando en mi oficina

—Bella, ¿me necesitas?

—Siéntate.

—Bien —dijo algo escéptica mientras lo hacía.

—Quiero saber qué es lo que te pasa. —Ella quiso decir algo pero la interrumpí—. Sé que no es mi problema y, probablemente, así como yo me guardo mis cosas tú también quieras hacer lo mismo, pero sabes que cuentas con Victoria y conmigo, por lo que si te pasa algo puedes decírnoslo. No soy buena con eso de ser de ayuda para las personas, pero con Vicky sí, por lo que, al menos, la ayuda de ella sería algo bueno.

—Yo… no puedo, es decir, tengo problemas, pero son mis problemas, decirlos no los arreglará. —Su voz estaba a punto de quiebre y, aunque quería ayudarla, sabía que presionarla no era la solución, sólo esperaba que en algún momento sintiera la confianza de decirme qué le pasaba.

—Cuando quieras compartirlo, bueno… yo estaré…

—Estarás para mí, ahora lo sé. —Sonrió al decirlo, una sonrisa genuina y muy sutil.

—Hoy trabajaré hasta mediodía, debo ir a hacer algunas cosas. Si se necesita algo aquí con suma urgencia me llamas —dije regresando al trabajo.

—Sí, tranquila, te avisaré si pasa algo. ¿Necesitas algo más? —preguntó al levantarse.

Negué.

—No, eso era todo.

—Está bien. Y Bella… —alcé la vista—. Gracias.

—De nada, Jessica.

Ella salió de mi oficina y aunque aún quedaba la duda de qué le pasaba, al menos ella sabía que tenía con quien contar. No fue fácil para mí porque, aparte de Victoria o mis amigos más cercanos, nunca había dado mi apoyo sentimental a otra persona, era algo nuevo y, sorprendentemente, reconfortante.

Me despedí de Jessica cuando salí del trabajo, me fui a casa para cambiarme por algo más cómodo y así ir a correr.

Tarareaba en mi cabeza la canción de Mumford and Sonswhiteblank Page, mientras corría y mantenía mi respiración estable. La brisa era cálida y el sol brillante, era sin duda un buen día para salir al aire libre y tener algo de claridad y perspectiva.

Pasé al menos dos horas corriendo, descansando en algunos momentos; me permití comer algo de comida chatarra y sentarme a mirar el mover de los árboles y el caminar de las personas. Todo el tiempo procuré relajarme, no pensar en nada, aunque hubo momentos en los cuales no pude evitar que algún pensamiento sobre la cena, Alice o Edward invadiera mi cabeza; pero cuando pasaba sólo lo suprimía como venía haciendo por todo ese tiempo.

Regresé a casa para darme un baño, luego dormiría una siesta para, finalmente, irme a la casa de mis padres.

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—Un momento —respondió la voz de mi madre cuando toqué la puerta.

Después de una reconfortante siesta me levanté algo más descansada, sobre todo por el ejercicio que había hecho; por lo que me vestí de manera sencilla y rápida. Cuando estuve lista, conduje a casa de mis padres sin mucho tráfico, lo que fue realmente bueno, nada me ponía más de mal humor que estar dos horas conduciendo en el tráfico de esta ciudad.

—Hola, hija.

—Hola, mamá —saludé cuando abrió la puerta para mí.

Me dio un abrazo y se separó.

—Tu padre está colocando la mesa, deberías ir a ayudarlo.

Me quité el abrigo y fui de inmediato al comedor donde me encontré con papá colocando los platos en su lugar. La casa tenía ese olor a flores recién cortadas mezclado con el rico olor de la comida de mamá, respiré el olor a hogar y familiaridad que tanto me gustaba.

—Hola, papá.

—Hola, Bella, has llegado. —Él se acercó y me dio un abrazo fuerte y largo.

—Sí, hoy salí temprano del trabajo y pude hacer mis cosas antes de venir.

Al separarnos nos sonreímos y ambos empezamos a organizar la mesa.

—Mamá está molesta, ¿verdad? —pregunté al terminar, cuando pude mirarlo mejor.

—Sí, lo está, lo que hiciste no estuvo bien y lo sabes.

Mamá llegó con la comida en las manos lista para colocarla en la mesa, papá y yo la ayudamos a servir y luego nos sentamos.

Por primera vez en mucho tiempo sentía una incomodidad bastante palpable en casa de mis padres, mamá se limitaba comer y papá de vez en cuando me miraba y sonreía para calmarme.

Cuando terminé de comer, esperé un momento hasta que ya no pude más, no era mi naturaleza quedarme callada cuando quería decir algo.

—Bien, ¿cuándo empezaremos con el Bella sabes que lo que hiciste está mal? Ya papá me lo dijo, pero vamos, mamá, el silencio no siempre es el mejor amigo, así que sólo dilo —pedí manteniendo un timbre de voz bajo, lo que menos quería era gritarle a mi madre aunque mi ansiedad daba para eso.

Ella me miró por un momento y suspiró.

—No entiendo, Bella, qué pensabas cuando despediste a Alice de esa manera.

—Mamá, ella me estaba volviendo loca y…

—Yo no estoy enojada por que la despediste, tú eres la jefa y quien decide. Lo que no me explico es cómo una persona tan razonable como tú no pudo resolver ese problema adentro de su oficina a un tono de voz razonable, sé de tu carácter pero ahora me cuestiono si tomas todas las decisiones de esta manera sin pensar en las consecuencias.

La manera que mi madre había dicho esas palabras me dolieron más que cualquier cosa que hubiera experimentado, ella había tenido la confianza de ponerme a cargo de la empresa confiando plenamente en mí y parecía decepcionada.

—Lo siento —murmuré con sinceridad—. La verdad no me siento bien por haberlo hecho de esa manera.

—Pero no te arrepientes de haberla despedido, ¿verdad?

Negué con la cabeza un par de veces.

—No de eso no me arrepiento, tarde o temprano ambas chocaríamos. No nos llevamos bien y eso es algo que dudo algún día cambie.

—Bella nunca he comprendido cuál es el odio mutuo que ambas se tienen, pero te pido que por favor trates de sobrellevar el hecho de que ella, quieras o no, es parte de esta familia.

—Lo haré, mamá, siento si te decepcioné con mi comportamiento —dije algo afligida.

Me levanté tomando los platos de la mesa para llevarlos a la cocina. Estaba metiéndolos en el lavavajillas cuando sentí su presencia en la cocina.

Acomodé mi postura y pude ver a mi mamá recostada a la puerta con una sonrisa cálida, que no había visto desde mi llegada.

—Nunca pienses que estoy decepcionada de ti, jamás podrías hacer algo para que eso pasara. —Limpié mis manos y me reuní a su lado.

—Sólo pensé que con lo que había pasado…

—Tú no debes ser perfecta porque no espero que lo seas, sólo te pido que a veces por mucho que te cueste pienses primero en cómo se podrían sentir otras personas con tus acciones. Alice puede no caerte bien y sí ella no es en nada parecida a ti, pero es una persona que siente, eso es lo que deberías pensar. —Mamá acomodó mi cabello detrás de mi oreja en un acto cariñoso.

—Estoy cambiando muchas cosas de mí, lo que no es fácil pero lo intento.

—Lo sé, te conozco muy bien y has cambiado de un tiempo para acá; aunque ya sé que quien inició ese cambio no está cerca de ti, al menos ya no.

Me sorprendí un poco que ella sacara el tema de Edward, aunque no veía por qué si al parecer mi mamá sabía las cosas casi al mismo tiempo que yo las llevaba a cabo.

—Él quiso estar con ella y yo simplemente no lo soporté; pensé mucho en tus palabras, sobre que si él estará conmigo así será y si no simplemente el tiempo pasará.

—Odio verte sufrir por esto cariño y espero que llegue alguien que por encima de todo siempre te elija a ti.

Me acerqué a ella y la abracé, su olor a jazmín me hizo sentir más tranquila y haber al fin hablado con ella me quitaba un peso de encima.

—Yo también lo espero.

Me despedí de mamá porque ya era tarde y quería estar en mi apartamento, fui a despedirme de papá quien se estaba fumando un habano en el jardín.

—Papá, ya me voy —dije suavemente cuando llegue a su lado.

Él me tendió su mano y yo me abracé a su costado, hacía mucho tiempo me había acostumbrado al olor del tabaco, ahora era un olor que siempre me recordaba a él.

—Creo que fue una mala decisión despedir a Alice, pero fue una peor decisión despedir a ese muchacho Masen.

Me tensé un poco aferrándome más a su abrazo.

—Era lo que tenía que hacer —susurré más para mí que para él.

—Espero que estas decisiones sean para bien —dijo dejándome algo confundida por no saber a qué se refería. Edward era sólo un asistente al igual que Alice, ¿por qué me perjudicaría?

Papá besó mi cabeza y se separó de mí al terminar de fumar.

—Ve, se está haciendo tarde y con este clima tan cambiante no quiero que conduzcas si llueve.

—Sí, es lo mejor. —Me acerqué y besé su mejilla—. Te quiero, papá.

—Yo también te quiero, hija.

Me fui al departamento, conduje con cuidado porque había empezado a llover y la recomendación de mi papá resonaba en mi cabeza.

Cuando llegué a mi casa fui a colocarme algo cómodo, revisé los mensajes de mi contestadora y fui a servirme algo de helado. Mamá debió estar muy enojada porque no había hecho postre, sobre todo si Jasper no estaba en casa para presionarla a que lo hiciera.

De un momento a otro, mirando una película, me quedé profundamente dormida en el sofá.

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Sin darme cuenta pasaron días, semanas y, al percatarme, ya habían pasado casi un mes. En ese tiempo habían pasado muchas cosas.

Primero estaba el cambio sutil pero muy evidente para mí que había tenido Jasper al regresar de Londres, aunque las cosas según él había salido bien, el despido de Bennett fue fácil y el nuevo que estaba en su puesto era más eficiente, sentía que había algo que él no me estaba diciendo; pero simplemente me olvidé de esa idea, era mi hermano, él no me ocultaría nada eso podía apostarlo. Luego estaba el hecho de que no había vuelto a ver a Alice, sabía que se veía con mis padres pero encuentros entre ambas no se habían dado lo que era realmente bueno.

Era sábado y tenía una fiesta de un amigo de Victoria, según mi loca amiga sería algo privado y sólo con amigos, pero como era ella dudaba de todo. Vicky seguía con su amor y odio hacia Jacob, pero al parecer ya habían entablado una amistad pacífica y sin celos locos, aunque me preguntaba si eso realmente duraría.

Estaba conduciendo a la dirección que mi amiga me había enviado, puse algo de música en la radio y conduje por el horrible tráfico que había. Una suave melodía empezó a sonar relajándome.

Cuando llegué me estacioné lo más cerca que pude, si la fiesta se volvía asfixiante al menos podría huir rápido. Toqué el timbre y fue Jasper quien me abrió la puerta.

—¿Qué haces aquí? —pregunté al momento.

—Vine por el alcohol y la diversión —respondió gracioso, aunque como en otros momentos evitó un poco mi mirada. Fue por eso pasé por su lado y entré a la casa.

Saludé a algunas personas que en ese mes había conocido, a otras que llevaba tiempo conociendo y algunos que nunca había visto.

—Mi Bella, viniste —gritó Vicky al verme.

Asentí.

—Sí, ¿qué más podía hacer un sábado en la noche? —Nos abrazamos un poco y ella me entregó un trago.

—No sé… trabajar, despedir personas o hacerlas sufrir… esas cosas que tú crees que son divertidas. —Rodé los ojos, ella sin duda estaba muy feliz esa noche.

—Hola, Bella —saludó alguien a mi espalda, me giré y era Jacob, al menos ya sabía por qué mi amiga estaba tan feliz.

—Hola, Jacob. —Lo abracé y alcé las cejas en dirección a Victoria, quien me hizo una mala cara.

Los tres entablamos una conversación bastante divertida, a la cual se terminaron uniendo Jasper, Jessica y la nueva novia de Jasper llamada Kate, quien hasta el momento me agradaba mucho, esperaba que el idiota de mi hermano no lo arruinara.

Estaba riendo de algo que había dicho Jacob cuando alguien tapó mis ojos, al instante me alarmé hasta que escuché su voz.

—Espero me hayas extrañado.

Quité sus manos de mi cara y me giré abrazándolo de inmediato.

—¿Cómo no me has dicho que venías? Hace semanas no sabía nada de ti —repliqué separándome de su abrazo.

—Victoria dijo que sería mejor si era una sorpresa, así que esperé hasta llegar aquí para poder sorprenderte. —Lo miré a él y luego a mi amiga, que alzó la copa regalándome una sonrisa.

Regresé mi atención a Emmett, quien me miraba con esos hermosos ojos azules que irradiaban la dulzura de siempre y una sonrisa radiante en sus labios. Él era mi amigo desde hacía tanto y estaba igual que hacía algunos meses. Seguía con su porte despreocupado y juguetón, pero con ese brillo de hombre decidido que siempre había tenido.

—Esa cara de sorpresa también es de felicidad, espero.

Sonreí a más no poder.

—Absoluta felicidad —admití con sinceridad.

Emmett saludó muy efusivamente a Victoria, luego Jasper y Jacob, a quien conocía, y le presentamos a Jessica y la nueva novia de mi hermano. Estuvimos hablando un poco, el de vez en cuando me miraba y me guiñaba el ojo, yo me relajé más y más, rodeada de ellos, la plática era amena divertida casi hilarante.

Después de un tiempo, Emmett me pasó un trago y, en el proceso, me rodeó por la cintura haciendo que relajara mi espalda en su pecho, lo que se sentía muy bien.

Con una plática bastante rara, terminé riendo hasta casi llorar. Él besó mi mejilla y ambos nos miramos con una familiaridad agradable; pero mientras miraba sus ojos y reía, la imagen y el nombre de Edward vinieron a mi mente, podía fingir que ya no lo recordaba, de hecho no lo había visto en casi un mes y no sabía nada de él, pero en mi mente aún estaba su imagen, el sonido claro de su voz y el suave sonar de su risa. Allí, en ese lugar rodeada de amigos, conocidos, me sentía feliz; por fin estaba volviendo a sentirme yo misma, pero sin proponérmelo seguía pensando en él aunque ya no dolía hacerlo. Tal vez ese era un nuevo comienzo en el que aunque lo recordaría y extrañaría, también empezaría a dejarlo en el pasado.


Hola chicas, siento mucho la tardanza pero deben entender que mi beta y yo estudiamos, la universidad nos exige mucho y estamos por salir de vacaciones por lo que todo se nos hace mas difícil. Ahora que estamos en diciembre y tendré días libres actualizare mas seguido y en menor tiempo.

P.D: Un abrazo a todas, como siempre gracias a mi beta y espero con ansias sus reviews!