Capítulo beteado por Flor Carrizo, Beta de Élite Fanfiction
www facebook com / groups / elite . fanfiction
.
.
Sólo se necesita un minuto
.
Cuando la fiesta terminó Emmett me acompañó a casa. En el camino hablamos del tiempo que estuvo fuera y las cosas que había hecho. Cuando él me preguntó sobre mis cosas le conté de mis padres, Jasper y la empresa, pero luego él dijo:
—¿Y tu corazón ya se derritió por alguien? —Mi cuerpo en ese momento se tensó y di un suspiro—. Vamos. Cuéntamelo…
¿Cómo negarle algo después de no haberlo visto desde hacía tanto tiempo? Él me miraba con esos enormes ojos de gato bajo la lluvia, la misma mirada que me daba Victoria cuando quería sacarme información.
Le conté la historia que más había tenido que repetir en mi vida, cada vez que el nombre de Edward salía de mis labios mi cuerpo no sabía cómo reaccionar y su imagen venía con mucha frecuencia a mi cabeza. Para cuando llegamos al departamento, él abrió la puerta para mí y bostezó.
—Al parecer ese tal Edward fue importante para ti, aunque es un completo idiota al salir de tu vida. —Emmett se acercó y me dio un suave beso en la mejilla—. Aunque, bueno, algunos somos lo suficientemente estúpidos para permitir que te vayas.
Me separé de él al escuchar sus palabras.
—Supongo que son cosas que pasan.
Él sonrió y negó con la cabeza, pasó sus manos por su cuello en un gesto de cansancio.
—Tengo que ir a ver si Jacob tiene algún lugar en el cual dormir.
—Puedes quedarte aquí.
Él me miró sorprendido ante lo rápido que dije esas palabras.
—No tienes que hacerlo, Bella, yo encontraré algún lugar donde dormir.
—Es en serio, Emmett, puedes quedarte aquí; está la habitación de invitados o puedes dormir en el sofá si quieres, no hay problema. Además es muy tarde para irte y no sabes si Jacob estará en su apartamento, así que quédate.
Él me miró fijo, sonrío, se acercó a mí y me abrazó.
—Siempre que me pidas que me quede me quedaré.
Nos separamos y yo le enseñé la habitación de invitados y le indiqué dónde estaban todas las cosas.
—Si necesitas algo no me llames que estaré durmiendo —bromeé desde la puerta.
—Que duermas bien, Bella.
—Tú igual, Emmett.
Me fui a dormir con ese sentimiento raro en mi cuerpo, como si estuviera haciendo algo que era normal pero no estaba del todo bien. Mi cabeza y cuerpo estaban tan confundidos que sólo me desvestí y me fui a dormir.
Estaba acomodándome en la cama cuando mis ojos se quedaron mirando fijamente el cuadro, me quejé y apreté fuerte mi almohada. Tal vez la llegada de Emmett me ayudaría a superar todo lo de Edward más rápido, era algo que esperaba, porque aunque ya no pensara en él tan seguido como antes, él continuaba en mi mente y me preguntaba cuánto tiempo seguiría así.
.
.
Escuché el televisor y decidí levantarme, seguro Emmett ya se había despertado.
Me coloqué algo cómodo, recogí mi cabello y cepillé mis dientes antes de salir. En cuanto lo hice me fui hasta la sala donde un escenario muy gracioso se presentaba, Emmett estaba acostado en el sofá y la mitad de su cuerpo prácticamente tocaba el suelo; él tenía esa sonrisa boba en el rostro como si estuviera teniendo un maravilloso sueño. Al parecer, el volumen del televisor no le molestaba porque estaba profundamente dormido. Seguro se había despertado, no pudo dormir y se puso a ver televisión mientras comía golosinas, que estaban regadas por la alfombra y en el sofá.
Quise reír por la situación pero no quería despertarlo, aunque eso no parecía posible. Me fui a la cocina y empecé a preparar algo para desayunar.
Estaba terminando de servir el jugo de naranja con el pan tostado cuando sentí como alguien me tomaba de la cintura haciendo que soltara un grito.
—Bella, me dejarás sordo, ¿por qué gritas? —se quejó riendo Emmett.
—Tú, idiota —repliqué golpeándolo—, me asustaste; pensé que estabas dormido.
—Lo estaba, pero haces mucho ruido mientras cocinas. —Rodé los ojos ante su comentario.
—Yo sirviendo el jugo hago mucho ruido, pero la televisión a pocos pasos de ti con todo el volumen es un canto de sirenas —respondí sarcástica.
—Despertaste graciosa, algo muy raro en ti.
Estaba por responderle cuando me tomó de la cintura, me levantó y subió a su hombro.
—¿Qué estás haciendo? —grité golpeando su trasero.
—No te bajaré hasta que admitas que me despertaste de forma cruel.
—Vamos, Emmett, no seas infantil.
—Tendremos que bailar un poco hasta que lo admitas.
—No yo…
Él empezó a hacer un baile muy raro mientras me cargaba en su hombro y me hacía cosquillas, traté de resistir pero me fue imposible.
—Está bien, lo admito, te desperté de manera muy cruel —dije muy dramática—. Ahora, por favor, bájame —pedí tan dulce como pude mientras me reía.
Él me bajó y colocó su sonrisa de bobo dormilón, yo lo golpeé en el hombro en cuando toqué el suelo.
—Auh, no seas malvada. —Al ver mi expresión tocó con delicadeza mi mejilla—. No seas tan estricta, ríete un poco, sé feliz.
—Déjame en paz —musité separándome de él, pero sonriendo y regresando al desayuno.
—¿Quieres que te ayude?
—No, estoy bien.
—Déjame ayudarte —insistió parándose detrás de mí y rodeándome mientras me ayudaba a servir el jugo y colocar algo de mantequilla de maní en su tostada.
Cuando terminamos sentí como él besaba mi cuello y el sentimiento que había tenido antes de dormir de nuevo hacía acto de presencia. Tomé mi desayuno y no mencioné nada, ambos nos sentamos en el sofá mientras mirábamos Friends, serie que a ambos nos gustaba y que nos hacía reír sin importar cuántas veces repitiéramos los capítulos.
—Joy se parece mucho a ti —comenté graciosa.
—Y tú eres igual de alocada que Phebeo —respondió sarcástico—. Te extrañé, Bella.
Me acerqué hasta él, ya que habíamos terminado de comer, Emmett me abrazó y yo me aferré a su cuerpo.
—Yo también, Emmett.
Nos quedamos en silencio tan solo abrazados, mirando la televisión y riendo a ratos.
—¿Qué te parece si salimos? Yo llamo a Jacob, tú a Jasper y Victoria y hacemos alguna cosa.
No tuve que pensarlo mucho para aceptar, prefería salir a hacer algo antes de quedarme con mi cabeza confundida.
—Me parece una muy buena idea, llamaré a mi hermano e iré a vestirme.
Después de llamar a Jasper, quien estuvo encantado, y me avisó que llevaría a su novia, me di un rápido baño y me coloqué algo cómodo.
—Pasaremos por casa de Jacob para buscarlo y así poder cambiarme —dijo Emmett cuando estaba recogiendo mi cabello de camino a la salida.
—¿Y a dónde iremos? —pregunté.
—Al zoológico, luego iremos a comer algo en un bar que me gusta y sé que a las chicos les gustará; luego no sé, pasearemos o algo así. ¿Te gusta la idea?
Estábamos en el ascensor, yo escuché lo que me dijo pero era como si en ese momento me sintiera absorta en mi propio mundo.
—¿Bella?
—¿Sí?
—¿Estás bien? Te pregunté si te gustaría.
—¿Si me gustaría qué? —pregunté sin entender algo desorientada.
—El plan de salir.
El ascensor sonó y era nuestro momento de salir, Emmett me siguió pero antes de llegar a la puerta me tomó de la mano haciendo que lo mirara.
—Él te afectó más de lo que había pensado. —Traté de desviar su mirada, pero él tomó mis mejillas—. Todo está bien, estoy aquí…
Cuando vi lo que quería hacer aparté mi cara un poco y Emmett terminó besando sólo la comisura de mis labios.
—Lo siento —se disculpó separándose.
—Aún no se siente bien —expliqué queriendo que él me entendiera, aunque ni yo misma lo hacía.
—Lo entiendo. Mejor vamos que nos esperan.
Asentí sin saber qué decir y caminamos hasta donde estaba mi auto.
El camino a casa de Jacob fue silencioso al principio, pero era Emmett y se hacía muy difícil para él estar enojado conmigo y aun más no tener algún tema del que hablar, lo que agradecí mucho. Quería que ese fuera un buen día, pero cuando estábamos en el ascensor todo regresó de nuevo a mi cabeza de golpe, dejándome tan en mis pensamientos que no me podía dar cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
—¿Y tus papás cómo toman lo de Alice y tú? —preguntó mientras estábamos en el camino.
—Bien o al menos tratan de hacerlo, no la he visto desde que la despedí y me parece lo mejor, porque sinceramente mi mundo es mejor cuando ella no está en él —admití mirando por la ventana.
—Lo que aún no comprendo es cómo tu hermano se terminó acostando con ella.
Yo me reí aunque no quería.
—Porque él es un idiota que se acostaría con una muñeca inflable si eso le diera placer.
La risa de Emmett fue tan enorme y graciosa que me hizo reír.
—Eres muy cruel con Jasper, sabes que él tiene debilidad por todo lo que sea mujer, aunque no sea real.
Ambos nos reíamos y así llegamos a casa de Jacob. Le envié un mensaje a Victoria para saber dónde estaba y si ya había llegado, ambos subimos al departamento y nuestro amigo nos recibió algo sorprendido.
—Te avisé que vendríamos, ¿por qué tu cara de sorpresa? —comentó Emmett pasando como si fuera su casa.
—Oh, llegaron…
Abrí mis ojos de par en par al escuchar a Victoria y verla sólo con la camisa de Jacob.
—Esto sí que es una sorpresa.
Miré mal a Emmett por la manera tan burlona en que había dicho esas palabras.
—Creo que iré a hablar con mi amiga de algunas cosas. Jacob, tú… —Lo miré de arriba abajo, dándome cuenta de que estaba a medio vestir—. Tú ve a vestirte que Jasper nos verá en el zoológico con Kate.
Emmett se había lanzado en el sofá con una cerveza en la mano.
—En serio —reproché—, es muy temprano y no tenemos tiempo, así que vístete.
Lo vi rodar lo ojos.
—Como diga la jefa.
Sin prestarle más atención a ninguno de los hombres en la habitación, tomé a Victoria del brazo y me la llevé a la cocina.
—Bien… ¿esto qué quiere decir? —pregunté sin querer ser chismosa, sólo me sorprendía mucho verla en una clara situación que decía me acabo de acostar con mi ex.
—Hemos estado hablando durante este mes y saliendo como amigos. Ayer en la fiesta una cosa llevó a la otra y terminamos aquí, en su departamento, y no me arrepiento. —La última parte la dijo con una sonrisa sexy y mirada lasciva.
—Sí, ya entiendo… sexo increíble. ¿Esto cambia las cosas entre ustedes dos?
Ella acomodó un poco su cabello y pensó antes de responder con una sonrisa sincera.
—No lo sé, estoy feliz en este momento y no quiero analizarlo… sólo veremos a qué nos lleva.
—No me malinterpretes, soy feliz si tú eres feliz, sólo quiero que pienses en lo que haces.
Victoria me dio un sonoro beso en la mejilla.
—Gracias por preocuparte pero estoy bien, feliz… Y si después todo se va a la basura al menos te tengo a ti. Iré a cambiarme, nos vemos en un ratito.
La vi casi bailar hasta la habitación tan feliz y descuidada que, por un segundo, sólo un pequeño segundo, me sentí celosa. No eran celos de ella precisamente, era más de su manera de ser tan despreocupada, con ganas de vivir y sólo gozar los momentos felices, sin preocuparse; ese sentimiento inocente del cual yo parecía carecer. Victoria pocas veces analizaba lo que le pasaba, para ella las cosas pasadas eran pasadas y las presentes eran las que había que disfrutar; yo trataba de ser un poco más así, vivir el momento y despreocuparme, pero simplemente no podía. Mi lado racional me torturaba con cosas que no podía cambiar, con momentos que ya pasaron y ese miedo constante que le tenía a un futuro desconocido que no tenía el poder de controlar.
Busqué algo de agua y me la serví regresando de nuevo a la sala donde me encontré con Jacob, quien ya estaba vestido y que sonreía de oreja a oreja.
—Veo que estás feliz —comenté llegando a su lado.
—Te dije que haría lo que sea para estar en su vida.
—Me alegro por ambos.
—Gracias, aunque ya sabes cómo es ella… puede que mañana cambie de opinión, pero trataré de que cada vez que lo haga recuerde que la amo loca e indecisa como es.
Contuve el nudo en mi garganta al escuchar sus palabras y la manera tan sincera y dulce como lo dijo. Yo no era una persona romántica o cursi, pero desde todo lo que había pasado había aprendido a apreciar el que alguien te quisiera.
—La haré entrar en razón si eso llega a pasar.
—Lo apreciaría —respondió él sonriendo—. Y tú y Emmett… —Dejó lo que iba a decir a la mitad.
—Ese es un tema muy largo y complicado para esta hora y este lugar —en cuanto dije las palabras Emmett salió vestido de la habitación de invitados, por el color oscuro de su cabello sabía que se había duchado.
—Espero que no estén hablando de mí —musitó en broma, aunque no sabía cuánta razón tenía.
—Ni que fueras tan interesante —repliqué sarcástica.
—Hoy estás muy sarcástica, ¿verdad?
Me encogí de hombros tratando de ignorarlo, pero vi como caminaba hacia mí y empezaba a hacerme cosquillas.
—Emmett, para —grité y miré a Jacob con los ojos llenos de lágrimas—. Ayúdame —pedí entre risas.
—No estoy autorizado para meterme en eso. —Nos señaló a Emmett y a mí con una mirada que quería decir más que sus palabras.
Escuché como alguien resoplaba a nuestro lado.
—Por Dios, busquen un cuarto.
Me separé de Emmett como pude, tratando de golpearlo, pero él me esquivó.
—Victoria, cariño, ¿por qué no mejor te mantienes callada?
—Sólo quería estar en el ambiente. —Rodé los ojos y lo mismo hizo Emmett.
—¿Por qué mejor no nos vamos? —sugirió Jacob, a lo que todos estuvimos de acuerdo.
Nos fuimos en mi auto pero dejé que condujera Emmett mientras Victoria y Jacob iban muy acaramelados en los asientos traseros.
—¿Y Jessica? —pregunté al no saber nada de ella.
—Tuvo que quedarse con su hija, por cierto… ¿no la has notado algo rara? —Quise resoplar y preguntar si recién se daba cuenta, pero no lo hice porque Victoria algunas veces era así de despistada.
—Sí, creo que si sigue así debemos hablar con ella.
—Como una intervención —gritó Victoria asustándome.
Me giré en mi asiento y la miré.
—¿Podrías calmarte, Oprah? No hagamos un escándalo, tal vez sólo se siente mal.
—Está bien, sólo digo que debemos hacer algo.
Escuchamos algo de música mientras Emmett conducía, hablé un poco de negocios con Jacob quien quería entrar en la empresa y eso me parecía una excelente idea; necesitábamos más gente en la que confiar. Victoria se pasó molestando por la música en la radio y Emmett se reía de cada cosa que ella decía; yo sólo miraba por la ventana cuando ambos me sacaban de quicio.
Llegamos y nos estacionamos no muy lejos de donde se suponía estaba mi hermano.
—Hola, hermanita.
—Hola, Jasper, Kate.
—Hola, Bella, es bueno verte de nuevo. —La novia de mi hermano era adorable y a mí por lo general no me agradan las personas al principio y siempre desconfiaba de ellas, pero Kate tenía esa sonrisa linda e inocente y siempre parecía deslumbrada por todo. Mi hermano sí que debía gustarle para estar con él a pesar de lo loco que era.
—Así que día de zoológico, ¿tenemos cinco años? —comentó el idiota de mi hermano.
—Es algo natural, bueno y divertido; así que cállate y sólo observa a los animales te haría mejor que pasar los días mirando porno —replicó Emmett tomando mi mano, aunque al principio estaba cautelosa acepté.
Kate no se avergonzó por lo que había dicho Emmett, de hecho miró a mi hermano como diciendo te dije que veías demasiada porno, lo que me resultó hilarante y bastante gracioso.
Preparé la cámara que había traído y empecé a fotografiar todo, incluyendo a Emmett haciendo caras raras, mi hermano sacándole el dedo a un mono y Victoria muriendo de amor por un perezoso mientras Jacob la miraba como si ella fuera lo adorable.
Observamos los animales, hablamos, nos divertimos y tomé muchas fotos. Nos distanciamos cuando cada quien fue a ver un animal diferente.
—¿Te gusta?
—¿Qué? —le pregunté a Emmett.
Ambos estábamos solos mirando un oso que sólo se quedó acostado como si estuviera cansado, se veía tan hermoso.
—Fue muy lindo de tu parte planear esto, tenía años sin venir para acá y creo que la última vez que Jasper y yo vinimos fue cuando él aún no sabía lo que era el sexo, lo que era un alivio.
—Dame tu cámara.
Se la di pensando que le sacaría fotos al oso, pero en lugar de eso me sacó una a mí.
—No lo hagas, sabes que prefiero tomarlas a aparecer en ellas.
—No sé por qué, eres hermosa.
Rodé los ojos e hice un vago gesto con la mano para que dejara los cumplidos.
—Mejor dame de tu helado —dije señalando el enorme helado de chocolate que él tenía en la mano.
Él me lo acercó tanto que manchó parte de mi mejilla.
—Lo siento —se disculpó, aunque tenía una gran sonrisa en el rostro.
—Sabes que lo hiciste a propósito, ahora estoy toda llena de helado —me quejé buscando algo con que limpiarme.
—Toma —dijo el pasándome una servilleta.
Cuando me pareció que había terminado, señalé mi rostro y pregunté:
—¿Estoy lista?
—Ven, te falto un poco. —Emmett quitó algo de helado que estaba al borde de mis labios con su dedo.
—Emmett…
Él se acercó y suavemente susurró mirando mis labios:
—¿Puedo?
No respondí, sólo nos quedamos mirando. Sus hermosos ojos azules me miraban tan dulcemente que estremecieron mi cuerpo. Sin dejar que le respondiera sus labios tocaron los míos, apenas rozándolos y supe por qué lo estaba besando, era por su sonrisa, esa que me hacía feliz aun sin proponérmelo. Aunque en ese momento no sabía cómo sentirme, porque el beso en sí estaba bien, se sentía bien, pero era como si el momento no fuera el correcto aunque no encontraba el porqué.
Al separarse, él me abrazó y besó rápidamente mi cuello un par de veces.
Cuando miré su rostro de nuevo, él estaba sonriendo.
—No analices nada, sólo déjate llevar.
Mi ceño debió estar fruncido porque él lo masajeó.
—Lo intentaré —fue único que pude decir que fuese verdad.
—Eso es todo lo que necesito.
Seguimos nuestro camino de nuevo. Nos encontramos con los demás, Victoria, Kate y yo nos tomamos una foto al igual que lo hicimos con los chicos. Estábamos por irnos al bar que conocía Emmett para comer algo y refrescarnos, cuando Victoria se me acercó sigilosamente.
—¿Qué pasó? —preguntó con cara interrogante.
—Nada.
—Vamos, tienes esa mirada.
—¿Qué mirada? —me quejé tratando de que me dejara en paz.
—Esa que dice he hecho algo que esta fuera de mi autocontrol, esa que das cuando estás ebria pero tratas de aparentar que no. Así que… vamos, dime qué hiciste. —Ella pasó su brazo por mis hombros y ambas nos fuimos caminando justas al auto, sin esperar a los demás.
—Me besé con Emmett, eso es todo lo que sucedió.
Nos detuvimos de golpe casi haciéndome caer.
—Oh, por Dios, no puede ser. Tú, pequeña descarada, ¿qué has hecho con mi controladora y neurótica amiga?
—No es para tanto, sólo fue un beso. Estoy tratando de pensar lo menos posible en ello.
—¿Estuvo bien al menos?
—Fue un buen beso.
—Pero…
—No hubo fuegos artificiales, sólo un buen beso —expliqué aunque no yo lo entendía.
—¿Es por el verdad?
La miré, suspiré y sonreí tomando sus hombros en un abrazo y encontrándonos con los chicos. Lo menos que quería era comparar, porque no era justo para Emmett e incluso para Edward; pero el beso de Emmett no se comparaba a ninguno de los que me había dado Edward, incluso cuando yo estaba fuera de mí.
No tuvimos que esperar por una mesa ya que Emmett conocía al dueño, pedimos una rica comida, ellos cerveza y yo vino, y, mientras hablábamos un poco, comimos.
—Mira a quién nos encontramos, nunca imaginé tener el mismo gusto.
Rodé los ojos y fruncí el ceño. ¿Por qué de todos los lugares tenía que encontrarme con Alice precisamente ahí?
—Bueno, siempre te ha gusto imitar lo que no tienes con naturalidad, supongo que eso incluye mis gustos —respondí mirándola con una sonrisa irónica.
Lucy apareció a su lado y pensé que todo eso sin duda no podía empeorar a menos que también Edward estuviera con ellas, lo que deseé y temí al mismo tiempo.
Emmett, quien estaba a mi lado, apretó mi mano; lo que no pareció pasar desapercibido por Alice.
—Veo que encontraste un reemplazo. Hola, Emmett —saludó de manera hipócrita.
Emmett no le respondió, sólo se limitó a mirarme a mí.
—Ya sabes cómo soy, me gusta tener cosas buenas en mi vida; a excepción de ti que temo lo único bueno que has tenido es a mi hermano y ni eso te duró, ¿no es así?
Con placer vi como su cara se crispaba y Lucy tuvo que tomarla de la mano para que se calmara. Ella me miraba con odio, tanto o más que la última vez que nos habíamos visto; aunque no sabía por qué, ella había ganado, tenía a Edward.
—Sí, tienes razón, aunque si vemos bien al menos yo no fui la opción que prefirieron no elegir…
Mis nervios se alteraron y estaba por explotar cuando escuche a Kate.
—Tú debes ser la chica del brasier de stripper, ¿verdad?
—¿Perdón? —replicó Alice mirándola de arriba abajo—. ¿Quién eres tú?
—Soy la novia de Jasper, cuñada de mi querida Bella y debo decir que tuve que quemar tu ropa y las sábanas, porque temí agarrar una infección; espero no te importe. —No pude evitar reír y mirarla con complicidad, porque aunque todo lo dijo con tono dulce y serio, todos podíamos notar el tono de desagrado con que lo había dicho.
—Veo que tienes nuevas cosas a las que aferrarte en este momento.
No me gustó cómo quiso llamar cosas a quienes estaban conmigo, por lo que no dudé en replicarle.
—Se llaman amigos, aunque no creo que tú conozcas ese concepto —dije con desprecio—. Estamos comiendo, así que por qué no vas y no se… ¿desapareces tal vez? Mientras yo me quedo aquí, comiendo bebiendo y —murmuré imitando su voz de manera más chillona— me sigo aferrando a mis cosas en este triste momento.
Ella y Lucy me dieron una última mirada de desprecio antes de irse, yo miré a Kate y no pudimos evitar la sonrisa.
—Gracias por el apoyo —murmuré con sinceridad.
—Tranquila, aunque lo que dije fue cierto; después de todo lo que escuché de ella tomé mis precauciones.
Emmett en ese momento no pudo evitar reírse y negar con la cabeza con incredulidad.
—Ustedes —dijo y nos señaló a ambas— son malvadas, lo que es realmente sexy.
Lo golpeé y tomé de mi copa de vino. En ese momento llegó Victoria, quien estaba en el baño y Jake y Jasper, quienes estaban atendiendo unas llamadas.
Al contarles lo que pasó, Jasper quiso disculparse con Kate, quien le dio un beso corto y dulce, diciéndole que no le importaba si se había divertido antes de conocerla; mientras Victoria, por otro, lado no paraba de reír y decir lo orgullosa que estaba de mi malvada y astuta cabeza. Yo sólo la ignoré. Y Jake, al igual que Emmett, negó con la cabeza y bebió de su cerveza.
Pasamos el resto de la tarde ahí, comiendo, bebiendo un poco y hablando. Las horas se pasaron volando y cuando nos dimos cuenta ya cada uno se estaba despidiendo.
—Me alegra mucho que estés con ella, parece una buena chica, no lo arruines —amenacé a mi hermano al despedirme y darle un beso en la mejilla.
—¿Verdad que es fantástica? Y no lo haré, si lo hago hazme sufrir.
No tuve que pensar mucho para aceptar eso.
—Nos vemos, Bella —se despidió Kate acercándose con algo de recelo para darme un abrazo, así que yo terminé acercándome y se lo di.
—Fue un gusto que salieras con nosotros. Ten paciencia con mi hermano, eres la única de sus novias que me ha caído bien. —Ella sonrió y ambas asentimos al mirar a Jasper.
Ellos se fueron en su auto.
—Nosotros también nos iremos en taxi, no queremos desviarlos de su camino —dijo Jake tomando la mano de Vicky, quien la aceptó.
Mi amiga notó como yo miraba sus manos entrelazadas y alzaba una ceja, lo único que hizo en respuesta fue encogerse de hombros y no ocultar su sonrisa.
—Está bien, no tengo problemas en llevarlos.
—Tranquila, Bella, no tardaremos en llegar y así tú no tienes que conducir de más.
Acepté, ya que no tenía más que decir.
—Yo buscaré un lugar donde quedarme —musitó Emmett de repente, a quien miré preguntándome qué le pasaba.
—Yo me quedaré con Jake, puedes quedarte en mi casa —propuso Victoria.
—Él ya tiene donde quedarse, ¿por qué quieres irte de mi casa? —pregunté algo dolida.
—No es eso —se apresuró a decir—, sólo no quiero incomodar más de lo necesario.
—No seas idiota, puedes quedarte en mi casa cuanto tiempo quieras; así cocinarás para mí y no gastaré tanto en comida a domicilio.
—Si para ti no hay problema entonces perfecto, me quedo en tu casa. ¿Por qué no los llevo en el auto de Bella y así aprovecho de tomar mi maleta y las cosas que tengo en casa de Jake? —Ambos estuvieron de acuerdo y sin decir más nos subimos en el auto.
Recogimos las cosas de Emmett rápido, nos despedimos y él se fue oficialmente a vivir conmigo; aunque como amigo, de eso no tenía ninguna duda, en nuestra ahora extraña pero normal amistad.
—Ya todo está listo al fin —dijo Emmett acostándose en el sofá después de acomodar todas sus cosas en la habitación de invitados. Por suerte mi apartamento era grande y ambos podíamos convivir sin molestar al otro.
Y la convivencia sí que había cambiado. Desde ese momento habían pasado tres semanas y ya me había acostumbrado a la manera tan escandalosa que tenía Emmett al despertar y la comida tan rica que siempre preparaba para mí cuando llegaba del trabajo. Él, por el momento, estaba de vacaciones, por lo que sólo salía a hacer ejercicio y se reunía con amigos que tenía en la ciudad, además de Jake y mi hermano. Pero siempre que yo llegaba a casa él tenía algo rico que podía comer, mirábamos películas y me ayudaba a hacer mi trabajo pendiente.
Desde el día del zoológico nos habíamos besado un par de veces cuando salíamos en la mañana de mis días libres a correr por Central Park o paseábamos en el atardecer comiendo un helado. No hablábamos de eso, sólo nos besábamos y después cada quien seguía con lo suyo. Me sentía bien con lo que estábamos haciendo y, no podía mentir, se me pasó por la cabeza la idea de empezar algo con él mas allá de una amistad, aunque siempre estaba lo que me frenaba y eso tenía nombre y apellido.
Me sentía estúpida al rechazar a Emmett por alguien a quien hacía casi dos meses que no veía, pero… ¿qué podía hacer? El cuadro en mi habitación cada noche me recordaba que aún ningún beso de Emmett se comparaba con los suyos, porque no me hacían sentir ese cosquilleo o me envolvía con su perfume haciéndome desvariar. Simplemente había cosas que ya no sentía y las cuales extrañaba.
Por suerte las cosas al menos parecían ir bien. Mi hermano seguía con Kate, lo que era un milagro para como era él. Había almorzado con ella un par de veces cuando tenía tiempo y me seguía agradando, de hecho nos habíamos vuelto amigas; eso le encantaba a Victoria quien también se reunía con nosotras. Ella estaba avanzando mucho en su relación con Jake, lo que me hacía muy feliz por ella.
.
.
—¿Estás bien? Soy Bella, no he tenido noticias de ti en casi una semana. Victoria quiere hacer una intervención, así que deberías comunicarte antes de que ella empiece a actuar como una loca neurótica y te acose en tu casa.
Ese era el quinto mensaje que le dejaba a Jessica. Ella había estado actuando raro, pero en las últimas semanas todo estaba aún peor. Siempre llegaba tarde, acelerada, pedía permiso y cuando le preguntaba qué le pasaba sólo decía que estaba bien; aunque eso no se lo creía nadie que la conociera un poco.
Esa tarde, después de salir del trabajo, llamé a Victoria y, sin tener más opciones, decidimos ir a su casa. Nos preocupaba que estuviera mal, ella o su hija, y por vergüenza no nos dijera nada.
—¿Crees que esta sea una buena idea? —preguntó Vicky cuando estábamos por tocar el timbre en la casa de Jessica.
—Ya estamos aquí, no te retractes que esta fue tu idea—reproché tocando de nuevo.
Por suerte cada persona que trabajaba en la empresa debía dejar sus datos actualizados cada año, era una información confidencial para todos menos para mí que era la jefa; así fue como dimos con su dirección.
—Un momento.
Esperamos que nos abriera y cuando lo hizo dimos un grito de horror y sorpresa.
—¿Qué hacen aquí? —Ella trató de cerrar la puerta, pero mi rubia amiga se lo impidió.
—¿Qué te ha pasado? Y espero nos digas exactamente toda la verdad —lo dije en tono autoritario, fuerte e intimidador.
Jessica, con sus rasgos suaves y delicados, estaba con morados en la cara como si le hubieran dado varias cachetadas y un golpe a puño cerrado en su ojo derecho.
Ella se sobresaltó en cuanto le grité y me odié por eso. Sabía que tenía que ser delicada y tratar de comprender con suavidad lo que le había pasado, pero estaba tan enojada con quien quiera que le hiciera eso.
—Tienen que irse —pidió en un susurro.
Victoria y yo nos miramos y ambas dijimos al unísono:
—Ni de broma, ahora nos dirás qué pasó.
Jessica caminó de un lado a otro tomando su cabello y tratando, sin éxito, de ocultar el mal estado de su rostro.
—Ven acá.
Caminé hasta donde ella estaba y la tomé de las manos. Nos miramos fijamente y yo le sonreí para tranquilizarla, la llevé hasta el sofá más cercano, la senté y me coloqué delante de ella.
—No me importa quién lo hizo, destruiré al bastardo que te golpeó.
—No sabes cómo es él —dijo al fin con voz quebradiza.
—Soy Isabella, una de las mujeres más ricas de esta ciudad, conozco al alcalde, senadores y al presidente; así que no me subestimes cuando te digo que acabaré con el maldito que te hizo esto. —Toqué su cara con delicadeza.
—¿Fue tu esposo? —preguntó Victoria sentándose a su lado y acariciando sus hombros tensos.
—Él nunca es violento, al menos no tanto —empezó susurrando y tratando de reprimir las lágrimas—, pero le había molestado mucho que saliera con ustedes. Yo nunca he tenido amigas con las cuales salir, siempre era del trabajo a la casa, atenderlo a él y a mi hija… Él sólo perdió un poco los estribos.
—No lo justifiques —repliqué tomando sus manos con más fuerza—. Nada de lo que te hizo estuvo bien, bajo ningún concepto.
—Gabriel siempre me había gritado, ordenado cosas y hasta dado algunos empujones cuando no hacía lo que él quería; pero todo empeoró cuando perdió su trabajo, siempre bebía y… —Su respiración se empezó a agitar y ya las lágrimas que quería reprimir se habían regado por toda su mejilla—. Vicky, ¿te acuerdas el día que fuimos a beber una copa en ese restaurante italiano que tanto te gusta, donde está el mesonero con cara graciosa y voz grave?
Victoria asintió, yo también lo hice porque sabía cuál era el lugar al que se refería.
—Bueno… ese día, cuando salí después de almorzar contigo y beber algo de vino, empezó a llover un poco; me refugié en una esquina donde me encontré con Jake y él amablemente me trajo a casa y en el camino me prestó su chaqueta porque yo estaba algo mojada por la lluvia. Cuando me bajé de su auto Gabriel me estaba esperando, él saludo a Jake desde la casa pero yo sabía lo que su sonrisa falsa significaba.
—Pero, Jessica, eso fue hace casi un mes… ¿te ha golpeado desde ese momento?
Podía escuchar la indignación en la voz de mi amiga, quien trataba de contener las lágrimas.
—Sí y yo lo permití… Sé que debí pararlo y llamar a la policía, pero tenía tanto miedo de que me quitaran a mi bebé y pensé muy dentro de mí que él cambiaría. Ese día él enloqueció al ver que le devolvía la chaqueta a un desconocido y además estaba algo tomada. Me gritó que era una mala madre y esposa y me golpeó por primera vez, desde ahí ha sido horrible y no sé… yo… —Trató de encontrar su propia respiración—. No sé cómo detenerlo.
La abracé a mi cuerpo tratando de protegerla de todo, me sentía tan maternal y posesiva porque alguien había golpeado, ofendido y maltratado a una persona que yo quería. Ella era dulce, amable, atenta… no se merecía todo eso. Acabaría con ese bastardo así fuese lo último que hiciera, él aún no conocía lo que era lastimar a alguien que yo quería.
—Recoge tus cosas —ordené separándome de ella.
—Pero…
—Nada de peros. Recoge lo que puedas rápido, toma las cosas más necesarias tuyas y de tu bebé. Saldremos de aquí, si te falta algo no te preocupes que yo me encargaré. —Busqué mi teléfono dentro de mis bolsillos y maldije, lo había dejado en mi apartamento y allí era donde tenía todos mis contactos, en especial un amigo en el FBI que me ayudaría con ese problema.
—¿Y si él me encuentra?
Me acerqué a ella y tomé sus mejillas entre mis manos, limpiando sus lágrimas y hablando tan directamente como podía; necesitaba que ella entendiera que con nosotras estaría a salvo.
—Te protegeré porque eres mi amiga y te quiero, él no te pondrá un dedo encima nunca más, ¿entiendes?
—Gracias —dijo entre avergonzada y aliviada.
Podía ver en sus ojos que algo estaba roto, esa inocencia y magia que tenía cuando la conocí se había ido y me dolió muchísimo, porque una vez que tu corazón se rompe siempre estará así lo demás será pegamento que lo mantiene unido y las nuevas malas cosas serían sólo rasguños. Me pesaba que ella viviera eso.
Apresuramos todo, recogimos algunas de sus cosas mientras Vicky cargaba a su bebé, ya que Jessica no estaba en condiciones. Metimos todo en el auto y conduje a casa de mi amiga rubia, las dejaría ahí mientras iba a buscar mi teléfono. No sabía si Emmett estaba en casa, pero no llevé a Jessica conmigo porque con él ahí no era lo más conveniente y a Victoria le parecía mejor ir a la suya que estaba sola, era grande y tenía una habitación desocupada y lista para ella.
Al dejar a Jessica con Victoria me fui a casa, les dije a los de seguridad que no dejaran pasar a ningún hombre al apartamento de mi amiga sin preguntarle primero y que si venía buscando a otra señorita con un bebé le dijera que no se encontraba y llamaran de inmediato a la policía.
Cuando llegué a casa, aparqué afuera porque sólo subiría por mi teléfono y vería si Emmett estaba. Cuando bajé del auto empezó a llover y para cuando llegué a la entrada del edificio ya estaba casi empapada. Apreté los botones del ascensor y esperé, cuando entré alguien gritó que lo detuviera y lo hice.
Sólo se necesitó un minuto para que él entrara, las puertas se cerraron justo cuando él estuvo dentro; lo que fue una sorpresa. En cuanto él me miró, mi corazón se aceleró. A veces sólo se necesita un minuto para que todo cambiara.
—Edward, ¿qué haces aqu…
Antes de poder decir algo más él me pegó a la pared y buscó mis labios sin darme tiempo de nada y yo lo acepté, porque era como si hubiera estado en el desierto por días y al fin tuviera algo de agua; fue un sentimiento tan desesperado, rápido, ansioso.
Sus manos tocaban mi cuerpo con delicadeza, pero apasionadamente. Sentía que quería fundir su piel con la mía, todo mi cuerpo se erizó. Subí una de mis manos por su fría y mojada espalda hasta llegar a su cuello, el cual apreté para que él estuviera aún más cerca de mi cuerpo.
—Ah… —gemí cuando nos separamos al sentir sus labios en mi cuello, mordiéndolo un poco. Me aferré a su cabello, sintiendo todo su cuerpo presionando cada parte del mío. El ascensor seguía en movimiento, las luces habían parpadeado pero yo no podía concentrarme en eso, no podía hacerlo en nada que no fueran sus manos, sus labios, todo él.
Hubo un momento en el que ambos nos miramos, jadeantes. Había extrañado tanto sus ojos verdes que en ese momento estaban tan vivos, llenos de pasión. Edward, sin apartar la vista de mis ojos, bajó sus manos lentamente por mi espalda. Yo me arqueé mientras seguía hasta mi trasero y me levantaba haciendo que automáticamente yo lo rodeara con mis piernas.
Lentamente, sus labios regresaron a los míos. Cerré los ojos y disfruté de cómo se sentían sus besos y su lengua, que no hacía más que reclamar mi boca.
El momento en sí era surrealista y, por un segundo, hasta llegué a pensar que mi cabeza se lo estaba imaginando; pero luego sólo pude rechazar esa idea porque tenía sus firmes manos en mí, sus labios devorando los míos, ese cosquilleo conocido que invadía todo mi ser y su perfume tan familiar para mí. Mis sentidos estaban enloquecidos, él estaba allí, era real y yo sólo podía pensar que no quería que él se detuviera jamás.
—No sabes cuánto te necesito —susurró en mi odio con voz ronca y contenida, pasando una de sus manos por el escote de mi camiseta y acariciando lentamente la separación de mis senos.
No sabía qué responder a eso, en realidad no sabía qué pensar sobre nada en ese momento; lo único que tenía claro era que yo también lo necesitaba.
Hola chicas, subo este capitulo con todo la intención de hacerlas sufrir y suspirar jajaja como siempre gracias a mi Beta Flor por corregirlo no se que haría sin ella.
P.D. Les deseo a todas una feliz navidad llena de bendiciones y muchos buenos deseos para cada una.
