Capítulo beteado por Flor Carrizo, Beta de Élite Fanfiction
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Felicidad o abismo
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—Edward —llamé cuando llegamos a mi piso.
—¿Qué pasa, cariño? —Sonreí por su tono dulce y esa palabra tan linda con la cual me había llamado.
—¿Podemos entrar a mi apartamento? —pedí. Me gustaba mucho el momento pero alguien en algún momento también tendría que utilizar el ascensor y sentía que me estaba perdiendo de algo, como si hubiera olvidado una cosa importante, pero sus manos en mí y los labios de sabor dulce que él tenía me mantenían desconcentrada.
—Pero aquí estamos cómodos —se quejó escondiendo su cabeza en mi cuello y mordiéndolo.
—Para, por favor, debemos ir a un mejor lugar, ¿sí? —Él alzó la vista y resopló, luego se acercó un poco, me dio un beso y acarició mi nariz con la suya en un gesto cariñoso.
—Está bien, vamos. —Él me bajó, ya que tenía mis piernas a su alrededor; ambos acomodamos nuestra ropa y salimos.
Caminamos a mi puerta tomados de la mano, fue raro y a la vez con una normalidad única, como si esos dos meses no hubieran pasado; pero sí lo habían hecho y en ese momento, aunque me sentí bien por estar con él, por retomar muchas cosas, también estaba consciente de que teníamos bastante que hablar.
Cuando entré a mi apartamento lo primero que sentí fueron sus manos de nuevo en mí y sus labios buscando de nuevo los míos. Yo quería seguir porque lo necesitaba y lo había extrañado mucho, pero la realidad era que él aún tenía cosas que aclararme.
—Edward, tenemos que hablar y lo sabes —dije con firmeza separándome de él.
Al principio, cuando él llegó y me besó de esa manera, mi cabeza y cuerpo estaban bajo ese hechizo que él causaba en mí, ese donde perdía mi norte y mis pensamientos carecían de sentido; pero ya sintiéndome de nuevo yo, entonces sólo venían todas esas preguntas a mí, esas que no podía dejar pasar.
—Pero, Bella…
—No, es que… ¿dónde has estado? Pensé... —Recogí mi cabello mojado en un moño improvisado—. Pensé que estarías con Lucy.
—Lo de ella y yo terminó en cuanto salí del ascensor ese día que me despediste. —Lo miré con sorpresa—. Te dije no eras tú o ella.
—Algo más grande, lo recuerdo y lo has resuelto… por eso estás aquí.
—Te extrañé y…
—¿Y qué? —susurré teniendo algo que hacía mucho no sentía, un miedo desgarrador y una esperanza avasallante y todo se resumía a él a lo que podía decir o decidir.
Edward tomó mi cara entre sus manos, acarició mis mejillas y besó mi frente.
—No podía pasar otro día alejado de ti y sé que pasó mucho tiempo, pero sólo quiero estar en tu vida.
Me separé de su contacto, no me dejaba pensar cuando me tocaba. Di algunos pasos de un lado a otro, eso parecía ser demasiada información para mí. Me encantaba que estuviera ahí y el cosquilleo seguía esperando que él con su roce lo calmara, pero también él parecía alguien completamente diferente a ese chico que despedí y era tímido y sólo hablaba cuando yo estaba ebria. Él no era así y me preguntaba qué tanto había pasado en ese tiempo que no lo había visto.
—¿Qué hiciste cuando te fuiste?
—Trabajé en algunas otras cosas y luego sólo dejé pasar el tiempo. —Levanté la vista, él había metido sus manos en los bolsillos y parecía estar algo nervioso.
Estaba por responderle cuando mi teléfono sonó, lo busqué entre el desorden que Emmett tenía por todos lados. Al pensar en Emmett cerré los ojos con fuerza, maldije y me apresuré a atender.
—Hola.
—Bella,¿estás bien? Hace como media hora que te fuiste y hay una tormenta, estaba preocupada —dijo Victoria al otro lado de la línea.
En ese momento todo me golpeó de repente, había estado tan concentrada en qué hacía Edward aquí que me había olvidado completamente que había algo más grande de lo cual yo tenía que ocuparme.
—Lo siento, sólo tenía que cambiarme, estaré allí en poco tiempo, no te preocupes.
—Está bien, nos vemos, conduce con cuidado.
Colgué la llamada.
—Tengo que irme —dije mirando a Edward.
—Pero tenemos cosas de las cuales hablar —replicó enseguida.
No sabía por qué pero su tono me había hecho poner esa barrera entre nosotros de nuevo, lo miré con mala cara.
—Mi vida no simplemente cambiará porque tú decidas que no puedes estar sin mí, tengo cosas de las que ocuparme. —Mi tono era mordaz hasta para mí, él cambió su expresión y trató de acercarse, pero yo me alejé—. Mira, Edward, hay cosas que pasaron cuando no estabas y me da gusto que estés aquí, pero hoy simplemente no es un buen día para esto —expliqué señalándonos a ambos.
—¿Qué pasa?
—Es sobre Jessica… todo es complicado.
—Dime, Bella, tal vez pueda ayudar. —Sentí tanta preocupación en sus palabras que me ablandé un poquito, sabía que mi reacción era porque aún no asimilaba el momento y todo lo que había pasado en ese día y, también, una parte de mí no quería admitir que él me había extrañado. La verdad era que si lo admitía corría el riesgo de que él de nuevo desapareciera de mi vida y volver a sentirme tan vacía como cuando no estuvo no era algo que quisiera.
Le conté lo sucedido lo más rápido que pude mientras caminaba a mi habitación y buscaba algo de ropa seca.
Lo escuché maldecir un par de veces. Oculté mi sonrisa lo mejor que pude, no era propio de él estar tan desenvuelto a mi alrededor; pero suponía que tampoco era muy propio de mi parte sentirme tan cómoda estando a solas con él sin necesidad de estar ebria o indispuesta.
—¿Puedes? —Miré hacia la puerta—. Me cambiaré rápido.
Él, al darse cuenta a qué me refería, bajó un poco la cabeza y se fue; parecía estar sonrojado, lo que sin admitirlo en voz alta me parecía tan tierno. Edward simplemente venía y casi me comía en el ascensor, pero en cuanto le pedía espacio para cambiarme se sonrojaba. Él, entre tantas rarezas, hacía que me gustara tanto su timidez.
Me cambié tan rápido como pude con un pantalón sencillo, mis zapatos, la camiseta y una chaqueta para el día frío. Recogí mi cabello, me miré por un momento en el espejo y acomodé lo corrido de mi maquillaje, luego salí con mi teléfono en mano.
Él estaba de pie a un lado del sofá, miraba sus zapatos y cambiaba de pie constantemente. Al escucharme alzó la vista y me dedicó una pequeña sonrisa.
—Edward, tengo que irme. —Sus ojos parecían temerosos al escucharme decir eso—. Debo ayudar a Jessica, sé que debemos hablar pero este no es un buen momento.
—Te acompañaré —dijo de inmediato.
—No hace falta.
—Bella, Jessica es mi amiga y tú… yo no quiero que te pase nada malo. —Su voz suave y su tono dulce casi me hicieron querer quedarme en casa y hablar con él, saber todo de él, pero no podía hacerlo aunque quisiera.
—Edward…
—Por favor —susurró acercándose a mí y tomando mis manos—, sé que no puedo aparecer y simplemente inmiscuirme en tu vida pe… pero… —Su tartamudeo había regresado, él en realidad era tan raro, ¿por qué tartamudearía justo en ese momento?—. Yo quiero estar contigo. —Miré sus ojos, esos que estaban sin los lentes tan puros y vivos, había tanta sinceridad en sus palabras y yo también quería estar con él porque me sentía segura y pequeña, lo cual extrañaba tanto.
—¿Y tus lentes? —pregunté acariciando su cabello despeinado que casi cubría toda su frente.
—Tengo de contacto… no me gustan, me irritan los ojos, pero pensé que así estaría mejor —respondió tímidamente y de nuevo sus mejillas se enrojecieron.
Tomé sus mejillas entre mis manos, me paré casi de puntillas y besé sus labios.
—A mí me gustan, son parte de ti.
Nos quedamos mirando y por un segundo, sólo un segundo, parecía como si estuviéramos en nuestro propio mundo sin problemas o preguntas, sólo él y yo respirando al mismo tiempo, haciendo que nuestras pupilas se dilataran, sintiendo ese cosquilleo intenso que sólo nuestro tacto calmaba y dejando que nuestros sentidos se llenaran con ese perfume que nos llevaba a otra realidad. Me sentía completa mirándolo, sabía que había cosas que debía saber y aun muchas que solucionar, pero todo lo que quería hacer era mirarlo a los ojos y experimentar todas esas sensaciones.
—Debemos irnos —dije rompiendo nuestro momento porque, aunque quisiéramos quedarnos, Jessica me necesitaba. Aparté mis ojos de los suyos y me alejé un poco.
—Yo conduciré.
—Está bien. —Lo miré de arriba abajo al sentir un poco frías sus manos—. Edward puedo buscarte algún suéter, debes estar helado por la lluvia.
—No, gracias, estoy bien. —Pude notar un tono molesto en su voz.
—¿Pasa algo?
—Lo siento, no quiero ser grosero, pero no quiero nada que sea de él. —Seguí su mirada y me encontré con una foto que estaba en mi mesa donde estábamos Emmett y yo en el zoológico.
En ese momento caí en cuenta de que por suerte Emmett no estaba en casa, lo que era raro. ¿Qué hubiera pasado si él en realidad hubiera estado? La simple idea me hizo estremecer un poco, las cosas ya de por sí eran complicadas y confusas, eso sólo habría hecho todo más enredado y estresante para mí.
—Él es Emmett un amigo, él… —Carraspeé—. Él está viviendo conmigo.
—Ya veo —respondió y se metió de nuevo las manos en los bolsillos—. Deberíamos irnos —dijo sin mirarme.
Primero tenía ese impulso de explicarme, de decirle que no era lo que estaba pensando; pero eso luchaba con ese orgullo de acero que tenía y me decía que él había estado con Lucy, que me había dejado y que no le debía ninguna explicación.
El primer impulso ganó al sentirlo lejos de mí, aunque estaba ahí mismo.
—No tenía dónde quedarse y yo le dije que podía quedarse aquí porque es mi amigo y…
—Lo quieres —afirmó.
—Lo quiero —respondí con sinceridad aunque no era una pregunta, no podía mentirle, no estaba en mi naturaleza ocultar cosas que eran una absoluta verdad; yo quería a Emmett aunque no sabía si de la manera en la que Edward pensaba que lo hacía.
—Entiendo, ¿ustedes están juntos?
Su pregunta no me tomó por sorpresa, pero en ese momento no supe qué responder porque no sabía si Emmett y yo en realidad estábamos juntos.
—No lo sé —musité tan sincera como pude.
—Vamos, debemos ayudar a Jessica.
Odié que él no me mirara, detesté tanto el hecho de que hacía un momento me estaba besando y acariciando y en ese instante parecía como si quisiera estar lejos de mí.
—Ya regreso.
Sin mirarlo casi corrí a mi habitación, tomé algo de mi armario y salí de nuevo.
—Toma. —Le pasé una camiseta negra y un suéter del mismo color.
—Bella…
—Son de mi hermano —repliqué enseguida—, no quiero que te refríes por favor.
—Está bien, me lo pondré, gracias.
Pensé que él se iría a mi habitación, pero no lo hizo, empezó a subir su suéter gris.
—Yo…
Pensé en darme media vuelta e irme pero no quería y yo no era una chica tímida aunque él me hacía sentir así, no de manera insegura, era más como si quisiera tocarlo y no supiera por dónde empezar.
Me acerqué a él, Edward me miró y me dio una sonrisa ladeada que sólo me incentivó. Lo ayudé a quitárselo y cuando lo tiró al suelo podía ver la manera en que su pecho subía y bajaba, su respiración tocaba mi piel haciendo que me erizara completamente.
Miré su cuerpo con detenimiento hasta encontrarme con su tatuaje, lo toqué acariciándolo con mis dedos y escuché como él se quejaba. Aparté mis dedos y lo miré, su cara tenía ese toque de dolor y pena.
—Te duele, lo siento, no sabía…
—Hey, descuida… —Tomó mi mano y de nuevo la colocó en su tatuaje—. No me duele.
Lo toqué y miré fijamente, se encontraba por encima de su cadera y llegaba hasta su pectoral, eran dos peces que parecían nadar entre sí, haciendo una especia de Yin y Yang. Sabía qué significaba, pero era tan contradictorio con su tímida personalidad que lo hacía parecer perfecto en él.
Sentí como él posaba sus manos en mí, una acariciaba mi cuello y la otra mi cintura.
Edward se acercó y sus labios tomaron los míos, mordiéndolos suavemente. Subí mis manos por su pecho, tan tonificado y marcado, tendría que preguntarle cómo y por qué se mantenía en tan buena forma. Llegué a su cuello y me aferré a él, sentía tanta electricidad entre ambos, era tan asfixiante y embriagadora; tomé su cabello enredándolo entre mis manos, acercándome aún más a él.
No quería separarme de su lado, me estaba costando tanto salir a la realidad que nos esperaba, que lo estaba retrasando tanto como podía.
El beso se fue intensificando, jadeé contra su boca y mi espalda tocó el respaldar del sofá, haciendo que quedara casi nada de distancia entre nosotros. Nuestras narices se acariciaron, sus manos tocaron mi cuello bajando por todo mi cuerpo y, en ese momento, lo sentí. Abrí mis ojos de par en par y me aparté un poco.
Edward estaba respirando con dificultad, sus pupilas estabas muy dilatadas y su cuerpo tensionado. Me miró como si no comprendiera por qué me había alejado.
—Jessica nos necesita, vamos, después tendremos tiempo…
Asintió y negó con la cabeza un par de veces antes de alejarse y extender su mano, la cual tomé encantada.
Ir en el ascensor juntos fue casi una tortura, era como si toda esa electricidad que teníamos se reprimiera en ese pequeño espacio, dejándonos casi sin aire. Cerré los ojos por un momento y casi pude sentirme de nuevo en el departamento. Su mano en la mía me mantenía calmada y ansiosa a la vez, tuve que ocultar mi sonrisa al recordar por qué me había alejado de él; no fue porque me urgiera irme, fue porque tener su cuerpo tan pegado al mío me dejó sentirlo y si antes podía siquiera creer que Edward tenía problemas en ese departamento, ahora lo descartaba porque lo poco que pude sentir era grande.
—¿En qué estás pensando? —me preguntó cuando el ascensor sonó anunciando nuestra llegada.
Abrí los ojos y lo miré, podía jurar que me había sonrojado, lo que no era muy común en mí. Me encogí de hombros y oculté mi sonrisa.
—En nada.
Vi en su cara que no me había creído pero no presionó, lo que agradecí mucho.
El camino en el auto fue silencioso, sólo escuchamos algo en la radio, mientras yo miraba por la ventana y a la carretera. En un momento sentí su mano buscando la mía y se la di, él la apretó y acarició mis dedos; lo miré sin poderlo evitar.
—¿Qué significa que hayas regresado? —pregunté.
—Significa lo que tú quieras que signifique. —Se detuvo en el semáforo y plantó su mirada en mí.
—Aún hay muchas que debemos hablar
—¿Cómo cuáles?
—Qué pasó con Lucy y Alice, quién eres… porque, Edward, yo no te conozco en realidad y tú tampoco a mí; sólo somos la jefa autoritaria y el tímido asistente, y no me parece comenzar de nuevo de esa manera, ¿o a ti sí?
Nos estacionamos en casa de Victoria, nos bajamos y lo esperé para tomar su mano. Edward llegó a mí y me dio un beso suave, corto y muy tierno.
—Sabrás todo sobre eso, yo sé que somos diferentes y no sé… yo… —tartamudeó y tuve que tomar su barbilla y subirla para que me mirara—. Necesito estar contigo porque no puedo respirar cuando estoy lejos de ti.
Me puse de puntillas y lo besé, yo tampoco podía respirar cuando no estaba con él, pero no se lo dije, sólo lo besé. Nos separamos y ambos sonreímos un poco, tomados de la mano fuimos hasta donde estaban Victoria y Jessica, porque aunque queríamos y debíamos hablar había cosas de las cuales ocuparnos.
Mientras subíamos hasta la casa de mi amiga, llamé a mi abogado que era conocido de papá, le planteé la situación y se puso en ese mismo momento a tratar toda la parte legal de Jessica para que así cualquier acción legal de su esposo él lo solucionaría. Después le marqué a un conocido en el FBI, por lo general ellos no trabajaban con esos temas, pero dijo que me ayudaría porque conocía a mi madre y era amigo de la familia; pero Jessica tenía que denunciarlo porque si no él no podría hacer nada. Temía que esa fuera la parte difícil.
Toqué el timbre y de inmediato me abrió Jacob, lo que me sorprendió y a la vez no.
—Hola, Jake.
—Hola, Bella, pasa.
—Él es Edward. —Mi amigo le dio la mano y nos invitó a pasar.
—¿Cómo está Jessica? —pregunté.
—Está durmiendo, Victoria está con la bebé.
—Al menos está durmiendo, eso debe ser bueno. —Me giré hacia Edward—. ¿Quieres agua o algo? —le pregunté, ya que sin Victoria y con Jacob mirándome intensamente estaba algo incómoda.
—No, gracias.
Gracias por la ayuda, pensé quitando la mirada de él.
—Llamé al abogado y a quien la ayudará policialmente, pero nada de esto funcionará si ella no lo denuncia.
—Tiene que hacerlo, no hay manera de que lo defienda después de lo que hizo. —Podía ver la consternación en las palabras de Jacob y lo entendía porque me sentía de la misma manera.
—Lo sé, no puede ser tan estúpida como para no hacerlo.
—No seré tan estúpida. —Me giré en cuanto escuché la voz de Jessica, tenía la ropa de Victoria puesta y quisiera decir que tenía mejor semblante pero no era así.
—Lo siento, yo no quise…
—Lo entiendo, Bella, sé que piensas que seré una de esas mujeres que defienden al marido que las golpea, pero tengo una hija y cada vez que la veo me imagino a ella pasando por lo mismo y no es justo que ella tal vez por verlo siga este ejemplo. Yo lo denunciaré, no tengas duda de ello. —Sonreí ante su confirmación y la determinación con que lo dijo.
—Me alegra saberlo.
—Hola, Jessica —dijo Edward a mi lado.
—Qué horror que me veas así —exclamó ella mirándose de arriba abajo—. Yo… Hola, Edward.
Él, sin que ella se lo esperara, se acercó y la abrazó; ella se aferró a él y sonrió.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó cuando se separaron.
Edward me miró a mí y luego a ella, quien asintió como si entendiera la situación.
—Iré a ver a Victoria, seguro se está volviendo loca con mi bebé; ahorita resolvemos y hablamos todo —dijo antes de dar media vuelta e ir a la habitación de Vicky.
—Yo iré a pedir algo de comer, ¿ustedes se quedarán? —Nos miró a Edward y a mí.
—No, gracias. Solucionaremos esto y nos iremos, hoy ha sido un largo día —respondí. Sentí como alguien rodeaba mi cintura, alcé la vista y era Edward.
Jacob asintió y se fue a la cocina.
—Es horrible que esto le pasara a Jessica —dijo finalmente cuando estuvimos solos.
—Lo sé.
Él me abrazó más fuerte y descansó su mentón en mi hombro, mientras acariciaba mi cadera suavemente.
—Es un bastardo el que le hizo esto, ¿cómo alguien puede golpear a una mujer de esa manera? —Percibí en su voz tanta ira que sentí que lo decía por algo más que lo sucedido con Jessica, estaba por preguntarle al respecto pero el timbre sonó.
—Disculpa, iré a abrir.
Caminé hacia la puerta y cuando la abrí me sorprendí un poco porque en realidad quería y mucho retrasar ese momento.
—Hola, Bella.
—Hola, Emmett.
—Jake me dijo lo que había pasado y vine enseguida, ¿cómo está… —Se paró en seco en cuando vio a Edward.
Emmett era un hombre muy inteligente y astuto, por lo que no vi más que entendimiento cuando él miró a Edward, supe en ese instante que sabía quién era.
—Él es Edward —presenté cuando Emmett terminó de entrar en el apartamento y ellos estuvieron cara a cara
Ambos se dieron la mano y al instante sentí una genuina y bastante incómoda tensión; definitivamente ese sería un largo día.
—Iré a ver a Jessica. —Sabía que me estaba escudando en eso y también que dejarlos a los dos solos no podía ser una buena idea, pero no pude con la tensión y confusión que sentía en ese momento; por lo que por primera vez en mi vida huí como una cobarde ante una situación.
Llegué a la habitación de Vicky donde ella estaba meciendo a la bebé, mientras Jessica buscaba algo de ropa, suponía que para cambiar a la niña.
—¿Por qué parece que has visto a un fantasma? —preguntó Victoria al verme.
—Emmett llegó —respondí recostando mi espalda a la puerta.
—Entiendo y ¿por qué luces… Oh, cierto, Edward está aquí y por lo que veo has huido de la escena del crimen. —Rodé los ojos ante su comentario tan bromista.
—Sí, que graciosa. No he huido, sólo vine a ver cómo estaban.
Ambas me miraron y rodaron los ojos porque sabían, al igual que yo, que eso era una gran mentira. Me senté en la cama junto a ellas.
—¿Ahora qué harás? Es decir, no tenías algo serio con Emmett pero tenían algo y ahora con Edward… —Respiré hondo y me encogí de hombros.
—Por lo general sé qué decisión tomar siempre, pero… —Resoplé y puse un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Pero cuando se trata de sentimientos soy muy nueva en ello, por lo que no sé qué hacer —respondí a la pregunta de Jessica sin tener idea de cómo resolver eso.
—Bueno, yo en este momento no soy la más indicada para dar consejos sobre relaciones. —La miré con algo de pena y le sonreí.
—Sólo te tocó un mal hombre, tú no tienes la culpa. —Ella asintió pero pude ver en su reacción que no me creía, le tomaría un tiempo pasar de la culpa a la aceptación de las cosas; pero esperaba que pasara pronto y se diera cuenta de que ella no tenía la culpa de lo que le había pasado.
—Bien, dejando el tema del detestable e innombrable, sigamos en qué hará Bella en esta batalla de titanes quienes luchan por su amor. —No me pude evitar reír y Jessica tampoco, sobre todo por el tono novelero con el cual lo dijo.
—Más dramática tú imposible. Y no es como si quisiera que pelearan por mí, quiero a Emmett y Edward… bueno, él me hace sentir diferente.
—Creo que debemos salir porque no escucho nada y digamos que odiaría limpiar sangre seca de mi sala. —La miré mal y ella sólo me ignoró con una sonrisa.
—Yo me quedaré a bañar a mi bebé y después, si no les molesta, dormiré un poco. —Ambas salimos y la dejamos sola.
Cuando caminamos a la sala lo hicimos con sumo cuidado, sin querer interrumpir nada de lo que estuviera pasando. Al llegar nos fijamos que los tres, Edward, Jacob y Emmett, estaban sentados en el sofá y ya se podrán imaginar quién estaba en el medio.
—Míralos, parece que se romperán de lo incómodos y tensos que están. —Asentí ante el comentario de Vicky.
—Bien, creo que debemos sacarlos de esa agonía —dije con valentía, así que salimos a su encuentro—. Ella va a dormir un poco, creo que debemos dejarla un rato a solas con su bebé para que entienda toda la situación y después vendrá alguien a tomar su declaración y así ella podrá pedir una orden de alejamiento —lo expliqué tan claro y rápido como pude.
—Bella, ¿podemos hablar un momento? —pidió Emmett levantándose.
Asentí sin siquiera ver a Edward y caminé hasta la cocina. Sentía que mi cuello comenzaba a sudar y tuve que dar varias largas respiraciones para lograr sentirme algo tranquila.
—¿Qué hace él aquí?
—Nos encontramos en mi apartamento, hablamos y…
—Se besaron —afirmó, aunque lo esperé no escuché rencor u odio en sus palabras.
—Sí, nos besamos. Él y yo… no sé, todo es muy confuso ahora mismo.
Emmett se acercó y tomó mis manos entre las suyas.
—Él se fue y te dejó por alguien más, yo quiero ser tu futuro. Él ya tuvo su oportunidad y la dejó pasar. —Quise decir algo pero él me interrumpió—. Sólo piensa en este tiempo que pasamos juntos, viviendo juntos, compartiendo cosas que te hacían feliz y que no tiene por qué cambiar.
Quise no pensar en esa posibilidad, en todas las risas de la mañana, sus ricos emparedados al llegar a casa y como mirábamos Friends casi cada día y no podíamos evitar reírnos a cada momento. Sí había sido feliz con él, lo que hizo que no pudiera evitar preguntarme si sería tan malo seguir siendo feliz y dejar a Edward en mi pasado.
Estaba por decir algo mirando sus azules ojos que poseían tanta sinceridad, vida y esperanza, cuando mi teléfono sonó. Miré el identificador y era quien le tomaría la declaración a Jessica, por lo que tuve que atender.
—Tengo que atender, es sobre todo lo de Jessica. Hablamos después. —Atendí la llamada y me alejé de todos.
El tiempo pasó de forma desigual y tan estresante, el policía vino y, como un favor especial, no llevaría a Jessica a ningún lugar, sólo le tomaría la declaración en casa. Fue difícil para ella, vi como evitaba llorar y hubo un momento en el cual no pudo más, quebrándose delante de nosotros. Le pedí a los chicos que nos dejaran a solas con ella, era mejor si sólo Victoria y yo estábamos presentes.
El día no mejoró mucho luego. Llegó el abogado que se encargaría del divorcio, la custodia de la niña y nos aseguró que no sería alejada de ella bajo ningún concepto, lo cual al parecer la dejó más tranquila y a mí también.
Cuando terminamos con eso, le preparamos té y su bebé comenzó a llorar; pero Victoria se fue a encargar. Pasaron unos minutos antes de que ella se calmara, en todo ese tiempo no escuchamos mucho de los chicos y aunque quise preocuparme no pude, en ese momento centré toda mi atención en mi amiga, lo demás podía esperar.
—Ya la bebé está cambiada y dormida. Jessica se acostó con ella y, lo más probable, con el té que se tomó se despertará mañana.
Me levanté del sofá y carraspeé.
—Lo mejor será irnos, dejarla sola para que pase su tiempo y asimile todo. —Me encontré en ese momento incómodo, mirando a Edward y Emmett, porque uno vivía conmigo y otro había llegado conmigo, así que me encontraba en una encrucijada.
Emmett se acercó y temí lo que hiciera.
—Jacob se quedará por si las chicas necesitan algo, yo me quedaré en su casa, tengo ropa allí y… —Se acercó, me abrazó y susurró en mi oído—: No pienses nunca que me perderás por lo que decidas, sé feliz como quieras serlo, sólo piensa en lo que te dije. —Me dio un beso en la mejilla y dijo adiós antes de irse.
Victoria me abrazó y Jacob se despidió, ambos dejándome a solas con Edward.
—Bueno, yo…
—¿Hablaste con él? —preguntó Edward.
Asentí y le sostuve la mirada con tanto aplomo como pude.
—Necesito tiempo, tú has llegado de repente y él siempre ha estado en mi vida, sea de una manera u otra, por lo que necesito tiempo para saber si… ya sabes.
—Entiendo, bajemos, es tarde y no quiero que vayas sola.
En el trayecto hasta mi auto no hablemos o nos tocamos y odié eso, quería decirle que era difícil para mí comprender todo lo que estaba sintiendo, que no era fácil elegir entre ser feliz como hasta ese momento con Emmett o saltar al abismo y esperar que lo que sintiéramos él y yo funcionara. Pero no dije nada y sólo el silencio tuvo lugar.
—Si quieres te llevo, no sé dónde vives, pero…
—No hace falta, tomaré un taxi. Hablaremos después. —Pensé que daría media vuelta y se iría, pero en lugar de eso se acercó, tomó mi cara entre sus manos y me miró fijamente, mientras acariciaba mis mejillas—. Sé que no soy perfecto, tengo muchos defectos y rarezas, no espero que te gusten o que los arropes para ti, sólo espero que… —Pude escuchar como su voz se le quebraba un poco—. Espero que a pesar de esas cosas elijas quedarte conmigo. —Besó mi frente y se dio media vuelta, me quedé un minuto ahí con los ojos cerrados, sintiéndome confundida, vacía, ansiosa y tantas otras cosas a la vez.
Llegué a casa casi de manera robótica, ni siquiera recordaba cómo hice para conducir sin atropellar a nadie. Miré mi apartamento en cuanto puse un pie en él, aún estaba la camisa de Edward a un lado del sofá y la foto de Emmett en la mesa. Puse mis manos en mi rostro y me reí contra ellas, no era por alegría, sólo no sabía qué sentir y me reí para luego cerrar los ojos y evitar llorar. Eso parecía ser tan fácil para otras personas, pero querer a alguien resultaba tan difícil y abrumador para mí.
Me fui a la cama, no quería pensar y, sinceramente, no podía seguir haciéndolo y lo mejor era dormir, al día siguiente tal vez estaría más despejada o al menos eso esperaba.
Me desperté y supe que no quería estar en mi departamento, me sentía ahogada en él; así que me di un baño, me coloqué mi ropa de correr y salí de ahí.
Fui a una cafetería que estaba cerca, hacían unos muffins muy ricos y el café era el mejor. Estuve comiendo y tomándome mi tiempo, cuando terminé caminé un poco para relajarme, mirando los árboles mecerse con la brisa. Faltaba poco para que comenzara invierno, por lo que ya hacía algo de frío. Ya le había mandado algunos mensajes a mi hermano sobre cosas que necesitaba del trabajo y pidiendo que, por al menos dos días, él se encargara de todo lo relacionado con la empresa; aceptó sin pensarlo. Él estaba al corriente de todo y, como siempre, quería ayudarme en lo que pudiera, algo que agradecí.
Empecé a acelerar el ritmo de mi caminata hasta que sentí mis pulmones arder, me detuve y puse mis manos en mis rodillas inclinada, tratando de tomar respiraciones largas. Mientras corría pensé y pensé, estaban todas esas imágenes y pensamientos en mi cabeza sobre los momentos felices con Emmett y esos con Edward, todos en una espiral enfermiza que no se detenía, sólo aceleraba saltando preguntas a cada momento. ¿Por qué me quedaría con Emmett?, ¿qué podía Edward dar a mi vida?, ¿estaba bien como estaba o necesitaba algo más? Y, la más importante, esa que retumbaba en mi cabeza con el sonido más fuerte… tenía que decidir quién era el indicado, elegir entre la cómoda felicidad que tenía o el abismo desconocido.
Me levanté, miré a mi alrededor y sonreí porque no tuve que pensar mucho para responder a esa pregunta, así que corrí y corrí más rápido hacia quien sabía me haría sentir feliz, viva.
Hola chicas! Les deseo un feliz año nuevo lleno bendiciones y buenos deseos. Ahora regresando a lo importante será que bella se quedara con ¿Edward o Emmett? Si puedo apostar diría que con… no lo diré porque ya saben soy algo cruel así que tendrán que esperar.
P.D. Gracias a todas las chicas que se toman el tiempo de dejar algún reviews los cuales son muy apreciados para mí. Como siempre muy agradecida con mí Beta Flor por ser tan magnifica a la hora de corregir mis historias.
