Capítulo BETEADO Por mi querida Beta Flor Carrizo.

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Una torre de naipes

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Edward POV

Manejé tan rápido como pude, sabía que Rose estaría realmente molesta aunque no fue mi intención olvidarme de ir a buscarla, sólo que cuando estaba con Bella perdía un poco la noción del tiempo. Pensé en ella y maldije, eso definitivamente se me estaba saliendo de las manos y no sabía qué hacer.

Llegué encontrándome con mi hermana cruzada de brazos y mirándome con ganas de querer asesinarme, lo que no era típico en ella; por lo general era la cosa más dulce que podrías conocer.

—Lo siento, sé que se me olvido —me excusé al llegar a su lado.

Ella resopló.

—Eres un idiota.

—Ya van dos veces en el día que me dicen eso.

—¿Por qué será? —preguntó algo más risueña.

—Lo siento, de verdad. —Ella rodó los ojos, se acercó y me abrazó.

Mi hermana era el centro de mi mundo, básicamente yo la había criado desde que ella tenía cinco años y yo diez cuando perdimos a nuestros padres y sólo nos tuvimos mutuamente. Ella era el rayo de luz que me ayudaba a seguir adelante a pesar de todo. Ya tenía veinte años y seguía siendo mi pequeña Rose, con su cabello negro como la noche y ojos verdes, iguales a los de mamá.

—Ya podemos irnos, creo que si sigo aquí me quedaré en este lugar como Tom Hanks.

—Sí, vamos. He encontrado un buen lugar en Brooklyn. —Tomé sus maletas y las metí en mi auto.

—Al menos esta vez no estás en medio de la nada.

—Sí, eso sería lo único bueno de este trabajo —espeté algo malhumorado.

—No se lo has contado, ¿verdad?

Rose sabía toda la situación ya que nunca había sido bueno mintiéndole, sobre todo era algo que no me gustaba hacer.

—No he tenido tiempo… Además está Lucy y…

—Sabes lo que opino… Quiero que seas feliz, pero dadas las circunstancias te conviene más estar con Lucy. Además ella es agradable, te entiende y aparte de mí es la única persona a la cual no le mientes. —Ella tenía un buen punto y quisiera que mis sentimientos también lo entendieran, pero no era así.

No estaba en mis planes querer a Bella, Dios sabe que eso era lo último que hubiese deseado; pero ya estaba pasando y ese era un tren que no podía detener, aunque sabía que me traería malas consecuencias.

—¿Cómo fue el viaje? —pregunté cambiando de tema.

Mi hermana me miró, sonrió y luego negó con la cabeza.

—El viaje fue bueno, tenían maní así que pasé el vuelo comiéndolos. Estar de vacaciones en París fue lo mejor, el arte, la música y las personas… Fue refrescante.

—Me alegra que las disfrutaras.

—Tú también deberías tomarte un tiempo libre —sugirió tratando de sonar casual, aunque era algo que habíamos discutido un millón de veces.

—Sabes que no puedo.

—Sí puedes.

—Rose… —espeté tratando de dejar el tema.

—Ningún Rose —replicó subiendo el tono de su voz—. Tú no estás prisionero con esto, nadie es tu dueño, puedes irte cuando quieras y lo sabes.

—Lo sé, ese no es el punto… —Me detuve en una luz roja, resoplé y aclaré mi garganta—. Ellos son nuestra familia y esto es parte de mí.

Me miró con dulzura.

—Yo soy tu familia y tú la mía, es así y no cambiará. No los necesitas más de lo que necesitas ser tú sin ellos. —Suspiró y alargó su mano para acariciar mi mejilla—. Ellos pueden ser parte de tu vida, pero no toda ella; así que piensa en ti un poco más, porque olvidas lo que es ser feliz sin todo esto y no es justo.

Ella se giró en su asiento y encendió la radio dando por terminada nuestra conversación. Entendía lo que ella quería decirme, pero me era difícil asimilarlo. Por mucho tiempo la vida que llevaba era la única que había tenido y conocido, no era fácil simplemente decir adiós, eso no me importa. No quise pensar más en esa situación, tenía que lidiar con mi trabajo, acomodar a Rose y hablar con Bella; lo menos que necesitaba era traer más cosas a mi cabeza.

Llegamos al departamento y subí sus cosas, por el momento le dejaría en mi habitación y yo dormiría en el sofá-cama. Rose quería mudarse a un lugar sola, pero aún no tenía el presupuesto; además del hecho de que ella realmente era muy despistada con respecto a pagar cuentas, limpieza y esas cosas. Lo único en lo que realmente era muy buena era en la cocina, porque hacía divinas comidas, del resto era algo de lo que yo solía encargarme.

—Edward —llamó desde la cocina cuando terminé de llevar todas sus cosas a su nueva habitación.

—Dime.

Ella tenía cara de horror al ver la nevera.

—Por Dios, dime que mientras no he estado al menos has preparado un emparedado.

—Sabes que soy pésimo. —Me encogí de hombros restándole importancia.

—Definitivamente si yo no estoy aquí mueres de inanición —despotricó botando cosas que seguro estaban vencidas y resoplando cada vez que no encontraba algo decente de comer.

—Tengo trabajo que hacer, ¿puedes bajar el volumen de tu locura?

Rodó los ojos y luego me dio una mirada dulce, así que supe que quería algo.

—Tú y yo iremos de compras.

—Rose…

—Por favor, siento que cada cosa que saco de la alacena tiene siglos allí.

—No seas exagerada —espeté.

—Vamos… Yo prepararé tu comida, sólo necesito algo para poder hacerlo.

—Eres una molestia, ¿lo sabes?

Sonrió de oreja a oreja y brincó dándome un sonoro beso en la mejilla.

—Lo sé, hermanito.

—Voy por un abrigo —dije dejando la cocina. ¿Cómo decirle que no a ella?, sobre todo si tenía meses sin verla y me hacía demasiada falta, incluso sus dulces manipulaciones.

El timbre sonó, lo que me extrañó bastante. Por lo general yo no tenía visitas y tampoco las esperaba, salí poniéndome el suéter.

—Rose, escuche que…

—Edward —saludó Lucy desde mi sala.

—Lucy, que sorpresa —musité mirando entre ella y mi hermana.

—Le avisé que venía.

—Lo siento, sólo pasé a saludar a tu hermana y saber cómo estabas, ya que tenemos poco contacto.

—Aún hablamos —repliqué más hostil de lo que esperaba.

—De trabajo, sólo eso.

Nos quedamos en silencio, mirándonos. Ella y yo siempre habíamos sido buenos diciendo con nuestros ojos lo que no podía poner en palabras, estaba consciente de que la había lastimado y esperaba que ella entendiera que no fue algo planeado, aunque sí era algo confuso. Ella y yo íbamos y veníamos, nunca habíamos estado juntos y nunca habíamos terminado; era raro lo nuestro y era algo que ya no funcionaba para mí, sobre todo desde que había conocido a Bella.

—¿Por qué no nos acompañas a hacer las compras? Te imaginarás cómo está la alacena. —Miré a Rose quien esquivó mi mirada.

—Sí, me imagino, Edward nunca ha sido un hombre hogareño —murmuró ella sonriendo con tristeza—. No quise molestar, ya me voy.

Suspiré antes de decir:

—Tranquila, puedes acompañarnos.

Mi hermana no ocultó su sonrisa recogiendo su abrigo y saliendo por la puerta. Los tres salimos del departamento para ir a comprar las cosas que ella necesitaba, si Bella se enteraba de eso me mataría, ella nunca había ocultado sus celos hacia mí y tenía ese carácter que amaba, pero también congelaba mis pelotas como nadie lograba hacerlo; pero era algo que por el momento tenía que ser así. Aunque no quisiera, Lucy formaba parte de mi vida y desde hacía años nos habíamos cuidado el uno al otro, sinceramente no sabía cómo manejar toda esa situación, simplemente era demasiado y no podía pedirle a Jimmy cambiarla porque era algo que en esa etapa él no haría.

Estábamos en el pasillo de los productos del hogar mientras Rose buscaba todo lo que necesitaba para la cocina, yo sólo caminaba mirando si necesitaba algo esencial. Por lo general trataba de mantener el apartamento lo más limpio e impersonal que pudiera, porque sabía que no duraría mucho en ese lugar.

—¿Y cómo estás? —preguntó Lucy quien estaba a mi lado.

—Bien, las cosas están mejor de lo que esperábamos.

—Porque no la involucran a ella, ¿verdad? —afirmó con acidez.

—No recorramos ese camino.

—¿Por qué? Si tú fuiste quien se involucró.

—No es algo que quise —repliqué.

—Pero tampoco lo evitaste —acusó deteniéndose donde estaban las especias mientras giraba su cuerpo hacia mí, mirándome fijamente.

Yo hice lo mismo y ambos quedamos frente a frente. No quería herirla, ella era parte de mi pasado y presente, mi hermana la adoraba, pero nunca le había mentido, incluso si con la verdad hería sus sentimientos.

—No quise lastimarte, pero la quiero más de lo que ella se da cuenta —admití, tanto para mí como para ella; porque Bella no se daba cuenta de cuánto la quería, de lo mucho que estaba sacrificando por ella.

—¿La quieres? —susurró—. Tú y yo siempre hemos sido… bueno… tú y yo.

—Lo sé, Lucy, y créeme no quise que eso cambiara, sólo sucedió.

—Tal vez cuando todo esto acabe todo regrese a la normalidad… —Tomé una de sus manos entre las mías.

—No creo que sea así de simple, la quiero y no voy a dejar de hacerlo.

Ella alzó lo hombros y apretó mi mano acercándose más a mí.

—¿Por qué no puedes o por qué no quieres? —preguntó.

—Ambas —dije con sinceridad.

Aunque pudiera no me arrepentía de sentir lo que sentía por Bella. Ella sonreía y era la sonrisa más hermosa que había visto en mi vida. ¿Cómo hacer para no querer sus tontos celos y carácter fuerte, esa manera que tiene de amar intensamente a su familia y defender con fiereza a sus amigos? Y a pesar de toda esa fuerza que mostraba con los demás, era tan vulnerable cuando estaba entre mis brazos, simplemente me resultaría imposible no querer quererla.

Mi teléfono sonó, miré la pantalla y era Bella.

—Lo siento, debo atender.

Asintió.

—Es ella —afirmó soltando mi mano.

Me separé un poco y atendí la llamada.

—Hola, hermosa.

Hola, Edward, sólo llamaba para saber cómo estabas y si habías buscado a tu hermana.

Sonreí, a ella le costaba mucho sólo decir te extraño, aunque sabía que lo hacía.

—Estamos haciendo compras para el departamento, mi hermana tiende a ser una molestia cuando no encuentra cosas decentes para cocinar.

La escuché reír y fue música para mis oídos. Adoraba como sonaba su risa e imaginarme sus ojitos cuando sonreía me hacía extrañarla mucho.

Sí, supongo que tu alacena y nevara la volverían loca, sobre todo la pizza congelada.

Alcé la vista y Lucy se había marchado a hablar con mi hermana, quien compraba tazas y vasos como si los necesitáramos. Rodé los ojos.

—Sí, está algo enloquecida, más de lo normal. —Suspiré y murmuré—: Yo también te extraño.

La escuché suspirar también.

No vendrás hoy,¿verdad?

—No creo, debo terminar de arreglar algunas cosas con ella, pero te prometo que mañana pasaré por tu trabajo.

Edward

—Dime, Bella.

Te extraño —susurró haciendo que todo mi cuerpo enloqueciera. Quería a esa mujer, sólo esperaba que cuando descubriera toda la verdad no me odiara.

—Yo más, hermosa, nos vemos mañana.

Nos vemos mañana —dijo antes de finalizar la llamada.

Me sentía terrible en toda esa red de cosas ocultas y mentiras, y aún más por haberle mentido sobre Lucy, aunque en realidad había omitido el estar con ella; tenía que decirle al menos sobre eso porque no podía añadir más cosas por las que ella llegara a odiarme.

Cuando ya mi hermana había terminado con su día de torturemos a mi hermano, regresamos a el departamento. Al parecer ella había invitado a Lucy a comer, definitivamente quería matarme. Nosotros tendríamos que hablar muy seriamente después, ella quería a Lucy pero debía entender que yo estaba con Bella y lo menos que quería era tener un problema por las situaciones que ella generaba.

Mientras ellas se quedaban acomodando todo en su lugar, yo fui a darme un baño. No dejaba de pensar en Bella y sí que lo intentaba, pero estaba en todos mis pensamientos y estar dándome una ducha no lo mejoraba. Recordaba cuando le di ese baño y dormimos juntos, esos besos largos… Maldije, pensar en eso no ayudaba. Quería aliviar un poco el dolor en mi entrepierna, pero me parecía muy malo ya el que Lucy estuviera allí y no quería hacer eso con mi hermana y ella en la casa, por lo que salí de la ducha y me sequé, dejando de lado el dolor en mis pelotas y afrontando que no tendría ese alivio.

—Huele muy rico —dije llegando a la cocina.

—Tengo hambre y lo menos que quiero es tu pizza de hace 10 días que puede matarme —explicó Rose exagerando como de costumbre

—Ese tipo de pizza es la mejor —repliqué para molestarla.

Resopló y me ignoró, regresando a su preparación culinaria. Me retiré dejándola a solas en la cocina, porque sabía que posiblemente terminaría con una contusión por una sartén si la seguía molestando.

Llegué al sofá donde Lucy estaba sentada mirando las noticias, me acomodé a su lado guardando la distancia. Nos quedamos en silencio mientras yo tomaba la computadora, la colocaba entre mis piernas y me ponía a trabajar. Escuchaba tararear a Rose desde la cocina y ese hubiera sido el escenario perfecto si sólo fuese otra mujer la que estuviera al otro extremo.

No tardó mucho que Rose llegara con la comida lista y sí que estaba divina. Se quejó por no tener una mesa decente en la cual comer, pero no le presté atención; ella se quejaba por todo.

—Estuvo delicioso, hermanita, como siempre —dije tomando los platos y llevándolos al lavavajillas, lo único que ella había aprobado en el apartamento.

—Sé que extrañabas mi deliciosa comida —afirmó con ímpetu.

Cuando dejé los platos la abracé.

—Más que tu comida, extrañaba a mi quejumbrosa y hermosa hermana.

—Yo también, hermanito, no sabes cuánto. —Se puso de puntillas y besó mi frente—. Ahora iré a darme un baño, estoy muerta.

La escuché despedirse de Lucy y entrar en su habitación. Cuando por fin terminé, salí de la cocina, el lugar donde menos pasaba mi tiempo.

Lucy estaba mirando por una de las ventanas dándome la espalda.

—Supongo que es hora de irme.

—Siempre estaré para ti, tienes que saberlo. —Caminé hasta ella parándome a su espalda.

Sus hombres se contrajeron al dar un largo respiro, luego se giró y limpio las lágrimas de sus ojos antes de mirarme. Jadeó controlando su llanto.

—Te amo —susurró.

Me rodeó con sus bazos, nunca la había sentido más pequeña y vulnerable que en ese momento y ella, por lo general, era una mujer bastante dada a ocultar sus sentimientos bajo una máscara cínica y despreocupada.

Besé el tope de su cabeza. Ella era importante para mí y Dios sabía que odiaba encontrarme en esa situación, en la que no había blancos y negros, como si Bella fuese la buena y Lucy la mala; era más que eso, éramos personas con sentimientos que no eligieron sentir. Lucy no era una mala persona, la conocía realmente bien como para afirmarlo, sólo estaba herida; yo la había lastimado aunque nunca había sido mi intención.

Ella me dio un último abrazo, se separó de mí, besó mi mejilla, alzó sus hombros y se fue. La vi irse mientras dejaba una estela de perfume a canela. Cerré los ojos y maldije deseando que en algún momento ella encontrar a alguien que la hiciera sentir como Bella me hacía sentir a mí.

Como aún era temprano y tenía trabajo, me concentré en eso. Jimmy me había enviado más información, por lo que hice la búsqueda necesaria pasando la mayor parte de la tarde en ello.

—Edward, ¿no crees que deberías descansar? —sugirió mi hermana sentándose a mi lado.

Me quité los lentes y me froté los ojos.

—¿Qué hora es? —pregunté desorientado.

—Ya son las nueve de la noche.

Sí que se había pasado el tiempo rápido, pero no me sorprendió, cuando me concentraba y tenía un computador enfrente solía perder la noción del tiempo y espacio.

—Te prepararé algo de cereal y leche, luego dormirás —ordenó levantándose sin dejarme decir ni una palabra.

Cuando ella regresó ambos nos sentamos a comer algo de cereal.

—Por cierto, quería preguntarte si te gustaría conocerla.

—¿A Bella?

Asentí, esperaba que quisiera, porque mi hermana era la única persona en el mundo en la cual confiaba y a la cual quería con mi vida y para mí era muy importante que ella conociera a Bella.

—Me encantaría y siento lo de hoy.

La miré sin entender.

—Sé que estuvo mal invitar a Lucy a todas partes.

—La quieres —dije restándole importancia.

—No fue por eso que lo hice. Pude citarme con ella después y hablar, lo hice porque quería verlos juntos, entender qué se había perdido y lo entendí.

—¿El qué?

—Cuando tú hablas de Bella se te iluminan los ojos, te sonrojas como nunca, algo que jamás pasó con Lucy —explicó encogiéndose de hombres—. Sólo quería verlo por mí misma.

—Así que…

—Sí, me encantaría conocerla. —Sonrió y pude ver la sinceridad en sus ojos.

Me alegraba mucho saber que mi hermana me entendía y, sobre todo, que quisiera conocerla. Ella se levantó, besó mi mejilla y se fue a dormir. Antes de hacer lo mismo le envié un mensaje a Bella de buenas noches, la extraña mucho, ella hacía que las cosas parecieran mejores cuando estábamos juntos.

También le envié toda la información a Jimmy, sabía que no estaba muy feliz con mi nuevo trabajo y que tenía que solucionarlo; pero eso sería otra razón por la cual mentirle a Bella y era lo menos que quería, pero tenía una responsabilidad, no podía escapar de ella aunque quisiera.

Me quité los lentes, froté mis ojos y acomodé todo para dormir; por suerte el sofá era cómodo y largo.

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Después de dejar a mi hermana en la tienda, porque según ella me estaba vistiendo como un anciano y ella era quien solía comprarme la mejor ropa que tenía, me fui a trabajar. Saludé a Chris, quien trabajaba en un cubículo a mi lado, tomé los papeles que estaban en mi escritorio y me fui a sacar copias, lo de todas las mañanas. Mientras con Isabella yo era asistente ejecutivo, Amanda sólo me necesitaba para lo simple: café, copias y recados. No me quejaba, sobre todo no ese día que era el último día que trabajaría.

Pasé la mañana entre copias y llamadas. Poco tiempo después de que me sentara otra vez en mi escritorio, mi jefa salió a una junta que había en el edificio, junto con Chris, quien por lo general la acompañaba; él se despidió tomando los papeles que necesitaría. En cuando el piso quedó solo me dio el tiempo justo, por lo que me escabullí a su oficina. Tenía un código, pero eso ya lo tenía resuelto desde antes. Cerré la puerta detrás de mí y puse el cronometro en mi reloj, sólo tenía máximo 10 minutos antes de que alguien se diera cuenta de que no estaba en mi puesto. Busqué en su computadora, metí un código y busqué la información. De repente escuché unos pasos y algunas voces.

—Chris —habló una chica—, ¿sabes dónde está Edward?

—No —respondió algo extrañado—, debe estar en el baño. Me voy corriendo, la jefa me espera, Edward no debe tardar así que puedes esperarlo.

Suspiré y regresé a lo que estaba haciendo, esperaba que la chica no se quedara ahí porque no tendría ninguna explicación razonable de por qué estaba en la oficina de Amanda. Tecleé algunas palabras y registré unos archivos, tenía que sacar la información lo antes posible.

Al terminar busqué en mi bolsillo, tomé una toalla y limpié el teclado y cualquier lugar que pudiera haber tocado. Luego dejé todo exactamente en su lugar y fui a pararme en la puerta. Cerré los ojos tratando de agudizar mi audición, esperaba que nadie estuviera en el pasillo y, sobre todo, que la chica se hubiese ido. Odiaba hacer las cosas de manera improvisada, eso daba paso a muchos errores, pero hasta ese día Jimmy me había dado tiempo y no podía perder esa oportunidad.

Abrí la puerta y saqué mi cuerpo lo más rápido que pude, apenas me dio tiempo de sentarme cuando la chica me abordó para que le hiciera el favor de ir por unas copias que su jefe, quien estaba en la junta, necesitaba. Fui con gusto, entre más alejado estuviera de lo que había hecho era mejor. Pasé toda la mañana en eso, cuando llegó el mediodía le compré el almuerzo a mi jefa y presenté mi renuncia; a pesar de lo que pensaba no era imprescindible, o al menos visible, para mi jefa y eso en esa situación era lo más indicado.

Llamé a Bella cuando ya estuve en el auto, primero iría por ella y después nos encontraríamos con mi hermana en un restaurante no muy alejado de su trabajo; porque sabía que después de tantos días sin ella estar al mando pasaría muchas horas en su trabajo.

—Hola, hermosa —saludé cuando llegó hasta mí en el estacionamiento.

—Hola, Edward. —Sonrió y sabía que seguro estaba sonrojado, era un mal que no podía evitar y, por lo general, sólo me pasaba con ella.

Me gustaba como Bella decía mi nombre en un susurro posesivo, como diciendo mío sin decirlo y la verdad era que el simple hecho de que ella hablara de cualquier cosa me encantaba, porque siempre mantenía sus palabras firmes, sus decisiones irreversibles, por la manera en la que se movían sus labios invitándome a besarlos. Su ligero tono dominante me gustaba, simplemente verla y escucharla hablar me fascinaba.

—¿Qué? —preguntó sonriendo—. ¿Por qué me miras así?

—¿Cómo?

Se encogió de hombros sin dejar su sonrisa.

—No sé, como si estuvieras deslumbrado por el sol.

—Tú eres como el sol, deslumbrante y abrumador. —Coloqué una mano en su mejilla y la acaricié.

—Gracias… —Bajó la mirada un poco, aunque después me abrazó dándome un beso en el pecho—. Te extrañé —dijo contra él.

—Yo también, cariño.

Subimos al auto para ir a buscar a mi hermana, a quien tuve que escribir varias veces para que dejara de comprar. Ella siempre solía comprar muchas cosas, pero por lo general ninguna para ella, porque le encantaba cuidarme y consentirme como si fuese mayor. Pude ver que Bella estaba más callada de lo normal y rodaba su anillo una y otra vez.

—¿Qué pasa, estás nerviosa?

—Es sólo… —Suspiró y me miró—. Tengo miedo de no agradarle a tu hermana, se ve que la amas mucho.

—Sí, la amo mucho, pero no te preocupes, Rose es la persona más encantadora y dada a amar que podrás conocer, sé que le encantarás. —Eso pareció calmarla un poco.

No tomó mucho tiempo antes de llegar hasta el restaurante, bajé del auto y Bella igual. Ella tomó mi mano en cuando estuve a su lado, mi hermana debía estarnos esperando por lo que nos encaminamos hasta nuestra mesa.

—Hola, hermano —saludó Rose.

—Hola. Te presento a Isabella.

Bella fue a darle la mano, pero Rose la abrazó; rodé los ojos.

—Es un gusto, Isabella, mi hermano habla mucho di ti, tanto que creo que te conozco más que él —comentó de manera dramática.

—Dime Bella, es muy bueno saber que tu hermano habla de mí.

—Ni te lo imaginas.

Se sentaron y empezaron a hablar, a pesar de que Bella solía ser muy reservada con las nuevas personas había hecho un clic rápidamente con Rose; hasta sugirió que podía presentarle a sus otros amigos, Victoria, Jacob y su hermano.

—Sería muy bueno, aquí casi no conozco a nadie y cuando visito a mi hermano por lo general estoy siempre sola. —Miré a Rose y agradecí que no mencionara que su única amiga aquí era Lucy, porque eso llevaría a muchas preguntas. Bella solía ser muy curiosa y bastante directa.

—Mis amigos son inusuales… Sí sé que Vicky te encantará, tienen una personalidad muy parecida.

Ordenamos mientras ellas seguían hablando, yo sólo las observaba y sonreía en algunos momentos.

No hay vuelta atrás después de esto, Edward, pensé mirando entre esas dos mujeres. Mi hermana se estaba metiendo en la vida de Bella y viceversa, yo estaba creando esos lazos que no podía deshacer y era algo que me aterraba, porque tendría que renunciar a muchas cosas para mantener esos lazos.

Sentí la mano de Bella tomando la mía.

—Estás muy callado.

—Sólo las dejo hablar.

Mi hermana se disculpó para ir al tocador y quedamos solos.

—Tu hermana es adorable y algo alocada, como Victoria. Gracias —dijo al final, sorprendiéndome.

—¿Por qué?

—Rose es tu familia y dejas que yo entre a su vida, lo valoro mucho.

Tomé un mechón de su cabello y lo coloqué detrás de su oreja. Me acerqué hasta quedar a centímetros de sus labios.

—Eres importante para mí, hermosa, nunca lo dudes.

Escuché a alguien carraspear a mi lado, así que me separé de Bella y miré a mi hermana, quien no dejaba de sonreír y me miraba con la misma sonrisa de mi madre.

—Lo siento, no quise interrumpir.

Bella se separó un poco de mí sin dejar de tomarme de la mano.

—Descuida —dijo algo apenada.

Pedimos el postre y mi teléfono sonó, sabía quién era, por lo que me disculpé y caminé lo más lejos posible de las chicas. Ese era, sin duda, el peor momento. Suspiré y maldije, tuve que sacudir mi cabeza un poco para olvidar la mirada de mi hermana y la suave caricia y mirada de agradecimiento de Bella. Sin siquiera ver el identificador, porque estaba bajo un código, respondí.

¿Lo tienes?—preguntó.

—Sí, Jimmy, lo tengo —respondí de mal humor.

Ya casi lo tenemos todo, es el momento.

—Me quedaré con Bella —afirmé sin importarme si él estaba de acuerdo o no.

Ese no era el plan y lo sabes.

—No dejaré que ella se hunda con esto, entiende que eso no sucederá —dije con determinación, tratando de calmar mi voz. Había posibilidades de que le estuviera mintiendo y tal vez cuando ella lo supiera todo me odiaría, pero estaba con Bella en eso, aunque ella no supiera de qué se trataba.

Te enamoraste de ella —comentó con burla.

—Ese no es tu maldito problema, hice mi trabajo, aún lo hago; lo demás sólo me incumbe a mí.

Ten cuidado —advirtió—, estás caminando por hielo muy fino.

—Gracias por la advertencia, yo me ocuparé de mis problemas —dije reafirmando mi voz—. Y, por cierto, aléjate de mi hermana y esta no es sólo una advertencia.

Terminé la llamada antes de escuchar su respuesta, porque eso sólo me haría explotar. Traté de calmarme antes de regresar a la mesa, sabía que el hielo por el que caminaba era muy delgado, incluso temía que estuviera a punto de romperse.


¡Hola mis lindas lectoras! un capítulo especial de Edward así lo conocen un poco más, puede que les parezca confuso pero la historia se desarrolla poco a poco. Espero lo disfrutaran dejen sus opiniones, sugerencias y todo lo que tengan por decir.

Como siempre agradezco a mi Beta Flor quien es una maravillosa persona, me acompaña en todas mis locuras y sin ella no podría subir mis historias, al igual que gracias a todas las chicas que me apoyan y tienen paciencia.