Capítulo BETEADO Por mi querida Beta Flor Carrizo.
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Un momento perfecto
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La sonrisa en mi boca y mi cara de felicidad eran tan grandes que no podía ocultarlas, estaba realmente feliz. Todo lo que había pasado la noche anterior y todo lo demás con Edward, mi familia y el trabajo estaba en armonía. Pero también me producía algo de miedo, ya que cuando las cosas están así de bien suelen pasar cosas no deseadas, pero esperaba que ese no fuera el caso y que todo siguiera igual y que mejorara con el tiempo aún más.
—Buenos días —saludó Edward entrando en mi habitación.
—Buenos días —respondí sin dejar de sonreír.
Él llegó hasta la cama con una bandeja de comida en sus manos, me senté y me hice a un lado para que él hiciera lo mismo.
—¿Qué es todo esto? —pregunté mirando la bandeja.
Edward se encogió de hombros.
—Quise traerte el desayuno a la cama. —Besó mis labios y acarició mi mejilla, yo cerré un poco los ojos y sólo disfruté de sus caricias.
Pasamos la mañana en la cama comiendo y mirando televisión, ya que había decidido no ir a trabajar. Mi hermano podía encargarse de todo, por un día sólo quería disfrutar un poco de mi felicidad.
—¿Quieres salir a dar un paseo? —preguntó Edward después de almorzar.
—Sí, me encantaría. ¿Qué haremos?
—Es una sorpresa, vístete cómoda y con ropa deportiva.
Aunque realmente odiaba dejar el control de mi día en manos de alguien más, se trataba de Edward y él siempre sabía cómo hacerme sentir amada y bien en cualquier lugar.
—¿A dónde iremos? —pregunté cuando ya estaba lista.
—Vamos a trotar.
Lo miré con sorpresa.
—Lo sé, parece raro, pero me gusta trotar y quisiera hacerlo contigo, si es lo que quieres… Si no podríamos… —Su tartamudeo empezó.
Me reí sin poder evitarlo, él se acercó y pellizcó mi cadera.
—Eres muy tierno —dije entre risas.
—¿Por qué te ríes? —preguntó sin entender.
—Porque te amo, eres demasiado tierno.
Él, aún confuso, negó con la cabeza y me besó.
Tomamos nuestros termos para el agua y salimos a trotar. A mí me gustaba correr por Central Park, era un ambiente muy relajado y a la vez no me alejaba de mi ajetreado entorno.
Edward y yo corrimos sin parar por 20 minutos, hasta que jadeé deteniéndome y bebiendo un gran sorbo de agua. Él se detuvo y se veía como si estuviese acostumbrado a hacerlo todos los días.
—¿Cómo es que te ves tan… —Tomé una bocanada de aire— fresco? —dije al final.
Se encogió de hombros.
—Te dije que me gusta correr.
—A mí también —espeté—, pero no para un maratón.
Rió y me hizo señas para que camináramos a paso ligero, lo que agradecí, porque otra carrera me iba a dejar sin aire.
—¿Por qué te gusta hacer tanto ejercicio? —pregunté mientras caminamos uno al lado del otro—. No es que me queje, pero no parecías muy aficionado al deporte cuando te conocí.
—Nunca quise que las personas sólo vieran el físico en mí, pero sé que el mundo está muy definido por cómo te ves. Además es bueno para mi salud.
—¿A tu hermana también le gusta el deporte?
—Sí, a Rose también le gusta, aunque ella es más de hacer pilates y yoga.
—Que bien —exclamé con real entusiasmo—. A mí también me gusta, tal vez podría venir al mismo lugar donde lo practico.
—Le diré que te llame, estoy seguro que le gustara.
Nos detuvimos para mirar el lago y me giré y tomé sus manos.
—Edward, ¿sabes que yo no vi sólo eso verdad?
—¿Qué quieres decir, Bella?
—Que yo me enamoré de más cosas que como luces… de la manera en la que me hacías sentir… Yo sé que piensas que todos los millonarios son vacíos y que la belleza es su principal instrumento, pero…
—Ehh… —llamó mi atención tomando mi barbilla y haciendo que lo mirara—. Nunca he pensado que seas vacía. Eres vida y amor puro, que no lo seas con todos es otra cosa; y tal vez también es algo bueno, porque significa que cuando lo eres estás siendo sincera. Yo no sólo me fijé en que eres hermosa, mentiría si dijera que esa parte no me gusta de ti, pero eres mucho más que eso.
Me puse de puntillas y lo besé. Amaba que Edward viera tantas cosas en mí que no se mostraban con mi físico o mala actitud.
Caminamos un poco más y después compramos un helado y nos sentamos en unas de las bancas. Pasamos la tarde ahí, mirando a los niños correr, dándonos uno que otro beso, mientras las hojas caían y el clima era agradable.
Cuando regresamos a casa, Edward se ofreció a prepararnos un baño. Esta vez pasamos mucho tiempo en la tina, él besó cada parte de mi piel, preguntó por cada marca, beso cada lunar y yo hice lo mismo. Quería conocer su cuerpo tanto como él quería conocer el mío.
—Bella, ¿te parece bien que mañana llegue algo tarde al trabajo?
Estábamos en la cama, él miraba la televisión y yo estaba acurrucada en su pecho.
—¿Qué harás?
—Tengo que ir a resolver algo con mi licencia.
—¿Está todo bien? —pregunté intentando levantarme, él acarició mi cabello para que no lo hiciera.
—Todo está bien, son algunas cosas que debo renovar. ¿No tienes problemas con que falte por unas horas?
—Tomate el tiempo que necesites. Victoria me avisó que Jessica está lista para iniciar mañana, así que tendré su ayuda. —Él siguió acariciando mi cabello y, sin poder evitarlo, me quedé profundamente dormida.
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Cuando me desperté, noté que Edward ya se había ido, ya que lo llamé y nadie me respondió. Cuando fui a la cocina, encontré algunas tostadas, algo de fruta picada y juego de naranja con una nota.
Siento haber salido tan temprano, pero regresaré pronto. Si pasa cualquier cosa, llámame. Te amo.
Sonreí como boba y me comí el desayuno con gusto. Quería quedarme en casa y esperar a Edward para tener un día como ayer, solos él y yo, pero tenía responsabilidades.
Miré la foto de mamá que estaba en la sala y sonreí, recordaba lo que ella me dijo, que cuando encontrara al amor de mi vida mi trabajo me molestaría por el simple hecho de que me quitaría tiempo con esa persona y, aunque lo negué, me daba cuenta que, como siempre, ella tenía razón.
Me vestí, tomé mis cosas y salí para cumplir con mi trabajo.
Cuando llegué a la empresa, aunque tenía mi peculiar cara de pocos amigos, no podía mitigar mi felicidad. Entré a mi oficina y Jessica me estaba esperando y no pude evitar querer abrazarla, así que lo hice; ella me regresó el abrazo algo sorprendida.
—Esto sí que no me lo esperaba —musitó con una sonrisa.
Me separé y suspiré.
—Lo siento, es sólo que…
—Gracias por el abrazo, Bella. —Sonrió—. Estoy lista y preparada para trabajar.
—Que bien, porque Edward tuvo que hacer algunas cosas hoy y estoy llena de cosas por hacer.
—Se nota la felicidad —comentó.
—Estoy muy feliz, ¿para qué negarlo? ¿Tú cómo estás?
Ella bajó la mirada un poco.
—Bien, con todo lo que pasó estoy bien.
No quise incomodarla o ser muy curiosa, así que le enseñé las pocas cosas nuevas de su oficina, que estaba como siempre, y en cuanto ella estuvo al corriente con todo empezamos a trabajar.
Extrañaba a Edward, pero no quería presionarlo o ahogarlo con mi intensidad, así que preferí no hacerlo y simplemente esperar a que él llegara o verlo en casa.
Por suerte él llegó justo a tiempo para almorzar juntos, Jessica se nos unió y los tres tuvimos un almuerzo agradable.
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En los días que siguieron noté algo raro en Jessica. Yo estaba muy feliz con Edward y eso me hacía estar algo menos alerta de las cosas que pasaban a mi alrededor, pero aun así notaba algo raro. Ella era muy esquiva conmigo, notaba como bajaba la voz en ciertas llamadas y en algunas ocasiones en las que le pedía almorzar conmigo decía que tenía planes. Tal vez me estaba imaginando cosas, pero lo que menos quería era que la volvieran a lastimar.
—Hola, amiga —saludó Victoria por el teléfono.
—Hola, Vicky, ¿cómo estás?
—Muy bien… ¿Y ese milagro?¿La poderosa Isabella Cullen tiene tiempo para algo más que su empresa y su novio? —Rodé los ojos por su tono sarcástico.
—No seas dramática.
La escuché reír.
—¿En realidad pasa algo,Bella?
—¿Cómo lo sabes?
—Te conozco.
Sí, ella me conocía.
—Es por Jessica.
—¿Qué pasa con ella?
—¿La has notado extraña? Porque siento que ha estado algo rara desde que regresó a trabajar.
Ella se quedó un minuto en silencio antes de comenzar a hablar.
—A decir verdad, ella ha estado saliendo y me deja a la bebé. Yo no tengo problema, la nena me encanta y a Jacob aún más; pero no me ha comentado si sale con alguien.
—¿Crees que regresó con el idiota de su ex marido? —pregunté preocupada.
—No lo creo —respondió enseguida—. O al menos espero que no sea así, porque realmente me molestaría que ella cometiera esa estupidez.
—Lo sé, a mí también.
Me despedí de ella porque me entró una llamada internacional que debía atender, pero debía hablar con Jessica; tal vez estaba pensando en regresar con él y esa sería una muy mala decisión.
Dos días después de esa llamada, estaba decidida a hablar con Jessica, pero cuando llegué a su oficina Emmett estaba ahí. Lo miré sorprendida y él me sonrió.
—Vine a buscarte, ya que al parecer estás algo desaparecida.
No sentí reproche en su comentario y me sonrió, como si lo de nosotros nunca hubiese pasado.
—Es una sorpresa, pero también un gusto verte, Emmett.
—¿Quieres ir a comer algo?
—Sí, demasiadas llamadas con el estómago vacío —respondí—. Jessica, atiende todo lo que pueda suceder. Regresaré en una hora. —Ella asintió, pero no me miró, eso me confirmó que algo le pasaba.
Le envié un mensaje a Edward cuando salí de la empresa. Esperaba que no le importara mi salida con Emmett, aunque eso ya había pasado y a él no le había molestado, quería que estuviera al tanto de lo yo hacía.
Emmett se comportó como el amigo que tenía hace años, caballeroso, atento, risueño y, sobre todo, respetaba los límites. Ni una vez mencionó lo que había pasado entre ambos y no era por que quisiéramos negarlo o que se sintiera como si fuera algo malo que no deberíamos hablar, pero creo que en ese momentos ambos sabíamos que lo que pasó fue real y bueno, pero había llegado a su fin y ahora yo era feliz con alguien más.
Aunque el almuerzo estaba trascurriendo de manera ligera, amena y graciosa, notaba algo extraño en Emmett; como si quisiera decirme algo y no se atreviera. Lo dejé pasar por un rato, pero después simplemente no pude más.
—¿Qué pasa? —pregunté directamente.
—¿Qué quieres decir?
Alcé mi ceja y resoplé.
—Quieres decirme algo, te conozco, así que sólo dilo.
—Bueno… —Carraspeó y tomó un trago de agua—. Han estado sucediendo muchas cosas últimamente y entre esas cosas hay algo que debes saber.
—Emmett, me estás asustando. ¿Qué pasa?
Él dio un largo suspiro.
—Estoy saliendo con alguien.
—Eso es muy bueno, me alegro por ti —dije sonriendo—. ¿Quién es la afortunada?
—Esa es la cuestión.
—¿Que quieres decir? —pregunté sin entender el problema.
—Estoy saliendo con Jessica.
—Oh, entiendo… —Mi cara debió ser un poema porque tomó mi mano por encima de la mesa.
—¿Estás bien, Bella?
—Sí, es decir… —Sacudí un poco la cabeza para despejarme—. Es muy sorpresivo, pero me parece bien. Sólo me pregunto cuándo pasó esto.
—Ella pasaba mucho tiempo en casa de Jacob y yo he estado ahí… Es muy dulce y con todo lo de su esposo quise estar para ella. Las cosas se dieron —explicó sonriendo de oreja a oreja y supe que estaba hechizado por mi amiga.
—Sabes que tiene una hija, ¿verdad? Y no será fácil con el esposo que tiene…
—Lo sé, Bella. Su hija me encanta, es tan pequeña y dulce… Y respecto a su esposo, aún tiene una orden de restricción y está en prisión. Incluso cuando salga tendrá que hacer muchas cosas para poder verlas y eso es algo que cuando llegue el momento resolveremos. —Al parecer tenían todo planeado.
—Estoy feliz por ti —musité con sinceridad—. Jessica es una excelente persona, una buena mujer y se merece a alguien como tú. Ahora ya sé por qué ha estado tan rara y evasiva conmigo.
—Ella no quería que te sintieras incómoda. Estaba en su oficina hoy porque estábamos hablando sobre decirte. Para ella eres muy importante, incluso estaba dispuesta a terminarlo si tú te sentías mal por esto.
—Me sorprende, para ser honesta, pero estoy muy feliz por ustedes. Ambos merecen ser felices y por mí no hay ningún problema.
Algo más relajado, me habló de sus negocios, de cómo pasaba sus tardes siendo una especie de papá. Me alegraba verlo tan feliz, cuando elegí a Edward había sentido como si yo le hubiese arrebatado un poco de felicidad, pero ahora estaba bien y suponía que al final la mejor decisión fue dejarlo ir, porque Jessica se merecía a alguien como él y no podía pensar que por tomar una mala decisión hubiera terminado con esa posibilidad.
Cuando regresé a la empresa, Emmett entró en la oficina de Jessica, suponía que para decirle de nuestra conversación, y yo fui a la mía y Edward estaba ahí esperándome. Sin siquiera saludarlo, dejé la cartera a un lado y lo abracé sonriendo.
—Yo también te extrañé —murmuró sonriente contra mi frente.
—Hoy pasó algo interesante —comenté sin separarme.
—¿Qué pasó?
—Salí a comer con Emmett… —Él se separó un poco de mí y acarició mi mejilla.
—¿Y pasó algo interesante con él? —preguntó sin cambiar su sonrisa.
Yo reí internamente porque sabía que bajo esa sonrisa y esa pregunta desinteresaba estaban un atisbo de celos que, aunque no quisiera, me hacía sentir especial y querida por él.
—Emmett está saliendo con Jessica, por eso la noté rara.
—Eso no me lo esperaba —admitió con sorpresa.
—Lo sé… —Besé su mejilla—. Celoso.
Él alzó una ceja.
—¿Tú, la reina de los celos, me dices eso? —La indignación en su voz me hizo sonreír.
—No soy tan celosa. —Rodé los ojos—. Un poco tal vez, además soy la reina de todo lo que me pasa.
—Sí, la reina de mi vida.
¿Cómo no estar boba por él cuando salía con esas frases mientras me miraba con esos ojitos tan dulces y amorosos?
Me acurruqué contra su pecho, no me importaba quién me necesitara en ese momento, lo único que sabía era que estaba tan segura en sus brazos y era un sentimiento tan bueno y especial.
—Bueno… regresando al tema, ¿estás bien con la noticia?
Suspiré y aspiré su rico olor.
—Sí, estoy muy bien, me alegro por ellos. Jessica se merece a alguien como él y estoy segura de que serán muy felices juntos.
—Al menos ahora Emmett me agrada un poco más.
Me reí sin poder evitarlo.
—Ya lo creo que sí.
Poco después Edward fue a su trabajo, lo quería en mi oficina, pero él me distraía un poco y en lo único que pensaba cuando estábamos cerca era en besarlo y estar entre sus brazos; así que lo mejor era quitar las tentaciones hasta poder estar solos.
Al menos ahora Edward y Emmett pueden llevarse bien, pensé algo más calmada por ese tema. Y esa conclusión era algo que me alegraba mucho. Emmett era parte de mi familia y Edward el hombre que amaba, así que iba a ser bueno poder tenerlos a los dos en la misma habitación sin temer que se asesinaran.
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Antes de mi hora de salida, Jessica entró en mi oficina. Suponía que ya había hablado con Emmett, porque se la veía más tranquila.
—Hola, ¿estás ocupada? —preguntó cuando se paró frente a mí.
—No, para nada. Estaba arreglando todo para irme.
—Emmett me dijo que habló contigo.
Dejé lo que estaba arreglando y la miré sin dejar mi sonrisa.
—Sí, hablamos.
—¿Segura que no te molesta?
Me acerqué a ella y tomé una de sus manos.
—Te considero una muy buena amiga, al igual que a Emmett. Lo que pasó entre nosotros está en el pasado, yo encontré mi amor que es Edward y él te encontró a ti y está más feliz de lo que lo he visto jamás.
—¿De verdad lo crees? —preguntó algo insegura.
—Sí, de verdad, y lo conozco desde hace mucho.
—Gracias. De verdad él me hace muy feliz y es tan bueno con la nena que parece como si… como…
—Como si fuera muy bueno para ser real —terminé de decir por ella.
Jessica asintió.
—Pero estoy dispuesta a intentarlo.
—Eso es lo más importante. Él merece la pena y tú también. Y no tengas miedo, es raro viniendo de mí, pero te digo que es mejor querer a alguien que evitar hacerlo.
Nos dimos un abrazo y ella se fue muy feliz a encontrase con Emmett, quien la llevaría a casa. Poco después yo salí de la oficina y Edward me estaba esperando sonriendo de lado seductoramente.
—¿Qué tienes en mente, hermosa? —Se acercó hasta quedar a un paso de distancia.
Yo eliminé la distancia que nos separaba, lo tomé del cuello, mordí sus labios y busqué su cuello.
—Usted, señor Masen, mi cama y muchos besos.
—¿Cómo negarme a esa plan? —Suspiró.
Ambos sonreímos y nos fuimos a casa.
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Cuando llegamos, Edward encendió la chimenea, nos dimos un baño y, con ropa más cómoda, nos sentamos en la alfombra que estaba cerca de ella.
—¿Quieres algo de vino? —preguntó él, aunque ya sabía mi respuesta. Yo sólo sonreí y él trajo la botella.
—¿Qué celebramos, señor Masen?
Edward me miró mientras sostenía su copa contra la mía.
—Que te amo mucho —dijo mirándome tan fijamente que podía sentir la intensidad de sus palabras.
—Entonces brindemos porque te amo con la misma intensidad.
Tomamos vino y después Edward hizo nuestras copas a un lado y me besó, pero ese beso era diferente, sin ansias o rapidez, me besó suave, mordiendo mis labios con suavidad, metiendo su lengua en mi boca.
No pude evitarlo y jadeé respirando con dificultad.
—Eres tan hermosa —susurró contra mis labios. Me levanté un poco y me subí encima de sus piernas.
—Tú eres una de las mejores cosas de mi vida.
Me dio un beso en la frente y acarició mi cara, pasando por mis mejillas hasta mi cuello. Él me hacía sentir tan querida, amada y deseada, de una manera que hasta ese momento no había conocido.
Edward fue quitándome mi pijama y yo toqué su pecho, acaricié su tatuaje. Él acarició mis senos y no pude evitar arquear la espalda. En ese momento todo era lento, como una marea que poco a poco iba tomando velocidad.
—Hazme tuya, Edward —jadeé en su boca, mientras él besaba mi cuello y bajaba hasta mis senos.
Él dio un gemido ronco.
—Tú ya eres mía, Bella, ahora sólo te demostrare cuán mía eres.
Se tomó su tiempo para besar mi cuerpo, para hacerme jadear y gemir. Yo acaricié cada parte de su piel, besé sus lunares y admiré sus pecas. Lo escuché jadear y desearme con tanta pasión que me quemaba la piel y se sentía tan bien. Nos sentíamos tan unidos que era algo simplemente único.
La chimenea hizo que sudáramos y no nos importó. Él hizo mi cabello a un lado y, antes de que me acostara en la alfombra, lo coloqué debajo de mí y me subí sobre él. Mirándolo, alcé mis caderas y lo introduje dentro de mí. Ambos jadeamos sin poder evitarlo, fue un vaivén de deseo, cada embestida de mi parte era un jadeo por parte ambos. Sentirlo tan adentro, poseyéndolo mientras él me poseía…
—Jamás quiero detenerme —balbuceé entre jadeos.
Edward tomó mis senos, los acarició bajando hasta mis caderas y acelerando el ritmo aún más. Moviéndome sin parar, me encorvé y lo besé, necesitaba sus labios, su boca gimiendo en la mía.
—Mi mujer —gimió—. Mía, tan mía.
Sentí como me agarraba con rapidez, pero también con mucha delicadeza, para ponerme debajo de él. Miré su boca jadeando, mientras entraba y salía de mí.
No podíamos durar mucho, todo era demasiado intenso, íntimo… No pudimos evitar venirnos diciendo el nombre del otro, jadeando.
—Eso fue tan… —Suspiré y acaricié su cara.
—Intenso, lo sé… —dijo él igual de agitado que yo.
Me besó y arregló mi cabello que estaba hecho un desastre.
—Deberíamos levantarnos.
Yo me quejé.
—No, quedémonos un rato más.
Él buscó una manta y nos quedamos frente a la chimenea, hablamos un rato sobre cosas tontas, sólo haciéndonos reír.
Estaba por quedarme dormida cuando lo escuché decir:
—Bella, tengo algo que decirte.
—Mmm… dime —musité más dormida que despierta.
—Es sólo que… —carraspeó.
—Mmm…
—Es… nada… Sólo que te amo.
Me acurruqué más a él y me quedé dormida.
Me desperté unas horas después y estaba en la cama a su lado. Supuse que me había cargado y yo ni cuenta me había dado. Sin querer despertarlo, lo abracé un poco más y volví a dormir.
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Habían pasado algunos días y Victoria había organizado una reunión para poder vernos todos, lo que, sin querer admitir, agradecí. Hacía mucho que no veía a Jacob, y Jessica, aunque trabajaba para mí, habíamos estado tan ocupadas que ni siquiera para ir a almorzar nos habíamos visto. Así que estuve de acuerdo en ir con Edward, ya que las mareas se habían calmado por completo entre él y Emmett.
Cuando salimos del trabajo fuimos a casa a cambiarnos y después buscamos a su hermana para que compartiera con mis amigos y se integrara un poco más.
—Hola, Rose —saludé al llegar.
—Hola, Bella. —Ella me abrazó y me dio un beso. Enseguida despeinó a su hermano y subió de un brinco al auto.
Rose y Edward eran muy diferentes, pero tenían una cosa que, si los llegabas a conocer, te dabas cuenta. Ambos eran enigmáticos, tenían algo que te gustaba aun sin conocerlos del todo.
Rose cambió la radio como cinco veces y Edward no dejaba de quejarse o refunfuñar, pero yo no podía parar de reír. Su trato era adorable, muy parecido al de mi hermano y mío, aunque eso yo me lo permitiera únicamente cuando estábamos solos.
Llegamos a casa de Emmett, que era hermosa y muy espaciosa. Él había pensado en mudarse a un apartamento, pero al parecer Jessica y la niña pasaban mucho tiempo con él y lo mejor era tener un lugar seguro. Así que Victoria hizo dos reuniones en una, podíamos estar todos juntos e inaugurar la nueva casa de Emmett, a lo que él estuvo encantado.
—Hola, Bella —saludó Emmett, recibiéndome en la puerta. Me abrazó, saludó a Rose, que ya conocía, y miró a Edward, yo también lo hice.
—Hola, Edward, ¿una cerveza?
Él lo miró y sonrió.
—Claro, Emmett, gracias por invitarnos.
No sabía por qué había contenido la respiración, pero di un suspiro de alivio.
Entramos y todos ya habían llegado, saludé a Vicky, tomé una copa de vino y abracé a Jessica; incluso mi hermano y Kate estaban ahí.
La noche fue grandiosa, no podía parar de reír, todo estaban fluyendo tan natural y bien. Miré a mi alrededor y me sentí dichosa por las personas que estaban ahí, que eran más que amigos, eran mi familia.
Edward me tomó de la cintura mientras bebía una cerveza y besaba mi cabeza. Mientras tanto, su hermana no dejaba de reír con Emmett y mi hermano, se podía ver la afinidad entre ella y los demás. Además, Edward y Emmett se estaban llevando muy bien y eso me alegraba, tal vez pasó porque Edward podía ver lo feliz que estaba mi amigo con Jessica.
Esperaba que las cosas siguieran así, en su lugar y en armonía. Al fin podía sentir que todo tomaba el ritmo correcto para mí y, en este punto, estaba muy feliz y no quería que nada cambiara.
Nuevo capítulo mis gatubelas, espero les guste ya falta muy poco para que la historia termine así que estos son momentos cumbres... les mando un abrazo enorme gracias por sus comentarios y su paciencia.
Gracias como siempre a mi Beta Flor, es la mejor!
