Capítulo BETEADO Por mi querida Beta Flor Carrizo.

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Una pequeña mentira

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Toda mi vida desde que recuerdo había tenido esta barrera donde me cuidaba de sentir demasiado, de expresar mucho mi sentir o de pensar, porque tenía miedo de que todo se desmoronara como estaba ocurriendo ahora.

—Bella….

—Dime —exigí—. Quiero que me digas ahora mismo en qué me mentiste.

—No es sencillo —respondió con voz ronca—. Nada de esto lo es… —Puso las manos en su cara, sus brazos estaban tensos. Podía ver su lucha, pero ya estaba más allá de ahí y quería saber lo que estaba pasando.

—Me sentaré y tú me dirás exactamente qué está pasando.

Lo hice y él alzó la vista, suspiró y jaló su cabello como cuando estaba frustrado, antes de decir:

—Cuando te conocí no fue casualidad, trabajo para la Oficina Federal de Investigación. —Me quedé mirándolo tratando de buscarle sentido.

—¿Trabajas para el FBI? —pregunté con incredulidad y sarcasmo, aún sin creer lo que estaba diciendo.

—Sí, pero no era un agente hasta hace poco, sólo soy muy bueno para la informática y trabajo con ellos desde que tengo dieciocho. —Respiré profundo y tomé mi cabello.

—No entiendo, ¿eso qué tiene que ver conmigo? ¿Por qué no lo mencionaste antes, Edward? No lo entiendo —dije exaltada. No entendía nada o tal vez sí lo hacía pero no quería admitirlo, porque entonces admitiría que me mintió y que nada era lo que pensaba.

Él se levantó.

—Tú eras mi misión, tu compañía para ser exacto… Pero todo cambió cuando me enamoré de ti, mi juicio, las decisiones que tomé… Créeme, Bella, yo…

—Vete.

—Bella, hermosa…

—Vete por favor —lo dije calmada, no grité, ni me exalté, sólo le pedí que se fuera.

—Lo siento, no sabes cuánto siento haberte mentido, pero si me escucharas entenderías que…

—¿Qué quieres que entienda? —Me levanté y lo apunté con el dedo—. Tú me mentiste sobre dónde habías trabajado, sobre cómo habías llegado a mi vida, ¡me mentiste en todo! Ni siquiera siento que te conozco, ahora sólo respétame y lárgate de mi casa.

Nos quedamos mirando hasta que no pude más y desvié mi mirada, aguantándome el llanto de decepción y confusión. Caminé hasta mi habitación, dejándolo solo en la sala; entré y cerré la puerta con seguro.

Me recosté sobre la puerta, me deslicé hasta caer al suelo y lloré en silencio porque todo se había acabado. No era la mentira, porque aún ni siquiera la entendía, era que no conocía al hombre a quien amaba, no conocía a esa persona que pensé que era diferente.

Escuché sus pasos y unos golpes en la puerta.

—Perdóname, te juro que… —Lo escuché suspirar—. Dios, yo no quiero perderte…

Me quedé en silencio y sequé mis lágrimas. No sabía cuánto tiempo pasé ahí sentada, escuché sus pasos, sus disculpas, incluso su llanto… Pero era algo con lo que no podía lidiar, así que me acosté en la cama y dormí hasta que me desperté en medio de una pesadilla.

Finalmente me levanté, salí de mi habitación y él no se encontraba por ningún lado. Miré la hora, eran las cinco de la mañana.

Fui a cepillarme los dientes y me vestí con ropa deportiva, no tenía sueño, mis pensamientos eran demasiado confusos y estar en el apartamento me estaba volviendo loca. Su olor estaba por todos lados, la sensación de su calor… Mi confusión y su ausencia eran mucho para mí, así que tomé algo de ropa, lo más indispensable, lo metí en mi cartera y bajé para subirme al auto.

Conduje hasta que me detuve en una calle desconocida y empecé a llorar. Nunca me había sentido tan vulnerable y perdida, había tantas cosas que ya no entendía de las que no tenía el control. Aún estaba procesando algo tan disparatado para mí, pero al parecer era totalmente real; Edward no era el hombre quien yo creía, me había guardado un gran secreto y podía presentir que eso sólo la punta de un iceberg muy grande.

Mi teléfono empezó a sonar, así que respiré profundo y limpié mis lágrimas. Vi el identificador y era mi hermano, traté de tranquilizarme para poder hablar con él.

—Hola, Jasper, ¿qué pasa?

Estoy en casa de nuestros padres, necesitamos hablar lo antes posible.

—Entiendo —respondí en medio de un suspiro—. Estaré allí en un momento. —Seguramente lo que tuviera que decirme Jasper tendría que ver con lo que había confesado Edward.

Intenté tomar el control de mis emociones, pero no pude. Me miré en el espejo, quité mi delineador corrido y me quedé observando fijamente mis enormes ojeras. Mis ojos se veían tan tristes. Quité el espejo y volví a conducir, tenía muchas cosas que saber y resolver antes de lamentarme.

Llegué en poco tiempo a casa de mis padres. Mi cara no tenía arreglo y tarde o temprano ellos sabrían lo que había pasado con Edward, ¿así que para qué ocultarlo? Salí del auto y me armé de valor y serenidad.

—¿Bella? —dijo mi madre en forma de pregunta al ver mi cara—. ¿Qué pasa, cariño?

—¿Está Jasper? —pregunté evadiendo su pregunta.

—Sí, llegó hace poco. Dijo que tenía que hablar con todos nosotros. —Intenté pasar, pero ella se colocó enfrente de mí y me tomó de las mejillas—. Bella, ¿algo está mal?

Suspiré.

—Ni siquiera sé cómo responder eso, mamá. —Besé su mejilla y me aparté de ella.

—Lo sabes, ¿verdad? —preguntó mi hermano.

Asentí. Pude notar como presionaba sus puños y se acercaba a mí, pero di dos pasos hacia atrás. Necesitaba un abrazo, quería sentirme protegida por las personas que me amaban, pero en ese momento no tenía claro nada. El control de mis emociones estaba disparado en todas las direcciones y sabía que si abrazaba a mi hermano me derrumbaría y ahora no había tiempo para eso. Y él lo entendió.

Mi papá llegó en ese momento, lo miré a los ojos y me asusté. Muy pocas veces había visto a mi papá así de consternado, sus ojos tenían una pena tan grande que pude notarla incluso en mi confusión.

—¿Alguien me puede explicar qué está pasando? —exigió mamá parándose en medio de los tres.

Nos sentamos y Jasper empezó a explicar.

—Lo que está pasando es que los problemas en la sucursal de Londres son más grave de lo que pensamos. El FBI nos está investigando desde hace un tiempo, porque al parecer se estuvieron enviando todo tipo de materiales a otros países, desde China hasta Afganistán. Lo que es grave, mamá. —Se detuvo y yo miré a mi papá, pero se veía muy tranquilo, algo que me hacía sentir inquieta—. Así que empecé a investigar y ponerme al corriente de la situación. Bennett está detenido porque era el principal organizador de todo lo que estaba pasando.

—¿Y desde cuándo sucede esto, Jasper? —pregunté.

—Hace un año más o menos, pero son decenas de cosas que no se han registrado. Nos están investigando porque, aunque tienen pruebas de que Bennett es el principal culpable, quieren saber si toda la empresa está implicada. —Jasper se frotó los ojos en un gesto cansado—. Saldrá en la presa en cuanto empiece el juicio de Bennett.

—¿Mientras tanto la empresa estará parada? —preguntó mamá con tono preocupado—. Todos los trabajadores, sus familias…

A pesar de lo que estaba pasando sonreí internamente, mi mamá era una persona tan humanitaria que lo que más le preocupaba eran todos los trabajadores que dependían de nuestra empresa.

—Sólo se parará la sucursal de Londres, ya que es la única que realizó los envíos. A los trabajadores se les buscará un trabajo en las otras sucursales y a los demás se les seguirá pagando el sueldo mientras se arregla esta situación.

—Hay algo más… —afirmé aunque lo que menos quería era decirlo.

—¿Que pasa, Bella?

Jasper asintió dándome fuerza.

Miré a mamá y le respondí:

—Edward es parte del FBI, de quienes nos investigan. Él tiene que ver con todo lo que está pasando. —Decirlo había sido fácil, pero ahora que había salido de mi boca y lo estaba asumiendo como algo real, sentí una punzada en mi estómago. Tomé aire y traté de sonreír, aunque lo sentía más como una extraña mueca.

—Bella, no puede ser… Él trabaja para ti, ¿tú lo sabías?

—No, mamá, al parecer no sé nada de él, nada que sea real.

Miré a mi papá y sentí como mi corazón se estaba rompiendo, ese vacío en el estómago cuando pasa algo malo. Jasper y mamá no lo entendieron, pero yo sí, lo conocía como si su sangre corriera por mis venas, había tanta culpabilidad en sus ojos que simplemente lo supe.

—Lo sabías, ¿verdad? —afirmé mirándolo fijamente.

—Bella, ¿qué estás diciendo? —cuestionó Jasper sin comprender.

—Papá sabía que Edward no era quien decía y probablemente sabía lo que estaba pasando con la investigación y todo lo demás, ¿no es así, Carlisle? —casi escupí las palabras.

—Eso no es posible —respondió mamá—. Tu padre jamás te haría eso, cariño.

—Dilo, papá, di que jamás le harías eso a tu niña —exigí llena de furia con él, con Edward, con toda esta mentira que estaba envolviendo mi vida.

Nunca nada me había asqueado tanto como estar rodeada de todas las personas que constantemente mentían y engañaban para conseguir lo que querían, pero ese era mi mundo, uno del que escapaba con mi familia y con Edward, pero al parecer incluso las personas que amaba resultaban hacer lo mismo.

—Bella, cálmate, sé que papá aclarará todo esto —espetó Jasper.

Todos nos quedamos en silencio y él me miraba fijamente, hasta que se levantó, frotó sus manos y dijo las palabras que terminaron por romperme.

—Lo siento.

Con él, a diferencia de con Edward, no pude contener mis lágrimas. Bajaron como un río desbordándose por mis ojos. Él sabía que Edward me estaba mintiendo, que no era quien decía ser y aun así dejó que me enamorara de él, abogó porque no lo botara, me incitó a vivir una mentira… pero ¿por qué?

—¿Cómo pudiste hacerlo? —reclamó mamá.

—No lo puedo creer —murmuró Jasper.

Yo sólo seguí en silencio y esperé que me explicara qué era tan importante para pasar por encima de mis sentimientos y mentirme de esa manera. Omitir era la palabra, aunque para mí resultaba lo mismo.

—Hace seis meses supe lo que estaba pasando. Tengo contactos, siempre he conocido personas influyentes y he tratado de tener personas pendientes de todo lo relacionado con la empresa, ustedes o cualquier cosa que los afecte. Cuando me enteré que Bennett estaba haciendo algunas malas transacciones ya era tarde y no tenía pruebas, así que contacté a algunas personas y ellos se contactaron con el FBI. Conozco al alcalde y no fue tan difícil, hicimos un trato. Ellos necesitaban entrar en cubierto para aclarar la situación y tener pruebas de que ustedes y la empresa no tenían nada que ver, así que firmé un contrato de confidencialidad hasta que arrestaran a Bennett. Y ahí entra Edward… —explicó con toda la coherencia y tranquilidad posible.

Él podía convencer a cualquier persona de lo que quisiera porque hablaba con ese tono calmado y convincente, sabía que lo que me estaba diciendo era verdad, pero ya no podía creerle. Buscaba mentiras en sus palabras, algo que me dolía más de lo que podía imaginar; porque nunca había confiado tanto en alguien como en él y ahora simplemente no podía hacerlo.

Jasper trató de decir algo, pero levanté mi mano para callarlo. Esto era entre mi papá y yo, él aún tenía mucho que explicarme.

—¿Cuándo supiste que Edward era un agente? —pregunté tratando de evitar mostrar lo afligida que estaba.

—Bella, yo sé que es complicado de entender, pero…

—¿Complicado? —lo interrumpí riendo con sorna—. No es para nada complicado, de hecho es muy claro… Me mentiste. Mi padre me mintió y dejó que me enamorara de alguien que ahora es un completo desconocido para mí… Así que dime en qué punto estuvo bien, cuándo pensaste que todo esto valía mi dolor.

—Bella…

—Respóndeme —grité.

Nunca en toda mi vida les había alzado la voz a mis padres. No lo había hecho cuando estaba molesta en mi adolescencia, ni cuando mamá no me dejó salir con un chico en la preparatoria porque no le parecía adecuado para mí, ni cuando me enteré que no eran mis padres biológicos. Jamás les había gritado o me había molestado con ellos, pero mi padre había pasado una barrera en la que todas mis emociones explotaron sin sentido

Pude ver la consternación en la cara de mi padre, la sorpresa en la de mi madre y mucho asombro por parte de mi hermano. Yo no solía perder el control de esta manera, pero ya estaba harta de que todos me dijeran que tenía que comprender, que había sido algo que simplemente pasó… No era así, las cosas no pasan por sí solas.

—Isabella, no me alces la voz. Esto lo hice por ti y tu hermano, tendrían muchos problemas si no hubiese hecho ese trato. —Él no alzó la voz, pero la endureció. En todo su cuerpo se podía ver la tensión.

Pero yo no podía parar.

—¿Entonces tendría que agradecerte por omitir —dije haciendo comillas— que el hombre con quien me acosté me estaba engañando todo este tiempo?

—Isabella —me regañó mi madre—. Sé que tu padre tiene muchas cosas que explicar, pero no te comportes como si te estuviera hiriendo a propósito. Somos tu familia.

—Él no es mi familia —repliqué—, porque tu familia no debe mentirte de esta manera.

—Bella, no digas algo así —musitó mi hermano—. No lo hagas, papá debe… lo hizo porque…

—No quiero escucharlos más, son mis sentimientos —exclamé alzando mis brazos, mientras mis lágrimas invadían mis mejillas—. Siempre me han dicho que me dejara llevar por mis sentimientos, que conociera a alguien y no pensara en las consecuencias, que confiara en las personas… ¡Y lo hice! —Suspiré y sollocé—. Pero sólo para que las personas que amaba en mi vida me mintieran, porque creían saber lo que era mejor para mí.

—Hija, déjame explicarte.

—No, papá, no quiero escuchar nada más, porque no te creo… Es doloroso no creerte. —Salí de la casa evadiendo el llamado de mi mamá. Ella estaba tan perdida como yo en este asunto, pero no podía pensar con claridad. Me subí al auto y conduje rápido sin saber a dónde ir.

Mi teléfono empezó a sonar una y otra vez… Mamá, papá, Jasper, incluso Edward no había parado de llamarme, pero no quería hablar con nadie.

Conduje hasta mi apartamento, pero no pude salir del auto. Pensé que tal vez él estaba arriba, porque le había dado una llave, e incluso si no estaba lo sentiría como si fuera así, porque él era parte de ese lugar. Apoyé mi frente en el volante.

—No sé qué hacer —dije en voz alta—. No sé cómo sentirme… Yo creí que todo estaba tan bien en mi vida, era tan feliz —me lamenté llorando.

No se trataba de cuál era la mentira, comprendía muy bien lo que estaba pasando, pero cuando le mientes a alguien o te mienten, nada vuelve a ser igual. Es como un vaso roto que tratas de pegar para que siga funcionando, puede que se arregle pero ya tiene grietas.

¿Cómo podría ir a tomar un café con mi padre y preguntarle algo si ya no tenía la antigua certeza de que era la única persona en el mundo en la que podía confiar? ¿Cómo lo hacía? Y Edward… con él ni siquiera podía imaginarlo. No lo conocía, nada de él me parecía cierto, así que siempre me cuestionaría si me seguía mintiendo, qué parte de todo lo que me dijo y de lo que vivimos fue verdadera.

Ni siquiera sequé mis lágrimas, dejé que la brisa del camino lo hiciera. Fui a un hotel muy lejano de mi apartamento, quería estar sola, necesitaba dejar de pensar antes de consumirme y sólo trasformar mis pensamientos y recuerdos en algo horrible.

Cuando llegué al hotel me puse unos lentes para disimular mis ojeras y amarré mi cabello en una cola alta, para al menos verme decente. Me registré con rapidez, ya que una vez me había quedado en ese hotel y no tuve que hacer mucho papeleo, y subí por las escaleras, no quería meterme a un ascensor. Cuando llegué a mi habitación, lo primero que hice fue entrar a la ducha y darme un baño.

Sequé mi cabello con una toalla, me miré al espejo y di un largo suspiro.

—Isabella, ¿qué harás ahora? —le pregunté a mi reflejo, pero él estaba tan confundido como yo.

Salí del baño y fui a la cama, me senté en la mitad como una niña pequeña, con las piernas cruzadas. Ese día podría flagelarme y sentirme miserable, pero tenía responsabilidades y por más que quisiera desaparecer hasta aclarar mis ideas, no podía hacerlo. Estaba en medio de la tormenta, tenía que enfrentarla hasta que sólo quedara silencio.

Pedí servicio a la habitación, algo de fruta y jugo. No había comido en todo el día y aunque me sentía mal, a mi estómago no parecía impórtale. Miré televisión basura mientras comía y luego sólo me hice un ovillo en la cama y traté de dormir, necesitaba descansar.

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Al despertar, la cabeza me quería estallar, pero ya era suficiente de torturarme, tenía que solucionar lo que estaba pasando en la empresa, reubicar a las personas desempleadas, revisar todo el papeleo y cancelar los envíos. Era mucho trabajo y eso era justamente lo que necesitaba en ese momento: tener la mente ocupada. Fui a mi departamento, me di un baño y me vestí rápido. No quería estar ahí mucho tiempo.

Cuando llegué, la empresa estaba llena de reporteros, así que me puse mis lentes y, sin siquiera mirarlos, entré al estacionamiento privado.

—Isabella, buenos días —saludó Jessica en cuanto pasé por su escritorio, yo sólo asentí.

Alguien tocó la puerta.

—Pase —respondí mientras organizaba las cosas pendientes.

—¿Está pasando algo? Hay reporteros, todos están murmurando y Edward no ha…

—¿Eres mi agenda personal o tengo que darte explicaciones de todo lo que pasa aquí? —Mi tono era soez y grosero, no quería dar explicaciones y, sobre todo, no quería hablar de él.

—Isabella, yo sólo quería saber cómo estabas.

Ella parecía muy consternada por mi humor y mi manera de hablarle, pero a ese punto no me importaba. Sólo quería que hicieran lo que decía, cuando lo decía, sin preguntas que no podía o quería responder.

—Jessica, sólo limítate a decirme qué tenemos para hoy.

—Tienes la conferencia con los abogados de la sucursal de Londres en unas horas… —Aclaró su garganta y evitó mirarme—. También el manejo de la prensa en China, una cita con tu padre a la hora del almuerzo y tienes que firmar todos estos papeles —dijo dejando los documentos en el escritorio y siguió explicando mientras yo tomaba nota. Tenía muchas cosas de las cuales ocuparme.

En ese momento, mi hermano entró a la oficina.

—Ya tengo todo, Jessica, puedes irte. Llama a Lauren de publicidad y que maneje a la prensa, le envié un correo de camino acá con lo que tiene que decir y también —musité sin ver a mi hermano— cancela la cita con mi padre, no tengo tiempo.

—Bella, pero…

—Jasper, ¿qué quieres? —espeté sin dejarlo hablar.

Jessica nos miró a ambos y salió, yo sólo lo ignoré y empecé a hacer mi trabajo.

—Bella, ¿por qué no quieres hablar con papá? —preguntó calmado.

—Por qué no quiero y tampoco es algo que quiero discutir contigo. Ni tú, ni nadie me dirá cómo debo pensar o procesar todo lo que está pasando; así que si me disculpas tengo trabajo y tú también, así que dime a qué viniste o vete —repliqué sin la más mínima delicadeza.

—No voy a seguir tocando el tema porque sé que aún estás alterada, pero es algo que deben hablar. Él sigue siendo nuestro padre —dijo tratando de hacerme entender su forma de pensar, pero en ese momento estaba fuera de mí.

—Como digas, hermano. Ahora, si eso es todo lo que tenías que decirme… —Señalé la puerta y seguí con mi trabajo, tratando de ignorarlo.

—No es todo, Isabella.

Rodé los ojos.

—¿Qué pasa?

—La mayor parte del personal de la sucursal de Londres ya está siendo reubicado, faltan algunas personas, pero esperamos el informe que nos diga quiénes están implicados en la investigación. —Respiré profundo dos veces para poder superar mi enfado por todo lo que tuviera que ver con ese tema.

—¿Y quién nos dará eso? Porque estoy algo perdida en este tema y ya tengo suficientes secretos para soportar.

Jasper me observaba con algo de pena, así que evité mirarlo fijamente por mucho tiempo. Odiaba ese tipo de miradas, sobre todo ahora que mis emociones no tenían mucho sentido.

—De eso quería hablarte —dijo él con cautela y al instante me alerté—. Hoy vendrán algunos agentes del FBI para darnos información y las restricciones que tendremos hasta que se resuelva todo el problema.

—Entiendo —fue todo lo que pude decir.

—Bella, no sé si él vendrá, no me dieron…

—Dije que lo entendía, Jasper —repliqué—. ¿Cuándo vendrán?

—En unas horas.

Me temblaron un poco las manos, pero las froté y traté de sonreír sin lograrlo.

—Tengo trabajo y ya que llegarán pronto debo hacer algunas cosas.

—Bella, puedo estar aquí si quieres —sugirió dulcemente.

—No es necesario, todo estará bien, lo resolveré.

Sentía mis ojos llenarse de lágrimas y, como odiaba que me vieran llorar, le indiqué de nuevo que me dejara sola. Él pareció pensarlo, hasta que asintió y se fue. En cuanto lo hizo no pude evitar cerrar los ojos y dejar correr las lágrimas por mis mejillas. Caminé hasta el baño en mi oficina y me miré al espejo, tratando de que el maquillaje no se corriera.

Alcé la vista y mi reflejo se veía tan distinto a la persona que era hacía unos días. Mis mejillas no estaban rosadas de una manera natural, los ojos ya no tenían ese brillo de cada mañana. Podía sentir la pena y el dolor que me había causado todo lo que estaba pasando. Al mirar mi reflejo tomé mi teléfono y lo encendí, había estado apagado desde que había salido de casa de mis padres porque no quería hablar con nadie, pero ahora esa curiosidad insana de autoflagelarme estaba ahí.

Tenía llamadas de mis padres, de Jasper, de Victoria, algunas de Jessica y mensajes de voz de él. Lo pensé… Quería borrarlos todos y salir a seguir trabajando, pero por alguna razón no podía. Abrí el primero haciendo que el nudo en mi estómago se hiciera aún más pequeño.

Bella,¿dóndeestás? Estoy tan preocupado, fui al departamento y no te encontré. Por favor, te lo suplico, dime que estás bien.

Pasé a la segunda nota de voz.

Perdóname —pidió con voz ronca—. Nunca quise hacerte daño, todo comenzó como un trabajo, pero todo lo que viví contigo, lo que compartimos, fue real. —Suspiró—. Yo te amo,Dios, te amo tanto

Las lágrimas se hicieron más intensas. Me hacía tanto daño escucharlo, pero al mismo tiempo era adictivo, porque quería seguir haciéndolo. Me senté en el suelo y, aunque yo no era alguien religiosa o muy creyente, pedí con toda la humildad y angustia:

—Dios, por favor haz que pare, por favor que deje de doler.

Se suponía que él sería la primera y última persona que amaría, y no porque yo creyera en los cuentos de hadas o estuviera obsesionada con él, pero cuando amas a alguien se supone que estarás con esa persona, se supone que confías y, sobre todo, que ves tu futuro juntos.

Puse mis manos en mis ojos y empecé a llorar como pocas veces en mi vida. Escuché el último mensaje que escucharía de él.

La primera vez que te vi fue como pedir un deseo a una estrella fugaz, porque era imposible que algo como tu existiera por casualidad. Y cuando te besé por primera vez, fui a la tumba de mis padres y les pedí por mí, porque sabía que al entrar en tu vida estaría perdido. Pero cuando me enamoré de ti, cuando lo supe con certeza, ese día lloré como un niño pequeño. —Podía escuchar su llanto y lloré con él, sentía su dolor y el mío—. Los secretos, nuestros momentos todo era tan asfixiante que sentía como si nunca pudiera dejar de sentirme así. Y lloré porque te mentía, pero ¿cómohacerlo de otra forma, Bella? Yo tenía un deber y a pesar de ese deber te amaba. Te amé cada día y cada segundo. Puedes dudar de mi honestidad y de las intenciones con las que llegué a tu vida, pero jamás dudes de que nunca me arrepentiré de haberte conocido. Haría todo de nuevo de la misma manera, aun si me odias. Y si jamás vuelvo a verte, haría todo otra vez sólo para amarte.

Sus palabras, su voz, esa manera de decirme las cosas me quebraban por dentro. ¿Cómo podía entenderlo? ¿Cómo podía olvidarlo o perdonarlo? Todo era más difícil de lo que esperaba, la confianza lo era todo para mí, porque me daba igual si trabajaba para la CIA, la Interpol o era secretamente mesero en un bar. No se trataba de cuál había sido la mentira, el hecho era que él me había engañado para entrar a mi vida y mi familia, en búsqueda de algo. Y por algunos segundos surgía otra pregunta en mi cabeza, ¿si él me hubiera dicho la verdad, lo habría amado? No lo sabía y probablemente nunca lo supiera.

No sé cuánto tiempo pasé en el suelo, borré los demás mensajes, apagué mi teléfono de nuevo y me sequé las lágrimas. Tuve que retocar el maquillaje antes de salir y volver al trabajo, por suerte, o miedo, nadie me interrumpió. Jessica ya sabía sus tareas del día y a Jasper le pasé correos diciéndole de qué debía encargarse. No quería ver a nadie, mis ojos rojos tardarían en volver a la normalidad y no deseaba que nadie supiera que estaba llorando.

A las cuatro de la tarde Jessica anunció que los agentes habían llegado. El corazón se me aceleró, pero di dos largas respiraciones para calmarme. No estaba preparada para verlo, pero tenía que estarlo. Le indiqué a Jessica que los dejara pasar.

—Isabella, soy el agente James Carter. —Me sorprendí y no fue por el hombre corpulento que estaba frente a mí, se debía a las dos personas que estaban a su lado. Las miré y pensé que no podía ser, eran Lucy y Alice.


Hola hermosas gatubelas! disculpen la ausencia, como les explique en el grupo he estado algo complicada con mi vida... pero siempre busco aunque sea un tiempo pequeño para escribir y poder traerles lo mejor de mi loca imaginacion. Espero les encantará el capitulo, me dejen todos sus comentarios y estén super emocionadas con lo que aún falta.

Gracias Flor! mi Beta es un amor y mi lectora numero 1 asi que graciasss.