Capítulo BETEADO Por mi querida Beta Flor Carrizo.

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Sin retorno

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Habían pasado varias semanas desde que había visto o hablado con Bella y me sentía como un miserable mentiroso. Sabía que había dañado todo, pero hubo un punto en el que pensé que mi vida, la que ella no conocía, no dañaría lo que pensaba de mí. No sabía por qué pensé esa idiotez. Ya Bella no confía en mí y estaba en todo su derecho, yo no debí entrar de esa manera a su vida, pero la verdad era que nunca imaginé que terminaría amándola tanto.

—Edward, no puedes seguir así —dijo mi hermana sentándose a mi lado en el sofá.

Recosté mi espalda sobre el sofá y suspiré.

—La extraño como loco.

—Lo sé. —Acarició mi cabello.

La miré

—Todo fue un error y ahora no sé cómo arreglarlo, ella jamás me perdonará.

—Hiciste lo que tenías que hacer —musitó sonriendo—. Tú la amas y sé lo culpable que te has sentido, pero también sé todo lo que estás dispuesto a sacrificar por ella.

—Nunca me planteé eso, ¿sabes? Tener que dejar todo por alguien. Lo hubiera hecho por ti, pero es porque somos familia, pero yo… no sé. —Me encorvé y puse mi cabello entre mis manos—. No pensé que llegaría a este punto.

—Lo entiendo, ¿y sabes por qué ahora lo piensas? Porque ahora ella es tu familia, tú la amas mucho y lo puedo ver. Jamás habías estado así por alguien y es doloroso y gratificante verlo.

—Sí. —Sonreí con sarcasmo—. Te aseguro que no se siente para nada gratificante. ¿Sabes qué es lo peor?

—¿Qué?

—Yo la conocí antes incluso de realmente conocer todo de ella.

—¿De qué hablas, Edward? —preguntó mi hermana confundida.

—Meses antes de enterarme cuál era mi misión o trabajo, de que me informaran que saldría de mi cubículo y tenía que fingir ser otra persona, un amigo y yo fuimos a un club que está cerca del cendro, lo habían invitado, pero él no conocía a nadie aquí y no quería ir solo. Así que lo acompañé para pasar un buen rato, bebimos un poco, él luego se fue a hablar con una chica y yo volteé y ahí estaba Bella, bailando sola. Se veía tan espectacular, nunca en mi vida había visto una mujer tan hermosa. —Sonreí al recordar ese momento—. Luego me acerqué y tropezó conmigo, empezó a reír a carcajadas y yo la seguí, se veía tan diferente a esa persona fría y dura que conocí después. —Reí, toqué mi cabello e hice una mueca de dolor—. Supuse al principio que era la ebria Bella.

—¿A qué te refieres con eso?

—Bueno, ese día coqueteo conmigo, bailamos muy pegados, nos besamos, pero muy poco. Ella estaba realmente ebria, así que me ofrecí a llevarla a su casa. Bella estaba sonriendo y hablando, siendo alguien alegre. Por eso cuando la conocí bajo esa máscara de mujer del hielo pensé que su alegría y su aura brillante era solo por el alcohol. —Negué con la cabeza—. Qué mal estaba, es solo que ella no es así con cualquiera.

Me levanté y froté mis ojos.

—¿A dónde vas, Edward? —Mi hermana también se levantó, mirándome preocupada.

—Iré a caminar.

—Edward, sé que te duele… —Se acercó y acarició mi mejilla—. Pero no te puedes acercar a ella hasta que todo esto se solucione.

—Lo sé, Rose, lo tengo bien claro. Creo que eso es lo que más me pesa, no poder explicarle o pedirle perdón. —Le di un beso en la frente y salí del departamento.

Sabía que esto pasaría, que ella reaccionaria así, incluso peor, pero en mi cabeza me seguía diciendo que había posibilidad de que entendiera que no había llegado a su vida para dañarla, aunque lo había terminado haciendo. Y ahora estaba enamorado de ella más de lo que jamás pensé que amaría a alguien.

Y extrañaba todo de ella. Como fruncía el ceño cuando se molestaba o trataba de parecer enojada cuando yo hacía alguna estupidez, la manera en que estábamos juntos, como si no existiera nadie más que ella y yo… Pero sobre todo extrañaba su manera de decirme que me amaba, tan temerosa y honesta.

Me detuve a mitad de la calle y tomé una bocanada de aire. Lo había arruinado todo desde el principio.

Mandé un mensaje y fui al bar, necesitaba beber algo fuerte que quemara todo lo que me estaba matando por dentro. Estuve ahí por una hora antes de que llegara.

—Pensé que no vendría, y no lo culparía —dije tomando de mi trago.

—Créeme, también necesito tomarme algo. —Pidió un trago doble sin hielo.

Sin poder contenerme, pregunté:

—¿Cómo está ella?

—No lo sé, Edward, la verdad siento que ella me detesta casi o más que a ti. —Carlisle se veía afligido y era algo más de culpa para mí.

—Lo siento, sé que todo esto es mi culpa.

—No te des tantos golpes de pecho —dijo dándome una palmada en el hombro—. Hiciste lo que tenías que hacer, era tu trabajo. No es que me agrade o que esté de acuerdo en que le mintieras a mi hija, pero entiendo.

Di un sorbo a mi cerveza.

—Desearía que ella también lo entendiera.

—No es fácil para ella Isabella, siempre ha sido… —Se detuvo un momento y sonrió a medias—. Siempre ha sido un poco especial, con un carácter digno de una reina. Cuando era pequeña sus maestras nos llamaron porque ella a veces se aislaba y era muy soberbia, cuando le pregunté qué pasaba, solo dijo que era alguien difícil y que, al menos, ella podía admitirlo.

—La Bella que conozco es increíble, hermosa, bondadosa, leal y la persona que más amo… No sé cómo hacer para no hacerle daño en el proceso de reivindicarme. —Tomé mi cabello y le di un tirón—. Todo es más complicado de lo que pensé.

—Con todo lo que está pasando, quisiera saber algo.

—Pregunte, no tengo más secretos, aparentemente —dije con sarcasmo.

—¿Pensaste en dejar este trabajo en algún momento?

—Sí, varias veces, pero ellos son parte de vida, han sido mi familia y la de mi hermana por mucho tiempo. Nosotros no tuvimos a nuestros padres por mucho tiempo y yo hice todo para proteger a Rose, ella era lo más importante para mí. —Levanté la vista mirando el partido que estaban pasando—. Si al menos pudiera explicare a Bella…

—Mi hija te ama, lo sé. No puedo asegurar que ella te perdonará, porque solo depende de ella y tal vez tome más tiempo del que esperas, pero en algún momento las cosas tomarán su rumbo. Siempre lo hacen. —Hablar con Carlisle no había sido una manera de buscar un perdón, solo una manera, casi desesperada, de saber de ella. Necesitaba algo de Bella y hablar con su padre de su niñez, de cómo era ella y muchos otras cosas, me hacía sentir no tan apartado de su vida.

Carlisle y yo nos quedamos un rato más, solo hablando del partido y bebiendo. Era lo más cerca que podía estar de Bella, a través de su padre, ya que dado que era uno de los que estuvo involucrado en la investigación y ella posiblemente sería un testigo en el juicio contra los involucrados, no era recomendable el acercarnos, ya que comprometería la veracidad de nuestro testimonio.

Nos despedimos y él me comentó que se iría a un hotel. Las cosas con Esme no estaban bien desde que descubrió que le había mentido a Bella y a toda la familia, cosa que no me hizo sentir mejor. Algo más por lo cual sentirme culpable.

Salí del bar y empecé a caminar, no quería ir a casa, la mirada de pena de mi hermana, aunque sabía que lo hacía sin mala intención, solo me recordaba que las cosas estaban realmente mal. Metí las manos en mis bolsillos y suspiré. Lo había intentado, cuando me marché y desaparecí de la vida de Bella, pensé que quizás podía dejar todo atrás, pero no fue así, porque si lo hacía significaría que ella y lo que vivimos se quedaría en el pasado y me negaba a creerlo.

No me di cuenta de inmediato que al conocerla cambiaría mi vida, pero entre más me adentraba en ella y su mundo, más me daba cuenta cuánto tiempo había perdido sin estar con ella. La amaba, no tenía ninguna duda de ello. El problema fueron las circunstancia y mis errores, sobre todo el de mentir. Sabía que era lo que más le dolía, no la mentira, sino el hecho de que ya no podía confiar en mí, cosa que también me mortificaba de una manera inigualable.

Después de un rato, regresé al departamento, me quité el abrigo y fui a mi habitación. Mi hermana ya estaba durmiendo, así que le apagué la luz y cerré la puerta. Fui hasta la cocina y sonríe al ver la nota en la mesa.

Edward, tienes comida en el microondas, solo caliéntala.Espero que cuando me despierte hayas comido. Te quiero.

No tenía mucha hambre, pero conociendo a mi hermana me montaría una escena dramática al despertar si veía la comida intacta, así que la calenté, me senté en el sofá y comí tanto como mi estómago y ánimo me permitieron. Vi un poco las noticias mientras me llegaba el sueño y, como este parecía no querer aparecer, revisé algunas cosas en la computadora, sobre todo con la reciente noticia del juicio en el que Bella iba a ser testigo. Me froté los ojos, cansado de toda esta situación que parecía no acabar nunca.

No sé en qué momento me quedé dormido, pero me desperté por el ruido de mi hermana en la cocina. Me senté en el sofá y parpadeé un par de veces para ajustarme a la luz que se filtraba por la ventana.

—Buenos días —saludó, alcé a vista y tenía una taza de café para mí.

—Gracias, eres un amor.

—Lo sé —afirmó y se sentó a mi lado.

Di un sorbo y alguien tocó la puerta. Ambos nos miramos, al parecer ninguno esperaba una visita. Rose se levantó para ver de quién se trataba.

—Hola —saludó mi hermana y como se quedó un rato en a puerta, supuse que no era para mí, así que fui a la habitación para darme un baño, cepillarme los dientes y afeitarme, parecía un vago.

Cuando terminé y tenía un pantalón y una sudadera puestos, salí y me quedé algo sorprendido cuando encontré a Lucy en mi sala.

—Hola —dijo levantándose del sofá.

—Hola —respondí sin muchos ánimos de verla.

—Siento molestar… —Carraspeó y trató de sonreír, aunque no lo logró—. James quiere verte, es por el caso, ya casi sucederá y debes estar listo.

—¿Listo para qué?

—Debes hablar con él, Edward, eso es todo lo que te puedo decir. —Ella parecía realmente apenada y bastante incómoda, al menos puedo decir que ambos teníamos eso en común.

Miré a mi hermana y ella se encogió de hombros. Suspiré sin poder hacer nada más, me disculpé y fui a cambiarme. Me puse un suéter, zapatos deportivos y una gorra, cuando estuve listo, salí. Besé a mi hermana en la mejilla y, antes de irme, ella murmuró:

—Haz lo mejor para ti, sé que ya es tarde para arreglar todo, pero al menos haz control de daño por ella y por ti.

Asentí y fui a enfrentar mis decisiones, las que me pasaban más que nada en el mundo.

El viaje con Lucy estaba siendo bastante callado por parte de ambos.

—Lo siento —musitó rompiendo el silencio.

—¿Por qué exactamente lo sientes, Lucy? —pregunté más tosco de lo que hubiese querido.

—Lo entiendo, está bien, yo traté de herirla cuando le comenté cosas que solo tú sabías e intencionalmente salía con Alice solo para molestarla, pero… —Se detuvo y tomó una bocanada de aire—. Sabes lo que siento por ti, no es una novedad y antes de este trabajo tú y yo estábamos bien, así que no fue fácil y no supe manejarlo.

Me relajé un poco, deteniéndome en un semáforo la miré y, aunque quería estar molesto con ella y echarle todo la culpa, simplemente no podía.

—Yo también lo siento —confesé algo más tranquilo—, porque no hubiese deseado que todo esto terminara de esta manera. Sé que tampoco hice las cosas bien, sobre todo porque ahora mismo intento estar molesto contigo y decirme a mí mismo que tienes la culpa de que Bella me odie, pero sé que no es así, las consecuencias de esto son solo mi culpa, independientemente de lo que tú hayas o no hecho.

—Quisiera decirte que espero que ella no te odie y que resuelvan las cosas, pero no creo nunca poder llegar a ese nivel contigo, ¿sabes? —Rió sin ganas—. Ser la chica que te dice cómo ser feliz con alguien más.

Tomé su mano, que estaba en su rodilla, y le di un apretón.

—Yo te quise, no lo dudes y aún lo hago, aunque no sea de la misma manera; es solo que…

—La amas —afirmó casi en un susurro.

—Lo hago —confirmé y seguí conduciendo, ya que la luz del semáforo había cambiado. Le di un último apretón a su mano y regresé la mía al volante—. Desearía no haberte lastimado.

—Lo sé, Edward, te conozco lo suficiente para saber que si hubiese una manera de hacer a todos felices, aunque tú no lo fueras, lo harías, pero la vida no es tan simple, sobre todo para nosotros. —El resto del viaje fue en silencio, aunque ya no tan incómodo.

Cuando llegamos, acomodé mi gorra y respiré hondo, sabía que con James no sería fácil llevar las cosas. Cerré la puerta del auto y miré a Lucy, ella rodo los ojos.

—No te estreses, sé que James puede ser un imbécil, pero no es un mal tipo.

—Él y mi hermana… —Resoplé—. Es una locura y sí es un completo imbécil.

Ella negó con la cabeza y continuó caminando, yo no tuve más opción que seguirla.

Cuando entramos por primera vez detesté estar en ese lugar. Yo me había unido al FBI desde que tenía diecisiete años, había hackeado algo importante y ellos, a cambio de no encerrarme, me habían ofrecido un buen trato. Mis padres habían muerto y yo era lo único que mi hermana tenía, así que si entraba a prisión ella entraría al sistema y no era algo que yo permitía. Así que ellos pudieron hacer que mi hermana se quedara conmigo y yo trabajaba en sus oficinas buscando información, reparando evidencia que podía contener algo para una investigación… Y poco a poco ellos se convirtieron en una parte de mi familia, me ayudaron a darle una buena educación a Rose y eso fue lo más importante. Les debía mucho, por eso fue tan complicado cuando tuve que elegir entre mi trabajo y Bella, porque no solo era mi trabajo, sino parte de mi vida.

Saludé a todos a quienes no veía hace un tiempo y con quienes aún trabajaba.

—Edward, estás envejeciendo.

Reí.

—Sí, Ted, imagino que en algún momento me veré tan radiante como tú a los 50.

Maldijo antes de decir:

—Tengo 40 y, vamos, a las chicas les gusta. —Se peinó su cabello canoso y yo no pude evitar sonreír.

Lucy le dio un beso en la mejilla.

—Sí, Ted, absolutamente, a las mujeres nos gusta la experiencia, sobre todo las canas.

—¿Ves? —Se encogió de hombros—. Deberías aprender algo.

Negué un par de veces.

—Lo intentaré, lo prometo.

Entre las risas, sentí algo de pesar. Si tan solo pudiera explicarle esto a Bella, que no era solo llegar y hacer mi trabajo, sino que eran personas que llevaba conociendo gran parte de mi vida, que se habían vuelto parte de mí y que no fue algo insignificante el estar entre las dos cosas más importantes. Pero, sobre todo, quería decirle que, al final, a pesar de cómo me sentía y todo lo que pasaba, la terminé eligiendo a ella, aunque no parecía así.

Después de algunas palmadas, chistes y risas, entré a la oficina de James, mi jefe o algo así; además de, al parecer, mi cuñado, aunque eso aún tenía que hablarlo con Rose.

—Bien, aquí estoy, ¿qué es eso tan importante? —pregunté al sentarme y mirarlo sin mucha emoción.

—Sé que piensas que es mi culpa que la chica Cullen te deteste, pero vamos, hombre, ¿qué esperabas? Le mentiste y era tu trabajo, asúmelo —dijo con tono mordaz. No sabía qué demonios le veía mi hermana a este tipo.

—Si vamos a hablar de mi vida personal, ahórrate los concejos que no es el programa de Opra, pero si te emociona mucho compartir tu sabiduría, creo que aún vendes diarios con ponis y arcoíris —respondí con sarcasmo.

Él resopló.

—No seas un imbécil.

—Creo que tú eres el menos indicado para decirlo —espeté.

—Está bien, chicos, controlen su ego y ese macho alfa que llevan dentro y lleguemos al punto. —Lucy se sentó entre ambos y sonrió, ella siempre había sido la conciliadora y tenía razón, lo mejor era ir al punto.

—Bien, el problema es este: a pesar de que pienses que soy un imbécil y que estoy tan pendiente de tu vida personal, la verdad es que todo esto sería más sencillo si tu vida personal no fuera parte de esta investigación. Dicho esto… —Sacó unos documentos y me los pasó—. Ahora eres un testigo, en dos semanas será el juicio y tú serás parte del proceso para probar que tu linda novia y su familia, al igual que su empresa, no estaban al corriente de toda la situación.

—¿Seré testigo? —repetí casi palideciendo—. Es decir, ¿tendré que decirlo todo?

—Eso era lo que querías, Edward. Al principio tu misión era solo sacar información y dejar todo en nuestras manos, pero tú a mitad decidiste que lo principal era probar que tu chica no estaba involucrada. —Resopló antes de continuar—. Así que ahora nosotros probaremos lo que sucedió y tú te encargarás de dar las pruebas para que la familia Cullen quede absuelta.

Me pasé la mano por el cabello en un gesto desesperado.

—Así que tendré que decirlo todo…

—Sí, además de probar que tu relación con ella fue solo parte de la investigación —aclaró, haciendo que alzara mi cabeza como un resorte y lo mirara sorprendido.

—No puedo hacer eso —respondí de inmediato. Si antes Bella me odiaba, después de eso jamás me perdonaría.

James se levantó y movió las manos un par de veces.

—Tienes que hacerlo —ordenó algo cansado—, porque si no lo haces pensarán que todo lo que estás diciendo y estamos haciendo es para encubrirlos y si en realidad la amas, como al parecer lo haces, evita que vaya a prisión, ¿está bien?

Sabía que tenía razón, muy a mi pesar. Si descubrían que amaba a Bella o que nuestra relación era genuina, pensarían que estaba mintiendo o encubriendo información, lo que solo la perjudicaría. Era un juicio relativamente sencillo, teníamos la evidencia del trabajo de Bennett gracias a su asistente, quien era una agente también, otra cosa que Bella descubría. Desde el principio supe que ella se enteraría de todo, especialmente si llegaba este momento, solo pensé que tal vez podía evitar que sucediera algo estúpido.

Me levanté.

—Sí, lo haré, es lo que tengo que hacer.

—Bien —exclamó James con una media sonrisa—. El juicio será en dos semanas, aquí está todo lo importante o al menos con lo que más tienes que estar familiarizado. —Me entregó unos documentos y yo asentí.

Miré a Lucy y ella me dio esa mirada que me daba mi hermana, como si hubiese perdido algo muy importante. Y así era, solo que hasta ese momento no me había dado cuenta, pensé que de alguna extraña manera las cosas se solucionarían cuando todo esto terminara.

—Bien, lo revisaré. Si no hay nada más que hablar, debo irme —anuncié, algo ido por la situación.

—Edward —llamó James cuando estaba por salir, volteé a mirarlo—. Sé que piensas que esto lo hago como una manera de fastidiarte, pero no es así, es el trabajo y…

—Es lo que es, James. —Estaba por dar la vuelta e irme, pero me detuve y le dije—: Sé que odias que involucre la vida personal con el trabajo, así que aléjate de mi hermana.

James rió.

—Tu hermana es encantadora y bella, le llevo solo algunos años. Y sé que tendría que haber hablado contigo, pero ella ya está grande y nos gustamos.

—Eso lo veremos —dije saliendo. Él y yo podíamos pasar todo el día discutiendo, no éramos muy compatibles y yo era muy poco tolerable cuando se trataba de Rose.

Salí de ahí con un nudo en la garganta y una enorme pesadez en mis hombros. Bella sabría cada mentira y engaño y pensaría que lo que pasó entre nosotros no fue más que parte de una trama engañosa, complicada y fría, lo que no podría estar más alejado de la verdad. Yo la amaba con cada parte de mí, ella no podría ni siquiera imaginar cuan especial era para mí. Pero después de ese día no habría retorno, la confianza, ese pequeño hilo que nos entrelaza con las personas que amamos, cuando se rompe, incluso si tienes ganas y luchas, ya nunca tendrá la misma firmeza, ya no te sentirás del mismo modo y eso era lo que pasaría, las cosas ya nunca serían como antes.

Y lo que más me pesaba era que sabía, muy dentro de mí, que nunca volvería a sentirme igual que como me sentía con Bella. Lo nuestro era tan simple y único, ese tipo de sentimientos que solo pasan una vez en la vida y, cuando lo pierdes, incluso volviéndote a enamorar, es una parte diminuta de ese antiguo sentir.

Llegué a casa y me dejé caer en el sofá, cosa que ya se estaba convirtiendo en un hábito. Mi hermana salió de la habitación, me miró y supo que las cosas no estaban bien. Besó mi cabeza, se sentó a mi lado y le conté todo lo que debía hacer. Ella solo me abrazó y yo la dejé, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad, porque realmente la necesitaba. A veces el peso de tanta responsabilidad y de las elecciones en la vida era más complicado de lo que a queríamos admitir, incluso a nosotros mismos.

Me senté encorvado, emocionalmente agotado. Me sequé un par de lágrimas y mi hermana recostó su cabeza en mi hombro, acariciando mi espalda.

—Sé que duele y realmente lo siento mucho —murmuró afligida.

—Es difícil, no el hecho de que sea solo una chica, es más que eso. Y perderla… sabes que nunca he sido bueno en eso desde nuestros padres —confesé—, y amo a Bella, por Dios, realmente lo hago y odié mentirle.

—Lo sé, Edward, nunca te ha gustado mentir, pero ella tal vez lo entienda, después tal vez…

—No lo hará. Quizás pueda mirarme sin odiarme o pasar a mi lado y no sentirse engañada, pero perdonarme, realmente volver al punto de antes, no lo creo —reflexioné con sinceridad.

—Todos los puntos son sin retorno, no te sientes igual a antes de conocerla, nunca lo harás, porque todo cambió, al igual que nada será lo mismo entre ustedes, pase lo que pase… Pero no necesariamente tiene que ser malo, son nuevos comienzos, diferentes, pero nuevos. —Me dio un apretón—. Todo va a estar bien porque seguirás adelante, por mucho que cueste, y todo es posible hasta que la vida termina, solo hasta ese momento existe un millón de posibilidades.

Levanté la vista y sonreí. Una de las cosas que más amaba de mi hermana era que siempre le veía el lado positivo a todo.

Me levanté y fui a la cocina.

—Aún no he preparada nada, pensé que podíamos ordenar.

Regresé a la sala y la miré con sorpresa.

—¿Qué pasa? —espetó haciéndose la desentendida.

—Tú nunca prefieres ordenar, ¿qué está pasando?

—Nada, Edward, no tiene que pasar nada. —Estaba a la defensiva y el hecho de que no me mirara a los ojos me confirmaba que algo estaba pasando.

—Rose, dime —presioné, ella y yo no teníamos secretos.

—Está bien —se quejó—. No te molestes, pero hoy se suponía tendría una cita con James.

Rodé los ojos.

—¿En serio? ¿Después de lo que te conté? Además, ¿qué tiene que ver eso con la comida?

—Sé que lo que está pasando es un asco, pero él solo hace su trabajo. —Ella se movía de un lado a otro, era raro verla nerviosa—. Pero con lo de hoy pensé que, aunque amas mi comida, podrías pedir una pizza o algo crujiente, y pasar el rato.

Puse cara de horror.

—Realmente te gusta.

—Sí. —Ella asintió un par de veces.

—No lo puedo creer. —Crucé los brazos y recosté mi cuerpo contra la pared de la sala, realmente estaba sorprendido.

—Edward, por favor. —Llegó a mi lado y me abrazó—. Trata de ser más tolerable, realmente me gusta, me trata bien, es lindo conmigo… Así que, por favor… —Hizo puchero y me ganó.

—No digo que seremos amigos porque salga contigo, pero trataré de asimilarlo —acepté con resignación—. Aun así tendré un ojo puesto en él y cualquier cosa que pase me la dirás y yo podre ir y aclarar un par de cosas con él.

Ella rió.

—Está bien, te quiero, gracias.

Sabía que ellos dos podían tener algo, pero nunca pensé que realmente le gustara tanto como para tratar de convencerme de aceptarlo. Traté de relajarme y no pensar tanto en eso, técnicamente James era mi jefe, pero solo en esta misión, aparte de eso éramos compañeros. Nunca nos habíamos agradado demasiado, pero todo empeoró cuando supe que a Rose le gustaba, tal vez era más fácil cuando mi hermana estaba en otro país y yo no veía a los idiotas con quienes salía. No le di más vueltas al asunto, ella era una adulta, como me había dicho Bella. Después de su salida de chicas, me había regañado porque no dejaba a mi hermana tener su vida; le traté de explicar, pero cómo no podía hacerlo sin mentirle, dejé el tema hasta ahí, porque si seguía no podría parar.

—Ya que dejarás a tú eso plantado para tener una cita con tu hermano, ¿te importaría si ordeno ya? Estoy famélico —dije algo exagerado y riendo por su cara.

—No le digas eso, se llama James y tú lo sabes. Y sí, puedes ordenar. —Rodó los ojos y se sentó en el mueble, dándome la espalda.

Ordené algo de comida chatarra, la cual extrañaba, porque aunque amaba la comida de mi hermana, ella trataba de hacerlo todo saludable y, a veces, el cuerpo pide a gritos algo rico y que no sea para nada sano. Además, antes de que ella llegara, yo prácticamente sobrevivía de comida chatarra.

Después de ordenar la comida, me di un baño y me puse más cómodo. Mi hermana leía un libro, mientras yo revisaba los papeles y veía un poco las noticias. Rose y yo no éramos de ver películas porque teníamos gustos muy distintos.

Cuando la comida llegó, ambos estábamos hambrientos, así que paramos lo que estábamos haciendo y comimos platicando de cosas como su viaje, las flores que teníamos que llevarle a nuestros padres y cosas así.

Pasaron unas semanas realmente monótonas, pero estresantes, porque aunque relativamente no hacía nada, me preparaba para que la persona que amaba me despreciara más de lo que ya lo hacía, si eso era posible.

Mi hermana seguía dándome apoyo, aunque sus citas con James se hicieron algo más frecuentes y yo simplemente tenía mucho en mi cabeza para enfocarme en eso. Además de que, hasta el momento, él al menos con ella se comportaba.

No podía contactarme con Bella de ninguna manera, al leer los documentos supe que ella finalmente sí sería un testigo también y como "no estábamos del mismo bando", no podíamos hablar en ningún momento hasta que dieran el veredicto, lo que era una completa porquería. Lo que más deseaba era poder explicarle, rogarle, tratar de convencerla de que había sido real y que la seguía queriendo y, sobre todo, contarle tantas cosas sobre mí sin mentiras o restricciones.

—¿Estás listo? —preguntó mi hermana mientras me colocaba la corbata.

Finalmente el día había llegado, nunca había estado tan nervioso.

—Listo o no tengo que hacerlo —respondí.

Ella sonrió a medias.

—Todo saldrá bien. —Besó mi mejilla, me miró y ambos asentimos. Aún nos teníamos uno al otro y eso era algo importante.

Era un juicio cerrado, por lo cual mi hermana no podía estar adentro conmigo, pero me acompañaría y me podía esperar afuera. Fuimos en silencio, ella entendía que necesitaba algo de tranquilidad antes de la tormenta. Entramos y yo estaba metido en algunos papeles cuando mi hermana tocó mi mano.

—Edward —llamó mi atención.

—¿Qué pasa, Rose? —pregunté sin alzar la vista, estábamos sentados esperando que nos dejaran entrar.

—Edward, realmente tienes que mirar ahora. —Alcé la vista para responderle, cuando la vi.

Bella estaba entrando de la mano de su hermano. Nos miramos y fue como una maldita película… Ella se veía hermosa, estaba completamente vestida de negro, como si fuese a un funeral y no era para menos. Pero aun así estaba hermosa, perfecta como siempre.

Me levanté y ella se detuvo, pero en ese momento la puerta se abrió y nos indicaron que teníamos que entrar. Me quedé ahí un momento, mirándola por más tiempo, porque esa sería la última vez que podría verla sin que supiera todo, así que lo aprovecharía. Al menos en ese momento estaba tratando de comportarse indiferente, no sabía cómo me vería cuando yo empezara a decir toda la verdad.


Hola mis amores, les traigo un capitulo nuevo y este es muy especial por que es por mi cumpleaños! espero les encante y gracias muchas gracias por otro año mas a mi lado, significan mucho para mi las adoro 3 3

P.D: gracias a mi beta Flor por estar todo este tiempo ayudándome en mis locas ideas.