Disclaimer: Las Chicas Superpoderosas no me pertenecen. Son propiedad del señor Craig y sólo él puede decir como continua la historia. Yo escribo fanfics por diversión, para entretenerme un rato y entretener a otros en el proceso. Lo hago gratis, así que sólo obtengo felicidad de esto.

Advertencias: Todos los personajes en esta historia son OoC (Out of Character). La historia está trabajada con mi headcanon de los personajes. Los OC (Original Character) que aparecen en la historia son de mi total propiedad, así que no me parece agradable que los agarren sin permiso.


Capítulo 3 — nunca sin tu apoyo.

Ahí estaba. Lo dijo.

El nombre que había mantenido alejado de su mente, su corazón y su lengua desde hace años. La primera vez que lo pronunciaba y la respuesta de su cuerpo la traicionaba. Podía fingir todo lo que quisiera, era una experta en las mentiras ahora, si quería hacerle creer que verlo no le encogía el pecho al punto de querer llorar, entonces Brick jamás lo sabría. Detrás del falso color marrón de sus ojos nadie era capaz de leer sus emociones.

Entrelazó las manos en su espalda, recargándose en el árbol para poder mantener el control de su mente. Iba a diez mil revoluciones por segundo, pensando en todas las alternativas que podría tomar y terminar con la conversación. Sopesando al mismo tiempo la cantidad de palabras y disculpas existentes en todos los idiomas que conocía (los cuales sólo eran tres), para dejar atrás los problemas que llevaba arrastrando con ella.

No ayudaba. Lo repetiría hasta encontrar rara la palabra, no ayudaba en nada verlo de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, mostrando con orgullo sus tatuajes. Eran demasiado llamativos para poder mantener su concentración en un solo punto. Necesitaba preguntar, tenía demasiada curiosidad por el origen y…

—¿Crees que engañas a alguien con esas cosas? Son una gran bola de idiotas para asistir a semejante escuela de "genios" —se burló Brick. Enfatizando las comillas con los dedos.

Blossom logró ver un borrón de letras negras impresas sobre sus nudillos.

—Me dan paz, para empezar —respondió, sacando el estuche de los lentes del bolsillo interno de su saco. Colgó sus anteojos en el cuello de la playera, tomándose su tiempo para quitarse los contactos uno por uno—. Es más fácil vivir cuando la gente no hace preguntas, de lo contrario ya me habría marchado a otro lugar.

Hasta ese día, Alice era la única que la había visto sin sus ojos oscuros. Pasó las primeras vacaciones de invierno con ella en Cambridge, estudiando para el siguiente curso, además fue en ese viaje cuando su querida amiga, tan pequeña y peligrosa como era, le confesó saber exactamente quién era ella. Antigua líder de las Power Puff, su ídolo cuando era tan sólo una niña. Se sentía muy extraño estar en terreno escolar sin esconderse.

—Es estúpido —atajó él, dando un paso hacia ella—. Tan estúpido como tú, queriendo esconderte en un lugar dónde nadie podría encontrarte.

—No me escondo —respondió con una sonrisa, volviendo a ponerse los lentes sobre la nariz. Era un peso muy cómodo en el rostro ahora—, este es mi lugar. Le hice creer a todos que era del rector de la universidad, pero es mío. Era el último lugar del campus dónde podía tener paz y tranquilidad.

¿Era?

Tal vez ahora esa era la forma correcta de referirse. Con Brick ahí, teniendo la misma facilidad que ella de saltar el enrejado sin sudar, ya no podría refugiarse bajo su sombra y tomar una siesta cuando estuviera abrumada. Decirle a sus amigos que iría a la biblioteca, cuando ellos querían ir al cine o al bar, no resultaría tan efectivo. Caminaría con la sensación de encontrárselo ahí todos los días.

—¿No te escondes? ¿Es esa la razón por la que estás aquí sola sin tus hermanas?

Blossom no pudo detener su reacción a tiempo. Abrió los ojos con sorpresa, mirando directamente al suelo, esperando que Brick no hubiera notado la tensión en sus hombros.

—Seré el primero en admitir que es extraño. No eres el tipo de persona que va por ahí abandonando a su familia.

Quince segundos. Tardó quince segundos en pensar su respuesta, tiempo suficiente para martirizarse en lo que ese tipo podría interpretar por su silencio. Preguntándose si es que acaso haría las preguntas correctas, obligándola a responder, o por el contrario no estaría en lo más mínimo interesado por conocer la razón del porque no iba junto a sus hermanas.

Fuera cual fuera la situación, el corto tiempo en que permaneció callada también se preparó mentalmente para su propia traición.

Cada vez que se ponía nerviosa hablaba más de lo que deseaba. Si intentaba decir que ellas sencillamente no quisieron salir de casa, su lengua diría lo contrario.

Alice se convirtió en una gran amiga para ella, tal vez su mejor amiga en ese punto y no confiaba en ella lo suficiente para contarle la absoluta verdad. ¿Por qué entonces le diría su mejor resguardado secreto a él?

—La vida no es ir pegado todo el tiempo de tu familia, tú sabrás de eso mejor que yo.

Bueno, al menos logré apegarme a la mentira. Se felicitó mentalmente, Blossom.

Brick retrocedió chasqueando la lengua. Volvió a cruzarse de brazos, recorriendo el cuerpo de Blossom con la mirada. Para él, la intensión era descubrir el punto débil en su postura y presionarlo para obtener respuestas que no quería darle. Para ella fue una expresión que intentaba ponerla nerviosa al punto de quiebre. Un detalle característico en ella que, para su jodida mala suerte, nunca logró eliminar.

—Sí no hay más preguntas para el interrogatorio, me marcho. Tengo clases a las cuales asistir.

Rodeó el tronco por la parte de atrás, esquivando la mano de Brick que pretendía sujetar su muñeca izquierda. Flotó sobre la reja para marcharse, alejándose a pasos largos. Solo el eco de sus tacones altos reflejaba su inquietud, lo nerviosa que ese breve intercambio de frases y oraciones la dejó. Controlar los temblores en sus piernas era casi imposible, además necesitaba volver a ponerse sus lentes de contacto.

Caminar mirando el suelo era peligroso por muchas razones.

Tropezar y caer era una de ellas. Otra era querer esquivar un compañero que pudiera ir corriendo por el pasillo, levantar la mirada y entonces no lograr mentir sobre el color.

Entró al primer baño que encontró, encerrándose en uno de los cubículos para poder respirar, enfriar su mente y devolverle a su corazón el ritmo suave y pausado al que estaba acostumbrada. De alguna forma daba gracias a su suerte, no había nadie más ahí para hacer preguntas estúpidas, estaba desprovisto de chicas con falsa y verdadera empatía, curiosas por conocer el motivo de una pelirroja que se encerró en un baño.

Llenó sus pulmones con aire helado. No quería sacarlo, no había nada para querer congelar, solamente necesitaba esa sensación para tranquilizarse. Al soltar el aire no pasó nada. Se trataba de un lento proceso de paz, ella misma había ideado la forma de crear el hielo en su pecho pero no soltarlo.

Dejó de escuchar el bombeo de sangre como tambores en sus oídos, salió de la pequeñas paredes dónde se encerró y se lavó las manos a conciencia, recitando la tabla periódica en su mente, debía de llegar hasta los gases nobles para sentirse satisfecha con la limpieza. Kyle siempre le decía que esas manías terminarían por, literalmente, volverla loca. No es que le hiciera caso, solo le gustaba recordar lo que otros comentaban en momentos así.

Ponerse los lentes de contacto, por segunda vez en el día dejó una extraña sensación de vacío en su pecho.

Ya estaba acostumbrada al reflejo. La chica con ojos almendrados que le sonreía en el espejo era una buena amiga, alguien en quién podía confiar, una persona para contarle sus problemas sin miedo a ser traicionada.

Verse con el color rosa en el rostro era lo que empezaba a ponerla de los nervios.

No conocer el origen de esa sensación le aterraba.

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—¡Blossom! —Kyle se colgó de su cintura tan pronto ella ocupó su lugar en el salón.

Pasando la sorpresa inicial de verlo demostrar tanto apego por el contacto humano. Palmeó su cabeza tres veces, lo sujetó por los hombros durante quince segundos y luego le regresó el abrazo.

Él suspiró satisfecho con el tiempo de atención. Se separó de ella y se acomodó en su lugar, bajo la atenta mirada de sus amigos, especialmente Jason.

—¿Sucedió algo horrible e indescriptible mientras estaba lejos? —se animó a preguntar, incapaz de soltar las manos de Kyle.

—Tal vez, es muy probable y casi la opción acertada, que durante tu ausencia tu dopplengänger se haya dado la vuelta por aquí preguntando por ti. Y también existe la absoluta verdad que me pusiera a pensar en la situación de que por cuestiones de física, y meramente estupidez humana, empezáramos a confundir al dopplengänger contigo.

Alice le alborotó el cabello, como haría una hermana mayor con su hermanito al que siempre cuida y protege. Kyle no reaccionó, se quedó quieto esperando hasta que ella decidiera que fue suficiente atención.

—¿Te sientes mejor ahora que volvió B? —él asintió. Agitando su colorido cabello azul.

—Clon o no clon malvado —comenzó Blossom, cuidando la puerta por el rabillo del ojo—, el cuarteto del mal y letras contiguas solo funciona con cuatro.

A Kyle le tomó solo unos segundos comprender el intento de broma de las letras.

Alice quiso añadir algo más a la conversación, tal vez una de sus referencias a los primeros meses que se formó su pequeño grupo. Aunque a mitad de formar una oración, el profesor entró al salón. Dando así inicio a la clase y, por desgracia, obligando a Brick a sentarse a tan solo una mesa de distancia de ellos. No parecía haberse dado cuenta de la cercanía entre sus lugares, su mayor movimiento al entrar al salón fue dejarse caer en la silla, abriendo un cuaderno frente a él y pretender que estaba tomando apuntes.

El esfuerzo que tuvo que hacer Blossom por ignorarlo y concentrarse no fue tan fácil como intentó convencerse de que sería.

Cada gesto, estiramiento o inclinación hacia la mochila, la ponía de los nervios. Quiso convencerse de que estaba bien, no había ningún problema, Brick no era tan cretino para simplemente darse la vuelta y preguntar por su familia. ¿Qué le diría entonces a sus amigos? El grupo de personas en quienes se apoyaba incondicionalmente desde hace dos años, ellos no aceptarían de la nada que un tipo, un desconocido recién llegado a la escuela supiera más sobre la vida de su amiga que ellos mismos.

El peor momento, tal vez, fue verlo inclinarse hacia la pared detrás de ella, dónde un enorme reloj de agujas marcaba la hora. Cuando empezó a sincronizar la hora con el moderno aparato tecnológico en su muñeca, respiró.

Debía de hallar la forma de deshacerse de él, o su tranquila vida universitaria se iría al carajo en cuestión de días.

O mejor aún, empezar a soltar un poco de los problemas que tenía cargándose en la espalda, si sus amigos conocían sobre su vida, si tenía el valor suficiente para admitir uno de sus tantos errores, entonces dejaría de estar aterrada de cualquiera que fuera la estupidez que pudiera decir Brick.

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Bubbles encontró a Buttercup en el pequeño taller de herrero que el profesor construyó para ella cuando tenían quince años.

En el patio de la casa de su infancia jamás hubiera entrado un lugar así. Así que era buena señal que el lugar donde vivían ahora tuviera espacio de sobra para cumplir todas las necesidades de las adoradas hijas del profesor Utonio. Se mudaron esa mansión, o castillo como solía referirse la rubia, poco después de haber iniciado el último año de secundaria. El nuevo alcalde, bajo la presión de la señorita Bellum (y el resto de la ciudad), le entregó los papeles de propiedad de un terreno en las afueras de la ciudad al profesor, diciendo que era en pago todo el trabajo que sus hijas habían hecho por la ciudad.

Algo así como un pago de jubilación. Buttercup y Blossom habían renunciado, dejándola a ella sola para hacerse cargo de todo el trabajo. La delincuencia bajó, nada que los policías no pudieran hacer sin ayuda extra, y los ataques de monstruos, incluso de los otros villanos también tenían sus momentos de paz. De todas formas, la dejaron atrás.

Vivieron en su antiguo hogar durante un año más, hasta que terminaron la construcción de la nueva, el profesor había dado especificaciones de lo que él requería tener en su nuevo laboratorio, de la misma forma cada una de las chicas dejó escritos con lo que ellas deseaban tener en sus habitaciones. Bubbles pidió un baño más grande que el cuarto, le gustaba sentirse en un spa. Buttercup exigió tener un cuarto de entrenamiento en el segundo piso, o mejor dicho, pidió tener un cuarto de dos pisos y poder ejercitarse y meditar sin que nadie más la molestara. En ocasiones ella y Mitch lo utilizaban como estudio de grabación, porque las paredes fueron insonoridades meses después de terminar la construcción. Blossom fue la única sin grandes exigencias, un ropero con espejo integrado, un baño con tina y regadera separadas, cama con dosel y añadir una plataforma dónde tuviera su escritorio junto a dos libreros. El área de estudio, le llamó.

Cinco años después de haber empezado su nueva vida, la habitación de su hermana no se había vuelto a abrir.

—¿Sucede algo, Bubbs? —Buttercup levantó la atención de su katana. Llevaba todo el día afilándola. Vestía unos pantalones de lana gris y su playera de los Guns que Mitch le regaló en uno de sus cumpleaños.

—Quería saber si estabas muy ocupada, mi reunión empieza en unas horas… no tengo ánimos de ir sola.

Buttercup se limpió el sudor de la frente con la mano, observando el filo de su arma. No era que realmente saliera a la calle cargando la funda en la cadera, ni tampoco la usaba para desafiar a la gente a duelo. Su hermana decía que era terapéutico darle mantenimiento a sus katanas.

—Quisiera terminar esto primero, si dejo el filo como está se puede arruinar la hoja… —sus ojos viajaron de la roca dónde estaba inclinada, a su hermana mirándola con seriedad—. Dame una hora, intentaré avanzar lo más que pueda antes de llamar a Kendal y que él continúe con el trabajo. Para darme una ducha y acompañarte.

Bubbles pensaba sonreír y agradecerle antes de volver a su habitación y sumergirse en su lectura. En lugar de eso, entró al taller, cerró la puerta con cuidado arrodillándose junto a Buttercup, cuidando de no ensuciar su ropa.

—¿Por qué la mojas? —preguntó, observando la firmeza en las manos de su hermana.

Buttercup no sujetaba la katana desde la empuñadura y la parte que afilaba. Sujetaba con ambas manos la parte sin filo, frotándola con movimientos repetitivos en la roca.

—Protege la hoja y la roca, si no lo hiciera así podría abollarla —Bubbles se inclinó hacia ella, su expresión era muy diferente a la que siempre mostraba, no se veía molesta, ni siquiera se le vía estresada. Había una calma indescriptible en sus ojos, aunque tenía el ceño fruncido.

—¿Y porque la sostienes así?, ¿no es peligroso? —su hermana llevaba años coleccionando katanas, pero esta era la primera vez que la veía cuidar de ellas.

—Me da firmeza al moverla, puedo tener un mejor agarre y evitar romper la hoja por la presión… ya sabes, el asunto de la superfuerza.

Añadió luego de guiñarle un ojo. Bubbles se rio, ese tipo de comentarios eran tan habituales en ella, se preguntaba qué haría el día en que Buttercup no usara sus superpoderes como una burla.

—¿Algún quisieras sacar las espadas de casa? —agarró la funda que estaba cerca de Buttercup, mirando en su interior. Ni siquiera estaba segura de lo que esperaba ver dentro, sólo seguía su instinto de curiosidad.

—Me encantaría. Cuando estuve en Japón sentir el calor de la funda en mi pierna era un constante recordatorio de mis responsabilidades, no podía ser imprudente con ella, si quería desenfundar primero debía recordarme que no estábamos en un dojo. Por eso sólo salgo a la calle con la shinai, el bambú es peligroso en las manos correctas, pero no es consideraba un arma como tal.

Bubbles recogió las piernas contra su pecho, no entendía del todo como una espada le daba esa seguridad, aunque deseaba poder comprenderlo con la misma claridad que ella.

—¿Tu no quisieras andar por ahí con tu navaja?

La voz de Butter rompió el silencio. Una hora había pasado y estaba llamándole a Kendal, la única persona a la que le confiaría la labor de afilar sus espadas.

Bubbles quiso responder que sí, nada le haría más feliz que ir por la calle extendiendo sus navajas mientras se montaba la epifanía de Sweeney. Pero al igual que había dicho Buttercup, se considerarían un arma y, super poderosa o no, la policía tendría que detenerla por amenazar la seguridad pública. Llevaba un par en la bolsa que colgaba en su ropa, protegidas por el estuche de cuero.

—Supongo que sí. ¿Te imaginas lo divertido que sería? —meneó la cabeza, tarareando—. Me imagino la cara de las personas, pasando frente a ellas y decirles que todos merecemos morir… ¿Qué crees que me diría el profesor?

Buttercup colgó su llamada, el tipo llegaría en treinta minutos.

Miró a Bubbles, fingiendo preocupación, sus ojos decían que el mundo estaría en peligro, sus labios, por el contrario, disfrutaban con la situación.

—Diría algo así como: «si necesitas hablar con alguien, tengo muy buenos amigos que podrían ayudarte, Bubbles, querida.» —añadió, haciendo una perfecta imitación del profesor, con pipa y todo —revisó la hora, torció los labios y miró a Bubbles—. Hazme un favor, ve prendiendo el agua caliente, en lo que llega ese idiota no me dará tiempo de hacerlo yo.

—Claro, ya voy.

—¡Bubbs! —la llamó, antes de que saliera del taller—. No hagas caso de lo que digan, lo único que importa es que tú quieras sentirte mejor, ¿vale?

La moneda que colgaba de su cuello se sintió fría al tacto. Llevaba dos años sobria, limpia como dirían fuera de las reuniones, pero cada día que pasaba lo sentía más pesado. Cargar su ficha de los noventa días era su recordatorio, una constante de que con esfuerzo y determinación, incluso ella podía salir adelante.

Seguiría usándola el tiempo que fuera necesario.

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Ya había pasado un tiempo desde la última vez que vio a su madrina en una de las reuniones. Ella seguía ayudando a las personas, hombres y mujeres de todas las edades a limpiarse, haciéndolos vivir con ella para asegurarse de que no fueran a recaer cuando la abstinencia comenzara. Su proceso de limpieza fue el más duro.

Al verla, agitó la mano y le sonrió ampliamente. Se quitó los aretes para esa reunión, y la falta de presión en las orejas la hizo sentirse vacía. Mary le devolvió la sonrisa, luego hizo un gesto de vueltas con el dedo, significaba que deseaba hablar con ella al final de la reunión. Bubbles asintió, esperando paciente para que los demás terminaran de compartir, cerca del final, ella levantó la mano.

Se presentó, porque había rostros nuevos para ella. Cuando le tocaba hablar sus manos sudaban sin control, se ponía tan nerviosa que miedo desmayarse en cualquier momento.

—En unas semanas cumpliré dos años de sobriedad —comenzó—, mi madrina dijo que ya no era necesario para mi seguir asistiendo a las reuniones pero… me gusta venir. Es un recordatorio de lo que fui, lo que soy ahora y lo que quiero ser mañana. Cuando admití que tenía un problema a mi familia, deseé morirme ahí mismo, creí que era una vergüenza y ellos jamás me apoyarían —frotó la moneda tres veces, para darse suerte—. Pero no fue así. Mi padre lloró y se lamentó por no ser mejor, mi hermana no dijo nada durante semanas porque no sabía que decir —miró a Butter, quién bajó la mirada con un poco de vergüenza—, pero jamás me dejaron sola.

Respiró, no hizo esfuerzo por contener las lágrimas, sólo las dejó fluir.

—El primer paso es aceptar el problema. Es el más difícil de todos, pero no es imposible.

—Gracias por compartir con nosotros, Bubbles.

Regresó al asiento junto a Buttercup, sujetó su mano con fuerza y no la soltó hasta que todos se despidieron. Cuando Mery se acercó a ella, Butter se alejó para darles privacidad.

Pero no pudo ponerle toda la atención que quería, su atención se desvió al borrón rubio que se encontraba recargado en la entrada del teatro. Alto, esbelto, elegante hasta cierto punto. Solo se quedó de pie, con las manos metidas en los bolsillos hasta que percibió la atención de Bubbles, luego, sonriendo como el ganador de la guerra, se marchó.


It's Britney bitch! (?)

No quiero que está sección se convierta en un "pues en la primera versión bla, bla, bla, bla" pero en la primera versión (?). No, es bromi. Solamente que ahora quiero mostrar también lo que sucede desde la perspectiva de Bubbs y Buttercup. La primera versión de Criminal era únicamente Blossom y eso no dejaba muchas respuestas para otros asuntos.

Algo que quiero cambiar ahora. Además de que la parte que viven Bubbs y Butter tiene su importancia. Listo, dije lo que quería decir al respecto.

Ahora el otro asunto; yes, voy a meter canciones de musicales por dónde entren y dónde más me agraden porque mi Bubbles is a theatre kid (?). Eso y el detalle de que muchas de las canciones se relacionan en alguna forma con lo que ocurre en los capítulos. Pero nada más quería decir eso por el día de hoy, so, bye.

Nos vemos en la siguiente actualización (cuando sea que eso suceda)

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A gremlin with a nasty migraine.