Disclaimer: Las Chicas Superpoderosas no me pertenecen. Son propiedad del señor Craig y sólo él puede decir como continua la historia. Yo escribo fanfics por diversión, para entretenerme un rato y entretener a otros en el proceso. Lo hago gratis, así que sólo obtengo felicidad de esto.

Advertencias: Todos los personajes en esta historia son OoC (Out of Character). La historia está trabajada con mi headcanon de los personajes. Los OC (Original Character) que aparecen en la historia son de mi total propiedad, así que no me parece agradable que los agarren sin permiso.

Este capítulo fue escrito con el acompañamiento de la canción Our love is God, del musical Heathers, así que mi recomendación es escucharla como fondo.


Capítulo 4 – Our love is God

Caminar a casa fue incómodo. Bubbles iba en silencio, algo inusual en ella incluso después de haber sufrido a escondidas de todos.

Algo había sucedido al final de la reunión, su hermana no quiso entrar en detalles, tan sólo se acercó recargando la cabeza en su hombro, tomándola de la mano con fuerza suficiente para romperle los huesos a alguien. Butter tuvo que disculparse con el chico de ojos brillantes con quién trataba de ligar, llevar a su hermana a casa era más importante que conseguir un número teléfono.

De todas formas obtuvo el teléfono.

Convirtiendo las quince calles que las separaban del terreno dónde ahora vivían algo parecido a empujar una roca colina arriba.

Nadie quería hacerlo, empujar era horrible y te obligaba a sólo concentrarte en la tarea inmediata. Incluso en esa situación, fueras sólo o acompañado de otros condenados, tenían el ruido de la roca arrastrándose, el resoplido o las quejas de otras personas haciendo un esfuerzo por lograr el objetivo. Algo.

No era eso lo que sentía ahora, junto a Bubbles.

Caminando a velocidad media, mirando el suelo doblando en cuello de forma que mañana le dolería, apretando el tirante de la bolsa entre ambas manos con fuerza, tenía los nudillos blancos y temblaba. Temblaba como si fuera a romperse en cualquier momento. Así que intentó leer su lenguaje corporal y descubrir lo que sucedía.

Lo que le sucedió.

Siete segundos fue todo el tiempo que tuvo antes de adivinarlo.

I worship you…

Buttercup se detuvo en seco.

Bubbles siguió caminando sin percatarse de lo que ocurría.

Porque ella conocía la única razón en el mundo para hacer que Bubbles cantara esa canción, esa maldita jodida canción del segundo musical que reproducía bíblicamente en casa. Bubbles no era de las chicas que saltaba canciones que no le gustaban, las dejaba sonar sin ponerles atención, movía la cabeza sólo para llevar el ritmo.

Excepto esa.

—Fue a la reunión… ¿no es así?

They made you cry

But that will end tonight

You are the only thing that's right

—¡Bubbles! —gritó haciendo temblar la calle.

Fue como si alguien la hubiera golpeado directo en la boca del estómago. Levantó la mirada con los ojos abiertos, boqueando por aire y agitada, miró a ambos lados de la calle tratando de encontrar alguien que no estaba ahí. Apretó la bolsa en su pecho sin poder controlar el temblor de sus manos. Repitió el proceso tres veces antes de poder concentrarse en su hermana.

—¿Qué sucedió al final de la reunión? Y no te atrevas a mentirme, sabes que me pongo mal cuando me mienten.

Bubbles respiró en largas pausas, conteniendo el aire en los pulmones hasta lograr controlar el temblor de su barbilla.

—Lo vi… —murmuró, soltando su bolsa al sentir el dolor de los nudillos—, no me dijo nada… tampoco sé si me vio pero…

Intercambió una mirada con Buttercup, mordía su labio inferior en ese gesto en el que intentaba decirles a los demás que necesitaba hablar, había algo molestándole o la hacía sentir incómoda pero no lograba encontrar la forma apropiada para sacar el tema a conversación. Butter y el profesor eran los únicos capaz de identificar el gesto.

—¿Pero? —quiso aventurarse Buttercup, apretando sus brazos con suavidad.

—No lo sé —se apresuró a añadir. Sacudió la cabeza de un lado a otro, alejando los pensamientos, manteniendo los recuerdos fuera de su presente.

I'd trade my life for yours

They all will disappear

We'll plant our garden here…

—Tuve miedo al verlo ahí, creí que se acercaría para decir algo, me dio miedo tenerlo tan cerca y… tenía miedo de él.

Claro que iba a tenerle miedo, después de todo el culpable de que Bubbles hubiera empezado a consumir, en primer lugar, era él.

—¿Crees que deberíamos decirle al profesor? Si Damien está aquí tal vez…

—No —acortó Buttercup, apretando su boca para callarla—. No vamos a preocuparlo a menos que tengamos una fuerte razón para hacerlo. Lo que sea que ese tipo pretenda hacer déjame tomar cartas en el asunto.

Con esas palabras la conversación terminó y las dos retomaron el camino para volver a casa. Aunque no alteraron la velocidad con la que caminaban, y volvieron a verse atrapadas por un incómodo silencio, se sintió como si hubieran usado sus superpoderes para correr y llegar en menos de diez minutos. Incluso el profesor se mostró sorprendido al verlas tan temprano.

Daban la impresión de que la reunión no fue bien y eso afectó su ánimo.

Si tan sólo supiera…

[…]—¿Te gustaría pedir algo más? —preguntó usando ese tono de voz suave y aterciopelado que ponía sus mejillas rojas—. No tengas miedo, es mi regalo, pide lo que quieras y no veas los números.

Bubbles mordió su labio, la primera vez de muchas ocasiones, la carta se sentía como si tuviera un fierro caliente en las manos. Era peligroso darle ese tipo de poder, no comía a grandes cantidades como Buttercup, tampoco se restringía los alimentos como Blossom y aún así, de alguna forma, sentía que abusaba de la generosidad de otro cuando comía.

Un poco de pastel, de verdad, con eso estaría bien.

Go on an cry

But when the morning comes

We'll burn it down and then

We'll build the world again…

¿Estás segura? —lo vio inclinar el rostro, poner esa expresión de angustia y dolor que tanto le gustaba y se arrepintió.

Mejor un trozo de tarta; se ve realmente exquisita y… me vendría bien algo dulce.

Damien sonrió y frotó su mejilla con los nudillos, disfrutando con el color que iluminaba su piel pálida como el hielo.

Buena chica. […]

Our love is God…

.

.


Alice tomó el primer turno para bañarse, lo cuál funcionaba bien para Blossom en esos momentos, estaba concentrada en su lectura de media noche. Formaba parte importante de su rutina y ya tenían resultados de años previos dónde desvelarse por almacenar conocimiento, los beneficiaba.

La chica inglesa todavía deseaba imprimir unas sudaderas moradas con el nombre de su primera sala de chat, el primer semestre de la universidad. El tiempo durante el que realmente se juntaron y crearon sus irrompibles lazos de amistad, Blossom, por otro lado, no quería volver a recordar esa borrada y eliminada para siempre sala de chat. Porque el concurso que se hizo con respecto a proyectos de fin de curso no lo ganaron.

Era una derrota que no aceptaban (excepto Alice) y la razón principal para autodenominarse "Los apáticos".

—De todas formas, el resto de nuestros compañeros siempre dicen que somos un grupo de apáticos.

Fue la justificación de Jason cuando propuso la idea para la nueva sala de chat. Aprobada por la mayor parte del grupo, excepto Alice.

Podía comportarse como la señorita mimada de alta sociedad que era en algunas ocasiones. No con la regularidad que ella asumió luego de su primera visita a la mansión McAllister durante las primeras vacaciones, sólo cuando le negaban un capricho que ella de verdad, de verdad quería. Y si sucedía, lo único que necesitaban era una llamada al chico de Alice (quién definitivamente no era su novio aunque lo fuera) para aplacar al Furby rosa interno de la diminuta inglesa.

Además otro beneficio de tomar el baño en el segundo turno era el silencio.

O no.

Siempre estaba la posibilidad de ser interrumpida por un mensaje de texto

«Hola »

Pegó la nariz a la pantalla de seis pulgadas y media. Aquello debía de ser un error, ¿verdad? Ese «» marcado para aparecer en itálica debía de venir de otra persona, ¿verdad? Hablando con lógica, ignorando toda esa estupidez sobre las coincidencias y el karma y energías místicas que tenían influencia en tu destino. Era una puta broma, ¿verdad?

«¿Qué color tocó el día de hoy,

Apagó el teléfono.

Golpeó el escritorio al dejar caer el aparato con la pantalla mirando hacia la madera, antes de ocultarlo debajo de sus libros de texto.

Las páginas dobladas y arrugadas eran evidencia de lo que intentó ocultar. Demasiado tarde para hacer lo lógico en esa situación, eliminar los mensajes y bloquear el número. Sencillo y rápido, mucho más eficiente que haber apagado e intentado esconder su teléfono porque eso, sin duda, haría que Alice hiciera preguntas. Cuando estaban en la habitación de la fraternidad era imposible evadirlas.

—¡Hey, B! —hablando del diablo—. ¡Tal vez tu lectura no vaya muy bien pero me gustan los baños de agua caliente!

¿Qué?

Miró sus manos en puño y la madera, cubierta con fina escarcha. Entonces aflojó las manos. El cambio en la habitación fue evidente, dejó de ver el vaho de su respiración.

—¡Gracias, señorita corazón helado!

Y estaba Alice.

—Vamos Blossom, ¿qué tanto daño puede hacer un mensaje?

Quiso convencerse, reacomodando el escritorio a la espera de que volviera a encenderse el teléfono.

De verdad, Blossom. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

Al instante se arrepintió de sus palabras. Recordaba muy bien lo que sucedió la última vez que pensó que no podía pasar nada malo, cuando se confió ciegamente de sus palabras mortales y estúpidas. Kyle seguía burlándose de ella al respecto del asunto.

—Este es el plan —dijo, a nadie en particular—, abres el mensaje, bloqueas el número y borras la conversación. Simple. No tienes razones para preocuparte de lo que suceda después de eso.

—¿Después de qué? —preguntó Alice, inclinándose sobre el hombro de Blossom.

Ella tuvo que reprimir el grito. Esa diminuta criatura caminaba como coyote por la fraternidad; de puntitas y sin ser escuchada.

—¡No seas metiche! —chilló la pelirroja. Apretando el teléfono en su pecho.

—Oye, no, ¡eso va contra las reglas de habitación que establecimos!

Blossom se levantó, a comparación con sus hermanas ella era la más pequeña de las tres, lamentablemente en más de un sentido. Pero con Alice podía sentirse alta.

—Lo recuerdo muy bien, «sección IV, subcategoría B renglón 4.5.7 "Privacidad de escritorio"; si una de las habitantes de la habitación en conjunto por sujeto A (Alice) y sujeto B (Blossom), mantiene una conversación consigo misma debido a motivos de concentración o solución de problemas propios, y alguna de las partes, sujeto A o sujeto B, no ha solicitado ayuda expresamente, la otra parte, sujeto A o sujeto B, no puede intervenir en su conversación privada con su mente y tampoco tratar de observar sobre lo que el sujeto A o sujeto B está debatiéndose.»

Recitó sin parpadear, tomar aire o darle la más mínima ventana de oportunidad a Alice para intervenir y modificar el contrato verbal que ambas hicieron.

Eran dos genios atendiendo la universidad de Harvard, recordar algo tan simple como un contrato de convivencia sana y sin intento de homicidio era juego de niños.

—¡Bien! —se rindió Alice, dando pisotones hacia su cómoda para ponerse la pijama—. Haz lo que quieras.

—Así se hará, gracias —Blossom trató de no mofarse, las victorias que tenía contra Alice eran muy pequeñas. Y las que había le hinchaban el pecho de orgullo.

Más tranquila ahora, empezó lo que se propuso segundos antes, desbloqueó la pantalla y abrió la conversación el número desconocido, o pretendía ser desconocido. Se arrepintió al instante, siete mensaje pendientes ingresaron al momento que el teléfono se conectó a internet.

«Bueno, no me respondas, intentaré adivinar.»

«¿Rojo? Tengo esa sensación. Eres igual de maniática que… bueno, usarías rojo para la buena suerte.»

«No irás a pensar que soy un acosador, ¿verdad,

«Olvídalo, ya entendí. Me estás ignorando. Mensaje recibido.»

«En realidad no quiero añadir nada más.»

«Pero si tienes siete mensajes finales en la pantalla no los eliminarás.»

«¿Verdad que sí?»

Porqué siete es el número poderoso de la magia.

Maldito cretino incapaz de usar la cabeza apropiada para pensar. Era imposible que pudiera recordar algo así después de tanto tiempo, sencillamente no había lógica en eso. Además luego del encuentro que tuvo esa mañana, no podía dejar de buscar señales en todo lo que veía. El bicho detective que echó raíces en su pecho demandaba respuestas.

Ella no quería ninguna, no deseaba remover la tierra y enfrentarse a sus problemas del pasado. Quería seguir fingiendo ser hija única, fingir no tener familia, fingir ser huérfana, simplemente quería seguir con la vida tranquila que tenía ahora.

Porque abrir la caja de pandora y enfrentarse a la realidad le arrebataría todo.

Sus amigos. Su escuela. Sus noches de desenfreno a las que empezaba a acostumbrarse. Su falsa normalidad.

Era un precio demasiado grande para dejarlo marchar.

«¿Podemos hablar?»

La pantalla se apagó tan pronto leyó el mensaje.

—Voy a salir, Alice.

—¿Qué, ahora? Pero si hay toque de queda. Si Molly se entera no podré defenderte.

—Está bien, saldré por la ventana y volveré por la ventana.

—¿Estás segura de querer hacerlo?

La respuesta que Blossom deseaba dar era no.

—Totalmente, A.

Y se dejó caer al vacío de la ventana. Aunque sabía que la caída no le haría daño y nadie la escucharía caer, Alice se asomó de todas formas. Blossom ya estaba caminando lejos del edificio de la fraternidad, ocultando su brillante cabello rojo en la capucha de la sudadera negra que usaba cada noche antes de irse a dormir.

Caminar sin rumbo parecía ser una opción, si alguien llegaba a verla caminar así, con la cabeza gacha y cubierta por la capucha, sería más fácil confundirla por un chico rumbo a una cita nocturna. Poniéndolo en evidencia, prefería más bien ser arrastrada de regreso a la fraternidad y recibir el monologo de Molly del porque es peligroso salir sola.

No tenía por qué preocuparse, sin necesidad de decirlo en voz alta, Alice sabía que si llegaba a estar en peligro recurriría a sus poderes.

Sus pies sabían cuál era el destino al que debía de dirigirse.

Su árbol.

We'll plant our garden here…

Ya estaba esperándola cuando llegó, recargado en el tronco tratando de vigilar el movimiento de las estrellas. O eso le pareció.

—¿Blossom? —se detuvo antes de levantarse sobre la cerca.

Fue un momento de duda por parte de ambos. Él parecía tratar de recordar algo, por la forma en que su cabeza se inclinó hacia un costado y cambiaba el peso de su cuerpo de un pie a otro, seguía sus pasos y la veía caminar sin hacer movimientos bruscos.

De pronto Blossom se sintió como un venado en cacería. Cada uno de sus pasos era seguido de cerca, si se movía a la izquierda para esquivar una roca él también se movía siguiéndola con la mirada. Si tan sólo hubiera sido del tipo que espera una apertura en tu posición para atacar, no hubiera reaccionado de la forma en que lo hizo. Pero no fue así. No se sintió amenazada ni en peligro inminente, fue todo lo contrario, sintió seguridad y calor detrás de esa inspección hacia la presa. Se sintió deseosa de correr a esos brazos.

Así que dio media vuelta y corrió de regreso a la fraternidad.

La esperanza de realmente poder tener la ventaja y escapar del chico que ya había levantado vuelo para alcanzarla, dejó de parecer una buena opción luego de dar la vuelta en la facultad de leyes. Sus brazos la rodearon por los hombros, deteniendo su carrera al instante, aun si trataba de seguir corriendo, se encontraba arrinconada en el pecho de Brick. Sólo las piernas eran capaces de moverse a libertad.

Our love is God

Pero ella era una chica normal. Una pelirroja de ojos marrón que de ninguna forma poseía superpoderes que le facilitarían librarse de aquel hombre.

No podía zafarse de él.

Dejó de luchar cuando él finalmente descubrió que no usaría sus poderes, aunque encontraba extraño la falta de lucha, aflojó su agarre, superpoderes o no, tampoco tenía planeado romperle los huesos en su primera semana de haberse metido a la fuerza en la escuela. Quería, de verdad quería romperle algunos huesos, pero no lo haría.

Porque no existiría forma posible de justificarlo.

—¡Bien! Te soltaré, pero más te vale no volver a salir corriendo —Blossom tuvo que juntar toda la fuerza de voluntad que encontró—. ¿Para qué mierda viniste si ibas a huir de esa forma?

Alejándose dos pasos de Brick, Blossom se envolvió en un abrazo. Sus ojos prestaban atención a cualquier lugar que no fuera él.

¿A qué fue si de todas formas iba a salir corriendo? Bueno, si tenía la paciencia para quedarse de pie en medio del campus, eventualmente Blossom encontraría una respuesta apropiada. En ese momento lo único que tenía era «no lo sé», conociendo al chico, esa no era una respuesta que le agradaría escuchar, peor tantito, terminaría arrinconada en la pared del edificio detrás del cual se ocultaban. Brick obtendría la respuesta que quería escuchar a base de presionarla, aunque ambos sabían que eso no sería suficiente.

Our love is God

—No piensas quedarte callada toda la noche, ¿verdad? —el movimiento de sus brazos, cruzándolos sobre su pecho logró distraerla. Lo suficiente para borrar de su mente el pensamiento inmediato que tenía.

—¿Verdad qué?

—Tienes que estar jodiéndome…

—Pues si no soy yo, seguro que hay alguien más jodiéndote.

Tan pronto las palabras abandonaron su boca, alzó ambas manos para cubrir sus labios. Las mangas de la sudadera le quedaban grandes y terminó cubriendo su rostro con lana, lo cual resultó un alivió. Su rostro ya competía con su cabello por ver quién brillaba más.

El simple hecho de que Brick no respondió y solo se quedó de pie, empeoró la situación. Tuvo que resistir el impulso de empezar a correr, otra vez.

—¿No puedes decir algo para que ya no quede como una estúpida?

—Prefiero dejar así las cosas, gracias por preguntar.

—¡Pues entonces me lar…!

Apretó los dientes para no gritar. Abrazando su cintura con toda la fuerza que logró reunir en el momento. Haciendo hasta el máximo esfuerzo por mantener sus manos lejos de Brick.

Sobre todo cuando él estaba prácticamente encima de ella. Usando su cuerpo para ocultarla del vigilante que daba su vuelta por los jardines en ese momento.

De haber reaccionado de la forma en que su mente seguía exigiendo, habría elevado las manos para cubrirse la boca, proteger su rostro de los ojos de Brick, del escrutinio de su mirada y lo atento que estaba a cada una de sus reacciones. Al menos, si hubiese hecho caso a la voz irritante dentro de su mente, él no hubiera tenido la oportunidad de ver el sonrojo de sus mejillas.

Tal vez ignorar la voz fue lo mejor que pudo haber hecho.

Tal vez tenerlo tan cerca, sintiendo el calor de su respiración en su cuello, era algo necesario.

Oud love is God!

Tal vez y sólo tal vez, dejarse llevar por el instinto de sujetarse al cuello de su camisa e impulsarse hacia él y besarlo, no era tan horrible como lo pudo haber sido en su primer instinto.

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Who's house is this? Is my fanfic!

Ay, perdón, prometo pensar en mejores frases para abrir la sección de monólogo. Por ahora tendrán que conformarse con lo que hay (?).

Bueno, pero aquí llego yo con el mensaje programado de la actualización para decir que este capítulo me gustó mucho, no tengo idea porque, pero me gustó. Supongo que es por la parte un poco histérica de Blossom, mi chica es bastante neurótica para cosas que no deberían de requerir tanta energía.

Para las sección de "en la primera versión" el día de hoy tenemos: la relación se mueve más rápido aquí de lo que lo hizo en la primera historia. Tiene su razón de ser, no se las voy a contar porque no me gustan los spoilers (dije yo nunca en la vida), pero quiero hacer esta historia su propia versión. Así que espero no volver a abrir la sección de "en la primera versión".

Y bueno, ayos, nos leeremos en la siguiente actualización, cuando sea que ocurra.

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A neutral gremlin