Disclaimer: Las Chicas Superpoderosas no me pertenecen. Son propiedad del señor Craig y sólo él puede decir como continua la historia. Yo escribo fanfics por diversión, para entretenerme un rato y entretener a otros en el proceso. Lo hago gratis, así que sólo obtengo felicidad de esto.
Advertencias: Todos los personajes en esta historia son OoC (Out of Character). La historia está trabajada con mi headcanon de los personajes. Los OC (Original Character) que aparecen en la historia son de mi total propiedad, así que no me parece agradable que los agarren sin permiso.
Capítulo 5 – un poco psicópata
Alice abrió las puertas del salón golpeando la madera con más fuerza de la necesaria. Mantuvo las manos extendidas, registrando cada esquina con obsesivo cuidado. Desde el escritorio en el centro dónde el profesor les gritaba en lugar de hablar, hasta el final de los asientos dispuestos en forma circular. Todo estaba vacío, ninguna marca que pudiera darle un indicio sobre la desaparición de Blossom la noche anterior.
La posibilidad de que Kyle tuviera razón y se hubiera adelantado su quiebre mental, no le ayudaba a tranquilizarse, necesitaba verla con sus ojos para comprobar que nada malo le hubiera ocurrido. Aunque tuviera superpoderes, aun si ella era físicamente capaz de romperle el cuello a cualquiera con los muslos, se preocupaba. Porque su amiga llevaba años reprimiendo sus poderes, se estaba conteniendo para seguir con la fachada de chica normal. Y si por el hecho de cubrirla que algo malo sucedió…
No era una posibilidad.
Cerró la puerta y corrió hacia el siguiente salón, los jueves eran un día tranquilo para ellos, no tenían tantas clases y las que sí no tocaban hasta la tarde. Antes de golpear las puertas se asomó por el cristal, le gustaba el dramatismo de su entrada, no lo suficiente para meterse en problemas con los profesores, claro.
Había un grupo adentro, así que pasó de revisar ese lugar.
«Nada en la zona este de la facultad.
¿Kyle?»
Recorrió el largo pasillo mirando su teléfono en cortos intervalos, manteniendo la ruta despejada, tropezarse por haber nacido con dos pies izquierdos, mientras intentaban descubrir dónde estaba Blossom, no formaba parte del plan. Monitorear a sus amigos sí le estaba ayudando para contener el ataque de pánico. Al menos así sabía que no estaba buscando sola.
«Tampoco vino a la parte sur de la facultad.
¿Jason?»
Alice dejó de caminar.
No tenía el número de teléfono de Brick, respetaba el acuerdo de privacidad y por ese motivo no se vio con el valor suficiente para enviarse el contacto desde el móvil de Blossom, tenía la sensación de que ella lo tenía. Por mucho que dijera que no. Eso y porque él fue la razón para salir a esas horas de la noche, nadie podía hacerle creer lo contrario.
«Tampoco la vi por este lado. No se metió a la fuerza a la biblioteca esta vez, así que no tengo idea dónde pueda estar.»
Alice declaró el momento de entrar en pánico oficial.
Se guardó el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y comenzó a correr. El último lugar que se le ocurría revisar era el laboratorio, ese que cuidaba el asistente rubio con el que "accidentalmente" se acostó a finales del semestre pasado. No iba al lugar por la simple razón de que odiaba encontrarse con el tipo, ya no tenía más formas de decirle que no estaba interesada en él. Si no la encontraba ahí realmente terminaría por entrar en pánico. Regresaría al dormitorio para esconderse bajo las sábanas y llorar.
—¡Blossom Utonio, voy a arrancarte el cabello con mis manos! —gritó nada más logró distinguir la sudadera con la que salió.
—¿Qué? —su voz sonó ronca.
—¡Kyle, Jason, ya la encontré! Estamos en el laboratorio de Freddo —Alice envió un mensaje de voz al grupo, para tranquilizar a los otros dos antipáticos—. ¡¿Tienes la más mínima idea de lo que preocupada que me tenías?! ¡No eres ni para enviarme un mensaje, una llamada nada! —gritó al llegar junto a su amiga—. ¿Si quiera me estás escuchando?
—Te escucho… decido no decir nada porque no tengo respuestas.
Impidiendo la replica de Alice, los pesados pasos de Kyle y Jason resonaron en el pasillo, anunciando su llegada. Respondiendo de la misma forma que la pequeña chica inglesa, gritándole, regañándola y exigiéndole una explicación para haber desaparecido así sin más. Poniéndola en una incómoda situación ante las chicas de la fraternidad.
—Yo…
—El menor de los problemas es explicar en la fraternidad porque no estabas en tu habitación. ¿Qué haríamos nosotros si algo malo ocurre y no sabemos en dónde estabas?, ¿o dónde se supone que debías estar? Alice sólo nos dijo que saliste, un encuentro con alguien que aunque ella no dijo nombre, Jason y yo no somos idiotas, lo sabes bien, tenemos ojos en el rostro y cerebro funcional, seguramente fuiste a encontrarte con Brick. El segundo problema aquí es que no tenemos su número y las posibilidades de tenerlo en un momento cercano con más bajas que la teoría de Jason de que tuviste tu quiebre a principio de año —Kyle tomó aire. Hinchando el pecho para cubrir todo el oxígeno que le faltaba—. Lo que quiero decir es que estamos molestos de que no nos dijeras en dónde estabas.
En algún punto durante el regaño de Kyle, Blossom habría cruzado los brazos sobre la mesa, poniéndose la capucha sobre la cabeza mientras se escondía de la mirada de sus amigos. Era como ver una roca en mitad de salón de clases, iba vestida en su totalidad con grises, su cabello se mantenía oculto, no había forma de diferenciarla de un chico.
—¿Al menos vas a dirigirnos la palabra? —gruñó Alice, inclinándose frente al escritorio.
No era una persona con mirada amenazante, tampoco tenía la capacidad de intimidar a otros con la mirada. En realidad, era el eslabón débil del grupo. Siempre que se enfrentaba a alguien en una discusión, o debía de alzar la voz para expresar inconformidad sobre algo se ponía a llorar. Era ese tipo de persona. Con todo eso en su contra, Alice tenía un arma de defensa heredado por generaciones, mirada de jefe. Como lo llamaba Kyle.
Bastaba con inclinar una ceja ligeramente para obligar a cualquiera a hablar y decir todos sus secretos, lo que fuera necesario para no ser llevado a la oficina y recibir una carta de despido inmediato.
Siempre tenía el efecto deseado.
Y con Blossom era casi inmediato.
—Tuve un momento de debilidad, ¿vale? La situación era demasiado para mí y me dejé llevar por el impulso. ¿Están felices ahora? Metí la pata.
—Yo hubiera dicho más bien que te metieron la pata… pero no es una expresión aplicable para esta situación… ¡auch! —Kyle fue a refugiarse detrás de Alice. Luego de ser golpeado por Jason.
Oficialmente, después de tres golpes durante los primeros tres meses en que Kyle y Jason empezaron a charlar con normalidad, Alice se convirtió en el oso guardián para evitar la violencia. Protección que Blossom no podía permitirse, porque el guardián mismo estaba viéndola, exigiendo respuestas que ella no se sentía cómoda para transmitir.
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El sentimiento de culpa apareció sin haber hecho nada merecedor de tal sensación, aún. La clase, esa que una vez consideró maravillosa por haberla junta con su grupo de inadaptados, empezaba a parecerle más bien una horrenda pesadilla. La indeseada adición de Brick a todas y cada una de sus clases arruinó lo único bueno que tenía.
Su grupo de inadaptados.
Y no en el sentido dónde, presente o no, todavía pudiera disfrutar de sus clases y las partidas de videojuego previas a la clase. En realidad, se sentía como si le hubieran arrancado todo eso como quien usa cera para depilarse. Sin aviso y de un tirón.
Nada más entrar al salón la profesora entregó las listas en las que reorganizaba los grupos para laboratorio. Eso significaba que habría un equipo con cinco integrantes, Kyle fue el primero en sugerir que serían ellos, por supuesto. Los más listos de la clase (o eso decían cuando alguien preguntaba), los que siempre sacaban las notas más altas en todos los exámenes. Era lógico que ellos tuvieran la nueva adición, por mucho que odiara la idea de tener al doppelgänger de Blossom con ellos.
Revisar la lista y descubrir que el doppelgänger estaría ocupando el lugar de Blossom en su equipo fue tan sólo la primera gota en el vaso. Kyle, tan meticuloso que era con la forma en la cual su vida debía de estar organizada, estuvo por tener un colapso nervioso, Blossom pensaba que fue gracias a que Alice reaccionó a tiempo para abrazarlo, apretar tan fuerte como sus delgados brazos se lo permitieron, fue posible evitar la catástrofe. Eso no le impidió a ella levantarse para exigirle a la profesora poner a Brick en otro equipo.
En respuesta, la mujer a quién Blossom creyó admirar, señaló el fondo del salón, dónde el grupo del cual siempre se estaban quejando, le sonreía con ánimo.
Y ahora debía de ser parte del grupo.
Soportar una clase con ellas, quienes también resultaron ser amigas de Freddo, era aceptable. No tendría problemas en convivir con ellas una sola vez a la semana, que era la cantidad de veces en las que tomaban clase con la señora que ahora odiaba.
¡Tenerlas todo el puto día persiguiéndola no formaba parte del plan!
—¿Si llevo la queja con el coordinador crees que funcione? —Blossom revisaba su calendario en la pantalla del teléfono—. Quiero decir, ¿no habíamos ya dejado en claro que no pretendíamos cambiar de compañeros?
Jason, que regresaba de la barra con los cafés y pastelillos que comían sin falta, se acomodó en la mesa entre Kyle y Blossom, después de repartir sus alimentos, no era necesario preguntar quién pidió qué. Alice un muffin ingles y un té de arándanos, Kyle pie de durazno y malteada de chocolate, Blossom un bizcocho relleno con mermelada de zarzamora y un capuchino de caramelo con un shot extra de expreso y canela. Para él sólo era una galleta integral acompañada de un café americano. Habló al terminar su acomodo.
—Lo hicimos, y de hecho quedó claro después de la primera competencia que nadie quería estar cerca de nosotros. Tú —comenzó señalando a Alice—, tienes la energía de un niño de cinco años, además estás diagnosticada con TDA, la gente se desespera de ti. Tú —elevó los ojos hacia Kyle—, eres nuestro rarito, y no permitimos que nadie más te diga cosas —el chico, exhibiendo su flameante cabello de colores, sonrió—. Blossom es la chica obsesiva del orden, además es mandona, todos la mandan a callar cuando empieza a hablar. Y diría que yo soy el poste del grupo sin filtro entre mi boca y mi cerebro, pero eso ya lo sabemos todos.
Masticó su galleta, terminándosela en tres mordidas.
—Mi punto es que es estúpido, no deberían de haberte enviado con las plásticas.
—Siempre podemos… ya saben… fingir que algo salió mal en el laboratorio —Alice los observó por encima de su taza.
En la cafetería ya la conocían, sólo a ella le permitían utilizar la vajilla importada del gerente. Y beber té en algo que no fuera porcelana, era una grosería, según ella.
—Dudo mucho que funcione, al menos para sacarme del equipo. Ellas fueron las que me pidieron.
Kyle, que hasta el momento estaba callado, bajó el vaso de malteada.
—La solución, de acuerdo a como yo lo veo, es hacer lo mismo. Pedirte de vuelta. Si sólo un equipo puede estar integrado por cinco, la forma correcta de proceder ante este abuso de poder es enviar una carta de petición para a Blossom de vuelta.
Entre los tres comenzaron una discusión para poder descubrir la forma de ataque apropiada. Si alguien los escuchara charlar los tacharían por infantiles, niños caprichosos que iban a llorar con mamá por no haber obtenido la última rebanada de pastel. Y no les importaba que los consideraran así porque justo eso eran.
Blossom, agotada mentalmente luego de ser arrastrada por las plásticas del salón de un lugar a otro, hablando sin detenerse sobre temas que ella era incapaz de seguir, se recostó en la mesa. Recargando la cabeza en su bolso para no dejar cabello sobre la comida. Las voces de sus amigos se difuminaron hasta convertirse en un murmullo, un suave arrullo acompañando el tamboreo de su corazón, el rítmico sonido que usaba para dormir.
Jason la cubrió con su chaqueta sin que se diera cuenta.
Su atención, en un lapso de segundos, se enfocó en el chico que entró en la cafetería, avanzando a la barra con movimientos lentos. Su postura incómoda pero elegante, por extraño que pareciera. Los hombros caídos, ligeramente encorvados al frente, pero con la espalda recta y el pecho erguido. Viéndolo de lejos, era normal pararse en esa posición, cualquiera podía hacerlo. Excepto que no lo era. Se visualizó a si misma imitándolo, haciendo su mejor esfuerzo por pararse como él lo hacía, sólo para descubrir un dolor agudo en la base de la espalda.
Aquello no era algo agradable, mucho menos estando de pie.
Levantó la cabeza, buscando un mejor ángulo para observarlo cuando este avanzó en la fila. Así, en un parpadeo su cabello ya no era rubio le caía sobre los hombros rizándose. En el cambio de una persona a otra era fue ver un espejismo, su postura no cambió, seguía teniendo la espalda en un incómodo ángulo, pero su cabello ahora era negro, alborotado, estirándose en todas las direcciones posibles.
Se sentó frotándose los ojos. Tal vez se le habían secado los lentes de contacto, por eso le irritaban de esa forma, el agotamiento no producía alucinaciones hasta después de tres días sin haber dormido. Ella sólo pasó unas horas sin dormir.
En la barra no había ningún chico con sus características, sólo Brick.
Caminaba hacia su mesa arrastrando los pies, llevaba una pesada chaqueta de cuero sobre una sudadera azul desteñida, cubierto en su totalidad. Ocultando sus tatuajes.
—¿Este es el ritual de los…?, ¿cómo los llamaron en clase?, ¿antipáticos?
—No es un ritual. En cualquier caso se llama rutina o costumbres, a lo que la respuesta sería sí, lo es. Nos reunimos aquí cuando terminan las clases o tenemos el día libre —Alice observó a Blossom, esperando a que ella dijera algo—. ¿B?
—¿Qué fue? —parpadeó, prestando atención a lo que ocurría en la mesa—. ¿Decías algo, Alice?
—¿Te sientes bien, Bloss? Es muy raro verte perdida —Jason tocó su frente, esperando encontrarla caliente—. No tienes fiebre, aunque bueno, tu no te enfermas nunca, sólo pierdes la cordura.
—¿Así que la chica lista tiene un momento de psicosis? —Brick, que se hizo un lugar a base de fuerza y empujones en la mesa, observó a Blossom. Su intensión era molestar, excepto que ella apenas ponía atención.
—¿Eh? No, claro que no. Nunca.
Excepto que eso también era mentira.
—Tengo que hacer algo. ¿Pagas lo mío, Alice? Te lo repongo en el dormitorio.
La forma en que se puso de pie, esquivando la mano de Brick intentando detenerla, se volvió a poner el suéter y salió de la cafetería, dejando detrás nada sí nada más un borrón entre rosa y rojo, dejó a los cuatro sin habla. Alice se percató que había olvidado la bolsa.
Una vez fuera del local, sintiendo el sol de verano sobre la piel, Blossom comprendió lo estúpida que fue su reacción. Simplemente levantarse y salir corriendo detrás ¿de quién? ¿Butch, Boomer? No tendría que haber sido tan extraño verlos, si Brick estaba aquí, sus hermanos no podrían estar muy lejos, ¿cierto?
Sin embargo, algo la empujó a salir.
El punto dónde la cafetería se encontraba, sólo a las afueras de la zona universitaria, era un callejón sin salida, debías de saber lo que buscabas para poder llegar, eso y el ser un lugar con café importado así como tener un pastelero de renombre mantenía el lugar. Al salir de ahí tenías que dar vuelta a la izquierda dos veces para poder a la calle principal, Blossom hizo lo contrario y fue a la derecha. Tres giro más un callejón hacia arriba y lo encontró.
Aquel chico no parecía haberse fijado en que estaba ahí, y lo hizo era muy bueno fingiendo que no la estaba viendo.
—¿Diga?... Sí, por supuesto que lo hice… ¿Te crees que voy a temer la pata en esto?... También pase por ahí antes de venir, ¿buscaste lo que te pedí?... ¡Pues hazlo entonces!
Colgó la llamada. Su voz, segundos antes suave y melodiosa hizo temblar los edificios a su alrededor.
Escuchó un largo suspiró.
—¿Qué ocurre ahora?
Una nueva llamada, tal vez. Blossom se pegó a la pared, conteniendo la respiración.
—Entonces haz algo al respecto… ¿esperas que resuelva todo por ti? Haz tu parte y yo haré la mía… no vuelvas a llamarme a menos que sea necesario.
El movimiento en los adoquines le informó a Blossom que se estaba moviendo, fue presa del pánico. Despegó los pies del suelo para ocultarse en el techo del edificio, aguardó ahí, recostada con el sol directo en el rostro, hasta que dejó de escucharlo caminar.
Ni aunque le preguntaran podría explicar de dónde salió el impulso por seguirlo.
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—¡Ya voy, ya voy! —Bubbles cubrió sus manos con el trapo de cocina, dando saltitos hasta la entrada— ¡DIJE QUE YA VOY! —gritó, cuando los golpes en la puerta no se detuvieron. Terminó de limpiarse la harina antes de abrir—. ¿Qué?
—No eres quien esperaba… ¡hola! —Butch arrugó la nariz a modo de saludo. Usó la sonrisa que Butter muchas veces describió como "coqueta".
—Buttercup no está en casa. Lo más seguro es que no vuelva hasta mañana.
El muchacho no hizo el mínimo esfuerzo por ocultar su decepción.
—¿Qué haces aquí, Butch? La última vez que supimos algo de ti fue antes de la graduación —él tocó su hombro, entrando en la casa sin ser invitado.
—Estoy de paso, escuché a la gente decir que ahora vivían aquí y claro que iba a saludar —sonrió, sabiendo que sus dientes blancos y hoyuelo no harían efecto en Bubbles—. ¿Alguna idea de a dónde fue Buttercup?
Comportándose como una buena anfitriona, le llevó un vaso de agua, regresando a la cocina para seguir golpeando su masa de pan.
—Ni idea, solo me dijo que iba a salir. El profesor tampoco está aquí, se fue a una conferencia o algo así. ¿Quieres probar? Estoy haciendo una nueva receta —Butch no pudo evitar la cuchara que entró en su boca, llenándola con un ácido sabor a moras.
—Hey… eso es realmente agradable —la respuesta de Bubbles fue una nariz arrugada, volvió a la cocina, tarareando—. ¿Y Blossom? Esté sitio se ve muy desarreglado, según recuerdo tu hermana tenía una horrible obsesión con el orden.
—Oh… Bloss está en Massachussets.
—¿Conferencia con el profesor? —quiso saber él, recargando los brazos sobre el respaldo de la silla. Bubbles parecía desquitarse con la masa.
—Mmmm, no. Estudiando. —Cinco minutos luego de responder, todavía en silencio, ella suspiró, volvió a limpiarse la harina de las manos para bajar el volumen a su música—. Harvard. Blossom se fue a Harvard.
Butch vio aparecer una bandeja en la mesa, Bubbles le espolvoreo harina antes de empezar a poner bolas de tamaño uniforme en ella.
—No parecen estar bien. Según recuerdo las tres siempre están encimadas, era imposible verlas separadas —su intento de conversación no salió como esperaba.
—Quisiera tener una respuesta para ti, lo cierto es que no lo sé. Un día hizo sus maletas y se fue, no dijo adiós ni tampoco nos contó del examen, el profesor encontró el correo dónde le dijeron que pasó un día, así que los tres asumimos que la aceptaron en Harvard.
Al tener seis bolas en la bandeja, Bubbles se puso un grueso guante con forma de perro en la mano, abrió el horno para sacar una segunda bandeja, la colocó sobre una tabla y metió la nueva tanda a hornear. Sin quitarse el guante, separó sus bollos, los atravesó con un cuchillo para poder rellenarlos con esa jalea que le ofreció al llegar.
Un proceso tranquilo, por lo que pudo observar.
—¿A dónde dices que vas? —quiso saber Bubbles.
—Ningún lado, me dio por volver a la ciudad. Aunque Brick dijo que quería hablar con los dos —una luz pareció iluminarse en los ojos de Bubbles.
—¿Boomer está aquí?
—Nah, ese maniático ya debió de haber llegado a Cambridge.
La sonrisa se borró. Le dio la espalda tomando un tercer trapo de cocina para empezar a limpiar la barra de harina.
—¿Sólo venías para tener sexo con Buttercup, entonces?
—A menos que en estos años haya cambiado parecer, sí, sólo eso. ¿Puedo? —señaló los bollos, brillantes y con aroma delicioso. Ella asintió con la cabeza. Agarró uno y mordió la mitad, escurriendo un poco de jalea en su mano.
—Tú… ustedes se llevaban bien con Damien, ¿verdad?
Un segundo bollo cayó víctima en las manos de Butch.
—No realmente, Brick era el que hablaba con él. Era un poco… ¿cómo decir esto? Psicópata —Bubbles se sentó junto a él, Butch ya iba por el cuarto bollo—. Bueno, hubo este día en el que yo estaba pendiente de mis asuntos, ya sabes, con tu hermana, y de regreso al departamento que compartíamos en ese entonces me topé con Damien. El tipo estaba ahogando una gata en una cubeta de agua. Esperaba hasta que ella dejara de moverse para sacarla del agua y volvía a empezar —la mirada de Butch pareció oscurecerse un poco, como si se sacudiera un mal recuerdo—. Sé que yo también un grandísimo hijo de perra, y mi pasatiempo favorito era romperles los huesos a ti y a tus hermanas. Pero me gusta creer que tengo límites.
Guardó silencio, terminándose el resto de los bollos de la bandeja.
—Exquisito pan —se lamió los dedos. Luego continuó—. Yo intervine ese día, lo golpe y perdió el conocimiento al instante. Descubrí que la gata en realidad tenía gatitos, así que agarré a las crías y me las llevé al departamento. A la mañana siguiente como si nada hubiera ocurrido, al encontrarnos en la calle me sonrió y siguió caminando.
—¿No debería de ser algo normal para ti? —aunque la pregunta de Bubbles era válida, y tenía razón hasta cierto punto, él de todas formas negó con la cabeza—. Yo, por lo menos, prefiero que si alguien disfruta con la muerte sea honesto con el hecho. Ese tipo lastimaba a otros y al día siguiente se comportaba como si no hubiera sucedido. Lo detestaba.
Bubbles miró el horno, lo que fuera para poder distraerse un poco.
Preguntó llevada por el impulso, cuando Damien se acercó por primera vez, justo después de que Blossom hiciera pública su renuncia como superheroína de la ciudad, recordaba haberlo visto varias veces junto a los chicos. Parecían llevarse bien.
Quizá esperaba escuchar que él realmente era bueno, cualquier cosa para poder justificar su actitud y poder arrancarlo de su pecho. Dejar de sentir que no era capaz de vivir si él no estaba ahí para recordarle que la amaba.
—Debo irme, cuando vuelva tu hermana dile que me llame, ¿vale? —Bubbles intentó sonreír—. Oh, y aléjate de ese tipo, no es alguien con quien te gustaría juntarte.
—¿Por qué me dices esto, Butch? Quiero decir, ni siquiera somos amigos. Sólo eres el chico con el que mi hermana se acuesta.
Él se encogió de hombros.
—Me agradas, estás un poco loca y además solías patearnos el trasero. Eso es de admirar —alborotó su cabello con entusiasmo antes de levantarse—. Nos vemos, niñita.
Haciendo movimientos circulares con la manga para rellenar su última tanda de bollos, pensó en lo que Butch le contó. No tenía razones fuertes para creerle, tampoco sonaba como alguien capaz de mentir de esa forma por gusto. Lo último que supo de él, y eso fue antes de que Buttercup terminara con él por tercera vez, es que estaba trabajando con un grupo de matones.
Sonaba bien lo que dijo, la parte en la que Damien podía comportarse de una forma distinta de un momento a otro, ella misma lo vio. Podía usar voces distintas para obtener resultados diferentes, y si lo que quería era convencerla de que él tenía razón, hacía justo eso, murmurar con una voz suave, recordándole lo mucho que la amaba, lo hermosa que era. Y que lo hacía sólo para verla feliz. Una de las razones por la que resultó tan difícil para ella descubrir realmente lo que hacía Damien, mentía muy bien. Un momento podía abrazarla, besarla y llevarla a la cama diciendo una y otra vez lo hermosa que era, fueron hechos para estar juntos y al siguiente instante, le daba la espalda culpándola de los problemas que tenía. Diciendo que si no fuera por ella él podría vivir mejor.
Durante esos días, Buttercup nunca estaba en casa. Si no andaba fingiendo ser adulta para estar con hombres mayores, o perdiendo el tiempo con la banda Gangrena, se encerraba en su habitación con Mitch y tocaban música. Blossom tampoco estaba cerca, con ella siempre fue complicado saber dónde estaba, desde entonces ya se alejaba de su familia, los ignoraba y se comportaba de una forma extraña. Por supuesto que escuchar a Damien resultaba sencillo cuando era el único en ponerle atención.
Luego Butter empezó a salir con Butch un tiempo, no duraron. Él se acostó con alguien más, Bubbles recordaba haberlo visto caer por la ventana. Su hermana se enfureció tanto con él que estuvo por atravesarle el cuerpo con una de sus katanas.
El timbre sonó. Dejó el pan y la manga con cuidado en la mesa.
Al abrir la puerta no vio a nadie, sólo una caja en el tapete.
«Bubbles Utonio» ponía en las tapas.
Metió el paquete, aunque no lo abrió hasta después de terminar de rellenar los últimos bollos. Se preparó una taza de chocolate caliente y se sentó en el sillón.
No esperaba ningún pedido, todos sus materiales los compraba directamente en las tiendas. Volando todo era sencillo. Bebió un poco, endulzando su lengua.
La caja era pesada, aunque lo único que había en su interior eran viejas enciclopedias. Las ojeó una por una, esperando encontrar algo interesante en ellas. Estaban vacías. Ni siquiera existía un hueco hecho en el interior para ocultar otra cosa.
El paquete se encontraba en el fondo de la caja.
Una foto polaroid hecha recientemente.
En el centro estaba su hermana.
Blossom le daba la espalda a la cámara, pero sabía que era ella, acompañada de una chica bajita y delgada, un chico con brillante cabello púrpura y un chico más alto, apuesto y de rostro anguloso. Detrás de la foto sólo había un mensaje, escrito en una nota adhesiva.
«Dos meses.»
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This is real, this is me (?)
Ya volví con las frases raras para iniciar el monólogo, un día tendré algo nuevo y menos raro. Pero ese día no es hoy.
Tenía un texto distinto aquí (porque tengo algo así como capítulos guardados pero... sí, la semana pasada fue una verdadera joda en mi familia. Mi hermanita se enfermó muy grave y mi mamá estuvo moviendo cielo y tierra para que nadie más se enfermará, mi padre fue un inutil como siempre que se trata de alguien que no sea él. En fin. Estoy tratando de retomar mis ritmos esta semana... we'll see.
Y… sí, eso. Bye.
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A really tired gremlin.
