Disclaimer: Las Chicas Superpoderosas no me pertenecen. Son propiedad del señor Craig y sólo él puede decir como continua la historia. Yo escribo fanfics por diversión, para entretenerme un rato y entretener a otros en el proceso. Lo hago gratis, así que sólo obtengo felicidad de esto.
Advertencias: Todos los personajes en esta historia son OoC (Out of Character). La historia está trabajada con mi headcanon de los personajes. Los OC (Original Character) que aparecen en la historia son de mi total propiedad, así que no me parece agradable que los agarren sin permiso.
El día de hoy no hay canción de musicales pero si una normalita (?) el nombre viene en el título, es "Animal Impulses de IMAX". No hay momento específico para empezar a reproducirla, realmente describe muy bien todo el capítulo. Así que lo dejo a su elección.
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Capítulo 6 – Animal Impulses
Jason, Kyle y Alice estaban de pie frente a la puerta, impidiendo el acceso a cualquiera que intentara pasar a dirección. O lo intentaban, se quitaban cuando un profesor se acercaba e incluso lo saludaban, lo cual no sucedía si era un estudiante el que se aproximaba. Volvían a pararse uno junto al otro, hombro con hombro. El director del área de ciencias estaba en una reunión, esa era la única razón por la cual no estaban ya sobre su escritorio, exigiendo regresar a Blossom a su equipo.
Si existía una persona con autoridad suficiente para lograrlo, era él.
No importaba si perdían una clase, porque siendo honestos nadie asistía a la clase de ética y moralidad, ellos ya sabían que crear un virus que lleve a la humanidad al borde de la extinción era malo.
—¡Retírense de una vez! La reunión no terminará pronto, así que márchense —Alice giró para ver a la secretaria, intentó mostrarse amenazante sin lograrlo.
—Tenemos todo el derecho del mundo a exigir que…
—Háganlo en otro momento, con una cita para hablar con el profesor, si tienen la cortesía. De lo contrario no les permitiremos volver.
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Sumergida en su lectura, Blossom apenas vio el movimiento de sus amigos, acercándose con los hombros alzados hasta las orejas, antes de sentarse frente a ella en la cafetería. Ya tenían sus alimentos esperándolos, para que así comer con rabia fuera más rápido. La chica no preguntó cómo les había ido, ya conocía la respuesta porque ella les dijo que no fueran así sin más.
Jason fue la mente brillante que sugirió ir sin aviso, tendrían más probabilidades de ser escuchados.
No fue así.
—¿Por qué no estás molesta? ¿No deberías desear con tanta fuerza como nosotros volver al grupo? —Alice partió en dos su pastelillo inglés, embarrando mantequilla en una mitad.
—Por supuesto —respondió Blossom sin apartar la atención de su lectura—, pero no veo necesario gastar energía en pedir un cambio. De hecho, solo tendrán que aguantar a Brick unas semanas, tal vez menos.
—¿Qué planeas? —Kyle se inclinó sobre la mesa. Podía ver a su amiga sin hacer eso, era la sensación de intriga lo que lo llevaba a comportarse así.
—Nada. Las plásticas creen que será super convivir conmigo por… bueno, esa parte todavía no logro descifrarla. Pero tan pronto como descubran que ellas son incapaces de tomar decisiones por mí se hartarán y pedirán el cambio —hizo unas anotaciones en su cuaderno, cambió la página y volvió a perderse en la lectura.
Jason aguardó unos minutos antes de hablar. Brick acababa de aparecer en el rango de visión, si algo notaba en su patrón de movimiento, era que siempre iba a dónde fuera que Blossom estuviera. Siempre.
—¿Y entonces nosotros seremos el grupo de cinco integrantes? —preguntó. Blossom ni siquiera prestó atención a Brick, sentándose a su lado.
—Quisiera que no, hablando con sinceridad la presencia de Brick me pone de los nervios. Si estuviera en mi capacidad mandarlo a Kansas lo haría, pero no puedo.
—Auch, estoy justo aquí, ¿sabes?
El ruido que salió de su garganta, despegando los ojos del libro, fue suficiente para probar que no estaba poniéndole atención a ninguno. Miró a Brick incapaz de comprender de dónde había salido, al mismo tiempo, veía a sus amigos con la misma expresión, era consiente hasta cierto punto, de porque estaban ahí.
Observó un extremo de la mesa al otro, dónde el hombro de Brick seguía empujando, tratando de obligarla a recorrerse en el asiento para que así no tuviera la mitad del trasero flotando. En una situación dónde era una chica normal, él hubiera logrado moverla con éxito desde el primer intento, no estarían así, pegados porque ella estaba tan distraída que fue incapaz de notar su presencia. Aun así no se movió. Y él no empujó con más fuerza, de lo contrario toda la fachada se habría caído.
—¿Puedes al menos moverte? Quiero sentarme.
Esta vez sí se recorrió en el asiento, arrastrando sus apuntes con ella.
Al encontrarse rodeada por su espacio personal, tuvo una repentina sensación de frío. Era como si alguien le hiciera falta. Detesto la idea de volver a pegarse con Brick, ni siquiera para comprobar que era él lo que le provocó esos escalofríos. ¿Cuántos años se supone que tenía, quince?
Pfff, no seas tan inmadura, Blossom.
—Bueno, ya que tarde o temprano volverás al equipo, ¿qué deberíam…? —Alice sacó el teléfono de su bolsillo. Una sonrisita apareció en sus labios—. Ya vengo —anunció, mordiéndose el labio inferior.
Kyle no tuvo tiempo de salir, liberar el espacio para la diminuta chica de ojos azules, cuando ella pasó encima suyo y brincó hacia la puerta. Brick arqueó una ceja mientras la escena ocurría ante él.
—¿Qué fue eso? —preguntó él. Se inclinó en el asiento, recargando los brazos en el respaldo de manera instintiva.
—Cayden —respondieron en unísono los tres. Brick dirigió una mirada intrigada a Blossom. Parecía haber hablado por inercia.
—Su novio —dijo Jason, comprendiendo al fin que ya habían perdido la atención de la pelirroja.
—Pero si algún día su madre está presente y tú también estás ahí, es "su novio" —aclaró Kyle, remarcando las comillas con velocidad.
Brick hizo un ruido, podría interpretarse como gesto de comprensión o burla a la forma en que los chicos trataban de justificar a Alice. Aunque también pudo haber sido una excusa para alzar el brazo y pedirle a la mesera una taza de café y el menú. Justo antes de volver a recargar el mismo brazo que levantó detrás de Blossom. Como si aquello fuera natural.
—Alice no debería de salir con él, o eso es lo que dicen sus padres… Blossom podría explicarlo mejor. Pregúntale mañana o cuando salga de su sesión de estudio, ahora solo vas a conseguir monosílabos de ella —explicó Jason. Incapaz de quedarse quieto en ese ambiente.
Kyle no pudo guardarse sus preguntas, se inclinó hacia Jason, preguntando en susurros porqué Brick se sentaba con tanta seguridad junto a Blossom, si es que acaso esa era la nueva forma en que la gente se comportaba con los extraños. Jason no pudo darle ninguna respuesta distinta a alzarse de hombros. Alice podría haber respondido, tal vez, si no estuviera dando vueltas en el estacionamiento mordiéndose las uñas.
La mesera volvió con el pedido de Brick, luego preguntó si alguno deseaba algo más. Kyle pidió una orden de papas y otra malteada, Jason dijo que él estaba bien así, ordenó un nuevo capuchino para Blossom, viendo que su taza estaba casi vacía.
—¿Esto es todo lo que hacen para entretenerse? —dio un sorbo a su café, y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no escupirlo. No era tan robusto como le gustaba.
—No nos divertimos cuando hay clases, enfocamos toda nuestra energía en dejar en ridículo al resto de la clase. Después, cuando tenemos nuestras calificaciones y Blossom tiene su break down es cuando vamos a despejarnos.
—¿Break down? —quiso saber Brick, buscando la mirada de Blossom por encima de la taza. Sin tener éxito.
—Ya te enterarás. Si al final lo que ella planea funciona, en unos meses sabrás a lo que nos referimos. Ahora todavía está en la etapa humana, dale unas semanas de trabajo y querrás arrancarle el cabello.
Brick volvió a inclinar la taza sobre sus labios, no quería seguir bebiendo esa agua quemada con color oscuro que pretendía pasar por café. Dejar que esos dos, con quienes Blossom parecía tener confianza absoluta, lo vieran sonreír mientras visualizaba la situación en la que quisiera jalarla del cabello quedaba fuera sus planes.
Alice volvió poco tiempo después, dando brincos.
—Disculpen por eso. Les decía, ¿qué les parece si para el proyecto de este semestre hacemos algo más ambicioso? —Alice se sentó junto a Kyle, en el extremo del asiento, quedando de frente a Brick—. Disculpen, ¿me perdí de algo en los dieciocho minutos que estaba hablando con mi novio? ¿Por qué parece como si quieras abrazar a Blossom, Brick?
Como si hubieran impulsado su cabeza con un resorte, Blossom levantó la cabeza del libro. La primera criatura en recibir su mirada inquisidora fue Alice, a ella le siguió Brick, todavía en su posición inicial, recostado con calma, con los brazos recargados en el respaldo, sostenía su taza en una mano y la miraba con falsa inocencia.
—Si esa es tu idea de coqueteo deberías intentar en otra mesa, aquí no te va a funcionar —Alice esperaba que Brick azotara la taza en la mesa. Él la bajó como una persona civilizada sin hacer un drama innecesario.
—¿Qué se supone que significa eso?
Blossom suspiró, cerró el libro, guardándolo en la mochila sin mirar a nadie.
—No quería tocar este tema porque me gusta mi tranquilidad, pero si vas a seguir insistiendo con lo mismo, ¡bien! —colocándose la cola de caballo sobre un hombro, gesto que para sus amigos significaba que empezaba a perder la paciencia, recargó los codos sobre la mesa—. Brick y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, en realidad vivíamos en la misma ciudad. Y hubo un tiempo en el que llegamos a salir, pero como existe una regla en nuestro grupo sobre no tener parejas dentro del círculo nada va a suceder, Brick.
No es ninguna mentira, trató de tranquilizarse Blossom. No he dicho nada que no fuera verdad, además iban a descubrirlo en algún momento, no es el tipo de platicas que puedas evitar eternamente.
Era preferible tener a sus amigos molestos con ella unos días, a recibir el trato de hielo cuando descubrieran la relación que tuvo en algún momento con Brick sin habérselos dicho ella misma. Existía un límite sobre cuanto podías mentir. Lo mejor era no acercarse.
Aunque, juzgando por la forma en que la mirada de Jason saltaba de uno a otro, tal vez soltarlo como una bomba durante un momento incómodo fue la peor elección que tomó. Siendo justa consigo misma, no era conocida por tener la delicadeza de escoger el momento ideal para decir las cosas, su estilo era más bien soltar lo que traía encima molestándole antes de sentir que iba a explotar.
Como ahora.
—¿Entonces la solución es dejar de formar parte del grupo de antipáticos?
Brick se inclinó sobre la mesa, recargando el rostro en su mano. Toda su atención estaba en Blossom, la sonrisa de sus labios era algo que no podrían ver ni Kyle ni Jason, aunque los tenía justo enfrente. Tampoco serían capaces de notar el brillo de sus ojos, aquella era una expresión únicamente para Blossom. Quien estaba luchando contra su cuerpo, enfriando su sangre para evitar el sonrojo que de otra forma la hubiera delatado.
—No —respondió, apretando los dientes—. Esa no es la respuesta.
—¿Quieren que los dejemos solos? —murmuró Alice, de pie a un lado de la mesa, secundada por Kyle y Jason.
No habían notado el momento en que los tres se levantaron. Blossom no pudo responder nada, al darse cuenta de que estaban fuera de su alcance Brick agarró su mano debajo de la mesa para impedirle moverse.
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Buttercup estiró las piernas en la bañera, la temperatura del agua era perfecta para masajear sus adoloridos músculos luego de aquella intensa sesión. Los altavoces reproducían en modo aleatorio su disco favorito de Dir En Grey, llevaba el cabello recogido con varias pinzas, una sola no hubiera podido sujetar la mitad que llevaba larga. Recargó la cabeza en las toallas enrolladas en el borde, deslizándose hasta cubrirse los hombros con agua y espuma.
Antes de meterse en el agua había apagado las luces, en realidad no le gustaban los baños a oscuras, no entendía porque existía gente que los defendía con uñas y dientes, si no podía ver dónde mierda ponía los pies, caminaría con la eterna sensación de saltarse un escalón, tropezar y golpearse con algo. En el mejor de los casos. Suelos de losa junto a pies húmedos era una mala combinación, así que más tarde tendría que darle las gracias a Giovanni por tomarse la molestia de encender las velas.
Daba una sensación completamente nueva.
Sentía la misma calma y paz de las sesiones, el baño, aunque sólo era agua algunas sales y bombas de baño, de verdad estaba relajándola. Podría quedarse dormida ahí mismo, sumergida, caliente y agotada.
—¿Puedo interrumpir? —un escalofrío le recorrió las piernas, haciéndola gemir en respuesta—. Tu teléfono no ha dejado de sonar desde que entraste, lo dejo aquí para que puedas atenderlo.
—Gracias, Gio —le sonrió, secándose las manos antes de agarrar el aparato de varios miles. Él le devolvió la sonrisa, encendiendo una vela que se apagó antes de salir del baño.
Buttercup no pudo evitar inclinarse, inspeccionar cada uno de sus movimientos, desde estirar los brazos para agarrar la caja de cerillos, hasta agacharse y encender el pábilo. Ese hombre era sexy sin intentarlo, después de las sesiones siempre parecía incrementar su atractivo.
—¿Diga? —canturreó cuando entró la llamada.
—¿Dónde estás? —tal vez debió ver la pantalla antes de contestar. Bubbles sonaba bastante histérica, lo cual no era nuevo, se comportaba de esa forma algunas veces cuando tenía secuelas de la abstinencia.
—En una tina de baño, ¿y tú? —intentó bromear. En ocasiones funcionaba para distraer a su hermana, hacerla reírse un poco y hacer tiempo hasta que volviera a casa.
—¡No estoy para juegos ahorita Buttercup! Dime dónde estás y cuánto tiempo vas a tardar en volver a casa —y había días en los que no funcionaba la estrategia.
Buscó un reloj en las paredes del baño, por supuesto no había ninguno. La única maniática que ponía relojes en cada rincón para nunca llegar tarde era Blossom, Giovanni era un hombre normal, no necesitaba tantos. Así que miró la pantalla del teléfono, puso la llamada en altavoz y volvió a sumergirse, dejando un brazo a fuera, así no tendría que secarse las manos dos veces.
—Estoy con alguien, ¿feliz? Te dije que iba a salir y no creía volver hasta mañana temprano —no hubo mentiras ahí. En cada ocasión dónde Giovanni la invitaba a su piso, resultaba muy difícil decirle que no porque siempre quería más y más y más.
—Vale, pues dile que lo siento mucho… a quien sea, pero necesito que estés aquí ya, pero digo ya, Buttercup.
—Bubbs, ¿estás bien, estás herida? —buscó su toalla antes de levantarse, juraba haberla puesto cerca de dónde estaba—. ¿Ese pedazo de mierda fue a pararse a la casa? —cuando al fin la encontró, luchó un poco por salir de la bañera sin tropezar, envolver su cuerpo en el algodón y secarse los pies en el tapete.
—Estoy bien, físicamente hablando, emocional es otro asunto pero no tengo tiempo para eso, sólo… necesito que vengas, ¿sí? Es urgente.
Entonces colgó la llamada.
Buttercup agarró el teléfono, deseando no tener los pies ni tantito mojados o sufriría una horrible caída. Corrió hacia la puerta, luchando un poco por girar la perilla con la mano que sostenía el teléfono. Al entrar en la habitación encontró el escenario al que ya estaba habituada, Giovanni se percató de su expresión, dejó lo que tenía en las manos sobre la cama para acercarse a ella.
—¿Sucedió algo? ¿Necesitas…?
—Estoy bien —lo interrumpió, sorprendiéndose al escuchar su voz cortante—, es mi hermana, no fue muy clara con lo que sucede pero… necesito volver a casa, ¿quedamos para otro día?
Giovanni la tomó de los hombros, estrechándola contra él al besarla con esa intensidad que lograba ponerla de rodillas.
—Asegúrate de quedar libre para la siguiente, tendrás que compensarme esta noche.
—Sí, señor.
Corrió al armario para vestirse. Comparado con el tiempo que se tardaba en alistarse para la escuela, se sorprendió con la rapidez para volver a amarrarse las botas. Se despidió de Giovanni agitando la mano y desapareció en las puertas del elevador. Durante la bajada llamó al taxi, el único conductor en el que confiaba lo suficiente para llevarla y traerla del piso de Giovanni, Mitch.
Lo único que necesitó fue decirle que Bubbs parecía estar en problemas y él hizo lo que mejor sabía hacer; conducir con exceso de velocidad importándole un puto carajo las leyes de tráfico. Había que agradecer la hora, o no habría sido posible llegar en el tiempo récord de cinco minutos. Buttercup se despidió de su amigo, agradeciendo por enésima vez sus habilidades detrás del volante. Corrió la colina hacia la casa, preguntándose porque mierda no voló de regresó, si tenía putos superpoderes.
Tampoco voló para alcanzar a su hermana, por alguna razón.
—¡Bubbs! ¿Estás bien, qué sucedió, qué necesitas?
Su hermana, atragantándose los bollos que había preparado desde la tarde, le extendió una polaroid. Estaba arrugada de las orillas, explicando lo nerviosa que estaba la rubia.
—Es una foto de Blossom, ¿y? La zorra se fue a estudiar olvidando que tiene familia.
—Dale la vuelta —Buttercup lo hizo.
Arrugó la frente al leer el mensaje. Igual a como hizo Bubbles al leerlo.
—Dos meses, ¿qué mierda significa eso?
Bubbles tragó, se limpió la jalea con el dorso de la mano y habló.
—Lo mismo me preguntaba yo. Así que revisé hoja por hojas estos directorios que venían en la caja —explicó, guiando a Buttercup al sillón, dónde estaban los enormes tomos de hojas amarillas, todos ellos estaban marcados por papelitos de colores, cinco cada uno—. Me pareció de los más raro recibir un paquete así, lleno de estos bloques de papel y sólo una foto al fondo. Así que los revise en caso de que… bueno, paranoia. Y… será mejor que lo veas tú —tomó una gran bocanada de aire, extendiéndole una nota adhesiva a Buttercup.
Ella miró el papel, a su hermana y de regreso el papel, lo tomó con cierta agresividad y lo leyó. Lo leyó de nuevo. Y una tercera leída, despacio, asegurándose de no confundir ninguna de las palabras.
—¿Cómo sabes que eso es lo que debería de decir?
—El orden de las páginas, no marcaron palabras, Buttercup, marcaron letras en las páginas. Cinco palabras por directorio y déjame decirte, hermana, no fue fácil. Me tardé mucho en lograr encontrar un significado a las letras marcadas con rojo… Butch vino a buscarte, por cierto, dice hola, hablamos un poco, mencioné a Damien, no preguntes —advirtió, cuando Buttercup hizo el gesto de interrumpir—. Caso es que me quedé pensando, y como ya no podía hornear nada porque era muy, muy tarde me puse a ver los directorios, ¡ja! Imagina mi sorpresa cuando entre toda esa tinta negra hubo manchas rojas, separadas por la página. Tardé horas en encontrar todas las palabras y unos minutos más en entender el orden en que deberían de ir.
Buttercup se dejó caer en la parte despejada del sillón. Repitiendo el mensaje hasta asegurarse de grabarlo a fuego en su memoria.
—¿Quién lo envió? —Bubbles se encogió de hombros.
—Tocaron la puerta y cuando fui a abrir ahí estaba.
De haber sabido que al llegar a casa sería atacada por ansiedad y deseos de sangre, los cuales no tenía desde hace años, se hubiera quedado con Giovanni, habría terminado su baño y se habría untado aceites en el cuerpo para suavizar las partes dónde la cuerda le hizo daño.
—Supongamos que esto es real y no una broma, ¿qué quieres que hagamos? Queda claro que no significamos gran cosa para Blossom, y si no fuera así, ¿por qué lleva dos putos años sin visitarnos? Ni una carta de navidad, una llamada, nada.
—Es nuestra hermana —respondió la rubia—, nos gusté o no, sea o no agradable su actitud hacia su familia, es nuestra hermana. ¿Qué otra razón tendrían para enviarnos esto?
Buttercup miró tanto la foto como la nota.
Tal vez tuviera invertidas las prioridades, muy seguramente sucedía así. Y aunque no fuera, ¿quién tomó la fotografía? En Townsville solo Mitch y Robin sabían lo de Blossom, su ingreso a Harvard y lo mucho que se esforzaba por ignorarlas. Nadie más. Se esforzaron mucho por mantener a los reporteros con la boca bien cerrada.
—¿Extorsión? Mira, creo que estamos saltando a conclusiones. Quién sea el pedazo de mierda que envió todo esto, debe de saber quiénes somos, debe de haberlo enviado esperando dinero a cambio —pateó la caja vacía. Lo que realmente deseaba hacer en ese momento era freírla hasta reducirla a cenizas—. Puedes intentar llamarla y decirle lo que… ¿dijiste que Butch vino a la casa?
Bubbles asintió, cerrando los directorios.
—¿A penas estás registrando lo que te dije? Vino a buscarte.
—¿Para qué? —Bubbles elevó una ceja con intensiones burlonas—. Oh, sexo, claro. Entonces, ¿volvieron a la ciudad?
—No, Butch dijo que estaba de paso, mencionó algo de reunirse con sus hermanos en Cambridge —Buttercup soltó los directorios, dejándolos caer en su pie—. ¿Acaso eso no te dolió? A mí me duele.
—¿Cambridge, dijiste Cambridge?
—Eso dije, ¿tu cita salió bien, BC? No veo nada raro en el hecho de que los Ruff se quieran reunir en Inglaterra, también son hermanos. Además es un lindo país, yo viajé ahí para la presentación de Sweeney, ¿recuerdas? Oh, tal vez no lo recuerdes, no tenía permiso para viajar. Es un maravilloso lugar.
—¡Bubbles! —la detuvo Buttercup, pisando los directorios y deformándolos en el proceso—. No están en Inglaterra, Townsville no queda de paso hacia Cambridge. Están en Massachussets —su hermana tardó unos segundos en comprender lo que sucedía.
—Bloss —se cubrió los labios con las manos—. Eso no tiene sentido, ¿por qué irían los tres? ¿Crees que tengan algo que ver con esto?
Buttercup negó con la cabeza, arrastrando los pies a la cocina. Necesitaría llenar su sistema con alcohol para soportar el resto de la noche.
—No saltemos a conclusiones… todavía —sacó el teléfono del interior de su chaqueta, sólo después de haber vaciado su botella de cerveza en una empinada—. Sí, soy yo, mi hermana me dijo que viniste a la casa —Bubbles se sentó a su lado en la isla de la cocina. Si quisiera, podría espiar su conversación, pero no quería escuchar todas las cosas que le diría Butch a su hermana—. Cierra el pico y escúchame, para variar. Si todavía no has ido a ver a la zorra que tengo por hermana ven mañana… o más bien ven en unas horas, necesito hablar contigo.
Bubbles arrugó la nariz, fijando su mirada en Buttercup.
—De verdad me pone de malas que llames a Blossom una zorra. Sólo decidió desaparecer, no es como si se hubiera acostado con la mitad de la ciudad.
Cuando Buttercup colgó, hubo una sombra cubriendo sus ojos.
—¿Butter?
—Ve a dormir, ya hablaremos más tarde.
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Si tan solo el impulso natural por poner mala cara no hubiera atacado cuando lo hizo, existía una gran probabilidad de haberse evitado la forma en que los demás comensales estaban observándolos, atentos al más mínimo movimientos de cabeza, cuidaban cada parpadeo y sacudida de cabello. Los vigilaban como si fueran celebridades.
No importaba el esfuerzo que hiciera por alejarse, poner una distancia entre ella y Brick de modo que pudieran hablar sin estar uno encima del otro. Un objetivo por decir poco imposible, él estaba empeñado en tener esa conversación sin soltarla. Cualquiera que viera hacia su mesa sería incapaz de ver la fuerza con la cual Brick sujetaba su muñeca, para ellos eran nada más una pareja, una atractiva y llamativa pareja teniendo una discusión. Desacuerdos de pareja, murmuró una chica a su grupo de amigos.
¿Por qué la situación tuvo que desviarse así? ¿Acaso no tenía permitido un poco de normalidad en su vida?
La respuesta parecía ser no. Naciste con superpoderes, creciste luchando con villanos y monstruos, la normalidad es un lujo que no te puedes permitir.
Esa era la oración repitiéndose una y otra vez en su mente. La molesta y aguda voz a la cual solía llamar conciencia, recordándole las cosas que jamás estarían a su alcance.
—No tienes que hacer esto tan difícil, ¿sabes? Es una charla, no puedes salir lastimada de una charla entre dos personas racionales… a menos que tú no lo seas.
Blossom se mordió el labio inferior, ya no tenía fuerza para seguir enfriando su sangre, notó el rubor subir por su rostro iluminando más que sólo sus mejillas. Odio tener esa respuesta física al instante, Brick sonrió, inclinándose sobre ella para cubrirla con su cuerpo.
—Y no lo haré, porque nada me obliga a hablar contigo.
—¿Es eso? —una de sus cejas dibujó un arco en su frente—. Entonces debo asumir que cuando me arrastraste hacia un salón vacío fue sólo por… ¿desahogarte?
Justo cuando Blossom creía que era imposible dejarse en vergüenza más de lo que ya lo había hecho, descubrió lo equivocada que estaba. Deseaba marcharse con la intensión de evitar tener esa conversación. Lo que fuera para poder tener a Brick tan lejos como fuera posible, por lo menos intentaría hacerlo hasta agotar sus fuerzas.
Nunca consideró la posibilidad de que fuera él quien forzara la conversación.
Mucho menos iniciarla con la noche dónde se toparon fuera de los dormitorios, la charla en la cuál ella pretendía decirle que no iba a suceder nada entre ellos, lo que alguna vez fue sería lo único. Y de alguna forma esa noche terminó no solamente besándolo por un impulso cuyo origen no encontraba, sino que además, por razones que no comprendía, Brick no dijo que no cuando ella simplemente lo arrastró por el cuello hasta uno de los salones más abandonados de la carrera.
A la mañana siguiente su instinto le gritó que corriera, alejarse tan pronto como fuera posible y pretender que nada sucedió.
Era evidente lo mal que salió el plan.
—No voy a negar lo agradable que fue ese encuentro —Brick enredó un largo mechón pelirrojo en su dedo, usándolo como una excusa para que Blossom se acercara más a él—. Me pone a preguntarme si lo hiciste pensando que yo era alguien más o…
—¡No!
Logró darse cuenta, muy tarde, de lo impulsiva que fue su respuesta. Quiso cubrirse la boca para impedirle a su cerebro volver a traicionarla, también fue demasiado tarde para eso. Él ya estaba encima de ella, apretando sus mejillas con una mano mientras la besaba.
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I've come here, once again.
Si, si, si, si, ya saben, no tengo idea de que poner aquí. Cada vez quedo con menos ideas. Pero de verdad espero que vayan disfrutando de la historia, creo que por ahí en la primera versión pondré un anuncio o algo, para que los lectores de esa versión sepan que existe la nueva.
I don't know.
Como sea, nos estamos leyendo y nos veremos en la siguiente actualización.
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A gremlin in desperate need of a haircut.
