El desorden se había apoderado del salón de clases, todos los chicos corriendo por todas partes, ya tenían 16 años y seguían comportándose como unos críos de 11, las chicas por otra parte estaban reunidas entre ellas para hablar de temas tan triviales como moda, chicos y actividades del fin de semana. Y ahí estaba Zim, igual de solo como los años anteriores, le extrañaba que su enemigo no se hubiese presentado a clases.

-Quizá enfermó y murió, que maravilla...no habrá sido por lo que le di ¿verdad?... ¡pft! como si me importara.

Y de la nada un gran sonido calmo el ruido del salón, ese fuerte sonido de la perilla de la puerta golpeando la pared cuando es abierta bruscamente, entre el silencio que se generó, unos pasos hicieron eco por todo el salón, el dueño de estos era nada más ni nada menos que Dib, tenía la mirada en el suelo, las manos escondidas en los bolsillos de su pantalón y el cabello ligeramente despeinado. Siguió caminando hasta el otro lado del salón donde se encontraba su asiento y al momento de pasar enfrente del puesto de Zim le dirigió una corta mirada acompañada de una sencilla sonrisa que volvió a esconder a como estaba antes hasta llegar a su asiento. En ese corto lapso de tiempo Zim pudo ver unos ojos vacíos acompañados de unas enormes y marcadas ojeras.

-Seguramente estuvo despierto toda la noche tratando de descubrir mi malévolo plan, y estoy muy seguro de que no lo logro, estupidez humana claramente.

-Bueno chicos, hoy hablaremos sobre las criaturas ¡Que no existen! los unicornios ¡No existen!, las hadas ¡No existen!, los juguetes que hablan ¡No existen! y los finales felices ¡No existen!- Repetía y seguía repitiendo la Srta. Bitters.

El aburrimiento se apodero totalmente del salón, la mayoría sostenía su cara en su mano apoyada en la mesa para no caer del sueño, Zim era uno de ellos, claro que no trataba de concentrarse en la explicación de su maestra, si no en su plan y en la posibilidad de que Dib lo haya descubierto. Fue tanta su curiosidad que inconscientemente dirigió sus falsas pupilas hacia Dib, solo para descubrir que este también lo estaba mirando y por su cómoda postura podría decirse que desde hace un rato.

-¿Eh?- Dijo Zim en silencio pero muy sorprendido.

Dib había visto a Zim mirarle y aun así no se detuvo, ni siquiera se alarmo. Aun desde lejos Zim podía observar los ojos de Dib y darse cuenta de que esa mirada no le estaba transmitiendo odio, no sabía lo que era pero fuera lo que fuera, lo hacía sentir incomodo, esto aumento aún más cuando vio la lengua de su enemigo salir de su boca y recorrer sus labios, por lo que rápidamente volvió a mirar a la maestra confundido pero, por alguna razón, aun con ganas de seguir mirando al humano.

-Y el amor ¡No existe!, y el... ¡Ya váyanse!

La clase entera dio un gran suspiro y todos salieron en montón del salón, dejando nada más que vacío y silencio si no fuera por dos chicos, Zim que no acostumbraba a salir junto con el montón, y Dib que solo salía después de que Zim lo hiciera. Pero en estos momentos el irken estaba demasiado confundido como para dar el primer paso, así que Dib se tomó la molestia, se dirigió a la puerta con la misma posición que cuando entro, pasando por el puesto de Zim quito una de sus manos de su bolsillo y arrojo un papel que cayó en su mesa, luego siguió su camino. Zim miro el objeto sobre su mesa extrañado.

-Explícate.- Dijo Zim.

El humano no le respondió, ni lo miro, solo siguió su camino.

-¡¿Quién se cree que es para ignorar a Zim?!- Se subió a su mesa.- ¡Nadie ignora a Zim, nadie!- Guardo su egocentrismo por un momento, se bajó de la mesa y adopto una posición más calmada.- ¿Y qué es esto...?- Zim desarmo el trozo de papel hasta que quedara liso, era una carta.

Hey Zim

Quizás ya lo notaste pero estuve toda la noche despierto, y no fue para vigilarte, (aunque debo admitir que si me dieron muchas ganas) no, en un momento en el que trataba de descubrir la mierda que me habías dado mi cuerpo comenzó a sentirse extraño, y obviamente fue tu culpa, si trato de explicarte lo que estoy sintiendo no comprenderás nada pero te diré que hasta este momento me sigo sintiendo igual, sé que es tu culpa así que más te vale que salgas de la eskuela (con k) y me esperes en la entrada, sé que no te vas a acobardar, te espero.

Atte. Tu enemigo.

Zim termino de leer con dificultad la carta, hablar humano era una cosa pero saber leer su idioma es otra. Encerró la carta en su mano con un puño y comenzó a caminar. Llego a la entrada y a lo lejos vio a Dib, no lo estaba esperando, al contrario, se iba y al momento de ver a Zim saliendo de la eskuela dibujo una extraña sonrisa en su rostro y salió corriendo.

-¡Dib! grrr... ¡Te maldigo!- Grito a los cuatro vientos y comenzó a correr tras Dib.

Seguía desde lejos a Dib, la raza irken no estaba hecha para correr, sus cuerpos se habían acostumbrado a la utilización de máquinas para su transporte, por lo que a Zim se le complicaba bastante el hecho de alcanzarlo o siquiera seguirle el paso. Pasaron unas cuantas calles para que Zim se percatara de que el humano más que estar escapando lo estaba guiando, y el lugar era el hogar de los Membrana.

-Este humano se cree más listo que yo, solo debo llamar a Gir para que me dé un aventón.

El irken se dispuso a sacar su comunicador para hablar con Gir, lamentablemente Zim se dio cuenta muy tarde de las intenciones de Dib, y al momento de sacar el objeto este recibió un disparo dejándolo inservible e inmovilizando a Zim de la impresión.

-Ni lo intentes Zim.- Dib se dejó ver desde una de las paredes exteriores de la casa, sostenía el arma.

Zim solo podía mostrar sus reacciones con sus ojos, los cuales miraban asustado al cuerpo del humano y el objeto en sus manos.

-¿Mmm? Ah ¿Esto?- Dib enseño su arma.- Solo puedo usarla en caso de emergencia.- Se encogió de hombros.- Ahora, quiero que entres a la casa y sigas mis instrucciones, si intentas algo extraño te matare.- Dijo apuntando a Zim con el arma.

Zim hizo una mueca de enojo y siguió las instrucciones de Dib con desconfianza sin apartar su mirada de él.

-¡Y no mires mierda!- Grito Dib con un tono molesto asustando más a Zim.

Sus pasos pasaron por todo el jardín hasta llegar a la puerta de la casa, la cual Dib abrió de una patada sin quitar a Zim de enfrente, el irken ahora solo caminaba, ya había estado en la casa antes así que no tuvo problemas ni dentro ni fuera de ella. Pasaron la cocina llegando a las escaleras, sobre ellas una larga alfombra magenta que llegaba hasta el piso. Zim iba a pasar sobre ella para subir cuando Dib le detuvo.

-Detente.-Zim obedeció.- Mueve la alfombra.- Ordeno Dib.

Zim se agacho con desconfianza, movió la alfombra hasta los peldaños dejando el suelo descubierto, y en él, una manilla de metal, Zim se quedó mirándolo sin saber qué hacer.

-Tómala y jálala.- Dib sonaba apresurado.

Como había ordenado, Zim tiro de la manilla levantando un trozo del suelo, se trataba de una pequeña compuerta, Zim se asomó y miro el interior con curiosidad.

-Pft...Haha.- Dib rio despacio y tapando su boca.

Zim extrañado giro la cabeza para ver a Dib, pero lo único que pudo ver fue la suela de su zapato. Dib con fuerza pateo la cara de Zim, precisamente la boca, haciéndolo caer dentro de lo que podría ser el sótano.

-Tsss...Ou.- Zim recorrió sus labios con su lengua, le sabía a su sangre, Dib le había roto los labios.

-No seas llorón.- Se escuchó la voz de Dib.

-¡¿Que te da el derecho de herir a Zim?!-Dijo Zim luego de ponerse de pie.

Dib se apareció desde la oscuridad del lugar, no se detenía, se dirigía hacia Zim. Ya enfrente de él, le regalo una fría mirada con un fuerte puñetazo directo al estómago del irken que expulso todo su aire.

-Ah...-Un débil suspiro.

Zim sujetaba su estómago como una estatua, no se movía. Dib agarro a Zim desde el cuello de su túnica, lo levanto y lo acerco a su rostro.

-¡¿Quien dijo que podías quejarte?!

Dib le abofeteo la cara en ambos lados, lo lanzo con fuerza hacia arriba y mientras caía lo remato con un rodillazo en la cara, el pobre irken solo pudo caer al suelo indefenso.

-Ha...Hic...tss ah.- Zim aguantaba las ganas de quejarse y sufrir...

-Párate, ahora.- Ordeno Dib acercándose a Zim que solo podía quejarse y mirarlo con rabia.- ¡QUE TE PARES MIERDA ESPACIAL!

Dicho esto, Zim intento ponerse de pie ayudándose con las manos inútilmente, y debido a su tardanza Dib le propino una fuerte patada en la cara que movió a Zim unos cuantos centímetros.

-¡PONTE DE PIE!-Dijo presionando los puños.

-Ha...D-Dib...Nh...No...No puedo.-Decía quejándose por el dolor que le provocaba mover sus labios rotos y los músculos de la cara moreteados.

-De acuerdo, por esta vez lo haremos a tu manera.

Terminadas sus palabras volvió a acercarse a Zim y dirigió otra patada ahora al estómago, el irken se movió otros centímetros, otra patada a la cara, se volvió a mover, otra en el brazo, otra en el cuello, otras dos más en el estómago, otra más a la cara.

-¡Ack! Ahai... ¡Ah!...Kgh...Khampf.- Se quejaba el irken sin la oportunidad de poder levantarse.

-¡¿No querrás levantarte ahora, eh?! ¡Puta escoria!-Por el tono de Dib se podía saber que se divertía.

Dib siguió pateando al pobre alíen hasta que su cara moreteada dio de lleno con la pared.

-Ha...Kgh...Ah...ha.-Podía al fin respirar tranquilamente.

-No te relajes mucho, solo te estaba moviendo, ahora sí que quiero que te pares.-Miraba a Zim por lo alto.

-Pe-pero com-

-¡HAZLO COMO PUEDAS PERO HAZLO YA MALDITA SEA!- Se dio media vuelta y fue a algún lugar del sótano.

Zim dio un pequeño salto por la impresión de su grito. Trato de levantarse, le dolía todo, sentía su squeedly spooch deshecho, el cuello incapaz de soportar el peso de su cabeza, el brazo izquierdo hinchado, y la cara como si no tuviese piel del ardor. Masajeo ligeramente su brazo y trato de levantarse, con dificultad se puso en cuatro afirmándose con las rodillas y los antebrazos.

-Vaya vaya, que posición más excitante.- Dijo Dib apareciendo con una caja entre su brazo y su torso.

-Ha...¿Q-Que...?-Preguntaba con la respiración complicada sin comprender el significado de esas palabras.

-Olvídalo y ponte de pie de una vez.

-E-eso trato...ha.

Tratando de tardarse lo menos posible levanto una pierna y luego la otra ayudándose con su brazo saludable, finalmente estaba de pie, aunque su postura no era la más correcta, sus rodillas estaban juntas, sus pies separados, la espalda ligeramente encorvada y sostenía su brazo herido.

-Correcto, ahora apégate a la pared, que tu espalda la toque.-Tenia un tono apresurado y de poca importancia.

Zim se movió unos cuantos pasitos hacia atrás hasta literalmente golpear su espalda con la pared.

-Estira ambos brazos apegados a la pared.-Decía mientras buscaba algo en la caja.

Zim obedeció, el brazo izquierdo le costó mucho más moverlo pero estaba igualmente apegado, el frio de las paredes le aliviaba un poco.

-Haha que obediente Zim, así estamos bien, solo por eso te dejare las piernas libres.-Con un ligero tono de risa.

Dicho esto Dib se acercó a Zim con una placa curvada de metal y un taladro, Zim miro los objetos con curiosidad y algo de miedo, el humano coloco la placa sobre el brazo izquierdo de Zim y utilizo el taladro para colocar cuatro clavos y apegar la placa a la pared.

-¿Q-que haces...?-Pregunto asustado.

-Cállate.- Dib respondió antes de que Zim terminara de hablar y de forma cortante.

Zim se tragó sus palabras y observo a Dib hacer el mismo procedimiento con su brazo derecho.

-Veamos, intenta quitar los brazos.

Zim trato de pasar sus manos por la parte curvada de la placa pero el espacio era demasiado pequeño y lo único que conseguía mover eran sus hombros, logrando una carcajada de parte de Dib al verlo hacer tal ridiculez.

-Pft...¡AHAHA!...Hay Zim, correcto, si, así está bien.- Sacudiendo levemente su cabeza para calmar la risa.

Zim se sintió humillado, tenía tantas ganas de decirle unas cuantas verdades a Dib en ese momento que comenzó a presionar y arrugar los labios.

Dib bajo la mirada hasta la parte inferior de Zim y sonrió mordiéndose los labios, se agacho y con impaciencia y desesperación bajo los pantalones de Zim, sorprendiendo y alarmando al pobre irken que trato de cerrar sus piernas por la vergüenza que estaba sintiendo (aunque claro, él no sabía lo que era) solo para lograr una bofetada de parte de Dib que lo miro presionando los dientes, puso cada una de sus manos en una rodilla de Zim y bruscamente las abrió por completo.

-¡Kgh!-Zim dio un pequeño grito.

-¡No cierres las pier... ¿H-uh...? Zim que ra... ¿Eres mujer?-El humano estaba completamente confundido.

-¿C-cómo?-Zim que nunca había visto su parte baja estaba tan confundido como Dib, hasta donde el sabia era un irken macho.

Frente a los ojos de Dib se encontraba algo totalmente igual a un aparato reproductor femenino humano.

-Ha...Bien, da igual.-Dio un suspiro.

En su mano derecha junto el dedo índice con el medio y comenzó a introducirlos. Primero rozo la entrada para ver si Zim reaccionaba.

-¡W-Wha! ¡¿Qu-que haces humano?!-La voz de Zim sonó débil y más aguda.

Dib rio por lo bajo y se dispuso a meter los dedos.

-Ah... ¡AH! ¡W-WHA! ¿Qué pasa? ¡¿Qué pasa?!-Zim comenzó a alarmarse.

-¿Que demo...?

En el momento en el que Dib iba a meter sus dedos en la entra de Zim algo salió de esta. Comenzó saliendo lentamente, gran cantidad de líquido con el también, la punta primero, luego el resto, eso de seguro era su miembro, y era idéntico a la lengua de Zim solo que más grande y oscuro.

-Ha...Ah... ¿Qu-que es eso?-Pregunto confuso y tartamudeaste el alíen al ver tal cosa en su parte baja por primera vez.

-Pft...Parece ser tu pene Zim.- Decía Dib conteniendo una pequeña carcajada.

-Ah... ¿Mi...mi qué?

-Whoa que asco Zim ¡Ahaha! ¡Dios, que repugnante eres!, mira como tus jugos siguen escurriendo ¡HAHAHA!-Ahora se reía a carcajadas.

Zim se sentía humillado y no podía hacer nada para evitarlo, solo agacho su cabeza para ocultarse.

-¡Hahaha...!-Abofeteo a Zim.- ¡OYE! ¡Mírame carajo!-Ahora un puñetazo en el estómago.

Zim por el reflejo del dolor miro a Dib, su mirada lo asusto, tenía los ojos vacíos y su boca seria temblaba como queriendo reír, Zim trago saliva y Dib se dio media vuelta a buscar algo.

-Ah...Ha...-Zim jadeaba.

De pronto se escuchó un molesto sonido que hizo a Zim apretar los dientes, Dib caminaba de espaldas, con sus manos arrastraba una mesa de metal llena de objetos que Zim no alcanzaba a divisar.

-Khg...¡Como pesa esta mierda, carajo!

El humano llevo la mesa al lado izquierdo de Zim y descanso unos segundos afirmando sus caderas.

-Uf...bueno Zim hay mucho con que jugar y mucho tiempo ¿Qué es lo que hare? Haha...-Rio Dib y Zim solo pudo responder con una mirada de asombro y terror.

Al lado del irken se encontraba una mesa, sobre ella una enorme cantidad de diversos objetos sin relación entre ellos, entre estos estaban un bate de béisbol, palos de golf, pesas de mano, alicates, cuchillos y navajas, una botella, mucha cuerda, etc.

-Haha... ¿Qué es lo primero que haré?