NOTA:
Dios, no saben cómo lo siento. No planeaba tardarme tanto en subir este capítulo. Pero sucede que era el capítulo que más quería escribir, quería escribirlo como se debía, y tuve inconvenientes en el camino; mi celular se echó a perder, y yo escribo con el celular, así que digamos que después de eso no me dieron muchas gracias de seguir escribiendo xD
Pero bueno, solo eso U.U discúlpenme. Pero espero que este capítulo pueda ser de su agrado, puedo decir que es el capítulo en el cual he puesto más empeño UwU
Con el odio acumulado siendo transmitido hacia sus manos y ejerciendo aquella fuerza bruta sobre el cuello de Zim había logrado destruir lo poco saludable que le quedaba en ese momento, el interior, literalmente. Pero se sentía dominante al hacerlo.
Por unos cuantos segundos no hubo cruce de palabras, Dib incluso había dado alto al sus caderas, solo miraba el repulsivo cuerpo de Zim, jadeaba.
-Ha...Ah...Haha...-Soltó una leve pero clara risita.- ¿Me odias?- Dijo luego de relamer sus labios medio-rostizados.
Dib levanto una ceja y volvió a embestirlo con la fuerza a la que acostumbraba, haciendo caso omiso a lo que Zim había hablado, como si aquel silencio hubiera sido solo el comprobante de que el alíen seguía con vida.
-Ngh...¿Esto...hacen los humanos...hu...cuando se odian?-Preguntaba débil entre respiraciones agitadas.
-Gh...Sí, sí. Comienza a gemir de una vez.-Respondió por fin el humano con tono molesto.
-Huhu...Entonces...
Zim con esfuerzo coloco ambas manos sobre la espalda sudada de Dib.
- Esta bien si colaboro en esta muestra de odio ¿verdad?-Sonrió para sí mismo al no poder girar el rostro para dedicarle aquel gesto al humano.
Digirió lo más rápido posible aquella repentina confesión para luego tomar el rostro muerto de Zim por las mejillas y poder ver su rostro, desagradable, pero lo omitió y le dedico su sádica sonrisa.
-Si puedes...
Y sin atrasar más el proceso importante, volvió a moverse pensando en que ahora Zim se estaba entregando a él. Pero se sorprendió.
-¡Mierda!-Grito interrumpiendo un jadeo que daría.
Zim había clavado sus uñas en la espalda de Dib.
-¡Ah, Dib! ¡Ngh!-Gimió sin escrúpulos cerrando sus ojos.
Los gemidos de excitación de parte de Zim callaron las palabras de castigo que Dib estaba a punto de darle, a cambio acelero su movimiento.
-¡Ghu! ¡AH, AH, DIB! Se...Ngh, Ah.-Zim gemía con placer, gemidos que encendían mas al humano.
-Haha, cada vez eres más puta ¿verdad? Gh...
-¡Ah, ah!
Clavo con fuerza sus uñas como abrazando a Dib desde adentro.
- ¡GH!-Apretó los dientes por el dolor.- ¡Oh por...relájate!
Acelero con furia el movimiento de caderas para debilitar las fuerzas de Zim. No acababa de comprender lo que le sucedía pero mentiría si decía que no le gustaba ese repentino cambio.
Sentía el cuerpo de Zim menos tenso que antes, pudo entender que realmente le estaba gustando, pero ¿Era realmente eso? ¿Zim estaba entregándose?
-Tss...¡Gh! Ah...Oh...me vine antes de tiempo, ah.-Dijo luego de exhalar su excitación al correrse.
-Ah...Ghu... ¡Quema!-Un intento de grito con las pocas fuerzas que le quedaban a su garganta.
El azabache descansó un poco, mientras tanto, unos débiles pensamientos recorrían su cabeza. No era la primera vez que el alíen actuaba así, no, ayer había sucedido lo mismo, pero no comprendía el porqué, y la verdad era que Zim tampoco. Pero había algo que el alíen si sabía. Sabía que lo de "ayudarlo" era solo un invento para una razón que ni el mismo entendía, lo único claro era que aquel dolor sentido en todas esas ocasiones ya no le producía la misma sensación.
-Hmp, no te relajes, te dije que hoy te llenaría.-Agitado.
Detuvo su descanso para salir de Zim, acto seguido, voltearlo.
-Vamos, levanta el culo.
Mientras esperaba el cumplimiento de su orden, se masturbaba. Zim, por su lado, hacia lo posible por obedecer, pero al intentar levantar su parte trasera, su quemada piel raspaba el suelo de cemento, creándose heridas que se ensuciaban con tierra, el dolor que esto le provocaba lo hacía tardar un poco más, pero era algo que no se podía permitir, así que tomó aire y deslizó sus rodillas juntas hacia adelante intentando tocar sus codos, raspando de esta manera sus piernas quemadas.
Se quedó en esa vergonzosa posición que no lo dejaba ver lo que el humano haría, aun sabiéndolo. Era una posición que más que nada, lo desesperaba.
Dib estaba tardándose, pero jamás se atrevería a preguntarle el porqué, así que solo siguió esperando con más miedo que antes. Pasaba que Dib se había entusiasmado mucho con su "trabajo" aun sin olvidar lo que debía hacer. Y cuando los nervios de Zim se habían calmado un poco más, Dib lo penetro por completo de una sola embestida dejando al irken solo con una raspante inhalación de su parte. Al instante, Dib tomo a Zim de las muñecas levantándolo y dejándolo en una posición parecida a una reverencia. La cabeza del alíen se mantenía muerta entre sus hombros ya que su cuello roto no podía sostenerla, sus pies no eran lo que lo conservaba en pie, si no la fuerza que Dib ejercía sobre sus muñecas para atraerlo a sí mismo. Lo embestía con fuerza, se metía lo más adentro que podía, como queriendo arrancar sus entrañas, las cuales lo abrazaban.
-¡Ah! Gh...Mi-Mi esto...mago.-Decía absorbiendo en una respiración sus palabras.
-Cállate y gime, puta.-Interrumpió.
-Emh... ¡Hya!-Grito al recibir una brusca estocada diferente a las otras.-Ah... ¡Ah, ah!
El azabache en un momento decidió detener sus movimientos para comprobar algo. En el momento en que se detuvo solo se escucharon sus cansados jadeos. Y, para sus sorpresa, Zim siguió moviéndose por su cuenta unos segundos causando la completa satisfacción de Dib.
-Vaya, así que de verdad te gusta tener el culo abierto ¿ah?
-¡¿Qu...?! No...Es...es...-Los nervios hablaban por si mismos al igual que el instinto de haberse movido.
El humano tomo la situación con una sonrisa y se dejó caer sentado en el suelo aun sujetando las quemadas muñecas de Zim.
-¡Vamos, vamos!-Gritó Dib.-Mueve las caderas.
¿Porque debería hacerlo? Oh, quizás porque era Dib quien se lo ordenaba. Soltó un pequeño jadeo al contener sus lágrimas e intento moverse, sintiendo una especie de corriente que le recorrió la espalda completa y lo hizo gemir.
-¡Aah!
-Hm, no fue tan difícil ¿eh? ¡Sigue!
Como golpes, sus palabras chocaron en su piel y con miedo lo hacían reaccionar. Le dolía todo, aunque claro, cierto lugar más que los otros. Se preparó para su siguiente movimiento, lo único que debía hacer era pararse y dejarse caer, con eso Dib estaría feliz, luego expulsaría cierta sustancia liquida dentro de su vientre que lo quemaría por unos segundos o un minuto, en seguida se reiría por el acto que hacia al quejarse de dolor, esa maldita risa.
Sin más tomó aire y se humedeció la garganta con las sobras de jugos gástricos encontrados en su boca, acto seguido levanto tambaleante sus caderas, sentía el miembro de Dib deslizarse por sus resbaladizas paredes interiores, no sabía que tanto debía separarse, oh, pero vaya que supo que no debía tardarse luego de lo que el humano hizo.
-¡Tardas demasiado!
Dib tomo a Zim de los hombros e inmediatamente lo empujó hacia abajo, posaderas y caderas chocaron entre ellas, Zim quedo con el grito estancado en su garganta y lo expulso con una brusca exhalación para luego recuperar el aire.
-¡Vamos, ya sabes hacerlo!-Dijo en tono molesto.
Zim con esmero intentó repetir el procedimiento que Dib había hecho, se levantaba y se dejaba caer, se levantaba y se dejaba caer…así sucesivamente, durante un rato no dejaba de incomodarle y dolerle cuando caía pero luego fue ignorándolo, e incluso acelero el movimiento, lo suficiente para lograr que los jadeos de Dib se escucharan, no lo estaba mirando ya que se encontraba de espaldas pero probablemente estaba sonriendo, los gemidos de Zim siempre acompañaban el momento con un volumen más alto que los de Dib. ¿Cuánto llevaba haciéndolo por sí mismo? Bueno, de todos modo ¿Qué sabia el de tiempo terrestre? Pero los más importante ¿¡En que momento había comenzado a gustarle?! No podía creerlo, gemía inconsciente, y no precisamente de dolor. La manera en la que el caliente miembro de Dib aventuraba su vientre deslizándose por sus húmedas entrañas que le abrían el paso ahora solo podían encantarle, y no podía evitarlo, necesitaba complacer aquella necesidad y el azabache no ayudaba, solo estaba quieto y jadeando, y eso, de alguna manera, le molestaba, pero no se detuvo, dejaba que sus gemidos salieran cuando lo necesitasen.
-Ah, ah…Mh…Dib…Gha…Dib.-No paraba de repetir el nombre de quien tenía debajo y de quien estaba obteniendo tal placer.
Deseaba saber que era lo que Dib hacía, pero por desgracia, los huesos rotos de su cuello no dejarían que su rostro volteara. Quería decirle que necesitaba de su movimiento.
-Dib…Ah, ah…Se siente…bien.-Dijo jadeante.-Por favor…Ah…muévete…-Las palabras salieron por si solas.
Hubo un breve silencio por un momento, y Zim no estaba seguro si eso era algo positivo, comenzaba a arrepentirse de lo que había dicho, pero finalmente, Dib habló.
-Fufu…-Rio.-Perra.-Dijo para sí mismo.
Y sin tardar, volteo a Zim para verlo a la cara, pero ese vistazo no duro mucho tiempo ya que Dib comenzó a moverse de manera descontrolada, sus mejillas teñidas de rojo por la emoción, el sudor recorriendo cada parte de su cuerpo. Tomó a Zim de la cintura para poder penetrarlo más deprisa y con la fuerza que se le antojara. El chapoteo que se escuchaba junto con el dueto de gemidos era una composición que podría escuchar por siempre.
-Y bien… ¡Gh! Zim…Ah… ¿¡Cómo se siente?!
-¡Ah, ah, ah! Du-duele… ¡Ngh! Pero…se…gh… ¡Se siente muy bien!
-¡AHAHAHAHA! ¡Siempre supe que eras una puta! ¡Haha! Gh…Ya…voy a correrme.
Sin contenerse, dio unas últimas fuertes estocadas antes de correrse. Zim sintió como el pene de Dib crecía dentro de él para luego estallar en un líquido que lo llenó por completo y no tardo en quemarle mientras se fundía en su piel.
-…-Pero en lugar de gritar, quedó en silencio por unos segundos.
Llevó ambas manos a su estómago y lo presiono con fuerza.
-¡WHAAAAAAAAA!-Gritó sin contenerse.
Fue un grito distinto a todos los antes dados, su duración fue muy prolongada, el sufrimiento era claro, además parecía que su garganta estaba siendo destrozada con él, era un grito desgarrador, su quijada no podía estar más abierta, sus lágrimas corrían y corrían por sus mejillas.
Dib estaba asustándose, aun recuperando el aire, miraba de reojo a Zim completamente asombrado. Pero sus gritos no se detenían, así que solo atinó a empujarlo para que se alejara de él. El alíen cayó al suelo pero no pareció importarle. Agarraba los pellejos de piel en su estómago con fuerza, se retorcía de dolor, movía y entrelazaba sus piernas sin control. Cada cierto tiempo se tomaba un segundo para respirar de manera agitada y luego continuar gritando.
-¡¿ZIM, QUE MIERDA TE PASA?!-Entre asustado y molesto le gritó.
-¡MI ESTOMAGO, MI ESTOMAGO!-Gritaba aceleradamente.
Luego de decirlo, comenzó a tener unas especies de cortas convulsiones, iban y venían. Espasmos se apoderaban de su cuerpo.
-No me jodas…-Dijo peinando su cabello hacia atrás.
Dib, quien estaba de pie observando el sufrimiento del irken finalmente pudo ver lo que podía significar el dolor de Zim. De entre sus piernas chorreaba un espeso liquido morado, obviamente la sangre de Zim, fluía con rapidez y sin detenerse. Pero no era lo único, el estómago que Zim tanto se agarraba, parecía moverse, pequeñas montañas aparecían y desaparecían con rapidez, se hinchaba y deshinchaba. Ahora sabía lo que pasaba.
Comenzó a acercarse a Zim con una sonrisa que de vez en cuando se convertía en carcajada. El agonizante alíen había comenzado a toser. Tosía y tosía, y de paso escupía de aquel vino purpura que era su sangre.
El humano se agacho frente a las piernas del chico verde, tomo sus rodillas y las separo sosteniéndolas con fuerza.
-¡Ahahaha! ¡NO PUEDO CREERLO!
Zim no tenía tiempo de preguntarle acerca de su maldita risa. La tos no se lo permitía, solo le daba medio segundo de reunir algo de aire y luego volver a toser. Con agitadas respiraciones irregulares intentaba calmarse, pero toda aquella "calma" que creía estar adoptando desapareció cuando Dib introdujo de lleno ambas manos hasta el codo entre sus muslos sin el más mínimo cuidado.
-¡GH! ¡WHAAAAAAAA!-Volvió a dar un grito de desesperación.- ¡DUELE, DUELE, DUELE, DUELE!-Gritaba suplicando que Dib se detuviera, aun sabiendo que no lo haría. Lloro de impotencia por eso.
-¡Hahahaha! Calma, calma, Haha, ya lo tengo, Zim.
-¡DIB, POR FAVOR!-Volvió a suplicar a modo de grito.- ¡Kgh! ¡AH! Khaf…-Carraspeaba.
Sentía ambas extremidades del azabache moverse con total libertad dentro de su vientre que tanto dolor le estaba provocando.
-Está bastante caliente… ¡Haha! Bien, Zim…Prepárate.
-¡DIB, ESTOY AUSTADO, ESTOY AUSTADO, ESTOY AUSTADO! ¡NONONONONONO!-Agitado y sin fuerzas en la garganta gritaba lo más fuerte que podía, suplicando que Dib no hiciera nada.- ¡POR FAVOR, DIB! Ha…Ha…Hii…-Se ahogaba con su sangre y la necesidad de toser y respirar, pero no paraba de suplicar.
-A la cuenta de tres, Zim.-Dijo con una sonrisa.
-¡OH, NO POR FAVOR, DIB! Gha…Ha…Ha ¡HIIIIII!-Tragaba su sangre para aclarar su garganta e intentar que su voz fuera escuchara por Dib.
-Uno…
-¡TE LO SUPLICO, DIB! HA….ha… ¡Khaf! ¡Khaf! Ha…-Su desesperación hacía que se olvidara de respirar, por lo que su tos lo ahogaba.
-Dos…-Sin siquiera prestarle atención.
-¡NO, NO, NO, NO, NO! HA…Ha…Hig…Khaf, Khaf…-Tosía y tosía, la desesperación y el miedo lo hacían golpear su cabeza, solo quería matarse, el dolor era infinitamente insoportable.
-¡TRES!-Gritó con entusiasmo.
Sin tardarse calvo sus dedos en lo que había atrapado dentro de Zim e inmediatamente jaló hacia afuera.
-¡GHYAAAAAAAAAAAA!-Dio un grito tan sonoro y desgarrador que incluso un sordo al otro lado de la calle hubiese escuchado.
Un montón de carne, sangre, tripas, el vibrador y especies de cuerdas de distintos colores salieron junto con la masa que había extraído. Las cuerdas envolvían sus manos, trocitos de carne muerta y maloliente resbalaban y caían al suelo junto con la sangre que no paraba de escurrir. Dib miraba sus manos con asco y asombro. En ese momento, Zim se había perdido en el espacio tiempo, débilmente inhalaba pequeñas bocanadas de aire, mientras todo su cuerpo descansaba con pequeños espasmos en el suelo.
-Zim.-Escuchó su nombre.
Oprimió sus ojos, y pasó saliva por su garganta, no podía levantar el cuello para mirar a Dib, por lo que solo le siguió la vista con los ojos, pero antes de eso, Dib lo tomo por la antenas, extrañamente, sin brusquedad, para dejarlo sentado. De esa manera quedo frente a frente con el humano, y, con los parpados casi completamente cubriendo sus pupilas observo la extraña masa que el humano sostenía entre sus brazos. Dib quito con cuidado los nervios, venas, tripas, o lo que fueran que cubrían a aquella pequeña masita. En ese momento los ojos de Zim se llenaron de lágrimas.
Aquella pequeña masa era lo que los irkens llamaban "smeet" es decir, era una cría de Irken, eso había salido de Zim, era suyo. Con solo saber eso, por primera vez en mucho tiempo, una, aunque pequeña, sonrisa se dibujó en su moribundo rostro. Permeancia en reposo sobre los brazos del humano, tenía unos pequeños temblores en sus ojitos, era señal de que quería abrirlos, abría y cerraba su pequeña boca, en eso, Zim notó que ese smeet no era por completo suyo, el pequeño irken poseía una lengua humana, también una nariz, y cuatro dedos. En ese preciso momento le dirigió la mirada al humano que sostenía a su smeet. No podía ver sus ojos debido al brillo en sus lentes, pero no fue necesario, ya que Dib también lo miró a él, ambos estaban mirándose y hablando sin abrir la boca, en ese momento Dib se puso de pie y camino hasta algún lugar del sótano aun con la cría en brazos. Zim solo pudo observar su partida siguiéndolo con la mirada atemorizada e intentando alcanzarlo con sus brazos rostizados.
-M…mi…-Dijo entre sollozos.
Pero antes de llorar, vio a Dib llegar aun con el pequeño en sus brazos, Zim sonrió algo calmado. El azabache se arrodilló frente a él y le regaló una sonrisa.
-Nuestro hijo…-Dijo estirando los brazos hacia Zim.
Este no tardo en recibirlo, estaba tibio, era verde como el, no tenía ni pezones ni ombligo, como él, tenía antenas como el, y eran rectas por lo que era un macho. Había abierto sus ojitos, no eran de irken, pero le daba igual, ya que con esos ojos lo miraba y Zim lo miraba también.
Dib interrumpió su momento tomando a Zim suavemente del mentón volviendo así a encontrarse entre ellos. Tenía una suave sonrisa en sus labios, y de estos mismos salieron las palabras…
-Comételo…
Sintió como todo se derrumbó en ese mismo instante, empezando por su sonrisa. Las lágrimas comenzaron a cubrirle toda la cara, su respiración se agito de un momento a otro, y los sollozos iban y venían.
-Pft…-Contuvo una risa.-Oh, pero antes, Zim.
El humano traía su mochila en la espalda, la cual puso sobre sus rodillas y comenzó a inspeccionar sin apuros. Zim solo lo seguía con la mirada cargada de miedo. Acurruco a su pequeña criatura entre sus brazos pese a que le dolían. Pero no quitaba la vista del humano, hasta que finalmente tenía algo en sus manos, fue entonces que el pánico se apodero de todas sus reacciones. Alambre de púas era lo que sostenía. Su cuerpo comenzó a temblar e intento alejarse, pero Dib se lo evito empujándolo y haciéndolo caer de espaldas al suelo.
-Quédate quieto, puta.
El humano se acercó a la entrepierna del irken, pero este simplemente no pudo aceptarlo e hizo lo que debió haber hecho hace mucho, propinó una fuerte y bruta patada directo al rostro del humano, girando su cabeza y haciéndolo retroceder tambaleándose.
-¡Ni lo pienses!-Gritó con ira.
-¡Gha!-Cubriendo su rostro, calló un momento.- ¡ESO DUELE, MALDITA SEA!
La patada que Zim le había dado logró darle un sangrado nasal, pero también una mirada llena de enojo que no se comparaba a ninguna que le hubiese visto, trago saliva en ese mismo momento. Dib volvió a su bolso, y Zim aprovecho para levantarse y correr, pero el tiempo le fue insuficiente, puesto que en menos de dos segundos, Dib ya había volteado, estaba totalmente enfadado. Sin siquiera hablarle, retiró algo de su bolso y enseguida lo lanzo a las piernas del alíen.
-¡GHAAAAAAA!-Este grito al momento que el objeto cayó sobre él.
Una mancuerna de 10 kilogramos.
-¡OH, NO TE VENGAS A QUEJAR AHORA!-Grito a pulmón de una forma gutural.- ¡ESTO ES POR TU MALDITA CULPA!
Volvió a lanzar otra del mismo peso sobre sus piernas y escucho el "crack" proveniente de ellas, había logrado romperle una pierna.
-¡AAAAAH! ¡MI PIERNA!-Intento silenciar su grito para no alterar a la pequeña criatura pero se le hizo imposible.
El azabache dejó caer el bolso al suelo y se agacho a recoger una de las mancuernas y acto seguido usarla cuan mazo sobre la pierna sana de Zim hasta romperla como la otra, dando golpe tras golpe, las ruedas daban de lleno en su rodilla, mientras podía, intentaba moverla lejos pero nunca lo suficiente para que los golpes no lo alcanzaran. Finalmente su hueso se había partido.
Zim callo sus gritos con una de sus manos, encerrándolos en su garganta.
-Bien, así aprenderás.-Dijo agitado.-Ahora, más te vale controlar tus brazos si no quieres que les haga lo mismo aun con tu mierda entre ellos.
Ahora sostuvo con fuerza a su pequeño smeet intento darle su calor con sus brazos y dedicarle una sonrisa ya que este lo miraba absorto de todo lo que ocurría. Pero su concentración fue interrumpida al sentir un dolor en su miembro, algo lo estaba atravesando.
-¡Duele, duele! ¡¿Qué haces?! Gh…-Sollozando.
El humano había envuelto su pene en alambre de púas, su miembro sangraba y palpitaba de dolor, pero no debía gritar, perturbaría a su cría. Solo podía morder sus labios y dejar que las lágrimas le lavaran la cara.
-Solo te pedí que te lo comieras, Zim. Y ahora, gracias a tu estupidez ¡HAHA! También tendrás que cogértelo. ¡AHAHAHAHA! ¡TENDRAS QUE HACERLE LO MISMO QUE TE HAGO A TI!
-…-Tragó saliva horrorizado ante esas palabras.
Zim podría obedecer a todo lo que Dib le ordenara por miedo, pero esto era distinto, si obedecía esta orden solo por salvar su pellejo se sentiría como una vergüenza, no lo haría.
-No lo hare.-Dijo en seco.
Dib frunció el ceño.
-Esto no es para que tú te salves, si no para que tu renacuajo asqueroso se salve, Zim.-Se cruzó de brazos.
-¡No te creo! ¡Mientes!
-¡COMO QUIERAS!
Con pasos fuertes y decididos camino hacia Zim y con fuerza pisó su estómago, aprovechando su distracción ante el dolor, le arrebato al smeet de las manos.
-¡Nooooo! ¡No, Dib! ¡No, por favor!-Suplicaba e intentaba alcanzar a su hijo inútilmente estirando los brazos.
Dib lo miraba desde arriba sin mostrar emoción alguna. Y, ante las suplicas de Zim, comenzó a patearle la cara un sinfín de veces. Pateaba su boca, sus ojos, sus mejillas, en ocasiones tan solo lo pisaba. Lo golpeo lo suficiente para dejar sus palabras inentendibles.
-Hih…Do…De do…dupico…Hic…Poh fago… (Dib…No…Te lo…Suplico…Hic…Por favor…)
-A ver cómo le haces ahora ¡HAHA!
Avanzo hacia las piernas del alíen, muertas, inútiles cuales globos con gelatina. Observo el miembro de Zim, estaba levantado debido al alambre de púas, y sonrió ante ello. Levantó al smeet tomándolo desde las axilas y sobre el miembro sangrante de Zim.
-Padre e hijo perderán la virginidad hoy ¡HAHA!
- ¡Dih...hod fajoh! (¡Dib...por favor!)-Aun si era inútil no podía simplemente no intentarlo.
- ¡Bienvenido al mundo, babosa de mierda! ¡Hahahahaha!-Con una sonrisa enseñando los dientes y los ojos ansiosos a ver el espectáculo que se aproximaba.
Ignorando por completo las dolorosas suplicas del irken, empujó el cuerpo del pequeño smeet contra el miembro sangrante de Zim de una sola vez.
-¡Whaaaaa! ¡Ghu! ¡Whaaaaa!-La criatura comenzó a llorar de la misma forma que un bebe humano, un desgarrador llanto.
El llanto del smeet proveniente del dolor de las heridas creadas en su piel nueva debido al alambre de púas en el miembro de su progenitor. Las púas se clavaron en su suave, blanda y delicada piel y el movimiento que su padre humano hizo para hundirlo aún más
- Ugh...-Hizo una mueca de desagrado.-Que llanto más... ¡Hermoso!-Pero luego sus ojos resplandecieron.
- Ah, ah ah...Ghu... ¡No...! Gh...No más pod favod (No más por favor)-Entre llantos se escuchaban sus suplicas.
El irken no podía detener sus llantos. Lloraba sin contenerse en lo más mínimo, al parecer era lo único que podía hacer. Tenía cada pequeña parte de su cuerpo destrozado. No podía hacer nada para ayudar a su primogénito, nada, solo llorar y, aun siendo inútil, suplicarle al humano.
- ¡Whaaaaa! ¡Ghu, Ghu...! ¡Whaaaaa!-Los llantos de su criatura eran más dolorosos y fuertes que los suyos.
- ¡Ya no más, ya no más! ¡Ahhhh! Ngh...
- ¡Esto es lo que ganas por golpearme, puta!
Ya no podía seguir mirando esa escena, el rostro de su hijo deformado por su agonía, de sus labios escapaban desgarradores gritos, lagrimas corrían y corrían por su pequeño rostro. Zim simplemente no podía verlo.
-¡Lo shiento, lo shiento, lo shiento! Ghu...hic... ¡Bwa!
Pese a que el alambre destrozaba la carne de su miembro, le dolía mil veces más ver sufrir a su pequeño smeet. ¿Por qué tuvo que nacer en la tierra? ¿Por qué debe sufrir tanto como el apenas conociendo la vida? ¿Por qué su progenitor no podía hacer nada para protegerlo? ¿Dib, por que debía dañarlo a él?
- Dib...hic... ¡B-basta! Ghu, es...es tu hijo...-Dijo en un hilo de voz.
- Mi hijo...-Se detuvo unos segundos al escuchar esas palabras.-Una puta no puede darme hijos, ¡Esta asquerosa mierda no puede ser mi hijo!
Ese último comentario había logrado crear una vena en la sien del humano debido a su rabia.
Enseguida acelero el movimiento con toda la velocidad y fuerza que sus brazos se lo permitían. Zim y su hijo gritaron al mismo tiempo.
- ¡Mira, mira Zim!-Dijo emocionado pero no obtuvo respuesta.- ¡Si no miras juro le corto la cabeza!
Contra toda su voluntad abrió uno de sus ojos, al instante se abrieron por completo mostrando una expresión, por lo menos, horrorizada.
- ¡Nooooo! ¡No Dib, pod favod, te do zupdico! (¡No Dib, por favor, te lo suplico!)
Apenas abrió sus ojos vio como el vientre de su hijo se estaba desgarrando de a poco con su miembro cubierto de púas. El pequeño smeet tenía sus ojitos abiertos y miraba a su padre, inútilmente estiraba sus bracitos hacia el como diciendo "Ayúdame padre" pero él no podía hacer nada, y se sentía inútil por no poder hacerlo.
- ¡Hahahahaha! Ngh...Ghu...-Luego de su risa, Dib dio un gemido y un corto jadeo.
Enseguida un líquido salpico a Zim en una de sus piernas. El humano se había corrido mirando esa escena.
Luego de eso el azabache tomo al smeet desde sus muñecas y lo jalo hacia arriba para desencajarlo del miembro de su padre, ya que las púas estaban clavadas en su carne. Zim levanto el torso para quedar sentado sobre el suelo ya que sus piernas estaban rotas.
El pequeño smeet no se movía, Zim temía que estuviese muerto.
- ¡Ha...ha...!-Jadeó como aviso de su próximo llanto.
El humano volteo a ver el cuerpo inmóvil del smeet. Lo palpo con la yema de sus dedos en ciertos lugares, luego se quedó mirándolo.
- Sigue vivo, Zim.
Sus antenas se levantaron al escuchar eso.
- Pero está sufriendo.-Debido a lo poco que la criatura le importaba lo dijo con una sonrisa desinteresada.
Lo tomo por las antenas y se lo puso frente a la cara Zim.
- Sácalo de su sufrimiento.
¿Es que no se cansaba de torturarlo? ¿De hacerlo sufrir? ¿De hacerlo llorar, suplicar, gritar? No, al parecer nunca estaba satisfecho. Por culpa de Dib había herido enorme y gravemente a su hijo, y no necesitaba ser un enfermo humano como el para descifrar el significado de aquellas palabras. Y era por eso que su llanto no podía detenerse.
Dejo caer su rostro sobre sus manos, lloraba, lloraba y lloraba. Sabía que matar a su pequeño smeet era lo que debía hacer para liberarlo de su dolor. Sería el primer gesto noble hacia su hijo, la única oportunidad que tenía para demostrarle su cariño, y que no podía sentirse más miserable por lo que le había hecho aun si no fue por su cuenta. Entonces ¿por qué?
- No puedo...-Dijo en un hilo de voz.
- ...-Dib no dijo nada.
Zim solo pudo maldecirse a sí mismo por decir eso. Pasados unos diez segundos escucho el sonido de las pisadas de Dib, luego el desagradable y ruidoso arrastre de algo sólido avanzando por el suelo hasta donde se encontraba el. Pedía a los altísimos el castigo que se aproximaba no fuera para su cría.
- ¡Waaaaaaah!-El llanto del pequeño smeet.
El grito de su hijo lo saco de sus pensamientos. Apenas levanto el rostro su rostro quedo perplejo ante la horrorosa escena. Dib sentado en una silla frente a él, sus pantalones hasta las rodillas, y su dulce y tierno smeet siendo penetrado por el miembro del humano con una fuerza mayor a la que solía hacerlo con él.
-¡NOOO! ¡POR FAVOR DETENTE!-Su fuerte y claro grito estaba combinado con la desesperación, el miedo, la ira, la impotencia y por sobre todo el dolor.- ¡YA NO MAS, DIB!
Pero el humano era sordo ante sus suplicas. Movía de arriba a abajo la pequeña criatura deslizándolo por su miembro, la sangre se veía escurrir en abundancia por los muslos del pequeño irken.
El pene de Dib era notablemente más grande que el de Zim, y eso se notaba en cada gesto y sonido proveniente del smeet.
- ¡Oh, Dios! Es...ngh...increíble, ah, es mucho más suave que tú, Zim...ah, podría hacer esto por siempre.-Entre gemidos y jadeos de obvio placer.
Zim no soportaba esa escena, gritaba desesperadamente sin detenerse. Miraba en todas direcciones para no observar lo que tenía enfrente, cubría sus antenas para no escuchar sus llantos pero eso era inútil. La desesperación se estaba acumulando a grandes cantidades. El irken comenzó a golpear el suelo con sus puños, después su cabeza, la impotencia era clara.
- ¡¿POR QUE, POR QUE?!-Gritaba exasperado.
Dib miraba al alíen mayor en un estado de desesperación total, tenía ganas de decirle "Cállate, maldita sea! Pero prefirió decirle lo mismo con otras palabras.
- Zim, ¿Por qué no vienes y...
- ¡CALLATE!-Zim interrumpió con un grito de completo enojo.
El humano quedo perplejo, pero no tardó en mostrar un claro gesto de enojo.
- ¡CREÍ QUE YA HABIAS APRENDIDO, ZIM!
Zim estaba prácticamente a sus pies así que lo agarro de uno de sus brazos y lo atrajo aún más a él, hasta que su rostro quedara frente a su hijo.
- ¡No, no, no, no!-Decía apartando la mirada.
- No creas que me olvide de la orden anterior que te di, Zim. Aun tienes que comerte a esta babosa. Ngh...
¿Es que no se cansaba? ¿No le parecía suficiente?
El irken fue tomado de las mejillas sin pizca de cuidado, con la fuerza que Dib ejercía sobre estas, su boca se abrió leve y suavemente. Al instante el humano guio su boca hasta uno de los pequeños y delgados bracitos del smeet que no paraba de llorar. Zim cerró sus ojos llorando también.
- Ah, ah...S-si no te lo comes lo hare yo...
Zim no respondió, solo lloro porque no sabía que responderle, no podía hacerlo, pero tampoco dejaría que el humano tuviera el placer de hacerlo sufrir aún más.
Ante su demora, Dib bajo su mano en las mejillas ya moradas del irken hasta su cuello y comenzar a apretarlo
- ¿Por qué no me obedeces? ¡¿Por qué no te lo comes ya, maldición?! Es la misma mierda asquerosa que tú, si vivé será tan miserable como tú, nadie lo querrá, ¿Y sabes por qué? ¡PORQUE AMBOS SON UNOS MONSTRUOS! ¡SON DESPRECIABLES! ¡NO MERECEN VIVIR!-Grito con una vena en la frente por su enojo.- ¡Así que más te vale comértelo!
Se tomó unos segundos para respirar después de ese conjunto de disparos convertidos en palabras atravesándolo. Ya no tenía tiempo de pensar, así que, con sus labios temblorosos, cerrando con fuerza sus ojos y totalmente contra su voluntad, intento dar un mordisco a esa piel tan suave.
- ¡Whaaaaa!-El smeet dio un grito.
Y enseguida Zim intento soltarlo, pero la fuerza de Dib se lo impidió empujando su cabeza desde atrás.
- Ya te he hablado, hijo de puta, ngh.
Con los ojos con lágrimas intento convencerse a sí mismo de que su pequeño irken no lloraba por lo que él le hacía, si no por el daño que el humano le generaba. Así que repitiendo la frase "lo siento" sin parar en su conciencia, hundió sus afilados dientes en la tierna carne de su hijo. Ignoro sus fuertes alaridos para no hacerlo más difícil y extrajo un trozo con sus dientes para guardarlo en su boca.
- ¡Ugh!-Tuvo una arcada.
- Trágatela.-Dijo sin una pizca de remordimiento.
Zim asintió con el sufrimiento pintado en su rostro. Llevo la carne a su garganta para que esta luego se deslizara por ahí.
Se sentía horrible, no quería volver a hacerlo, pero debía, de otra forma su hijo sufriría aún más, quien sabe cuántas retorcidas ideas inundaban la mente del humano. Así que sin pensárselo dos veces llevo sus dientes otra vez al brazo carcomido, intentando esta vez sacar un pedazo más grande.
- ¡Hahahaha! ¡Y pensar que te negabas al principio!-Rio a carcajadas como si de un chiste se tratara.-Ah, ngh...ah.-Volvió a jadear.
Zim ignoro eso, no quería escucharlo mas. Solo se concentró
En separar rápidamente ese trozo de carne del cuerpo del smeet. Este lloraba, a gritos, y en lenguaje de un pequeño que no sabe hablar, pedía que se detuvieran. Pero ambos lo ignoraban.
- ¡Ah, ah! Ngh...Ya...casi.-Entre jadeos advertía que ya estaba por correrse.
La respiración de Zim era irregular ya que estaba llorando. Con asco y decepción de su parte se comía a su hijo a pedazos. Sus lágrimas recorrían sus mejillas manchadas de sangre dejando caminos tras su avance. Masticaba con sus ojos cerrados porque no soportaba ver lo que estaba haciendo...no soportaba ver que le estaba ayudando a ese enfermo humano a acabar con su hijo.
- ¡Ngh! ¡Ah...! Ah...ah...-Dio su ultimo gemido y luego se calmó con jadeos.
Finalmente se corrió, dentro de un bebe, dentro de un alíen, dentro de su hijo, de su hijo nacido apenas hace unos minutos. El smeet no tardo en agudizar su grito debido a las quemaduras.
Pese a haber estado escuchando el sufrimiento de su pequeño durante un rato, no podía acostumbrarse, eso sería imposible. Sabía que desobedecer, tardarse o, en este caso, detenerse en las órdenes que Dib daba no era para nada algo agradable. Así que, con un dolor en el pecho, mordió el hombro de su smeet aun si este no paraba de llorar. Se repetía palabras de aliento en su mente para poder hacer lo que hacía. Con fuerza en su quijada comenzó a tirar de la extremidad de su hijo para finalmente obtener su pequeño bracito.
- ¡Hahahahaha! ¡Así me gusta, Zim!-Rio.-Solo por eso voy a ayudarte un poco.
Si fuera por él, le diría al humano que eso no era necesario, pero de forma molesta. Como si pudiera hacerlo...
- Tardas demasiado...-Suspiro aburrido.-Comienza ya con el estómago.
El irken, sin mirarlo, asintió aun masticando. Trago golpeando su garganta para que la carne pasara, luego suspiro para prepararse. Acerco su rostro a la pancita de su bebe, vio que ya tenía heridas ahí, había sido su culpa, las púas se lo habían hecho. Le dijo algo en irken con una voz llorosa y, acto seguido, enterró sus dientes en una parte de la herida.
- Uuuuh... ¡Whaaaaa!
El smeet inútilmente golpeaba sin mayor fuerza a su padre. Pero aun así, lastimaban a Zim más que cualquier otra tortura, como se evidenciaba el desagrado del pequeño irken ante esas acciones.
- ¡Hahahaha! Pero que inútil es, Hahaha...Mira...mira cómo te golpea ¡Hahaha, oh Dios...! Son iguales de inútiles.-Reía a carcajadas.
Zim lo miraba desde abajo con odio. Cerró los ojos y, con la quijada clavada en el estómago de su hijo, alejo la cabeza con fuerza. La carne se rompía de a poco, hasta quedarse por completo con ese trozo, para luego comenzar a masticarlo, haciendo que la carne expulsara esos ácidos jugos de ella, su boca cubierta de este líquido...se sentía horrible. Solo la gran cantidad de lágrimas que se escapaban de sus ojos podían limpiar esas grandes manchas de sangre. Trago, con dificultad pero lo hizo. Luego repitió el procedimiento.
Parecía que cada vez le costaba menos hacerlo. Hace un rato Dib había vuelto a moverse. Zim lo ignoraba. Su bebe ya no lloraba, ya no tenía lo necesario para hacerlo, pero seguía vivo, el interior del smeet parecía moverse, o más bien, palpitar, era un intento de su organismo por aferrarse a la vida. Inútil, y Zim lo sabía. Su pequeño solo daba débiles y desagradables quejidos como los de una gallina poniendo huevos. Su cuerpo se asimilaba a un hogar de ardillas en un árbol. Zim ya podía ver el miembro del humano moviéndose dentro de su pequeño smeet. Cerró los ojos con desagrado.
- Ya sabes que hacer, Zim...
¿Lo sabía? ¿Cómo iba a saberlo? ¿Es que esperaba que se diera el lujo de imaginar una atrocidad para hacerle a su hijo? Muy mal. Zim creía saberlo, pero no estaba seguro, y por ir que no quería comprobarlo.
Dib lo miro con odio y agarro sus mejillas con una de sus manos.
- ¡¿Es que aprendes por las malas?!
- ¡High...!-Zim solo soltó un jadeo de sus llantos por la sorpresa.
- ¡Bien, bien! ¡Tu boca, usa tu puta boca! ¡YA LO HAS HECHO ANTES, MALDICION!
El alíen era un cobarde e inútil frente a ese tono que el humano usaba con él. No podía evitarlo, lo asustaba mucho, le temía, ese terrícola le infundía temor, tenía control sobre él.
- ¡Lo siento, lo siento!-Se disculpó agachando la cabeza.
Sin esperar respuesta del humano, tomo el miembro con una de sus manos, el "squysh" al apretarlo le causo asco.
-Ngh…-Gimió Dib.
El leve sonido que salió de los labios del azabache por un momento distrajo a Zim. Pero se negó rotundamente a tardarse más de lo debido en lo que fuera que el humano le ordenase. Con cierto temor y un par de temblores en sus labios cubrió el miembro de Dib con su boca. Sus mejillas rozaban la carne de su hijo y embadurnaban su rostro del líquido violeta. Quería volver a llorar, pero solo hizo lo que debía hacer. Comenzó a subir y bajar su cabeza con delicadeza para no dañar más su smeet, era lo único que podía hacer.
-Inútil…- Decepcionado y a modo de suspiro habló
Tomo la cabeza de Zim con ambas manos y la movió bruscamente de arriba abajo.
Sus húmedas encías, su lengua inexperta y pegajosa, sus tímidos labios…Todo hacia una combinación tan inocente, solo quería destruir esa pureza suya con una gran indecencia, una cantidad increíble de obscenidades, y todas las haría el, Zim seria suyo, cada vez más suyo, hasta hacerlo dependiente, hasta que no supiera nada más que el infinito deseo de Dib destruyendo su cuerpo. Eso era simplemente perfecto.
-¡Arriba, abajo, arriba abajo! ¡HASTA LA GARGANTA!
-¡Ugh! ¡KHG!-Arcadas provocadas por el miembro de Dib golpeando las paredes de su garganta.
-¡AHAHAHAHA! ¡¿Te trapicaste?! ¡AHAHAHA!-Reía, preguntaba irónicamente y volvía a reír por la obvia respuesta.
Las lágrimas de risa provocadas por el sufrimiento e humillación del irken se estancaban en su carúncula. Le hacía demasiada gracia como su miembro era demasiado grande para la boca del alíen.
Repetía el mismo procedimiento una y otra vez, cada periodo con más violencia que el anterior. Hasta sentir que el orgasmo estaba llegando.
-Gh, Zim…viene…Ah, ngh…Trágatela toda… ¡Ah!…-Gimió por última vez y luego se corrió,
Todo su esperma escapo dentro de la pequeña boca de Zim. En el segundo que lo último salió, retiro su pene de la boca del irken y luego la cubrió rápidamente con sus manos para asegurarse de que se la tragase.
Zim lo miro con ojos de implora, rogaban que lo dejara escupirlo. Dib le sonrió sádicamente. El "no" fue más que claro. Todo lo que puedo hacer fue tragárselo.
-Correcto.-Asintió satisfecho y empujo a Zim al suelo haciéndolo caer de espaldas.
Arrancó sin cuidado al infante de su miembro, se levantó, y con fuerza lo tiro al suelo. La cabeza del infante se rompió. Zim llevo sus manos a su boca luego de escucharlo.
-Ya no está sufriendo, agradéceme.
Zim no dijo nada.
-Supongo que tendré que tomar mi recompensa por mí mismo.-Dijo sin esperar más de 30 segundos.
Movio una de las piernas del alien hasta su hombro y sin siquiera pensarlo, volvió a embestirlo.
-High…Fu…-Jadeo levemente el irken.
-Aun estoy erecto, no te relajes.-Le sonrió con cinismo.
Dio una fuerte estocada.
-¡AHHHH!-Zim gimió con fuerza.
Las entrañas de Zim habían quedado sensibles y heridas luego de que un smeet saliera abrupta y forzosamente de ahí. Todos sus nervios se concentraron ahí. Le dolía más que nunca. Le quemaba horriblemente. Y su horrorizado rostro alentaron a mas estocadas de parte del humano.
-¡GHYAAAA! ¡AH, AH, AH!-Gemía descontrolado.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero el humano se había descargado dentro de él más de siete veces. Sus intestinos estaban friéndose y el azabache los golpeaba aun con más fuerza debido a la agradable sensación que sentía al tocar sus entrañas rostizadas.
-¡Ah! Ngh… ¡Ah…!-Jadeó gravemente para luego respirar de manera agitada.
Parecía que al fin había decidido detenerse. El sudor se deslizaba por su frente para caer al vientre de Zim. Quien no había parado de gimotear, lloriquear y, sobretodo, gritar, respiraba irregularmente sin fuerzas para nada más. Aun así, se refresco la garganta con los fluidos poco agradables albergados en su boca y sujeto sus brazos al cuello de la chaqueta de Dib, para luego dedicarle una honesta mirada llorosa.
-Dib…Dib…Dib, ya no sigas.-Suplicaba.
El moreno lo miró levantando una ceja, aun le quedaban un par de recargas más.
-Este…este no…Ah…-Aun hablando en un hilo de voz se cansaba.-Este no eres tu…Hic…
Lo miro sorprendido, creía que se refería al movimiento de sus caderas, pero no era así. Una vena sobresalió de su sien. Salió rápidamente de Zim, se levantó y vistió su parte baja. Quedando con el cuerpo del irken a sus pies. Bajó la mirada, y luego levanto la suela de su zapato del suelo.
-N-No Dib…-Asustado.-No, ya…ya no más, gh…Ya no más por favor…
Desconoció la voz de Zim y aplastó su vientre con su zapato. Dos veces, tres veces, cuatro veces, cinco veces, seis, siete, ocho…
El irken escupía pequeñas cantidades de sangre por la presión ejercida en su estómago.
-Que no soy yo dices… ¡QUE SABES TU!
Pisoteo con aun más fuerza y luego dio tiempo al alíen para que le respondiera.
-Ha, ha…ngh…Dib…
-¡CALLATE, NO VUELVAS A DECIR MI NOMBRE CON ESA ASQUEROSA BOCA TUYA!-Grito con odio y una furia innegable.
El irken podría jurar que se veía amable cuando lo había golpeado en comparación con cómo se encontraba el humano ahora.
Dib se acomodó los lentes y se agacho a recoger una de las mancuernas. La levanto hasta donde sus brazos le permitían.
-No…no por favor, Dib… ¡Hii!-Zim lo miraba aterrado negando con la cabeza.
Frunció el ceño al escuchar su nombre otra vez y sin una pizca de compasión golpeó con la fuerza de sus dos brazos el estómago de Zim con la mancuerna.
-¡GHA! Hi, hi…
Considerando el enfermizo estado de su interior, Dib no podía imaginarse lo mucho que le debía doler, más que perfecto. Sin hacerse esperar lanzo las otras mancuernas esparcidas por ahí con la misma bestialidad que la primera, asegurándose de darle en el mismo punto. Una tras otra, una tras otra. Moretones y desproporciones se hacían presentes en la piel del irken al recibir los objetos de semejante peso. No podía hacer más que gritar cada vez que los metálicos cuerpos se zambullían con fuerza en su piel.
NOTAS FINALES
En la parte donde Dib dice que padre e hijo perderán la virginidad me refiero al hecho de que Zim nunca se la ha metido a nadie, y bueno, el hijo es más que obvio que tampoco, jeje.
Muchas gracias por llegar hasta aquí! De veras que lo aprecio: D
