¡Hola! :D -Se protege de las piedras- ¡No, no! No me odien. Sé que tardé MUCHO en actualizar, y probablemente ninguna excusa sea lo suficientemente buena para justificar tal cosa, pero digamos que no me encontraba bien sentimentalmente, pero he estado mejorando Así que espero que puedan disfrutar de este nuevo capítulo despues de tanto w Está corto y lo sé pero...no quería dejar la historia tan tirada u.u

Sin más... ¡Aquí el capítulo!

En medio de un oscuro, frío, húmedo y solitario sótano yacía un cuerpo verde de una estatura no precisamente grande, no llevaba ropas que pudieran cubrirlo ni aislarlo del frío. Sus extremidades bajas, que podían considerarse piernas, eran casi extranguladas por pesadas cadenas, las cuáles habían causado heridas en esa piel que en algún momento fue tersa y suave como la más fina seda y ahora solo quedaba el recuerdo de lo que alguna vez fue, el vago recuerdo marcado en lo que ahora era solo masa con aspecto gelatinoso que intentaba fundirse con el metal de la cadena por medio de una herida infectada siendo comida por extrañas larvas que morían nada más intentar devorar como serpientes hambrientas esa carne púrpura verdosa.

—...-El aliento del chico verde era débil.

Su mirada no abandonaba el techo, aunque tan solo parecía tener la vista pérdida hacia arriba.

La esperanza lo había abandonado hace mucho, ahora todo lo que podía hacer cada día era esperar a que el dichoso humano azabache de lentes se hiciera presente para darle un propósito a su día, para darle una razón por la que gritar, y para recordarle quién era el dominante en ese sitio...Estaba claro, no era Zim. Ah, Zim...Aparte de haberse vuelto un ser sin esperanza, se había convertido en un extraño masoquista. Y es que, al no tener nada a lo que aferrarse, una vida llena de dolor, una base en la que no era tratado como se le debía, un planeta destruido y una nave en la que sus habilidades no eran tomadas en serio. El indefenso Irken tan solo pudo ver algo de lo que depender...Dib, ese humano al que consideró monstruoso e insoportable innumerables veces, ahora era al único ser que ANSIABA ver, ardía en deseos de sentir sus dedos fríos rozar su piel machacada, moría de ganas de sentir ese miembro palpitante destruir poco a poco sus entrañas para luego rostizarle las mismas.

Un extraño caso de "Síndrome de Estocolmo". Zim tan solo necesitaba algo a lo que aferrarse, y su desesperación era tal que no le importaba "que" tan solo quería algo por lo que vivir, daba igual lo que fuera.

Respecto al humano, se veía cada día más distante a Zim, no parecía disfrutar de la misma manera de sus desgarradores gritos de dolor, sus expresiones de horror no causaban las erecciones que alguna vez lograron. Aquella disconformidad lo llevó a idear nuevas ideas de tortura para el alíen, cada una más siniestra, dolorosa, extraña y asquerosa que la anterior. Como la vez que Zim fue obligado a realizar sexo oral a perros de la calle infestados de pulgas, garrapatas y sarna. Solo para luego ser penetrado brutalmente por todos y cada uno de los canes que procedían a ser asesinados mientras aún seguían revolviendo sus desastrosas entrañas. Luego de eso, desear a Dib era algo "lógico".

Otra idea algo más lenta, fue la de usar el cuerpo del Irken como nido para distintos parásitos, o simples insectos. Moscas, ciempiés, arañas, todos puestos por debajo de la piel verdosa del muchacho, los parásitos comenzaron a alimentarse de él poco a poco, causando espasmos en ese débil y enfermo cuerpo muy de vez en cuándo, era una sensación increíblemente desagradable, podía sentir como algo se movía por sus "venas" aquello lo llevó a intentar despellejarse por si mismo, algo que el humano permitió solo para su deleite.

Pero igualmente existían días en los que el azabache tan solo se limitaba a abusar sexualmente del alíen indefenso, algo que para que éste último ya representaba placer. De la misma manera, habían días en los que todo era una completa agonía para Zim, y el sólo pensar en que tipo de "día" sería ese luego de escuchar los zapatos del humano acercarse, hacía temblar sus pequeñas manos, y sentir como algo comenzaba a esparcirse por su cuerpo, era el sentimiento de miedo. Había aprendido a reconocerlo, era el suspenso que se hacía presente cada vez que Dib se hacía esperar. Dib... El humano de escasa humanidad fue el responsable de aflorar sentimientos humanos en un alíen. Si, gracias a cada día superado a su lado, rarezas calificadas en lenguaje humano como "Miedo" "Soledad" "Tristeza" y... "Comprensión" se integraron en su cuerpo como un virus infectando una computadora, incapaz de deshacerse de ellos. Pero fue gracias a tales desgracias que Zim pudo comprender, ahora resultaba ser todo tan claro.

Comiéndose la cabeza en pensamientos -después de tanto tiempo- racionales, sentía como si estuviera armando un rompecabezas, bajo presión...bajo mucha presión pues, había escuchado el primer paso retumbar con eco por el sitio, Dib se acercaba y aquello le impedía pensar con claridad, solo intentaba apresurar los resultados que intentaba obtener, creía estar a punto de descubrir algo sumamente importante, oh, pero su desgracia en el sótano no tenía límites, lo supo cuando la silueta del humano se presentó frente a él. Se hayaba considerablemente más delgado, descuidado era la palabra perfecta, con ella podía describirse todo el cambio por el que había pasado; el crecimiento del cabello, la suciedad en su ropa, las bolsas que cargaba bajo sus ojos, el cristal de sus anteojos trizado, y esa expresión de aburrimiento en su rostro.

—Sabes algo, Zim...Esto ha dejado de ser divertido.-Comentó el más alto caminando con tortuosa lentitud al rededor del cuerpo moribundo del alíen.—De hecho, se ha vuelto jodidamente aburrido...-"Aburrido" fue la palabra que se hizo detenerse.

Zim cerró sus ojos resignado, esperando lo que fuera. Si Dib se había detenido, y tan cerca de él entonces era el aviso de que recibiría un golpe. Pero pasó más del tiempo requerido para propinar una patada, no la recibiría. Por ello abrió sus ojos más sintió deseos de cerrarlos enseguida pues lo primero que su mirada se encontró fue la silueta del humano a horcajadas frente a él.

—Todo este tiempo haz sido un juguete, uno bastante divertido he de decir...Pero, creo que la costumbre me ha hecho encontrarte aburrido, ¿Y sabes que se hace con lo que ya no sirve, Zim? ¿¡Lo sabes!?

—¡Hm!-El Irken arrugó todo el rostro al cerrar sus ojos por reflejo al miedo del grito.

—¡Haha! Bueno, simple. Se deshecha.-Se contestó.

—¿Eh? ... ¿Q-Que signifi...

—Antes dijiste que tu cuerpo podía regenerarse siempre y cuando tuviera alguna célula viva ¿Verdad? Fufu, entonces ¿Qué tal si me deshago de cada una de tus células, Zim?