Parte 11. Secuencia Tergiversa.

Pasaron horas para que Leon pudiese acostumbrarse al silencio de Johari mientras se entretenía observando la precisión de la arquitectura por la que estaban protegidos, como las formas curvilíneas del techo sobre ellos o el marco de las puertas cercanas, casi parecía la sala de un castillo. Ella frotaba sus brazos con las palmas de sus manos ocasionalmente sin apartar la mirada del suelo donde yacían sentados, incluso cuando comenzó a resonar la música lejana que señalaba el comienzo del espectáculo sangriento. Entonces Leon se permitió suspirar, mirando disimuladamente los grilletes que adornaban esos delgados tobillos y esas esqueléticas muñecas.

La vida de los esclavos debía ser demasiado dura, y aunque quiso evitar pensar en ello -mientras intentaba ignorar los crujidos de tales cadenas al arrastrarse- no podía, no estando junto a una que estaba iniciando su vida como tal y que probablemente continuaría del mismo modo hasta el momento de su muerte. Con ello el recuerdo de las palabras de aquella serpiente titanian volvieron a su cabeza, haciéndolo preguntarse cómo fue que los camaleones iniciaron su vida en Titania, ya que dudaba sus orígenes fueran Venom, indudablemente tomó la idea de que se trataban de camaleones zoniencess*, un planeta del que no sabía nada, sólo el nombre que había escuchado pronunciar alguna vez entre conversaciones ajenas a él, al igual que Macbeth. Reuniendo sus dudas fue que deseó aprender más sobre el universo que ocupaban, no deseaba mantenerse en la ignorancia por tanto tiempo, por ello tuvo la inquietud de comenzar a crecer y convertirse en adulto, así podría tener la pauta de valerse por si mismo al cien por ciento, tal como su madre lo mencionó al comienzo de su entrenamiento, siendo un niño aún era un inútil, un desadaptado que no le quedaba más que alimentarse de los demás ofreciendo servicios que lo recompensarían, no como la chica que se encontraba a su lado. El pensamiento provocó que se sintiera exasperado, así que no dudó un minuto más en romper el silencio.

—Oye —le llamó, brusco, provocando un sobresalto instintivo en Johari—, ¿alguna vez piensas decir algo? Comienzo a sentir un ataque de claustrofobia.

—Claus- ¿qué? —Leon se giró en su dirección, lo que obligó a la niña rehuir de su mirada con miedo, Powalski no podía creer lo que acababa de descubrir—. Perdona, yo-

—Dilo —exigió, interrumpiéndola.

—¿Qué?

—Quiero que termines de pronunciar esa palabra.

—¿C-Cuál palabra? —Johari tartamudeó, pues comenzaba a entrar en pánico y ahora Leon se estaba posicionando para poder mirar a su acompañante directamente a los ojos.

—La que estabas a punto de decir. "Claustrofobia", quiero oirte decirlo.

—Claus... claust... claustro... —apretando la mandíbula y gestando muecas de sobreesfuerzo frustradas, Johari trató por todos los medios terminar la pronunciación correctamente.

—Claustrofobia —reiteró Leon, empezando a impacientarse.

—¡Clostrófia! —exclamó Johari con una sonrisa que rápidamente borró ante la expresión reprobatoria que le dedicó el camaleón ante ella, entonces una vergüenza inmensa le hizo bajar la cabeza y cubrirse la cara con las manos, el color de sus escamas cambiando a un color rojo intenso. Leon se dejó reír un poco ante esta reacción con gesto malicioso, pues acababa de comprobar que estos camaleones eran excesivamente evidentes con sus emociones, no había visto a un sólo camaleón cambiar el color de sus escamas de esa forma tan estrafalaria en Venom antes después de todo.

—Si que eres tonta, no puedo creer que no puedas pronunciar esa simple palabra.

—No soy tonta —musitó Johari abochornada con la situación, el color rojo de sus escamas todavía no se desvanecía pero comenzaba a tornarse más ligera hasta alcanzar un color más rosado así que -sintiendo piedad por ella- Leon se impidió burlarse abiertamente como lo planeó en un inicio.

—¿Nunca la habías escuchado? —quiso saber con curiosidad.

—Una vez, cuando llegó un nuevo camaleón a las celdas, dijo que se sentía como eso pero nunca intenté decirla hasta ahora.

—¿Y sabes lo que quiere decir?

—N-No —declaró alejando levemente sus manos del rostro, correspondiendo a la mirada inquisitiva de su compañero con obvia timidez, un sentimiento al que Leon prefirió no prestar atención, más interesado en compartir sus conocimientos.

—Pues se utiliza para describir el miedo a los espacios reducidos, a la sensación de ver cómo las paredes se cierrran alrededor, alguien que lo padece no puede meterse en una caja y quedarse ahí mucho tiempo porque enloquecería.

—¿En serio? Vaya... —admiró Johari con empatía—, debe sentirse horrible.

—Lo es —afirmó Leon con una sonrisa—, pero no es el único trastorno inquietante, hay muchos otros capaces de destrozar la cordura de un individuo y más, en cuestión de segundos. Es muy peligroso estar cerca de alguien así, sería dificil saber cuál pueda ser su reacción o siquiera logre controlar su ansiedad, por eso es mejor mantenerse apartado —Johari se estremeció y volvió a frotarse los brazos entre sí al imaginar semejante escenario con ella como protagonista. La sonrisa de Leon se suavizó—. Pero descuida, yo no tengo ese trastorno, fue un comentario al azar.

—¿Qué... ? —Las pupilas de Leon volvieron a enfocar en la silueta de Johari—, ¿qué es un trastorno?

Leon suspiró al darse cuenta de lo complicado que sería mantener una conversación coherente con esa niña sino quería explicar cada palabra que usaba o al menos que no se basara únicamente a definiciones innecesarias, hasta ese momento no le había resultado tan claro que carecía de suficiente información en su posición. Comprendía que un esclavo era menos que un sirviente. Nadie nunca le habló nada al respecto así que el suceso estaba siendo un tanto molesto para él.

—Trastorno es un padecimiento mental, mental significa mente y la mente está dentro de nuestro cerebro —Powalski se señaló un costado de su cabeza—, es algo así como un defecto, algo que no funciona bien o que se vio afectado por factores externos, es decir, experiencias desagradables o sucesos rebosantes en estrés.

—Sabes muchas cosas, señor Kowal.

—¿Señor Kowal? —repitió Leon con confusión. Johari se encogió un poco más en su sitio.

—¿No te llamas así? Pero mi amo te dice de esa manera.

—Para empezar es Powalski, no Kowal. Segundo, no necesitas agregar el "señor", se lo permito a esa hiena por conveniencia —Johari volvió a encogerse con temor ante la forma tan despectiva en que el otro camaleón acababa de mencionar a su amo—, ese adulto me ha sacado de un aprieto importante y si debo dejarle mofarse un poco de mi para sobrevivir lo dejaré. —Se tomó un respiro para controlar su ligera exasperación y agregar—. Sólo llámame Leon ¿de acuerdo?

—De acuerdo —asintió la niña acomodandose—. Entonces, Leon... ¿quién eres en realidad?

—Esa es una pregunta muy ruda —Leon se permitió sonreír maliciosamente una vez más para desconcierto de la niña—. Usualmente no es de esta forma como interrogas a alguien que quieres conocer mejor, a menos que tengas preparada un arma en tu espalda.

—Yo no quiero in-te-rro-gar... —replicó Johari con dificultad, Leon se rió—. Sólo quiero saber lo que eres, nunca vi a un camaleón hacer enojar a mi amo de esa manera, nadie se atreve, ningún esclavo lo haría sabiendo cuáles son las consecuencias.

—¿Qué consecuencias? No me digas, ¿permiten que sus amos los golpeen? —Johari desvió la mirada, entristecida con una respuesta que no necesitó articular para que Leon la comprendiera—. Eso es estúpido.

—No sólo son golpes, a veces es mucho peor —admitió.

—Si su vida es tan mala no entiendo porqué no huyen —dijo, más darse cuenta de su error lo incitó guardar silencio, tan sólo esperando que no hubiese una reacción importante en la chica a su lado quien simplemente sonrió con amargura, volviendo a posicionarse de manera retraída sobre su lugar, como si intentara cubrirse del dolor, al cual no podría acostumbrarse aunque lo intentara—. Yo no podría consentirlo ni siquiera por un buen ataúd aguardando por mi —agregó condescendiente, aprobándose aventurar un poco.

—Los esclavos no tenemos asegurada una sepultura —dijo ella con evidente melancolía, saboteada por los recuerdos que jamás se irían de su presente—, nuestros amos tienen permitido hacer uso de nuestros cuerpos como más les plazca. ¿Tú no eras esclavo, Leon?

—No. La esclavitud es un concepto nuevo para mi.

—¿Concepto?

—Me refiero a que no sabía de su existencia... hasta que te conocí a ti.

—Ya veo. Eso me hace sentir muy mal... ¿Sabes? La razón por la que los esclavos son tan importantes en este planeta es porque nuestros cuerpos son muy capaces, eso es lo que me dijo mi abuelo una vez. Algunos somos esclavos de crianza, otros son capturados y traídos a este planeta para ser sometidos, por eso muchos han intentado escapar... mi abuelo murió deseando una libertad que no pudo tener otra vez —Johari abrazó sus piernas y recargó la barbilla en sus rodillas, manteniendo la mirada fija en el suelo—, pero todos los que lo intentan terminan siendo asesinados y muchas veces son utilizados para amenazarnos. —La pequeña camaleón comenzó a temblar para sorpresa de Leon quien se limitó a observarla en silencio—. No puedo permitir que le ocurra eso alguien de mi familia, y mi papá comenzó hablar sobre burlar la seguridad y encontrar una salida de este infierno, así que tomé la decisión de entregarme yo misma al amo Eto'o, no dudé servirle sin importar lo difícil que fuera el trabajo, así aseguraría una protección mayor en mis padres y con ese objetivo fue que resistí... pasó el tiempo y por fin logré convertirme en su favorita. Pero después de eso, muchos de las celdas me llamaron traidora... no soportan estar cerca de mi... sino fuera por mis padres y mi amo siempre estaría siendo golpeada...

Las lagrimas comenzaron a brotar de los ojos de la pequeña al tiempo que eran liberados sus sollozos, incomodando a Leon instantáneamente, no estaba acostumbrado a ver llorar a nadie y no le agradaba saber que estaba presenciando tal escena y que de alguna manera indirecta él la había provocado. ¿Qué debía hacer? ¿Qué podría decir? No era el mejor para consolar a una niña miserable y desamparada así que sólo acertó apartar la mirada y esperar, las escamas de su piel erizándose con desconcierto cuando el llanto se prolongaba. Pero finalmente las circunstancias dieron un giro inesperado. Secándose las lagrimas que amenazaban con no detenerse nunca, Johari -con una sonrisa llena de añoranza- agregó.

—Mi abuelo solía decirme que nosotros somos originarios de un planeta llamado Zoness. Que es un sitio tranquilo y basto en agua donde muchos como nosotros visitan sus costas. A veces me gusta imaginar que estoy ahí, sumergiéndome en el agua... realmente no sé nadar pero... sólo me imagino entrando en una zona poco profunda, mis padres están ahí también y mi abuelo, acostado en una cama a la sombra de un árbol como decía hizo cuando era niño, disfrutando de la brisa. Jamás he estado en un sitio así pero quiero creer que es un lugar fresco, muy parecido a los oasis del desierto que mi amo me lleva a visitar, uno muy muy muy grande y lleno de arbo-... palmeras, creo que mi abuelo los llamaba así.

—No es una mala fantasía —admitió Leon contagiado por la luz expuesta en los ojos de su acompañante—. Pero supongo que prefieres mantenerlo como un sueño inalcanzable ¿no?

—Es lo mejor —respondió Johari con convicción—. Allá afuera los rayos de Lylat nos destruirían, las personas aquí no son buenas, no dudarían hacernos daño... son peores que la manada de mi amo.

—Y no te equivocas, pero hay maneras de lidiar con ellos, aunque no espero que lo comprenda un camaleón tan débil como tú.

—Lo sé, mi vida es patetica ¿cierto? —replicó Johari con amarga diversión, Leon casi logró sentirse mal por señalarle tan obvia realidad, se hubiese retractado pero no lo hizo, no porque no quisiera sino porque no pudo encontrar las palabras adecuadas—. ¿Qué hay de ti, Leon? ¿De dónde vienes? ¿Tienes familia?

—... Tengo una madre pero no está conmigo.

—¿Por qué no? —quiso saber Johari con preocupación, tal gesto a Leon lo ofuscó.

—Es complicado... ella se quedó en mi planeta natal, yo fui traído aquí por dos militares titanian que hace poco murieron. No tengo a nadie más que a mi mismo para proteger, ¡pero estoy bien! —exclamó al ver la expresión entristecida que no tardó en apoderarse del rostro femenino, el cual permaneció presente en Johari aún así—. Ahora mis acciones son limitadas pero sé que todo mejorará una vez encuentre mi rumbo, yo no pienso quedarme estancado en este edificio ni tampoco voy a servir a esa hiena con mi vida, no soy como tú.

—Pero, Leon... ¿no tienes miedo?

—El miedo es para débiles —contestó Leon poniéndose de pie en el acto, de pronto sintiéndose irritado—. Con miedo no hubiese llegado hasta aquí y no podría volver a mi aldea.

—Yo siempre tengo miedo —confesó Johari, tensando los hombros de Powalski en reacción, incapaz de asimilar los sentimientos que lo abordaban frente a las palabras de su acompañante—. Tengo miedo de cometer errores, tengo miedo de que me griten, tengo miedo de ser lastimada, tengo miedo de morir... tengo miedo de que tú no tengas miedo —agregó con voz temblorosa—. El miedo nos mantiene a salvo, hacerlo a un lado podría causarnos más dolor, podría matarnos. Si tú no tienes miedo entonces eres una presa fácil allá afuera.

Leon se giró con brusquedad ante declaración tan destructora, aturdido por el nuevo matiz que adquirían las enseñanzas de su madre por medio de la percepción de Johari. Leon no se había permitido sentir miedo desde el momento en que superó el entrenamiento de Fedora y estaba listo para salir fuera de la atmósfera de Venom, ni siquiera había sido factible sentir miedo durante las pruebas que debía vencer a como diera lugar antes de que encontrara un sitio seguro donde instalarse. Pero ahora la sensación de pánico que le transmitía no comprender las palabras de Johari lo estaba empujando al borde y le inquietaba. Lo que menos quería era tener alguna clase de similitud con esos camaleones encadenados, ¿cómo podía sentirse igual a ellos ahora? Tenía que ser un error.

—¡Dices eso porque no conoces nada más allá de tu reforzada caja de cristal! —exclamó Leon con violencia, sus emociones desestabilizadas por el desconcierto que recién había experimentado—. ¿¡Qué podría saber una esclava como tú sobre... !?

Pero se detuvo al darse cuenta de lo que él mismo acababa de decir, perplejo. Johari se había vuelto a encoger en su sitio, cubriéndose como si de ello dependiera su vida, aterrada por la reacción del otro camaleón. Y Leon comprendió entonces la razón por la que ella había dicho aquello y el porqué actuaba de tal manera, él mismo lo había llevado a cabo en el pasado, era sólo que en esos momentos lo sentía como un sueño absurdo y sin sentido. La caja de cristal de Johari después de todo podría tener similitudes importantes con su cuna de barrotes; ambas podrían tornare dañinas si detenían sus pasos por mucho tiempo, la experiencia se lo demostró al fin y al cabo. Todo aquel miedo la había mantenido convida, por miedo obedecía y como recompensa no era maltratada por quien hacía tal mandato; era aquella su verdad, un instinto que la protegía de dolor. Aún le parecía absurdo pero por primera vez Leon se permitió tener empatía hacia ella, más específicamente porque acababa de ver el fantasma de sus inicios sobre su silueta. Las circunstancias eran diferentes pero aún poseían una semejanza que Leon no podía ignorar por más que lo quisiera.

—Perdóname —musitó Johari, su voz apenas perceptible entre la tensión de sus nervios.

—No... Johari, y-yo...

—Perdóname, perdóname... —siguió ella repitiendo sin descanso, fuera de sí.

En este punto Leon se dio cuenta costaría devolver el ambiente a la normalidad así que se rindió de insistir, en cambio miró a su alrededor y se apresuró ir a buscar algo de utilidad, después de todo se encontraban en la cocina y pensó que un bocadillo mejoraría el quebranto al que aquella chica se había retirado. Aunque el pensamiento le resultó ridículo decidió no tenía más opciones para implantar en una situación así. Como un fisgón, removió el interior de las lacenas y hurgó en los estantes en busca de cualquier bocadillo rápido, encontrando una bolsa con caramelos similar a la que había recibido de Darren aquella tarde. La abrió, olfateó y probó antes de regresar a donde Johari para concederle aquel producto frente a su cara, consiguiendo exitosamente que su postura defensiva de golpes se suavizara para dejar paso un semblante sorprendido y confuso sobre ella.

—Toma, son ricos —aseguró Leon con torpeza—, considéralo una disculpa por mi comportamiento... no quería gritarte, fue muy malo de mi parte.

—Pero eso... mi amo no me deja tomar comida sin permiso.

—A él no le importará, ya cometelos —dijo, exasperado. Y finalmente Johari accedió, apretando el envoltorio de los caramelos con cierto recelo antes de apretarlos contra su pecho, en cierta forma agradecida por el gesto.

—Gracias.

—Espero esto no se vuelva una costumbre. Sika Eto'o quiere que seamos amigos pero si voy a tener que buscar comida cada vez que actúas de esa manera va a ser imposible que nos llevemos bien. Así que hagamos esto, yo intentaré no gritarte otra vez y tú te esforzarás en no temerme cada vez que me exaspero ¿entendido?

—Entendido —aceptó Johari de inmediato—, pero...

—¿Ahora qué?

—Perdona, y-yo...

—Dime ya lo que ibas a decir.

—¿... Qué es "exaspero"? —Leon volvió a suspirar pero esta vez con mayor fuerza, liberando un gruñido involuntario. Sin lugar a dudas aquello iba a ser más dificil de lo que pensó.

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El espectáculo había finalizado, por ello Darren estaba de regreso en la seguridad de los pasillos dedicados al personal autorizado, gozando de la tranquilidad después de los últimos eventos estresantes que se vio obligado enfrentar. En compañía de Keita, trabajador de confianza y hermano menor de Sika, avanzó sin mayores complicaciones por el terreno sin una conversación que rellenara el silencio recién instalado, incluso por encima del eco ocasionado por sus pasos. Se tronó los huesos del cuello sintiendo una inmensa satisfacción por la relajación que esto le causaba antes de que el ardor de sus heridas le recordaran hacia donde se dirigían, haciéndolo gemir, y la voz de la hiena se animara articular palabras.

—Ese alce fue un bruto —y su comentario no le resultó divertido al lobo gris para nada.

—Es lo que ocurre cuando están bajo los efectos de las drogas. Tu hermano debería considerar prohibirlas si quiere evitarse más escenas como esta.

—Va a ser imposible, las drogas mueven el bajo mundo —señaló Keita con una sonrisa burlona—, en especial esa. Y lamento informarte que fue un gran incentivo para el público, hubo muchos interesados en comprar la repetición, la manada estará vendiendo el vídeo como pan caliente una vez salga de la edición.

—Típico. Nuestros clientes son tan desagradables como siempre. Claro, que el lobo se joda por tratar de controlar las cosas.

—La manada se preocupa por ti, hombre —le aseguró Keita divertido, Darren sintió el impulso de contradecirlo pero prefirió guardarse sus replicas, de nada le serviría quejarse con el consanguineo de su jefe, pues Keita podría ser incluso más repulsivo e insensible que el propio dueño de la arena—, igual si resultas gravemente herido contrataremos los mejores especialistas para tu pronta recuperación y no rebajaremos el sueldo de tu contrato.

—Que consuelo —espetó O'Donnell irritado. Sin duda la tradición de las pésimas bromas tenían su origen dentro de la familia Eto'o. A veces se sorprendía de lo paciente que se había mantenido tantos años con aquella insolente manada.

—No te preocupes por nada, deja que el doctor Keita se ocupe de tus bonitos moretones.

—Preferiría que no —afirmó apartando la mano que se había posado deliberadamente sobre su hombro, sin siquiera advertir que era una zona donde sus músculos punzaban con mayor fuerza—. En realidad me interesa enfocarme primero en escoltar a los niños a sus respectivas jaulas. ¿Sabes dónde están?

—¿Es en serio? —Keita se mostró inconforme con el rechazo obtenido a su inusual muestra de compañerismo—. ¿Soy yo o estás prestando más atención de la debida a esos reptiles últimamente? No recuerdo que te haya preocupado tanto la granja en el pasado, todo comenzó desde que Johari se integró al grupo. ¿Acaso sientes lastima por ellos? —Ante la falta de respuesta, Keita logró adivinar lo obvio—. Sika ya me lo había advertido —dijo jugando con un acento profundamente decepcionado—, jamás dejarás de ser ese desafortunado minero que estuvo en el momento y lugar equivocados. Y yo que esperaba lo superarías y te convertirías en un miembro más de nuestra manada.

—No voy a discutir ese tema contigo —declaró Darren con firmeza, luciendo incluso cansado de las palabras que aquella hiena solía repetir cada vez que surgía el tema.

Keita reprimió un gruñido en un vano intento por comprender la actitud del lobo, había sido el único en intentarlo desde el inicio y tal le había provocado muchos problemas. ¿Por qué no lograba ver cuan preocupado estaba por él? Cuán sincero era con sus sentimientos y aún así ser incapaz de alcanzar una sola reacción positiva a todos sus esfuerzos; si tan sólo no fuera tan ético en un mundo corrompido por los vicios podrían haber sido amigos. Resignado intentó ignorar el dolor de cabeza que seguro le daría por pensar de qué otra manera comprender el mundo del O'Donnell, convencido de que sería inútil justo ahora. Luego de eso le indicó el camino hacia la cocina, que era el sitio donde Sika había dejado a Johari y posteriormente enviado a Leon para hacerle compañía. Señalado su siguiente destino no tardaron en ponerse en marcha, encontrándose con una escena en demasía inesperada para los dos. Ambas crías de camaleón yacían acomodadas en el suelo junto al muro, Johari repetía las palabras de Leon siendo reprendida cuando una silaba o consonante no era pronunciada correctamente o, por el contrario, siendo premiada con un dulce por responder de forma correcta las preguntas que Powalski le hacía de manera sorpresiva. Keita se mostró incrédulo por lo que presenciaba mientras una sonrisa enternecida se dibujaba en el rostro de Darren, convencido de que esta había sido la mejor idea que se le había ocurrido a Sika.

—Bien, eso es una considerable mejora —aprobó Leon después de escuchar el último ejercicio de pronunciación que le había dejado a Johari—, pero enfocaremos nuestra atención en los números esta vez. Continuaremos con el significado de más palabras mañana. Ahora quiero que cuentes conmigo.

—¿Qué es un número?

—Son símbolos que usamos para determinar una cantidad. Por ejemplo, nosotros somos dos camaleones. Los dulces que hay en este envoltorio son ocho, antes de que comenzaras acertar eran doce. ¿Comprendes?

—Creo que si... —dijo Johari, mirando con obvia inseguridad el interior de la bolsa que Leon sostenía y que revelaba aquellos dulces que tanto le habían ayudado a motivarse en aprender el conocimiento que Leon le ofrecía.

—Bien, no importa, lo entenderás una vez terminemos la lección de hoy. Yo llevaré la cuenta de los dulces, repite después de mi —indicó preparándose para comenzar a sacar las golosinas del interior y comenzar a colocarlas sobre una servilleta de papel que acababa de arrimar, Johari asintió—. Uno...

—Hey, heyeyey —la voz de Keita interrumpió la cuenta progresiva que Leon planeó llevar, logrando arrancarle una mirada rencorosa que no tardó en dedicar a su intromisor, Darren había tratado retenerlo el mayor tiempo posible pero Keita era impaciente y no hubiese podido respetar más situación tan irreal—. ¿Qué diablos está sucediendo aquí? —cuestionó acercándose con pasos bruscos hasta los dos camaleones, Johari se ocultó tras Leon en reacción, poniendo en alerta al extrañado niño quien la miró de reojo. Keita señaló a Powalski—. Tú, dime qué significa esto. ¿Acaso tenías permiso de tomar comida?

—Sika Eto'o quería que Johari y yo conviviéramos así que pensé en enseñarle algunas palabras para facilitar nuestra conversación, por lo tanto hacer uso de premios era necesario también, con el fin de formar un acuerdo.

—¿Ah, si? Que considerado —replicó Keita con sarcasmo venenoso, Leon lo miró sin saber cómo responder—, pero eso no me está diciendo nada. Que yo sepa sólo te indicó hacerle compañía, no hurtar artículos que no te pertenecen.

—Me aseguraré de enmendar mi error con Sika Eto'o en cuanto tenga la oportunidad, así que puedes llevarte tu prepotencia a otro sitio.

—Jah! Vaya mocoso tan atrevido —se burló Keita, sus facciones teñidas de una sonrisa de colmillos amenazadora, al reconocer el semblante Johari retrocedió sus pasos hasta tocar el muro con su espalda, procediendo a encogerse por temor a las consecuencias; Leon lo notó pero no quiso quitarle la mirada de encima a la hiena delante suyo—. Me esperaba que fueras malcriado pero creo que superaste mis expectativas, y ¿te digo algo? Aborrezco a los niñatos de tu nivel.

—Malcriar se atribuye a alguien que no ha sido educado correctamente —puntualizó Leon, su voz comenzando a tensarse a medida que articulaba palabras, pues sus principios habían sido rasgados con esa simple retribución, y estos eran algo sagrado e intocable para él ya que el recuerdo borroso de Fedora había vuelto a su memoria, y debido a ello reconoció su autocontrol siendo perturbado—, y mi madre dedicó todo su tiempo en mi preparación.

—Pues tu madre no parece haberte enseñado a mostrar respeto a quienes se lo debes.

—Al único ser que le debo respeto es a ella, no a cualquier escoria estorbando en el camino.

—¿Qué dijiste? —La expresión de Keita ensombreció, haciendo que Johari se cubriera el rostro por instinto, aterrada, sabiendo lo que venía a continuación. Sin embargo, en ningún momento Leon retrocedió, la furia gorgoreante impulsando sus temerarias acciones.

—Dije que no le debo respeto a cualquier escoria estorbando en el camino.

El brazo de Keita se alzó, dispuesto a golpear la cara del camaleón con toda la furia vibrando en su cuerpo, pero antes de que siquiera descendiera, su muñeca fue retenida por la mano firme del lobo gris a quien Keita le dirigió una mirada inmediata. El rostro de Darren era serio pero tranquilo, su fiereza momentánea revelada únicamente en la fuerza que había aplicado al brazo de la hiena al sostenerla. Leon, impactado, permaneció quieto, incrédulo con lo que veía. Por otro lado, Johari había alzado la vista, también sorprendida aunque más preocupada por lo que pudiese acontecer si la furia de Keita seguía vigente.

—Tranquilo —dijo el lobo, y sus palabras parecieron ser un antídoto efectivo para reducir la sed de violencia en la anatomía del aludido—. No te rebajes al nivel de un niño.

Keita bajó el brazo lentamente, aún mirando el rostro del otro adulto con indiferencia, sin decir palabra llegando a un acuerdo con el hombre quien con una sonrisa amistosa correspondió a su aceptación. Darren le dedicó una mirada a la pobre niña que se mantenía alejada, todavía insegura de realizar cualquier movimiento sobre la escena.

—Vamos, Johari. Te llevaré a la habitación del jefe —dijo extendiendo un brazo en su dirección, llamándola con la dulzura de un padre que ha regresado de un buen día. Johari no dudó ponerse de pie y echar a correr en dirección al lobo al instante, para sostenerse de uno de sus brazos como si se tratara de la mayor protección que hubiese recibido en años. Acto seguido, Darren miró a Powalski, quien aún estaba confundido con lo que sucedía. ¿Acababa de defenderlos? —. Ven tú también, Leon. Has tenido un día agitado y necesitas dormir.

Accediendo más por cortesía que verdadero deseo, Leon avanzó hacia él pero su mantuvo lejos del menor contacto físico, a diferencia de Johari a él no le interesaba ser empujado de nuevo en su retorno a los pasillos. Keita entonces se limitó a mirarlos, con ambas manos en las caderas manteniendo un semblante resentido, más pronto tuvo una frase en mente que no dejaría ir a Leon tan campante y así él no se sentiría tan desprestigiado.

—Asegurate de encerrar con llave a ese engendro, Darren. No queremos que siga manchando este edificio con su desagradable crianza.

Leon se giró con brusquedad ante la nueva provocación, dispuesto a regresar sus pasos para buscar pelea pero fue detenido nuevamente por el brazo de Darren quien le hizo un gesto para que continuara caminando e ignorara a su compañero. El pequeño camaleón se doblegó a su sensata sugerencia a regañadientes, tan sólo mirando con rencor a la hiena quien satisfecho le mostró el dedo medio mientras sonreía y los tres involucrados se alejaban. Leon juraba que mataría a esa hiena sino fuera porque había acordado con Sika que no se metería con su personal a menos que intentasen atentar contra su vida de nuevo.

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Una vez en la soledad de los corredores, la tensión en los hombros del lobo se disipó, y suspirando ruidosamente se llevó una mano tras el dorso de su cuello para frotarse el pelaje. Johari en ningún momento dejó de aferrarse a su otro brazo mientras intentaba calmar el temblar incesante de su cuerpo. Leon, que caminaba a una cierta distancia, se dedicó a mirar los muros en busca de lo que sea pudiese distraerle de las ansias asesinas todavía alimentando su andar. ¿Cuánta más humillación iba a soportar? Sika Eto'o representaba un reto esperado pero nunca consideró podría estar sujeto aguantar la actitud de otras hienas también. Darren le miró de reojo, asegurándose de mantenerlo vigilado hasta que un detalle en la pequeña a su lado captó su atención; finalmente había notado que Johari no dejaba de temblar traumatizada, parecía a punto de quebrar en llanto, seguramente presa de tantos recuerdos desagradables nítidos en su mente, tales que apostaba jamas desaparecerían. Con una delicadeza inmensa, Darren movió su brazo libre y con éste le acarició la cabeza, Johari había reaccionado apartándose sobresaltada antes de por fin reconocer el cálido contacto que la tocaba, razón por la que no dudó frotarse en éste antes de alzar su mirada en dirección al rostro del adulto, cuya expresión paternal la llenó de calma casi enseguida.

—Ya está bien, Johari. Nadie te intentará lastimar ¿de acuerdo?

—Pero el señor Keita...

—Oye... —Darren se arrodilló para igualar la altura de la niña, fue un gesto que no tardó en llamar la atención de Leon, quien también se detuvo para escuchar las palabras del adulto a cargo de escoltarlos—. Ya te he dicho muchas veces que cuando estés conmigo no tienes nada qué temer. No dejaré que nadie te haga daño ¿entendido? —Johari asintió, apenas resistiendo el impulso de sollozar—. Lo haz hecho muy bien allá atrás. Vamos, sonríe un poco. Te ves mucho más bonita cuando sonríes.

La pequeña reptil enrojeció inevitablemente de pies a cabeza ante el halago, forzándose a dedicarle una sonrisa timida al lobo, incapaz de atreverse a mirarlo a los ojos por lo nerviosa que no tardó en sentirse. Pero cuando lo logró Darren no dudó mostrarse satisfecho, aprobando su sonrisa con una nueva caricia sobre su cabeza, un gesto que le brindó mucho más confianza a Johari para sostenerse en sus piernas sin las ansias angustiosas de correr en busca de un refugio. Estaba convencida de que con Darren no debía sentir ningún miedo.

—¿Por qué haces eso? —quiso saber Leon de pronto, confundiendo al O'Donnel con la brusquedad de su pregunta—. Dudo que Sika te haya asignado la tarea de consolarla, aunque ella sea su favorita. Por todo lo que he visto, no les importa la vida de sus esclavos, no creo que sea prudente que la trates como un ser vivo enfrente de las hienas.

—Algunos antropomorfos preferimos ver individuos en lugar de objetos —replicó con firmeza—. Y también optamos por evitar conflictos innecesarios. Lo que hiciste, por ejemplo, fue una enorme estupidez. No había razón valida para provocar problemas. ¿Acaso te sirvió de algo meterte con Keita? Sé que esas hienas pueden ser unas imbéciles desesperantes a veces pero es mejor darles por su lado que contradecirlas y dar inicio a una pelea inútil.

—¿Vas a sermonearme?

—No. —Darren se colocó de pie aún dándole la espalda a Leon—. Ya he visto que no eres del tipo flexible, pero te aconsejaría mejores tu actitud un poco si es que vas acompañarte de Johari a partir de ahora. No quisiera que estuviera pasando momentos como el de antes, ahórrame la fatiga de tener algo más de qué preocuparme, por favor.

—No es mi culpa que ella sea tan miedosa —recriminó Leon irritado—. Además, ¿por qué te importaría? No eres su amo, ni siquiera su tutor.

—Tienes razón, no soy nada de eso. Aún así no le veo el problema que me importe su bienestar. Y, pensándolo bien, debería ser alguien para intervenir en la vida de un camaleón, ¿tú que opinas Johari? —La aludida se cubrió el rostro en un vano intento por evadir responder, lo cual hizo a Darren sonreír suavemente—. Hey, ¿qué te he dicho sobre cubrirte la cara cuando te pregunto algo? —reclamó sujetando con igual delicadeza una mano de Johari para descubrir un rostro que volvía a divertirse con la situación, aunque con obvia timidez de por medio—. Anda, no seas así, dime qué piensas.

—No sé...

—Claro que sabes. —Johari volvió a cubrirse el rostro y con ello Darren se rindió, pero no perdió el humor en el asunto—. Oh, creo que yo acabo de descubrirlo —dijo y se giró en dirección a Leon—. Soy un amigo.

—Amigo —repitió sin estar seguro cómo sentirse por semejante respuesta.

—Todos necesitan un amigo, son mucho más divertidos que los jefes y compañeros de trabajo, se los digo yo que he vivido rodeado de esos tipejos, al menos antes de llegar aquí. Algunos piensan que soy demasiado viejo para este tipo de cosas pero no estoy tan viejo en realidad. ¿Qué dices, Johari? ¿Verdad que somos amigos?

—Si... si usted quiere ser mi amigo... puede serlo, señor Darren —contestó Johari, hablando por entre sus dedos, cuyas escamas ocultaban un agudo sonrojo -que milagrosamente no había pintado toda su piel- y una sonrisa emocionada.

—¿Y qué hay de ti, Leon? ¿No quieres ser mi amigo también?

—No necesito amigos —espetó, terminante. O'Donnell simplemente se alzó de hombros.

—Como quieras, igual estaré disponible para cuando cambies de opinión.

—No me interesa —insistió.

Ignorándolo, Darren volvió a dirigirse a Johari para que continuaran caminando por el pasillo, entablando una charla donde la pequeña hembra apenas se unía o hacía algún comentario sobre el relato sorpresivo del lobo gris. E impulsado por la curiosidad, Powalski optó por seguirlos, todavía confundido con la actitud de Darren al respecto, era tan distinto de lo que había visto en determinadas ocasiones. Y mientras avanzaban, su razonamiento no hizo más que impactar en más preguntas sin respuesta, pues -cuando dejaron a Johari en los antes mencionados aposentos del patrón del edificio y continuaron solos- en ningún momento Leon encontró más que esa personalidad amable disfrazada con su apariencia feroz. No entendía qué lo hacía tan diferente a todo lo que había conocido. La sensación de incomodidad que le generaba su presencia no poseía un origen que Leon supiera determinar aún con todas sus sospechas. Todo era tan irreal, incierto. No veía una sola grieta en su falacia benevolente, más -había descubierto- era sólo enfocada hacia ellos.

—De acuerdo, aquí estamos —Darren se tomó la libertad de abrir la puerta para Leon cuando finalmente encontraron el pasillo predilecto—. Que pases una buena noche.

Cauteloso, la cría de camaleón no apartó la mirada de la silueta canina con cada paso que ejecutó, preciso y desconfiado. En cuanto alcanzó el umbral se quedó quieto otro momento, en espera de alguna reacción por parte del atento lobo.

—No te atrevas a usar la llave —advirtió y se apresuró a cerrar la puerta de un movimiento, como huyendo de un ataque. Sin embargo, no percibió ningún golpe bloqueado contra el metal oxidado, lo único que escuchó fue una risa contenida del otro lado.


*Como me harté de dar terminación de "iano" para describir las procedencias planetarias de cada antropomorfo utilicé "zoniencess" para referirme a nativos de Zoness.