Part 13. Imperdonable
Con apreciación cognitiva, la mirada de Leon se perdió en las cicatrices que adornaban una zona específica de su antebrazo, allí donde el filo de su cuchilla probó la profundidad de su carne. Sólo habían pasado un par de días y la herida de ambas extremidades ya parecía invisible. También Diya le había dicho dónde podría encontrarlo si llegaba a necesitarlo así que todo estaba relativamente en orden. Recostado en la cama sin nada mejor que hacer, sólo pudo seguir observando la prueba de su primera misión desde que se alejó de la base militar. La marmota que lo había atendido aquel día le había sugerido guardar reposo y, por supuesto, siguió las indicaciones sin propasarse demasiado, pues no había tardado tampoco en recibir la orden de Sika sobre participar en un nuevo combate, aunque más sencillo, el cual no involucró una muerte inminente.
Como todo a lo que se había enfrentado, no fue sencillo superar a su adversario aquel día así que el pequeño camaleón atendió sus deseos de dormir todo lo que quisiera tras recibir su pago y no ser necesario para nada más. Sin embargo, no dejaban de molestarle las nuevas presencias que comenzaron a invadir el edificio, al parecer se trataban de los criminales que Sika Eto'o tanto había deseado, lo comprendió cuando vio a Darren comportarse el doble de receloso e irritable mientras se dirigía a las diversas zonas.
Pensarlo le llevó darse cuenta que no tuvo la oportunidad de ver a Johari aquellos días, e inevitablemente se preguntó qué había sido de ella, seguramente era la misma esclava patética pero no cabía la menor duda que se acostumbró a su presencia. Suspiró bajando el brazo con pesadez. No tenía ganas de nada aquel día y la idea de mantenerse encerrado en ese cuarto de pronto parecía muy atractiva, pero los golpes provenientes de su puerta arruinaron sus planes y le hicieron abandonar la mínima esperanza.
—Adelante —concedió, pues no tardó en suponer de quién podría tratarse, sólo Darren tenía la cortesía de llamar a la puerta antes de entrar. La escuchó rechinar ligeramente así que giró la cabeza para verificar sus sospechas, desviando la mirada con aburrimiento en cuanto lo comprobó—. ¿Qué quieres, lobo?
—¿"Lobo"? Jamás pensé que llegaría el día en que un niño me trataría con esa apatía.
—Interrumpiste mi meditación, no puedo estar contento con eso.
—¿Siquiera sabes lo que es la felicidad? —bufó Darren, ganándose una mirada inquisidora por parte del menor—. Olvídalo, no vine aquí para cuestionar tu forma de vida. —El adulto se acercó hasta la cama de la cría quien no dudó levantarse para recibir lo que el can sostenía con sus manos, lo mismo que consiguió confundirlo: Darren acababa de traerle un plato lleno de sopa—. Comételo, te ayudará recuperar energías.
—¿Por qué es esto?
—Desde que llegaste de tu pequeña salida por el pueblo, no te he visto muy animado y todo empeoró cuando saliste de ese combate, entonces recordé una receta que mi padre nos preparaba a mi y mis hermanos cuando éramos cachorros. Tuve que cambiar algunos ingredientes para hacer el sabor más compatible con tu paladar reptiliano, así que espero no haber metido la pata.
—¿Hiciste esto para reconfortarme o algo así?
—¿Qué importa? Sólo cómelo, me quedaré aquí para escuchar tu veredicto. —Dicho esto, el lobo gris buscó un asiento disponible por la habitación mientras Leon le daba un vistazo curioso a la comida que tenía a su alcance. Olfatearla le recordó que se había negado salir en busca de comida desde la mañana, así que no se limitó más en darle la primera prueba.
— …Está bueno —comentó con genuina sorpresa.
—Me alegro, nunca había cocinado para un reptil, ni siquiera para Johari, estaba preocupado de que fuera un desastre de sabores.
—Tú... ¿sabías cocinar?
—No mucho, pero me defiendo... o eso quiero creer. Espera, ¿pensabas que comía de lo que sirven aquí? Pues no. A pesar de pertenecer a la misma raza, las hienas y yo diferimos mucho en gustos así que me preparo mi propia comida, muchas gracias.
—¿Tiene algo que ver la raza y la especie?
—Algo así. ¿No sabías eso tampoco? —inquirió Darren ladeando la cabeza, Leon se limitó a negar con la cabeza—. No sabes mucho de comida ¿no es cierto? Por eso puedes comerte lo que preparan esas hienas sin problemas, ya decía yo que era muy extraño para un reptil.
—Madre no solía cocinar —confesó extrañamente avergonzado. No sabía porqué, simplemente se sintió de esa manera al pensar que todos en Titania cocinaban sus alimentos sin problema—, prefería que comiéramos la carne cruda. Ella decía que aportaba más nutrientes y vitaminas a nuestro organismo.
—Ugh, no puedo creerlo —replicó Darren asqueado. Podía aceptar que aquel niño estuviera entrenado para pelear a muerte, podía tolerar que su crianza hubiese sido heterodoxa y hasta inmoral pero que también le negaran el placer de una comida adecuada era inaceptable—. ¡Está decidido! —exclamó después de unos minutos de profunda reflexión, tiempo que aprovechó Leon para devorar lo que tenía a su disposición—. De ahora en adelante te enseñaré a cocinar.
—¿Por qué lo harías? —interrogó Leon con suspicacia.
—No me vengas con esas preguntas, es natural que un reptil consuma comida para reptil.
—No para un camaleón en Titania.
—¡Tonterías! Me importa un carajo si es políticamente correcto o no. Vas aprender lo que es comer de verdad, de eso me encargo yo, aunque no sepa mucho de reptiles. Así que levántate y ven conmigo —le instruyó alejándose de la silla rápidamente para poner marcha fuera de la habitación.
Sin saber muy bien cómo sentirse, Leon se apresuró a seguirlo, sin olvidarse del plato que acababa de colocar en la superficie del colchón. Pensando en voz alta el itinerario que tendrían en la cocina, Darren encabezó la caminata sin parar en ningún momento de hablar, esto hizo a Leon preguntarse si sería buena idea ponerse al cuidado de aquel can apasionado, pues realmente se veía muy convencido de enseñarle a cocinar a pesar de la falta de conocimiento que le había expresado al comienzo. Aún así, el pensamiento de aprender a manejar tales artefactos y poder ser capaz de preparar los alimentos más deliciosos lo tenían fascinado. Si había comida especial para los seres como él como los caramelos que le habían ofrecido días anteriores, no le importaría someterse a un nuevo entrenamiento. Sin embargo, todos sus animados pensamientos se quebraron ante los repentinos sonidos que azotaron la atmósfera. Alarmados, los dos siguieron el ruido al final del pasillo para descubrir el desenlace de una persecución en el recibidor del auditorio. Un camaleón estaba siendo sometido en el suelo por una gran jauría de hienas mientras una escandalizada Johari y su amo Sika se presentaban a la escena.
—Espera aquí —le dijo Darren a quien le acompañaba para enseguida acercarse a los ocupados trabajadores. Leon accedió a su sugerencia por mera inercia.
—Pensaste que tu suerte duraría por siempre ¿no? —le espetó una de las hienas al camaleón adulto—. Pues te diré algo: en estas tierras un camaleón nunca llega lejos.
—¡Papá! ¡No! —Johari intentó ayudar al otro esclavo pero fue fácilmente empujada lejos por el brazo de una de las hienas, haciéndola golpear la cabeza contra el suelo. Sika se arrodilló frente a ella para sostenerla con una sonrisa de hipócrita compasión adornando su rostro, antes de que Darren apareciera. Era obvio lo que sucedía, por eso no preguntó nada al respecto, más no estaba seguro de que su presencia pudiese cambiar algo.
—¡Quédate quieto, engendro! —ladró otra hiena mientras terminaba de hacer un fuerte amarre en las muñecas del esclavo, en tanto otra se encargaba de amarrarle los tobillos. El camaleón atrapado no tardó en quejarse adolorido.
—¡Por favor, no! ¡No! ¡Amo, lo están lastimando! ¡Por favor, deténgalos! —rogó Johari empapada en lagrimas. Sika seguía sonriendo mientras le acariciaba la cabeza.
—Tu papi intentó escapar y desobedeció las ordenes de mis amigos. No puedo impedirles que lo maltraten por lo que les hizo, él se lo buscó.
—¡No lo volverá hacer! ¡Lo prometo! Por favor, por favor...
—Entonces dile que deje de resistirse —dijo Sika levantando el rostro de la cría, sujetándola del mentón con la misma delicadeza con la que firmaba las cartas de defunción de sus luchadores estrella, en respuesta Johari asintió y no tardó en dirigirse esta vez a su familia.
—¡Papá! ¡Ya no luches! Por favor, te lastimarán más...
—Johari... —jadeó el otro esclavo sin aliento, el movimiento de las hienas contra su cuerpo eran como alfileres perforando su carne, abriendo heridas que nunca habían sanado por completo, y la impotencia que le generaba saber que era inútil sacudirse reducían sus esperanzas de escape. Pero más doloroso era ver que su hija una vez más se ponía de lado de las hienas, no importaba que fuera por su bien. Finalmente dejó de moverse a favor de su salvación, recibiendo a cambio otro golpe en la cara.
—¡Hasta que te calmas, maldito! —exclamó otra de las hienas pateándolo—. Nos diste muchos problemas allá atrás, no creas que me he olvidado de tus rasguños. Siempre que me duele la carne es por tu maldita culpa, imbécil.
—¡Basta! ¡Por favor, amo! —gritó Johari con voz ronca, cansada de tanto gritar. Sika la sujetó antes de que corriera al encuentro de su padre y recibiera otro golpe, simplemente estaba demasiado conmovido para dejar de sonreír ante el miedo de la pequeña reptil.
—Ya cálmense, muchachos —sugirió Sika a la jauría quienes no pudieron evitar mirarlo con irritación—. Están asustando a mi Johari. Son suficientes traumas para ella.
—¿Y a nosotros que nos importa eso? —espetó otra hiena. Sika se río suavemente.
—No sean tan crueles, ya habrá tiempo para que liberen su ira, mientras tanto deberían comportarse civilizadamente y simplemente contener a nuestro amigo. Tendremos una junta más tarde para decidir su castigo ¿entendido? —Para nada convencidos, las hienas optaron por guardar silencio mientras Sika consolaba a su esclava favorita quien lo miraba con horror tras haber escuchado la palabra "castigo"—. Tú papi estará bien, pequeña. Pero debes entender que lo que hizo el día de hoy fue grave. Vamos aislarlo de nuevo en el subterráneo y se quedará ahí una larga temporada, pero no se morirá, yo me encargaré de eso, te lo prometo. —Johari bajó la mirada, un poco más calmada por las palabras de su amo. Sika finalmente miró a Darren—. ¿Te importaría llevarla a mi cuarto?
Sin decir nada, Darren tomó la mano de la niña quien avanzó en compañía del lobo gris sin siquiera resistirse, su mirada perdida en un punto muerto del suelo conforme caminaba. Pasaron a un costado de Leon pero sólo Darren le comunicó que lo vería más tarde en la cocina y Powalski aceptó eso pero no pudo evitar seguir mirando la escena. Sika se levantó del suelo después de unos momentos, desvaneciendo su sonrisa gentil tras asegurarse que Darren se había alejado lo suficiente. Miró al esclavo del reojo, su mente en blanco.
—Mátenlo —demandó con indiferencia.
El camaleón aterrado volvió sacudirse con desesperación entre las garras de sus captores, pero las hienas lo tenían inmovilizado firmemente, incluso después de que lo levantaron para llevarlo a rastras hacia dirección desconocida, destino que Eto'o no vigiló mientras sacaba de su lustroso saco una cajetilla de cigarros, junto a un mechero de metal, dispuesto a fumar sin mayor novedad para liberarse del agotamiento sufrido. Comenzó a caminar al frente sin darse cuenta de la presencia de Leon hasta que este habló.
—Eres un vil mentiroso —declaró, ganándose una sonrisa espinada por parte de la hiena.
—No eres el primero que me lo dice —dijo en acento grave, desviando la mirada sin poder evitarlo, plagado de los recuerdos que lo habían estado atormentado durante toda la mañana—. A veces las mentiras son una frazada para el mal tiempo, no importa que el impacto de la verdad sea mayor al día siguiente, y por defecto, logre apaciguar el dolor a largo plazo. Yo he estado agradecido con las mentiras desde el momento que tuve uso de razón. Prefiero la esperanza de una luz al final del túnel que vivir en las sombras sin nada a lo cual aferrarme. ¿Es estúpido? Lo es, no voy a negarlo. Pero tampoco voy a dejarlo cuando es la única ventana abierta que queda para mi, y por desgracia, Johari es esa ventana.
Sika continuo su recorrido sin agregar nada más, dejando a Leon con algo en qué pensar mientras se hundía en su propia incertidumbre. Intentó comprender las palabras de Sika Eto'o pero se sintió sofocar por la ira que lentamente comenzó a despertar en su pecho. Se dirigió a la cocina donde aguardaría la llegada de Darren, sus sentimientos revueltos en una masa de resignación. No le correspondía hacer nada, eso lo tenía presente, pero no sería capaz de mirar a Johari a la cara después de lo que había presenciado. Si él estuviera en su lugar, preferiría la verdad sobre cualquier cosa pero él no estaba en el lugar de los esclavos, había dejado de ser la herramienta de un amo, no era nadie para entrometerse en lo que acontecía a su alrededor, de todos modos era peligroso cuando estaba solo, Diya se lo demostró cuando lo capturó en una jaula sin esfuerzo, aún así sentía que quería involucrarse. Le dolió la cabeza de sólo pensar. Volvía a estar estresado.
—¿Listo, Leon? —La voz de Darren lo sobresaltó, pero inmediatamente se dirigió a él.
—¿Y Johari?
—En la habitación de Sika.
—¿Está bien?
—Tiene algunos moretones pero nada grave, te llevaría a verla pero...
—No —lo interrumpió Leon—. No quiero verla, no podría... no es asunto mío, yo no...
El pequeño reptil ahogó sus palabras en un suspiro antes de cubrirse el rostro un momento, dejando ir el tema y tratando de poner su mente en blanco; Darren lo ayudó con eso tras tomar una cacerola limpia y un par de utensilios que prosiguió a mostrarle con una sonrisa. Leon se levantó de la silla para acudir a él, obedeciendo las indicaciones del lobo sobre tomar una silla donde subirse, pues necesitaría estar a la altura de la estufa para atender las instrucciones. Había hecho una broma sobre su estatura pero Leon no le había prestado atención, así que Darren se alzó de hombros y lo dejó pasar.
—Vamos a comenzar cortando lo que necesitamos para echar al aceite. Tomas el cuchillo de esta manera, lo deslizas con cuidado de no llevarte un dedo y cortas. ¿Ves? —Leon asintió, entretenido por los sutiles movimientos de Darren sobre una tabla de cocina—. Ahora hazlo tú. —El lobo le cedió el cuchillo al camaleón, cuya torpeza fue evidente al instante, pues que supiera maniobrar cuchillas para perforar a sus contrincantes no le daba la agilidad de cortar verduras y esto Darren lo comprobó. Tomó las manos del niño, ayudándole a encontrar la mejor posición—. Así... no necesitas apresurarte. Con calma.
Un tanto incómodo, Leon hizo caso e imitó lo mejor que pudo las tácticas y consejos que le entregó el adulto para ofrecer un corte adecuado, siendo lo más meticuloso posible cuando fue el turno de cortar la carne. Darren lo elogió por su esfuerzo pero declaró que ya lo iría mejorando; Leon estuvo de acuerdo con su veredicto así que no respondió. Más tarde echaron aceite a la cazuela previamente puesta al fuego y esperaron a que estuviera listo para echar los ingredientes e incorporar los sazonadores, moviéndoles con una cuchara de madera para que la comida se friera de manera uniforme. Darren se permitió presumir en este punto, por lo que logró arrancarle un par de sonrisas a Leon en el proceso, quien no se había dado cuenta en qué momento perdió la tensión e incomodidad de antes.
—Bien, en unos momentos estará listo. ¿Quieres intentarlo? —La cría no necesitó que se lo dijeran dos veces, pues no dudó recibir la cuchara para comenzar a imitar los movimientos de Darren en el guiso, aunque lo hizo tan fuerte que consiguió tirar algunos trozos de carne al piso—. Oye, tranquilo, chef. No hay clientes esperando en la mesa —bromeó el adulto y Leon correspondió con una tímida sonrisa, realizando movimientos más cuidadosos—. Bien, ahora comprobaremos su sabor, cada vez que se cocina se debe probar para verificar que no le hace falta nada, porque si le falta se lo agregaremos. ¿Anotado?
Darren tomó un trozo de carne entre sus dedos, soplándolo para enseguida llevárselo a la cavidad, asintiendo satisfecho y entregándole una parte a Leon para que él también encontrara la diferencia, aunque él no pudo opinar mucho ya que en esos momentos sólo podía reconocerse maravillado por el sabor, el cual no era nada parecido a lo que había probado de las hienas anteriormente. Cuando pasaron los minutos de cocción adecuados, Darren sirvió los platos donde degustarían su primera receta juntos, acordando continuar cuando fuera la hora de comer. Leon se llevó su plato a la habitación cuando una hiena llamó a Darren para atender un problema, y todavía curioso degustó con cuidado cada cucharada que se llevaba a la boca. Sintió que las horas pasaban volando y con ello sus preocupaciones. Continuaba recelando la actitud de Darren pero después de aquello ya no le desagradaba compartir su tiempo con él. En algún momento le hizo preguntas para conocerlo mejor, saber de sus propósitos y vida pasada, antes de que uniera su destino a Sika; a ese auditorio de peleas clandestinas. Leon también contestó a sus interrogantes, sintiéndose cada vez menos incómodo por revelarle diminutos detalles de su crianza.
Darren por fin sintió que estaban teniendo una conversación mientras proseguían las torpes clases de cocina, llegó a pensar que finalmente podrían entenderse, especialmente porque Darren veía en aquel niño reptil la sombra de lo que podría ser su hijo mientras él estaba tan lejos de su planeta natal, enviando su mente a imaginar las posibles circunstancias que atravesaba su familia durante el invierno.
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Pronto fueron fechas festivas en Titania, así que las puertas del negocio cerraron de manera abrupta, Leon no supo el motivo pero no cuestionó nada por la situación que estaba viviendo entonces. No había hablado mucho con Johari desde el día en que había presenciado la captura de su padre en los pasillos del edificio. Aunque se frecuentaban, la niña demostró tener menos ánimos de aprendizaje así que Leon prefirió no verla, las pocas interacciones fueron tensas por lo que decidió alejarse de ella hasta que pudiera encontrar un tema que compartirle. Había intentado hablarle de su encuentro con Goras pero ella ni siquiera había reaccionado, entonces supuso que atravesaba un estado depresivo sino es que se había enterado sobre la muerte de su padre y se había retirado a cumplir el proceso de luto; como fuera no quiso averiguarlo. Aquel día, Leon caminaba tranquilamente en dirección a la cocina para seguir practicando cuando se encontró con Darren y caminaron juntos. El lobo gris pretendió mostrarse normal pero su inquietud no pasó desapercibida para el reptil quien había aprendido a leerlo con los días.
—Darren, ¿me escuchaste?
—¿Uh? Lo siento, ¿qué decías?
—No dije nada —confesó Leon con sigilo—. Te estaba probando ya que no te ves bien.
—No seas tonto, estoy en perfecto estado físico.
—No hablo de tu cuerpo —espetó, incomodando al lobo por la severidad en sus palabras, aún así no dijo nada más y esto logró poner al camaleón nervioso—. Darren...
—¡Hey, macbetiano! —exclamó una voz a espaldas de ambos. Leon alcanzó a escuchar un extraño aleteo que lo hizo mirar a sus espaldas, azotado por un recuerdo añejo, antes de que el sonido de alguien aterrizando lo obligara volverse para descubrir que el lobo adulto se había detenido y puesto en guardia frente a la nueva presencia, cuyo aspecto no hizo más que impresionar al reptil. Aquel que extendía sus brazos a cada costado con gesto amigable mientras se aproximaba se trataba de un ave; por su plumaje negro, Leon lo reconoció al instante: un cuervo. Pero aquello le resultó imposible, aquel planeta no era Venom—. Me parece una grosería ese habito tuyo de alejarte en mitad de una conversación importante —le dijo el cuervo al lobo con una sonrisa socarrona—. ¿Qué debe hacer este humilde delincuente para contener tu atención?
—No es a mi a quien debes dirigirte —replicó Darren con un gruñido, esto sorprendió a Leon ya que nunca lo había escuchado hablar de forma tan amenazante.
—¡Pero por supuesto que sí! Eres la mano derecha de Sika Eto'o ¿no? Esto no es cuestión de sentirse menos o más que los demás, debes enterarte de ello ya que perteneces al negocio, y sería un descaro de mi parte no informarle a todos sobre los cambios que se harán en este sitio. Las asambleas son aburridas y yo prefiero informarlo de uno en uno.
—Sigue sin ser mi problema. Hagan su trabajo y yo haré el mío que es lo que importa.
—No es cierto, macbetiano —señaló el cuervo negando con un dedo—. Porque sino te digo cuál será tu trabajo a partir de ahora, no vas a poder cumplirlo. Así que esto también es tu problema. Debiste ser consciente de ello desde el momento que tu jefe nos contactó, y sabes que a mi querido lider no le gusta cuando alguien se segrega a si mismo.
Aleksey notó entonces la figura del camaleón junto al lobo gris, a quien le dirigió una mirada curiosa. Leon retrocedió, aunque intentó hacerlo de manera disimulada no lo logró. Pensó hacer algo más para ponerse a salvo, justo como su madre le había dicho hiciera cada vez que se topaba con un cuervo, cuando el brazo de Darren se extendió frente a él como si estuviera protegiéndole y tal su acción llamó la atención del ave negra enseguida. Con una fuerte carcajada, Aleksey se llevó una de sus enormes manos al pico, divirtiéndose de una comprensión que no llegó al cerebro de los dos involucrados, sólo incertidumbre.
—¿Qué es tan gracioso? —inquirió Darren con otro gruñido.
—Tú... —dijo el cuervo al instante, ahogándose en su risa—. Morirás pronto sino cambias tu actitud. ¿Qué haces alejándote de platicas importantes y protegiendo a una cría? ¡Es tan gracioso! ¿Qué eres? ¿Su padre? Porque, que yo esté enterado, las seres en Lylat son estériles con criaturas que no pertenecen a su especie.
—Eso no es de tu incumbencia.
—Apuesto eso. —El cuervo logró calmar su risa pero no borró el gesto malicioso adornando las comisuras de su pico—. ¿Por esto te alejaste cuando toqué el tema? ¿Por tu compasión hacia los niños? Me estás diciendo mucho de ti ¿te das cuenta? Muy mal, deberías ser más cuidadoso si vas a permanecer dentro de la fosa común. Pero, bueno. —El cuervo se dio la vuelta, dándoles la espalda con tranquilidad—. He perdido el ánimo de hablar contigo, te dejaré en paz por ahora.
Despidiéndose con un gesto, el cuervo emprendió la caminata en silencio sólo para saludar de forma grotesca a una pareja de hienas que caminaban por ahí antes de arrastrarlas con un abrazo hacia adelante. Su actitud a Leon le resultó excesivamente descarada por lo que hizo una mueca pero no concretó siquiera comentarlo cuando le dirigió la vista a su acompañante, cuyos puños apenas se habían deshecho en compañía de un pesado suspiro.
—Joder, odio esto —murmuró Darren para sí mismo mientras se rascaba la nuca.
—¿Quién era él?
—Aleksey, un seguidor de Taras Vassiliev, el peor sicario de Titania. Tuvimos una reunión con ellos hace unos días, Sika y él llegaron a un acuerdo así que ahora forman parte del auditorio también. Yo no quería esto, es un problema más para preocuparme.
—¿Qué dijo para que huyeras de él?
—¿Huir? —repitió Darren de mal humor—. Recuerdo que hablamos sobre no meterte en problemas por tu boca, veo que no has trabajado en eso.
—Me protegiste de él —señaló Leon para sorpresa del lobo, quien inmediatamente desvió la mirada, nada complacido por el poco disimulo de sus instintos protectores caninos—. Te lo agradezco pero... ¿por qué anticipaste un ataque cuando él ni siquiera lo intentó?
—Antes mencionó que le gustaría ejecutar crías de camaleones al comienzo de las peleas, como una forma de propaganda o algo así... no pude evitar sentir asco cuando lo escuché, por eso me fui. Quiero decir, sé que no puedo esperar cosas buenas de la clientela de un sitio podrido como este, pero me pareció demasiado, yo... —Darren volvió a frotarse el rostro con una mano—. Ugh, odio este lugar.
—Si tanto lo odias, ¿por qué simplemente no te vas? —quiso saber Leon.
—No es tan sencillo.
—¿Es por tu contrato? —adivinó Leon, Darren se tensó—. Estoy seguro que podemos solucionar eso si persuadimos a Sika Eto'o. Ví a madre hacerlo muchas veces, no es complicado, sólo debemos encontrar el incentivo adecuado para ello, entonces se sentirá amenazado y no dudará entregarte todo el efectivo que necesitas. Me parece que Keita es su hermano legitimo ¿cierto? Podemos usarlo a él, el tipo es un idiota, no será difícil tenderle una trampa para capturarlo.
—Leon... —Darren miró al camaleón con espanto, incapaz de creer en lo que estaba diciendo a pesar de todo. ¿Realmente se daba cuenta?
—Después de eso puedes escapar. Las hienas no te vigilan las veinticuatro horas, puedes alejarte de aquí y conseguir un trabajo fuera de este sitio. Yo estaba pensando irme de aquí pronto así que podría ayudarte, tengo un amigo que puede conseguirnos empleo aunque sea de asesinos. Matar es duro al principio pero te irás acostumbrando. Después de varios asesinatos no se siente nada.
—Oh, Leon. —El lobo adulto se arrodilló frente al pequeño reptil mientras este todavía sonreía, orgulloso con sus propuestas.
—¿Qué dices? Cualquier alternativa es buena —concluyó con entusiasmo. Lo que Leon no se esperó fue que Darren lo tomaría de los hombros, dedicándole una expresión entristecida por todo lo que había escuchado. Confundido, el camaleón le devolvió la mirada antes de sentir cómo el adulto rodeaba su cuerpo y lo apretaba a su pecho con fuerza, no lo suficiente para lastimarle pero si para hacer que el poco entendimiento del niño se evaporara entre la incertidumbre que no tardó envolverlo debido a este inesperado gesto—. ¿Qué... ? ¿Qué estás haciendo? —No obtuvo respuesta, el lobo gris estaba en silencio, lamentando las circunstancias que debió atravesar aquella cría para tener semejante mentalidad—. Darren... ¿Por qué... ?
De pronto la visión de Leon se tornó borrosa hasta que las lagrimas que se acababan de acumular en sus párpados inferiores se derramaron, haciéndolo consciente de la calidez con la que estaba siendo golpeado. Su voz se había quebrado cuando un sollozo sorpresivo se liberó de su garganta y no entender el motivo de ello logró desesperarle, especialmente cuando el cuerpo del lobo comenzó a temblar sobre él.
—Darren, ¿qué es esto? No me gusta. ¡Suéltame! —exigió, revolviéndose dentro de los brazos del lobo, quien no pudo obedecerlo, pues sabía que hacerlo en esos momentos no serviría para que Leon se liberase de lo que estuvo arrastrando consigo desde el comienzo de su travesía sin darse cuenta—. Esto no es... no es divertido. Darren, ya basta —casi suplicó, enredado en un brote de sentimientos que no podía identificar, de pronto no dejaba de sentirse herido y tan sólo, pero tan cálido—. No me gusta... mamá...
Después de eso Leon lloró con fuerza, incapaz de detenerse aún cuando lo intentó. No devolvió el abrazo al no ser consciente de lo que sucedía en realidad, una parte suya quiso golpear a Darren para liberarse del malestar que lo invadía pero otra parte estaba luchando por permanecer dentro de la calidez contraria. Su brazos sueltos no formaron puños, se quedaron estáticos contra sus caderas al desconocer de qué manera moverse. El tiempo dejó de importarle, así que no supo cuántos minutos pasaron antes de que Darren lo soltara, pudieron ser horas y eso Leon no lo sabía. Tras liberarlo, Darren frotó una mano contra su hombro mientras el camaleón intentaba controlar su llanto por completo, para entonces solo sollozaba pero eran sollozos muy profundos todavía.
—Ya está bien, Leon —le dijo el adulto suavemente—. Déjalo ir. —Leon lo hizo porque en esos momentos no tenía voluntad para oponerse, tantas emociones y tantas ideas, todas sumergidas en el abismo de su debilidad natural—. Aunque no lo creas, a veces es bueno llorar. ¿Gustas algo qué comer? Vamos, te llevaré a la cocina.
Leon se soltó de la mano del lobo cuando este intentó guiarlo, finalmente volviendo a tomar control de sus acciones, aún cuando las calidez en su pecho persistía y le mareaba.
—No te entiendo... no lo hice cuando te conocí, todavía no puedo —dijo, retrocediendo otra vez, su mente revuelta con tantas imágenes, situaciones que había vivido junto aquel lobo—. ¿Por qué haces esto? Me tratas diferente de todos los demás. ¿Por qué? —susurró casi para sí mismo—. Darren, ¿qué soy para ti? ¿Una simple cría camaleón? ¿El nuevo juguete de Sika Eto'o? Porque no es esa la sensación que me transmites.
—¿Qué quieres que te diga, Leon? Eres lo que eres, no puedo verte de otra manera.
—¡No es cierto! —exclamó, sintiéndose rozar el borde de su paciencia—. Incluso Johari no es igual para ti. Aunque ambos seamos camaleones no nos tratas de la misma manera.
—Leon...
—No. —El camaleón retrocedió en respuesta al paso que Darren dio hacia él, estaba determinado a no dejarlo acercarse más—. Johari es la ventana de Sika, es el deposito de todos sus pesares, para él yo soy una herramienta más de su espectáculo. Johari para ti es una niña desafortunada con una vida desafortunada pero yo... —Los ojos de Leon se iluminaron cuando lo comprendió, sintiendo a la rabia acumularse en su pequeño cuerpo en el momento que miró dentro de los ojos de Darren, advirtiendo la ternura que todavía le dedicaba—. ¡Yo no soy tu hijo! —exclamó con dolor.
Y tras sus palabras, Leon le dio la espalda y comenzó a correr, escapando de las consecuencias que pudieran traer, a pesar de todo incapaz de presenciar el daño que había causado en Darren, porque una parte de él todavía se sentía conectada a su presencia. Darren estiró un brazo por inercia para detenerlo pero no hizo el intento por moverse de su lugar, herido, frustrado. Cuestionándose entonces qué estaba haciendo él proyectando la imagen de su hijo en una cría que poco parecido tenía. Era verdad, Leon tenía todo el derecho de molestarse por ello. Aún así, creyó remediaría un poco su dolor por permanecer lejos de su familia, usando a Leon como contenedor de aquellas mortales carencias.
—Convivir con los demás no es nada fácil ¿cierto? Especialmente con niños.
—¿Lo escuchaste? —le preguntó Darren a la hiena que permanecía recargado en un pilastrón detrás suyo. Sika aspiró el humo de su cigarro, acoplándose al ambiente y a la poca frecuente accesibilidad de su mejor empleado, a quien solían llamar su mano derecha.
—Estuve aquí cuando sucedió gran parte. No quería decir "te lo dije" pero... Te lo dije ¿no?
—Todavía siento pena por él —admitió Darren.
—A mi nunca me causó pena —comentó Sika con desinterés—. ¿Sabes, Darren? Algunos individuos nacen en las sombras y están tan familiarizados con ellas que es imposible que se sientan cómodos en la luz, aún si llegaran a ser atraídos por ella. Es como tú y yo, no podemos identificarnos con el sentir del otro pero podemos coexistir, llegar a un acuerdo temporal... es lógica adulta. Los niños son diferentes. Se pasarán la vida rechazando todo lo que no comprenden porque no han desarrollado nuestras capacidades, pero lo harán algún día, y cuando lo hagan se darán cuenta de las alternativas, por desgracia son pocos los que luchan por cambiar su entorno. Siendo sincero, no creo que Leon lo haga. Dudo que pueda. Nació matando, matará hasta que muera y no será culpa tuya —señaló pero entonces recordó algo que le incitó sonreír con sorna—, el destino de tu hijo quizás si.
Darren dirigió una breve mirada rencorosa hacia Sika por su última oración pero no respondió, perdiendo su atención una vez más allá donde la figura de Leon se perdió para no volver. No sabía a dónde había ido o si en algún momento del día lo volvería a ver. Así que -luego de reflexionar- decidió distraer su mente en el trabajo por el momento, después de todo era lo único que podía hacer en su situación.
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Leon continuó corriendo y no se detuvo mientras las paredes a su alrededor parecían perder solidez, transformándose en enormes masas negras que parecían perseguirlo en su camino fuera del auditorio. La respiración del pequeño camaleón comenzó a sentirse difícil, saliendo y entrando por sus pulmones con suma dificultad, estos comenzaron a pesarle conforme encontraba un sendero entre aquel laberinto de tinieblas por el que le pareció surcar. El Voexyl se lo tragaba así que Leon aumentó la velocidad, ansiando encontrarse de vuelta al mundo que lo había forjado tal como era, aquel que lo comprendía; que lo mantenía despierto por los peligros que lo asechaban. El resguardo que Darren le ofrecía era doloroso, de alguna forma que no lastimaba su cuerpo o lo hacía sangrar como estaba acostumbrado, por eso prefería escapar, alejarse antes de que fuese demasiado tarde.
La luz no era para él, de eso se había percatado aún sin ser consciente. No la aceptaba como suya porque los estigmas de su vida ardían cada vez que un gesto amable le era dedicado, por alguien que no comprendía su mundo e intentaba llevarlo hacia el calor de la bondad. Aún era pequeño e inexperto, desconocía tantas cosas y temía a otras, pero debía seguir corriendo, recibir la guía del dios destructor que manchaba su camino con sangre.
Notas Finales: Adivinen quién recuperó su inspiración. No es por dar spoiler pero... tenemos al primer adversario real de Leon en camino y estoy emocionada por presentarlo. Gracias por continuar aquí. ¡Nos leemos pronto!
