Corría el mes de septiembre cuando la reina había decidió que el Palacio de Buckingham se pondría sus mejores galas para festejar el cumpleaños 70 de su hijo, Carlos de Inglaterra.
El cumpleañero fue uno de los primeros en llegar a palacio acompañado de su esposa, la . El vehículo negro conducido por unos de sus más fieles empleado se detuvo para dejar que todos pudiesen ver aquella pareja que por tantos años había sido de gran controversia para la corona.
Desde lejos se podía vislumbrar el chaqué negro del príncipe Carlos y a una espectacular Camilla, que lucía un vestido verde claro con espectaculares joyas que representaban su estatus ante todos los demás.
Minutos más tarde comenzaron a llegar los adorados nietos de la reina, cada uno conduciendo sus automóviles junto a sus respectivas parejas; principe William estaba acompañado de su esposa Catherine, Prince Harry con su prometida Meghan y seguido de un automóvil deportivo rojo se bajaba el duque de Granchester acompañado por una muy sonriente Lady Margaret.
Esta última le había insistido tanto en ser su compañera esta noche; dónde todos estarían pendiente de este evento por ser próximo a la llamada boda del siglo.
Ella tenia que dejar bien en claro quien seria la próxima duquesa y haría todo lo necesario para lograrlo, así tuviese que meterse por los ojos a Terrence; ya que por más que hacia no lograba conseguir que este le cortejara de manera que quedase establecido ante los demás que el la deseaba como esposa.
Las noches compartidas con él parecían que no habían sido suficiente para comprometerlo. Sus visitas y largas temporadas en el castillo de Granchester no le habían animado al joven; era como si sus intentos fuesen tirados al olvido una vez se alejaba cinco minutos de él.
Su madre la había motivado para que usase todas las armas de seducción existentes y de esta forma el joven duque se enamorara, cosa que parecía imposible. La misma madre de Terrence también había puesto, no sólo un granito de arena, sino que toda una playa para lograr que su hijo sintiese la necesidad de tomarla como esposa, pero nada había logrado.
Por otro lado estaba su padre; quien siempre le decía que simplemente Terrence no era para ella. Que estaba perdiendo su tiempo y más oportunidades de conseguir un buen marido.
Luego de la recepción y la cena en los salones de Estado del palacio, decorados elegantemente para dicho acto; la soberana dedicó unas palabras a su querido hijo.
En las que había mezclado la emoción y el humor, Isabel II se dirigía a todos los presentes diciendo: "Es un privilegio para cualquier madre el poder ofrecer un discurso en el 70 cumpleaños de su hijo. Significa que has vivido tanto como para ver a tu hijo crecer. Voy a usar una analogía que os gustará, es como plantar un árbol y verlo crecer".
Las risas se escucharon en todo aquel salon para luego dar comienzo al baile, el cual fue inaugurado por el cumpleañero y su esposa. Luego de unos minutos la pista se llenó de más parejas que bailaban al son de aquel vals.
– Estás muy callado Terrence. –le recriminó la joven pelirroja al duque
– No veo necesidad de hablar demás. –le respondió. Y es que estaba molesto. Muy molesto con su madre por haberle hecho aceptar esta compañía. No negaba que ella era bella, pero le fastidiaba su personalidad. Esa necesidad de ser el centro de atención y de sobre todo querer manipularlo. Al igual que todos los allí presente estaba enterado de los rumores que corrían sobre ambos y aunque sabia que tenia que casarse para poder tener descendencia para su titulo; no la deseaba a ella.
Ahora junto a sus primo y compañeras, Terrence tomaba por fin unos minutos de paz. Su parlanchina compañera al fin le había dejado solo. Ambos principe reían ante los comentarios y la cara de su primo menor y el disgusto que tenia en aquella fiesta.
– Creo primo que tu momento de paz ha terminado –le dijo Williams al darse cuenta que el martirio de Terrence se aproximaba. Lady Margaret se acercó a aquel grupo y de inmediato se hizo dueña de uno de los brazos del joven duque. Todos miraron la cara de Terrence a sabiendas que estaba a punto de explotar.
– Margaret –se dirigió Harry a la joven mujer– No crees que deberías ser menos efusiva en público con el duque. Especialmente en un evento como este. –ella le miró con ganas de asesinarlo. Simplemente el joven principe era una de las personas que más detestaba. El muy estúpido había decidido elegir a una americana sin titulo alguno.
– No veo que este mal. –le respondió con aires de sarcasmo– acaso tú americana no hace lo mismo contigo. –en ese momento una molesta Meghan iba a hablar, pero como su prometido la conocía prefirió tomarla del brazo y salir de aquel grupo.
– Tu comentario estuvo fuera de lugar –le recriminó Terrence
– No entiendo la fascinación de los ingleses por las americanas. –comentó la joven y un recuerdo cruzó la mente de Terrence, cual estrella fugaz en noche de verano.
Luego de aquel comentario Lady Margaret junto a la esposa del principe se alejaron de los caballeros y estos se miraron y sonrieron a la vez.
– ¿No la soportas? -preguntó su primo
– Tanto se nota. –rio Terrence y luego le siguió Williams
– Sin embargo ella no lo ve así. Creo que debes o ponerle un alto y dejar de acostarte con ella o casarte y soportarla.
–¿Casarme? Nunca...
– Muchos nobles se casan para mantener su titulo y tener descendencia. –comentó y le miró fijamente para ver su expresión– Con ella tendría buenos hijos. Tiene buen nombre, tiene titulo de condesa y está loca por ti. –le dijo riendo sabiendo que su primo la sola idea de casarse con ella le daba dolor de cabeza. –Aunque por otro lado puedes hacer como Harry. –se detuvo a mirar su hermano desde lejos quien bailaba con su prometida y le miraba sumamente enamorado. – Encuentra la mujer de tu vida, enamórate y cásate con ella.
– Como si fuese tan fácil.
– No es fácil, pero tampoco imposible.
Al termino de la fiesta, Terrence había acompañado a Lady Margaret a su casa. Estaba desesperado por que se bajara y terminara la noche.
Sólo pensaba en la paz y tranquilidad que le esperaba en su casa.
– Pensé esta noche la pasaríamos juntos –le dijo la joven desilusionada
– Tengo cosas importantes que atender al llegar a casa
– ¿Más importantes que nosotros? –le preguntó a espera de una negación y que cambiase de parecer y terminaran como de costumbre juntos.
– Debo irme. Hasta luego. –y sin mas nada se despidió y procedió a subir a su automóvil y salir lo antes posible de aquel lugar.
– Corre cuanto puedas que tarde o temprano serás sólo mío. –susurró mientras veía alejarse aquel auto rojo.
Hola bellezas...
Primero las fechas no concuerdan con la realidad. Recuerden que es un fic. Me dije que iba a comenzar a compartir capítulos cortos... Pero mis musas, como saben son divas es cuando y como quieren... lol
¿Qué les ha parecido. hasta ahora?
¿A quién le recuerda Lady Margaret? ?
