Miro fijamente al lugar donde minutos antes, de lejos, pude ver su silueta. Hubiese dado cualquier cosa por ser yo quien te extendiera la mano, ayudara a salir del auto, atraerte a mi y abrazarte tan fuerte que puedas escuchar a este tonto corazón que sólo late por ti. Pecosa… Estás aquí… Has vuelto…
Me siento que caigo en un precipicio, mis sentimientos por ti siguen tan vivos como aquel día en que te convertí en mi esposa y me regalaste el sol, para luego traerme la oscuridad.
¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo podré tenerte tan cerca y a la vez tan lejos? Candice White Ardley, mi mayor deseo era cambiarte el apellido y que fuese mi esposa. Eras tan diferente a las demás. Brillabas con tu luz ante toda aquella oscuridad que nos rodeaba.
Como azucena entre las espinas
es mi amada entre las mujeres.
Tú, Candy, quien me hizo sonreír…. Tu risa, tu voz era todo lo que necesitaba para sentirme pleno.
Tocan a la puerta y salgo de mis pensamientos.
Me molesta que no respeten mis ordenes. Pedí que nadie me interrumpa. Necesito tiempo para asimilar que ella está aquí en el castillo. Que estará cerca de mí y ya no es mía. No es mía, debo asumir mi realidad; sin embargo yo siempre seré suyo.
Bryant, pedí no ser interrumpido por nadie. Estoy ocupado y no quiero ver a nadie en este momento–le digo molesto, no estoy de humor para nadie.
– ¿Ni siquiera a mí? –entonces la escucho y mi mundo se detiene. Aquella voz que por tanto años quise borrar de mi memoria… Comienzo a voltearme a ella, no sé si tendré el valor de verla y no correr a abrazarla y decirle que aún es el centro de mi vida. Sigo lentamente hasta estar frente a ella. ¡Candy!
No hago más que mirarla. Sus verdes lagunas están fija a mí y no sé qué decir o hacer. Ha cambiado tanto... Si antes era hermosa, ahora lo es aún mucho más. ¡Cuánto has cambiado pecosa!
¡Cuán bella eres, amada mía!
¡Cuán bella eres!
Está más alta y delgada. Su pelo está igual de rubio, pero se ve tan diferente a la Candy que conocí.
En todos estos años la imaginé de tantas formas, pero debo decir que quedé corto. La dueña de mis desvelos y la única que pintó de alegría mis noches oscuras es la mujer más bella que he visto en toda mi vida.
No se mueve, al igual que yo, esta haciendo un revisión del lo que ve. Se que he cambiado con los años, pero ella... Ella es mucho más de lo que imaginé. ¡Cuánto deseo abrazarte mi pecosa!
Al igual que yo, el me sigue mirando, no tengo palabras para decir lo que siento... No puedo creer que este hombre frente a mí sea Terry.
Mi Terry. Mi esposo.
¿Mi esposo? Este hombre es…. No Candice White, el ya no es…
Ahora entiendo a Rossy y Melissa cuándo se volvían locas al verlo por la TV. Y es que parece hecho a mano.
Me muerdo el labio inferior para tratar de calmar todo lo que siento, debo portarme seria. Esto no es una novela romántica con final feliz. tu no crees en los finales felices. ¿Recuerdas a qué viniste? Viniste a divorciarte de Terry. Del hombre que amas.
Creo que me va a sangrar el labio sí sigo apretándolo tan fuerte.
Tranquila recuerda: Soy una mujer madura que frente a ella tiene... A un hombre que ni en mis más remotos sueños pensé llegar a ver. Respira Candy… Soy una mujer que no siente nada por este adonis que tiene frente a ella…
Deja las bobadas Candy White y se honesta aunque sea una vez en tu vida: Frente a ti tienes un hombre que está como para comérselo y olvidarse la dieta y las calorías... Espíritu de Rossy Castañeda sal de mi... Esto va a ser más difícil de o que imaginé.
Respiro profundo y su perfume llega a mí, alertando cada uno de los poros de mi cuerpo. No voy a negar que este hombre hace vibrar cada molécula de mi ser. Nadie, jamás, ni antes y menos después ha podido despertar en mí lo que tus ojos logran.
No sé qué me pasa, pero esta sensación que juraba estaba muerta ha despertado y como si fuese un imán, lo que más deseo es correr y abrazarlo.
– Candice White Ardley. –su nombre sale de mis labios tratando una vez más de reaccionar ante su presencia. Ella sigue mirándome. Ahora se muerde el labio y ella no sabe todo lo que me hace sentir con se simple gesto.
– Terren Granchester –me responde en el mismo tono.
– Veo que sigues siendo una rebelde –le digo al ver la cara de susto de mi mayordomo, quien al parecer tuvo que obedecerla y traerla a mí. Le hago una breve seña y ambos, Briant y John, salen dejándonos solos.
– Y tú, como siempre queriendo imponer tu voluntad –como extrañaba estos pleitos, esa forma de contestarme como nadie jamás lo ha hecho.
Le señalo una silla para que se siente frente a mi escritorio. No creo ser capaz de acercarme a ella más de lo que ya estoy. Me mira y se queda por unos segundos pensando, para luego lentamente sentarse. Coloca su cartera en mi escritorio y cruza las piernas. Cuántas veces deleite mis ojos al ver sus piernas mientras trepaba los arboles–Terrence vine por que John me dijo que era lo mejor para poder solucionar este problema –¿Problema? Así es como llama a nuestro matrimonio; a lo que para mi fue uno de los pasos más importante de mi vida. ¡Problema!
– Exactamente. La mejor forma de arreglar este problema –hago énfasis en la palabra –es contigo aquí. Nuestro problema –odio desde ya esta palabra– es un caso especial y depende de la reina el que podamos solucionarlo.
– ¿Cuándo veremos a la reina? –me pregunta en un tono bajo– No quiero que esto retrase tus planes. – ¿Mis planes? Mis planes los mataste tú al irte y dejarme, quise gritarle
– No tienes que preocuparte por mis planes. –la miro fríamente. ¿Qué pasó con la mujer que decía amarme? ¿Por qué me dejaste de hacerlo? ¿Tan poco te importó este amor que con dinero lo borraste?
– Mi intención es poder volver a casa la próxima semana. –interrumpe mis pensamiento– Tengo muchos pendientes en mi trabajo y sólo me dieron unos días libre.
– No creo que puedas volver a tu casa tan rápido. No depende de mí el que se apruebe nuestro divorcio.
– Si tú y yo estamos de acuerdo en firmarlo ¿Entonces en dónde radica el gran problema? –me pregunta y la misma me duele. ¿De verdad que le ha importado tan poco esta situación? ¿Tan fácil fue para ti Candice? Para mí no lo fue. Me borraste de tu vida, me has sacado y ahora no soy más que un problema.
– Dependemos de la reina. –responso secamente
– Eso lo sé, pero…
– Aún estaba baja la tutela de abuela cuando nos casamos y por ende, tanto tú como yo dependemos de ella.
– Yo no tengo nada que ver con la reina. –me dice mirándome y con solo ver sus ojos me pierdo. Esas esmeralda que tranquilizaban este mar. Fuiste mi salvación cuando quería hundirme, pero luego tú misma me hundiste.
– Te equivocas –le digo parándome y volviendo la mirada al jardín. Debo tranquilizar y apagar estos sentimientos. Necesito tener el control.– Al ser mi esposa –le digo haciendo énfasis. Quiero que se acuerde que fue mía. Mi esposa– automáticamente se te otorgan todos los beneficios y normas del título que poseo.
En ese tiempo era Marquez y por ende, tú te convertiste en marquesa. –siento su mirada sobre mi– ¿Entiendes? –volteo a mirarla y sigue ahí sentada. Parece una muñeca. ¡Bella!– Mis reglas, son tus reglas. Mi titulo, es el tuyo…
– Yo nunca he buscado tener nada que no sea mío. Sólo quiero que todo vuelva a la normalidad. A la tranquilidad de mi hogar y mi trabajo en el hospital. –se pone de pie y camina unos pasos alrededor del estudio. Rosas. Su perfume de rosas llega a mí; es el mismo que utilizaba cuando estábamos juntos.
– Lamentablemente eso no sucederá.
– ¿Qué quieres decir?
– Candice eres mi esposa. De cualquier forma que sea, estamos casados y por ende eres la duquesa de Granchester, uno de los títulos más importantes de la monarquía inglesa.
– Titulo que no pedí –camino y me siento en la esquina de mi escritorio mientras la veo a ella caminar buscando las palabras necesarias.
Entonces no sé cómo tropieza, la veo caer mientras corro hacia ella.
En dos pasos llegó y la tomo por la cintura, la pego a mí y doy vuelta en el aire para que ella no caiga al piso.
Siento el golpe al caer al suelo, pero no me importa ella esta bien. Esta sobre mí. Siento todo su cuerpo junto al mío; sus ojos cerrado a espera del golpe y por fin puedo ver sus pecas.
Están aún sus pecas. La veo abrir poco a poco los ojos y mi corazón se detiene. Estamos tan cerca y solos. La tengo en mis brazos como en mis sueños.
Me mira sin decir nada. Miro su boca y ella la mía.
No sé de donde saque las fuerzas, pero comienzo a acercarme a sus boca lentamente…
Hola belleza... ¿Qué les pareció?
