Siento respiración sobre mis labios. Mi cuerpo está totalmente paralizado y aunque intenté, no puedo moverme. No quiero hacerlo.
Se esta acercando lentamente a mi boca–¿Me va a besar?– Es todo lo que pienso.
Ah, si me besaras con los besos de tu boca...
¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!
Mi corazón late fuertemente ante la anticipación de sus labios sobre los míos; ante aquellas sensaciones que sólo él puede crear en mí.
¡No sé que hacer! ¿Dejar que me bese y saciar esta sé de sus labios? Dejar que este deseo de volver a sentirme viva y suya llene cada espacio de mi corazón o ¿Me levanto y salgo de esta tonta escena? Sé que no debo, sé que está mal. Él es de otra ahora y yo sólo estoy aquí para dar por terminada esta historia.
Mi conciencia me dice que lo haga, pero este tonto corazón desea volver a vivir. Mi corazón me empuja a que caiga al abismo del deseo, de la necesidad y perder por completo la cordura.
Comencé a cerrar mis ojos mientras él se acercaba más a mi. No soy lo suficientemente fuerte cuando se trata de él...
Su perfume me invade, me lleva a otros tiempos. Vuelvo a vivir en aquella colina del colegio, donde de la misma forma nos besábamos y me decía una y otra vez que me amaría hasta el final de los tiempos. Recuerdo brevemente aquellos besos que me hacían delirar y que hoy me rindo ante el deseo volver a probar.
Creo que estoy muriendo en este momento. Mi más oculto anhelo, ahora se hace realidad. Sus labios en los míos, suave y decididamente se adueñan mi boca, como antes, como siempre.
Me estremezco al sentirlo y él se da cuenta, pues al igual que yo, su cuerpo responde.
Su mano en mi cintura y la otra en mi cabeza, logrando con esto acercarme mas a el. Me abraza y siento que fuimos hecho para esto, para estar unidos de esta manera tan intima, tan nuestra.
Mis manos suben hasta su cuello y siguen sin parar hasta lograr tocar sus cabellos. Lo acaricio como sé le gusta, como tanto me gusta.
No tengo resistencia y dejo que todos aquellos sentimientos afloren y que él se haga dueño de mi.
No sé cómo, pero ahora está sobre mi; su beso cambia a uno tierno y suave, pero igual me hacen sentir plena.
Se aleja de mis labios, abro los ojos y me mira con aquellos ojos que sé, son mi perdición. La profundidad de ellos me recuerdan al mar y honestamente, sólo deseo naufragar en ellos y perderme.
Sonríe y con la punta de su dedo toca mi nariz y recorre cada una de mis pecas. Entonces le miro buscando algo diferente en sus ojos, algo que me de la mas mínima esperanza, pero nada... ¡No hay nada!
- Al parecer sigo siendo irresistible -dice de forma arrogante y entonces me doy cuenta que sólo lo hizo para saber que tanto poder tiene sobre mi. ¡Que tonta soy!
– Sigues siendo el mismo engreído y mal educado de siempre. ¡Suéltame! -le grito mientras salgo de esta posición, que por no sé cuanto tiempo me llevo al cielo, para ahora recordarme mi realidad. Logró ponerme de pie y alejarme lo suficiente de el.
Estoy molesta, mas que con el, conmigo. Como una tonta colegiala, a la primera, caigo y demuestro lo débil que soy ante él.- No tienes ningún derecho para tocarme. –deseo terminar esto y alejarme de aquí, volver a mi vida.
– En eso te equivocas -dice ahora con fría mirada y de forma seca mientras se aleja de mi y coloca sus brazos sobre su pecho inclinándose en aquel escritorio que ya había olvidado existía- Eres mi esposa.
– No por mucho tiempo Terrence Granchester -estoy molesta y ahora mas que nunca, sé que este no es el hombre que conocí y del cual me enamoré. Mi Terry, el que yo amo, jamás se comportaría de esta forma.
– Eso ya lo sé, -contesta mientras camina nuevamente a mi y me toma por la cintura acercándome a él y toca suavemente mis labios con sus dedos - Mientras tanto podemos divertirnos. –lo miro sin poder creer lo que ha dicho. Salgo de sus brazos y me alejo sin quitarle la vista a sus ojos. Estoy a punto de llorar, pero no le daré la satisfacción de ver como esto me ha hecho daño. ¿Si lo que quieres es jugar con fuego Terrence Granchester? Entonces fuego tendrás.
– Suena muy interesante tu propuesta –le digo cínicamente. Ahora la que se acerca a él y toca su rostro soy yo. ¿Si crees que no sé jugar tus cartas? Te equivocas.
Toco sus labios de la misma forma que él tocó los míos. La tonalidad de sus ojos se hace más oscura, más profunda. Saco del baúl de los recuerdos la mirada más sensual que poseo, mientras me muerdo mis labios de forma coqueta. Acerco mi boca lo más que puedo a la suya y en un breve susurro dejo que mis labios den por terminado este encuentro– Pero en este momento no estoy interesada. –y con esto me alejo y salgo del estudio dejándolo paralizado.
¡Y sí moví mis caderas de la forma más sensual que existe! Para algo las tengo... Al llegar a la puerta volví mi cara a él para verlo y sonreír al saber que le he dado Jaque Mate.
Luego de ser dirigida a mi habitación "provisional", por que espero que la estadía en este lugar sea lo más corto posible, me tiro en la enorme cama y dejo caer mis lagrimas.
Estoy dolida, no debí venir. Antes al menos vivía de un recuerdo. Él, mi Terry, era especial en ellos, no este hombre frio y vacío.
Por varias horas Candy estuvo encerrada en su habitación, necesitaba poner sus sentimientos y pensamientos en orden. Tenia que terminar su historia junto a Terry y esa debía ser su meta y nada más.
Cualquier cosa que sintió o sintiera, debería quedar relegada y olvidada.
Tres horas después de la llegada de la joven duquesa, John se encontraba en aquel elegante y majestuoso Castillo de Windsor y en el estudio de la reina Elizabeth II, aunque el Palacio de Buckingham es su residencia oficial, este castillo es uno de los lugares en donde ella prefiere pasar el tiempo. Era la tercera vez que lo pisaba en todo el tiempo que tenia trabajando para la monarquía.
Subió la vista y contempló un retrato antiguo de la madre de la reina, además de adornos de porcelana que se ubican en el salón. Siempre se ha dicho que la Reina es una mujer de campo en el corazón y esta habitación ha dejado ver este lado de su personalidad, tan similar a la de Terrence y tan diferente a la vez.
Miró cada rincón y sonrió al ver que al igual que el joven duque, el amor de la reina a los caballos, era palpable en el lugar. Entonces su vista bajo a la mesa del café, y debajo de los lentes que asumió eran de la monarca y junto a los controles remotos de la TV, pudo ver aquel periódico donde se contaba el secreto del duque de Granchester.
Al llegar al castillo Granchester fue inmediatamente informado que la propia reina le había solicitado reunirse en el momento en que pisara dicho país. No tenia miedo, pues al haber tomado aquella decisión, se había preparado para las consecuencias.
La puerta se abrió dejando ver la figura de la monarca vestida como siempre elegante. Caminó hacia él, mientras John le hacia el saludo propio que requería la figura de la reina. Con su mano derecha Elizabeth II le invitó a sentarse en el mueble frente a ella, mientras hacia lo mismo.
– Voy a hablar sin rodeos. –comenzó a hablar la reina dejando entendido lo molesta que se encontraba – Necesito me expliques ¿Por qué no viniste a mi primero antes de sacar esta noticia a la luz? ¿Por que no hablaste antes sobre este secreto? ¿Y sobre todo por que ensuciar el nombre de quien durante todos estos años te ha dado de comer y te ha tratado como un padre?
Hola mis bellezas... ¿Qué les pareció el beso?
¿Qué creen diga John? ?ᅡᅠ
Gracias por sus comentarios y likes... ?ᅡᅠ
