No sé cuanto tiempo llevamos abrazados en esta posición, acaricio su larga cabellera rubia y recuerdo aquel día donde sentí que todo mi mundo se perdería, al perderla a ella. La brisa fresca me anuncia que ya pronto caerá la noche, debemos volver pronto, pero no quiero salir de esta burbuja que hemos creado. Siento que un enorme peso ha dejado mis hombros, ese que por todo estos años había nublado mi existencia.

Mi único deseo ahora es hacer las cosas bien junto a Candy, no sé como comenzar o que hacer para borrar tantos dolor causado por mi padre a la mujer que amo. «Mi padre, quien debió ser el mejor de los ejemplos en mi vida, no fue mas que alguien sin corazón», pienso aún con dolor al recordar cómo he sufrido por sus acciones. Él fue un ser despiadado que solo le importaba el título y el dinero.

Miro al lago y veo cómo las luces del cielo se reflejan en él, los tonos del atardecer al llegar la noche pintan el agua de una bella gama de colores. El recuerdo del libro de Shakespeare; "Sueño de una noche de verano" llega a mi mente y sonrió ante lo sarcástico de este pensamiento, mi ada de sueños, mi Candy y hoy como si yo fuese Oberón la recupero para enderezar este amor terrenal con matices celestiales.

Fui un tonto al pensar que ella pudiese siquiera querer algún tipo de beneficio monetario, siempre demostró que el dinero no es importante, pero me cegué ante las palabras de mi padre. Dejé que la rabia y el dolor me llenan mi alma por largos 10 años, donde quise odiar a la mujer que hoy está en mis brazos y que al igual que yo ha sufrido por esta separación.

– Fueron noches donde el frio fue aún mas frio que la misma crueldad de los rayos del sol en el desierto. –comienzo a hablar mientras toco sus mejillas, ella me mira fijamente a la cara y me pierdo en esas esmeraldas que hacen vibrar todos mis sentidos. Quisiera decirle todo lo que siento en breve palabras. Palabras que no quieren salir de mis labios.– Noches donde mí frio cuerpo llamaba a gritos por el caliente del tuyo; y mañanas donde el polvo de las lagrimas amanecieron en mi cara sin poder más que recordar que eras la dueña de mi dolor. –me acerco ahora a su oido y le susurro suavemente.– Debí buscarte, tomar el primer vuelo e ir tras de ti y decirte que si no me amabas, yo sí y que lucharía por ti. –continuo tratando de sonar lo más franco posible ya que estoy no sólo desnudando mi corazón ante ella, sino que también, mi alma.– Dime que quieres que haga y sin dudarlo lo haré, por que sé lo que es vivir en el infierno cuando tu no estas y renacer cuando estas.

Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo.

– Sólo quiero que me ames como yo a ti te amo. –me dice, se pone en puntitas y me da un suave beso en los labios.– Quiero que esos años queden en el pasado y que comencemos desde cero, como siempre quisimos. –cierra los ojos y respira profundo para continuar– Quiero escribir nuestra historia a colores y que ya nada, ni nade nos separe. –sonrió de lado, por que es lo que más deseo en estos momentos.

Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro.

– Sabes que tendremos altas y baja como cualquier pareja. –me abre esas bellas lagunas verdes buscando que continue mi relato. Debo prepararla por que sé que tendremos buitres tras nosotros– Más nosotros dos con todo lo que mi título conlleva. –hago una pausa pesando en las personas que tendremos que enfrentar: la prensa, mi madre, la corona, la abuela, su pasado– No será un "felices hasta siempre todo el tiempo" como en los cuentos de hadas, pero te prometo que lucharé con todas mis fuerzas para que cada día sonrías.

Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!

– Lo sé. –hace una sonrisa que no llega a sus ojos. Baja la mirada pensando, toca el botón de mi camisa y juega con él y vuelve otra vez a mirarme.– Tu madre, claro que sé que no le caigo muy bien que digamos y. –se detiene y separa bruscamente de mi. Siento que me deja caer al sentir mis brazos sin ella y no entiendo por qué.

– ¿Y? –preguntó a espera que continué.

– ¿Qué vamos a hacer con tu novia? –la miro sin entender de quien rayos me habla y creo que ella entiende, pues abre la boca par continuar.– La cabeza de zanahoria y canillas de espárragos. La ensalada rusa viviente. –mi carcajada llega al cielo, ¿Cómo es posible que le surjan estas cosas a esta mujer?– Mira que antes de saberte con ella me gustaban las zanahorias y ahora no puedo ni verlas. –hace una de sus hermosas muecas con su nariz y sonrió, pues sí que me hacia falta ver su cara. Me acerco y la atraigo a mí por la cintura y beso su mejilla.

– ¿Celosa? –pregunto y me fulmina con la mirada.

– Habla antes que te deje sin posibilidades de darle un heredero al ducado. –un frio invade mi espina dorsal al sólo imaginar lo que es capaz de hacer cuando se molesta.

– No creo que quieras quedarte sin hijos. –respondo con una cara de dolor al sólo imaginar lo que esta cabecita puede siquiera maquinar conmigo. «Con eso no se juega. Es patrimonio de la corona y la humanidad», pienso y automáticamente toco aquello de mi cuerpo que se siente amenazado por la pecosa.– Margaret y yo. –intento comenzar, pero me interrumpe. ¿Cómo quiere que le explique, sino no me deja hablar?

– Lady zanahoria patas de espárragos.

– ¡Candy! –le reclamo lo más serio posible, pero la risa me delata.– Margaret y yo, cómo he intento decirte. –levanto una de mis cejas a espera que ella me interrumpa, pero con sus dedos sobre sus labios hace una seña de zipper y me vuelvo a reír.– Hemos salido varias veces a actividades de la corona y una que otra cita. –me detengo a pensar que tanta verdad debo decirle.

– ¿Y me vas a decir que sólo se agarraban de manitas sudadas y ya? Por favor, si ella parece un pulpo loca por agarrarte hasta la zona donde nunca han llegado los rayos del sol. –cruza sus brazos en su pecho y respiro profundamente. Voy a tener que hablar toda la verdad o ya sé lo que me espera.

– Hemos salido, tenido encuentros y bueno tu sabes. –se ve totalmente seria, no hace muecas ni nada y sé que esto no le ha gustado para nada. – ¿Acaso tu no has tenido cita en todo estos años? –la verdad es que pregunto no por excusarme, es por estos tontos celos de saberla de otros, cuantos la habrán besado, tocado y hacerla sentir lo que yo he deseado por tanto tiempo.

– No me vengas a responder una pregunta con otra. –esta molesta y lo veo en sus ojos. Levanta su dedo indice señalándome y tocando mi pecho fuertemente. Mi esposa es del tipo de mujer que a simple vista crees es una muñeca frágil y débil, pero es extremadamente fuerte, sino sabré yo las tantos golpes que he recibido de ella.– Para su conocimiento he tenido citas, pero no andaba haciendo cochinadas con amiguitos como lo hacías tu y menos pensaba casarme como tu ya tenias planeado con la ensalada rusa esa. –arremetió contra mi pregunta y más dudas llegan a mi. Ella ha estado con otros, pero…. Entonces la veo comenzar a caminar alejándose de mí, cosa que no le permitió hacer y la tomo por el brazo para luego envolverla en los míos.

– Sí. –respondo sinceramente– Confieso que pensaba pedirle matrimonio el día que salió la noticia, pues la abuela me había dicho que necesitaba asentar cabeza y como no pensaba volver a amar a nadie más nuevamente, me daba igual ella o cualquier otra. –es la verdad y espero que ella me crea.– Ya te lo dije que no iba a casarme por amor, sólo llenar un requisito del ducado.

– ¿Y yo soy requisito de ese ducado? –pregunta seriamente, la mujer que amo jamás será una obligación para mí.

– Eres el único requisito que quiero en mi vida. –intenta escapar de mi agarre, pero soy mucho más fuerte.– No has entendido que yo a ti te he elegido, que tú eres quien quiero. –detengo mis palabras buscando aquellas que le lleguen tan profundo, como profundo es este amor que siento.– Sin ti no existiría la Nutella. –sonríe y sonrió de medio lado ya que entendió sin palabras demás.

– Tonto. –dice mientras me pega con su mano en el hombro.

– Me pongo todo romántico y abusas de mi. –me quejo con cara de niño adolorido.

– ¿Entonces qué vas a hacer con la ensalada rusa?

– No voy a hacer nada. Ya le dije que entre nosotros no hay nada y que estoy casado. –hago una pausa para continuar seriamente.– Abusado y felizmente casado. –sonríe y es como si brillara el sol luego de un día de lluvia.

– Eso significa que sólo tengo que lidiar con la medusa.

–¿Ahora a quién es medusa? –pregunto a espera de la respuesta.

– Tu madre. Acaso no viste la mirada que me dio. Si hubiese sido por ella me toma de las greñas y me convierte en estatua y no de cemento, sino de hielo para luego echarme a la chimenea. –una nueva carcajada sale de mi boca y es que ya me imaginé a mi madre como medusa y Candy corriendo para no ser alcanzada.

– Digamos que mi madre puede ser un poco especial, pero si pudimos juntos aclarar cualquier cosa que hizo mi padre, creo que ella será pan comido. –"Debe decirle toda la vedad", esa voz interna me habla y sé que es lo correcto. – Hay algo más.

– ¿No me digas que otra? –inquiere

– Margot. –juro que casi la llamo ensalada rusa. Tuve que pensar bien y hacer una pausa para concentrarme en su nombre. No sé que haré cuando la vea y recuerde como la llama Candy.– Ella no entendió que no había nada entre nosotros y que estoy casado. Cree que terminaré contigo lo antes posible. –pone su debo en la barbilla y me mira buscando qué decirme.

– Creo que tendré que explicarle con este si es necesario. –y me muestra su puño derecho. Sonrió y de inmediato su imagen pegándole a Margot frente a la reina llega a mi mente. Tengo que trabajar con estos modales de mi mujer.

– No creo que tengas que llegar a tanto.

– Entonces que se aleje de lo que es mío. –iba a hablar cuando fuertes gotas de lluvia comienzan a caer y salimos corriendo a recoger todo y colocarlo de vuelta al auto, pero entre carrera y carrera terminamos totalmente empapados.

Reímos y hablamos todo el camino. Siento que vivo un sueño del que no quiero despertar. Mi rubio tormento esta totalmente mojada con sus rizos que le llegan a la espalda y pegados a su cuerpo. Se ve simplemente hermosa.

Llegamos al castillo y como si fuésemos dos niños continuamos corriendo para llegar adentro y seguir a la habitación.

Nuestras risas se escuchan en todas partes y la verdad no me importa. Entramos y comenzamos a quitarnos los zapatos, ella me mira, toma algunas pertenencias y veo se dirige al baño. Camino tras ella, la tomo por la cintura y me acerco a su oido.

– ¿Necesitas quién te ayude con la espalda?

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