Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización


Capítulo 10

Bella.

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Viernes 11 de junio de 2002.

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Esperé por una hora, pero antes de que el reloj marcara la 3:00 AM, mi celular alumbró anunciando su llamada y me caí de la cama intentando tomarlo en mis manos.

—Hola Bella —su voz me hizo sonreír y esperaba que él lo estuviera haciendo también.

—¿Sigo teniendo mis ahorros? ¿Tienes a la voz de ganso allí?

Ruedo los ojos aunque no pueda verme y le susurró:

—Me compré un yate y un delfín como el del anillo de compromiso que me regalaste. Está nadando en la pecera gigante que tengo en tu sala. Y su juguete favorito es un diamante del tamaño del puño de tu mano.

Se ríe abiertamente y me sonrojo al escuchar su risa ronca. Joder, siento mis mejillas calientes y su voz hace cosas en mi que no puedo evitar.

—Un delfín en nuestra sala. Bueno eso sería sin duda algo digno de ver, envíame una foto. Seguro que le hace competencia a Ángela, ya sabes, con sus voces estridentes y molestas —se rio —. Eres muy mala mintiendo porque estuve revisando los estados de cuenta y estos están igual que como los dejé. ¿Estás bien?

—No he usado tu dinero Edward, solo para gasolina, comida, café, luz, agua, gas.

—Nuestro dinero, Bella, eres mi esposa. En serio, no te mataría comprarte ropa o zapatos si los necesitas. Los gastos que mencionaste son básicos —me doy cuenta que remarca "Nuestro" y luego de lo que parece una eternidad en silencio —. Feliz aniversario

—Feliz aniversario —le digo de vuelta. Es nuestro segundo aniversario de bodas y eso nos hace estar felices a ambos creo.

—Prometo tomarme unos días pronto e ir a verte, quiero llevarte a cenar.

—Haces promesas que no puedes cumplir Edward. Mejor no lo hagas —mi voz sonó decepcionada, no habíamos podido estar juntos después de la boda y dolía el hecho de que apenas nos conociéramos. Lo extrañaba tanto.

—Bueno, la verdad quisiera llevarte a un buen lugar, quizás italiano. Lo haré. No te lo prometo pero lo haré. Tendremos tiempo Bella.

—Asegúrate de volver con vida donde sea que estés. ¿Recibiste mis cartas?

—Señor —escucho que lo llaman. Dicen algo al fondo y lo escucho dar una orden antes de volver a hablarme a mi.

—Te llamaré en cuanto pueda. Sí, tus cartas llegaron.

Luego de eso la llamada se corta. Fue la primera vez que hablamos en un año. La comunicación era escasa para ambos.

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Seis años después

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11 de marzo de 2008

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"Querido Edward

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Fue increíble coincidir contigo en Yemen. Adjunto nuestras fotos juntos y las envió a tu hogar. Es más que hermoso saber que eres un hombre tan dispuesto a ayudar al mundo. Por favor llámame en cuanto llegues a Nueva York. Estoy segura que puedo tomarme el tiempo que me deben en el New York Times y disfrutaremos tanto como lo hicimos en Yemen. Juntos. Conozco lugares que seguro te gustarán y a los que no has ido, claro, aunque esos lugares no incluyen rehenes, ni tú arrastrándome de ninguna forma.

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Te quiere

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Tia Metwally"

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Las fotos mostraban a un Edward en uniforme con una hermosa y despampanante rubia de piernas largas riéndose de algo. Ambos se estaban mirando a los ojos con complicidad. Había más fotografías y todas los mostraban sonriéndose el uno al otro sin dejar de mirarse a los ojos y, sólo entonces, entendí porque Edward prefería estar allí. La complicidad y la forma en la que ambos parecían estar tan cómodos el uno con el otro hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos. Así que ella era su misión en Yemen. Así que por eso quería que yo volviera y no me quedara en Alemania. ¿Ya la conocía para entonces?

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Me levanté y dejé la carta en su correspondencia. Cuando la recibí creí que era una carta suya puesto que venía de Yemen. Tenía esperanzas, me había sentido feliz al ver el sello. Todas mis esperanzas se fueron en picada en cuanto vi las fotos y al leer la carta me di cuenta de la forma en la que Edward pasaba su tiempo entre misiones. Y solo entonces me di por vencida de algo que posiblemente no iba a poder ser. Quizás, desde un principio, no hubo oportunidad de que fuera. Digo, ella era demasiado hermosa para que yo pudiera competir contra eso. Y ella estaba en Yemen. Con Edward.

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Jueves 20 de Noviembre del 2008

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El mundo podría estarse cayendo a pedazos y realmente no me daría cuenta. Si querían un ejemplo total de lo que era ser médico en la línea de emergencias podría dárselos a ojos cerrados.

Pasaba la mayor parte de mi vida cerrando heridas, viendo a la gente vomitar y también estaba en la primera línea a recibir pacientes que podrían haber sido imprudentes o eran víctimas de imprudencias de otros.

Mi vida estaba reducida a mi trabajo, era mejor así. Edward estaba "trabajando" en Yemen y yo iba a ser tía. Después de muchas tragedias y locuras Emmett había decidido, muy a pesar de mi padre, abrir un gimnasio y dejar el ejército. Lo crean o no, había tenido un éxito tal que ahora tenía tres gimnasios y una esposa embarazada. Ellos se habían casado después de que Emmett regresó de su última misión.

Ángela me sonrió en cuanto me vio salir del quirófano y caminó conmigo a la sala de descanso.

—Emma parece estar inquieta hoy —susurró y yo me senté a escucharla hablar de mi hermosa sobrina mientras tocaba su barriga —¿Cuándo fue la última vez que dormiste? —preguntó de pronto cuando me vio tomar mi café y morder mi sándwich. Mastiqué de una forma que le pareció asquerosa porque arrugó la nariz y luego le respondí:

—Tengo un turno de treinta horas cada vez que a Zafrina la necesitan dando una conferencia. Te apuesto mi bata favorita a que debe de andar paseándose por el hospital pareciendo una puta.

—Y no te equivocas. No puedo negar que las siliconas que tiene en el culo se le ven grandiosas en esa falda. Y esas tetas..

Apareció Alice de pronto sonriendo y luego se tiró al sofá de al lado.

—Recuérdame ¿Por qué ella anda en mini falda y tacones mientras nosotras le cubrimos el culo?

—Es la esposa de Jason Jenks.

Alice abrió su pudín y se metió una cucharada enorme a la boca antes de decir balbuceando por tener la boca llena de pudín.

—Aún sigo diciendo que deberías haberle dado una mamada cuando te la pidió. Por bienes científicos, tú sabes. Y algún que otro beneficio, como horarios normales —me señaló.

—¿Crees que le encontraría la polla? Dicen que es del tamaño de un arroz. Zafrina fue muy específica en el baby shower que hicieron para Emma —murmuró Ángela haciéndome escupir mi jugo de frutas. Le saqué el dedo a Alice y ella bufó antes de que su busca sonara. Puso lo que le quedaba de pudín en mi mano y salió corriendo. Mi busca sonó y gruñí pasándole mi comida a Ángela antes de desaparecer tras el pasillo.

—Marie Norris, mujer caucásica, veinticinco años, dos paros cardíacos. Fue un accidente de auto, era la conductora, posible trauma craneoencefálico. ¡Necesitamos moverla a quirófano ya!

—Necesito que hagas unos análisis antes de llevarla a quirófano, pide que Jane venga de inmediato.

Una camilla más pasó frente a mí y Garrett dijo:

—Era la copiloto. Está embarazada. Tenemos un posible trauma en la espina dorsal y necesitamos prepararla para una cesárea.

—Necesito vendas aquí ¿Ya viste la herida de su hombro? Llama al quirófano cinco y pide un anestesista —Alice asintió y yo me quité los guantes.

Levanté la mirada y ahí estaba. Ver a Edward frente a mí después de casi cuatro años fue lo que menos esperé. Llevaba una camiseta que se pegaba a sus bíceps color verde y un pantalón negro con unas botas de motociclista. Una bolsa colgaba de su brazo y sus placas brillaban en su pecho. Mis ojos se llenaron de lágrimas en cuanto lo vi allí, de pie. Estaba cansada, necesitaba un baño y mil horas de sueño, pero había rezado cada noche al cielo porque volviera vivo y sin un rasguño. Estaba enojada, furiosa. Aún recordaba sus palabras en Alemania cuando me pidió irme. Y luego estaban las fotos que había recibido de esa rubia. Miles de sentimientos encontrados me demolieron el corazón dejándome inmóvil.

—¿Bella? —Garrett esperó varios segundos antes de llamarme y yo me giré a la camilla de la mujer embarazada.

—Necesito a Jane camino al hospital, llama a los traumatólogos disponibles en guardia y baja a Angela de Neonatología. Dile que traiga las llaves de mi departamento a recepción. Dile también que están en mi bolso. Voy a entrar a cirugía.

Me limpié los ojos y mi voz sonó estúpidamente rota. Luego miré a Edward un segundo antes de escuchar las ruedas de la camilla moverse y girarme para seguirla.

¿Qué iba a decir?

Hola Edward ¿Cómo estás? ¿Piensas quedarte? ¿Esa chica es tu amante?

No nos habíamos visto después del accidente y la comunicación había sido nula por sus misiones secretas durante los últimos tres años. Y a pesar del tiempo que había pasado, yo aún estaba molesta. Teníamos que hablar y él tenía que decirme qué hacía aquí. Me asustó demasiado verlo de pronto y esperándome, aunque quizás estaba leyendo entre líneas, quiero decir ¿Qué podría querer de mi si no quería las llaves del que en estos últimos años ha sido mi departamento? Me había comprado un auto, pero por alguna razón yo siempre usaba el suyo y hasta su habitación era mía. La verdad, creo que Alice me daría un sitio donde dormir, si tuviera que irme, y luego buscar un departamento en Nueva York no iba a ser fácil o barato, pero mis ahorros ayudarían. Todo eso si él venía por el divorcio. Después de todo, la rubia se veía hermosa a su lado de su brazo.

Mi reloj marcó que habían pasado treinta y cinco horas del inicio de mi turno, cuando salí, y eso me daba libre por lo menos un día antes de tener que volver al hospital. Por un turno que me iba a dejar como hoy, demasiado cansada. Luego de dejar a mis pacientes al cuidado de Garrett, quien parecía estar tan fresco como una lechuga, salí al estacionamiento.

Edward estaba recostado sobre su coche, con los brazos cruzados, esperándome sin quitarme los ojos de encima. Podría jurar que tenía baba en mi mejilla si cualquiera me lo preguntara estaba tan cansada, despeinada y sucia. Había escupido jugo en mi uniforme. Aún así, él me estaba mirando como si yo fuese una Coca-Cola y él un hombre sediento. Quería gritarle y patalear como una niña.

Busqué las llaves en mi bolsillo cuando él se ofreció a conducir para largarme en un taxi ¿Por qué Ángela lo dejaría conmigo después de todo? Garrett apareció llamándolo cuñado y no lo corregí, él se merecía un poco de sufrimiento. Saqué mi teléfono al subirme al auto

Bella: Traidora

Ángela: Tengo los pies hinchados. ¡Daré a luz pronto! Y tú me llamas traidora. Eres la peor tía del mundo.

Escribió de vuelta. Edward calentó el motor y susurró:

—Me tomé la libertad de ordenar algo de comer. Debes tener hambre.

—Me comí un sándwich.

—Eso no es comida. Estás más delgada de lo que recuerdo. Bella estás cansada, pero si quieres podemos hablar aquí. De verdad quiero que me escuches. Podríamos ir a un restaurante, solo quiero que estés bien —me regañó. Rodé los ojos y el auto se detuvo un momento. Abrí los ojos y me di cuenta del tráfico en el que estábamos metidos antes de suspirar cansada.

—¿Cuánto tiempo vas a quedarte? ¿Vas a quedarte? —la pregunta me sorprendió y creo que le hizo lo mismo pues no me respondió automáticamente —. No tienes que decírmelo.

Eso lo hizo sonreír burlonamente. Lo se por que abrí un ojo, curiosa en su dirección.

—Pensaba quedarme un tiempo. Duerme ,te llevaré a casa, hablaremos cuando estés despierta —dijo en respuesta.

—Humm —fue lo último que le dije antes de dormirme. De repente sentí que me levantaron en el aire y me asusté.

—¡¿Qué estas…?! —chillé en su dirección y Edward solo siguió caminando.

—Te pasaré por el umbral. Es una tradición ¿No? Solo quédate quieta. Duerme Bella.

Acerqué mi rostro a su pecho antes de oírlo abrir la puerta y sentirme flotando en sus brazos por un buen rato. Edward olía a colonia de afeitar. Y traición con el nombre de una rubia piernas largas.

Lo sentí dejarme en la cama antes de sumirme en un sueño profundo que incluía sus ojos.

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Tocino. Crujiente y delicioso tocino. Nada más delicioso que eso. Mi estómago rugió hambriento y yo me moví sobre la cama sintiéndome más relajada de lo que me he sentido en demasiado tiempo. El olor a tocino persistió. Seguro que Ángela había irrumpido y asaltado mi cocina así que me levanté tropezando con una bolsa de ropa en el piso. Un intenso dolor de cabeza me hizo lanzar mi brazo sobre mi rostro. Maldición quizás iba a enfermarme.

Me dirigí al baño y giré mi rostro en el espejo y gemí avergonzada cerrando los ojos de nuevo. Estaba segura de que me había quedado dormida con el maquillaje. Abrí un ojo y luego fruncí el ceño. Estaba esperando ver un desastre de mi misma, llena de delineador de ojos, y lo único que vi fue mi rostro sin maquillaje.

Miré hacia abajo y fruncí el ceño al ver la camiseta verde. Chillé en cuanto Edward apareció en mi campo de visión. Solo entonces, lo que pasó hace unas horas regresó a mi memoria. Edward había vuelto. Y yo llevaba su camiseta.


Aquí tenemos un nuevo capítulo y cada vez se pone más interesante. ¿Cómo se va a desarrollar ahora los acontecimientos? ¿Se darán esa oportunidad que los dos quieren, pero no saben como conseguir? A esperar al siguiente capítulo.

Lizdayanna: Desde que se conocen pasan 6 años hasta Alemania. Después Edward se vuelve a ir y pasan otros 3 años, hasta el día presente.

Agradecemos a todas las personas que leen y siguen la historia, ya sean lectores fantasmas o dejan un comentario. Para estas últimas os nombramos en agradecimiento:

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