Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización

Capítulo 14

Bella.

Sentí las placas de Edward tintinear en mi pecho y no pude hacer otra cosa que sonreír como si no llevara casi veinte horas trabajando en el hospital. Había tenido que quedarme luego de que nos indicaran que tenía que haber por lo menos dos cirujanos en el hospital hoy. Sonreí al recordar a Edward y sus besos.

Era un comienzo. Uno muy pequeño. Y quizás sonaba ilógico que nuestros problemas se arreglaran con nosotros dos frotándonos con la ropa puesta y en lugares en donde no podíamos hacer más que eso. Por primera vez en mucho tiempo, quizás, me sentí aliviada. Menos preocupada por lo que estaba pasando, por lo que iba a pasar. Él había contestado a mi pregunta de forma extraña. Íbamos a estar bien. Quizás iba a ser difícil porque no sabíamos mucho el uno del otro, pero aún había algo allí, una conexión entre ambos que no podíamos evitar.

No sabía si era amor, no estaba segura de eso. Quiero decir, habíamos estado casados, pero nunca habíamos hecho el rol de esposos. ¿Qué se supone que hace una mujer casada? ¿Lavar, planchar y criar bebés? No me veía de esa forma y esperaba que Edward no me viera de esa forma tampoco. Sonaba a una esposa de los años cincuenta, aunque sabía que en el mundo más de una mujer amaba poder ser todo eso, una esposa perfecta con la casa, los hijos y el perro, pero no era mi caso.

Cuando mi turno estaba a dos horas de terminar caminé a ver a Angie. Neonatología no estaba lejos de emergencias y quería ver a mis chicas. Y también quería ver si Edward todavía estaba allí o se había ido a casa.

—Hola cielo —me saludó Rene besándome la mejilla y yo le devolví el gesto dejándola un poco aturdida. Emmett sonrió abiertamente.

—Llevas las placas de Edward —susurró mientras me alzaba en sus brazos.

—Cállate.

Se veía feliz y, quizás, hasta un poco aliviado de que todo se hubiese resuelto. Charlie me miró también, pero no dijo nada antes de que Alistair y Thomas salieran de la habitación. Estaban haciendo rondas juntos y eso me hizo querer reírme de que fuesen tan cursis, puesto que todos sabíamos que eran pareja.

—Ángela está muy bien y Emma es una niña muy fuerte. Creo que sería bueno si la ven un rato y luego la dejan descansar. Emma está en la sala de bebés. La traerán en un rato para que Ángela le dé pecho.

Les agradecí antes de dejar a mi familia entrar. Busqué a Edward por todos lados, pero no estaba y eso me desilusionó un poco. Quizás mi padre había cumplido su amenaza y le había puesto el chaleco explosivo. Puede que hubiera decidido que era mejor irse a casa después de todo. Así que todos entramos a ver a Angie. Se veía exhausta, pero había un brillo de orgullo hermoso en sus ojos.

—¡Oh! Deberían verla —susurró maravillada mientras recostaba su cabeza en la almohada —. Es la cosa más hermosa del mundo.

—Es igual que todos los bebés Ang. Una pequeña cosa que solo quiere tus tetas. Casi, casi como Emmett en sus días de mujeriego —bromeé sin poder evitarlo. Emmett se rió nervioso antes de mirarme con molestia y sacarme el dedo. Una mano se deslizó en mi cintura y una barbilla se recostó en mi hombro izquierdo antes de que la otra mano me mostrara una flor que me hizo sonreír de forma estúpida mientras la tomaba.

Ángela pareció demasiado sorprendida como para decir algo. Bueno, en el momento en el que eso había pasado, fue su rostro el único que había podido ver, luego me di cuenta que su rostro era un espejo al igual que el de todos en la habitación. Estaban asombrados. Emmett solo estaba sonriendo en nuestra dirección y puede que tuviera mi rostro sonrojado, puesto que no esperaba que Edward hiciera algo así, como aferrarse a mi cintura de esa forma frente a mis padres cuando había tanto que decir entre nosotros. Aunque posiblemente solo me estaba usando como escudo humano para que mi padre no le pusiera ese chaleco.

—Tenía que comprar un regalo para la voz de ganso y la pequeña gosling —murmuró dejando un beso sonoro en mi mejilla. Después sacó un hermoso Ganso blanco con un listón rojo en el cuello que tenía bordado "Emma" en su pata.

—¡Aww! —mi madre dijo con gesto emocionado en cuanto lo vio. Charlie solo refunfuño sin dejar de verme antes de que Edward dejara el oso de peluche en el buro, al lado de Ángela, quien nos miró con el ceño fruncido.

—Imbécil —le espetó está a Edward.

Él sonrió abiertamente y me tomó la mano antes de tirar de mí a su lado y estrecharme en un medio abrazo. Lo dejé hacer porque se sentía bien. Me sonrió suavemente midiendo mi reacción y yo le sonreí devuelta, animándole a no soltarme.

—¿Así que dónde está la pequeña gosling? —preguntó de forma natural. Me reí abiertamente por cómo estaba llamando a Emma y Ángela bufó sin dejar de mirarnos.

—No sé porque creo que ese será un apodo que seguirá a mi hija de por vida. Gansito ¿En serio? No puedes ser más original.

—Pensé que estaba siéndolo. Eres una mamá gansa ahora —dijo Edward cuando la puerta se abrió y Alice entró cargando a mi sobrina.

—No es justo que la estés cargando tú antes que yo —reclamé y eso la hizo sonreír bobaliconamente.

—¡Oh! vamos Masen. Esta cosita aquí tenía hambre y no se quedaba quieta para que la pusiera en la carriola así que decidí traerla en mis brazos. La seguridad de los pacientes ante todo.

Había visto nacer a muchísimos bebés adorables en mi vida, pero ver a mi sobrina, ella era todo lo hermoso y adorable del mundo, no había comparación. Tenía un puchero y unas hermosas mejillas sonrosadas que me hicieron sentir como mi tía Claire, que cuando yo era niña siempre apretaba mis mejillas hasta que estas dolían. Ahora entendía ese sentimiento. Tenía ganas de hacer lo mismo, apretar sus regordetas mejillas y besar su nariz. Sus ojos estaban cerrados porque estaba dormida, pero estaba moviendo sus pies y sus manos de un lado a otro.

Emmett se sacó un par de fotos con Emma en sus brazos y luego besó a Ángela, de una forma que no era apta para menores de edad, mientras le susurraba algo que no escuché y di gracias a Dios por eso.

—¡Iugh! —les exclamé bromeando, por lo que Ángela se sonrojó y Emmett solo rodó los ojos.

—Ven aquí Bella Swan —me dijo Ángela.

Caminé hacia ella y cuando estuve a su lado Angie me sonrió abiertamente antes de poner a su hija en mis brazos. Me sentí abrumada al tener a alguien tan pequeño allí. Ella era simplemente hermosa y pequeña.

—Ella es muy pequeña ¿No?

Ángela rodó los ojos y negó. Emma abrió su boquita en un bostezo y yo solo quería. No lo sé. Yo solo quería tenerla allí para siempre. Era tan pequeña, tan...

—Perfecta —susurré. Edward suspiró en mi oído y deslizó un dedo sobre la nariz pequeña de Emma.

—Hola pequeño gansito.

Emma levantó su mano y la llevó a su boca antes de empezar a chuparla y yo me reí. Edward lo hizo conmigo así que le dije:

—Cárgala.

Edward parpadeó confundido y luego el terror inundó sus ojos antes de comenzar a negarse alejándose de mí.

—Puedo romperla. Quiero decir, es muy pequeña y…

—Ven cariño.

Los ojos de Edward brillaron por alguna loca y extraña razón antes de que caminara hacia mí, sin rechistar, y, después de varios intentos, sostuvo a la bebé en sus brazos

—Hey —le susurró sin dejar de mirarla maravillado. Suspiré llamando su atención porque nuestros ojos se encontraron y el anhelo brillo en ellos. Creo que hasta cierto punto entendí que como me estaba mirando en ese momento era como yo lo estaba haciendo.

—Emmett ven acá y carga a tu hija.

Mi mamá nos sacó de nuestra burbuja y Emmett caminó como padre gustoso a cargarla de nuevo. Edward se la dio incómodo y luego mi busca sonó rompiendo la magia.

Me disculpé y corrí a la entrada de emergencias cuando dos carros patrulla se detuvieron y también lo hizo una ambulancia tras otra.

—Pelea entre pandillas en la delegación. Hay varias personas que necesitan puntadas y tenemos uno grave que posiblemente necesite un quirófano. Dos heridas de bala, limpias, que necesitan suturas.

Seth sonrió hacia mí antes de darme la carpeta en donde la información de los pacientes venía. Alice y Sioban se unieron y me ayudaron con la mayoría de los heridos puesto que eran solo cosas pequeñas y daños menores. Uno de los guardias se acercó hacia mí pareciendo incómodo.

—Doctora Masen. Soy Mikov Urbeid. Necesito que me ayude con uno de los presos.

—Creí que todos estaban allí. Bueno el único que no está es el señor McCarthy quien fue trasladado al quirófano.

—De hecho, hay uno más. Solo necesita unas cuantas puntadas. Lo tenemos a parte porque es quien causó todo este alboroto. Tiene una herida de arma blanca limpia en su costado. Le hicieron unas radiografías y solo necesita suturas. Las enfermeras le temen. Es un tipo grande, pero inofensivo. Lo tenemos bien vigilado.

Seguí al guardia a la habitación contigua, donde varios guardias más guardaban la entrada. El hombre era muy grande, quizás el doble de Emmett, y me pregunté si él era quien había golpeado a todos los demás que estaban en la otra habitación. El hombre estaba sentado en una camilla pequeña y maldije un poco al saber que esas camillas eran las que principalmente usábamos para los niños.

—Buenas noches, señor Laurent, voy a coser sus heridas hoy. Soy la doctora Masen —le dije acercando el carrito mientras leía su expediente y poniéndome los guantes. Uno de los guardias se aseguró de que estuviese bien esposado al tubo de la camilla antes de asentir en mi dirección, aunque encontré raro que el guardia haya sonreído a Laurent de una forma extraña. El preso me estaba mirando fijamente mientras su frente sangraba y su labio inferior estaba prácticamente partido en dos.

Saqué varios hisopos, los llené de alcohol y tomé una bandeja, donde estaban los instrumentos, antes de ponerlos cerca de él.

—Es señora o señorita —preguntó suavemente mientras le curaba la frente.

—Deja en paz a la doctora Laurent —espetó molesto otro guardia que estaba vigilando de cerca nuestra interacción.

—Parece que tuvo suerte —dije en respuesta —. Esta herida no necesita ser suturada.

Me giré para alejarme para tomar más hisopos, pero la mano grande de Laurent que no estaba esposada a la camilla me tomó de la mano izquierda y apretó fuerte. Muy fuerte. Me sorprendió el hecho de que estuviese atacándome y que en un parpadeo me tuviera contra su pecho mientras apretaba mi cuello.

Varios guardias se amontonaron en la entrada de la habitación y Laurent tiró un par de veces de su mano atada a la camilla hasta que las esposas se abrieron. Pateó la camilla liberando su mano, arañándose y lastimándose en el proceso, puesto que comenzó a sangrar de allí también. ¿Cómo podía estar de pie con una herida en su costado? ¿Por qué las esposas se habían abierto?

Todo esto lo hizo mientras me apretaba el cuello poniéndome como un escudo humano frente a los guardias, que estaban apuntándole con armas cargadas.

—Hacía mucho tiempo que no veía a la puta de un soldado de cerca ¿Llevas sus placas con orgullo? —susurró sin dejar de apretar mi cuello. Lo pateé un par de veces, pero eso no funcionó. El hombre me doblaba en tamaño y yo ni siquiera creí que con mis tenis blancos pudiera hacerle daño, por el contrario, eso solo lo hizo reír.

—Suéltala Laurent. No te irá bien. Si no la dejas ir te disparare con gusto —gruñó Mikov quitándole el seguro a su escopeta.

—La usaré como escudo humano si te atreves bastardo. Da un paso atrás o le rompo el cuello.

Le golpeé la mano que estaba en mi cuello puesto que apretó y me empezó a faltar el aire, pero él no pareció afectado por el golpe. Yo, por el contrario, sentía mi mano izquierda demasiado dolorida, era la mano que él había tomado antes de aferrarse a mi como un pulpo. Laurent olió mi cuello y cuando puso su otra mano sangrando en mi rostro me asusté. No me estaba asfixiando, pero su agarre era fuerte y estaba segura de que iba a dejar marcas. Como un último intento cuando el empezó a caminar fuera de la habitación mientras los guardas lo seguían apuntándonos, le golpee con mi codo la costilla y me metí entre sus piernas haciéndolo trastabillar, pero eso solo hizo que me empujara y me dio un puñetazo directo en mi rostro que me lanzo al piso. Mi cabeza pálpito por el golpe y me desoriento.

Cuando se lanzó sobre mí dispuesto a golpearme, Edward lo tacleó y lo tiró sobre su culo antes de que uno de los guardias descargara sobre él una pistola eléctrica, dejándolo inconsciente en el piso. No sabía de qué manera había llegado a la habitación, yo solo, yo solo no podía moverme.

Escuché a varias personas gritando a mi alrededor y también escuché que alguien me llamaba, pero el dolor en mi brazo y mi cabeza era intenso.

—¿Bella?

Y nuestro Edward es un hombre protector, aquí vemos un poco de lo que Bella vive en su trabajo aunque no lo crean son cosas que pasan en otros lados, no tan frecuentemente pero Edward es un amor ¿No lo creen? ¿Reviews?

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Ann