Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización


Capítulo 16

Bella.

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Edward no dejó de mirarme mientras caminaba hacia mi. Y yo tampoco dejé de hacerlo. Sus ojos me tenían atrapada en un hechizo que podía durar para siempre.

Gracias a mi aventura en el hospital tenía un moretón que me atravesaba la mejilla y mi brazo estaba lastimado, pero él me había abrazado con delicadeza de una forma que me hizo sentir segura y feliz. Me había defendido de las acusaciones del jefe de policía, había derribado a un hombre que podría haberlo matado sin pensarlo, lo había hecho en cuanto me había visto en peligro y joder, Edward era un hombre caliente.

El departamento estaba hecho un desastre porque según dijo él, nuestra pelea lo había hecho enojarse y tirar todo al piso, pero me había prometido arreglarlo. Edward dio otro paso y sus ojos se oscurecieron un poco haciéndome jadear porque mentiría si sus ojos no era una de las cosas que más me gustaban de él.

—Los dientes pueden esperar —susurró antes de tomar mi cintura y esconder su rostro en mi cuello. Deslicé mis manos por sus brazos despacio. Miles de cosas pasaron por mi mente en cuanto su boca se abrió y ninguna era apta para menores de dieciocho años. No, no lo eran, y él únicamente succionó un espacio en mi cuello, aunque después empezó a subir despacio. Sus manos en mi cintura levantaron mi blusa suelta y me hicieron sentir como gelatina en sus dedos. Dios.

—Dios, Bella —dijo duplicando mis pensamientos antes de llegar a mi barbilla y dejar un beso corto —. Solo quiero perderme en ti.

¡HAZLO! fue mi único pensamiento.

Besó mi mejilla izquierda y luego deslizó su nariz sobre la mía antes de suspirar sobre mis labios, tan cerca. Cuando iba a besarme nuestro timbre sonó y ambos saltamos lejos del otro, pero Edward no me soltó la cintura y yo no solté sus brazos.

—Mierda —farfulló antes de dar un paso atrás pues el timbre empezó a sonar de forma incontrolable.

Cuando abrí la puerta Charlie entró seguido de Rene quien al verme soltó la bandeja de comida que llevaba en las manos.

—¿Que esta…? —Comencé a preguntar antes de que Charlie tomara a Edward desprevenido y le soltara un puñetazo. Chillé al ver a mi padre hacer eso y mi madre me atrapó antes de que yo pudiera interponerme entre ellos. Ella me miraba y estaba pálida y hasta asustada. Edward se quedó en el suelo impresionado por lo que había pasado y su labio empezó a sangrar.

—¡Charlie! —le grité y mi mamá me sentó en la mesa asustándome cuando usó la fuerza.

—¿Crees que mi hija va a soportar tus traumas? Pedazo de pendejo.

Cuando Edward se levantó Charlie lo volvió a tirar metiéndole los pies haciéndolo tropezar golpeándolo de nuevo en el rostro dejándolo aturdido.

—¡Papá! —le grité y miles de lágrimas se agolparon en mis ojos. Solo entonces Charlie me volvió a mirar —. Papá ¿Qué estás haciendo?

—Esto se acabó. Nos vamos. No tienes que estar casada con este imbécil. Mírate el rostro joder —dijo furioso. Nunca, en toda mi vida, lo había visto así de molesto. Y sólo entonces recordé el moretón.

—Cariño. ¿Te has visto en un espejo? Él te golpeó. No puedes estar defendiéndolo de esa forma. Puede que necesites ayuda y…

Mi madre me tocó los hombros y Edward escupió sangre en el piso. Mierda él ni siquiera se estaba defendiendo

—Yo jamás…

—¡Cállate si no quieres que…!

Hice a un lado a Rene de forma brusca y antes de que Charlie golpeara a Edward de nuevo me interpuse entre ellos diciendo

—Esto fue un accidente. Escúchame

—No me vengas con esas mierdas Isabella. Si este bastardo te está golpeando yo…

Cuando levantó su mano para lanzarle un golpe de nuevo la tomé entre las mías, lastimándome en el proceso. Chillé por el dolor que eso causó y eso despertó algo en Edward porque en un segundo se había puesto de pie y me había abrazado dándole la espalda a mis padres mientras me miraba. Se estaba poniendo de espaldas para que mi padre lo agarrara como saco de boxeo. Eso no iba a pasar, yo no iba a permitirlo.

—Dios Bella. Dime que estás bien cielo.

Mi padre quiso separarnos tomándome del brazo, pero esta vez Edward se giró y le tomó la mano y la dobló pegando a mi padre a la pared cerca de la puerta mientras lo inmovilizaba. Mi madre quiso meterse, pero la senté en una silla y no dejé que se moviera tampoco.

—Escucha Charlie. Lo que menos quiero es lastimarte. Ahora voy a soltarte y vas a escucharme ¿De acuerdo?

—Voy a matarte —dijo mi padre en respuesta. Edward suspiró cansado, pero no lo soltó y empezó a hablar.

—Bella estaba en el hospital cuando llevaron a varios presos de la estación de policía a dos calles de allí. Uno de los convictos se soltó de las esposas y la golpeó. Derribé al bastardo, pero no pude hacerle más porque me detuvieron y le dispararon con una pistola eléctrica. No golpee a Bella. Jamás. Escúchame bien —enfatizó —. Jamás le haría daño a tu hija. Ahora voy a soltarte.

Charlie se sacudió la chaqueta cuando Edward lo soltó y me miró aún furioso

—¿Es verdad?

—Papá, Edward no me golpeó, jamás lo haría. Dios ni siquiera se defendió de ti —Edward tomó mi mano y me escondió tras él cuando Charlie se me quiso acercar —. De verdad esto fue un accidente. Puedes llamar al hospital y te lo dirán.

—No voy a disculparme por esto. No lo haré. Si me llego a enterar que ella te está defendiendo sin razón, tu vida se acabó —dijo Charlie. Edward miró el suelo embarrado de comida y me atrajo a su pecho en un abrazo.

—Déjame ver tu mano —susurró girándome lentamente hasta la mesa del comedor. Mi madre estaba al teléfono y luego se metió a la cocina por lo que no escuchamos lo que estaban hablando.

—Vas a necesitar hielo —comentó caminando a la cocina. Rene chilló al verlo y mi padre se metió a la cocina. Edward tenía las manos arriba y mi madre había dejado caer su teléfono cuando entré, pero Edward lo recogió.

—Creo que es mejor que se vayan a casa. Edward y yo estábamos haciéndolo bien antes de que ustedes llegaran.

—¿Bella? ¿Edward? ¿Por qué la puerta está abierta? —preguntó Emmett entró en el departamento.

—¿Estás bien? Sioban me dijo lo que pasó. Dicen que Edward tacleó al bastardo y lo dejaron inconsciente.

Asentí y me abrazó antes de que Edward saliera con una compresa en su mano y un recipiente con agua helada.

—Hombre, no mencionaron nada de que te habías dado de golpes con el convicto. ¿Estás bien?

Solo entonces me di cuenta que no había reparado en que Edward estaba sangrando. Charlie salió junto con mi madre y Emmett miró al piso lleno de comida antes de abrir los ojos asustado y mirarnos a los cuatro.

—Joder papá. Dime que no golpeaste a Edward.

Charlie se sonrojo furiosamente y dejé que Edward se sentara para verlo de cerca. Él me guiñó quitándole importancia al asunto y dejé que pusiera la compresa fría en mi mano que había empezado a hincharse.

—Creo que de verdad deberíamos irnos —dijo mi madre llamándole la atención a mi padre, quien gruñó y caminó a la puerta para salir —. De verdad lamento el malentendido de todo esto hija.

Asentí dos veces antes de que ellos se marcharan y Emmett negó divertido

—Mierda. Debe haber sido divertido, ¿Me das las llaves de tu auto? Compré unas cosas para Emma luego de dejarte y las olvidé allí.

—Emmett, tú tienes las llaves ¿Cómo condujiste hasta aquí si no?

Emmett maldijo por lo bajo y empezó a buscar en sus bolsillos balbuceando. Edward me quitó la venda y luego de revisar mi mano, la vendó de nuevo con una venda seca.

—Estarás bien. Creo que te traeré unos analgésicos o te dolerá en la mañana. Aunque tu dedo está un poco hinchado

Se fue y Emmett se detuvo y lo espió antes de decirme en un susurro:

—En realidad estaba de camino a casa cuando mamá me llamó. Solo iba a llamarte, pero cuando dijo que Charlie…

—Por supuesto que lo hizo —lo regañé. Emmett me tomó la mano que no tenía lastimada.

—Ellos solo estaban preocupados. Dijo que Edward puso en su lugar a Charlie y…

—¿Te dijo que Charlie golpeó a Edward dos veces? Dios no puedes ni imaginarte lo molesta que estoy por eso.

—Son nuestros padres Bella. ¿Estarás bien?

Asentí y Emmett me besó la frente antes de irse. Edward volvió con las pastillas y un vaso con agua y me levanté y caminé hasta el baño para sacar el botiquín luego de tomarme las pastillas.

—¿Puedes llenar este algodón con alcohol?

Edward asintió e hizo lo que le pedí antes de sentarse y beber un vaso con agua. Cuando lo puso en la mesa me metí entre sus piernas y le pasé el algodón por la comisura de la boca limpiando la sangre. Por suerte no era tan grave. Edward me dejó hacer y ni siquiera se inmutó cuando el alcohol tocó su herida.

¡Ah! Mi hombre valiente.

—Yo jamás…

Puse un dedo en su boca y negué, no quería escucharlo decir algo que nunca se me había pasado por la cabeza. Nos habíamos hecho daño más de una vez, pero jamás había sido adrede. Ambos teníamos mucho que saber del otro antes de, quizás, poder llegar a algún punto.

—Lo sé. Sé que no me lastimarías de esa forma.

Edward me atrapó y escondió su rostro en mi estómago y yo dejé caer al suelo el algodón y enterré mi mano en su cabello deslizando mis uñas en su cuero cabelludo.

—Bella, sé que tú y yo estamos lejos de ser perfectos, pero yo, esto que siento por ti, esta felicidad cuando estás cerca. ¿Podemos solo intentar ser una pareja normal?

—¿Crees que seremos una pareja normal? Llevas dos días aquí y un preso me atacó, Ángela tuvo a su bebé cuando estaba a punto de asesinarte y mi padre te golpeó. Dios creo que solo falta que se inicie el Apocalipsis.

Edward se rio a carcajadas antes de que yo hiciera lo mismo. En un movimiento que me sorprendió, me atrajo a su regazo y solo escondió su rostro en mi cuello quedándose quieto.

—Dios ¿Qué será de nosotros?

—Esa es una buena pregunta Edward.

—Bueno, al menos sé que quiero intentarlo. Contigo. No quiero el divorcio, no te quiero lejos de mí —me miró a los ojos cuando dijo eso y usé mi mano derecha para tocar su rostro.

—Creo que eso es bueno.

—¿Sí? —preguntó haciéndome sonreír

—Edward, no quiero el divorcio y si tú tampoco lo quieres creo que podemos descubrir qué hacer, como un punto de partida.

—Y uno muy bueno espero. ¿Crees que seremos buenos novios?

—¿Me estás pidiendo ser tu novia cuando estoy casada contigo? —pregunté ocultando las ganas de reírme, pero Edward bufó.

—No estás llevando tu anillo de bodas. Soy una mierda en esto del romanticismo. ¿Sabes de algún curso que pueda tomar?

Me reí abiertamente y él besó mi mejilla antes de levantarse

—Creo que deberíamos dormir. Un poco. Es tarde —señaló el reloj en nuestra cocina y asentí de acuerdo cuando vi que eran las diez de la noche. Comencé a caminar a mi habitación y Edward se quedó de pie viendo el sofá antes de decirme:

—¿Ángela dejó la cama de arriba en una pieza?

—No creo que quieras entrar allí —contesté arrugando la nariz recordando el desastre de cajas y cosas viejas que solo lancé sobre esa cama. Él suspiró pareciendo resignado al sofá.

—¿Puedo tomar unas sábanas limpias de tu habitación?

Me aclaré la garganta y miré el sofá. Me había quedado dormida allí varias veces y no era cómodo. Literalmente al día siguiente no podía ni mover el cuello. Edward era grande. Me sonrojé. Su cama. Nuestra cama. Era lo suficiente grande para ambos.

No estaba lista para tener sexo con él. Aún había mucho que debíamos arreglar, pero era mi esposo. Y no quería que durmiera allí, en el sofá.

—¿Quieres…? —me detuve sin saber cómo decirlo y sus orejas se sonrojaron. Caminé hacia él y le tomé la mano para llevarlo hasta la habitación luego me giré y le pregunté —¿Dónde dormiste cuando me trajiste del trabajo?

—En tu cama. Te aferraste a mis placas y no pude soltarme. ¿Debería sentirme indignado porque no me llevaste a una cita?

Su pregunta me hizo reírme, ambos lo hicimos y eso aligero el ambiente tenso entre los dos. Ahora estábamos sonriéndonos.

—¿Quieres dormir conmigo? En la cama. Es lo suficientemente grande y…

—Bella —interrumpió sonriendo mi balbuceo, pero yo seguí.

—Se que es pronto, pero….

—Bella —me llamó de nuevo y se sonrojó —. Si no te molesta que duerma en boxer, puedo hacerlo. Odio la mezclilla y dormir desnudo no es una opción, pero puedo dejarme la camisa y el bóxer. Compraré pijamas mañana. Quiero decir…

—Sí.

Bueno, nada malo podía pasarnos ¿cierto? Viendo su pecho quería que se quedara solo en boxers, pero tampoco iba a abusar de los pasos que estábamos tomando.


Bueno muchas querían que Edward pusiera en su lugar a Charlie y el lo hizo, de una forma en la que no queda lugar las dudas, ellos dos se deben una conversación y no sé preocupen. La tendrán, ahora ¿Reviews? ¿Tomatazos? Leo todos sus comentarios nenas, y me encantan todos y cada uno de ellos.

liduvina, Sanveronica bienvenidas a la historia. Espero que la disfrutéis muchísimo.

Agradecemos a todas las personas que leen y siguen la historia, ya sean lectores fantasmas o dejan un comentario. Para estas últimas os nombramos en agradecimiento:

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Nos leemos la semana que viene.

Ann