Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 24
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Edward.
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No había disfrutado ni un solo segundo de la boda de mi padre pensando en la forma de poder mirar a Bella a la cara y decirle lo que me habían pedido hacer. Que me habían pedido irme y que no podía negarme. Que iba a ser mi última misión. Que iba a irme cuando nuestro matrimonio era tan fuerte y estábamos siendo felices.
Di un paso hacia Bella, quien aún estaba bailando y la canción de nuestra boda, la única canción que bailamos juntos, empezó a sonar. Su sonrisa, la hermosa y brillante sonrisa que había tenido toda la noche, desapareció y sus ojos me buscaron por toda la habitación antes de encontrarme mirándola.
Ella lo supo. Y lo supe porque sus ojos se volvieron brillantes en lágrimas y negó antes de que sus mejillas se llenaran de las lágrimas que había tratado de contener en sus ojos. No dejé de caminar hacia ella y Bella cerró los ojos antes de dar un paso y tropezar. Antes de que se cayera al suelo la atrapé en mis brazos y la sostuve mientras nos movía de un lado a otro, balanceándonos.
Giré un poco los ojos y solo entonces me di cuenta de que sin querer había arruinado la fiesta de la boda de mi padre, pues todos tenían los rostros cenicientos y tristes.
Y sé que ellos también sabían que estaba pasando. Cuando Charlie quiso acercarse a nosotros Rene lo alejó en dirección contraria tirando de su corbata y los invitados empezaron a unirse a nosotros en la pista bailando, pero mi padre parecía triste.
—Odio esta canción —la voz de Bella sonó rota y sollozó agarrándose de mi chaqueta. La abracé fuerte y se escondió en mi pecho llorando antes de mirarme como lo hizo la primera vez que la bailamos.
—¿Cuándo te vas? —preguntó en voz baja. La pregunta me hizo detenerme y dejar de fingir bailar. Quería decir que no lo haría, que me quedaré, por ella, por nosotros, pero no puedo hacerlo.
—En unos días, alrededor de diez días. Quizás antes.
Trato de hacer que bailara conmigo el resto de la canción pero ella parece no poder moverse, así que solo la sostengo en un abrazo sencillo antes de acariciar su cabello. Esto solo me hace recordar a la primera vez que bailamos y de repente me encuentro odiando la única canción que bailamos en nuestra boda. Es un sentimiento demasiado agridulce, odiar y amar la canción que nos llevó a besos calientes en la sala de estar de sus padres aquella vez.
—Es mi última misión. Firmé mis papeles para retirarme, pero me pidieron ir a una base en Irak para un entrenamiento. Solo serán tres meses.
La mentira salió de mis labios sin pedir permiso. No puedo decirle a Bella que vamos a rescatar a diez rehenes de diferentes campamentos porque nuestros drones han encontrado las bases y los han estado vigilando por seis días. No puedo decirle nada, aunque muera por hacerlo. No puedo decirle que es para rescatar a un pendejo que se metió con el terrorista equivocado y que posiblemente voy a estar expuesto a radiación y a bombas nucleares. No puedo ser malo con ella y preocuparla de esa manera.
—Quería todo menos hacerte llorar esta noche. Creo que tu padre fue por ese chaleco explosivo con un cronómetro de diez segundos —le susurré besando su mejilla, ella aún estaba llorando.
—Hace diez años estabas frente a un escuadrón de fusilamiento dispuesto a morir por mi Edward Cullen —me acusó y sí, era cierto. Incluso en ese momento ya la amaba y no me costó nada reconocerlo.
—Y tú estabas haciéndote pipí y eras menor de edad. Dios, aún recuerdo cuánto quería morirme.
Bella se rio de forma triste y me abrazó fuerte antes de mirarme con los ojos llenos de lágrimas de nuevo.
—Voy a estar aquí cuando vuelvas, pero tienes que volver sano y salvo por favor. Y esta vez no te tardes tanto tiempo.
Me incliné y la besé y luego la incliné como si estuviésemos en una de esas películas antiguas haciéndola sonreír antes de alzarla en mis brazos y seguir bailando.
—¿Qué tal si nos vamos? Solos. Ahora. Reserve una habitación de hotel por seis días.
Moví mis cejas de arriba a abajo y Bella se sonrojó un poco perdida en mi antes de asentir. Tomé su mano y nos acercamos a mi padre, quien estaba saludando a varios de sus amigos.
—Nos vamos.
Chelsea sonrió y me abrazó. Después hizo lo mismo con Bella despidiéndose de nosotros. Mi padre asintió y cuando nos giramos Charlie estaba allí de pie con los brazos cruzados y el cuerpo tenso.
—Charlie —lo llamó René y él se giró gruñendo —. Vas a dejar en paz a tu hija y vas a ir a bailar conmigo. Ahora. Si no quieres dormir en el patio trasero de la casa por un mes. ¡Ahora! —dijo y me estremecí al escuchar su voz fuerte. Charlie palideció y solo nos miró con los ojos entrecerrados antes de girarse hacia Rene y tomarla en sus brazos. Hice lo mismo con Bella y nos llevé a la habitación del hotel.
Me quité la corbata y tapé sus ojos para que disfrutara de la sorpresa que había estado preparando por días, aunque nos iba a ser imposible hacerlo puesto que ella aún estaba triste.
—Esto está poniéndome nerviosa.
—Solo quiero que sepas que te amo Bella.
Puse mis brazos en sus hombros y quité la venda. Bella parpadeó y se abrazó a mi pecho oliéndome, como yo lo hacía cada vez que podía con ella.
—También te amo Mayor Masen. Y se que me amas. Mucho.
Una canción de Violín se escuchó al fondo en el reproductor y Bella sonrió cuando empecé a moverme con ella en mis brazos.
—Quería que esto fuera romántico, dulce. Sin embargo siento que es una noche demasiado agridulce para todos. Creo que arruine la boda de mi padre.
Bella suspiró pareciendo cansada antes de responder.
—Bueno, merecíamos saber que te ibas. James se irá de luna de miel con Chelsea y los chicos y no se cuando volverá. No me aprueban mis vacaciones hasta dentro de dos meses que es cuando Ángela vuelve y tú te vas por meses. Dios estoy agotada.
—Estaré bien, lo prometo. Solo serán tres meses y no volveré a irme.
Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas y se giró en la habitación que estaba llena de velas y pétalos de rosa. Ella se abrazó y sus hombros cayeron, luego se sentó en la cama y se quitó los zapatos antes de recostarse.
—No lo sabes. Me mientes y lo sabes. No puedes prometerme algo así.
—Regresaré. Y no volveré a irme Bella. Estaremos bien.
Esa noche hicimos el amor como si fuera la última, como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Y rogaba al cielo que no fuera así.
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El tiempo es poco cuando eres feliz. Bella me miró con los ojos llenos de lágrimas y su quijada tembló mientras nuestras frentes unidas hacían una pequeña oración.
Rogué en silencio porque ella estuviera bien y por poder regresar a ella pronto.
—Prométeme que volverás Edward. Por favor —rogó con su voz rota. La apreté a mi pecho y luego olí su cuello antes de sentir mi pecho apretarse.
—Volveré tan rápido que no podrás extrañarme. Quiero que nos casemos de nuevo cuando vuelva y quiero una luna de miel contigo. Te llamaré.
—¿Puedo escribirte? —preguntó y la esperanza brilló en sus ojos, pero negué y la besé.
—Te llamaré cada vez que pueda Bella. No habrá correspondencia esta vez. No puedo darte mi ubicación.
Emmett tomó en sus brazos a mi esposa y me abrazó palmeando mi espalda antes de asentir. Ángela me gruñó con lágrimas en los ojos. La abracé y le susurré.
—Cuida a mi esposa ¿Quieres voz de ganso?
—Vuelve completo, pendejo —murmuró y le besé la mejilla regordeta a su hija. Atraje a Bella en un abrazo fuerte más y la besé a conciencia antes de dejarla en brazos de su hermano. Me giré para irme.
—¡Edward, hijo!.
Me detuve y luego miré a mi padre abrirse paso en el aeropuerto con Chelsea y los chicos. Estábamos dando un espectáculo enorme porque yo llevaba mi uniforme y de repente hasta mi padre estaba allí rodeado de guardaespaldas. Ni siquiera sabía que hacía allí cuando debía estar en su luna de miel.
James me abrazó fuerte y luego me palmeó las mejillas y Chelsea me abrazó igual. Asentí lleno de emociones sin decir nada y tomé con mi mente una fotografía de todos viendo sus rostros antes de girarme para irme.
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Bella.
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Dos meses después.
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Miré el maldito palito y parpadeé para alejar las lágrimas. Era el número cinco. Dios ¿Cuántos más necesitaba para aceptarlo?
Ángela tocó la puerta del baño.
—Vamos Bella, nos estamos volviendo viejas con Emma aquí —gruñó impaciente antes de que quitara el seguro de la puerta. Ángela sonrió cuando vio el desastre que tenía en el lavamanos y luego levantó una de las pruebas antes de chillar asustando a su hija, quien soltó un chillido también, pero de miedo.
—Te dije que estabas más grande.
—Gorda, esa es la palabra Angie. Joder —gruñí. Los días sin Edward me tenían al borde, estaba enojada, triste y ahora embarazada. Pero eso no era lo peor. Edward había llamado una vez y luego no había sabido nada de él. Nada. Frustrada miré las pruebas de embarazo en el lavamanos y Ángela bufó.
—Bueno si, gorda. Tus pechos crecerán y te verás caliente, lloraras por los vídeos de YouTube, mirarás muchos de ellos porque te parecerán hermosos
—Tuviste mucho tiempo libre cuando estuviste embarazada ¿Cierto?
Ángela se encogió de hombros y salimos del baño.
—¿Alguna noticia? —preguntó en cambio. Negué mientras me ponía el uniforme de trabajo. Ángela dejó a Emma en medio de la cama y se sentó poniéndole una mano en el estómago arrullándola.
—Lo harás bien Bella. Edward volverá ¿Lo sabes verdad? Solo estás asustándote por nada cielo. Él estará bien.
Asentí mirándome en el espejo y ajustando el uniforme. Íbamos a tener un hijo juntos. Dios. Tenía que esperar, pero la espera me estaba matando. Estaba feliz y no podía compartirlo con él. Había pospuesto mis vacaciones en el hospital para poder esperar a que volviera, estaba hasta pensando en tomarme unos tres meses para que nos fuéramos de viaje, hasta iba a dejarlo gastar su dinero para que me llevara a donde quisiera.
O iba a encerrarnos en nuestro departamento por los tres meses, fingiendo no estar para nadie, pero los días pasaban y no saber de Edward era demasiado difícil. Y doloroso.
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—Joder mataría por una cerveza o quizás un tequila.
—¿Por qué estás hablando de alcohol cerca de mi? —pregunté a Garrett quién me sonrió bobalicón mientras se quitaba los guantes de látex.
—¿Por qué quiero invitarte a una copa y que seas mi amante? —movió las cejas sugestivamente antes de reírse viéndome negar.
—Tengo una cita —le dije quitándome los guantes también. Técnicamente tenía una cita con la ginecóloga. Y bueno tenía que anunciarle al director del hospital mi embarazo.
—¿Con quién estás engañando a tu esposo soldado? Y ¿Por qué no soy yo? Era el segundo en la fila Bella —me acusó señalándome. Rodé los ojos y él bufó cuando salimos del quirófano en el que estábamos y me siguió por el pasillo.
—Tiene tetas y la conoces.
—¿Puedo unírmeles? —sonrió.
Me detuve ipso facto al ver a un hombre rubio con el rostro morado y el brazo enyesado, pero eso no fue lo que me llamó la atención. Él iba vestido con uniforme, un uniforme que reconocí muy bien. Garrett me agarró el brazo cuando me tambaleé hacia atrás y el hombre dio un paso hacia mi.
Mi quijada tembló. No había dicho una sola palabra, pero su rostro de derrota y sus ojos me hicieron querer llorar porque mentiría si dijera que no quería llorar. Mi corazón apretó negándose a creer que el hombre allí de pie estuviese allí para darme una mala noticia.
—Isabella Masen.
El hecho de que no estuviera preguntando me hizo humedecerme los labios. El hombre alargó su mano buena y solo entonces noté el sobre allí.
—Lamento tener que informarle…
Mire el sobre blanco en sus manos extendido hacia mi y dejé de escucharlo.
—Prométeme que volverás Edward. Por favor.
—Volveré tan rápido que no podrás extrañarme. Quiero que nos casemos de nuevo cuando vuelva. Y quiero una luna de miel contigo. Te llamaré.
Te llamaré.
—Te amo. Bella. Joder. Yo solo te amo.
—Quiero ser quien se robe tus sonrisas y tus veranos. Ser quien cargue esa carga que no puedas llevar en tus hombros. El sueño que elimina tus miedos y pesadillas. El impulso que necesitas y las fuerzas cuando estés débil. ¿Es eso pedir mucho?
Volví a la realidad cuando un mareo demasiado fuerte me hizo sentir ganas de sentarme. Todo empezó a girar y girar y girar
—¡¿Bella?! —me llamó Garrett a lo lejos y de repente la oscuridad me ganó.
No pude escuchar que fue lo que el oficial me dijo. Y en el fondo de mi corazón esperaba que Edward no estuviera muerto.
Ann deja esto por aquí y corre como el viento... Quiero aclarar que soy de finales felices... No diré más. ¿Reviews? Estamos a pocos capítulos del final.
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