DESTELLO
Desde hacía varios días que había comenzado a intensificar de a poco mis sesiones de meditación en el Templo de Virgo, ya que al acercarse la Guerra Santa necesito acumular mi cosmos para cuando llegue el momento de la batalla; por lo tanto, comencé a intercalar la meditación con mis rondas de vigilancia en los pueblos cercanos al Santuario.
Debido a mi personalidad introvertida, siempre buscaba la forma de poder esquivar aquella tarea que formaba parte de las obligaciones de todos los caballeros dorados, pero por supuesto que no lograba hacerlo por mucho tiempo, puesto que el Patriarca encontraba la manera de obligarme a salir de mi Templo y que así cumpliera con mi deber.
Así que, dando un profundo suspiro y haciendo acopio de toda mi determinación, una vez más me preparé para dirigirme hacia uno de los pueblos que rodeaban al Santuario, esta vez Rodorio, para realizar la acostumbrada ronda de vigilancia. Debido a mis habilidades y a la extraordinaria capacidad de percibir lo que escapa al ojo humano, el Patriarca pensó que yo era el indicado para realizar este trabajo,pues según él, habían estado percibiéndose algunos cosmos malignos últimamente en este pueblo, y para corroborarlo, es por eso que me envió a esta misión. De hecho, ahora que lo pienso, el Patriarca podría haber enviado a cualquier otro caballero dorado a realizar esa comprobación, pero el mismo Sage se encargó personalmente de persuadirme para que viniera y yo, inusualmente, fui incapaz de negarle esa petición que me hacía.
Siempre le daba muchas vueltas a la hora de aceptar las rondas, buscando la manera de evadirlas, más en esta oportunidad, no pude hacerlo... O más bien, no deseé hacerlo.
Desde hace varios días que me siento bastante inquieto y ansioso, y siento dentro de mí que estoy a la expectativa, como si algo fuera a suceder. No puedo explicarlo con palabras, pero tengo el presentimiento de que pronto un acontecimiento tendrá lugar, además de la Guerra Santa...
Con ese pensamiento en mente, preparé una bolsa con alimentos sencillos y también algo de ropa, tomé mi casco y salí del Templo de Virgo; aprovecharía esa oportunidad para realizar lo que desde hacía varios años venía llevando a cabo sin que nadie lo supiera.
Siempre tenía la necesidad de ayudar a aquellos que sufrieron lo mismo que yo en las calles cuando era apenas un niño, y por eso es que les llevaba esos alimentos y ropa a esas personas necesitadas. No quería que nadie tuviera que pasar necesidades, si yo estaba cerca y podía hacer algo por ellos.
Así que me dirigí a paso lento al centro de Rodorio, con la ilusión de ayudar a otros que están en la misma situación en la que yo estuve alguna vez, además de cumplir con mis deberes de caballero dorado. Una vez que llegué al pueblo, pude oír las voces de aquellas personas humildes acercarse a mí y llenarse de alegría al recibir lo poco que yo podía ofrecerles, y eso bastó para que mi corazón se llenara de calidez y sentir mi alma reconfortada.
Luego comencé con mi habitual ronda, pasando por cada uno de los lugares más concurridos del pueblo, donde pudiera llegar a presentarse algún tipo de incidente con los espectros, que poco a poco comenzaban a despertar de su letargo debido al inminente comienzo de la Guerra Santa. Todo en orden, al parecer; no entiendo la insistencia del Patriarca en hacerme venir de forma urgente.
Ese día en particular se trataba del más caluroso de los últimos días, marcando el comienzo del verano griego, con la típica brisa que traía el aroma de los árboles frutales y los olivos cercanos, llenándolo todo de un aroma tan característico que automáticamente se asocia con esa estación del año, la cual era mi favorita, al embargar mis sentidos de tantos aromas deliciosos y permitirme sentir el cálido sol veraniego y la brisa sobre mi piel. En las tardes de soledad en mi Templo, muchas veces trataba de imaginar cómo se vería la puesta de sol en esas tierras; ¿cómo sería contemplar el cielo teñido de colores dorados? Nunca lo sabría. Ni siquiera sabía cómo se veía el color dorado, debido a mi incapacidad de ver desde mi nacimiento... Eso entristecía mi corazón en ciertas ocasiones, ya que no tenía ningún recuerdo de cómo se veía el mundo a mi alrededor por haber vivido siempre en la oscuridad.
Pero en el día de hoy, no me siento así, triste y melancólico; así que cuando llegó otro de mis compañeros a relevarme de la ronda de la mañana, comencé a realizar el camino de regreso al Santuario, más durante mi recorrido decidí hacer una pausa casi en la mitad del trayecto. Sólo así, de repente, sentí la creciente e imperiosa necesidad de detenerme en aquel punto exacto del camino y sentarme debajo de alguno de los árboles de la zona a meditar un rato. Sabía que debía encontrarme a mitad de camino del Santuario, puesto que gracias a la brisa veraniega llegaba hasta mí el inconfundible y exquisito aroma del camino de rosas de Albafica, que él mismo cultivaba y hacía crecer con su cosmos con el objetivo de crear una barrera protectora que circundaba el Santuario y sus alrededores. Me dirigí rumbo al árbol más cercano y me senté a sus pies, adoptando posteriormente la posición de loto, mientras sentía que mi corazón aceleraba su ritmo paulatinamente.
Suspiré profundo y dejé salir el aire poco a poco, con lentitud para intentar apaciguar mis pulsaciones, más mi corazón parecía no querer sosegarse de ninguna manera. Me concentré apartando de mi mente todo pensamiento que tuviera que ver con el mundo exterior, y sólo podía oír en mis oídos el sonido de los latidos de mi corazón, fuertes y claros, que en ningún momento desaceleró su ritmo.
¿Qué es lo que ocurre? ¿Es acaso que presiento que se aproxima un nuevo ataque de los espectros de Hades?
No, en este momento siento eso como poco probable... Pero no puedo evitar que mi corazón lata de manera tan vertiginosa como lo está haciendo, ignorando las órdenes que mi cerebro le impone con ayuda de la meditación. Estoy comenzando a impacientarme, mientras siento que el aire fresco de la brisa del verano sopla y acaricia mi piel, agitando suavemente mis cabellos, que flotan a mi alrededor y provocan pequeñas cosquillas en mi rostro.
De pronto siento que no estoy solo. No soy la única persona que se encuentra en este sitio, y percibo una presencia aproximándose lentamente en mi dirección. Puedo oír unos pasos suaves sobre el camino de tierra, y otra vez mi corazón vuelve a iniciar un frenético ritmo de anticipación, expectante frente a lo que estaba por suceder, y siento que el aire comienza a faltarme, por lo que mis pulmones se esfuerzan por conseguir el tan ansiado fluido vital que los llene. Intento serenarme y no perder la calma, y es entonces que logro percibir un cosmos, diferente al que podría tener un espectro o aún un caballero al servicio de Athena. Puedo sentir que es un cosmos que irradia bondad y serenidad, pero al mismo tiempo, una profunda tristeza... Mis latidos se apaciguan con lentitud, mientras me dejo embargar por aquella sensación tan agradable que me provoca el percibir ese cosmos, y me siento relajado y libre de tensiones. Oigo los pasos que continúan acercándose lentamente, suaves y delicados sobre el camino, y siento una presencia femenina detrás de mí como la dueña de aquel cosmos.
De pronto, el silencio reinante desaparece y mi corazón comienza nuevamente una acelerada carrera dentro de mi pecho al oír una voz:
_ Hola, buenas tardes, disculpe ¿podría ayudarme? Creo que me extravié..._ , dijo la joven, y de manera impredecible, todo mi cuerpo se estremeció producto de una sensación que era completamente desconocida e indescriptible para mí. Aquella voz era suave y llena de dulzura, tan distinta a las voces que había escuchado a lo largo de mi vida, y sentí que mi corazón daba un vuelco dentro de mi pecho. Instantáneamente algo en mi interior me atrajo hacia esa voz, por lo cual abandoné la posición de loto en la que me encontraba y con lentitud giré en la dirección de la cual provenía aquel sonido tan dulce y al mismo tiempo tan embriagador para mí, mientras la expectación crecía vertiginosamente desde lo más profundo de mi alma.
¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué estoy sintiendo esta sensación tan extraña, pero a la vez tan gratificante? No percibí maldad alguna en el cosmos de esta joven, por lo cual no hay razón para que todas las alarmas se encendieran en mi interior.
Una vez que giré por completo, me acerqué con calma hasta quedar cerca de ella, lo suficiente para que me oyera pero a la vez no demasiado cerca para no atemorizarla.
_Buenas tardes, señorita_ , le dije con amabilidad, mientras una sonrisa se dibujaba imperceptible en mis labios sin que yo mismo pudiera hacer algo para detenerla. (_Pero ¿qué es lo que estoy haciendo??, pensé interrogándome interiormente. ) . _Con gusto la ayudaré en lo que pueda. Permítame presentarme, soy Ásmita, caballero dorado de Virgo _ , continué diciéndole, pues me pareció que lo más apropiado era hacerle saber a la joven que yo no era una amenaza para su seguridad; además de esta manera podría tener algún dato más sobre ella, lo que me permitiría ayudarla.
_Mucho gusto Ásmita, soy Natalie_ , me respondió con suavidad, y pude darme cuenta de que, a pesar del mar de sentimientos encontrados y tristeza que irradiaba la muchacha, en ese momento, ellaestaba sonriendo. ¿Por qué haría algo como eso en presencia de un desconocido? Sin dudas, su reacción me pareció un poco extraña, y decidí continuar hablándole para indagar más sobre ella.
Luego de nuestra presentación, un breve silencio se instaló de improvisto entre los dos, pero no era para nada incómodo, sino que se sentía como algo natural;mientras tanto, yo podía escuchar el eco de los latidos de mi corazón resonar en mis oídos, al mismo tiempo que mis habilidades captaron el pensamiento de la muchacha, y para mi sorpresa, lo que leí en su mente me dejó totalmente incrédulo: ella pensaba que yo era físicamente atractivo. Jamás me había ocurrido algo como esto, pues cuando era sólo un niño pequeño, un huérfano hambriento y solo en las calles de la India, nadie me había volteado a ver, y mucho menos cuando crecía, ya que ya me encontraba en el Santuario, donde sólo éramos unos jovencitos,entrenando para obtener las armaduras de las casas zodiacales, y no estaba permitida la entrada de mujeres.
No sabía cómo sentirme al respecto, pero extrañamente, no me pareció nada ofensivo, al contrario, me sentí bien e incluso halagado de cierta manera que ella pensara de esa forma con respecto a mí, y no pude evitar que una sonrisa se asomara a mis labios. Otra reacción que no esperaba de mí mismo... ¿Qué me ocurre? ¿Por qué mi cuerpo reacciona de esta manera al descubrir la percepción que ella tiene de mí? Una extraña calidez comenzó a expandirse desde mi pecho, y sentí que impregnaba cada una de las células de mi cuerpo. Todo lo que podía hacer en ese momento, era sentir un delicado aroma a rosas, diferente en una forma sutil a la fragancia inconfundible de las rosas de Albafica llenar mis sentidos, y por un instante sentí que aquella fragancia me transportaba lejos de allí, más allá de mi Templo y de Grecia, de la Tierra... Que me transportaba incluso al mismo Nirvana, y que no había nadie más en ese sitio, tan sólo la joven con la que acababa de cruzar unas pocas palabras y yo...
CONTINUARÁ...
