AMANECER
Luego de haber dejado a Natalie a salvo en la casa del Anciano Sanador para que recibiera los cuidados necesarios luego de lo ocurrido, me dirigí hacia el templo del Patriarca, pues debía informar inmediatamente aquel incidente desafortunado con el espectro. El hecho de que hubiera aparecido aquí, tan cerca del Santuario uno de los soldados de las huestes de Hades, era la evidencia de que la Guerra Santa ya se había puesto en marcha. Maldije en silencio, pues sabía que a partir de ese momento, las cosas comenzarían a ponerse cada vez más complicadas, no sólo en el Santuario, sino en todo el mundo. Hades comenzaría a enviar a sus soldados a cada punto y lugar sobre la Tierra con el objeto de reducir este planeta a un lugar oscuro y carente de humanidad, y eso es lo que debemos evitar como caballeros de Athena.
Apresuré el paso y cuando llegué al Templo del Patriarca, comencé a subir las escaleras sumamente preocupado por el futuro que nos aguardaba a todos, especialmente el de la joven que en el último tiempo se había robado mis pensamientos. Crucé la puerta del recinto del líder del Santuario y continué caminando hasta que percibí la presencia de Sage, el cual seguramente estaba esperándome, ya que su trabajo era estar un paso por delante de todos.
_Buenos días, Ásmita... Es un poco inusual verte fuera de tu Templo, supongo que ha ocurrido algo importante y eso es lo que te trae hasta aquí, ¿no es cierto?_ , dijo el anciano líder con su característico tono paternal, mientras yo me inclinaba para realizar una respetuosa reverencia como cada vez que ingresábamos en sus dominios.
_Buenos días, Patriarca_ , exclamé con seriedad, y proseguí con mi relato. _ Está usted en lo cierto, lo que me ha traído hasta aquí es un hecho que ha ocurrido esta mañana, y que indudablemente nos indica que la Guerra Santa ya ha comenzado... Uno de los espectros de Hades ha estado rondando por los alrededores del Santuario y las villas vecinas, y hoy ha atacado a la muchacha aprendiz del Anciano Sanador_ .
Ni bien terminé de pronunciar esas palabras, noté cómo fluctuaba el cosmos del Patriarca, denotando que se habían encendido todas sus alarmas, así como en mi interior comenzaba a arder una chispa de ira al recordar el episodio.
_Afortunadamente me encontraba cerca del lugar y pude actuar a tiempo, antes de que ese despreciable ser cometiera un acto tan atroz contra la joven, pensando en que de esa manera, realizaría una afrenta a la diosa Athena_ , dije intentando controlar la rabia y la ira para que no se exteriorizaran delante de Sage, aunque supongo que mis esfuerzos serían en vano, puesto que nada escapaba a la aguda intuición del Patriarca, producto de sus años y su experiencia.
El antiguo caballero de Cáncer comenzó a caminar de un lado a otro, meditando acerca de lo que acababa de contarle; sé que esto supone una nueva preocupación para él y debe comenzar a planear una estrategia rápidamente para poner en resguardo no sólo este recinto dedicado a la diosa Athena, sino también a las villas vecinas y sus habitantes. Percibí la angustia hacerse presente en su alma nuevamente, al igual que lo había hecho hace más de doscientos años, cuando el Patriarca participó en la anterior Guerra Santa vistiendo la armadura dorada de Cáncer, de la cual fue el único sobreviviente junto con su hermano gemelo, Hakurei de Altar. Desde ese entonces, la culpa y la tristeza por no haber podido salvar a sus compañeros de armas lo han acechado en silencio, y solamente el deseo de poder vengar sus muertes lo han mantenido con vida durante todos estos años; sólo el poder sellar a los dioses gemelos es lo que haría que por fin, su cuerpo y su alma pudieran descansar en paz.
_ Tienes razón, Ásmita... la Guerra Santa ya se encuentra aquí entre nosotros... Debemos reforzar las defensas del Santuario y también las de los alrededores y los pueblos aledaños, puesto que Hades puede despertar en cualquier momento y atacarnos desprevenidos... ¡Gracias a Athena que has podido llegar a tiempo para evitarle un sufrimiento más a esa pobre muchacha! Si algo terrible le hubiera ocurrido a Natalie, ella no podría soportarlo... Su alma se encuentra muy herida, al igual que su autoestima, y necesita tiempo para sanar. Además debemos ayudarla a descubrir la razón por la cual ha llegado hasta este tiempo y hacia nosotros; estoy seguro de que pronto podré encontrar la respuesta a estos interrogantes... He pensado que Natalie podría acompañarte en tu meditación, para que pueda purgar todas esas malas experiencias que ha vivido en su tiempo y llenar su alma de paz... Y además sería bueno para ti, Ásmita, así podrías abrirte más al mundo y no pasar tanto tiempo en la soledad de tu Templo, ¿qué me dices?_ , exclamó el Patriarca con un cierto tono divertido al pronunciar la última frase, lo cual me resultó un poco extraño, ya que Sage sabe de mis hábitos solitarios.
Mi corazón comenzó a latir de forma apresurada nuevamente, de manera tan imperceptible que no fui capaz de darme cuenta de ello, y mi reacción de sorpresa ante la petición del antiguo caballero de Cáncer no pasó desapercibida para él, puesto que la angustia que había percibido con anterioridad, ahora daba paso a algo diferente que no logré descifrar... ¿Qué es lo que le parece gracioso?
Asentí ante la pregunta de Sage a modo de respuesta, mientras en mi interior pensaba en que, de llevar a cabo su propuesta, me sería muy difícil apartarme de la joven sanadora, lo cual había intentado inútilmente durante los últimos días con el fin de que no perturbara mis pensamientos. No me disgustaba lo que el Patriarca me pedía, al contrario, es sólo que desde que la conocí no he podido encontrar la manera de lidiar con esos extraños sentimientos que ella me produce, y temo no saber cómo reaccionar ante ello. Al mismo tiempo, siento la necesidad de protegerla de todo lo que intente dañarla, y sé que no confiaría en nadie más para hacerlo. Los días transcurrieron con lentitud, y durante los mismos comencé a prepararme poco a poco para el momento en que tuviera que hacer mi entrada en la Guerra Santa. Sé que la mayoría de mis compañeros no lo entienden, pero necesito meditar en el más absoluto silencio para lograr acumular todo el cosmos que sea posible, puesto que será mi más grande contribución al conflicto bélico. Durante el último tiempo, se me había dificultado realizar meditaciones profundas y alcanzar el Nirvana debido a que Natalie irrumpía en mis pensamientos en el momento mas impensado, y eso me mantenía inquieto, ante lo extraño de la situación para mí, pero lo que más me alteraba era que aún no había hallado el motivo por el cual había estado reaccionando de esa forma. Eso era un enigma para mí, al que no podría encontrar una respuesta mientras no lograra concentrarme lo suficiente como para entablar un diálogo con mi maestro, Buda. Pero estaba más que seguro de que hallaría las respuestas que estaba buscando.
Mientras tanto, ya habiendo dejado atrás el incidente del espectro, procuré vigilar lo más que podía cada uno de los pasos que daba Natalie, pues no confiaba en nadie para cuidarla, por lo cual yo mismo decidí hacerme cargo de su seguridad, lo que llevaría a cabo desde las sombras. No quería que nadie lo supiera, mucho menos la joven, puesto que tal vez se sentiría vigilada y no sabía cómo fuera a tomarlo. Así que durante los momentos que tenía libres y no me encontraba en mi Templo meditando, o mejor dicho, intentando hacerlo, me encontraba en los alrededores de loa sitios que solía frecuentar la joven sanadora, ni tan cerca como para que pudiera notar mi presencia, ni tan lejos, ya que si algo llegara a ocurrir, podría acudir rápidamente en su ayuda.
Varias veces me he preguntado por qué lo hago, por qué siento esa necesitad tan fuerte de mantenerla a salvo, más aún no logro contestar esos interrogantes. Ignoro si es debido a que verdaderamente desconozco las respuestas, o si en lo profundo de mi ser en realidad me atemoriza lo que pudiera llegar a descubrir con respecto a eso. Supongo que hay una parte de cada cosa.
Hoy he seguido a Natalie mientras realiza sus visitas a las casas de los aldeanos que habitan en una de las villas aledañas al Santuario, y percibí que ella ha notado algo extraño también a su alrededor; he sido extremadamente cuidadoso y estoy seguro de que en ningún momento me ha visto, pero sé que ella no se siente sola, sabe que hay alguien cerca. Sin duda alguna, la muchacha no deja de sorprenderme, pues ha resultado ser más perceptiva de lo que yo pensaba. Y eso me agrada mucho.
De regreso al Santuario y a la casa del Anciano Sanador donde se alojaba, Natalie pasó por un bosque en el que abundaban los olivos y los árboles frutales de todo tipo. Podía sentir que ella se sentía libre y plena en aquel lugar y ante semejante paisaje que tenía la oportunidad de observar con detenimiento; realmente estaba muy entusiasmada con su trabajo, y por ese motivo tenía pensado en recoger unas hierbas medicinales para poder continuar con sus labores. Por ese motivo, la muchacha se alejó un poco del sendero principal, y se adentró en una pequeña arboleda, totalmente maravillada por la gran cantidad de ejemplares de hierbas que crecían allí y también cerca de un pequeño curso de agua, por lo que se acercó al mismo para recogerlas. Está muy alegre esta mañana, lo cual me causa una gran curiosidad por saber el motivo.
De pronto, percibo un cosmos familiar aproximándose, que luego reconocí como perteneciente a Kardia de Escorpio. ¿Qué demonios está haciendo por aquí? No es común que se encuentre por estos lugares, puesto que en todo el Santuario ya era muy bien conocida su fama de Don Juan y su tendencia a las apuestas y juegos de azar, así como su asiduidad a concurrir a bares y burdeles, todos ellos de dudosa reputación. No encontraba explicación para su presencia en este lugar y a esta hora del día, ya que al ser de hábitos nocturnos debido al estilo de vida que llevaba, no era habitual que estuviera despierto a estas horas del día. Decidí que me quedaría al margen y no revelaría mi posición a menos que el libertino de Kardia intentara algo con la muchacha, lo cual era bastante probable. Los minutos transcurrían, mientras estaba atento a las reacciones de Natalie y del caballero de Escorpio, los cuales habían entablado una sucinta conversación tras su encuentro; al parecer la joven sentía cierta desconfianza hacia el guardián de la Octava Casa Zodiacal, por lo que mantenía su distancia en su trato. Al contrario, Escorpio había comenzado una charla con doble sentido como parte de una estrategia de seducción, como solía hacer con todas las mujeres que conocía. Lo sabía. Desde el momento en que percibí su presencia en este bosque, tenía la certeza de que él iba a intentar seducir a la joven, y eso hizo que la ira comenzara nuevamente a hacer efervescencia en mi interior. No permitiría que Kardia se saliera con la suya; no dejaría que Natalie fuera una más de sus víctimas, una más en la larga lista de mujeres que él se había llevado a la cama.
Noté el nerviosismo y la incomodidad de la muchacha y por eso mismo no esperé más y acudí en su ayuda, a pesar de que ella no la había solicitado, pero que yo sabía que necesitaba.
Natalie se sorprendió al verme, y al mismo tiempo sintió alivio al saber que ya no se encontraba sola ante ese extraño caballero al cual veía como un depredador acechando a su presa. Avancé a paso firme hacia donde percibía sus cosmos; el de Kardia desprendiendo un magnetismo y una masculinidad que utilizaba seguramente para hacer que las jovencitas cayeran a sus pies. Eso solamente hizo que mi enojo aumentara aún más, ya que Escorpio sólo utilizaba a las mujeres como objetos para satisfacer sus oscuros deseos y bajos instintos, y me irritaba de sobremanera que buscara el mismo fin con la joven sanadora.
_ ¿Se te perdió algo, Kardia? ¿Por qué mejor no sigues tu camino y dejas a esta doncella en paz? Señorita Natalie, adelántese hacia el Santuario, yo iré a escoltarla en un momento_ , dije con seriedad, mientras me giraba hacia sonde percibía el cosmos del Escorpiano.
La muchacha no dudó ni un minuto en ponerse en marcha y comenzar a caminar de regreso hacia el camino principal buscando alejarse de esa situación que era más que evidente que la incomodaba; incluso noté que se sentía sumamente avergonzada debido a que nuevamente había acudido en su ayuda. Pero eso no me molestaba en absoluto, al contrario, me sentía con la necesidad de hacerlo, de mantenerla a salvo de todo lo que intentara dañarla, lo que era inexplicable para mí aún , pero que por alguna razón, me hacía sentir muy bien. Necesitaba hacerlo.
Una vez que Natalie se alejó de nosotros, lo único que tenía en mente era en darle una buena advertencia al Escorpiano para que se olvidara de sus intentos por seducir a la joven sanadora; ella no era como el resto de las mujeres que él estaba acostumbrado a tratar; es más, ni siquiera era como las féminas de esta época, y no estaba acostumbrada a que un hombre manifestara tan abiertamente sus intenciones de seducirla, y eso la atemorizaba. Me encargaría de que situaciones como la que hacía un momento no volvieran a repetirse.
_Kardia, te aconsejo por tu bien que no te metas con esa joven; ella no será otra más en tu larga lista de conquistas, no la mancharás con la deshonra, le espeté con una voz firme y que dejaba traslucir el claro enojo que estaba comenzando a dominarme, al notar que el caballero de Escorpio estaba subestimando mis palabras.
_Creí que no te dejabas llevar por las cosas mundanas, Ásmita , replicó el escorpión un tanto tambaleante, _¿O es que piensas romper tu voto de castidad ahora? Quieres a esa doncella para ti solo, ¿no es así? ¿Por qué no vuelves a tu templo a meditar y dejas los placeres mundanos para nosotros el resto de los mortales?_ , exclamó desafiante, haciendo caso omiso a mi advertencia.
Mi paciencia estaba llegando al límite, y no estaba dispuesto a dejar el asunto a menos de que me asegurara que el guardián de la Octava Casa había tomado en serio mis palabras, y si no quería desatar entre nosotros una Guerra de los Mil Días, más le valía escuchar.
_Te lo advierto por última vez Kardia, ni se te ocurra acercarte de nuevo a esa joven, déjala en paz_ , le dije con un tono amenazante que hasta a mí mismo me sorprendió, puesto que jamás me había oído hablar de esa manera, e hice mi mayor esfuerzo para que él no pudiera leer mi sorpresa en mi rostro.
_¡Bah, pero por qué te pones así, es sólo una broma! Sabes que jamás me metería con el tema de tu ascetismo, ¿lo sabes verdad?_ , intentó calmar un poco las aguas Kardia. _Y con respecto a la muchacha, está bien, de acuerdo, me alejaré de ella; puedes quedártela, no me importa si la quieres para ti solo o lo que sea; ¡puedo conseguir a la mujer que quiera con sólo chasquear mis dedos, así de simple!_ , luego suspiró profundamente. _Es una pena, es una doncella realmente exquisita... Todos saben que son mi debilidad..._ , respondió Kardia restándole importancia al asunto, más su respuesta sólo me exasperó aún más, pues él continuaba viendo a Natalie con lascivia.
Mentalmente conté hasta tres, respiré profundo y traté de concentrarme en controlar mi ira antes de que un impulso me hiciera comenzar una Guerra de los Mil Días; no estábamos en condiciones de desatar ese conflicto entre nosotros con la Guerra Santa pisándonos los talones.
_No lo olvides, Kardia... Más te vale que te comportes como un caballero si acaso te la cruzas por el Santuario... Estaré muy cerca, y te haré recordar cada una de mis palabras _ , sentencié con seguridad, haciéndole notar que debía de tomarse en serio mi advertencia.
_¡Está bien, está bien! Ya te entendí... ¡Hip!_ , dijo el Escorpiano, para luego continuar su camino; por la forma en que me respondió era más que evidente que estaba ebrio; sólo esperaba que no olvidara nuestra conversación.
Una vez que dí por finalizado el asunto con el Escorpiano, caminé en dirección al camino principal por donde la joven sanadora había desaparecido; con cada paso que daba sentía que se aligeraba un poco ese temor que se había instalado previamente de que algo pudiera sucederle si se topaba con extraños en el camino. Pero al mismo tiempo, volví a sentir que mi corazón comenzaba a palpitar con rapidez dentro de mi pecho, llenándome de una extraña mezcla de expectación y alegría. Percibí el cosmos de Natalie y lo seguí para dar con su ubicación, y al hacerlo me dí cuenta de que no estaba sola; alguien más se había hecho presente en ese lugar y guardaba una distancia muy cercana con la joven. No tardé mucho en reparar que aquel cosmos pertenecía también a uno de mis compañeros de la orden dorada, Degel de Acuario. ¿Qué estaría haciendo aquí? Si bien me sorprendió el encontrarlo por estos parajes, era obvio que había ido en busca de Kardia, su mejor amigo, antes de que se metiera en problemas, si es que no lo había hecho ya, lo cual era muy probable, dada la reputación del Escorpiano. Continué mi camino en dirección hacia donde percibía los cosmos, y a medida que me acercaba, podía leer con más facilidad la mente del caballero de Acuario; lo que encontré no me agradó para nada, y me causó una sensación de incomodidad y molestia que no había experimentado anteriormente. ¿Qué es esto? ¿Por qué me desagrada lo que acabo de descubrir?
Noté que la muchacha me vió acercarme hacia ellos, y percibí su alivio al verme con bien; al parecer pensó que había tenido algún tipo de enfrentamiento con Escorpio. Su reacción hizo que mi corazón sintiera ternura por primera vez, ya que nadie se había preocupado por mí antes, ni siquiera cuando era niño, y eso provocó que una sonrisa imperceptible se dibujara en mis labios.
_Natalie por favor disculpe el retraso, ¿se encuentra bien? Percibo que está en buena compañía, ya conoce a mi compañero de armas, Guardián de la Décima Casa Zodiacal, Degel de Acuario; sin dudas se llevará muy bien con él puesto que es un hombre muy culto y educado_ , manifesté con seriedad, no dándome cuenta de que aquello que sentía en mi interior estaba exteriorizándose inconscientemente, y rogué internamente que esto pasara desapercibido para los presentes.
_Ásmita le comentaba a la señorita Natalie acerca de la biblioteca de Acuario, y hago formal la invitación para que concurra a conocerla cuando quiera; estoy seguro de que allí encontrará algún ejemplar que sea de su interés, el cual puede tomar prestado cada vez que lo desee... Dicho esto me retiro, pues debo ir a buscar a Kardia; ha tenido una noche de juerga y seguro debe de estar con unas copas encima, lo que lo vuelve un poco difícil de manejar, dijo el Acuariano, cuyo tono de voz al comienzo de su parlamento me dió la sensación de que sutilmente estaba intentando impresionar a la joven médica con su galantería.
Acto seguido, Degel se despidió de nosotros con una inclinación de cabeza y echó a andar en dirección al bosque donde crecían las hierbas y por donde su amigo Kardia se había internado. Una vez que al caballero de Acuario salió de escena, noté que esa incomodidad en mi alma se desvanecía al instante. Sin dudas esto es muy extraño; y es algo más que debo dilucidar durante la meditación y mis conversaciones con mi maestro. Me giré hacia la joven notando una ligera sonrisa dominando mis facciones, y hablé:
_¿Continuamos el camino al Santuario y la conversación Natalie?_ , le dije con cordialmente mientras la invitaba a avanzar de regreso al Santuario. Habían pasado ya algunos días desde el incidente del bosque con Kardia de Escorpio; la actividad en el Santuario había aumentado debido a que la Guerra Santa se acercaba, por lo que los entrenamientos de los caballeros y de los aspirantes se había intensificado tanto en duración como en complejidad; incluso yo mismo había aumentado mis horas de meditación a través de las cuales poco a poco, acumulaba mi cosmos para utilizarlo en el momento en que las circunstancias lo requirieran. Por esa misma razón, prácticamente no había tenido contacto con Natalie, en parte por eso y también porque pensaba que la distancia con ella me ayudaría a descubrir la causa por la cual mis emociones se habían visto tan alteradas en el último tiempo; además la joven también había tenido mucho trabajo, producto de la intensificación de los entrenamientos y sus resultados, puesto que los jóvenes sufrían lesiones por los arduos ejercicios físicos que llevaban a cabo, y debían acudir a la casa del anciano sanador, donde funcionaba un pequeño centro de salud muy sencillo, para tratar sus heridas. Durante las pausas que tomaba en mi meditación, aguzaba mis sentidos para percibir el cosmos de la joven, y rastreaba si se encontraba bien o si había salido del Santuario, ya que si era el último caso, debía acompañarla para cuidar sus pasos en el camino; eso no había cesado. En las tardes, luego de terminar con su trabajo, Natalie visitaba a Degel de Acuario, con el que había forjado una bonita amistad; el saberlo hizo que aquella incomodidad que había sentido anteriormente se hiciera presente de nuevo, pero puse todo de mí para hacer a un lado ese sentimiento que consideraba fuera de lugar. Sabía que la muchacha no era de este tiempo y que probablemente en su época los hombres y las mujeres tenían otro tipo de relación, y que la amistad entre sexos opuestos era algo factible y común, aunque en el siglo XVIII no fuera visto de esa manera. Además comprendía la necesidad de la joven de entablar conversación con una persona educada y culta como Degel, considerado como el caballero más inteligente del Santuario, y un erudito para la época. Ambos tenían en común el tener una mente brillante y una gran inteligencia, que buscaban poner en práctica para mejorar la vida cotidiana de sus semejantes; eso me ponía un tanto melancólico, ya que eran muy distintos a mí, alguien que sólo había sido un niño huérfano criado en las calles y que nunca tuvo la posibilidad de acceder a ese tipo de educación. Si algún día, en otra vida, tuviera la oportunidad de estudiar, lo haría sin dudarlo; yo también siento la necesidad de aprender cosas nuevas y de utilizarlas para el bien de la humanidad.
Siento que dentro de mí han comenzado a crecer la inquietud y la incertidumbre sobre lo que se avecina; el Patriarca me ha dicho que ha recibido informes sobre la actividad de varios espectros en la región del Tíbet, cerca del Bosque de la Austeridad, donde yo había pasado los últimos años de mi infancia, meditando y recitando mantras en compañía de otros monjes budistas que practicaban el ascetismo como modo de vida. El Anciano Líder me ha encomendado como misión acabar con la amenaza que representan esos espectros para la vida de la población de esa zona, por lo cual debo partir cuanto antes. Mientras el sol acaricia mi piel con sus tibios rayos, pienso en que aquella misión me alejará de la única persona con la que había formado un vínculo verdadero, y hace que un velo de melancolía cubra mi alma... Intentaré regresar lo antes posible junto a ella, ya que estoy cada vez más cerca de llegar a la verdad sobre los sentimientos que han surgido en mi interior desde que llegó a mi vida, y no pienso dejar el enigma que eso representa para mí sin resolver.
CONTINUARÁ...
