Eeeh... después de tanto tiempo he vuelto (?), y no sé cómo seguir el hilo de Thánatos, así que regalo este capítulo ;)
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En menos de lo que canta un gallo, la cámara cobró vida, revelando a un hombrecillo de aspecto extraño en la pantalla. Casi no parecía humano, pues su rostro caído y los ojos vidriosos, saltones, recordaban innegablemente a un sapo. Vestía una licra de tonalidades pardas que, a menudo, se usaría para camuflarse en un bosque, y llevaba uno de esos viejos cascos de safari decorados con hojas y ramitas.
Sonriendo maliciosamente a la cámara, habló:
—Hoy viajaremos a las profundidades del mismísimo infierno (el infierno literal, por si no saben). Conoceremos especies nunca antes vistas y potencialmente peligrosas. Exploraremos su hábitat, sus costumbres y sus mayores secretos —susurró a la cámara mientras se deslizaba entre las sombras y columnas de la Segunda Esfera, Caina, dentro del Cocytos.
El lugar parecía directamente salido de una novela de terror gótico.
—Debemos tener mucho cuidado al acercarnos a nuestro primer espécimen: Radamanthys. Es una criatura solitaria y naturalmente volátil. Su pelaje dorado, sus ojos del mismo tono, su tez de porcela y su pedigrís finamente aristocrático ha sido objeto de innumerables estudios, y todos parecen llegar a la conclusión de que sólo existe una criatura con estas características. Sin embargo, las especies exóticas y llamativas son comúnmente las más mortíferas, así que no es recomendable acercarse a él... a menos que estés en compañía del guardabosques del lugar, el Señor Hades, que tiene los medios para neutralizarlo.
La cámara parpadeó un poco, y el hombrecillo le dio un ligero golpe.
—Es un ser altamente rabioso, que no durará en arrancarte las tripas si así lo desea. Los especialistas afirman de que su mal humor es parte de su naturaleza y que quitarle eso equivaldría a castrarlo... Observen cómo se alimenta...
La cámara enfocó al susodicho, que agarró una botella y procedió a beber con avidez el líquido ambarino en su interior.
—Su dieta consiste principalmente en whisky. El whisky parece ser su comida predilecta y lo único que puede sustentarlo... Oh, no se preocupen: el estómago de acero de este animal es bien capaz de resistir la corrosión del líquido. ¿Qué cosas, no?
El hombrecillo cambió de posición y aumentó el zoom de la cámara, para poder ver con más claridad el rostro de su "objeto de estudio". El espécimen en cuestión, como si hubiera olfateado el aroma de una potencial presa, dejó de beber el whisky y se alzó del escritorio, no sin antes desparramar accidentalmente todo el papeleo de almas humanas que había completado.
—Vean cuán infalibles son los instintos de esta bestia al ser agudamente consciente de su entorno... ¡OH, MIERDA!
El hombrecillo salió disparado hacia la salida como si el mismísimo Lucifer hubiera bajado al inframundo griego sólo para reclamar su alma, al tiempo en que el Juez de Caina se avalanzaba sobre él como un tigre sediento de sangre.
—¡Éste es exactamente el tipo de peligro que uno corre al hacer documentales!
Por suerte, el hombre de cabellera rubia detuvo su ataque al momento en que Pandora apareció en la entrada, seguida de Cheshire, que Zeros no tuvo reparos en llevarse por delante al intentar escapar...
—Curiosamente, Pandora es la única criatura en este mundo que puede sobrevivir a un encuentro con Radamanthys —ni siquiera el golpe contra Cait Sith le bastó para soltar la cámara, o para que se callara—. Los observadores han especulado que ella es la única mujer compatible con este bruto bebedor de whisky. Así es como, después, sucede el cruce entr- ¡oye, dame eso!
—No permitiré que sigas difamando tonterías sobre la Señorita Pandora —dijo Cheshire en un siseo de gato, revelando los colmillos y arrebatándole la cámara, empezando a golpear a Zeros con ella—. No hay manera de que... ¡Señorita Pandora, ¿qué hace?!
—¡Tienes el día libre! ¡Puedes hacer lo que quieras! —le llegó la voz de Pandora desde el interior del Templo.
El semblante de Cheshire cayó, al entender que lo habían despedido.
—Sigamos adelante —dijo Zeros minutos después, cubierto de arañazos y con la cabeza vendada.
La cámara, insólitamente, seguía de una pieza. Tal parecía que era marca nokia, por su aparente indestructibilidad.
—A medida que nos adentramos todavía más en las profundidades del infierno, nos encontramos con otras de las temibles criaturas que habitan el lugar, además de Radamanthys... Oh, bueno, tuve que regresar a la Primera Prisión, pues no encontré lo que quiero en Ptolomea... Minos es una criatura sádica, que disfruta rompiendo los huesos de sus víctimas y dejando enormes cantidades de trabajo y papeleo a su presa favorita, Lune. Aquí podemos ver que... su comportamiento difiere de su carácter usual... ¿Qué carajos... ?
El Espectro enfocó al hombre de cabellera blanca, que estaba sobre el estrado del Tribunal, moviendo desganadamente el martillo de justicia. El simple hecho de hallarlo ahí, en el lugar donde debería estar como Juez del Infierno, ya era profundamente desconcertante. Hizo que pensara que las cosas no estaban del todo bien con esta criatura.
—Podemos ver esa expresión alienígena en su rostro, la cabeza caída y la saliva goteando de la comisura izquierda... Tal parece que va a sucumbir a su propio hechizo...
El Juez de Grifo se dejó caer sobre el estrado, volcando accidentalmente un frasco de tinta que terminó por manchar todo el papeleo, completamente dormido.
—Debemos estar muy callados si queremos acercarnos a este curioso espécimen, para tener una mejor vista...
La cámara reveló un pequeño teatro ubicado en una esquina, donde pendían figuras de personas meticulosamente talladas.
—A pesar de que no lo aparenta, tiene pasatiempos verdaderamente extraños.
Las marionetas eran sorprendentemente bonitas, como si su creador se hubiera esmerado en darles forma. Iban desde hermosas doncellas hasta caballeros bien vestidos. Llevaban ropas extravagantes y con intricados adornos. Incluso el cabello se veía real. Era el tipo de marionetas que los niños, y la gente adulta, amarían ver.
—Cada cosa que están viendo fue hecha a mano. Incluso la ropa y estos... bordados —señaló a un caballero de traje azul con detalles en oro—. Este pasatiempo genera confrontaciones muy nerviosas con los otros depredadores del lugar, dado que Minos prefiere armar marionetas que juzgar almas. También es desafortunado para Lune, porque toda la responsabilidad recae en él.
La cámara se aproximó al rostro de Minos, peligrosamente cerca.
—Este espécimen tiene una obsesión muy marcada con las marionetas, y hasta sus ataques hacen alusión a ellas. Los especialistas no pueden encontrar el origen. Se sabe que Minos es un ser muy extraño. Tampoco pueden explicar por qué se deja ese flequillo. El flequillo a veces le impide ver con claridad y ha tenido desafortunados encuentros con las escaleras. No puede ser un elemento para lucir más intimidante, pues realmente no le sirve de mucho —explicó a la cámara—. Y cuando Minos está a cargo, Markino por fin puede respirar en paz, pues al Juez no parece importarle mucho el silencio, a diferencia de Lune...
Dicho Espectro estaba en una reposera y jugando con una vieja game boy de manos, no muy lejos del albino. También era cierto que Lunes a veces le prohibía respirar, pues no soportaba el ruido de sus pulmones al llenarse de oxígeno.
—A decir verdad, me compadezco de este tipo.
Markino ni siquiera se dio cuenta de que lo estaban filmando, ensimismado en su vieja game boy.
—Lune es otro depredador que, si bien no es tan letal como Minos y Radamanthys, es una criatura sumamente nerviosa. Odia los ruidos. No se sabe si por su oído extraordinariamente sensible, o por el mero gusto de hacerlo. Una de sus debilidades son los gritos del Santo de Pegaso, y guarda especial rencor hacia éste último y Andrómeda... Pero nada supera lo que siente hacia Markino, su mascota. Y podría decirse que, a su vez, él es la mascota de Minos.
No había rastros del mencionado en todo el Templo... Zeros se sintió extrañamente tranquilo, pues no quería lidiar con el látigo de Lune. Si bien el Juez de Grifo era peligroso, no despertaría hasta que Radamanthys viniera personalmente a lincharlo, por irresponsable.
Zeros salió de la Primera Prisión para volver al Cocytos y, esta vez, visitar Antenora.
Escabulléndose, observó el interior del lugar y no halló a Aiacos en ninguna parte. ¿Dónde podría estar.. ?
Su última opción era el baño, aunque la más arriesgada. Si tenía suerte, el hombre estaría tomando una ducha y ni siquiera lo oiría llegar. En el peor de los casos, lo descubriría y lo ensartaría en una pica.
Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. La humillación de los Tres Jueces valía millones.
Abriendo lentamente la puerta, miró dentro de la habitación. El vapor flotaba en el aire como una densa niebla, impidiendo visibilidad. Zeros limpió la cámara, y entonces lo vio:
—Fuerte, violento, irascible, desquiciado... a este particular espécimen se lo puede describir con tales palabras, compartiendo ciertas características con las otras criaturas. Aunque, como todo buen fulano, le gusta la comodidad y siente la necesidad de relajarse después de cada batalla. Aquí podemos ver a Aiacos tomar felizmente un baño de burbujas. La aromaterapia tiene un efecto tranquilizador en seres naturalmente violentos como él.
Zeros enfocó la pequeña botella de burbujas, cuya etiqueta rezaba "Winnie The Pooh".
—Detrás de este temible monstruo se encuentra un amante de los jacuzzi y jabones y perfumes particularmente caros, así como la decoración de interiores. Miren esos bellos mosaicos de intricados diseños, con una similitud estética muy parecida a los pétalos de las flores. Una pieza ciertamente delicada, incluso demasiado femenina, para una criatura tan tosca y malhumorada. Un lado sensible que muy pocos tienen el privilegio de llegar a conocer.
De repente, Aiacos alcanzó una toalla, envolviéndose de la cintura para abajo y saliendo del agua. La cámara empezó a parpadear y balancearse violentamente, acabando con la imagen volcada, pudiendo captar el momento exacto en que Zeros era apresado del pescuezo.
—Ahora, Señor Aiacos... recuerde las reglas... no me arroje por la-
—Dame un poco de crédito, Sapo... No iba a arrojarte a ningún lado.
—Oh, no, no, no, no, no... Usted no se atrevería a... podemos arreglarlo... ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!-
Las cosas fueron de mal en peor para el pobre sapo, cuando Aiacos lo hundió en las burbujas del jacuzzi.
—Voy a probar si tu condición de anfibio te permite respirar bajo el agua.
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Gracias por leer :)
