Capítulo II:
Unas horas antes:
- ¿Así que el Dr. Kanker falleció hace poco?.- Preguntaba una muchacha de largos cabellos y ojos anaranjado-rojizo, además de lucir un uniforme de Oficial verde oliva. Ésta se encontraba al volante de un jeep militar con la "Cruz de Hierro" de Karlsland y venía acompañada de otras dos chicas. La que se hallaba a su lado era castaña y su uniforme consistía en uno gris y botas negras. Y por último, la que viajaba en el asiento trasero del vehículo, tenía su tonalidad de piel un poco oscurecida, cabellos negros y con dos largas coletas amarradas con listones blancos, ojos aguamarina y vestía un conjunto del color antes mencionado.-
La peli castaño oscura se encontraba leyendo un informe en sus manos, su rostro mostraba seriedad al respecto y volteó la mirada para observar a la conductora del jeep, asintiendo con la cabeza. Iban avanzando por una ruta del Oeste de EEUU, dejando atrás una cortina de polvo, debido a su geografía, así como también el paso de vehículos por allí era normal, aunque no estaban como simples "turistas", sino de que tenían algo más en mente. La chica que se hallaba en la parte trasera se encontraba profundamente dormida, teniendo las piernas estiradas sobre la puerta del lado derecho, roncando con tranquilidad y sin ser molestada por nadie.
- Uno de nuestros Agentes fue enviado hasta ese pueblo llamado "Peach Creek" y en donde halló la ubicación del Dr. Kanker.- Respondió la joven de uniforme gris, quien cerró la carpeta con el informe antes mencionado y miró a un costado del camino.- ¿Crees que es cierto lo que pueden haber dicho en el Cuartel General?.- Preguntó a la peli anaranjada-rojizo, cuyo semblante se volvió serio, las manos se hallaban puestas en el volante y la vista enfocada en el camino, intentando hallar una respuesta ante semejante situación.
- Para eso nos designaron esta misión: Hallaremos las respuestas que buscamos en ese pueblo a como de lugar, Trude.- Respondió la muchacha y de ahí observó un cartel en la lontananza.
"Peach Creek: A 5 kilómetros".
- No falta mucho.- Leyó la peli castaño oscura el mensaje y de ahí se acomodó en su asiento, sintiendo el viento en la cara, proveniente desde el Océano Pacífico. Relajante, fresco, la chica del volante respiró hondo y dejó que ese momento de paz, aunque fuera por unos segundos, inundara su ser, pero Trude no se mostraba del todo tranquila en ello, tenía sus ojos enfocados en lo que pasaría en aquella localidad, esperando poder hallar las respuestas que tanto necesitaban. En un momento dado, la chica apoyó el brazo contra el borde de la puerta, mirando hacia la ruta que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, sumergiéndose en sus pensamientos.
- Trude, ¿pasa algo?.- Quiso saber su amiga, volteándose para verla, sacándola de aquel "mar" que tenía en su interior.
- ¿Eh?.- Sacudió la cabeza, giró y encaró a la que le estaba hablando.- No, no es nada, tranquila, Minna.- Respondió y de ahí notó la señal que les faltaba.- Muy bien, es aquí. Dobla a la derecha.- Pidió y la chica giró el volante, internándose por el camino que conducía hacia el pueblo de "Peach Creek", cuyo nombre se hallaba grabado en la fachada de un arco que daba la bienvenida.
El jeep se fue internando por un camino que conducía hacia el pueblo. El paisaje era uno repleto de bosques y árboles con elevaciones por las montañas, pero ninguna de las tres chicas se hallaba de paseo. Mientras que Minna paraba el vehículo cerca de la calle principal, la cual era un vecindario de casas bonitas y rodeado por un "Cul de Sac", ambas bajaron y notaron de que no había mucha gente por los alrededores. Trude desconfiaba del lugar, esa calma no atestiguaba nada bueno y fue entonces que escuchó a la chica que dormía en la parte trasera, la cual se estiró y lanzó un profundo bostezo.
- Awww, qué buena siesta que tuve. Me siento de maravilla.- Dijo la peli negra, mientras que examinaba el lugar.- ¿Uh? ¿Ya llegamos?.- Preguntó, girándose hacia las dos Oficiales que tenía al frente.
- Y despiertas en el mejor momento, Francesca.- Dijo Minna, mientras que la chica pegaba un salto fuera del jeep. Ésta se encontraba con la puerta del baúl abierta, buscando algo en su interior y tras unos minutos, de los cuales llamaron la atención de la italiana, quien lanzó un pequeño murmullo de dudas, vio que la chica sacaba una cámara de filmación y se la entregaba a ésta.
- ¡Eh! ¡¿Recién me despierto y tengo que ponerme a trabajar?!.- Preguntó Francesca e hizo un puchero, pero tuvo que cambiar esa expresión, inmediatamente, ya que Trude se le acercó y su rostro expresaba una seriedad absoluta.-
- No estamos aquí de vacaciones, sino de que tenemos una misión muy importante entre manos.- Le dijo y aquello dejó asustada a la peli negra, quien tembló un poco ante la reacción de su Oficial al mando.-
- Sí...Sí...¡Sí, Mi Teniente!.- Exclamó e hizo la venia militar.
Trude se encogió de hombros y respiró profundamente hacia la peli negra, sabía bien que ella pensaba más en divertirse que en las responsabilidades que tenía sobre sus hombros. Pero cuando el momento lo ameritaba, tenía que ponerla en su lugar o tendrían un tropiezo en su investigación. Minna cerró la puerta del baúl y se acercó a las dos chicas que tenía adelante. La chica de cabello castaño oscuro miró a la peli anaranjada-rojizo y ésta se aclaró la garganta para hablarles sobre lo que iban a hacer en aquel momento.
- Antes que nada, nos encontramos en Peach Creek y tenemos información, sumamente crucial, de que se ha visto al Dr. Frederick Kanker viviendo aquí hasta su fallecimiento.- Comenzó Minna y eso llamó la atención de la italiana.
- Un momento, pero si él trabajó con el General Mallory, el "Warlock".- Recordó la peli negra y la Comandante asintió con la cabeza.
- En efecto y tras la derrota de los "Neuroi", él se vino a vivir aquí, se casó y todo, pero nada es de color de rosas, Francesca: Se dice que él estuvo trabajando, clandestinamente, en lo que no pudo terminar en el Pasado.- Recalcó la chica y el aire quedó tenso por un buen rato. En la distancia se podía oír algún que otro coche que pasaba y nada más, ese vecindario era sumamente tranquilo y el viento movía las copas de los árboles, meciéndolas como si de una enorme mano invisible estuviera llevando a cabo la mencionada acción. Pronto, Minna volvió a hablarles.- De acuerdo, este pueblo es pequeño, así podremos dar con su residencia. Trude y yo iremos por esta zona, mientras que tú, Francesca, irás por aquí.- Le dejó la orden y la chica asintió.
- No te fallaré, Minna.- Prometió y tras volver a hacer la venia militar, la Comandante junto a la Teniente de cabellos castaño oscuros se volvieron a subir al jeep.
- Ten, si pasa algo, vendremos inmediatamente. Nosotras nos dirigiremos, en primer lugar, para buscar a la Policía y que nos den una mano para este asunto militar.- Dijo Trude y le entregó una radio para mantener la comunicación.- Suerte en la misión, Francesca.- Finalizó y de ahí se encendió el vehículo, el cual enfiló calle abajo desde el barrio e internándose hacia el Sur.
Una misión, en parte, solitaria para aquella italiana, quien miró el sitio para tener un mejor reconocimiento, además de que el lugar abundaba con unos árboles muy imponentes y preciosos, por los que ella aprovechó para subirse y trabajar sin ser vista por nadie. Desde aquel sitio, la muchacha comenzó a grabarse así misma, sacando la lengua, riéndose hasta que, de golpe, oyó ruidos en la calle, por lo que apuntó y pudo ver a un grupo de chicos que habían construido una carro alegórico con un corazón y que cantaban, tomados de las manos, pasando aquella tarde de paz y amistad hasta la llegada de un trío de amigos, siendo uno de ellos, de baja estatura, tenía tres largos cabellos en su cabeza, así como también vestía una camiseta de color amarillo y una raya roja, pantalones celestes y zapatos rojos.
La peli negra filmaba sin parar aquellas escenas, sin embargo, las cosas se habían descontrolado cuando aquel joven le hizo un calzón chino a un chico de frenos, pero ahí no terminaron las cosas; comenzaron a empeorar cuando los chicos del vecindario descubrieron que el corazón había sido atravesado con un palo de hockey, la boca del "amigo" de un muchacho calvo, el cual era una tabla de madera, había sido borrada con un pañuelo que terminó en los bolsillos de uno del grupo de amigos y se encontró una brocha de pintura con una huella de zapato en el suelo.
Aquello había sido la gota que colmó el vaso. Se había iniciado una búsqueda para darles su merecido a los tres chicos, quienes intentaban limpiar sus nombres. No eran los culpables, pero ¿cómo podían probar su inocencia?. Las pruebas estaban allí, reveladas ante sus ojos, o eso parecía.
Sin que ellos lo supieran, aquella chica de cabello negro era la que les daría una mano para resolver ese misterio. Francesca se movía con una gran agilidad y sigilo, sin ser vista por ellos, grabando todo en el camino, mientras que se iba acercando más y más hasta que, finalmente, logró llegar hasta los bosques, descubriendo al culpable de todo ello. Pero cuando vio que aquellos amigos habían quedado cercados por los chicos del barrio y esas tres hermanas, sin posibilidad de escapar, tuvieron que ceder ante el primer grupo, saliendo desde el interior de una cabaña.
¿Qué puede sentir una persona que descubre la verdad?. Habían acusado a esos jóvenes de algo que no hicieron. Francesca sintió rabia en su interior, pero no se detuvo la misión que tenía, así que continuó con ello y regresó al barrio. Allí vio como eran atados a una cerca, ubicada en uno de los callejones y les arrojaban fruta, mientras que se reían de su infortunio, castigándolos por haberles arruinado su día.
- Oigan, ¿quién quiere venir a mi casa y ver una película?.- Propuso un chico de gorra roja.
- Yo voy, amigo Kevin. Espero que sea buena.- Habló Rolf, mientras que se sumaban Nazz, Johnny con Tablón y Sarah, pero allí quedó aquel niño de los frenos.
- Jimmy, ¿no vienes?.- Preguntó su amiga pelirroja y éste se volteó para verla.
- Sí, enseguida los alcanzo.- Respondió el chico, quien habló con un tono tranquilo y cuando quedó solo con los Eds, se acercó y reveló su verdadera Naturaleza.
Éste caminó hasta quedar cara a cara con aquellos chicos, en especial con Eddy, quien había sido el responsable de todo. Aquella broma que le hizo con el calzón chino llevó a que planeara su venganza por todo el daño que le causó, así que había sido él quien plantó toda esa evidencia falsa para inculparlos y eso incluía el palo de hockey que atravesaba el corazón del "Día de la Amistad", la huella en el piso, la brocha de pintura roja y el pañuelo que había borrado la boca de "Tablón", terminando en los bolsillos de Doble D. Además de que no podía olvidarse del rastro de caramelos que había dejado por su pacto con Rolf y el trato con las Crueles para que les tendieran esa trampa en la cabaña abandonada.
- No puedo creerlo...eso fue de lo más ingenioso...no tengo palabras para describir lo que hiciste, Jimmy.- Dijo el chico de la gorra negra, sorprendido ante tan maquiavélico plan.
Pero, a pesar de todo, Eddy mostraba lo contrario. Hacía rechinar los dientes y una expresión de furia latente surgía desde las profundidades de su ser, mientras que comenzaba a moverse, violentamente, contra las cuerdas que los tenían apresados contra aquella sección de la cerca de madera.
- ¡Bájame de aquí, niño estúpido. En cuanto lo consiga, te voy a dar tu merecido, lo juro!.- Bramaba con todas sus fuerzas, pateando pero sin efecto alguno.
Jimmy, al ver que su tarea estaba cumplida, se dio la vuelta y los encaró por última vez.
- Silencio, tengo un acuerdo que completar.- Finalizó y chasqueó los dedos, llevando a que, desde la parte de atrás de la cerca, aparecieran las hermanas Crueles.
- Has llamado a las chicas rebeldes, pequeño y gracias por recompensarnos.- Le dijo Lee, quien se volteó para ver a los tres chicos atrapados.
- ¡AHHHHHHHHHHH, LAS CRUELES! ¡AUXILIO!.- Gritaron los Eds, presos del pánico, siendo aquello la parte más dura de su castigo por el daño que habían hecho. Por desgracia, nadie iba a ir en su auxilio.
Las hermanas destruyeron la cerca y comenzaron a arrastrarla hacia el Oeste, de regreso para la cabaña de los bosques, dejando atrás un surco de tierra, mientras que ellos seguían pidiendo por una ayuda que nunca llegaría.
Francesca terminó de grabar todo con la cámara, le hervía la sangre al ver que, a pesar de que ese chico llamado Eddy había sido el causante de esa broma contra el niño de frenos, no podía permitir que esto se saliera de las manos. Miró el camino por el cual se llevaron a los jóvenes aquellas hermanas y sumado a ello, ya con oír aquel apellido tan familiar, podía interesarles a Minna y Trude, por lo que miró que el vídeo estuviera allí, listo para ser entregado y así corregir las cosas.
Inmediatamente, ella pegó un salto desde el árbol y comenzó a correr, desde el callejón hasta el vecindario, en donde sacó un marcado de tinta negra y una etiqueta que llevaba en los bolsillos de su uniforme. Escribió sobre ella un mensaje y rápidamente la dejó en la puerta de la casa de Kevin, quien aún no había vuelto. Acto seguido, la muchacha sacó su radio y se dispuso con establecer contacto con sus Camaradas de Armas.
- Vamos, vamos, vamos, de prisa, chicas.- Pedía, viendo que el tiempo le estaba jugando en contra.
Justo en aquel momento, saliendo de la Estación de Policía, Trude y Minna se encaminaron hacia el jeep cuando, de golpe, comenzó a oírse una voz en la radio que tenían allí, por lo que la Comandante se acercó y tomó el micrófono para ver qué estaba pasando.
- "Chicas, vamos, por favor, respondan, es urgente".- Se oía la voz de la peli negra desde el otro lado.
- Habla Minna, ¿qué sucede, Francesca?.- Preguntó la joven de Karlsland. Trude permanecía afuera, revisando los expedientes policiales pero ninguno de éstos aportaba datos de gran interés sobre el objetivo. Era como si aquel científico hubiera desaparecido de la faz de la Tierra, a pesar de haberse instalado en ese pueblo.
- "¿Cómo es posible que no haya rastro alguno de este tipo?. Llegó aquí, se instaló, contrajo matrimonio, tuvo hijos pero nadie vio nada. ¿Es que acaso son todos ciegos?".- Pensaba la castaña oscura con seriedad, viendo que esos informes eran inútiles para su investigación, por lo que se dispuso en devolverlos a su lugar de origen. Acto seguido, al oír la voz de Francesca, ésta se dirigió con la mirada hacia su amiga.- ¿Qué pasa? ¿Por qué está tan ansiosa?.
- Espera.- Pidió Minna y de ahí volvió al micrófono.- ¿Hallaste algo?.
- "¡Las necesito, urgentemente, aquí, en el "Cul de Sac", de prisa. No hay tiempo!".- Pedía la italiana, oyéndose su voz por aquel lugar y llamando la atención de los oficiales que trabajaban cerca de la entrada. Trude se acercó hasta la Comandante y la miró de reojo.
- ¿Crees que haya pasado algo?.- Preguntó con seriedad.
- Puede ser.- Respondió Minna y ésta abrió la puerta que daba al asiento del conductor, su amiga la acompañó y tras encender el jeep, le pasó el micrófono a Trude.-
- Francesca, quédate en donde estás, vamos para allá. Espero que hayas encontrado algo sobre el Dr. Kanker, en este pueblo hay muchos que desconocen su paradero.- Dijo la Teniente de Karlsland, mientras que Minna pisaba el acelerador para volver al barrio.
- "Puede que sea de interés para ustedes y más sobre este sujeto. Luego se los diré, hay tres chicos en problemas. Luego se los digo. Cambio y fuera".- Concluyó la italiana, quien puso fin a la comunicación.
- Francesca, te lo prohíbo, espera a que volvamos.- Le negó Trude pero ya era tarde.- ¿Francesca? ¡Francesca, responde!.- Pidió pero nada, no había ninguna novedad.- Demonios.- Maldijo y de volvió el micrófono al soporte.- Acelera, Minna.- Ordenó y dejaron el Centro del Peach Creek.
Ahora:
Luego de que la italiana de cabello negro dejara aquel vídeo en el tapete de la casa de Kevin, emprendió una carrera contra el reloj para salvar a los tres amigos. Volvió al punto de arranque, el callejón, en donde abundaban los restos de fruta que lanzaron contra ellos, a modo de justicia. Casi se resbalaba con una cáscara de banana que había por allí pero logró esquivarla justo a tiempo. Se detuvo y miró el rastro que dejaron sobre la tierra aquellas hermanas.
- Van para el Oeste, hacia los bosques, a la misma cabaña de antes.- Dedujo Francesca y volvió a correr.- Tal vez pueda emboscarlas, esa sección de la cerca pesa demasiado, incluso para tres personas.- Sus pies se movían a una gran velocidad, siguiendo el rastro que las Crueles habían dejado en la tierra hasta que éste cambió de dirección hacia el Este, de vuelta al barrio.
Sentía que el tiempo se le estaba agotando, cada segundo que transcurría era menos para salvarlos. Luego de avanzar un buen tramo del camino, la chica comenzó a oír los gritos que iban cesando.
- Resistan, ya estoy cerca.- Pidió y tras decir eso, pegó un salto hacia los árboles y comenzó a avanzar entre las ramas con una gran agilidad.
El sudor caía desde la frente de Eddy, lo mismo de Doble D y Ed, quienes no podían hacer nada al respecto. Las hermanas Crueles estaban sacando sus lápiz labiales, listas para cumplir con su cometido. El chico de baja estatura tragó saliva, cerró los ojos, quería que todo esto fuera un sueño, que él se levantaría y estarían listos para otra estafa pero no fue así.
- Oye, Doble D, ¿alguna brillante idea?.- Preguntó Eddy, preso de la desesperación hacia su amigo genio, viendo si los podía sacar de ese embrollo.
- Estamos atados a esta cerca. No hay nada que podamos hacer.- Dio aquella respuesta tan lamentable.
- ¡Este es el fin!.- Lloró Ed, viendo que las tres chicas iban hacia ellos.
- Ya, ya, dejen de llorar.- Les decía Lee, lista para besarlos junto a sus otras dos hermanas.
- Sí, fue una muy buena idea de pactar con ese niño. Siempre me gustó tener a un hombre atrapado entre mis manos, disfrutar de su amor.- Recalcó Marie.
- Terminemos con esto y besémoslos, ya quiero estar con mi querido Ed.- Finalizó May y de ahí fueron avanzando.
- ¡AYÚDENNOS!.- Lanzaron los tres chicos aquellos gritos de desesperación.
- Nadie va a venir hasta aquí.- Les "tranquilizó" Lee a los presentes.
- Tal vez esto pudo haber sido diferente si no le hubieras hecho ese calzón chino a Jimmy, Eddy.- Le reprochó Doble D, como siempre, siendo la voz de la razón.
- ¿Qué?. Solo era una broma, cabeza de calcetín. Nada más que eso.- Se defendió el chico de baja estatura.- ¡AYUDA, POR FAVOR, QUIEN SEA, SÁLVENNOS!.- Siguió gritando y tratando de salirse de aquel agarre.
- Muy bien, chicas, ¿listas?.- Preguntó May y éstas asintieron.- ¡A divertirnos!.- Exclamó y se lanzaron como fieras hambrientas sobre sus presas.
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!.- Fue el grito de desesperación que los tres dieron, estando solos, con el vecindario que los odiaba y ahora estaban recibiendo lo que "se merecían". Pero, como acto divino, de golpe, alguien vino en su rescate.
Justo cuando estaban a escasos centímetros de ellos, un proyectil golpeó a Lee en la cabeza, dejándola mareada por unos segundos y de ahí vio que se trataba de una manzana. Tanto ella como sus hermanas se voltearon para ver a la persona responsable que les estaba arruinando la "fiesta".
- ¡Ouch!.- Gritó la pelirroja por aquel golpe en su cabeza, uno que había sido directo. Acto seguido, tomó aquella fruta que yacía en el suelo, con un gesto de furia en su rostro.- ¡¿Quién me arrojó esta manzana?!.- Bramó y no hubo respuesta por unos segundos hasta que, desde los árboles, alguien apareció.
- ¡Hey, ustedes tres, déjenlos en paz!.- Ordenó una voz femenina y allí apareció una chica de largos cabellos negros, ojos verdes, vestía un uniforme con mangas, zapatos marrones y una mini falda.
- ¡¿Quién demonios eres tú?!.- Demandó Lee por el nombre de aquella misteriosa salvadora, la cual las miró con seriedad.
- ¡Golpéala, Lee!.- Le ordenó Marie.
- ¡Cállate, trato de concentrarme!.- Le reprochó la pelirroja y de ahí notaron que la chica lanzaba una pequeña risa.
- Te preguntarás quién soy: Soy aquella que golpe a los abusadores como ustedes, quienes torturan a otras personas como esos tres pobres chicos atados en la cerca.- Respondió la chica misteriosa, apuntando hacia los Eds.- Ahora, dejarán ir a esos chicos o lo harán por la fuerza.- Dejó aquel aviso.
- ¡Jajajajaja!.- Estallaron las tres hermanas en sonoras carcajadas.
- ¡Jajajaa, ¿la escucharon bien?. Esta chica dice que puede contra nosotras tres!.- Apuntó Lee hacia la peli negra italiana.
- En sus sueños, querrás decir, no veo que sea fuerte.- Se burló Marie, viendo que no era una amenaza.
- Quieres pelear, uh, bueno, te lo daremos: Yo me encargo de esa tonta, no será rápido.- "Prometió" Lee, quien se hizo crujir los nudillos.
Inmediatamente, la pelirroja cargó, igual que un toro embravecido, pero antes de que pudiera darle un puñetazo, terminó por recibir un muy duro golpe contra el abdomen, llevando a que cayera de rodillas y comenzara a toser por la falta de aire que se lo sacó. Gruñó y le dirigió una mirada de puro odio, sin embargo, antes de que pudiera volver a atacar, Francesca se preparó.
- ¡Hiyah!.- Gritó la muchacha y pateó a Lee con una gran fuerza, mandándola a volar hasta estrellarse contra un árbol, el cual se partió a la mitad por el impacto, lanzando una lluvia de hojas sobre la pelirroja.
Marie y May no tenían palabras que les ayudaran a describir lo que sus ojos acababan de presenciar. Inmediatamente, la peli azul fue para darle una mano, sacarla de allí, pero aún no pensaba en darse por vencida.
- Dale una lección de mi parte.- Le encargó, débilmente, mientras que intentaba ponerse de pie.
Por su parte, los Eds tampoco se quedaban atrás de todo ese "espectáculo".
- ¡No lo puedo creer! ¡¿Lo vieron, chicos?!.- Exclamó Eddy con asombro en su voz.
- Es increíble, parece ser que ella es experta en artes marciales, pero ¿quién será?.- Dedujo Doble D, impresionado por las habilidades y destreza que tenía aquella joven.
- ¡¿A quién le importa?!.- Exclamó su amigo de baja estatura con emoción.- ¡Les está pateando el trasero a las Crueles!.-
Tras haber visto como Lee había sido derrotada, llegó la hora de un "segundo round".
- Uhh, así que tenemos a alguien más fuerte que nosotras.- Señaló Marie con una expresión de burla en su rostro.
- ¡Ataquemos entre las tres!.- Ordenó Lee, quien se había recuperado de la paliza.
- ¡Suena muy bien para mí!.- Le respaldó May.
Las tres volvieron a la carga, sin embargo, Francesca no se movió de su posición y una vez que llegaron hasta donde estaba parada, todos sus intentos para vencerla fueron en vano, fútiles, mientras que recibían golpes, patadas y terminaron por salir volando contra los árboles, los cuales se desplomaron por la fuerza del impacto, cubriendo gran parte de las lindes de los bosques con sus hojas, sin embargo, ninguna de ellas pensaba en rendirse todavía.
- ¿Es suficiente o quieren más?.- Preguntó, desafiante, la peli negra.
- Como si nos fuéramos a rendir. Podrás ser fuerte pero no liberarás a nuestros Eds.- Le advirtió Marie, de pie y señalándola.
- ¡Sí!. Teníamos un trato con ese niño quien nos pidió ayuda y a cambió nos los entregaría.- Bramó Lee.
- Lo sé todo, pero no voy a permitir que atormenten a estos chicos nunca más.- Juró la italiana, quien se puso frente a ellos para protegerlos.
- ¡Son nuestros novios!.- Le espetó May a ella, pero eso no le afectó en absoluto.
- Denme un respiro, ¿acaso no comprenden que ellos ni les gustan?. Pero ni lo entenderías, solo viven acosándolos.- Aquello que dio la italiana fue la gota que rebalsó el vaso.
- Eso no es asunto tuyo, para una chica cualquiera que quiere jugar a ser la heroína.- Habló la rubia.
- Se que, tras la paliza que les di anteriormente, siguen insistiendo, ya que estuve en el Ejército.- Señaló Francesca y eso las tomó por sorpresa a las Crueles.
- ¡¿El Ejército?!. Vaya, así que de ahí eres tan valiente.- Recalcó la peli azul, quien mostró una sonrisa siniestra hasta que Lee le sacó de sus pensamientos.
- Olvídate de eso, entre las tres podemos. Solo es una, nosotras la superamos en número.- Sentenció la pelirroja y sus otras dos hermanas comprendieron el mensaje, asintiendo con la cabeza.- Muy bien, ahora, ¡terminemos con esto, ahora!.- Ordenó y volvieron a atacarla, lanzando todo lo que tenían consigo pero fallaron repetidas veces hasta que, al ser derrotadas por la muchacha, terminaron atadas a un poste de luz.
- Auch...eso duele.- Dijo May, mareada tras la paliza.
Sacudiéndose el polvo de las manos, Francesca se dirigió hacia la cerca donde los Eds seguían atados, además de seguir impresionados por sus habilidades en artes marciales.
- Oigan, ¿quién es ella?. Es nuestra heroína, les dio su merecido a las Crueles.- Quiso saber Ed.
- No lo sé, pero por lo visto, debe de ser experta en artes marciales.- Teorizó Doble D.
- Eso no importa, ¡ella nos salvó!.- Festejó Eddy al tener un salvador.
Pronto, la muchacha quedó cerca de los presentes.
- ¿Se encuentran bien?.- Preguntó y ella respondieron con un movimiento de cabeza.- De acuerdo, no se preocupen, los sacaré de aquí.- Dijo y comenzó a desatar las cuerdas, liberándolos. Ed y Eddy festejaron por su libertad, pero Doble D quería saber el por qué de todo el asunto, por lo que se acercó a la peli negra.
- Muchas gracias por su noble acción, pero ¿quién es usted? ¿y por qué nos salvó?.- Agradeció el chico de la gorra negra.
- No es nada, era mi deber, no tolero que personas inocentes sean acusadas de algo que no han hecho. Oh, por cierto, mi nombre es Francesca Lucchini, soy una Oficial que se encontraba patrullando por el vecindario cuando me encontré con esta situación.- Respondió y se presentó con educación ante ellos, mostrando esa sonrisa llena de energía.
Al oír eso, los tres Eds se quedaron sin palabras, en especial Eddy, quien se acercó corriendo hasta donde se encontraba la italiana.
- Entonces, ¿tienes pruebas de que demuestran nuestra inocencia, Francesca?.- Quiso saber el chico de baja estatura.
- Así es. Lo grabé todo de lo que pasó y los refuerzos ya vienen en camino. El vídeo lo dejé en la casa del chico de gorra roja.- Respondió la muchacha.
- ¿La casa de Kevin?.- Preguntó Eddy y de ahí recordó algo importante.- ¡Sí, Jimmy ya debe de estar allí!.-
- Oh, por cierto, nos olvidamos de presentarnos, yo soy...- Iba a decir el chico de la gorra negra pero la peli negra les detuvo.
- No hay problema: Sé quiénes son ustedes, Ed, Edd y Eddy.- Francesca sonrió tras dar a conocer sus nombres.
- Excelente y por cierto, ¿cuándo llegará la Policía?.- Quiso saber el joven de remera amarilla y raya roja, rascándose la cabeza.
- Los llamé hace diez minutos, después de grabar el "Desastre del Día de la Amistad".- Respondió la militar de cabello negro.
- ¡Sí! ¡Ese estúpido va a recibir su merecido y quiero verlo!.- Sonrió Eddy con euforia, viendo que se acercaba el momento de la venganza.
Justo en aquel momento, un jeep militar apareció calle abajo, dirigiéndose hacia donde se encontraban los presentes, mientras que Francesca les indicaba su posición para que fueran deteniéndose. Una vez concluida la tarea, la Policía fue llegando, rodeando el área pero aún quedaba un asunto pendiente.
[Vuelvo a decirlo: Este trabajo cuenta con la total autorización de Matfix, todos los derechos reservados para él y su historia original, no es un plagio ni nada, así que no teman. Más adelante lo pasaré al inglés, pero denme tiempo para ello, ando con otros asuntos que dependen de mi atención.
Espero que les guste, amigos. Mando saludos y agradecimientos para los seguidores de este fic.
Cuídense y buen comienzo del mes de Septiembre para todos ustedes, Camaradas.].
