Capítulo VII:

En pocas horas, la caída de Romagna, Suomus, Orussia y Karsland habían tomado por sorpresa a Europa, la cual había estado en unas condiciones casi de "paz" con los "Shadow Neuroi" pero éstos, aprovechando el momento antes mencionado para tomar cartas en el asunto y rearmarse, éstos fueron preparándose y una vez que tuvieron todas las cartas sobre la mesa, iniciaron un despliegue nunca antes visto y con ello tomaron por asalto las mencionadas Capitales. Las personas huían en masa, incontables familias dejaban sus hogares y negocios, algunos optaban por quedarse allí, esperando el final o defender hasta el último hombre, la última bala que tuvieran consigo y así dejar su huella en las páginas que se escribirían en el Futuro, si es que llegaba a haber uno.

Las columnas de humo que provenían desde los edificios y rascacielos de las zonas antes citadas, no paraban de salir desde los sitios de impacto que recibieron por parte de las naves enemigas. Éstas patrullaban los Cielos, eran sus dueños y abajo, en las calles, tanto de las ciudades como pueblos, eran pasto de las llamas. Lo que antes eran hogares, negocios y demás edificaciones, ahora estaban siendo consumidas por el fuego que devoraba todo a su paso. Era insaciable, temible, ¿qué podía frenar un "hambre" tan terrible?. Un poco de lluvia había estado cayendo sobre Karsland, sobre todo en Berlín, donde quedó "pintado" un "cuadro" que parecía ser sacado de alguna fotografía de la anterior guerra: Las grandes urbes destruidas hasta los cimientos, escombros, polvo, muerte y destrucción por doquier. Sufrimiento, el padecimiento de la población civil que intentaba sobrevivir a la hecatombe pero sin los medios ni recursos necesarios.

El corazón de una persona, al ver esas escenas, se estrujarían hasta provocarle un profundo dolor emocional al testigo que estuviera allí, de pie, siendo testigo de una devastación nunca antes vista. Y con ello uno se refiere, no solo a las naves, sino también a aquellos Ejércitos de Infantería que conformaban la reciente "Vanguardia" de las Kanker, cuyo estandarte flameaba sobre los edificios de gobierno, principalmente el "Reichstag", el Parlamento que había sido el último bastión, dentro de la Capital, en sostener una férrea resistencia contra los invasores hasta que cayó, oficialmente, en manos enemigas.

Las Fuerzas Armadas de los países que cayeron no pudieron hacer casi nada para sostener una férrea defensa, sino de que sufrieron una lamentable derrota y todos sus intentos fueron en vano. El asalto coordinado había sido tan grave que les llevó a que tuvieran que evacuar a la mayor cantidad de personas, sobre todo a las familias, gente mayor, heridos, enfermos en los hospitales y huérfanos. Sumado a ello, sus armas y tecnología no sirvieron para nada, los gobiernos desaparecieron bajo el fuego de la guerra y con ello había un profundo sentimiento de abandono ya que, al no tener líderes, el pueblo estaba en peligro de caer en la Anarquía, cosa que los militares no iban a permitirlo, protegerían a los civiles a como de lugar y sin importar las consecuencias dadas por el enemigo.


Mientras tanto, en Brittania, amanecía un nuevo día allí y en el "Centro de Crisis" no se reportaba ningún movimiento enemigo por los alrededores de Europa y África, solo por el "Corredor del Atlántico" y el Pacífico permanecía en calma por esas horas. Minna y Trudie ya estaban levantadas desde hacía rato y con un café bien recargado para mantenerlas despiertas, esperaban recibir noticias sobre los frentes de batalla.

Por su parte, Ed se desperezó y abrió los ojos, refregándose sobre los mismos para quitarse los restos del sueño. Habiendo pasado un tiempo entrenando, al igual que sus amigos, lo habían convertido en una persona madrugadora. Cuando su visión se aclaró, notó de que se encontraba en aquel living del Cuartel General, en especial vio aquella televisión y las películas de zombies que vio junto a Erica. Un momento, él pensó una cosa importante: ¿En dónde estaba la rubia de Karsland?. Se iba a levantar cuando sintió un peso que le impedía llevar a cabo esa acción y fue allí que notó una presencia.

Acurrucada contra sus piernas se hallaba la chica, quien estaba tapada con una frazada que él le trajo la noche anterior, después de haber estado en el "Centro Comercial" junto a los demás, tuvieron una maratón de películas del género zombie. Lo que es el destino, uno nunca pensaría de que ellos tendrían pareja, que llegaría en otro momento y cuando Ed notó a Erica yacer dormida a su lado, acurrucada igual que cuando alguien abraza a su oso de peluche para que le de dulces sueños y lo proteja de las pesadillas, eso era lo que representaba la rubia: Ternura pura.

El fan de la Ciencia Ficción sintió aquello en su fuero interno, pasando su mano por los cabellos de la joven, quien dormía profundamente. Ésta se movió un poco y de ahí volvió a su posición anterior en la que dormía.

- "Ella es muy dulce, en comparación con May".- Pensó Ed y ese recuerdo de cuando eran perseguidos por aquellas tres hermanas le provocó un escalofríos por todo el cuerpo.- "Jamás tuve esta sensación de que, uno de estos días, yo iba a conocer a alguien así. Es como mi...¡No!. Ella es mi alma gemela".- Pensó, mientras que permanecía al lado de Erica y después de eso, ella abrió sus ojos con pesadez, ya que uno de los relojes comenzó a sonar por la sala.

- Mmmm, cinco minutos más. No molesten.- Pidió entre sueños, moviendo sus manos en el aire para alejar a la "persona" que la estaba llamando.

- Erica.- Le llamaba Ed a la rubia y ésta se levantó al instante.

- ¡Buenos días, Ed!.- Le saludó con energía y le dio un beso en la mejilla a su novio.- Espero que hayas dormido bien, esa maratón fue excelente. No tuve pesadillas pero espero que no te haya molestado por si ronqué.- Alegó la joven con una risilla.

- ¿Roncar?. Para nada, dormí como un bebe.- Respondió éste y se puso de pie, justo cuando para cuando veían llegar a Charlotte y Perrine, la cual era acompañada por Jimmy y Sarah.

Tanto la pelirroja de Liberion como la peli plateada de la Galia bajaron junto a los dos amigos inseparables. Éstos últimos notaron la "extraña" escena donde Erica y Ed habían estado en el sillón, además de lo desordenado que se encontraba la sala, ya que habían unos tazones con restos de pop-corn (palomitas de maíz o pochoclo como le decimos en Argentina), así como también otros dulces y unas latas de gaseosas desparramadas por la mesa de café. Tampoco debían olvidarse las cajas con las películas en DVD que había por el suelo, entre otras cosas. La pelirroja observó con detenimiento pero no se mostró enojada con él, sino de que le hizo una seña a Ed para que se acercara.

- ¿Sarah?.- Preguntó Charlotte.

- Debo hablar con mi hermano mayor. Permiso.- Pidió y sin que Ed pudiera decir algo más, éste debió ir con ella hasta un lugar apartado dentro de la "Sala Principal".


Una vez que la pelirroja cerró la puerta, ésta se cruzó de brazos, algo que llamó la atención de su hermano mayor. Nunca la había visto así, siempre se la veía entrar en esa furia contra él por cualquier cosa, pero ahora la notaba distinta, cambiada, pero no se animaba a decir una sola palabra por temor a "represalias".

- Ed, ¿por qué no lo dijiste?.- Preguntó con tono serio, mientras que él miraba el piso.

- Es que...como tú siempre dices, Sarah: No revelar las cosas privadas de los demás.- Respondió y eso llevó a que la chica recordara aquel incidente con su "Diario Personal".

- Buen punto. Muy cierto.- Reconoció, asintiendo con la cabeza y llevando sus manos hasta los hombros del otro.- Tienes razón, te quedó esa advertencia mía en la mente desde hace tiempo, pero no puedo negarlo. Yo tampoco preguntaría algo tan importante como lo que tienes a una persona cercana a mí.- Señaló y de ahí caminó unos pasos hacia adelante.

- Espera, ¿no estás enojada?.- Quiso saber su hermano mayor.

- ¿Por qué lo estaría?. No, Ed, no, no estoy enojada, ¡estoy feliz por ti! ¡Mi hermano ya tiene novia! ¡Felicitaciones!.- Exclamó, emocionada, por primera vez por aquel joven y le dio un fuerte abrazo, sacándole todo el aire de encima.- Ohh, perdón, perdón.

- No...No pasa nada.- Dijo éste, mientras que recuperaba el aliento. El color de su rostro volvió a la normalidad y con ello notó que Sarah había cambiado rotundamente. Esa furia la usaría para otras cosas, pero no contra su propio hermano, aquel con quien compartía su misma sangre.- Cuídala, ¿sí?. Es una chica muy dulce, algo despistada pero tiene un gran corazón, además de que sabe combatir muy bien.- Le dejó ese mensaje, tomándole de las manos.

- Lo haré. Te lo prometo.- Le dio su palabra y de ahí volvieron hasta donde se encontraba Erica, siendo acompañada por Ed al "Salón Comedor" para desayunar, siendo observados por Sarah, Jimmy y las dos "Witch" restantes. Charlotte se acercó hasta Perrine, susurrándole algo al oído.

- Se nota que ha dejado de ser hostil hacia ese pobre chico.- Habló y la peli plateada de la Galia asintió con la cabeza.

- Totalmente cierto.- Finalizó y con ello vio que Sarah le tomaba de las manos a Jimmy, dirigiéndose al exterior para jugar, siendo seguidos por Perrine y la chica de Liberion.


Yoshika yacía despierta desde hacia rato y se encontraba acompañada por Johnny, Tablón, su amiga Lynne y Rolf, quienes habían ido a ver el último entrenamiento que Nazz estaba recibiendo por parte de la Mayor Sakamoto. Ambas portaban uniformes del Imperio Fuso, la rubia americana parecía una auténtica Oficial que esperaba con ansias pero con una implacable firmeza, las condecoraciones y el respeto que se había ganado con sudor y lágrimas. El viento fresco del Mar del Norte movía los cabellos de ambas. Una estaba a la izquierda y la otra a la derecha, calladas, silenciosas, únicamente el sonido de aquel mencionado Elemento era el que "hablaba" y "describía" lo que se vivía en ese momento sobre las playas.

En un momento dado, un joven cadete del Ejército Imperial de Fuso llegó y trajo consigo una caja de madera bien pulida. Permanecía de pie mientras que Mio abría la tapa y con ello, en su interior, el cual estaba recubierto con una superficie rojo vino, yacía una katana. La tomó entre sus manos, enfundada y asegurada para que nadie resultara herido durante la ceremonia. Kevin alzó la vista, se hallaba entre los allí reunidos y sus ojos se volvieron grandes como canicas al ser testigo de lo que iba a acontecer.

- Nazz Van Bartonschmeer.- Nombró Mio a la chica, mientras que el viento seguía moviendo sus cabellos. La mencionada hincó una rodilla en señal de respeto hacia su Sensei, sus ojos estaban abiertos y enfocados en la peli negra.- Haz cumplido con tus entrenamientos al pie de la letra. Al principio, tuviste una serie de percances y problemas pero, luego de eso, lograste avanzar y dar con los resultados esperados. Eres digna de ser la portadora del "Reppumaru". Una digna Aprendiz mía y de la cual me sentiré orgullosa de ti. Por eso...- Mio se detuvo y realizó el siguiente paso.- Te hago entrega de esta katana. A partir de hoy, ya eres una gran experta en este arte de la guerra.- Le dio el arma de blanca, su filo resplandecía bajo el Sol matutino y de ahí Nazz lo tomó con ambas manos, evitando que las lágrimas, causadas por la gran emoción interna, bajaran por sus ojos.- Y...¡Te saludo!.- Exclamó y pasó a realizar la venia militar, siendo imitada por la americana.

No podía describir ese momento con palabras, un gran cúmulo de sentimientos le embargaba por dentro. Se sentía "retenida" por lo mencionado, pero, aún así, logró cumplir con el protocolo que se realizaba en una ceremonia militar. Su mano derecha temblaba al efectuar ese saludo, pero lo retuvo el mayor tiempo posible junto a las lágrimas.

- Sensei Sakamoto Mio, juro dar todo por esta causa. No me importa lo que pase, lucharé con mis fuerzas hasta el final. Por mis amigos, por usted, por mi hogar, ¡no descansaré hasta que las Kanker hayan sido detenidas y enviadas a la Justicia!.- Juró, lanzando su grito de batalla por un futuro enfrentamiento.

Y todo ello era visto por la peli negra, quien se sentía orgullosa de esa chica rubia de Liberion.


Los rayos del Sol ya habían iluminado la habitación, pero en su interior podía verse que cierta pareja, la cual estaba integrada por Eddy y Francesca, se negaban con levantarse, a pesar de que el día estaba avanzando y de que podían recibir algún aviso o una "visita" por parte de las Superiores de la italiana de cabello negro. Con un rápido movimiento, ambos se cubrieron con las sábanas, mientras que el chico de baja estatura se movió hacia la derecha, chocando contra el cuerpo de su pareja, quien se movió y abrió los ojos lentamente.

- ¿Qué? ¿Qué pasó?.- Se preguntó Francesca y notó que era Eddy quien estaba frente a ella, acurrucado contra su pecho, mientras que dormía profundamente. Aquello le provocó un rubor en las mejillas y pasó sus manos por los cabellos del joven, disfrutando ese momento pero con los recuerdos frescos, aún, de su encuentro con Lee, el odio que aquella pelirroja le tenía y ahora de que no tenían noticias sobre ellas, era un cúmulo de preocupaciones para las "Witch" que, solamente, podía ser calmado gracias a la acción de sus novios, quienes se quedaban de su lado.

Con delicadeza hundió más la cabeza de su novio contra aquella zona de su cuerpo. Su pecho subía y bajaba al ritmo de la respiración de la peli negra italiana y con ello estaba el tacto suave que daba al chico de Peach Creek. Por unos momentos, aunque fueran breves, se "desconectó" de la realidad que tanto afligía al Mundo. Solo por unos segundos en los que su vida era tranquila, lejos de la guerra, en su amada Patria italiana, paseando con sus amigas, disfrutando de las maravillas de su país y del cual esperaba volver a ver pronto.


Llevaba unas cuantas horas despierto, la vista clavada en el techo de la habitación rodeada por las últimas penumbras de la noche que, poco a poco, iban cediendo su espacio para que el Sol y sus rayos se fueran filtrando por las persianas y cortinas, iluminando el lugar. Aún así, Doble D no había podido dormir mucho esa noche, aún tenía ese recuerdo tan fresco en sus labios. Pasó su mano derecha y tanteó los labios. Meneó la cabeza, estaba negando de que todo aquello fuera parte de un sueño. Se giró hacia la izquierda, nada. Pero al otro lado tenía a Eila, quien dormía al lado de Sanya, la cual acababa de volver de su patrulla nocturna, justo antes de que llegara el Amanecer sobre Brittania.

Sobre una pequeña mesa de noche yacía, en una pila, los libros que se había traído desde Peach Creek, incluyendo los de J. G. Ballard, en especial "El Mundo Sumergido", donde podía apreciarse el señalador en la última página que había leído antes. Aprovechando que el Sol iba metiéndose, poco a poco, entre las persianas y dejaba atrás las cortinas, Doble D se puso de pie, fue hasta el armario donde se cambió en un parpadeo y de ahí fue para el baño con el fin de lavarse los dientes y la cara.

Le tomó unos pocos minutos efectuar tal acción y de ahí salió en silencio hasta donde yacían Eila y Sanya. La finlandesa dormía abrazada a su amiga y ésta no se movía de su posición. Eso le causó ternura al saber que ambas no tenían ningún conflicto personal y/o romántico por él. Estarían los tres juntos como pareja, sin problema alguno. Aún así, la guerra seguía su curso y se temía de que pudiera ir escalando hasta alcanzar una posición nunca antes vista para todos los involucrados.

Respiró hondo, no quería empezar el día con un pensamiento así y que le rondara por la cabeza, por lo que pasó a inspeccionar el lugar y sintió un poco de frío. La habitación estaba con esas temperaturas un tanto bajas, por lo que fue hasta donde dormían las dos chicas y las tapó con las sábanas y frazadas que tenían en la cama que compartían. Acto seguido, Doble D les dio un beso en los labios a Eila y Sanya.

Una vez concluida su labor, salió afuera, a los pasillos, para esperar y así ir a desayunar.


Todo estaba en calma, era un día cualquiera, podía ser así; sin embargo, el destino no podía ser detenido y con ello estaba algo que se acercaba hacia ellos en el Cuartel General, un aviso, uno que marcaría un punto de inflexión en todo este asunto.

Minna y Trudie permanecían en la Oficina de la primera, a la espera de nuevas novedades. Las patrullas que se enviaban desde diversas partes del Hemisferio Norte pero siempre volvían con las manos vacías y el último reporte llevó a que la castaña de Karsland lo archivara en una carpeta que tenía consigo en su escritorio. Acto seguido, ésta se recostó en su asiento y miró hacia el techo. Estaba cansada, el tiempo en la oficina le había drenado muchas horas para dormir y reponer sus fuerzas pero, aún así, la muchacha y la Comandante no pensaban dejar el trabajo hasta tener una pista, aún si se trataba de una muy pequeña.

- A este paso, las Kanker ya deben, incluso, de haberse escapado al Espacio Exterior.- Dio Minna su parte, llamando la atención de Trudie.- Lo sé, lo sé, es una estupidez pero con esas tres dementes sueltas, son capaces de cualquier cosa.- Advirtió con seriedad pero, repentinamente, las alarmas comenzaron a saltar por todo el complejo y un joven Soldado ingresaba a la Oficina.

- ¡Comandante Wilcke, Teniente Barkhorn, vengan urgente a la "Sala de Operaciones" es...es urgente!.- Les informó el chico con desesperación y no se dijo más.

Pronto, la llamada al deber fue lanzada y cada quien fue dirigiéndose hasta el punto de encuentro.


[Y con ello, terminado este capítulo con el punto de vista de las "Witch", entramos en la parte más complicada de esta Saga y el que viene va a ser el más importante de todos.

Mando saludos y agradecimientos para Matfix, Franco M. Romano y los demás seguidores.

Cuídense, amigos y buen inicio de día Viernes.].