BASE

EDWARD POV

Un cosquilleo sube por nuestras manos tan pronto entrelazo nuestros dedos.

Su ceño se frunce, sus ojos de posan en el bosque.

Maldición, lo que daría por saber que pasa por su mente.

— ¿Bella?

— No sé, Edward…aún hay luz, deberíamos esperar a que sea más tarde.

La pego a mi cuerpo.

— Ha oscurecido lo suficiente, cariño. No seremos detectados, yo me encargaré de ello. Ahora, sube y dime por dónde.

Me concentro en su corazón, sus latidos son más rápidos y constantes, el aleteo de un colibrí, con delicadeza la tomo en brazos, sus manos en vuelven mi cuello. Sonrío.

— Diez kilómetros al sur y dos al este.

— Sujétate bien mono araña.

Los arboles pasan a nuestro alrededor como lo que parecieran simples manchas marrones, sigo sus indicaciones, y me concentro en su rostro, sus ojos se encuentran completamente cerrados y sus respiraciones a pesar de la velocidad a la que voy se han calmado, tal vez debería pedir a Carlisle que realizara un electrocardiograma, no era normal que se alterara y calmara tan rápidamente, hasta ahora no había encontrado alguna, pero su constante aceleración me preocupaba bastante. Corro cerca de diez minutos, hasta detenerme frente a una reja, me concentro en su altura, mide aproximadamente seis o siete metros.

Bella se revuelve en mis brazos, la aprieto más a mi pecho.
— Se encuentra más alta…no sé si pueda saltar tan alto.

Niego.

¿De verdad pensó que la dejaría por su cuenta?

— Te llevaré en brazos, solo necesito que te sujetes. Se encuentra electrificada.

Su ceño se frunce.

— ¿Cómo lo sabes?

— La puedo oler y escuchar, la electricidad emana de ellas. Ahora sujétate.

Acerco mi nariz a su cuello e inhalo su esencia, me permito sonreír cuando sus brazos se aprietan en torno a mi cuello ¿Cuánto tiempo espere por ella? Doblo mis rodillas y sin el menor esfuerzo nos encontramos del otro lado, corro con ella en brazos hasta el centro de lo que parece ser un campo, lo más parecido a un almacén se encuentra en el centro.

Giro la manija sin esfuerzo rompiendo la cerradura antes de dejar a Bella en sus pies, la sostengo tan pronto sus piernas tiemblan.

— Tenemos diez minutos antes de que salte la alarma —susurro, las alarmas se habían activado tan pronto mi mano había roto la perrilla— ¿Qué buscamos exactamente? ¿Documentos, coordenadas, nombre?

— Cualquier cosa que pueda ser de ayuda.

Le observo cubrir su rostro hasta que avanza lo suficiente para llegar a lo que parece un módulo de control, observo las cámaras, hay dos de ellas. Tomo el picaporte entre mis manos y termino por partirlo en dos y lanzarlo contra los lentes justo antes de que puedan captar nuestros rostros, un par de pasamontañas nos hubieran venido realmente bien.

— Bella…—susurro lo suficiente para que su oído lo capte sin problemas—…tenemos que apresurarnos.

Me concentro en ella, asiente lo suficiente. Sus manos vuelan sobre el teclado mientras quita un drive del que nunca me había percatado de la extraña computadora, ¿acaso había olvidado mencionar que sabía cómo romper un sistema?

"Se ha activado el mecanismo de defensa, el piso se encuentra electrificado, al igual que la puerta, cualquier movimiento brusco causará una reacción —Giró al techo, ahí en la parte superior se encuentra una bocina.

Maldigo, si me muevo lo suficientemente rápido podría sacarla de aquí completamente ilesa.

— No te muevas, iré por ti y saldremos de aquí.

Salto hasta ella tan pronto desconecta el drive de lo que bien parece ser un módulo de control y la envuelvo en mis brazos, corro de regreso hasta que nos encontramos completamente fuera de las instalaciones.

"¡Esta vez no escapara, le tenemos! Recuerden, Connor quiere al intruso vivo, muerto no le vale de nada.

Contengo el gruñido que amenaza con dejar mi garganta, nunca la tendrían.

(((((((((((((((((((::::::::::::::::::::::::::_::::::::::::::::::::::))))))))))))))))))))

En algún lugar de Washington.

Sus ojos observan fijamente el fuego de la chimenea danzar mientras una extraña sonrisa se forma en sus labios, sorbe un trago más de su coñac, el sabor quema su garganta, el suave color ámbar resplandece contra las furiosas llamas, una sonrisa se forma en sus labios al escuchar pasos acercarse, los leves toques que aguardaba con ansía no se hacen esperar, vierte un poco más del delicado liquido ámbar en su vaso, necesitaba más para ofrecer un brindis por su éxito, sus hombres deben de haber atrapado al intruso.

Adelante…su voz es ronca, carraspea un poco, se aparta de la chimenea y con un pañuelo limpia las gotas de sudor que caen sobre su frente, aparta los pocos cabellos blancos que caen sobre sus ojos, pequeñas muestras que ya comienzan a reflejar su edad.

Señor, escapó.

Un gruñido casi inhumano escapa de su garganta tan pronto lanza con una furia irreconocible el alcohol contra el fuego, las llamas se avivan tan pronto el estruendoso vidrio rompe la quietud de la habitación. ¡Son unos ineptos! ¿Cómo demonios escapó? ¡Yo mismo me encargue de mejorar la seguridad! ¡No había forma!

¡Señor Connor! Cálmese – Grita el rubio, demasiado tarde se da cuenta de lo que ha hecho. Ha ordenado a su jefe.

¡No me digas que hacer Charles! ¡No te atrevas a ordenarme!

¿Qué no comprendes que si lanzamos los misiles fue para exigir justicia? Sus manos aprietan su cabeza mientras camina en círculos frente a la chimenea "Nuestro objetivo es Goldman, recuerda Charles. Ellos se llevaron a mi esposa e hijo. No los protegieron de Moriarti." — Lágrimas de furia comienzan a caer, deslizándose por sus mejillas, sus sollozos se atoran en su garganta, suelta un grito desgarrador antes de arremeter contra su el mini bar frente a él destruyendo todas las botellas con sus propias manos — "¿Captaron algo las cámaras?"

— "Solo un perfil…" — su voz se rompe antes de añadir—: "La asesina de mi hijo"

"Maldita Isabella" se pone de pie comprendiendo todo en ese momento, entendiendo como tener su venganza. No, justicia, se recuerda a sí mismo.

Justicia para su esposa, su hijo y el hijo de Charles. Ella pagaría por la muerte de tres inocentes, una sonrisa se forma en sus labios, ella no era una inocente más, el hijo de Charles se había suicidado por su culpa.

El vería a Goldman destrozado por perder a la niña de sus ojos, a la joven que un día él había terminado por criar, él había confesado amarla como una hija, él conocería su dolor, el dolor de perder a quién amas en manos de un enemigo, ella sería su justicia, una justicia divina que también pagaría con su vida el suicidio de James, el hijo de quien ahora era su mejor aliado contra Goldman.

Una vida por otra.

Rio desquiciadamente, sonaba casi poético.

Tenemos un objetivo más, Isabella Swan muere y tenemos a Goldman.

Una sonrisa se forma en el rostro de Charles, finalmente ella pagaría por la muerte de su hijo.

Nos volvemos a ver, demasiado pronto, ¿no lo creen?

Y puede que nos leamos de nuevo mañana...