8
El Plan
La veía allí tan desganada, cansada y sobrellevando un enorme estrés que la está aplastando, y lo sé, por cómo se masajea una y otra vez la frente.
Al parecer ser la presidente es mucho más difícil de lo que me puedo imaginar. No puedo leer su mente, pero soy bastante perceptiva para saber que lo está pasando realmente mal. El saberse odiada por todos sus trabajadores, debe de ser una prueba contundente para adivinarlo. Pero al escuchar como esa chica le gritó con bastante rencor, fue suficiente para saber que lo tiene ganado. Las actitudes que a veces toma hacia las personas, en ocasiones, no son las más acertadas, y mucho menos, las más educadas y respetuosas.
Rachel estaba sentada sobre su enorme silla, escondiendo el rostro entre sus manos sus dedos pequeños y suaves. No sabía cómo ayudarla o qué decirle. No era la indicada para contradecirla en estos confusos momentos en los que continuaba con la preocupación y el enojo corriendo entre sus venas.
Por primera vez que llevo de conocerla, me dio miedo. Miedo de ese semblante furioso, del que puede aprovechar para a mí también echarme de su lado. Aún no se había percatado de mi presencia, pero eso no quería decir que no llevaba analizándola cinco largos minutos y ella ni siquiera se había inmutado. Estaba recapacitando, bueno eso es lo que esperaba, y no que se estuviese planteando deshacerse de todos.
Cuando por fin se percató que existo, alzó la mirada, esa increíble mirada chocolate que luchaba con sus propios miedos demostrándolo con sus pupilas que bailan rápidamente. No sabía si seguía furiosa y quería que me fuese, o ya seguía resignada y esperaba a que yo también le recriminace algo. Pero no, ella resopló, se acomodó lentamente el sedoso cabello y frunció sus labios.
— ¿Tan mal me veo? ¿Tú también crees que soy un monstruo? —cuestionó seriamente.
—No—respondí apenas perceptible. Seguía luchando con el miedo, con ese terror de decir algo incorrecto y ella lo tomase como amenaza.
—Di la verdad. Sé que me estás mintiendo, no eres muy buena actriz—insistió. No alejó su gélida mirada de la mía. Me mordí el labio y se la esquivé. Se puso de pie, rodeó el enorme escritorio teniéndola d enfrente a mí— Te dije que dejaras de morderte así el labio—susurró con ternura— ¿Ni siquiera tú puedes llevar a cabo bien alguna de mis órdenes? Si sigues así, tendré que hacer algo yo misma para que dejes de hacerlo—advirtió.
—Lo siento—me rehusé a levantar el rostro. Es algo que ella no dejó que pasar. Llevó uno de sus suaves dedos a mi barbilla y la elevó.
Santo Chewbacca. Ella nos sonrió con esos blanquísimos dientes a pesar de estar molesta.
—Eres tan adorable—siguió sonriendo. No sabía qué decir porque parecía que ella me leía la mente y era realmente escalofriante. — No tienes porqué mentir. No te haría nada a ti. Sólo espero la verdad, eres la única en la que puedo confiar, bueno, además de Kurt—se rascó la nariz y regresó su dedo a donde lo tenía— Quiero cambiar mi método. Quizás así podríamos todos sobrevivir a ésta tempestad ¿Algún consejo?—me soltó y se sentó sobre el escritorio. Dejándome ver sus torneadas y bronceadas piernas. Esas que calientan todo mi cuerpo.
—Solamente debe ser más amable Doctora Berry—susurré. Ella asintió conforme, pero sabía que ya estaba maquilando en esa cabecita un pretexto. Un pretexto para no esforzarse o quizás sólo quería vomitar por afrontar la verdad.
—Verás… La verdad es que no sé ser amable, nunca lo he sido, de hecho, creo que mis padres tampoco lo saben ser—se rascó de nuevo su peculiar nariz y luego la movió de una manera tan encantadora que me hizo sonreír. — Pero trataré… Aunque no te prometo mucho.
—La intención es lo que cuenta—nos quedamos en silencio un par de minutos. Yo admirando los hoyuelos de sus mejillas y ella intentando descifrar qué significa la palabra amabilidad. La primera que debo de enseñarle además de comprensión, atención, humildad y amor.
—Ok, creo que para entenderla bien debería de googlear su significado. Alexa ¿qué quiere decir amabilidad? —se bajó con elegancia de la mesa y se sentó en su silla para hablarle al aparatejo de Amazon.
«Enserio dijo voy a googlearlo» Pues parece que es cierto, pues Alexa comenzó a buscar. Rachel se veía realmente interesada en que Alexa encontrara la palabra en un diccionario digital. ¿Tan difícil es saber qué es amabilidad? ¿Es una máquina sin sentimientos mi jefa?
—Doctora Berry ¿Pero qué está haciendo? —cuestioné realmente sorprendida y me posicioné a su lado. Joder pero sí estaba buscando la palabra y no es una broma de su parte.
—Buscando la dichosa palabra—continuó su importantísima investigación.
—Rachel, para poder practicar la amabilidad no es sabérsela de memoria, y ya listo aparecerá mágicamente en ti—dije seriamente y sin tartamudear mientras interrumpí a la pequeña — Es algo que sale de ti, sin necesidad de obligarte a sentirlo—ella me examinó como si fuese un bicho extraño.
—Pero cómo sabré que estoy haciéndolo correctamente si ni siquiera sé qué es—repuso con timidez.
—Porque te hará sentir bien, y los de tu alrededor te lo agradecerán—sonrió bobamente.
—Oh… Bien… Entonces sí ellos no me odian ¿habré logrado ser mejor jefe? —frunció tiernamente su frente.
—No Doctora Berry, no sólo con ser amable consigue que los demás no quieran arrancarle la cabeza—repuse juguetonamente. — Para ser una buena jefa, necesita más cualidades. Por ejemplo: —me razqué la cabeza para ver si así lograba hacerme entender— Un buen líder no le grita a sus trabajadores, un buen líder es aquel que logra que le tengan confianza… que logra que quieran trabajar a su lado, no alejados de ti… no los reprende sino les da palabras de aliento y les dice que la próxima vez le irá mejor… En fin, muchas cosas más—ella asintió y tomó nota en una pequeña libreta.
¿Enserio Berry? ¿Enserio tiene que ser tan mecánica? Esto será más difícil de lo que pensé.
—De acuerdo, creo que lo tengo—movió alegremente la libretita y sonrió. Esa enorme y brillante sonrisa ha estado apareciendo para mí de nuevo. Parecía una niña pequeña que ha recibido su caramelo preferido. — Ahora, lo primero que debemos hacer es que Santana López no quiera despedirte, porque si no perderé a mi asistente estrella. Luego traer hasta aquí mi elíptica, porque no puedo permitirme inflarme como un globo y eso sucederá porque tendré sentado el culo en esta incómoda silla por horas. Y por último, conseguir que Blaine Anderson y Zayn Malik sean parte de nuestra disquera. ¿Crees que lo logremos en sólo tres meses? Porque es un reto muy difícil eh—me hizo cosquillas en mi flácido abdomen.
—Claro que sí Rachel, claro que lo conseguiremos.
Le prometí, aunque no sabía si estaba haciendo bien, porque ni yo misma sé como conseguir todo eso. En especial, que Santana perra López no lograse sacarme de aquí luego de cómo la traté. Sabía que habría represalias de su parte, y jugaría sus cartas cuando más descuidada me encontrase o cuando descubriera mi punto débil. Era una experta en destruir a las personas cuando se lo proponía, y no suele ser muy piadosa que digamos. La conocía mejor que nadie. Sólo esperaba que mi ángel no sea la que pague los platos rotos.
—Oye, necesitas fortalecer esto—picoteó mi barrriga— Y cómo tú has sido muy amable en darme algunos consejos de como ser mejor líder, yo te lo pagaré. Es el inicio de cómo ser amable y agradecida. Y sé perfectamente cómo conseguirlo… No hay mejor ejercicio que… —me lanzó un guiño y se puso de pie— Tú y yo… lo haremos… No existe mejor ejercicio...—acomodó delicadamente mi suéter mientras yo seguí su acción. Maldita y sensual Berry que pretendía producirme un infarto al corazón— Mejor dicho…—se paró de puntitas y susurró en mi oído. No sabía cómo con tan sólo esa acción ya me tenía... Pff... Ya se imaginan. ¿Acaso me está proponiendo que ella y yo? No, no puede ser— Tú y yo… ¡Correremos todas las mañanas por la playa! Específicamente en Coney Island—chilló con emoción
¿Qué? En Serio… Ésta pequeña y sexy chica puede llevarme de lo más alto a lo más bajo en sólo segundos. Es como una montaña rusa. Aunque la idiota aquí fui yo por creer que algo así sucedería, ella sólo quería persuadirme a hacer ejercicio. Ilusa y estúpida Fabray.
— ¿No quieres correr conmigo? ¿No quieres que sea tu instructora de ejercicios?—se alejó y me cuestionó desilusionada. Y la verdad es que no estaba muy animada a correr o realizar cualquier actividad que me hiciera querer desfallecer por falta de oxígeno en mis pulmones.— ¿No? Pues entonces como soy tu jefa, te lo ordeno, más bien te exijo que te levantes a las 5:30 de la mañana y salgas a correr. Señorita floja. Si no quieres hacerlo por las buenas, lo harás por las malas.
—Pero Rachel Berry… Yo…
—Ningún pretexto Louis… No quiero escuchar negativas de tu parte.
—Pero Doctora Berry… Yo… No quiero hacerlo y no puede obligarme… Además yo…
Y volvió la mandona y controladora Berry. Mis pequeñas Lucy's también se negaban a levantarse temprano. Por supuesto que no correré aunque sea ella quien me lo pudiese. No señor, no correré y es mi última palabra.
— ¡Qué Louis! ¡Qué! Deja de balbucear y parecer boba… Habla de una vez—me reprendió inquieta.
—No tengo ropa deportiva—le confesé avergonzada. ¿Para qué tendría un par de pants y tenis si nunca los utilizaría? Pero es algo que mi ángel no entiende.
— ¿Ese es el problema? ¿El que no tienes ropa deportiva? ¿O más bien porque eres una holgazana? Sí eso debe de ser… Eres una gallina… Y a partir de hoy te bautizo como Louis la gallina más perezosa del mundo entero —se cruzó de brazos y me examinó con la mirada. Me hizo sentir desnuda, así que como si realmente lo estuviera, me cubrí lo que pude con mis brazos.
—Lo siento Doctora Berry así me llame de esa manera… No correré y logrará que acceda… Y es mi última palabra—le dejé en claro mis intenciones, pero ella sabía perfectamente cómo mover sus piezas de ajedrez conmigo. Me dio la espalda y comenzó a sollozar. ¿Qué? ¿Ahora está haciendo un berrinche y me está lloriqueando? ¡No puedo creerlo! Ángel chantajista… Sí, Rachel Berry no es más que un ángel malvado— Así me llore y patalee, no correré… Lo dije—mantuve mi dura actitud pero ahora ella lloraba mucho más fuerte— ¡Oh mi Dios! ¡No Rachel! ¡No! ¡Y no! Y no… Y agh… está bien ¿A qué hora es que tengo que estar lista? —allí estB, me tenía en sus manos. Ella giró, se limpió las lágrimas—que no son más que de cocodrilo— y sonrió de manera malvada.
— ¡Sí! Siempre consigo lo que quiero Lenny. Y por la ropa no te preocupes que yo lo soluciono —festejó como si se hubiese ganado la lotería. Bailó como si tuviese un hula-hula en la cintura.
Cruel y chantajista ángel. Le entrecerré los ojos indignada, pero a ella no le interesó en lo más mínimo. Estuvo más interesada en tomar su celular, sentarse cómodamente en su silla y subir sus caros tacones al escritorio.
— ¿Kurt? Sí, soy yo Rachel… nop, ya no estoy molesta contigo… Nop segura, lo juro… No puedo estar enfadada con mi mejor amigo gay porque entonces quién será mi consejero de moda… Nop, por su puesto que no es sólo porque quiero conseguir algo tuyo y contarte que despedí a la estúpida espía de Santana... Ya no es más un peligro—río divertida y me hizo una señal con su mano para que también tomase asiento— Sí, sé perfectamente que tomará represalias.., Pero eso no es lo que me importa, que se rasque como pueda.—respondió burlona— Aunque la verdad te hablo porque necesito otro tipo de ayuda… No es para mí, es para Louis… ¿Qué quién es Louis? Es mi asistente, no la recuerdas… Sí es ella, pero basta, basta de decirle así o me enojaré de nuevo… Necesita ropa deportiva porque me proclamé su instructora personal de ejercicio… Deja de reírte porque a ti también te haría bien correr… Y si sigues así para ti también te tengo preparada una rutina especial… Anda… anda busca lo que te pedí…Besos—le ordenó y terminó la llamada con una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro por haberle contado lo mala que había sido.
¿Su estado de alteración había sido falso? ¿Su redención había sido falsa? Estaba tan acostumbrada a que todos hiciéramos lo que ella quisiera que la estaba volviendo una chica caprichosa, berrinchuda y sin ningún tipo de empatía por los demás. Negué con la cabeza mientras ella bajó sus pies.
— ¿Ahora qué? ¿Por qué te enojas? Estoy consiguiendo lo que necesitas.
— ¿Te das cuenta que todos a tu alrededor hacen lo que quieres? ¿Qué haces y deshaces todo a tu antojo? ¿Que no sientes ni un poco de compasión hacia nadie? Ni siquiera das un gracias… o un por favor… no te arrepientes por lo que haces... Tus métodos sólo van más allá de una orden o de un berrinche. Por eso es que Kate te gritó.
—Pues de eso se trata, soy la jefa—se encogió de hombros— Y ella es una estúpida, tampoco es una santa. Tú no la conoces como yo. Merece esto y mucho más. De hecho, me quedé corta, no debería trabajar en ninguna parte.
—Rachel… Creo que lo que acabo de decirte no le diste importancia. Necesito que te escuches. No es un ajuste de cuentas, ni una venganza.
— ¿Es malo que quiera tener todo a mi disposición? —Se puso de pie y me gritó — ¿Es malo querer imponer un poco? No lo creo, me lo merezco… No sabes por todo lo que he pasado para llegar hasta aquí. Te prometí que cambiaría, pero no puedo hacerlo de un segundo para el otro. Y si tu problema es porque no quieres correr conmigo… Pues no lo hagas y ya… Yo sólo trataba de ayudar, pero no te puedo obligar a hacer algo que no quieres—refunfuñó indignada. De no tener la razón, la ha llevado a ser ella la ofendida.
—No vayas por allí, porque sabes perfectamente que yo no dije eso y eres tú la que está mal. Estás sacando las cosas de contexto.
— ¿Estoy mal? ¿Está mal que te quiera ver como una amiga? ¿Qué quiera conocerte? — se aproximó hasta mí. Se sentía atacada y era lo que menos quería, llevar el ambiente hasta ésta situación— Porque si no quieres, perfectamente también puedo ser la bruja contigo. Ser esa maldita y maléfica bruja. Porque quiero decirte algo, yo soy tu jefa y no tienes el derecho de hablarme así. Si no te gustan mis métodos puedes salir por esa puerta— la señaló con agitación— Hay muchas más chicas que quisieran tu puesto.
— Rachel…—susurré.
— Rachel nada… Estoy cansada que siempre crean que soy la mala del cuento, aunque no lo sea así… Harta de que Santana siempre me esté pisando los talones y esté humillándome una y otra vez sin tener una razón lógica… que para mis padres sea un mueble más de la casa y quieran que siga bajo su mando y me obliguen a cosas que no quiero… que trabaje en algo que ni siquiera me gusta, te juro que quisiera estar tocando el piano o cantando en Broadway, no aquí dando órdenes a personas a las que no les agrado… ¿Cuándo puedo yo mandar y ordenar a alguien? Nunca, porque termino siendo la injusta… Y ahora tú, la única que me ha defendido, me hable así, es el colmo. De todas maneras, estoy acostumbrada a estar sola y que nadie me entienda… Entienda lo mal que la paso—comenzaron a correr lágrimas por sus mejillas. Ésta vez lágrimas reales, lágrimas de frustración— Sí, así soy, una chica controladora, loca, chantajista, grosera, irrespetuosa, vengativa y todos los malos adjetivos que quieras ponerme, pero ésta chica que ves es porque así me han hecho. Todos a mi alrededor me han vuelto así—sollozó más fuerte— Y no debería de estar contándole todo esto a alguien a quien apenas conozco—se limpió con la manga de su abrigo.
—Rachel—musité con tristeza. Tenía razón al ver lo que trataba de aparentar.
—No… No te voy a permitir que me veas con lástima… No quiero la lástima de nadie y menos la tuya—contraatacó con seriedad.
—No es lástima… Te juro que no—me acerqué a ella, la tomé entre mis brazos pero ella luchó por soltarse.
—No por favor, no me toques—suplicó pero yo la ignoré. Tenía tantas ganas de consolarla y demostrarle que no estaba sola. No estará más sola porque estaré a su lado de ahora en adelante.
—Yo lo siento… No debí decirte todo eso sin saber por lo que pasabas—se removió, era como si la quemara— No luches más por favor. No estás sola, para eso estoy yo aquí, para hacerlo junto a ti… No quieras cargar a todos o podrás romperte, No eres tan fuerte como quieres aparentar ser Rach—le acaricié suavemente la espalda y ella dejó su batalla. Se acurrucó más en mí, aunque no pudo decir nada por culpa del temblor que aun la aquejaba— Prometo que las cosas serán más llevaderas a partir de hoy. No permitiré que Santana vuelva a lastimarte… o que tengas la necesidad de gritarle a alguien porque no hace las cosas como debería o que odies estar aquí… Volveré la oficina un mejor lugar para ti. Aunque todos los días tenga que tirarte encima un cappuccino especial o envolverte en flores. Tú y yo seremos las mejores amigas—golpeé con gracia su peculiar nariz— Y haremos que el tal Blaine y Zayn nos rueguen por pertenecer a ésta disquera.
—No puedes ser así de buena persona. No puedes ser real y perfecta—pronunció con dificultad y aspiró por la nariz.
—No lo soy—me reí por su tierno semblante— Pero ya, olvidemos esto… Y claro que correré mañana contigo. Así termine muerta o con un dolor intenso de cuerpo—ella sonrió más calmada— ¿Vez? Te ves más linda con esa brillante y encantadora sonrisa… Que decir linda, te ves hermosa… Eres la chica más hermosa del mundo entero Rachel... En mi lista mensual tú eres la número uno— se sonrojó y se acurrucó de nuevo en mí. Es una pequeña bolita de la que sólo puedo distinguir su extraordinaria melena a olor chocolate. Ese embriagante olor chocolate que me enloquece. Quizás algún día pueda decírselo, o decirle que amo más el coco en ella.
—Ya dejaste el Doctora Berry a un lado—lo dijo entre mi pecho.
—Cierto, no lo había notado ¿No te molesta? Si quieres puedo regresar a la cordialidad.
— ¡No! Rachel está bien.
— De acuerdo— sonrió emocionada—Rachel ¿Cuál es el plan que tienes para hacer que esta oficina resurja? —la solté lentamente y ella evitó a toda costa verme directamente a los ojos. ¿Será que la hice sentir incómoda con mis palabras? ¿O es que me tomé mucho atrevimiento en mi abrazo?
Muy bien Fabray, te excediste. Ahora tu ángel no quiere verte más. Tuviste que decirle que era la más hermosa del mundo.
—Yo… No lo sé muy bien—balbuceó avergonzada. Esa seguridad de la que hace gala constantemente, desapareció — Por eso es que necesitamos a la Relaciones públicas… Yo solo manejo los números y el capital. No sé mucho de comunicación, y Kurt tampoco, él solo dirige los videos, y de Santana ni se hable, ella no nos ayudará en nada. Por eso confió en que tu amiga sepa hacer bien las cosas.
—Y lo hará—la interrumpí — Kitty lo hará de maravilla… Pongo las manos al fuego por ella.
—De acuerdo—asintió aun con las mejillas rojas que se notan a pesar de del tono canela de su piel— Yo… será mejor que te ponga al tanto de tus… de tus… caleidoscópicos—balbuceó, y lo hizo, porque por fin me ve directamente a los ojos. Pasa algo extraño con ella.
— ¿Qué? —le cuestioné desorientada.
—Tus obligaciones—sacudió su cabeza— Tus obligaciones, que no son otras más que… lentes negros… necesita lentes negros—murmuró y resopló abrumada— Lo siento… son casi como las mías pero sin el valor de firma. Yo decido la resolución de los contratos.
—Entiendo…
— ¿Ya tienes tu contrato? —cambió de tema y se balanceó de atrás hacia adelante mordiéndose el labio.
—Creí que estaba prohibido el morderse el labio—expuse juguetona y ella dejó de hacerlo inmediatamente.
—Cierto… Aunque yo puedo hacerlo porque soy la jefa… Tú no… Está prohibido para ti y debería de ser una cláusula en tu contrato, una cláusula para que no me distraigas—su característico guiño de ojos que me enloquece. ¿Es acaso que estamos flirteando? Espero que no. ¡Dios de los unicornios espero que no! Y ella al igual que yo, se da cuenta del camino que estaba tomando la conversación, así que carraspea y cambia su gesto por seriedad— Ok… ok… será mejor que trabajemos.
—Trataré… de… no… hacerlo.
— ¿No trabajar? —pasmada, levantó su ceja.
—No, de no morderme el labio… Pero es un tic de nerviosismo y en ocasiones no puedo evitarlo.
—Oh… Bueno, yo tenía uno… Me mordía las uñas y eso propinó a que tuviese que usar un horrible aparato de ortopedia dental—se recargó en el escritorio— Supongo que no quieres pasar por eso.
—Lo siento, pero estoy usando ortodoncia—sonreí ampliamente y le mostré mi dentadura con alambres y bandas.
—Aún peor, con esos alambres lo único que conseguirás es herirte más esos labios… Es mejor que no lo hagas… Como tampoco el distraerme de trabajar… ¿Constantemente regresaremos a tus labios? Es interesante hablar de cosas de odontología, pero debería serlo más de números y estadísticas que debemos de cumplir. Específicamente de estos—giró y me enseñó su laptop con barras y gráficas.
—Oye, esos números sí que se ven mal ¿Como piensas cumplir con los 2 millones netos si necesitas primero invertirlos? Suena muy complicado, necesitas no invertirlo todo, pero eso bajará la calidad del trabajo.
—Pfff lo sé, ese es el principal problema, por eso Blaine Anderson no quiere arriesgarse con nosotros, y necesitamos demostrarle que tendrá estabilidad con su gira y promoción. Y enserio necesitamos conseguir rápido capital porque tenemos deudas, muchas deudas Lucy—bufó agobiada— Y los bancos se nos vendrán encima. Sólo esperan un error de nuestra parte para… tag… embargarnos y entonces sí, estaremos en la calle.
—Wow, sí que suena complicado.
—Muy complicado. ¿Ahora comprendes mi preocupación? Miles de personas dependen de mí y de mis decisiones.
—Sé que lo haremos bien—ella cerró la laptop.
—Eso espero… Pero ya es hora de la salida… Por hoy mucho drama.
—Sí—asentí.
—Será mejor que nos vayamos o el tráfico de esta ciudad es bárbaro.
—Dímelo a mí, que debo de abordar el suburbano… Eso si es una misión imposible.
—Pues la verdad es que nunca lo he necesitado usar… De hecho, nunca me he subido a él o lo he visto personalmente.
—Princesa, lo dices desde tu privilegio—señalé juguetona.
—Y de Italia—aceptó.
—Pues algún día te obligaré a usarlo. No todo en la vida son deportivos, limusinas o Uber… Es más, ¿que te parece una aventura hoy?
—Tú… quieres… que… suba a él—cuestionó expectante. No pudo creer mi invitación.
—Exactamente… qué mejor que no hacerlo sola, y además, tendrás mi compañía de experta que sabrá cuidarte. ¿O es que Rachel Berry es una gallina? —mi venganza— Porque si yo tengo que madrugar para correr a tu lado, tú tendrías que hacer algo como paga.
—Sabes que eso es injusto ¿no? Lo mío es saludable y te ayudará… Pero el que yo me suba a un oloroso y concurrido metro, no es beneficioso.
—Claro que lo es… Conocerás una palabra nueva para tu vocabulario… La humildad.
—Mmmm ahora son dos palabras nuevas… interesante—se acarició la barbilla— De acuerdo, pero tú mañana correrás cinco kilómetros, así tengas que arrastrarte.
— ¿Qué? No lo dirás enserio.
—Vamos Louis, que entre más tarde salgamos… será más difícil acceder a esa bestia—me tomó la mano y me jaló con decisión a la salida.
¿Pero que trato acabo de hacer? Si de por sí ya era difícil el imaginarme correr, ahora será peor gatear los 5 kilómetros.
Estúpida, idiota, insensata, no atlética y floja Louis Fabray.
