11
Feliz Berry
Para la hora que se trataba, todo estaba en silencio y muy calmado en la oficina esta mañana. Como siempre, nadie estaba trabajando ni nada por el estilo, seguían con su actitud de holgazanes; hasta Marley estaba más atenta en analizar a mi loca amiga, que en seguir tecleando en su computador y atender llamadas. Eran las 10:34 a.m y ni las luces de Rachel. ¿Se habrá molestado por cómo le hablé escasas horas atrás? ¿O es que básicamente se estaba comportando diferente desde lo que pasó el día anterior? Esperaba fuera lo segundo porque no quería que me gritase toda la tarde. Aun seguí en la misma postura, el de no darle más importancia de lo que debía. Era mejor estar lejos para no sufrir, al final de cuentas, yo estaba aquí por el trabajo y no para enamorarme. Enamorarme de algo imposible como lo es Rachel Barbra Berry.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no percibí su diminuta presencia, no hasta que se escucharon los tintineos de los iPhone—la forma de anunciar que se debía de disimular que se trabajaba arduamente— y la alarma que indica que se abre el elevador.
— ¿Esa es la Bruja Berry? Por qué no veo por qué le teman a esa miniatura… Hasta resulta realmente adorable—se burló Kitty de lo inofensiva que resultaba a primera vista Rachel. Si supiera que es un torbellino, no estaría tan tranquila.
Kitty estaba en mi puerta 30 minutos después de la inesperada visita de Rachel. Estaba tan emocionada de tener este nuevo trabajo que fue capaz de desmañarse para apurarme y no se nos hiciera tarde. Su jugarreta le salió mal, puesto que no pude dormir en lo que me quedaba de la mañana. Mis pensamientos estaban enfocados en lo divertido que fue ver frustrada a mi ángel con esa ropa deportiva.
Y tenía razón el decir que no debíamos de seguir temiéndole, pues Rachel nos estaba regalando una de sus tantas entradas triunfales mientras se quitaba sensualmente sus gafas oscuras y examinaba a todos a su alrededor. Tenía un aura distinta.
—Buenos días honorables y responsables trabajadores, espero hoy sigan tan lindos como siempre. Recuerden Rise Shine. Proclamo desde hoy ¡Que ese será nuestro lema! —nos dedicó una sonrisa espectacular y caminó con gracia y despreocupación hasta mí. — Buenos días, Lucy ¿tengo que rogarte aquí también para tener un poco de tu atención? —cuestionó de manera sugerente sin que nadie más pudiese escucharnos y me dejó con las rodillas temblorosas. Estúpida y sensual Rachel Berry que pretendía vengarse de mí. —Eso es lo que creía, no puedes resistirte a mis encantos. Esto es una de cal por dos de tierra—sonrió con arrogancia y se dirigió hasta su oficina.
Todos estaban completamente en silencio. Nunca se esperaron venir esas agradables palabras por parte de la jefe. Ni siquiera yo me lo esperé venir. Todo esto estaba tornándose completamente extraño.
— ¿Qué fue eso? —me dio un codazo Kitty, quien, al parecer, sí logró entender las palabras no tan santas de mi ángel.
—Nada… Sólo quiere… que arregle algunas… cosas—intenté sonar lo más segura posible, pero la voz había salido temblorosa.
—Sí claro… arreglarle algunas cosas… y unas muy profundas… Fabgay—apuntilló lo último y sonrió de manera sarcástica.
— ¡Cállate, Wilde! Si no quieres que me arrepienta de abogar por ti—gruñí un poco enfadada— Espérame aquí, ahora vuelvo—caminé hasta la oficina de Rachel.
— ¿Y yo qué voy a hacer mientras? Esa boba de allí no deja de verme como loca—gritó pero la ignoré, mi atención estaba en esa chica bipolar que esperaba en su guarida.
No sé por qué presentía que el día apenas comenzaba. En estos tres días que escasamente he estado en esta oficina, me han pasado más cosas que en los últimos cinco años de mi vida. Les juro que sentía que llevaba un mes entero, pero sólo habían pasado tres días. Me escuchan ¡Tres días! ¡Los tres días más locos y extraños de mi vida! Realmente me estaba preguntando si no estaba viviendo una vida paralela, y en realidad, estaba internada en un centro psiquiátrico o que despertaría y nada sería real como en esa historia que leí hace unos días.
Abrí la puerta con lentitud. Estaba nerviosa, no sabía cuál versión de Rachel es la que me podía encontrar dentro de esas cuatro paredes. Rachel estaba sentada en su hermoso escritorio color caoba, seguramente, intuyendo y esperando mi inminente entrada. Esta mujer siempre iba un paso adelante de mí ya debería de saberlo. Me examinó curiosa con una sonrisa aun más grande que la de hace escasos minutos atrás. Quizás esté esperando a que mi torpeza se presente dejándome como una verdadera estúpida. Pero no le daré el gusto, así que cerré con seguridad y me recargué en la puerta esperando a que dijera algo, pero ella se mantuvo su silencio, aun conservando esa sonrisa perspicaz.
— Rachel… Digo, Licenciada Berry ¿Qué fue lo que pasó allá afuera? ¿Un ente se apoderó de usted o tuvo una abducción extraterrestre? Se está comportando muy… raro.
— ¿Qué allá afuera? —dijo como si no supiera de lo que se trata. Le entrecerré los ojos y ella soltó una carcajada— Si no me dices qué, no sabré qué responderte. Hice muchas cosas haya fuera—intentó llevarme a su terrero.
—Eso de hablarle bien a todos. De sonreír como si se hubiese ganado la lotería… Y ese Rise Shine poco habitual y despreocupado en usted—tampoco le daría el gusto en preguntarle el porqué de sus palabras hacia mí y saciar su curiosidad.
—Oh eso, pensé que era sobre el poder que ejerzo sobre ti, pero que cobardemente intentas alejarte de él— Dios, qué egocéntrica. Egocéntrica, creída, burlona, bipolar, sin vergüenza y atrevida. — Pero si es por eso que viste allá en el lobby, pues hoy decidí cambiar para bien… Ya lo dijiste tú ayer… Soy básicamente una amargada y por eso me pasan las cosas que me pasan. Ni siquiera merezco un poco de preocupación y atención de tu parte, ya me lo dejaste bastante en claro ayer y hoy por la mañana—se encogió de hombros, se bajó del escritorio de un brinco y se sentó sobre su silla.
— ¿Es por el incidente de ayer? Rachel… En verdad me preocupé por ti, pero vi que Brody estaba a tu lado, por eso ya no me acerqué... Te juro que creí…—contrarresté inquieta. Sus palabras eran de claro reclamo por ayer no acércame a ella.
—No te estoy recriminando nada, lo entiendo, no significo nada para ti, apenas y nos conocemos—se desinteresó con crueles y duras palabras y evita a que yo siga con mis pretextos— Pero en fin, podría decir que sí… Ayer me di cuenta que de nada vale el que me estrese, el que le grite a todos, el que no aprecie todos los pequeños detalles de la vida. Por ejemplo, hoy por la mañana cuando salí a correr y tú no quisiste acompañarme—insistió en sus reclamos.— Prefiriendo tu cama y seguir de apática, noté que las nubes pueden ser un buen motivo para perder mi tiempo y buscarle diferentes formas—me dio la espalda girando con su silla.
— Rachel… No es lo que tú crees… Disculpa… Yo no puedo explicártelo ahora mismo pero…—hizo un aspaviento de manos para que ya no le dé más importancia y me rindo por darle una explicación que no se escuche precipitada. Que no me haga confesarle mis oníricos sentimientos. Ángel, no es lo que tú crees, solo trato de protegerme, de proteger que mi corazón se rompa en mil pedazos por tu culpa. — ¿Es enserio que estuviste encontrándole formas a las nubes? Eso es extraño para la jefa que yo conozco…—cambié de tema al ver que no quería escuchar mis disculpas.
— ¡No te burles Louis! Es enserio—refunfuñó ofendida. Ambas queremos romper la tensión— Creo que es lindo ver distinto el cielo cuando está despejado de tantas nubes oscuras y deprimentes.
— ¿Y se podría saber por qué te diste el tiempo a eso? —susurré tímidamente.
Esa era muy buena pregunta, qué había cambiado en ella para darse cuenta de esos insignificantes detalles de la vida cuando ayer se rehusaba a ello. Cuando ayer se bajó del tren sin razón lógica, evitando a toda costa, que le aconsejara que dejara su pesimismo a un lado. Debería de nombrarla la chica sin respuestas o más bien, la chica testaruda. Mi hermosa DramaQueen.
—No lo sé… pero observa, esa nube de allá tiene forma de León—giró de nuevo y señaló el gran ventanal que estaba a un lado de nosotras. Y adivinen qué, la nube sí tenía forma de león. ¡Tenía forma de león! Ustedes pueden creerse esto — Y luego la que está a un lado de ella, tiene forma de estrella.
—De una estrella como tú—murmuré pero ella logró escucharlo y negó divertida con su cabeza.
—Ves, es más fácil el que me entretenga mirando nubes, a querer gritarle a los demás. Aunque no lo creas, soy una fiel creyente que las cosas pasan por algo, y el que ayer me pasara algo como eso, fue suficiente para entender que tenía una vida horrible. Por eso es que hoy amanecí así, con otra perspectiva. Feliz… Amorosa… Amigable… Respetuosa… Comprensiva. Fácil… Con algo nuevo en mente—me guiñó un ojo— ¿No era lo que me pedías ayer? Porque hoy amanezco con la noticia de que la que ahora se volvió huraña y aburrida eres tú. Así no funcionaremos nunca. No podemos intercambiara papeles. Cuando yo estoy de buenas, no puedes estar tú de malas o viceversa.
Me quedé en silencio. Ese Así no funcionaremos nunca se quedó grabado en mi corazón. Es obvio que jamás funcionaremos porque no somos compatibles en ningún aspecto de nuestras vidas. Ella es hermosa, yo bueno, yo tengo salud. Ella es presuntuosa, yo soy sencilla. Ella es segura de si misma, yo soy tímida. Ella es millonaria, yo soy clase media. Ella es la jefa, y yo soy su simple empleada. Ni en las novelas más ridículas que he leído podría compararse con esta. No hay un final feliz entre ella y yo. Jamás lo habría.
—Lo entiendo—musité triste. Me analizó confundida, sabía que algo no iba bien conmigo desde la mañana, pero no estaba dispuesta a hacérselo saber.— También venía por otra cosa. ¿Recuerdas que ayer hablamos sobre mi amiga y la ayuda que podría brindarnos? —Asintió no muy conforme de mi cambio de conversación— Pues está allá afuera esperando. Está muy emocionada de trabajar contigo… No sé qué tienes que todos están revoloteando a tu alrededor como si fueses un trofeo de Wimbledon.
— Es el gen Berry que me hace perfecta, ya deberías de saberlo mejor que nadie—lo dijo engreída y me dejó con las palabras en la boca. No sabía cómo refutar a ello. ¿Será que ya se dio cuenta de lo que siento? ¿O sólo esta jugando conmigo y cobrándose lo que yo le hice en la mañana? Maldita Berry seductora y embaucadora.— ¿Y qué esperas en hacerla pasar? Digo, no sé si recuerdas que nos queda un mes y medio para librar a Santana López y su odio hacia nosotras. Anda Louis, ve por ella… Deja de coquetear conmigo—me señaló la salida.
—Por… su…pues…to—tartamudee sin saber qué hacer o a dónde dirigirme. ¡Que me trague la tierra en este mismo instante! Sé que debía de decirle o informarle algo, pero no recuerdo qué, así que me quedé allí parada contemplándola como una verdadera estúpida adolescente enamorada. El poder de imán que tiene ella en mí.
— ¿Qué sucede Louis? ¿Por qué no sales por tu amiga? —allí está de nuevo su sonrisa ladeada llena de triunfo. Sabe que me ha ganado este round.
— Yo… sólo… quería… decirte—idiota, deja de tartamudear. Me reprendí por lo bajo y me aclaré la garganta— Que antes de hacerla pasar, quiero decirte que Kitty es un poco… ¿Cómo decirlo? Especial de carácter. Suele ser un poco intimidante al principio, pero después te acostumbras—de antemano sé que Kitty suele ser la versión rubia de Santana, pero no se lo hice saber o ni siquiera se tomaría la atención de entrevistarla.— Sabe mucho del tema, al igual que yo, de hecho, de su universidad salió con mención honorífica.
—Oh vaya, sí es una genio como tú, no tendré por qué no aceptarla—dejó atrás su venganza y contestó despreocupada mientras comenzó con el tecleo de su computador.— Vamos Louis, hazla pasar… Y no te tardes mucho, o tendré que salir yo y arruinarme la mañana… Odio esperar—hizo un aspaviento con su mano y yo le obedezco.
Salí a los cubículos y no la veo por ningún lado. Hace escasos 5 minutos atrás la había dejado allí, maldiciendo, y ahora ya no le veo ni sus narices. No es hasta que escucho su carcajada mordaz, cuando descubro que está burlándose de la inocente Marley quien ha tirado el café especial de Rachel manchando su linda falda grisácea con forma de tubo.
—Esto será más genial de lo que pensé… No sólo Lucy es una torpe, sino que esa troll también se le une al Club de las Lerdas —siguió riéndose sin la intención de ayudarle a la ojiazul. Marley tenía sus mejillas ardiendo por culpa de la vergüenza que estaba pasando al ser sometida a las burlas de todos los idiotas que se carcajeaban sin contemplaciones.
— ¡Basta Kitty! Deja de burlarte como esos otros estúpidos—tomé algunas servilletas que estaban en la zona de cafés y me acerqué hasta Marley para darle una mano con su problema. Olvidé por completo que debía de llevar a Kitty ante Rachel.
—No tienes por qué ayudarme Lucy—susurró intimidada mientras observa de reojo a todos y se acomoda sus anteojos— Estoy acostumbrada a esto… Y tú debes de estar muy ocupada para perder el tiempo en mí.
—Ayer dijiste que eras mi amiga, y esto es lo que hacen las amigas, nunca abandonarlas—me niego a dejarla allí a su suerte, así que le tomé la mano y la encaminé hasta los baños, desde luego, seguidas por Kitty, que esperaba y no vaya por más. Estaba decidida a ignorarla por un rato.
—No tenías porqué hacer esto, ellos son así, estúpidos, es su naturaleza—nos recargamos en los lavamanos y arranqué un pedazo de papel. Estaba lo bastante cerca de ella sólo con el fin de quitar lo que más pudiese esa horrible mancha café, así que enfoqué toda mi atención en restregar su falda— Tienes que acostumbrarte a este zoológico. Son como bestias al aire libre con ganas de saciar su hambre. Y más si se trata de mí y mi ineptitud.
—No debería ser así… Todos nos merecemos respeto… ¡Estoy tan frustrada de esta situación!—protesté en voz alta esperando a que Kitty se enterase que es una indirecta hacia ella, pero se ha mantenido en silencio desde que entramos al baño. Raro en ella.
— ¿Qué haces aquí Kitty? Vienes a humillarla aún más, porque si es así, puedes regresar por donde viniste—advertí girando el rostro, pero no es Kitty a quien me encuentro, sino a Rachel que nos analiza con un pequeño dejo de desagrado.
Santo Chewbacca allí está de nuevo esa mirada gélida y profunda. Algo me dice que ya no está tan feliz como en un principio. O tan descarada y coqueta como en su oficina.
— ¿Así que sí tienes tiempo para perder el tiempo, pero no para mí? —reprochó con el ceño fruncido y acomodándose su hermosa melena— Tuve que ser yo quien saliera a preguntar quién demonios era la amiga de mi asistente, porque ella está aquí—nos señaló y yo me aparté rápidamente de Marley. — No sé qué haciendo con ella—lo dijo con enfado. — Te pago para que me hagas más fáciles mis asuntos, no para que le limpies con amor la ropa a los demás.
—Licenciada Berry… Yo… No es lo que usted cree…
—No digas nada Louis. Si quieres sigue aquí, haciéndole cariñitos a la secretaria mientras yo hago las cosas que a ti te tocan hacer… Mientras yo hago el trabajo que nadie en esta oficina quiere hacer—me interrumpió saliendo del baño azotando la puerta.
—Madre mía ¿eso fueron celos? Parece que a alguien se le fue la onda hippie. No quisiera ser tú en estos momentos—Marley también se percató del cambio de Rachel, aunque sus palabras solo fueron en modo de broma. Y tenía razón, sé perfectamente lo que se me viene y algo no muy bueno por lo que dejó en claro. La actitud positiva de Rachel se fue directamente por el retrete de estos baños.
