Capítulo 1

Era hora punta a medio día y el sol veraniego amenazaba con derretir todo ser vivo que se atreviera a estar mucho tiempo fuera. Las personas apresuraban el paso para llegar a su destino tan pronto como fuera posible y rezaban porque el aire acondicionado funcionara.

-Hey Murasame-kun. -Saludó desde el otro lado de la acera una mujer alta, de cabello corto y mirada traviesa.
-¡Hachi! -Sonrió con sorpresa la mujer de cabello largo. Aún con ello no pudo cubrir el tono nostálgico.
Hachizuka Tomoe cruzó la calle para abrazar a su amiga, luego de un año y seis meses de no verse.

Habían pasado tantas cosas desde que se mudó a Tokio por su nuevo trabajo. Una cosa llevó a otra, incluso se había ido a vivir con Miyako, la rubia que le robaba suspiros desde que tenía memoria, también había abierto su propio negocio y estaba a punto de abrir uno más. Se preguntaba si la vida de Murasame Sumika también estaría llena de sorpresas.

-¿Cómo te ha ido Murasame? -La abrazó efusivamente, no consciente de que estaban en medio de la acera impidiendo el paso de varios transeúntes que las miraban irritados.
-En realidad muy bien. -Sonrió de medio lado. -Llevo un año trabajando para la empresa computacional que había perseguido todo este tiempo y ya me mudé a mi propio departamento hace poco.
-¡Eso es genial! -Se emocionó la más alta, le encantaba por fin encontrarse con su mejor amiga, aún si no admitía de viva voz que consideraba a Sumika como tal. -Deberíamos quedar para cenar un día de estos para ponernos al día.
-Eso estaría bien. -Sonrió aún más ante la idea. Sin embargo, su emoción parecía contenida y agradecía en sus adentros que Tomoe estuviera tan feliz del encuentro como para no notarlo. -Dame tu número del móvil para ponernos de acuerdo.
-¿Mi móvil? - Se burló. -Es el mismo número de antes, aunque supongo que asumiste que lo cambié en cuanto me fui a Tokio, ¿no es así Murasame-kun?
En respuesta sólo consiguió un intenso sonrojo por parte de Sumika.
-Bien, pues estaremos en contacto. Llámame pronto ¡Tengo tanto que contarte!

Y así, tan pronto como se habían visto, se despidieron y volvieron a huir del sol abrasador.

-Hachizuka Tomoe. -Sonrió Sumika Murasame, mientras veía a lo lejos a su amiga. -En cuanto llegue casa la llamaré. -Decidió en ese instante.


Se reunieron el siguiente viernes, en un pequeño café al centro de la ciudad que solían visitar cuando jóvenes a la salida del instituto. No era lujosa y se aferraba a la decoración tradicional japonesa, y eso fue casi lo único que los propietarios pudieron conservar apegado a la tradición, pues el occidente le había afectado claramente en sus menús, ya que ese establecimiento ofrecía el mejor de los capucchinos ¡y qué decir del pastel de chocolate! Era un menú de ensueño. Aunque la razón principal que las había llevado siempre a ese lugar era el espectáculo gratuito: podían alegrarse el ojo con las vistas que ofrecían nada más y nada menos que las chicas del colegio de señoritas Umegaoka ¡Qué bien les quedaban esos uniformes con falda corta! Y aún ahora disfrutaban el espectáculo. Entre risas y plática.

-Bien, -dijo luego de saborear el último trozo de pastel. -Me encanta ponerme al día contigo Sumika Murasame.
-Lo mismo digo.-Sonrió. No sabía lo mucho que había necesitado de su amiga sino hasta ese mismo día, en cuanto le contó todo sobre su vida. El suplicio que significó enviar cientos de currículums por meses a tantos lugares y que un día se enteró de la vacante en su lugar soñado y sin dudarlo lo llevó. Su falta de sueño y estrés compensado con una buena paga y su equipo de trabajo que era de lo mejor. Sabía que se estaba yendo por las ramas, y a pesar de eso, le significó un enorme alivio contarle a alguien su día a día.
-No has dicho nada de Kazama, Murasame-kun -Soltó sin rodeos, había esperado escuchar de ella durante la velada, pero no sucedió. –Estaban tan enamoradas cuando me fui de aquí. Juro que se desnudaban con sólo mirarse.
La más baja se petrificó al instante.

-Bueno nosotras… -Empezó, sin saber bien qué decir.
-¿Van bien las cosas con ella?- Preguntó con cautela, aunque ¿de qué servía ahora la cautela cuando ya había hecho daño?.
-En realidad no sé cómo están las cosas entre nosotras. -Respondió después de un largo silencio.
-¿Cómo es eso?
-Hace más de un mes que no la veo debido a sus horarios de trabajo y últimamente no responde mis mensajes. ¿Debería tirar la toalla? -La angustia se marcó en su rostro, resultaba evidente que no quería rendirse, pero las circunstancias presionaban para lo contrario.

Su historia con Kazama era como muchas en la vida, se habían hecho cientos de películas al respecto. Ellas se habían conocido en la secundaria y Sumika fue la primera en enamorarse, Kazama por otro lado se enamoró de toda mujer viva que le pasaba por enfrente, hasta que un buen día Murasame cayó resfriada; desde entonces las cosas cambiaron entre ellas, hubo obstáculos y torpeza, pero la situación mejoró para ambas y comenzaron a salir después de su graduación. Eran la pareja ideal y podría decirse que se seguían amando. Sin embargo, ahora sus trabajos les impedían verse.

Aún así… se decía ella, "las mariposas no han muerto".

-Murasame-kun... –Repitió Hachizuka, sacándola de sus ensoñaciones.
-Quiero seguir luchando por lo nuestro ¿sabes?- Interrumpió cualquier discurso que le fuera a dar Tomoe.- No quisiera dejar una historia inacabada
-No deberías hacerte esto... –protestó. –Fue bastante malo verte en estado zombie cuando estábamos en el instituto, día a día te veía babeando por ella y ella ni pizca de interés en ti. Déjalo estar Murasame.
-Lo sé, -se quejó- Estoy consciente de todo eso que me dices, pero también sé que el amor de mi vida es ella. Podría dejarla ahora y probar suerte, pero estoy segura que nunca encontraré esa chispa con alguien más.- Suspiró. - No voy a rendirme ahora. -De un momento a otro cambió su rostro, se borró cualquier sombra de duda y ahora se le veía optimista, capaz de todo.

Su rostro se iluminó aún más cuando vio llegar un mensaje justo de ella: Kazama...

La pantalla brillaba como nunca y Sumika brilló con ella, apun así dudaba de abrir el mensaje.
-¡No jodas! ¿Es de Kazama? -Tomoe se emocionó al ver el cambio del semblante de su amiga. -¡Vaya! Es como si la hubieras invocado.
-Si...-parecía ausente.
-¿Qué esperas? ¡Abre el mensaje! El universo debe estar tratando de decirte algo...

Y así lo hizo Mursame. Leyó y releyó un par de veces

-¿Y bien? –Preguntó esperanzada.
-Terminó conmigo. -Levantó la vista anunciando algo que ya se temía.
-Perro universo. -Dijo Tomoe con la amarga sorpresa.

Perro universo... concordó Sumika


Hola a quienes se atreven a leer este fic :D

Como soy una dramática de lo peor, les traigo drama jojojo.

Gracias por leer y veamos cómo se pone esta historia, decidí no empezar de lo dulce a lo feo y luego todo lindo otra vez, voy de lo feo a lo lindo XD. En los próximos días subiré nuevo capítulo.